Título: Un Halloween de cuento
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: yaoi, slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, bestiality
Capítulos: 1
Resumen: ¡Es Halloween! Y Stiles se ha disfrazado para arrasar, al menos con cierto lobito que babea por él. Pero primero hay que acabar con la criatura de la semana.
* * * * *
—¡¡Es
Halloween!!—gritó Stiles, abriendo la puerta del loft de golpe—.
¿Dónde están vuestros disfraces, perdedores?
—En
primer lugar, no necesitamos disfraces, somos hombres lobo de
verdad—le dijo Derek saliendo de la cocina—. Y, en segundo lugar,
no vamos a ir a la- ¡¿Pero qué demonios?! ¿En serio, Stiles? ¿No
tienes suficiente con que te persigan criaturas a diario? ¿Y por qué
llevas falda?
Derek
miraba horrorizado el disfraz de Stiles, un traje de Caperucita Roja,
con su correspondiente capucha roja con dos orejas negras que
parecían de lobo, un corsé negro que se ajustaba a su delgado
torso, un top blanco fruncido sin relleno que mostraba una gran
cantidad de escote, una falda roja con vuelo que apenas llegaba por
la mitad de sus muslos, unas medias blancas con un lazo rojo justo
por encima de las rodillas y unos zapatos negros sin tacón (porque,
seamos sinceros, no habría durado ni dos minutos sobre ellos).
También llevaba una pequeña cesta de mimbre en una mano, con una
buena cantidad de caramelos dentro ya, y su bate de aluminio en la
otra mano.
—Soy
un humano en una manada de hombres lobo, pensé que era apropiado. Y
la falda... bueno, es Halloween, puedo llevar falda si me da la
gana—replicó encogiéndose de hombros.
—¿Y
el bate de béisbol?
—Es
Halloween, Derek—le
miró como si estuviera molesto por tener que repetir una obviedad—.
A saber qué clase de criaturas salen por ahí aprovechando que
pueden mostrar su verdadero rostro. Necesito algo para protegerme, no
voy a esperar a que me salve un leñador. ¿Qué es eso?—preguntó
frunciendo el ceño. Podía escuchar un gruñido que iba aumentando
de volumen y no provenía de Derek.
El alfa se percató también del ruido y miró a su alrededor. El
sonido venía de la escalera del fondo, de Peter más concretamente,
sentado allí con sus ojos brillando azules y mirando a Stiles como
si fuera un pedazo de carne.
—Oh,
parece que a cierto lobo sí que le gusta mi disfraz—comentó
Stiles con una sonrisa traviesa.
—¡Peter!—le
llamó su alfa con un tono de advertencia.
Peter le miró y parpadeó, sus ojos humanos de nuevo, como si no
fuera consciente de lo que pasaba. El gruñido cesó, pero cuando
volvió a mirar a Stiles sus ojos brillaron de nuevo. Bajó los
últimos peldaños de la escalera y se acercó a él como un
depredador acercándose a su presa (y quizás eso no estaba muy lejos
de la verdad).
—Bueno,
bueno, Stiles. Ahora entiendo por qué el lobo iba detrás de
Caperucita—le dijo con tono sugerente, devorándolo con la mirada
sin cortarse ni un pelo.
—No
podrías sonar más siniestro incluso si lo intentaras—respondió,
sin poder contener del todo una sonrisa.
—Estoy
seguro de que sí y también estoy seguro de que lo disfrutas.
El lobo olfateó el aire visiblemente y Stiles estaba seguro por su
sonrisa de que podía oler su excitación, pero no le importaba, era
Halloween y se sentía con ganas de hacer travesuras.
Sin embargo, no tuvo tiempo. Le llegó un mensaje de Scott y gruñó
frustrado.
—¿Veis?
Lo sabía, sabía que alguna criatura iba a hacer de las suyas. Scott
está en mi jeep con la radio de la policía, dice que han encontrado
el cuerpo de una chica en el bosque junto a la carretera.
—¿Y
por qué crees que tiene que haberlo hecho una criatura? Podría ser
cosa de un humano, no siempre tiene que ser algo sobrenatural—replicó
Derek.
—Porque
se han comido su hígado—respondió, sacudiendo el móvil como si
pudiera ver el mensaje desde esa distancia (y probablemente podía)—.
A menos que tengamos un Hannibal Lecter en la ciudad, creo que es
cosa de alguna criatura. ¿Quién come hígado de todos modos? El
corazón lo entendería, ¿pero hígado?
—Venden
hígado de animal en la carnicería.
—Igualmente,
ew—torció el gesto con expresión de asco—. Vamos, a ver si
podemos solucionar esto a tiempo de ir a la fiesta de Lydia.
—No
vamos a ir a ninguna fiesta—respondió Derek, saliendo por la
puerta.
—Habla
por ti, sobrino—Peter seguía a Stiles a unos pasos de distancia
para tener una buena vista.
Derek le mostró sus ojos rojos en advertencia, pero Peter lo ignoró
completamente.
—¿Seguro
de que solo se ha llevado el hígado? Porque está
destrozada—preguntó Stiles observando en el móvil las fotos que
Parrish le mostraba del cuerpo. Estaban a unos metros de la escena
del crimen, pero la policía aún seguía allí y no podían
acercarse más.
—Sí,
es lo único. Aunque no se lo llevaron exactamente, había algunos
trozos por el suelo, lo que hace pensar que alguna... bestia
se lo comió—aclaró, sacando una foto del hígado en cuestión, o
lo que quedaba de él—. Stiles, ¿tu padre te ha visto ya vestido
así?
—No,
y para su corazón será mejor que no me vea. Vale. ¿Alguna
idea?—preguntó mirando directamente a Peter.
—Te
sorprendería la cantidad de criaturas que comen hígado, entre ellas
las arpías, los kappa-
—Al
grano—le apremió Derek.
—Pero
por el olor a alcantarilla que envuelve todo el lugar, yo apostaría
por un trol.
—Genial,
¿vamos a buscarlo debajo de un puente? ¿Cómo lo matamos?—Stiles
no podía mantenerse quieto, movía el bate peligrosamente en sus
manos y saltaba sobre la puntera de los zapatos.
—Stiles,
estás demasiado entusiasmado para estar en la escena de un crimen,
vas a llamar la atención—le advirtió Parrish.
—Tenemos
que terminar esto cuanto antes para ir a la fiesta de Lydia. Estás
invitado, por cierto. Seguro que le encantará verte por allí—le
dijo con un guiño—. No lleves el uniforme de policía o asustarás
a las docenas de menores que estarán bebiendo. Venga, ¿a qué
esperamos?
—Scott,
ve con Derek a la clínica veterinaria y pídele a Deaton veneno para
trol—le dijo Peter, intentando que no sonara como una orden y
fallando estrepitosamente—. Stiles y yo lo rastrearemos. Enviadnos
un mensaje cuando volváis.
—Espera—intervino
Scott, quien iba disfrazado de víctima de hombre lobo (y se metían
con el disfraz de Stiles), cuando ya se estaba dando la vuelta para
adentrarse en el bosque—, ¿por qué-
—Porque
yo soy el mejor rastreador, porque cuanta más gente haya en la
reserva más fácil será espantarlo y que se nos escape, y porque tú
eres el único que aguanta a Deaton y al que le dará el veneno sin
ponerse enigmático. ¿Alguna otra duda?
Scott
agachó la cabeza, pero miró preocupado a su amigo.
—No
te preocupes Scotty, tiene en su mejor interés mantenerme con
vida—le dijo Stiles con una sonrisa. Por algún motivo aquello no
le hizo sentir nada mejor.
Stiles
echó a caminar por el bosque con Peter a un par de pasos tras él.
Iluminaba el camino con una linterna que había sacado de su cesta
(porque no era solo para los dulces) y sabía perfectamente dónde
estaban fijos los ojos del lobo.
—¿Cómo
lo encontramos? ¿Rastrearás ese olor a alcantarilla?—preguntó
despreocupado. Adentrarse en el bosque de noche en busca de alguna
criatura ya era parte del día a día.
—El
olor se queda impregnado por donde pasa así que casi todo apesta a
ello—tardó unos segundos de más en responder, estaba distraído—,
pero bastará con encontrar la niebla.
—¿La
niebla? Oh, por dios, dime que no van a salir tentáculos de ella.
—Deja
de leer a Stephen King y no, nada de tentáculos, por bien que te
verías envuelto en unos—murmuró para sí, aunque por su risa
Stiles lo había oído. El chico saltó sobre un tronco caído y la
falda se levantó un poco más, aún sin mostrar nada de tela debajo
de ella, y Peter estuvo a punto de tropezar con ese mismo tronco—.
Dime, Stiles, ¿qué estás llevando
debajo de esa falda?
—Hm...
¿Quieres saberlo? ¿Por qué no lo compruebas tú mismo?—sugirió
sin detenerse, sin tan siquiera mirarle.
Los ojos de Peter brillaron y no vaciló ni un segundo. Se acercó
los pasos que los separaban hasta llegar a su lado. Acarició
suavemente la piel de su muslo desnudo por encima de la media y subió
lentamente, su mano deslizándose bajo la falda, sus dedos subiendo
por el interior de su muslo hasta que tocaron la tela. Recorrió el
borde de lo que sin duda eran bragas, sintiendo el cuerpo del chico
estremecerse pegado al suyo.
—Oh.
¿Y con encaje? Dime que son negras, por favor. Se verían tan bien
en contraste con tu pálido cuerpo, a juego con tus lunares—acarició
su perineo y su agujero por encima de la tela, presionando sobre este
último y sintiendo las nalgas contraerse alrededor de su dedo.
—Tendrás
que descubrirlo tú mismo, pero para eso tendrás que ser un buen
chico—respondió, un poco sin aliento, con su rostro ruborizado
hasta las orejas. Se apartó del lobo, moviendo las caderas inquieto,
y rio a carcajadas cuando escuchó el gruñido de Peter tras él.
Encontraron la niebla, que se arremolinaba a sus pies y poco a poco
crecía según se adentraban en ella, el olor a alcantarilla
impidiendo que el lobo pudiera olfatear nada más.
—Hora
de llamar al bueno de Scott—le dijo al chico, agarrándolo por la
cintura antes de perderlo de vista.
Stiles contuvo un grito de sorpresa cuando Peter lo atrajo hacia sí
y lo juntó a su cuerpo, reclinándose contra un árbol. Podía
sentir el duro y amplio torso del lobo pegado a su espalda, su
aliento cosquilleando en los pelos de su nuca. No forcejeó para
apartarse, incluso si la mano que rodeaba su vientre lo hubiera
permitido. Al contrario, se apoyó contra él, ganándose un gruñido
de aprobación. Recibió un mensaje de Scott diciéndole que ya
estaba de camino así que tan solo tenían que esperar cerca de la
niebla, pero no muy adentro.
No era fácil esperar, se estaba poniendo nervioso. Aunque quizás
esa no era la palabra más adecuada para su estado. La mano de Peter
no permanecía quieta en su vientre, sus dedos recorrían la cuerda
del corsé de arriba abajo, a veces más abajo de donde llegaba. Con
la barbilla apoyada en su hombro, sabía que podía ver sus pezones
erectos entre el hueco que dejaba la tela del top y Peter no estaba
intentando disimular precisamente. Sus labios rozaban su piel de vez
en cuando, su aliento era un calor constante en su cuello.
Stiles quería saber si estaba duro, si realmente le afectaba o si
estaba actuando para ver cómo reaccionaba, pero el mullido de la
falda le impedía sentir nada contra su trasero. Respiró hondo y
mandó a la mierda la vergüenza (la poca que le quedaba). Se apartó
lo justo para levantar la falda y volvió a apoyarse contra el lobo.
Ahora sí, ahí estaba el bulto duro de su miembro presionando contra
su trasero. Peter gruñó en su oído y le rodeó con fuerza con un
brazo mientras su otra mano iba a su cadera por debajo de la falda,
uno de sus dedos deslizándose sugerente por el borde de sus bragas.
—Caperucita,
no tienes el más mínimo instinto de supervivencia provocando así
al lobo—le dijo, su voz no tan humana.
—Pero
el lobo también tiene que comer, ¿no crees?—replicó jadeante,
restregándose sin disimulo y sin apenas percatarse de ello; su
cuerpo se movía por instinto.
—¿Te
estás ofreciendo para que te coma?—cerró los ojos e inhaló casi
como si una droga fuera el olor a excitación que emitía el chico.
Stiles
resopló de una manera muy poco sexy.
—Creía
que la tonta era Caperucita, pero parece que es el lobo el que no se
entera. ¿Tengo que ponerme a cuatro patas y levantar el trasero para
que lo entiendas? Porque, bueno, estoy dispuesto a hacer el
sacrificio.
Peter
soltó un gruñido que vibró por todo su cuerpo y Stiles rio.
—Maldito
mocoso. Voy a enseñarte lo que consigues provo-
—¡Stiles!—Scott
le llamó entre la niebla.
Ambos
maldijeron para sus adentros y se separaron. Stiles se apresuró en
arreglarse el disfraz, bajándose la falda hasta que cubría (no tan)
decentemente sus piernas. La niebla comenzó a alejarse y pronto
pudieron ver de nuevo lo que tenían en frente. Scott llegó seguido
de Derek con un frasco de cristal con un líquido verde en la mano.
—Lo
habéis espantado—comentó Stiles, viendo la niebla retirarse cada
vez más.
—Creo
que vuestros ruidos de apareamiento han tenido más que ver que
nosotros—replicó Derek con el ceño imposiblemente fruncido
mientras Scott le miraba con preocupación.
—¿Eso
es el veneno?—preguntó Stiles cambiando sabiamente de tema.
—Sí,
no es venenoso para humanos ni para hombres lobo, pero será efectivo
con el trol—explicó Scott.
—Vale
y cómo...—gesticuló hacia el tarro y hacia la niebla, que casi se
perdía de vista.
Peter
sacó sus garras y las extendió delante de él.
—¿Me
harías el favor de untarlas con eso?—le pidió a Stiles, ignorando
las expresiones de disgusto de los otros dos.
Stiles
metió la mano en el tarro sin dudarlo y comenzó a extender el
veneno con una densidad similar a la de una crema sobre los dedos del
lobo, cubriendo con mucho cuidado las afiladas garras. Estaba
concentrado, sintiendo la penetrante mirada de Peter, pero sin
apartar la vista de su tarea, que se sentía extrañamente erótica
(no podía esperar a sentir esas garras sobre su cuerpo, algo tan
salvaje y peligroso siendo capaz de controlarse para no dañarle,
para darle solo placer –aunque no estaba en contra de algunas
marcas a lo largo de su piel–. El fuerte cuerpo de Peter sobre él,
una firme restricción que le impediría escapar. Sus ojos azules
brillando cuando perdiera el control por el placer, las facciones de
su rostro cambiando a algo más animal, los colmillos dejando salir
tan solo gruñidos y rugidos, quizás un aullido cuando se corriera
dentro de él).
Sintió
más que oyó la vibración casi como un ronroneo en el pecho del
lobo. Cuando levantó la mirada se encontró con unos brillantes ojos
azules. Peter estaba olfateando el aire descaradamente y Stiles sabía
perfectamente lo que estaba oliendo incluso por encima del olor del
trol (era más que evidente por la forma en que los otros no eran
capaces ni de mirarle).
—Bueno,
esto ya está—dijo dando un paso atrás, sus mejillas sintiéndose
calientes—. Hora de la acción, lobito.
Peter
sonrió con demasiados colmillos y en un segundo desapareció en la
niebla. Tras unos momentos escucharon un rugido, el de Peter, seguido
de otro que no reconocían ni era de un hombre lobo. No hubo más
ruidos y poco a poco la niebla se fue desvaneciendo hasta que
pudieron ver a Peter entre los árboles, limpiándose tranquilamente
las manos con un pañuelo de tela frente a algo...
—¿Rosa?
¿Es rosa? ¿Los troles son rosas?—preguntó Stiles, mirando el
cuerpo rosáceo boquiabierto.
La
criatura, con la garganta completamente abierta por unas garras,
tenía una forma bastante humana, mediría metro y medio de altura y
la anchura de su torso y sus hombros era casi el doble que la de un
humano medio, pero podía pasar por un humano extremadamente
musculado. Tenía nariz de cerdo, colmillos similares a los de ese
animal asomando por su boca, además de unos ojos muy pequeños
incluso si estaban totalmente abiertos en una expresión de puro
terror. Y su pelo era rosa, casi fucsia y puntiagudo.
—No
me lo puedo creer. Quien diseñara esas muñecas trol conocía a un
trol de verdad. Aunque son mucho más monas que esto—comentó
riendo. Estaba seguro de que aún tenía una de esas muñecas en su
habitación.
Se
agachó junto a la criatura, apoyándose en su bate para mantener el
equilibrio. La falda se recogía incómoda en su regazo; las prefería
sin todo el tul que esta llevaba para darle volumen, pero era parte
del disfraz.
—Vamos
a buscar las palas para enterrarlo—le dijo Scott, alejándose con
la mano cubriéndose la nariz por el cuerpo que aún olía a
alcantarilla.
Vio
de reojo a Derek marcharse con él, pero seguía observando a la
criatura, demasiado fascinado como para prestarles atención. Era
como una mezcla de hombre y cerdo, aunque no tenía la barriga que se
esperaría ni iba vestido con chaqueta y pajarita (sí que llevaba
una especie de pantalones, por destrozados que estuvieran, gracias a
dios).
Se
puso tenso cuando escuchó un gruñido detrás de él. Por un momento
pensó que podía ser otro trol, pero al mirar de reojo vio a Peter
observando fijamente su trasero, que probablemente asomaba por debajo
de la falda.
—¿Ves
algo que te guste, lobito?—preguntó, inclinándose ligeramente
hacia delante.
Sus
ojos brillaron y el gruñido se hizo más intenso, una vibración
constante que llegaba hasta su entrepierna. No podía creer que
estuviera haciendo esto, pero, bueno, era Halloween.
—Deberías
echar a correr, Caperucita—su voz sonó tan grave y profunda que
apenas era reconocible.
—¿Vas
a comerme, lobo feroz?—se levantó lentamente, dejando olvidado el
bate junto al cuerpo del trol.
—Entre
otras cosas—su rostro se transformó, sus cejas desapareciendo y
sus patillas extendiéndose. Los colmillos llenaban su boca y sus
garras se contraían a ambos lados. Sus ojos brillaron intensos.
Stiles
emitió un gemido involuntario, sus piernas temblando y no de miedo.
Llevó una mano al frente de su falda, presionando contra la erección
que estiraba sus bragas. Retrocedió un paso y otro, se dio la vuelta
y echó a correr. La luna casi llena iluminaba su camino entre los
árboles. Ya no tenía su linterna consigo ni su cesta, aunque no
estaba seguro de cuándo las había dejado. No le importaba realmente
en ese momento. No podía oír pasos detrás de él, pero estaba
seguro de que Peter no andaba lejos.
De
repente, cayó al suelo. O más bien algo lo tiró. Apenas sintió el
golpe porque unos brazos a su alrededor lo protegían. Levantó la
mirada y vio el Nemeton frente a él. No estaba seguro de cómo había
llegado hasta allí, pero tenía la sensación de que el árbol lo
había atraído. Se preguntó si le gustaría «mirar», si aquello
podría considerarse un sacrificio, y dejó de preguntárselo cuando
sintió una boca caliente en la parte posterior de su cuello.
—Nnh...—gimió
cuando los dientes rozaron aquella zona tan sensible.
—Te
tengo, Stiles, ahora eres mío—le dijo el licántropo con voz grave
y casi siseante; su nombre nunca sonaba tan sucio como en esos
labios.
Debería
sentir miedo ante esas palabras, sobre todo viniendo de quien venían,
pero en lugar de eso se estremeció y su miembro palpitó. Una mano
se metió bajo su falda, acariciando su cadera, deslizando los dedos
bajo la goma de las bragas sobre la sensible piel, provocadores sin
llegar a tocar donde realmente los quería. La otra mano bajó por el
amplio escote de su top, los dedos ligeros, apenas rozando su piel.
Alcanzó uno de sus pezones, ya duro, y lo pellizcó entre índice y
pulgar. Una descarga de dolor y placer recorrió el cuerpo de Stiles
y emitió un dulce sonido que bien podría pertenecer a un felino. La
respuesta que consiguió fue un gruñido y las caderas de Peter
embistiendo contra él.
—Dios,
Peter, eres como una bestia—murmuró, intentando no pensar por qué
aquello le ponía tanto, en qué momento aquellos gruñidos animales
habían comenzado a excitarle.
—Apuesto
a que te gusta—respondió con voz ronroneante.
—N-no...—no
se necesitaba oír su corazón para saber que estaba mintiendo.
—Stiles...—Peter
giró su rostro para poder mirarle a los ojos y le observó
reflexivo, el rostro de Stiles ruborizándose por la atención—.
Stiles, ¿quieres que te folle el hombre o la bestia?
Los
latidos de Stiles se dispararon y sus pupilas se dilataron. Por la
sonrisa en el rostro de Peter era evidente que ya sabía la
respuesta, a pesar de que era incapaz de decirlo en voz alta.
Las
manos de Peter lo soltaron y Stiles emitió un quejido ante la
pérdida. Peter respondió con una risa profunda. Tras unos segundos
en los que la ropa acabó por los suelos, el lobo colocó las manos
sobre el suelo a ambos lados de la cabeza de Stiles. Fue lento y
Stiles pudo oír más que ver. Músculos tensándose, chasquidos de
huesos (y eso tenía que ser doloroso) y los gruñidos animalísticos
de Peter. A su lado, las manos se transformaban en garras y crecían
hasta el doble de su tamaño, la piel cubriéndose de denso pelo
negro y las afiladas uñas hundiéndose en la tierra. Sabía que, si
quería, Peter podía matarle en cualquier momento aun en su forma
humana, pero había algo en la idea de que le sería tan fácil
hacerlo con esas garras y aun así no lo hacía que le hacía
sentirse en cierto modo apreciado; como si fuera más fácil matarlo
que dejarlo vivir y Peter se estuviera conteniendo por él.
Sintió
el aliento caliente en su nuca antes de sentir los colmillos
acariciar la piel de su cuello. En lugar de apartarse como le gritaba
su sentido común, agachó la cabeza y expuso su cuello. Por el
gruñido de Peter –de la bestia–, el gesto no había pasado
desapercibido. Las puntas de los colmillos rodearon su cuello, una
suave presión dominante que no llegó a rasgar la piel, pero que fue
suficiente para que las piernas de Stiles temblaran y ya estaba
goteando en sus bragas. Todo su cuerpo estaba vibrando con la
anticipación, como si una corriente eléctrica se extendiera por
debajo de su piel. Escuchó un gemido suplicante como el de un
cachorro y tardó un momento en darse cuenta de que era él quien
emitía ese sonido.
Escuchó
algo rasgándose y ahí iban sus bragas de encaje rojas que tan
cuidadosamente había escogido porque el rojo era su color, de eso no
había duda. Las enormes zarpas de la criatura agarraron sus nalgas y
apenas tuvo tiempo de preguntarse cómo iba a prepararlo (no habría
sido un problema si lo hubieran hecho en su forma humana porque
Stiles ya había salido de casa contando con que iba a tener suerte
esa noche y se había preparado a conciencia en la ducha, pero este
Peter era más grande en... uh... todos los sentidos) con esas
afiladas garras cuando sintió la húmeda lengua recorrer su trasero
desde sus bolas hasta el final de su raja.
—¡¡Hnn...!!
¡Peter!—y a eso se redujo su vocabulario mientras Peter lamía su
trasero, humedeciéndolo, deslizando la lengua dentro, tan gruesa y
fuerte y larga, una retahíla de gemidos, «Peter»,
«sí»,
«dios»,
«más»
y palabras simplemente ininteligibles, demasiado complicadas para su
cerebro y su boca en ese momento. Estaba follándolo con su lengua y
Stiles iba a desmallarse y no le importaría porque quién necesitaba
una polla cuando tenía una lengua tan habilidosa que podía
presionar contra su próstata una y otra vez mientras lo abría y lo
llenaba tan bien.
Era
un completo desastre de lágrimas y sollozos, semen y saliva cuando
Peter consideró que era suficiente. Se había corrido en algún
momento sin apenas percatarse porque todo el proceso había sido como
un orgasmo, pero las manchas de semen en el interior de la falda
podían atestiguar por ello.
Peter
lo observó allí tumbado sin energía y jadeando. Sus ojos brillaban
azules mientras se relamía los labios. Se inclinó sobre el chico,
sus labios no humanos rozando su cuello de una forma que recordaba
vagamente a un beso, y emitió un gruñido que sonaba como una
pregunta.
—...Sí...
...Sigue...—respondió Stiles.
El
lobo no esperó un segundo. Lo agarró por las caderas, colocándolo
de rodillas y sosteniéndolo así porque Stiles no tenía energía
para hacerlo él mismo. Su grueso, largo y goteante miembro presionó
contra su raja. Stiles hizo el valiente esfuerzo de intentar
restregarse contra él con un dulce gemido. El lobo respondió con
una monstruosa risa. El chico no tenía energía ni para molestarse.
Le
llevó un par de intentos antes de dar en la marca, pero finalmente
la punta de su verga se deslizó dentro del necesitado agujero. Un
gruñido vibró en la garganta de la bestia, resonando en los árboles
a su alrededor, según se deslizaba en el aún estrecho interior.
Tenía que esforzarse tanto para no perder el control, para no dejar
que el lobo se lo robara, porque su cuerpo era el de una bestia, pero
seguía siendo un hombre y Stiles seguía siendo un frágil humano.
Unas cuántas marcas no eran problema (y se aseguraría de dejarlas
para que recordara esa noche cada vez que se mirara en el espejo
durante semanas), pero no se perdonaría hacerle ningún daño real.
El
cuerpo de Stiles se puso tenso cuando llegó al fondo con una última
embestida y se derritió poco a poco hasta quedar completamente
inerte. Estaba taaan lleno.
Sus sentidos se centraban en esa parte y nada más importaba, nada
más existía, estaba lleno, caliente, perfecto. Esa enorme polla
dura y ardiendo era simplemente perfecta para él, como si estuviera
hecha para esto. No podía creer lo bien que encajaban (y no solo
físicamente).
Peter comenzó a embestir sin esperar a que se recuperara porque
Stiles bien podría quedarse dormido tal como estaba, satisfecho.
Lento y profundo, apenas sacando su miembro hasta que las paredes
dejaron de aprisionarlo y se pudo mover con mayor libertad. No mucho
más porque Stiles era deliciosamente estrecho, pero no se quejaba.
Cada una de sus embestidas era respondida con un adorable gemido y
sabía que Stiles apenas estaba allí, nada mejor que el sexo para
desconectar.
Sus garras apretaban las pálidas y delgadas caderas, lo bastante
fuerte para dejar marcas, para que sus afiladas uñas dejaran puntos
rojos en su piel, no lo suficiente para que el dolor lo despertara de
su trance. Un gruñido vibraba constante profundo en su garganta, ver
aquella piel marcada por él despertaba su lado más posesivo, la
parte de él que arrancaría la cabeza a cualquiera que se atreviera
a mirar siquiera lo que era suyo. Porque Stiles era suyo y el lobo
jamás dejaba ir lo que era suyo.
Mío,
mío, mío, y no podía decirlo
en aquella forma, no podía emitir palabras humanas con aquel cuerpo,
pero el chico pareció entender los gruñidos que salían de sus
fauces porque respondió.
—Tuyo...
sí...—apenas ahí, apenas consciente.
Peter se inclinó sobre él, su enorme cuerpo cubriéndolo por
completo y comenzó a embestir al límite de lo que el cuerpo del
humano podía soportar. Su nudo estaba hinchado en la base de su
miembro, pero ni siquiera soñaría con anudar al chico en esa forma,
lo destrozaría. Stiles se aferró al brazo que ahora rodeaba su
pecho y con gemidos y sollozos soportó lo que el lobo le daba, su
propio miembro duro colgando entre sus muslos goteante.
Los dientes de la bestia presionaron sobre su cuello, las mandíbulas
cerradas porque esta vez no podría contenerse, y Stiles se corrió
con toda la energía que le quedaba cuando sintió el caliente semen
fluir dentro de él, tan profundo, tan abundante. Su cuerpo quedó
inerte de nuevo, sostenido tan solo por los brazos de Peter, mientras
el lobo seguía corriéndose dentro de él durante largos minutos,
aullando a la luna, su único testigo junto al Nemeton.
Stiles despertó y no recordaba haberse quedado dormido (más bien
inconsciente). Estaba tumbado sobre el cuerpo desnudo de Peter, un
agradable colchón sobre el suelo lleno de hojas, insectos y palos.
Sus bragas estaban rasgadas en el suelo a unos metros de ellos.
—Tendrás
que comprarme otras.
—Todas
las que quieras, cariño. ¿Esas las has comprado tú? No recuerdo
haberte comprado unas como esas.
—Pensé
que te gustarían, eran un buen complemento para el traje.
—Oh,
me han encantado. Y verte con falda ha sido...—suspiró sin
palabras y Stiles se echó a reír.
—Pervertido—le
dijo con una sonrisa cariñosa—. Pero no estoy en contra de que
compres cosas así para usarlas en casa, es cómoda y práctica, en
más de un sentido. Y, por cierto, hablando de sexo pervertido...
Creía que esa era tu forma alfa, que ya no podías
transformarte en ella ahora que no eres, bueno, alfa. No me digas que
me has estado negando sexo bestiality todo este tiempo.
—Es
Halloween, Stiles, es una noche mágica.
FIN
NOTA: Seeee,
esta no es su primera vez, Stiles y Peter llevan un tiempo saliendo y
hasta viven juntos (y a Scott y a Derek sigue sin gustarles la idea).
pero yo si amo esa pareja derek y scott deberian probar entre ellos tal vez asi escubren lo delicioso del amor..!!!
ResponderEliminarme encanto de verdad muchísimo..!!!
FELIZ HALLOWEEN..!!! ♥♥♥♥♥
Qué caliente 😏😏
ResponderEliminarDios.........me dieron ganas de tener
ResponderEliminarSexo bestiality
Me encantan
ResponderEliminar