Título: El zorro ladrón
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 1
Resumen: La primera vez pudo haber sido un descuido, la segunda un error, la tercera una confusión, la cuarta ya era demasiado evidente como para no haber sido a propósito. Cosas de Peter comienzan a acumularse en la habitación de Stiles y este no sabe por qué lo hace, simplemente huelen a suyas.
Steter Week día 6: parejas (mates).
* * * * *
Era
luna llena y la manada al completo se había reunido en la nueva casa
Hale. No estaba en el mismo lugar que la anterior, nadie quería esos
recuerdos a diario, pero también estaba oculta en la reserva no muy
lejos, en territorio Hale. Era la primera luna llena de Stiles como
no humano. No era un hombre lobo así que no le afectaba tanto como a
sus compañeros, pero era un pequeño zorro hiperactivo así que
estaba deseando correr con ellos. Nadie se había sorprendido
demasiado cuando Stiles se había transformado en zorro en lugar de
en hombre lobo cuando el alfa rabioso lo había mordido, incluso
Peter creía que era apropiado para él a pesar de haberle dicho más
de una vez que sería un magnífico lobo. A Stiles le gustaba, se
sentía natural.
Se
reunieron en el porche de la casa, los cachorros, como Stiles pensaba
en ellos, saltando y rebosando energía en el jardín, provocándose
ya unos a otros. Los tres que podían transformarse por completo,
Peter, Derek y Stiles, se quitaron la ropa, dejándola doblada sobre
una mesa, y adquirieron sus respectivas formas animales. Derek era el
más grande de todos como alfa que era, su pelaje negro como la
noche, un animal majestuoso. Peter no tenía nada que envidiarle, era
casi igual de grande y con el pelaje tricolor, partes marrón oscuro
mezcladas con marrón claro anaranjado y el vientre y la mandíbula
inferior blanca; su pelaje era más abundante y brillante que el de
Derek, tal vez porque se aseguraba de acicalarse bien cada vez que se
transformaba (presumido). Stiles era un zorro rojo y la primera vez
que se había transformado todos se habían quedado mirándolo con la
boca abierta. Su brillante pelaje era naranja rojizo, con la base del
morro y el vientre blancos; sus patas eran negras y su esponjosa cola
tenía la punta blanca; y su forma era elegante con su afilado hocico
y orejas. Bien podría aparecer en una portada de National
Geographic.
Derek
aulló, señalando el inicio de la noche, y Stiles saltó del porche
y echó a correr entre los árboles, seguido de inmediato por los
lobos, dejando atrás a las dos humanas de la manada (o, bueno,
banshee en el caso de Lydia).
Horas
después, el pequeño zorro salió de entre los árboles, su paso
cansado tras haber hecho de presa para los lobos. Era más rápido y
ágil que ellos y no le habían dado descanso, pero ellos aún tenían
energía así que seguían corriendo por el bosque. Se transformó en
humano cuando llegó al porche, sus pies casi arrastrándose y sus
ojos a punto de cerrarse, y se puso la ropa que olía a suya antes de
entrar en la casa. Escuchó los latidos de Lydia y Allison dormidas
en sus habitaciones así que se fue a la suya y se echó sobre la
cama. Se quedó dormido casi al instante.
Los
lobos regresaron un par de horas más tarde, habiendo agotado toda su
energía.
—¿Dónde
está mi ropa?—preguntó Peter con la camiseta de Stiles en su
mano.
—¿Se
la habrá puesto Stiles por error?—sugirió Erica.
—¿Por
error?—Peter arqueó una ceja.
Cogió
la ropa de Stiles y entró en la casa sin molestarle ir desnudo.
Subió al primer piso seguido por los demás y abrió sin llamar la
puerta del zorro. Todos se asomaron amontonándose en la puerta y
vieron al chico tumbado sobre la cama vestido con la ropa de Peter,
que era demasiado grande para él, con el rostro medio oculto en el
cuello en uve de la camiseta.
—¡Stiles!—gritó
Scott y el chico abrió los ojos sobresaltado, girando la cabeza a un
lado y a otro en un gesto propio de su forma animal.
—¿Scotty?
¿Qué pasa?—preguntó, relajándose al no ver ninguna amenaza.
—¿Por
qué tienes la ropa de Peter?
—¿Qué
dices?—bajó la mirada y se percató de que sí, estaba vestido con
la ropa de Peter—. Uh... ¿No lo sé? Estaba ya medio dormido
cuando llegué.
Hubo
alguna risa y algún suspiro exasperado.
—Vamos,
todos a dormir, vosotros también estáis cansados—les dijo Derek
apartando a los cachorros de la puerta.
—Tu
ropa—dijo Peter dejándola sobre una silla junto a la puerta.
—Lo
siento—respondió Stiles algo avergonzado, sus mejillas
ruborizadas—. Te devuelvo la tuya.
—Quédatela—le
dijo Peter cuando fue a quitarse la camiseta, una sonrisa pícara en
su rostro.
Stiles
se quedó confuso, mirando hacia el umbral de la puerta ahora vacío.
No se había fijado en la ropa, tan solo había cogido la que olía a
suya. Ahora que estaba más despierto se daba cuenta de que la ropa
olía a Peter, pero seguía oliendo a suya. No a que él la hubiera
llevado puesta, no a su olor, sino a suya.
Era confuso y aún estaba demasiado cansado para darle más vueltas
así que se echó a dormir, pensando que sería la última vez que
algo así sucedía.
No lo fue.
Poco a poco comenzaron a aparecer cosas de Peter en su habitación o
entre sus cosas. Al principio eran cosas pequeñas que podría haber
cogido en un despiste como un bolígrafo o un libro. Después cosas
que podría haber confundido por suyas (de no ser porque podía oler
que no eran suyas –pero lo eran–) como la funda de la almohada,
unos calcetines y una manta después de ser su turno de hacer la
colada. Al final fueron cosas que evidentemente había robado, unas
zapatillas de estar por casa, un reloj y una bufanda (era tan suave y
cálida y olía tan bien que no quería soltarla).
No
lo pensó demasiado porque eran suyas.
—Eso
es mío—le dijo Peter cuando llegó a la noche de cine.
El
resto de la manada ya estaba reunida frente al televisor y Stiles
estaba sentado en el sillón envuelto en su manta (no suya, pero
suya) y en la
maravillosa bufanda porque se estaba acercando el invierno y él no
tenía el mismo calor corporal que los hombres lobo.
—¿Huh?—miró
a Peter y parpadeó, sin entender por un momento qué le decía.
—El
sillón y la manta, ¿y esa bufanda? Son míos.
—Ah.
Uh...
—¿Stiles?—le
llamó Scott mirándole con sospecha.
—No
sabrás por casualidad dónde están mis zapatillas, mi almohada y mi
reloj, ¿verdad?—preguntó Peter, una sonrisa perversa en sus
labios.
—Ah...
¡Lo siento! No sé- No sé por qué hago esto, juro que no soy
cleptómano, solo me pasa con tus cosas—se disculpó, su rostro
rojo como un tomate, intentando escapar del burrito que había hecho
con la manta, sus extremidades sacudiéndose sin control por los
nervios.
—Cálmate—Peter
colocó una mano en su nuca, apretando ligeramente su cuello, y
Stiles se relajó de inmediato, emitiendo un agudo gemido de
animalillo—. Debí suponer que esto pasaría.
—¿A
qué te refieres?—preguntó Erica, mirando fascinada la situación.
—Bueno,
Stiles es mi pareja. Debí imaginar que ahora que es una criatura iba
a sentirlo él también.
Hubo
un «¿Qué?»
colectivo y varias preguntas más por parte de todos en una cacofonía
ininteligible. El único que no dijo nada fue Stiles, que le miraba
con sus ojos brillando ámbar sobrenatural y la boca abierta.
—¿Por
qué no me lo dijiste?—preguntó en voz baja que un humano no
habría podido oír con el resto de personas prácticamente gritando.
Peter se encogió de hombros y le miró con una sonrisa más sincera
de lo que había visto nunca, una expresión casi vulnerable en su
rostro. Stiles se levantó del sillón, tomó a Peter de la mano y
salió con él de la casa, ignorando las llamadas de los demás.
Sabía que Peter no querría abrirse delante del resto, era demasiado
orgulloso, necesitaba mantener su fachada indiferente. No se detuvo
hasta que llegaron a los árboles al final del jardín trasero.
Incluso entonces no soltó su mano.
—¿Por
qué no me lo dijiste?—preguntó de nuevo.
Peter le observó, su expresión cuidadosamente neutra. No hizo
intento de soltar su mano.
—Soy
el lobo siniestro, el lobo zombi. No quería que sintieras ninguna
obligación hacia mí—respondió con tono ligero como si no fuera
nada, como si no estuviera hablando de la única persona que su lobo
aceptaría como pareja.
—La
pareja para los hombres lobo es algo así como el alma gemela, la
única posible, ¿verdad?—había investigado todo sobre los hombres
lobo y no había podido evitar ahondar en este tema.
—Así
es, pero no afecta a la pareja si esta es humana. Me temo que no sé
cómo funciona con los hombres zorro.
—Dado
que me he convertido en un ladrón y mi habitación se está llenando
con tus cosas, creo que está bastante claro.
—Stiles,
no tienes que-
Stiles lo silenció con un beso. Fue breve y casto, y cuando se
apartó rio ante la expresión de estupor del lobo. Se sobresaltó
cuando escuchó un gruñido y en un instante se vio acorralado contra
un árbol. Los ojos de Peter lo miraban brillando intensos. Su olor
estaba tan cerca, rodeándolo, que el zorro comenzó a ronronear sin
pensarlo.
—¿Estás
seguro de esto?—le preguntó Peter, su voz algo más grave de lo
habitual.
En lugar de responder, Stiles acarició su mejilla y su mandíbula
con la punta de la nariz, bajando hacia su cuello y restregando sus
mejillas contra él. Quería marcarlo con su olor y también quería
ese delicioso olor sobre él. Un gruñido vibró en el pecho de
Peter, casi imitando el ronroneo del zorro. Lo abrazó, sus manos
deslizándose bajo su camiseta y marcándolo del mismo modo que lo
estaba haciendo Stiles.
—¿Puedo
mudarme a tu habitación?—preguntó Stiles sin desenterrar el
rostro del cuello de Peter.
—¿No
es un poco pronto para eso?
—No,
tu almohada ya está perdiendo el olor y lo demás también. Necesito
más o seguiré robándote cosas.
Peter rio, una risa de verdad que le hacía sonar tan despreocupado.
—De
acuerdo, puedes mudarte a mi habitación.
—Scott
se va a enfadar con esto y, ¡oh, dios mío, mi padre me va a matar!
¡Y a ti primero!—gritó, pensando por primera vez en ello. Cuando
Peter se fue a apartar, Stiles se abrazó a él casi como un koala
impidiéndoselo.
—¿Estás
seguro de que quieres seguir con esto? Mientras no hayamos sellado la
unión separarnos no nos afectará a ninguno de los dos.
—Eso
quieres creer tú, pero ambos sabemos que no es cierto—se apartó
solo lo suficiente para poder mirarle a la cara con una sonrisa—.
Han pasado años ya desde que fuiste un alfa psicópata y puede que
Scott aún te guarde algo de rencor por haberle mordido y que a mi
padre no le guste que me saques casi veinte años, pero mírame. ¿No
ves la facilidad con la que estoy aceptando esto? Después de estos
años que hemos pasado investigando y luchando juntos no me resulta
difícil ver por qué eres mi pareja. Y me alegro de ser
correspondido.
Peter ya no pudo resistirse más, quería tomar lo que era suyo y no
iba a negárselo más. Abrazó con fuerza al zorro, sus labios
acariciando su cuello, rozándolo levemente con sus dientes. La risa
del chico era melodía para sus oídos.
—Vamos,
llévame a tu guarida, mi lobo. No quiero congelarme el trasero aquí.
Peter obedeció a su zorro y no dejaron la habitación hasta tarde el
día siguiente.
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