Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (12 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 12
Colin Wesley era un hombre solitario.
No tenía familia, ya no. No tenía amigos, nunca los había tenido,
a su padre no le gustaban. Tenía compañeros de trabajo con los que
nunca hablaba. Tenía vecinos, pero apenas los veía porque pasaba su
tiempo libre en su aislado almacén, el almacén que había sido de
su padre. Ahora estaba allí precisamente, terminando de limpiar los
utensilios que había estado utilizando el fin de semana. Tenía que
prepararlos para el próximo fin de semana. Había conocido a
Michael, quien había pedido a sus amigos del trabajo que le
encontraran una novia, una chica a la que no le importara que tuviera
un hijo pequeño. Sí, Michael y su pequeño serían una buena
compañía para el fin de semana.
La puerta del almacén se abrió con un
estruendo.
—¡Colin Wesley, FBI, no se mueva!
¡Suelte ahora mismo eso y póngase de rodillas!—le ordenó una
potente y autoritaria voz que por un momento le recordó a su padre.
Recordó el dolor de no obedecer,
recordó los golpes y los insultos. Era un niño malo. No habría
sufrido tanto si no hubiera sido un niño malo. Apretó el
destornillador que tenía en su mano y se lanzó sobre su padre. Un
estallido y sintió como si algo lo empujara hacia atrás, pero
siguió y entonces otro y otro. Y cayó.
El almacén se quedó en silencio por
un momento, solo se oían algunas respiraciones agitadas, ninguna era
la de Colin Wesley.
—Registrad el almacén y nos vamos,
la policía se ocupará del resto.
Minutos después, los coches de la UAC
regresaban al departamento de policía. La noticia ya había llegado
y los agentes de policía estaban aliviados. Si bien no era el final
perfecto, era lo más cercano que podían tener, ninguna víctima
más. Saludaron a los miembros de la Unidad y les felicitaron,
incluido el coronel. En cuanto la agitación pasó, Aaron salió de
la comisaría. Aún había algo de papeleo y algunos temas que
finalizar, pero Rossi prácticamente le echó a patadas. Tenía algo
más importante que hacer.
Llegó al hospital y de camino a la
habitación se encontró con Satu. Iba tan decidido y concentrado en
ver a Spencer que casi pasa de largo.
—¡Aaron! Me alegra verte, más o
menos.
—¿Más o menos?—preguntó
extrañado.
—Si vienes para intentar interrogar a
Harry, tengo órdenes estrictas de que ni siquiera os acerquéis a la
habitación. Spencer no va a permitir que nadie entre.
—¿Estás de guarda de seguridad?—era
casi divertido, sabía que si fuera necesario no tendría ningún
problema en convencerla de que le dejara pasar.
—Sí y si no quiero que me despida
más me vale cumplir con mi trabajo, no está de buen humor.
—Lo estará en cuanto hable con él.
No vengo a interrogar al niño, traigo buenas noticias.
—Oh, no me digas, ¿lo habéis
cogido?—preguntó sorprendida.
—Sí, hace unos minutos. Quería que
Spencer lo supiera cuanto antes.
—Cuanto me alegro—suspiró,
viéndose realmente aliviada, pero enseguida frunció el ceño
preocupada—. Escucha, Aaron, Spencer no está bien. Nos llamaron al
día siguiente de regresar a Chicago, ni siquiera había pasado por
casa todavía. No descansó en absoluto y aquí solo le he visto
echarse pequeñas siestas de diez minutos. No se recuperó de aquel
caso y la muerte de la niña en sus brazos le ha dejado devastado,
incluso si ahora no lo muestra. En cuanto el trabajo de Spencer
termine aquí, colapsará.
—¿Ha pasado eso antes?—se estaba
esperando algo así, pero no sabía hasta qué punto sería grave.
—Ha sufrido algunos... episodios
importantes de deterioro en su salud, pero nada como lo que estoy
segura va a sufrir después de esto. Te lo digo porque sé que te
preocupas por él y yo aún tendré trabajo que hacer cuando él
termine y no me permitirá dejarlo para cuidar de él. Sé que tienes
que regresar a Quántico...
—No te preocupes, cuidaré de él.
Puedo tomarme unos días libres, no será un problema—es lo que
había pensado hacer de todos modos antes de que le rechazara—.
¿Cuándo crees que terminará?
—He localizado a la tía del pequeño,
está de camino. Probablemente querrá permanecer aquí unos días
más en lo que se recupera para ver cuál es su estado psicológico y
buscarle un terapeuta apropiado. Cinco o seis días, quizás.
—De acuerdo, estaré aquí para
entonces. Ahora voy a verle.
—Espero que con las buenas noticias
se relaje un poco—Satu se despidió con una sonrisa y Aaron siguió
su camino.
Se detuvo frente a la habitación,
ahora con una cama vacía junto a la que se encontraba el pequeño ya
despierto. Spencer estaba sentado a su lado leyéndole un libro,
aunque Aaron estaba seguro de que no necesitaba leerlo. No quiso
interrumpir así que esperó apoyado contra la pared como habían
hecho al llegar un par de días antes. Simplemente esperó allí
durante largo rato porque no tenía ninguna prisa. Ser capaz de ver a
Spencer era más que suficiente. Finalmente, en algún momento,
Spencer miró hacia los cristales y le vio. Mostró una fugaz
expresión de enfado que disimuló por el bien del pequeño. Habló
un momento con él y salió de la habitación.
—No vas a-
—No voy a interrogarle, no estoy aquí
por eso—le interrumpió—. Ya no es necesario, lo hemos cogido.
La postura agresiva de Spencer se
relajó de inmediato y suspiró. Se apoyó de espaldas contra la
pared y cerró los ojos por un momento.
—No imaginas cuánto me alegro de no
tener que encontrarme con otro niño en esta situación. Muchas
gracias.
—Gracias a ti. Nos diste un perfil
casi completo y del todo preciso. Gracias a lo que nos dijiste
pudimos encontrarlo tan pronto.
—Me alegro, aunque lo habríais
conseguido tarde o temprano. ¿Ha confesado?
—Por desgracia tuve que dispararle,
intentó atacarme con un destornillador—le habría gustado que
pagara en la cárcel por sus crímenes, que sufriera por lo que le
estaba haciendo pasar a Spencer, pero matarlo era la segunda mejor
opción.
—Puede que te confundiera con su
padre en un momento de pánico.
—¿Crees que soy como su
padre?—preguntó incrédulo.
—Eres autoritario como seguramente lo
era él. Llegar dándole órdenes como soléis hacer no era la mejor
estrategia. Pero no, no creo que seas como él, tú no serías capaz
de ponerle la mano encima a un niño a pesar de tu pasado, que
probablemente no es muy diferente al suyo.
—Qué... ¿Qué sabes tú de mi
pasado?—replicó a la defensiva. Nunca habían hablado de su
infancia ni de sus familias, nunca había mencionado nada anterior al
FBI. ¿Cómo se atrevía a creer que sabía cómo había sido su
infancia?
—Hotch, soy psicólogo infantil, sé
reconocer los signos de unos padres abusivos. Pero, al contrario que
vuestro Sudes o que su propio padre, tú has crecido para convertirte
en un buen hombre, puedes estar orgulloso—se lo dijo mirándole a
los ojos y sabía que estaba siendo sincero.
Sintió alivio, tal vez, de que pensara
así de él aun si ni él mismo lo creía y aun si eso no le servía
de nada con él.
—No soy tan buen hombre—murmuró
casi para sí mismo.
—Tienes tus fallos, pero todos los
tenemos. Por suerte tus buenas acciones sobrepasan las malas—se
apartó de la pared y le dedicó una leve sonrisa—. Tengo que
volver dentro.
—¿Cómo se encuentra?
Spencer miró hacia la habitación con
expresión decaída y presionó los labios en una fina línea.
—Físicamente se recuperará. Solo
espero que su vida sea lo suficientemente larga como para llegar a
recuperarse psicológicamente algún día. Por suerte no estará
solo, tiene una tía que viene de camino y me encargaré de buscarle
la ayuda apropiada.
—Descansa un poco y come, Satu está
preocupada por ti.
—Estoy bien, gracias—respondió
automáticamente y sin decir más se dio la vuelta y entró en la
habitación.
Aaron permaneció allí unos minutos
más observándole mientras hablaba con el niño. Si pudiera
convencerle de echarse a dormir un rato o quizás de acompañarle a
cenar. Pero sabía que esta vez no accedería, sospecharía de
segundas intenciones incluso si lo único que Aaron realmente quería
era cuidar de él.
Satu le llamó cinco días después. Ya
estaban terminando de atarlo todo y se marcharían esa misma tarde.
Aaron cogió el coche y condujo las tres horas y media de viaje hasta
Allentown. Desde el día anterior ya estaba de vacaciones. Se había
cogido diez días libres de tantos que tenía acumulados porque nunca
había tenido razón de usarlos y los extendería si fuera necesario.
Al llegar, esperó fuera del hospital y al poco rato recibió un
mensaje de Satu avisándole de que Spencer ya iba a salir. Solo
esperaba no parecer un acosador, aunque se sentía como uno.
Cuando vio al chico salir del hospital
con pasos lentos y pesados, llevando su mochila de viaje a un hombro
y su bolsa de cuero al otro con los hombros hundidos como si pesaran
kilos, supo que no iba a aguantar mucho más. Salió del coche y se
acercó a él. Spencer ni siquiera le vio hasta que estuvo a su lado.
—¿Hotch? ¿Qué haces aquí?
Perdona, pero tengo que ir al aeropuerto.
—No, te vienes conmigo—le dijo,
resistiendo el impulso de colocar una mano en su espalda.
—¿Disculpa?
—No estás en condiciones de estar
solo, ni siquiera de un viaje en avión. Satu me ha pedido que cuide
de ti y es lo que voy a hacer. Ya era mi intención antes de que me
lo pidiera.
—Bueno, Satu no sabe lo que ha habido
entre nosotros, de ser así no te lo habría pedido—replicó,
colocándose nervioso las correas de las bolsas.
—Spencer, no tengo segundas
intenciones en esto, lo único que quiero es cuidar de ti. Llevas
unas semanas extenuantes, trabajando casi veinticuatro horas sin
descansar y sin apenas comer. Has pasado de un caso a otro sin un
segundo de respiro. Necesitas que alguien cuide de ti y me encantaría
ser ese alguien. No busco nada más, no espero nada a cambio. Solo
déjame estar ahí para ti, por favor. Aún tengo mucho por lo que
redimirme.
El joven le observó por un momento. No
podía ver ningún signo de mentira en su rostro ni en sus gestos,
claro que estaba tan exhausto que si le hubiera dicho que la Tierra
era plana podría haberle creído. Asintió con la cabeza solo porque
estaba demasiado cansado para discutir y le acompañó hasta su
coche. Permaneció el trayecto hasta Washington inmóvil casi como si
fuera un maniquí, mirando a algún punto distante por la ventanilla.
Eso no era bueno, no reaccionaba a nada, ni una sola palabra. Aaron
tenía un mal presentimiento.
Salieron del coche en el garaje del
edificio ya de noche. Spencer le siguió, aún sin decir nada, como
un autómata. Esta vez, a diferencia de la anterior, parecía más
despierto, como si aún estuviera alerta por algo. Aaron se
preguntaba si era por él.
Tan pronto como entraron en el
apartamento, Spencer se dirigió al pasillo y entró al baño. Aaron
le siguió preocupado y aunque había cerrado la puerta pudo oírle
vomitar desde el pasillo.
Ya no podía aguantar más, no podía
soportarlo. Cuando cerraba los ojos veía las imágenes como si las
tuviera delante. Incluso si solo había visto las marcas que habían
quedado en la piel de los niños, le parecía estar viendo el momento
en que se las hacían. Recordaba cada palabra, cada llanto. Los
horrores que le narraban entre lágrimas. Y la impotencia le quemaba
por dentro. Había tenido que controlarse y aguantar sin derramar una
lágrima ante ellos. Había tenido que soportar escuchar una y otra
vez las mismas terroríficas historias sabiendo que nada de lo que
hiciera o dijera haría que las olvidaran, que sus vidas fueran como
la de cualquier niño debía ser. Sabía que estarían marcados de
por vida.
Y esa vida... esa pequeña vida que se
había ido en sus brazos. Esa niña que nunca había hecho mal a
nadie, que apenas había tenido oportunidad de vivir. Esa niña que
había sufrido lo más terrorífico de la humanidad en sus propias
carnes. La había tomado en sus brazos e intentado aliviar su
sufrimiento sus últimos minutos de vida, pero no lo había hecho
solo por ella, sino también por él mismo. No podía soportar verla
marcharse tan llena de dolor y no poder hacer nada. Solo esperaba que
su abrazo la hubiera permitido tener un último sueño agradable, el
último. Y entonces la había visto desvanecerse.
Su propio dolor, como una bola de
pinchos había crecido palabra a palabra, imagen a imagen en sus
entrañas. Ya no podía contenerla más. Dolía. Le desgarraba por
dentro en una sensación demasiado real, demasiado física. Y la
inevitable necesidad le golpeaba y se sumaba a la tortura. Esa ansia
familiar, ese deseo indeseado. Solo lo hacía más difícil porque
parecía demasiado fácil, solo tenía que ceder y olvidar. Perderse
en esa felicidad química. Pero esos niños no habían tenido tanta
suerte y él no la merecía tampoco.
Se derrumbó en el suelo, su cuerpo
sacudiéndose en intensos sollozos, abrazándose a sí mismo como si
se fuera a romper en pedazos. Entonces otros brazos lo rodearon. Se
sintió a salvo, seguro. El dolor seguía ahí, punzante,
desgarrador, el ansia palpitando en sus venas, el hormigueo en la
cara interna de su codo, pero al menos supo que no estaba solo si su
cuerpo se rompía en pedazos, así que simplemente lloró.
mi bebe, ooh por Dios yano sufras el estúpido inbecil murió aaahhh de verdad me duele pero espero que con un poco de ayuda de nuestro querido Aaron pueda mejorar..!!!
ResponderEliminarte espero el domingo..!!! ♥♥♥♥♥♥
ResponderEliminarPobre Spencer, debe ser terrible convivir con el sufrimiento de las personas, aún más cuando es a ese grado y si son niños... Me alegra que Aaron esté para él en esos momentos.
ResponderEliminarEspero aunque es mucho pedir que se mejore pronto Spencer
Esto es dolor en su máxima expresión 😢
ResponderEliminarSolo espero que Aaron pueda ayudar a Spencer con esto y con las drogas para que ya no sienta esa necesidad tan horrible
Nos vemos el domingo
Dios mio, pobre Spencer!! T-T
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