Título: La primera Navidad con Steter
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, slash
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 5 (5 de ?)
Resumen: 9 de diciembre: pijamas y cantando villancicos.
9 de diciembre: pijamas y cantando villancicos
La pareja estaba tumbada en el sofá, totalmente relajada y cubierta
con una manta. Peter estaba tumbado con la espalda contra el respaldo
y Stiles estaba tumbado frente a él, siendo la cuchara pequeña.
Habían comprado un sofá con el asiento lo bastante ancho
precisamente con este propósito. Ambos estaban en sus pijamas más
cómodos, uno fino de seda azul para Peter y otro bien grueso de
Batman para Stiles (cállate, no le juzgues, Peter no lo hace). En la
tele había una película navideña a la que ninguno le prestaba
mucha atención. Peter tenía la nariz hundida en los cabellos de su
esposo, respirando constantemente su olor, y el chico estaba a punto
de quedarse dormido.
Llamaron a la puerta y ambos gruñeron al unísono. Sabían ya quién
era, Peter por sus sentidos y Stiles por las barreras que rodeaban la
casa.
—Ignóralo—dijo
Peter con desagrado.
—Sabe
que estamos aquí.
—¿Y
qué? Ignóralo—apretó su abrazo alrededor del torso de su esposo
y mordió juguetonamente su cuello.
—Ngh...—Stiles
estaba realmente tentado.
Entonces, oyeron unas llaves en la puerta.
—¿Por
qué demonios le diste llaves?—gruñó Peter, negándose a perder
su cómoda posición.
—Porque
yo también tengo llaves para su casa.
—Hiciste
la copia a escondidas, no tenía por qué saberlo.
—¡Stiles!—Scott
entró al salón con una gran sonrisa en el rostro y demasiada poca
ropa para el frío que hacía fuera. Estos lobos ni siquiera sabían
disimular.
—Hey,
¿qué pasa?—preguntó el chico sin levantarse del sofá.
—Vamos,
vestíos, la manada va a ir a cantar villancicos para recaudar dinero
para la clínica veterinaria.
—Soy
humano, no soy una estufa andante como vosotros. ¿Por qué iba a
querer ir a cantar villancicos con el frío que hace?—preguntó
Stiles.
—¿Por
qué ibas a querer que Stiles vaya a cantar villancicos? Conseguirás
que os cierren las puertas en las narices—preguntó Peter.
Stiles giró la cabeza para mirar a su esposo.
—¿Disculpa?—le
preguntó, levantando las cejas.
—No
te ofendas, cariño, pero, aunque yo encuentre adorable la forma en
que cantas, para otros puede resultar... … …
–¡Ni
siquiera eres capaz de encontrar una palabra que no sea ofensiva!—le
recriminó—. Muy bien, vamos a cantar villancicos.
El chico echó la manta a un lado y se levantó, forcejeando su
camino fuera de los brazos de su esposo.
—¿Vamos?
¿Me incluyes a mí?—preguntó Peter, levantándose también.
—Por
supuesto, vamos a comprobar tus dotes vocales.
—Oh,
tú ya conoces mis-
—¡No!
Nada de insinuaciones. Estás a esto de dormir en el sofá—le
advirtió, juntando los dedos índice y pulgar hasta casi tocarse.
Se dio media vuelta y se dirigió a las escaleras. Peter miró con
ira al alfa frente a él y este sonrió inocentemente.
—Te
arrepentirás de esto—le dijo antes de subir también a su
habitación.
Y vaya si se arrepintió.
Los Stilinski-Hale era unos bastardos competitivos, sobre todo entre
ellos (en realidad, solo entre ellos. Peter no consideraba a nadie
más digno de recibir su atención), y desde la primera casa habían
intentado superar al otro, desentonando de ese modo con el resto de
la manada. Sin duda, las dotes de canto de Stiles eran nulas, incluso
aterradoras, pero Peter era aún peor al intentar destacar su
magnífica voz, ensombreciendo a todos los demás. A menudo, la
pareja se olvidaba del villancico para discutir entre ellos. Al final
de la primera calle, una media hora después de que comenzaran, todos
los demás ya estaban hartos de ellos.
—Scott,
si no los echas, estas van a convertirse en unas navidades rojas—le
advirtió Isaac.
—No
puedo echarlos, yo les hice venir cuando estaban cómodos en casa.
—Es
por su bien, esto puede acabar en divorcio—le dijo Allison.
Scott suspiró derrotado y se dirigió hacia la pareja, que seguía
discutiendo frente al jardín de la casa que acababan de dejar.
—Um...
Chicos... ¿Por qué no regresáis a casa y habláis esto con calma
para... arreglar las cosas?—les sugirió en su tono más
conciliador.
Ambos lo miraron al mismo tiempo y sendas sonrisas perversas se
extendieron por sus rostros.
—Oh,
bueno, puede que tengas razón, deberíamos ir a casa y... hablarlo,
sí—respondió Stiles con peor tono falso.
—Sí,
será mejor que nos vayamos, no querríamos estropearos los
villancicos—añadió Peter con sarcasmo mal disimulado.
Rodeó la cintura de su esposo con el brazo y ambos se alejaron por
la calle, desapareciendo velozmente de su vista.
—Espera.
¿Han montado todo ese lío para librarse de cantar
villancicos?—preguntó Isaac, señalando en la dirección en la que
habían desaparecido.
—Individualmente
son peligrosos, juntos son temibles—respondió Lydia y se dio la
vuelta para continuar a la siguiente casa, sus tacones resonando en
el pavimento.
Minutos después, la pareja estaba de nuevo acurrucada en pijama en
el sofá con una taza de cacao caliente y café respectivamente en
las manos, otra película navideña en la televisión.
—Deberías
cantarme más a menudo—comentó Stiles, dejando su taza vacía en
la mesa de centro y cubriéndose con la manta hasta el cuello.
—Siempre
que quieras, cariño—respondió el lobo, rodeándolo con sus
brazos.
—Mi
voz es terrible.
—Yo
la adoro.
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