Título: Hambre y sed
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia, gore
Capítulos: 3 (3 de 3) FIN
Resumen: Stiles es mordido por una criatura desconocida. Necesita descubrir en qué se está transformando y Peter se ofrece para ayudarle, es el único de la manada que se ofrece. Las cosas resultan peor de lo que imaginaba, pero Peter permanece a su lado, solo Peter.
Capítulo 3
Siguieron intentando salir a la calle para que Stiles practicara
mantener su forma humana, pero cuando un día casi perdió por
completo el control después de que un grupo de adolescentes pasara a
su lado, decidió no volver a intentarlo.
Fue a la semana siguiente cuando se enteraron de que había
posiblemente una nueva criatura en la ciudad y esta vez fue Noah
quien les avisó y no Scott –eso dolía, pero no tanto como habría
imaginado–. Dos niños habían llegado al hospital al borde de la
muerte sin heridas aparentes ni enfermedades previas que pudieran
explicarlo. Los análisis de sangre habían dado negativo en todo. El
primero de ellos ya había fallecido y el segundo, que había llegado
esa mañana dos días después, estaba cerca. A estas alturas del
juego no esperaban al tercero para confirmarlo.
Dos noches después estaban preparando una trampa para lo que creían
con casi total seguridad que era una shtriga. Escogieron una casa
abandonada para ello, cerca de la reserva y en una zona algo aislada
donde nadie vería nada si se iba de las manos. La criatura se
alimentaba de energía vital, escogiendo a niños porque eran los que
más energía tenían, y solo podía ser asesinada mientras se
alimentaba, así que Peter se tumbó en un colchón en una de las
habitaciones con un amuleto que amplificaba la señal de su energía
vital (puesto en términos simples) y, si funcionaba como esperaban,
esto atraería a la shtriga para alimentarse.
Funcionó. Por la ventana entró una mujer anciana con largos
cabellos negros enredados y una horrible cara deforme más propia de
una momia. No se esperaban que la manada llegara tras ella siguiendo
su rastro, pero eso no cambió sus planes. Al segundo que la criatura
comenzó a alimentarse de Peter, Stiles se lanzó sobre ella y empleó
sus garras para matarla de todas las maneras que pudo, no estando
seguro de cuál sería eficaz.
Cuando estuvo seguro de que estaba muerta, se encontró arrodillado
sobre el cuerpo de la criatura con su corazón ensangrentado en la
mano. Aún estaba caliente y su olor lo estaba haciendo casi babear.
Podía oír las voces de la manada a su alrededor, la de Peter
también, pero solo podía pensar en cómo se sentiría desgarrar
aquel músculo con sus dientes, qué sabor tendría, si al fin podría
sentirse lleno. Era salado y tierno como un buen filete.
Tragó hasta el último pedazo y relamió la sangre de sus dedos.
Llevó la mano a las entrañas expuestas de la criatura para buscar
algo más que probar cuando olfateó el terror y el asco que llenaban
la habitación. Levantó la mirada, sus ojos brillando naranjas, y
vio los gestos de repulsión en los rostros de los lobos. Erica y
Isaac ni siquiera eran capaces de mirarle, cubriéndose la boca como
si fueran a vomitar, y por primera vez en su vida no fue capaz de
descifrar la expresión en el rostro de Scott. Poco a poco era
consciente de lo que había hecho y se sintió arrastrado por el
pánico como un tsunami. Y lo que más le aterraba era la reacción
de Peter. No se había girado para mirarle, no podía, si Peter lo
rechazaba, si tenía la misma expresión en su rostro que los
demás...
Sintió un fuerte brazo alrededor de su espalda que lo levantó sin
dificultad. Se encontró apoyado contra el amplio pecho de Peter con
el rostro hundido en su cuello.
—Creo
que deberíais marcharos—le escuchó decir.
No hubo réplicas, oyó marcharse a los lobos por la misma ventana de
la habitación. Uno de ellos vomitó al salir de la casa.
Stiles estaba tenso, esperando con miedo lo que Peter tuviera que
decir. No dijo nada, tan solo frotó sus mejillas entre sí y Stiles
comenzó a llorar lleno de un indescriptible alivio. Lo abrazó sin
decir palabra hasta que se tranquilizó y después le ofreció una
botella de agua.
—¿Quieres
comer algo más?—le preguntó tan ligeramente como si le estuviera
preguntando si quería repetir un plato de pasta.
Stiles negó con la cabeza y esperó en la habitación mientras Peter
se deshacía del cuerpo antes de regresar juntos a casa.
—Soy
un monstruo—murmuró Stiles con apenas un hilo de voz mientras
Peter limpiaba su cuello con una esponja en el baño porque no podía
regresar a la piscina con toda la sangre que aún tenía encima (y no
sabía por qué era Peter quien lo limpiaba en lugar de hacerlo él
mismo, pero Peter había insistido en hacerlo y Stiles no se había
opuesto, era agradable sentirse cuidado).
—¿Por
qué crees eso?—preguntó, aclarando la esponja y regresando a su
tarea.
—Acabo
de comerme un maldito corazón humano—respondió molesto porque era
evidente.
—No
era humano—replicó Peter.
—¿Qué
importa?
—¿Qué
importa que seas un monstruo?
Stiles le miró boquiabierto. No era capaz de procesar lo que estaba
diciéndole. Sin embargo, los sentimientos reconfortantes de cariño
y prácticamente adoración que le transmitía a través del fuerte
lazo que los unía consiguieron tranquilizarlo y simplemente lo
aceptó con alivio. Peter se inclinó y besó sus labios, un beso
casto y dulce. Stiles correspondió, una sonrisa tirando de las
comisuras de sus labios.
Al día siguiente, Peter insistió en salir a dar un paseo. Stiles
accedió a regañadientes y salieron a la calle cogidos de la mano.
Iban charlando tranquilamente como siempre, nunca había sido tan
fácil hablar con nadie como con Peter. Estaba tan sumergido en su
conversación, que ni siquiera se percató de la primera mujer que
pasó a su lado. Aprovecharon para ir a comprar productos frescos
para la comida. Stiles se dio cuenta de que podía percibir el
delicioso olor que emitían las personas, pero no sentía el hambre
que había estado sintiendo los días anteriores. Ni una sola vez
perdió ni lo más mínimo el control de su transformación.
—Supongo
que esto lo aclara—comentó Peter mientras guardaba la compra en el
frigo.
—¿A
qué te refieres?
—No
eras capaz de controlar tu transformación porque estabas hambriento.
Supongo que necesitas alimentarte cada cierto tiempo para poder
mantener el control—lo decía como si estuviera hablando del
tiempo, como si no se tratara de Stiles alimentándose de humanos o
de criaturas sobrenaturales.
—No
quiero matar humanos para comérmelos—su voz temblaba. Estaba
aterrado de qué diría su padre si se enteraba.
Peter se giró hacia él y le miró con una expresión tierna tan
impropia de él que Stiles se sintió aturdido por un momento.
—Cariño,
tenemos suficientes amenazas en esta ciudad como para que no tengas
que matar humanos—se acercó a él y colocó las manos en su
cintura, sus rostros casi rozándose—. No te preocupes,
encontraremos la forma de lidiar con esto sin que tengas que hacer
nada que no quieras.
Le dio un suave beso, dulce y largo, y Stiles se derritió en su
abrazo.
El sheriff llegó para comer y se sentó en la mesa con Stiles
mientras Peter terminaba de cocinar.
—Tara
me ha dicho que te ha visto pasear de la mano con un hombre
mayor—comentó con tono ligero.
Stiles le miró con ojos muy abiertos y después miró a Peter,
apretando los labios y retorciendo las manos nervioso. No había
pensado en esto, ni siquiera lo había visto como un posible problema
teniendo tantas otras cosas de las que preocuparse, pero no quería
que su padre se enfadara con Peter o que incluso le prohibiera verlo,
después de todo seguía siendo menor y Peter tenía casi veinte años
más que él.
—¿Así
que ya puedes salir a la calle sin... transformarte?—continuó su
padre antes de que pudiera pronunciar palabra.
—Ah...
Sí, eso creo—respondió, parpadeando algo aturdido.
—Aún
deberíamos seguir practicando unos días—intervino Peter llegando
con los platos listos—. Incrementar el tiempo que pasa fuera y el
número de personas a las que está expuesto, pero confío en que sea
capaz de salir a la calle sin problemas, tal vez incluso de ir al
instituto.
—Me
alegro. Me gustaría que llevaras una vida normal dentro de las
posibilidades—le dijo sonriendo y Stiles no pudo evitar
corresponder con otra sonrisa mostrando sus afilados dientes.
Una noche recibió un mensaje de Scott. Tras matar al waheela no
había vuelto a recibir ninguno de ningún miembro de la manada. Tras
la shtriga ya no lo esperaba.
—Han
encontrado un cuerpo, quiere que vayamos.
—¿Quieres
ir?—le preguntó Peter.
Había pasado una semana desde que se había alimentado de la shtriga
y aún era capaz de salir a la calle sin transformarse, pero podía
sentir el hambre crecer poco a poco. Quería comprobar cuánto tiempo
podía aguantar sin alimentarse, pero si había una criatura matando
en Beacon Hills no iba a esperar.
Asintió y Peter le tendió una mano para ayudarlo a salir del agua.
Al llegar al punto donde Scott les había indicado, encontraron a la
manada en pie alrededor del cuerpo de una mujer. Había unas
profundas marcas de garras en su garganta abierta al igual que en su
vientre y pecho. Había un gran agujero desde sus costillas hasta su
pubis y la sangre había salpicado tanto su cuerpo como sus
alrededores. Estaba seguro de que no se equivocaría si aseguraba que
le faltaría algún órgano. Había cierto olor sobre ella que le
recordaba al suyo propio, a su nuevo olor. Tuvo un mal
presentimiento.
Vio de reojo a Derek y a Boyd moviéndose tras ellos hasta que
quedaron rodeados por la manada.
—¿Has
hecho tú esto?—preguntó directamente Scott.
—Ni
siquiera voy a responder a eso—su cuerpo estaba tenso, sus garras
extendidas en advertencia y sus ojos brillando. Peter estaba tras él
guardando su espalda. Podía sentir la desconfianza, el enfado y el
miedo proviniendo de los lobos. Podía sentir que estaban listos para
pelear. Él también.
—Stiles,
deberías venir con nosotros hasta que solucionemos esto—le pidió
–ordenó– Scott con esos ojos de cachorro suyos.
—¿Qué
pasa, Scotty? ¿Yo no me merezco eso de «si no vuelves a matar a
nadie puedes irte sin consecuencias»?
—Stiles,
por favor, no quiero hacer esto—le dijo con expresión dolorida.
—No
lo hagas entonces.
Hubo silencio, el viento soplando entre los árboles y arrastrando el
olor del cadáver.
Scott, Isaac y Erica se lanzaron sobre Stiles mientras Boyd y Derek
se interponían entre Peter y él para que no pudiera ayudarlo, con
Allison apuntándole con su arco. Escuchó rugidos y sintió carne
abriéndose al paso de sus garras. No fue difícil zafarse de los
lobos, no sabían pelear en equipo y, a excepción de Derek, tampoco
tenían pleno control sobre sus habilidades. Él no era mucho mejor,
apenas había tenido tiempo de entrenar con Peter, pero era
consciente de ello así que dejó que su instinto lo guiara. Fue
capaz de escapar con un par de arañazos que desaparecieron en
segundos.
No miró atrás aunque en su mente solo podía pensar en Peter, pero
a través de su vínculo podía sentir que prácticamente le gritaba
que huyera. Zigzagueaba entre los árboles, deshaciéndose de sus
zapatillas tan pronto como pudo para ser capaz de pisar firmemente
sobre el suelo de hojas y tierra. Podía sentir los músculos y
huesos de sus piernas cambiar dándole más rapidez y potencia hasta
casi saltar con cada paso. Podía oír a los lobos tras él cada vez
más lejos.
Un
olor llamó su atención, un olor que le recordaba a sí mismo y al
cadáver que habían encontrado. Lo siguió sin pensarlo. Estaba
dando un giro que lo acercaba de nuevo los lobos, pero no le
importaba. Encontró a la criatura al tiempo que esta lo encontraba a
él. No se paró a pensar y se lanzó sobre ella con sus garras
extendidas. Sabía que
era la criatura que lo había transformado, pero en ese momento,
guiado por su instinto, no era capaz de asimilarlo.
Sintió un intenso dolor en el vientre, estaba ardiendo. La criatura
lo había atravesado mientras que él apenas había sido capaz de
arañarla. Escuchó un agudo grito entre los árboles y no se dio
cuenta de que era él quien lo emitía. Continuó a pesar del dolor,
su cuerpo transformándose en mitad de la pelea para adaptarse a lo
que necesitaba al igual que el de la criatura. Había sangre
empapando el suelo donde se encontraban, trozos de carne incluso. Era
capaz de asestar golpes, pero no tantos como los que recibía y sabía
que iba a perder, lentamente.
Un
rugido vibró entre los árboles. Peter,
pensó. Y ese mero pensamiento lo impulsó un poco más. Fue capaz de
empujar a la criatura contra el suelo y retenerlo allí, sus garras
hundidas profundo en sus brazos más allá del hueso y sus piernas
sujetando las del otro. Podía sentir las zarpas de la criatura
arañando sus antebrazos y sus codos, arrancando incluso la carne,
pero Stiles no cedió. Sin embargo, no era capaz de hacer nada más,
no podía moverse ni podía usar sus dientes porque los de la
criatura eran igual de letales.
Cuando estaba a punto de apartarse, de retirarse para buscar otra
forma, otro rugido se oyó aún más cerca y el licántropo surgió
de entre las sombras en su forma animal, un magnífico lobo marrón
oscuro con brillantes ojos azules. Sus mandíbulas se cerraron
alrededor del cuello de la criatura y con un chasquido silenció el
bosque.
Peter presionó su hocico manchado de sangre contra la mejilla de
Stiles cuando este no se movió. Stiles reaccionó tomando una gran
bocanada de aire y se apartó casi de un salto de la criatura. Su
cuerpo estaba destrozado y la única razón por la que podía
mantenerse en pie era la adrenalina, aunque eso no duraría mucho.
El lobo regresó a su forma humana, su rostro aún mostrando rasgos
de su naturaleza lupina por lo alterado que se encontraba. No era
habitual ver a Peter perder el control así que Stiles no dejó pasar
por alto este dato cuando su compañero lo rodeó cuidadosamente con
sus brazos.
—¿Estás
bien?—le preguntó con una voz grave no tan humana.
Stiles asintió y ocultó el rostro en su cuello. No lo estaba en
realidad, su mejor amigo había intentado... ¿qué? ¿Detenerlo?
¿Encerrarlo? ¿Matarlo? Creía que era un asesino, no le había
escuchado y no había dudado en aplicarle un castigo que no ofrecía
al resto de asesinos que pasaban por la ciudad. Además de eso, había
tenido que matar a la criatura que lo había transformado, perdiendo
la oportunidad de obtener respuestas sobre lo que era, y ahora su
cuerpo estaba destrozado y tardaría horas en recuperarse, quizás
incluso días. Pero Peter estaba a su lado, al menos tenía eso.
Apenas se percató de la manada llegando hasta ellos. Ya no le
importaba, solo quería el reconfortante abrazo de Peter.
—Ahí
tenéis a vuestro asesino—escuchó decir a Peter.
—Sti-
—No
os molestéis. Ahora no es el momento—era probablemente a Scott al
que había interrumpido, sus palabras llenas de veneno—. ¿Si
pudierais dejarnos solos?
Escuchó a la manada alejarse poco a poco, pero no se molestó en
levantar la cabeza de su lugar seguro en el cuello de Peter. Pasaron
minutos en silencio, la adrenalina evaporándose de su cuerpo y
sintiéndose cada vez más agotado. No sentía dolor y sabía incluso
sin verlo que era porque Peter lo estaba absorbiendo. El lobo lo
llevó con cuidado a un lado y lo sentó contra el tronco de un
árbol. Stiles se quejó lastimero cuando se apartó de él. Regresó
un segundo más tarde con un corazón aún caliente en su mano.
Stiles comenzó a comerlo de la propia mano de Peter. El hígado
llegó después y trozos de otros órganos hasta que Stiles se sintió
saciado y la mayoría de sus heridas estaban curadas.
Estaba amaneciendo ya cuando emprendieron el camino entre los
árboles, sin preocuparse del cadáver medio vacío que dejaban atrás
ni de que estuvieran cubiertos de sangre ni de que Peter fuera
totalmente desnudo. Llegaron al jeep aparcado al borde de la reserva
y Peter vació un par de botellas de agua sobre Stiles y se puso algo
de ropa antes de subir al coche y regresar a casa.
—Metamorfo
acuático del Medio Oriente—declaró Peter un día mientras Stiles
nadaba con la forma de un pequeño tiburón en la piscina (la forma
que había decidido practicar hoy. Ayer había sido una serpiente
marina y anteayer un pulpo).
El chico regresó a su forma humanoide en un fluido movimiento y
salió de la piscina, secándose con la toalla antes de acercarse
para no mojar el libro que estaba leyendo el lobo.
—¿Y
eso qué es exactamente?—preguntó, sentándose en su regazo en el
sillón.
—Tú.
—¿Yo?
—Tú.
Eres un metamorfo acuático del Medio Oriente—respondió con una
sonrisa.
Stiles le miró boquiabierto por un momento. Tras tanto tiempo había
llegado a creer que ya no encontraría la respuesta a la pregunta más
básica. Sintió lágrimas quemando en sus ojos y tragó saliva.
—¿No
podría tener otro nombre más sencillo o más genial?—intentó
bromear, pero su voz temblaba afectada.
Peter lo rodeó con sus brazos y dejó que se acurrucara contra su
pecho, ocultando el rostro en su cuello.
—Puedes
tener el nombre que quieras. No hay mucha información sobre ellos
así que tú mismo podrías nombrarlos. Tal vez los stiles.
Stiles soltó una risa mezclada con un sollozo.
—Idiota.
Soy único, nadie más va a llevar mi nombre.
—Cierto,
lo eres—besó su frente y su mejilla y después sus labios y no se
detuvo hasta que los sollozos se transformaron en gemidos y su piel
se volvió rosada como siempre que hacían el amor.
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