Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (23 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 23
—Vamos a intentar comer algo,
¿vale?—le dijo Aaron con voz suave.
Spencer asintió con la cabeza, aunque
no mostró intención de moverse.
—¿Quieres que le pida a Alex que
traiga algo?
—Cocina tú—murmuró.
—Esa era mi intención—respondió
sonriendo—. Vamos, ven conmigo.
Aaron se levantó de la cama,
prácticamente arrastrando a Spencer consigo. Le puso una bata por
encima que había en el respaldo de una silla mientras que él se
quitaba la chaqueta del traje y la corbata. Le rodeó la cintura con
un brazo y lo acompañó hasta la cocina, haciendo que se sentara en
una de las sillas de la pequeña mesa en la pared opuesta a la
encimera.
Ethan y Alex se asomaron por la puerta
con curiosidad. Habían pasado unas cuantas horas desde que Aaron
llegara (en las que habían permanecido allí por si hacían falta),
pero no esperaban que Spencer saliera tan pronto de la habitación.
—¿Queréis que haga la cena también
para vosotros?—preguntó Aaron calentando ya el agua para los
macarrones.
—Yo creo que me iré a casa ahora que
esto parece arreglado. Llamadme si me necesitáis—les dijo Alex.
—¡Alex!—Spencer le llamó cuando
ya se daba la vuelta para marcharse—. Muchas gracias por haber
cuidado de mí estos días y siento...
—No tienes nada por lo que
disculparte. Todos hemos pasado estos momentos.
Spencer asintió y Alex salió de la
cocina.
—Yo sí acepto la oferta—dijo Ethan
sentándose en la mesa—. Me quedo en tu sofá, por cierto—le dijo
a Spencer.
—Vale—no era una pregunta y por la
reacción de Spencer parecía que no era necesario pedir permiso—.
¿Ha sido muy problemático tener que venir?
—Nah, solo he adelantado un poco las
vacaciones. Me quedaré aquí un par de días y después me voy a ver
a la familia.
—Gracias por venir.
—No hay por qué darlas. Sé que tú
harías lo mismo. Aunque no hubiera sido necesario si tu marido no
fuera un idiota.
Spencer le miró pasmado. No sabía qué
le sorprendía más, si el que le hubiera llamado «su marido» o que
alguien se hubiera atrevido a llamar idiota a Hotch.
—¿Por qué se siente como si
estuviera enfrentándome a mi suegro?—preguntó Aaron mientras
revisaba el frigorífico.
—Porque soy el único que vas a
tener.
Aaron se giró a mirarle justo cuando
Spencer le daba una patada bajo la mesa.
—¿Qué? ¿No se lo has contado?
¿Tampoco lo de tu madre?—le preguntó extrañado.
—No, cállate—siseó entre dientes.
—Por el amor de dios, Spencer. Lo
sabrá tarde o temprano y si quiere estar a tu lado es algo que tiene
que saber. Hace un momento me estabas diciendo que no sabías si
estabas alucinando o no.
—Lo sé, pero...—se mordió el
labio y desvió la mirada de ambos.
Aaron se acercó al chico y se
arrodilló frente a él, tomando sus manos temblando nerviosas en las
suyas, aunque Spencer seguía sin mirarle a la cara.
—Spencer, no voy a presionarte, solo
hace falta que me digas aquello con lo que te sientas cómodo, pero
quiero que sepas que, sea lo que sea, no va a espantarme y no te voy
a querer menos por ello. Aunque no te la haya contado, tú ya te
imaginas cómo fue mi infancia, cómo es mi familia. No voy a
juzgarte por quiénes sean o qué hayan hecho tus padres.
Spencer asintió con la cabeza, aunque
no se veía muy convencido.
—¿Pero y si le afecta a él
directamente?—preguntó Ethan y Aaron le miró confuso—. Es lo
que se está preguntando. Podría afectarle a él y, de ser así,
también te afectaría a ti si compartieras tu vida con él. Y podría
ser una carga demasiado grande que tal vez no quieras llevar.
El joven agachó la cabeza. Eso era
justo lo que pasaba por su mente. Ethan, como siempre, le leía
demasiado fácilmente.
—No habrá nada que pueda separarme
de Spencer si no es él mismo quien me lo pide.
Spencer se estremeció y apretó las
manos que sostenían las suyas. Ojalá fuera verdad. Ojalá,
realmente lo esperaba. Aaron limpió una lágrima que se deslizó por
su mejilla y se levantó, dándole un beso en la frente.
—Estaré listo para escucharte cuando
quieras hablar conmigo. No tiene por qué ser ahora, en este momento
solo tienes que centrarte en recuperarte—acarició sus cabellos y
regresó a su tarea preparando la cena.
Con una leve sonrisa en el rostro,
Spencer observó sus propias manos. Se sentían cálidas tras ser
sostenidas por Aaron. Su pecho también se sentía cálido.
—Bueno, parece que no habrá problema
mientras cumplas tu palabra—le dijo Ethan—. Pero no le des
demasiado tiempo, intentará esperar a que lo olvides para no hablar
del tema.
Se ganó una mirada molesta de su
amigo, pero la ignoró de pleno.
Cenaron en la mesa de la cocina unos
macarrones muy sencillos para que Spencer pudiera digerirlos después
de varios días sin comer nada. Fue bastante parecido a un
interrogatorio por parte de Ethan, preguntando a Aaron por su
trabajo, sus amigos y sobre lo que había pasado entre ellos los
últimos meses. Desde luego no se cortaba ni un pelo. En el fondo,
Aaron se alegraba de que Spencer tuviera a alguien que se preocupara
tanto por él.
—¿Debería irme a casa?—preguntó
Aaron mientras recogían la mesa.
El estrépito de unos cubiertos
chocando contra el suelo dirigió la mirada de ambos invitados a
Spencer, que se había quedado como un conejo ante las luces de un
coche. Por suerte solo llevaba unos tenedores.
—Creo que eso es un no—comentó
Ethan, recogiendo los cubiertos.
—Am... Pero... si tú duermes en el
sofá...
—La cama de Spencer es lo bastante
grande para ambos y, aunque no lo fuera, estoy seguro de que no le
importaría pegarse a ti como una lapa como ha estado toda la tarde.
El rostro de Spencer se puso de un
intenso rojo. Por suerte, esta vez no llevaba nada en las manos. El
corazón de Aaron se aceleró un poco. Solo esperaba que su cuerpo se
comportara.
—Entonces iré a por mi bolsa al
coche.
En cuanto desapareció por la puerta,
Spencer se acercó a su amigo.
—¿Qué estás intentando?—le
preguntó suspicaz.
—Que dejéis de dar pasos hacia
atrás—respondió sin tan siquiera intentar negarlo.
—No estoy preparado para eso—lo
dijo susurrando a pesar de que estaban solos.
—Oh, estoy seguro de que él tampoco,
pero pase lo que pase en esa cama ayudará a que avancéis o, al
menos, a que aclaréis las cosas.
—Ni siquiera nos hemos besado en...
los labios, yo solo le he besado una vez en la mejilla y él a mí
otra—dijo nervioso, pudiendo recordar ese momento y los nervios que
sintió como si fuera ayer.
—Mojigato.
—¿Estás seguro de que eres mi
amigo?—le preguntó mirándole molesto.
—¿Nunca te has masturbado pensando
en él?
—¡Ethan! ¡No voy a hablar de eso,
ni siquiera contigo!—sentía el calor llegar hasta sus orejas.
—Virgen—replicó con una sonrisa.
—¡Cállate!
Había un ambiente extraño cuando
Aaron regresó, pero decidió que era mejor no preguntar. Dejó su
bolsa de viaje a los pies de la cama de tamaño matrimonio. Era lo
bastante grande como para que no tuvieran que tocarse en toda la
noche.
—¿En qué lado prefieres?—le
preguntó a Spencer cuando entró en la habitación.
—¿Hm? Ah, no tengo preferencia,
nunca he compartido cama, duermo en medio. Puedes escoger el que
prefieras. Si quieres ducharte hay toallas limpias en el armario del
baño.
—Sí, gracias.
Aaron se dio una rápida ducha con el
champú y el gel a los que olía Spencer. Ignoró por completo la
erección en su entrepierna. No podía ceder a ello. Ya no le
sorprendía excitarse al pensar en un hombre (aunque solo le sucedía
con Spencer), pero su relación no había llegado hasta ese punto,
desde luego, y el chico no estaba en condiciones de nada de eso.
Salió de la ducha cuando su cuerpo estuvo más calmado y se puso
unos pantalones de chándal y una camiseta vieja del FBI. Spencer
pareció ruborizarse cuando le vio entrar en la habitación.
Probablemente eran los nervios de dormir en la misma cama.
Spencer pasó a su lado con la mirada
fija en el suelo y se metió al baño con su ropa para cambiarse en
la mano. Se dio una ducha tan larga como pudo, esperando encontrarse
a Aaron dormido cuando volviera a la habitación. ¿Cómo podía
estar tan nervioso ahora? Como había dicho Ethan, había estado
pegado a él como una lapa durante todo el día. Y hablando del
diablo.
—¡Spencer! ¡Sal de una maldita
vez!—gritó su amigo golpeando la puerta—. Lo que estás haciendo
ahí dentro puedes hacerlo en la cama, estoy seguro de que a Aaron no
le importará.
—¡Ethan!—gritó Spencer desde el
baño, probablemente rojo como un tomate.
Aaron se echó a reír. Desde luego
que, si era lo que su amigo pensaba, no le importaría en absoluto.
El chico no logró su objetivo. Cuando
entró en la habitación, Aaron estaba despierto, sentado contra el
cabecero en el lado de la cama que daba hacia la puerta (lo que ya se
esperaba).
—Spencer, quiero dejar claro que no
voy a intentar nada y si-
—Por favor, Aaron, ya sé que no vas
a hacer nada—le interrumpió, queriendo con todas sus fuerzas
evitar hablar de ello.
—Me alegro, pero déjame terminar. Si
en algún momento te sientes incómodo, si hago algo de forma
inconsciente o mientras estoy dormido que te moleste, despiértame,
golpéame o lo que necesites, ¿de acuerdo?
Spencer suspiró y se metió en su lado
de la cama.
—De acuerdo, Aaron. Si te conviertes
en un monstruo por la noche, gritaré y Ethan vendrá a salvarme.
¿Contento?
—Sí.
Se miraron el uno al otro por un
momento. Allí estaban, en una cama de matrimonio, compartiendo lecho
como un matrimonio normal, lo que no eran en absoluto incluso si
realmente estaban casados.
—Buenas noches—le deseó Spencer,
dándose rápidamente la vuelta y acomodándose casi al borde de la
cama de espaldas a él.
—Buenas noches—Aaron sonrió y
también se acomodó en su lado, apagando la luz. Aún entraba algo
de luz por las rendijas de la persiana, pero si Spencer las había
dejado así, él no iba a decir nada.
Casi quedaba más espacio entre ambos
del que ellos mismos ocupaban. Pero eso no duró mucho. Aaron se dio
cuenta de que cuando Spencer decía que dormía en medio de la cama,
era bastante literalmente. Tan pronto se durmió, comenzó a moverse,
a dar vueltas y acabó medio destapado en mitad de la cama. Era algo
fascinante de ver. Y estaba tan cerca ahora. Aaron se aferró a la
sábana para evitar que sus manos se movieran por su cuenta. Quería
tocarle, tan solo apartar el mechón de cabello de su frente, colocar
la manga retorcida de su camiseta o taparle bien, pero tenía miedo
de no poder controlarse si hacía algo de eso.
Entonces, comenzaron las pesadillas. Al
principio fueron solo suaves murmullos, después una mano moviéndose
con un tic. Pronto todo su cuerpo comenzó a temblar y emitía
dolorosos lamentos y súplicas. Aaron acarició sus cabellos y su
espalda intentando calmarle, pero no funcionaba. Finalmente, Spencer
despertó y en la oscuridad el pánico se apoderó de su mente e
intentó huir de la oscura figura a su lado. No quería más, no
podía soportarlo más, no podría resistir si lo probaba otra vez.
—¡Spencer!—Aaron le llamó y le
agarró antes de que cayera de la cama. Su voz pareció hacerle
reaccionar porque le chico se quedó inmóvil.
—Aaron...—le miró, acostumbrando
sus ojos a la oscuridad—. Uhn... Aaron...
—Está bien, estás a salvo, no te
preocupes.
Le rodeó con sus brazos y Spencer se
aferró a él, enterrando el rostro en su pecho.
—Lo siento...—le dijo con voz
temblorosa.
—No, no, cariño, todos tenemos
pesadillas en este trabajo y ni siquiera hemos pasado por lo que tú.
Intenta dormir de nuevo, estoy aquí contigo.
Spencer no creyó que fuera posible
volver a dormirse. Su corazón latía acelerado y su cuerpo temblaba.
Veía a aquel hombre en cada sombra de la habitación. Sentía la
aguja clavarse en su brazo. Ese insaciable hormigueo recorriéndolo.
Pero los brazos de Aaron resultaban reconfortantes. Su olor, ahora
envuelto con el de su champú. El latido regular de su corazón. Se
sentía bien, relajante. Volvió a dormirse y esta vez las pesadillas
no fueron suficiente para despertarlo.
Que lindo capital mil gracias, espero El proximo. Saludos y Buenos deseos 😘
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