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Nuestro momento predestinado [cap20]


Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales          Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18          Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (20 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.

Capítulo 20


Pasaron tres semanas, cinco casos para Aaron, dos para Spencer, sin que volvieran a verse o hablarse. Aaron se sentía mal por Spencer, Spencer no sabía qué sentía. No había sido su intención, pero ahora todo el mundo pensaba que tenían una relación más profunda de la que en realidad tenían. Los compañeros de Aaron conocían su secreto en detalle, por parte de Spencer solo Alex lo conocía parcialmente, Connor probablemente se hacía una idea equivocada. Era una situación extraña y ninguno sabía cómo actuar. Podrían haber seguido meses en pausa si un caso no hubiera sacudido hasta sus cimientos.

—Emily Wilson, Rebecca López y Julia Austin. Sus cuerpos fueron encontrados hace tres y dos meses en el caso de las primeras y hace dos días en el caso de Austin, en Montgomery, Alabama—comenzó a explicar J. J.—. Murieron estranguladas, pero antes de eso sufrieron diversas agresiones, entre lo que destaca que a todas les rompieron las piernas a golpes por varias partes. Todos sus cuerpos se encontraron como podéis ver, encadenadas a un árbol, aunque según el forense ya estaban muertas antes de ser colocadas de ese modo.

—No había necesidad de utilizar la cadena, no podrían haber escapado de todas formas aun estando vivas, es algo simbólico—comentó Prentiss, observando las fotografías de la gruesa cadena rodeando el torso de las mujeres y encadenándolas al árbol.

—Al igual que la brutalidad con la que les rompe las piernas, ese ensañamiento tiene algún significado—añadió Morgan—. Probablemente es para evitar que huyan. El Sudes necesita estar seguro de que no pueden escapar.

—Por la violencia que muestra, profesa un profundo odio hacia estas mujeres, incluso las drogaba, seguramente para que se mantuvieran conscientes a pesar del dolor. Sin embargo, a primera vista no encuentro ninguna similitud en la victimología—comentó Rossi—. Diferentes edades, diferentes razas, diferente apariencia, diferentes trabajos. Todas están casadas y dos tienen hijos, pero no veo nada más en lo que coincidan.

—Quizás García pueda encontrar algo. En marcha en media hora—ordenó Hotch, y todos salieron de la sala.

En Montgomery, nadie parecía contento con su llegada. Era una de esas habituales ocasiones en las que no eran bien recibidos, los locales se comportaban de forma celosa con su investigación. No les gustaba no ser capaces de localizar a la persona que estaba asesinando a sus conciudadanos. Los miembros de la Unidad lo entendían, pero tenían que hacer su trabajo para que no hubiera más víctimas.

Pero el caso no iba tan bien como les gustaría. No había pistas para localizar al Sudes y tampoco lograban encontrar un vínculo entre las víctimas. Ni siquiera García lo había conseguido. Estaban seguros de que esa sería la clave.

—Hotch, sé que esto suena casi desesperado ya, pero ¿por qué no llamas a Reid para que interrogue a los niños?—sugirió Morgan cuando ya llevaban cuatro días sin conseguir ningún avance.

—¿Interrogar a los niños?—preguntó Prentiss extrañada.

—Bueno, quizás fueran a algún sitio con ellos que nadie más sabía o hicieran algo en particular… No lo sé, como he dicho, es desesperado. Yo hablé con ellos, pero no he conseguido nada útil.

—Por intentarlo no perdemos nada, veré si está libre—sacó su teléfono y utilizó la marcación rápida.

«Doctor Reid», contestó, probablemente sin mirar el nombre en la pantalla.

—Reid, ¿estás ocupado?—esperaba poder ocultar el nerviosismo en su voz al escuchar a su Alma Gemela después de casi un mes sin ningún contacto con él.

«Hotch...», utilizó su apodo porque le había llamado Reid y esperaba que fuera solo por motivos de trabajo. «No, bueno, siempre estoy ocupado, pero… ¿Qué querías?».

—Tenemos un caso en el que no conseguimos pistas útiles. Nos preguntábamos si podrías venir para hablar con los hijos de las víctimas, tal vez ellos podrían darnos algo útil. Nosotros no hemos conseguido nada, pero tú tienes mucha más mano. Si no estás en un caso ahora, claro—por las miradas de sus compañeros definitivamente no podía ocultar el nerviosismo que sentía, la ansiedad que le provocaba la idea de volver a verle, una mezcla de miedo y anhelo.

«No, sí que puedo ir. Envíame la dirección y estaré allí cuanto antes».

—Muchas gracias—colgó y contuvo la sonrisa que amenazaba con extenderse por su rostro.

—Idiota—comentó Rossi con un suspiro.

Todos le miraron con expresiones de «no comentes nada», como si supieran a qué venía el insulto.

—¿Disculpa?—debería simplemente haberlo ignorado, sabía que no le iba a gustar.

—Eres un idiota. Estos días parecías bipolar, pasabas de estar depresivo a un humor de perros, y todo porque ese crío y tú sois unos idiotas—le dijo molesto.

—David—J. J. intentó advertirle, pero el hombre no le hizo ni caso.

—No sé qué habrá pasado esta vez, pero es evidente, para todos menos para vosotros mismos, que estas separaciones voluntarias son perjudiciales para vosotros. Sois Almas Gemelas, ¿por qué no lo aceptáis de una vez y arregláis la situación?

—No es tan sencillo—respondió Hotch casi con un gruñido.

—Sigue diciéndote eso a ti mismo. Mientras tanto, todos sufren las consecuencias de vuestra idiotez.




Esa misma tarde, Reid llegó a Montgomery. Morgan lo esperaba en el aeropuerto y lo llevó directamente a casa de una de las víctimas. Spencer no preguntó por Aaron, si no había ido a buscarle él mismo tendría sus razones.

—Señor Austin, soy el doctor Reid—se presentó estrechando la mano al marido de la víctima.

—No creo que esto sea necesario—fue la respuesta que obtuvo—. Mi hijo no podrá decirles nada que no les haya dicho yo ya.

—Su hijo pasaba tiempo a solas con su madre, es posible que sucedieran cosas en ese tiempo que usted desconozca.

—Sé todo lo que pasaba en su vida, mi mujer no me ocultaba ningún secreto—le dijo evidentemente molesto.

—No busco secretos, señor Austin, quizás algún detalle que pudiera parecer sin importancia que nos lleve a encontrar al asesino de su esposa—Spencer sonrió, inofensivo, comprensivo. No le gustaba ese hombre.

—Lo que sea. Dese prisa, tengo trabajo que hacer, tengo muchas cosas que hacer ahora.

—Seré tan breve como sea posible.

Subió a la habitación del pequeño y se sentó con él mientras este dibujaba.

—Me llamo Spencer, ¿cómo te llamas?—le preguntó tras observarle por un momento y que el niño no reaccionara a su presencia.

—Andy.

—Encantado de conocerte, Andy. ¿Qué estás dibujando, Andy?

—Un parque.

—¿Un parque? ¿Ibas al parque con tu mamá?—preguntó, muy atento a su reacción. El pequeño tan solo asintió con la cabeza—. ¿Vas a dibujar a tu mamá en ese parque?—Andy negó con la cabeza—. ¿Por qué no?

—Papá me ha dicho que no la dibuje.

—¿Andy, quieres a tu mamá?—el niño asintió con la cabeza—. ¿Y quieres a tu papá?—volvió a asentir—. ¿Tu mamá quiere a tu papá?—hubo un momento de duda y una muy leve afirmación—. ¿Tu papá quiere a tu mamá?

El pequeño se encogió de hombros, pero no había duda ahí, solo tristeza. Spencer acarició sus cabellos. No quería preguntar más, pero tenía que hacerlo.

—¿Tu mamá quería a alguien más?

—A la tía, al abuelo y la abuela.

—¿Tenía amigas o amigos tu mamá?—el niño negó con la cabeza—. Bien, Andy, gracias por hablar conmigo.

Reid se levantó y se dirigió a la puerta. Entonces, el niño se levantó corriendo y se arrodilló para buscar algo debajo de su cama. Sacó una carpeta de las Tortugas Ninja y se la entregó a Reid.

—¿Puedes llevártela?—le preguntó con lágrimas en los ojos.

—¿Por qué?—Spencer la abrió y vio dibujos infantiles con una figura femenina que seguramente era su madre, a veces sola, a veces con él, nunca con su padre.

—Son dibujos de mamá, no quiero que papá los tire.

—De acuerdo, cuidaré de ellos, no te preocupes.

Acarició su cabeza y el pequeño regresó a su dibujo. Reid salió del cuarto y fue a encontrarse con Morgan y el padre.

—Estos son dibujos que ha hecho Andy de su madre—le dijo al señor Austin, entregándole la carpeta—. Dentro de unos días vendrá un miembro de mi equipo a comprobar cómo se encuentra Andy. Si el niño no tiene estos dibujos, me aseguraré de que pierda su custodia para siempre. No puede quitarle los recuerdos de su madre, no puede prohibirle que la dibuje. Si considero que es una mala influencia para la salud psicológica de su hijo, me encargaré personalmente de que no vuelva a verlo nunca. ¿Me ha entendido?

El hombre le miró pasmado. Morgan tenía que admitir que el aparentemente inocente doctor Reid daba un poco de miedo en ese momento. Austin asintió con la cabeza, apretando con fuerza en su mano la carpeta, y Morgan y Reid se marcharon.

—¿Y bien? ¿Algo útil?—preguntó el agente mientras se dirigían en coche a casa de otra de las víctimas.

—Puede, pero aún tengo que hablar con el hijo de Rebecca López y con algún familiar muy cercano, preferiblemente una hermana o la madre, o algún amigo muy cercano de la primera víctima.

—Tienes una teoría.

—No puedo confirmar una teoría con solo una muestra.

Pero sus sospechas se confirmaron tras hablar con la mejor amiga de Emily Wilson. Ya era tarde por la noche cuando regresaron a la comisaría, pero todos estaban esperando con ansia sus hallazgos, no tenían nada más por lo que guiarse.

—Buscamos a un sujeto que fue abandonado por su Alma Gemela—comenzó Reid ante la UAC y los policías que habían reunido.

—Eso es lo normal, ¿no? Estos tipos normalmente son así porque sus Almas Gemelas los abandonan—comentó un policía, ganándose una mirada de ira de Hotch.

—Eso es lo que comúnmente se cree, pero lo cierto es que la condición psicológica deficiente de estos sujetos suele ser preexistente al abandono y motivo del mismo. Quiero decir que, por lo general, los asesinos en serie ya eran sociópatas antes siquiera de conocer a sus Almas Gemelas. La única opción de estas es abandonarlos, ser sus cómplices en algunos casos o morir a manos suyas.

Había murmullos, miradas, incluso entre los miembros de la UAC. Lo que estaba diciendo no tenía sentido para muchos de ellos.

—Con una sociopatía preexistente, el abandono de su Alma Gemela pudo haber sido el detonante para que nuestro sujeto comenzara a asesinar y por ello lo está plasmando en sus víctimas. Pero si hubiera permanecido a su lado, su Alma Gemela podría haber sido perfectamente su primera víctima ya que habría surgido un detonante tarde o temprano. Aunque no podemos descartar que, tras el abandono, el Sudes diera con su Alma Gemela y realmente la convirtiera en su primera víctima, aunque no habría desarrollado aún la firma que vemos en estos tres casos.

—¿Por qué escogió a estas mujeres?—preguntó Rossi curioso, aún incapaz de ver el vínculo entre ellas.

—Porque todas ellas eran infelices en sus matrimonios.

El murmullo en la sala fue ensordecedor.

—Menuda tontería, ¿cómo podían ser infelices con sus Almas Gemelas?—no fue solo un policía el que preguntó, la pregunta se repitió una y otra vez.

—¡Silencio!—ordenó el jefe de policía con mal humor—. ¿Por qué cree que esas mujeres eran infelices?—estaba esperando poder rebatirlo como el resto de los policías.

—Sus maridos son unos hombres dominantes y controladores y, con las declaraciones de los niños y lo que he hablado con los propios maridos, he podido saber que todas ellas eran maltratadas al menos psicológicamente y en el caso de Emily Wilson su mejor amiga me contó que también estaba siendo maltratada físicamente y después lo confirmé con su autopsia y su historial médico. Ninguna de ellas denunció a su maltratador porque sabían que la reacción que iban a conseguir era exactamente la que ustedes han tenido ahora. Todas ellas eran víctimas completamente desamparadas—eso no sentó nada bien entre los agentes y Hotch habría preferido que lo omitiera, pero sabía que tenía toda la razón y no les vendría mal sentir algo de culpa—. Emily estaba planeando escapar de su maltratador, había hablado con su amiga de abandonarlo. Cabe la posibilidad de que el Sudes las escuchara hablando cuando se encontraban en alguna cafetería y por eso se convirtiera en su primer objetivo. Por el contrario, es más probable que a las otras dos víctimas las buscara, como ahora mismo estará buscando a su cuarta víctima. Nuestro sujeto está castigando a las mujeres por querer abandonar a sus maridos como le abandonó a él su Alma Gemela o por el simple hecho de no ser felices en sus matrimonios.

El ambiente era incómodo, a los policías no les gustaba lo que estaban oyendo, tampoco sabían cómo reaccionar.

—Hablaremos con todos los amigos y familiares de las víctimas y revisaremos las cámaras de todos los lugares públicos en los que conversaron—intervino Hotch para poner aquello en marcha y romper la tensión—. El Sudes debió saber de su situación de algún modo, es posible que pase largos ratos en cafeterías esperando a oír lo que está buscando, de ahí la irregularidad en los intervalos entre una muerte y otra.

Los policías se pusieron en marcha y la sala se fue vaciando hasta que solo quedaron los miembros de la UAC y Reid.

—Tu teoría es muy... curiosa—comentó Rossi.

—«Curiosa» no es el término que yo utilizaría, pero gracias—respondió, intentando controlar su enfado. Había intentado parecer tranquilo, pero ese caso le tenía realmente cabreado.

—Así que crees que dos Almas Gemelas pueden no ser adecuadas la una para la otra—siguió a pesar de la mirada de advertencia de Hotch.

—El término «Almas Gemelas» es equívoco. Las Almas Gemelas están destinadas a amarse pase lo que pase, pero esto no implica que la relación que haya entre ellas sea saludable para ambas. Esas mujeres podrían haber sufrido toda su vida a manos de sus maridos y habrían seguido amándolos, podrían haberlas matado y habrían seguido amándolos. Por eso requiere mucho valor y mucho respeto por ellas mismas abandonar a sus maridos cuando la relación no es sana. Además de ser víctimas de hombres maltratadores, se convierten también en marginadas sociales porque nadie las ayudará y ni siquiera podrán divorciarse. Esta ley es una bendición para aquellas parejas que son felices juntas; para estas mujeres es una soga al cuello.

—Lo que hizo Aaron no tiene nada que ver con eso—le dijo Rossi mirándole seriamente.

—¡David!—gritó Hotch, y él nunca gritaba, pero no podía creer lo que estaba oyendo.

—Sé que te hizo daño—continuó, ignorando a su jefe—, pero ya has tenido tu pataleta, es hora de que lo superes como un hombre y dejéis de hacer el tonto.

—¡Suficiente!—Hotch se plantó ante él amenazante, más enfadado de lo que lo había estado nunca con él—. No vuelvas a meterte en mi vida privada, Rossi, y mucho menos durante un caso. Lo que pase entre Reid y yo no es asunto tuyo y no voy a tolerar esto, ni como tu jefe ni como tu amigo.

Apenas pudo ver la espalda de Reid por el cristal de la puerta al girarse al oír el portazo. No lo dudó un segundo y salió tras él, dejando a sus atónitos subordinados en la sala. No reconocían al Hotch que acababan de ver, jamás había actuado de ese modo. La gente se alteraba más cuando tenía que ver con su Alma Gemela, pero simplemente no se lo esperaban de Hotch.

Aaron fue tras Spencer, tan solo siguiéndole hasta que salieron de la jefatura. Después lo llamó intentando que se detuviera y cruzaron dos calles hasta que tuvo que agarrarle del brazo para que dejara casi de correr. Spencer estaba llorando, intentaba controlarse, pero no podía y pareció debatirse por un momento en si forcejear para soltarse o abrazarse a él.

—Odio esto, Aaron, por eso no quería que nadie lo supiera. Ahora yo soy el malo de la película por no comportarme como un hombre y olvidarlo todo.

—No, Spencer, ellos no tienen ni idea de lo que has sufrido. No tienen derecho a hablarte así y yo no voy a tolerarlo—le dijo, acariciando sus cabellos, limpiando suavemente las lágrimas de sus mejillas.

—Sé que no eres como esos hombres, no te estoy comparando con ellos.

—No tienes que darme explicaciones, lo entiendo. Ni siquiera aspiro a que seas feliz conmigo, lo único que quiero es estar a tu lado para ayudarte siempre que me necesites y seré feliz si tan solo puedo ser tu amigo. No busco nada más y siento mucho que tus compañeros se hayan hecho una idea equivocada porque no he sido capaz de controlarme—entonces se dio cuenta de que le estaba tocando demasiado. Una mano en su brazo y la otra acariciando su rostro. Realmente no podía controlarse. Le soltó y dio un paso hacia atrás, apretando los puños pegados a su cuerpo.

—Quiero intentarlo. Somos Almas Gemelas y siempre voy a estar enamorado de ti, pero hay demasiados sentimientos contradictorios y aún ni siquiera consigo tener claro si tu presencia es beneficiosa o perjudicial para mí. El hecho de que la gente se haga ideas equivocadas o me esté presionando no ayuda en absoluto.

—Lo sé, lo entiendo—realmente lo entendía. En ese mismo momento estaba oscilando entre la felicidad de oír que le amaba y que quería intentarlo y el dolor que le provocaba pensar que tal vez podía ser perjudicial para él—. Lo están complicando todo aún más. Escucha, ¿por qué no vas a nuestro hotel, te registras allí y cenamos juntos? Así podremos hablar más tranquilamente.

—Tienes un asesino al que capturar.

—Es muy tarde, no conseguiremos nada ahora. Todos están agotados así que voy a mandarles a cenar y descansar al hotel. Mañana comenzaremos con el nuevo perfil.

—No te guíes solo por lo que yo he dicho. Estoy bastante seguro de que estoy en lo cierto, pero no querría que ese sujeto quedara libre por equivocarme—no estaba siendo arrogante, simplemente... bueno, solía tener razón.

—Yo también estoy seguro de que el perfil es correcto. Percibí algo extraño cuando hablé con los maridos, pero...

—No pensaste en eso. Es normal, no es algo que la gente siquiera considere. Por cierto, si vais a hablar con familiares o amigos me gustaría estar presente. Es posible que les dé vergüenza hablar o incluso que lo nieguen por miedo a manchar el nombre de las víctimas.

—De acuerdo, me parece bien. La gente tiende a abrirse más fácilmente contigo—le sonrió y le alegró ver que Spencer al menos lo intentaba también.

—Parezco inofensivo. A excepción de J. J., el resto de tu equipo es muy intimidante.

—Tú también sabes intimidar cuando hace falta.

—He dicho que parezco inofensivo, no que lo sea—ahora sí sonrió y hubo un ligero rubor en sus mejillas.

Se dio la vuelta y se dirigió al hotel en el que se alojaba la Unidad mientras Hotch regresaba a la jefatura. Encontró a sus subordinados en la sala que les habían prestado. Todos parecían decaídos y preocupados, a excepción de Rossi que estaba molesto.

—No me importa vuestra opinión sobre mi vida privada, podéis guardárosla—dijo nada más entrar, con una expresión que no aceptaba réplica—. Si alguno de vosotros vuelve a hablar con Reid sobre mi relación con él o sobre lo que creéis que debería hacer, estará automáticamente fuera de mi equipo, de forma definitiva. Si queréis conservar vuestros trabajos, no quiero volver a oír una mención a mi vida privada en el trabajo; y si queréis conservar nuestra amistad, tampoco fuera de él. Ahora marchaos al hotel, volveremos con el caso y el nuevo perfil por la mañana.

No esperó a obtener ninguna clase de respuesta, cogió su bolsa y salió del edificio, dirigiéndose al hotel. Dejó la bolsa en su habitación y bajó al bar. Spencer no estaba allí y comenzó a preocuparse en ese mismo momento. Se dirigió a recepción justo cuando su equipo llegaba.

—Lo siento, no se ha registrado nadie esta noche—le respondió la recepcionista.

—¿Qué pasa Hotch?—preguntó Morgan.

—No encuentro a Reid—sacó su teléfono y llamó. Daba señal, pero no hubo respuesta. Marcó de nuevo.

—Quizás se haya ido—comentó Rossi, ganándose una mirada de odio.

—No lo creo, tiene su bolsa en mi coche—respondió Morgan.

—Además quería estar presente cuando habláramos con los familiares. No abandonaría un caso así—el siguiente número que marcó no fue el de Spencer.

«Aquí la reina-».

—García—la interrumpió—, necesito que localices el teléfono de Reid.

«Ah, claro. ¿Se encuentra bien?».

—Date prisa.

«S-sí, por supuesto», tecleó a toda velocidad, algo asustada por la agresiva voz de su jefe. «El teléfono se encuentra en una calle a ciento diez metros del hotel en dirección a la comisaría».

Hotch ya estaba saliendo por la puerta del hotel antes de que terminara de hablar. Prácticamente corriendo, esquivó al resto de peatones y llegó a la estrecha calle que les había indicado la analista, seguido por sus compañeros. Completamente oscura, con las luces de la calle principal como única iluminación, no había nadie allí. Su corazón estaba latiendo tan fuerte que retumbaba en sus oídos. Marcó de nuevo el teléfono de Spencer, deseando con todas sus fuerzas no escucharlo. El simple tono de móvil resonó en la silenciosa callejuela.

3 comentarios:

  1. Estoy en shock
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    Mi Spencer! Lo ha capturado el Sudes!!!! Maldito, de seguro es alguien de la policía y se entero de lo que pasaba entre ellos porque los estaba siguiendo!
    Maldición, Rossi! Porque decir todo eso! Odio esto! Dios Spencer, se como te dientes, odio esa estúpida ley!
    Dios! No creo que puedo esperar una semana, mas de una semana por el capitulo, solo espero que ese maldito no le haga nada a mi bebé
    Dios, me dolió tanto ver ye lloro
    En fin, gracias por el capitulo
    Nos leeemos pronto
    Bye bye

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  2. Ohhhhhhh😣 que suspenso, no podré esperar hasta el próximo capítulo, por fa adelantalo. Bueno gracias por tu trabajo me encanta el curso de tu historia, tienes talento. Saludos yvbuenos deseos.

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