Título: Un asunto familiar
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, incesto, violencia y pfff tantas posibles
Capítulos: 5 (3 de 5)
Resumen: Peter se ha enterado por Lydia de que Malia es su hija, pero las cosas no encajan, no huele como familia. Su desagrado por ella también puede deberse a que se besó con Stiles, con su Stiles. Debería de haber dejado claro mucho antes que no le gusta compartir. Pero las cosas son más complicadas de lo que pensaba cuando descubre la verdad, algo que no se puede solucionar con un poco de sexo, o quizás sí.
Capítulo 3
Peter esperó hasta el último minuto que pudo para estar acurrucado
alrededor de su hijo, tan solo se levantó cuando el sheriff ya
entraba en la casa. Sonrió al ver que Stiles retrocedía buscando su
contacto. Acarició su cabeza suavemente y el chico se relajó,
volviendo a un profundo sueño. Dejó una nota con su dirección
junto al teléfono móvil de Stiles y salió por la ventana. Cuando
llegó a casa, se aseguró de que todo estaba perfecto (siempre lo
estaba, pero lo revisó igualmente), preparó unos aperitivos y
revisó que tuviera comida en el frigorífico para preparar algo si
Stiles se quedaba a comer. Su lobo quería proveer para su hijo y su
(futura) pareja. Bastante temprano recibió un mensaje al móvil.
«Estoy
aquí. ¿Puedo subir?».
«Por supuesto», respondió y pensó que tendría que hacer algo
para quitarle esa inseguridad que parecía sentir.
Abrió la puerta de su apartamento y Stiles entró nervioso,
mirándole bajo sus largas pestañas. Pasó a su lado y observó a su
alrededor con esos grandes ojos whisky. Había una pequeña sonrisa
en su rostro.
—Me
esperaba algo más extravagante y lujoso. Me gusta.
Peter intentó disimular lo orgulloso que le hacía sentir eso.
—Todo
lo que hay aquí es de la más alta calidad, el lujo no tiene por qué
ser extravagante. Además, tengo que mantenerme discreto por ahora,
no me importaría un apartamento más grande en el futuro o una
casa—lo que tú prefirieras,
pensó.
El apartamento tenía una apariencia sencilla y moderna, un salón
comedor amplio, separado de la cocina por una barra de desayuno,
grandes ventanales, pareces blancas, suelos oscuros, un sofá de
cuero negro frente a una chimenea y un montón de estanterías llenas
de libros. Era evidente cómo Stiles se sentía atraído hacia ellas,
manteniendo las manos en sus bolsillos para no comenzar a sacar
libros.
—¿Quieres
tomar algo?—le preguntó, recuperando su atención.
—No,
estoy bien. ¿Esa es la investigación?—preguntó, indicando a los
libros que había sobre la mesa de café frente al sofá.
Peter le indicó con un gesto que podía ponerse con ellos y ambos se
sentaron en el sofá. Stiles sacó el ordenador que llevaba en la
mochila y comenzaron a trabajar. Peter no tardó mucho en rodearle la
cintura con un brazo y poco después tenía el rostro hundido en el
cuello del chico.
—Peter...
um... deberíamos estar investigando—le dijo Stiles sin mucha
fuerza.
—Anoche
soñé contigo—susurró, sus labios acariciando la oreja del chico.
Eso picó la curiosidad de Stiles y se olvidó por completo del libro
que estaba leyendo.
—Oh.
¿Y de qué trataba el sueño exactamente?—preguntó, inclinando
ligeramente la cabeza, exponiendo su cuello en un gesto tan dulce que
Peter no pudo contenerse y comenzó a besarlo y lamerlo, odiando no
poder marcarlo.
—Un
sueño erótico—susurró contra su piel, pensándose muy bien sus
próximas palabras, atento a la reacción del chico—. En ese sueño
tú eras mi hijo en lugar de Malia y te portabas tan bien
para mí.
Cualquier humano que hubiera estado mirando no habría visto apenas
reacción alguna en el chico. Peter, por su parte, escuchó su
corazón dar un salto y entonces acelerarse, su respiración
detenerse por un momento con un jadeo casi inaudible, un intenso olor
a excitación se desprendía de él y su cuerpo se puso tenso,
inmóvil de un modo que solo había visto con el Nogitsune. Eran en
parte reacciones contradictorias y Peter no podía negar que estaba
un poco nervioso a la espera de su respuesta.
—¿Y...
te gustó?—preguntó con una voz tan suave que no parecía la suya.
—Sin
duda. Stiles...—deslizó una mano sobre su muslo, los dedos
acariciando ligeramente la cara interna, cerca, pero sin tocar su
entrepierna, lo suficiente para dejar claras sus intenciones—, ¿me
llamarías papá?
En ese momento, Stiles emitió un gemido sorprendido que recordaba al
de un animalito. Se mordió el labio inferior, volviéndolo rojo e
hinchado con sus dientes, y Peter no podía dejar de mirar.
—S-sí...
podría hacer eso... p-papá—respondió al fin, mirándole
tímidamente con sus mejillas y sus orejas ruborizadas.
Eso sacudió por completo a Peter y a su lobo, mantener el control
requirió un esfuerzo sobrehumano por su parte. El intenso olor a
excitación mezclado con vergüenza le estaba volviendo loco.
—¿Serás
un niño bueno para mí?—le preguntó con voz grave y algo
afectada, el brazo a su alrededor estrechándose para presionarlo
contra su cuerpo.
—Sí,
papá... seré bueno—y era casi una súplica, su cuerpo vibrando
con anticipación.
Y entonces Peter saltó sobre él, no podía llamarse de otro modo a
eso. Stiles emitió un agudo grito de sorpresa, seguido de un gemido
cuando el licántropo tomó sus labios en un feroz beso. Estaba
impresionado por cuánto le ponía esa fantasía al habitualmente
sereno hombre lobo, pero no le importaba colaborar, le gustaba cuando
perdía el control.
Con un constante gruñido en su pecho, Peter persiguió los
deliciosos gemidos que el joven ahogaba en su boca. Devoraba sus
labios como si se estuviera muriendo de hambre. Su chico era tan
lindo, tan perfecto, tan inocente. No tenía ni idea de que realmente
estaba follando con su padre y eso solo conseguía excitarlo aún
más. ¿Qué diría si se enterara? ¿Cuál sería la expresión en
ese hermoso rostro? Peter no quería averiguarlo, al menos no
todavía. Quería disfrutar de este sucio secreto un poco más.
Cuando soltó su boca lo dejó jadeando, los labios hinchados y
rojos, las mejillas de un precioso tono rosado. Tan provocativo.
—Papá...—jadeó,
lamiendo su labio inferior como si quisiera saborear a Peter en él.
El gruñido, que no había llegado a detenerse, se intensificó.
Levantó al chico en brazos, una mano a su espalda y la otra bajo sus
rodillas, y lo llevó a grandes zancadas hasta el dormitorio. Lo dejó
delicadamente sobre su enorme cama y se arrodilló sobre él como un
lobo sobre su presa.
—Voy
a cuidar tan bien de
mi chico—y casi sonaba como si estuviera hablando el lobo—. Voy a
dejarte tan satisfecho que no serás capaz de andar derecho en toda
una semana.
Stiles gimió ante eso y separó sus piernas, acomodando al
licántropo entre ellas.
—¡Sí,
papá, por favor!—suplicó, sus manos intentando quitarle ya la
camiseta.
Peter ya tenía que resistir la transformación, este chico era
peligroso. Le agarró por las muñecas, presionándolas contra el
colchón, y se inclinó sobre su cuello. Stiles levantó la cabeza
exponiendo su cuello y el lobo prácticamente ronroneó. Enganchó el
borde de su camiseta con los colmillos y los deslizó hacia abajo,
rasgándola por el centro. El chico levantó las caderas, sus ojos
dilatándose.
—Joder,
eso ha sido... Me debes una camiseta, pero eso ha sido tan
caliente—le dijo boquiabierto, sin poder dejar de contonearse
debajo de él, aún con sus muñecas inmovilizadas.
—Te
compraré todas las camisetas que quieras, especialmente si tengo la
oportunidad de arrancártelas, cariño.
Entonces, se lanzó sobre el pecho desnudo del chico. Sabía que no
podía dejar marcas que duraran más de dos días, el lunes tenía
entrenamiento de lacrosse, pero era tan fácil marcar esa pálida
piel incluso con sus dientes y uñas humanos. Solo un poco de succión
en su clavícula y su piel ya estaba roja; sus dientes rozando sus
costados y las marcas tardarían varios minutos en desvanecerse. Y
esos adorables pezones pidiendo atención. Peter cubrió uno con su
boca y lo lamió hasta que estuvo erecto para después mordisquearlo
con suavidad. Su hijo emitía dulces gemidos, tan sensible ahí, y
levantó las caderas con un intenso gemido cuando succionó con
fuerza. Peter se apartó un poco para admirar su trabajo y,
satisfecho, se encargó del otro pezón hasta que adquirió el mismo
tono oscuro y rojizo, la pequeña pepita dura y palpitando.
—Papá,
por favor... duele...—no estaba hablando de sus pezones sensibles
sino de la erección aprisionada en sus pantalones.
Peter presionó un poco más el agarre en sus muñecas y le miró a
los ojos.
—No
las muevas—le ordenó soltándolo.
Stiles asintió enérgicamente y observó con ojos ávidos cómo
descendía hacia el cierre de sus pantalones. Los desabrochó
lentamente, bajando la cremallera a un ritmo casi tortuoso. Metió
las manos bajo ellos y acarició la suave piel de sus piernas según
se los quitaba. Sonrió al ver que no llevaba nada debajo, imitando a
su padre. Le quitó los calcetines y el chico quedó tan solo en los
remanentes de su destrozada camiseta. Stiles separó las piernas de
un modo absolutamente obsceno, exponiéndose por completo a él.
Podía ver el estrecho y delicioso agujero y un hilo de presemen
goteando de la punta de su miembro sobre su vientre. Sus ojos
brillaron y tuvo que contener sus garras. No sabía lo que estaba
haciendo mostrándose así ante un licántropo, ante él.
Peter agarró sus muslos, apretándolos con fuerza con dedos humanos,
y deslizó su lengua desde la base hasta la punta del miembro. Stiles
gritó sorprendido y solo el agarre de Peter evitó que embistiera al
aire. Con una sonrisa brillando en sus ojos, Peter envolvió la punta
de la erección con sus labios y descendió con un fluido movimiento
sobre ella. Cómo conseguía verse tan engreído con una polla
llenando su boca era todo un misterio. Sin sufrir una sola arcada,
tragó el miembro hasta el fondo y una vez ahí gruñó, las
vibraciones extendiéndose por el cuerpo de Stiles.
—¡Nnh!
¡Papá!—gritó, agarrándose con ambas manos a su cabeza.
Peter sonrió (tanto como podía en esa situación) triunfante, sabía
que el chico no aguantaría mucho con las manos quietas y el miembro
ya estaba goteando en su boca. Y que le llamara papá gritando con
esa desesperación solo le hacía pensar en cómo sonaría cuando lo
gritara mientras se corría.
Succionó
sobre el miembro hasta sacarlo de su
boca y entonces empujó las rodillas de Stiles contra el pecho del
chico, levantando su trasero en el aire. Su lengua se deslizó desde
el inicio de su raja hasta sus bolas y el pequeño emitió un
adorable gemido, su cuerpo relajándose y quedándose
sorprendentemente quieto. Peter sabía que esta era una de sus partes
favoritas y no podía negar que él también lo disfrutaba
enormemente, más ahora que no podía dejar de pensar que este era su
propio hijo, su sangre, y que estaba cuidando tan bien de él.
La siguiente vez que su lengua pasó sobre el agujero, presionó un
poco más, y un poco más la siguiente, hasta que estuvo lamiendo
directamente sobre él, presionando la lengua lo suficiente para
hacerle creer que iba a penetrarlo, pero tan solo cubriendo su
entrada con saliva. Tenía cuidado con sus colmillo, que amenazaban
cada vez más insistentes con salir. No quería hacerle daño en esa
parte, especialmente porque apenas había comenzado con ella.
—Peter,
Peter...—repitió su nombre como una súplica. Cuando Peter gruñó,
Stiles se mordió el labio y rectificó—. Papá, por favor, papá.
—¿Qué
quieres, cariño? Déjame oírte decirlo.
—Nh...
Tu lengua... Quiero que me folles con tu lengua—le pidió, el rubor
extendiéndose por su cuello y su pecho.
—Buen
chico—un segundo después tenía su lengua hundida en el agujero de
su hijo. Metiéndola y sacándola, acariciando el anillo de músculo
y saboreando su interior.
Los dulces gemidos de animalillo que emitía eran deliciosos e iban
directamente a su polla. Estaba tan vulnerable bajo él, confiándole
las partes más íntimas y delicadas de su cuerpo, confiándole su
vida porque sería tan fácil matarlo. Pero Peter no quería matarlo,
quería protegerlo, cuidarlo, atesorarlo. Sí que mataría sin
pensarlo siquiera a cualquiera que se atreviera a ponerle un dedo
encima. Era suyo, en tantos niveles que sabía que jamás lo dejaría
ir.
—¿Vas
a correrte cariño?—le preguntó cuando pudo oler ya que se estaba
acercando al límite—. ¿Vas a ser un niño bueno y a correrte solo
con la lengua de papá en tu culo? Vamos, sé que puedes hacerlo.
—¡Nnh!
¡Sí, papá, sí!—respondió con entusiasmo aferrándose a las
sábanas.
Sintió la tensión en el cuerpo del chico, esa desesperación de
estar a punto, pero no tener ninguna fricción en su miembro que le
ayude a llegar. Con la lengua follando dentro de él, rozó con
dientes humanos la sensible piel de su entrada y eso fue suficiente,
Stiles se corrió con un intenso grito sin que nada tocara su polla.
Peter siguió lamiéndolo hasta que pasó el orgasmo y su cuerpo se
relajó de nuevo. Lo soltó despacio, estirando sus piernas, y se
inclinó sobre él. Lo besó, deslizando la lengua en su boca,
dejando que se probara a sí mismo. Stiles aceptó el beso obediente,
pero estaba demasiado ido en ese momento para corresponder.
—Has
sido un buen chico para papá—le susurró al oído, esparciendo
dulces besos por sus mejillas húmedas con lágrimas—. Te has
portado tan bien que casi has compensado por lo que hiciste antes,
casi.
—¿Hnn?—Stiles
murmuró confuso.
—Tus
manos, las moviste y me agarraste la cabeza cuando te dije que las
dejaras quietas—le aclaró y vio una mezcla de emociones en el
rostro de Stiles, entre ellas, anticipación.
—Pe-pero,
papi...—le dijo con tono suplicante.
—Shhh.
¿Qué clase de padre sería si no te castigara cuando
desobedeces?—le dio fácilmente la vuelta, su cuerpo totalmente
dócil—. Vamos, acepta tu castigo como un niño bueno y después
seguiré haciéndote disfrutar, te lo prometo.
Stiles emitió un suave quejido, pero no se movió de la posición en
que Peter le había colocado, de rodillas con su culo en pompa. Sabía
lo que se avecinaba, pero aun así no pudo evitar gritar sobresaltado
cuando el primer azote aterrizó sobre su nalga. Peter apenas le dio
tiempo para asimilarlo, le dio otro azote, siempre controlando su
fuerza, solo quería que sintiera la quemazón y que la asociara con
el placer que aún debía de recorrer su cuerpo por el orgasmo. Que
su pálido trasero quedara marcado con la silueta roja de su mano era
un plus.
Contó hasta diez y se detuvo, después de todo se estaba portando
muy bien (la verdad es que ya no podía esperar más a tener su polla
dentro de él). Aun así, Stiles ya estaba sollozando, abrumado por
las sensaciones que estaba experimentando y aún más por los
sentimientos que todo aquel acto le provocaba. Si tan solo supiera
que no era realmente una actuación.
—Has
recibido tan bien tu castigo—le dijo, acariciando su cabeza, y
Stiles emitió un dulce gemido feliz ante el alago. Era tan fácil
hacerle feliz, solo un alago aquí y allá, pero nadie se molestaba
en intentarlo—. Ahora vamos a seguir con lo que estábamos
haciendo, ¿te apetece?
—Sí,
papá, por favor—respondió, separando las piernas y levantando su
trasero enrojecido.
Peter sonrió y cogió el bote de lubricante antes de arrodillarse
detrás de él. Cubrió sus dedos con abundante lubricante y deslizó
el primero sin problema dentro del agujero. Stiles suspiró como si
fuera un alivio tener algo dentro de nuevo. Probablemente lo era. Lo
abrió lentamente, frotando su interior sin sobrestimular su
próstata. Gracias a su tratamiento anterior y, sorprendentemente,
gracias a los azotes, estaba muy relajado y fue fácil meter un
segundo dedo, pronto un tercero. Stiles estaba gimiendo y
contoneándose, intentando restregarse contra el colchón para
conseguir fricción en su miembro erecto.
—Papá,
por favor, porfavorporfavorporfavor...—suplicó, moviendo sus
caderas para follarse en los dedos de Peter.
—¿Qué
quieres, cariño?
—Tu
polla, por favor, papá, dame tu polla—estaba tan necesitado que ya
no le daba vergüenza pedirlo.
Peter gruñó en el fondo de su garganta y vio al chico estremecerse,
separando aún más las piernas y echando la cabeza a un lado para
exponer su cuello. Era tan perfecto y respondía tan bien. Tenía que
cumplir los deseos de su hijo así que sacó los dedos de su interior
y los sustituyó por su goteante falo enfundado. Se deslizó despacio
dentro de él, sintiendo las aún estrechas paredes abrirse a su
paso, adaptándose a su miembro como un guante. Su hijo parecía
derretirse debajo de él, emitiendo suaves gemidos con un suspiro
final cuando llegó al fondo. Se sentía lleno ahora, completo. Peter
podía oler la felicidad y satisfacción emanando de él. Ni siquiera
necesitaba un orgasmo, era feliz con su polla dentro. Pero Peter sí
quería un orgasmo, más concretamente quería llenarlo con su
semilla hasta que rebosara. Stiles no solo era su hijo, también era
su pareja y sentía la necesidad de ver su vientre redondo lleno de
sus cachorros (incluso si eso no era posible, no podía evitar
desearlo).
Lo agarró por las caderas y comenzó a moverse, despacio al
principio, saliendo hasta que solo quedaba la cabeza dentro y
volviendo a entrar hasta que sus bolas chocaban entre sí. Stiles no
tardó en impacientarse, moviendo las caderas para encontrarse con
las suyas, y pronto una letanía de súplicas salió de su boca.
—Vamos,
papá, por favor, fóllame... Nhn... Más rápido, por favor, más,
más duro...—a eso se había reducido el inteligente y agudo
Stiles, y todo gracias a él.
Peter se lo concedió, no era precisamente un problema. Stiles gritó
con la primera embestida y siguió gimiendo con las siguientes. Los
deliciosos sonidos que salían de su boca y el choque húmedo de sus
cuerpos era lo único que se oía en la habitación junto al golpeteo
del cabecero contra la pared. Peter podía sentir al lobo queriendo
salir a la superficie, el calor de ese estrecho interior era
abrumador, las puntas de sus garras pinchaban la piel de las pálidas
caderas y dejarían allí sus marcas.
—¿Vas
a correrte otra vez, cariño? ¿Vas a correrte para papá?
—Uhn...
Sí... tan cerca... Hnn...
Peter se inclinó sobre él, sus colmillos rozando su cuello.
—Vamos,
necesito que te corras para poder llenarte con mi leche. ¿Quieres mi
leche, amor?—le preguntó y Stiles asintió enérgicamente sin
poder responder con palabras—. Entonces, córrete.
Fue como magia, Stiles se corrió en ese mismo instante, salpicando
las sábanas. Peter sintió las paredes estrechándose a su alrededor
y no pudo contenerse más, se corrió en su interior, llenándolo con
su semilla el condón –qué desperdicio–, teniendo que apartarse
de su cuello para no acabar mordiéndolo. Sintió el nudo presionar
en la base de su miembro. La necesidad era tan intensa que ya no
podía negarlo más. Se dejó llevar y el nudo comenzó a hincharse.
—¿Nn?
¿Qué es eso? ¿Peter?—preguntó Stiles algo asustado cuando
sintió el bulto crecer en su interior, estirando sus abusadas
paredes.
—Shh.
Está bien, es mi nudo, te acostumbrarás.
—¿Tu
nudo? ¡Oh, dios mío! ¿Realmente existe eso? Oh, dios,
hnn...—estaba estirándolo imposiblemente y ahora Stiles ya solo
podía gemir y retorcerse.
Peter lo rodeó con sus brazos, sujetándolo firmemente para que no
se hiciera daño intentando apartarse. Cuando el nudo estuvo
completo, suspiró satisfecho y se tumbó de lado con él. Stiles
estaba sollozando, pero no se quejaba. Peter lo acariciaba dulcemente
para tranquilizarlo y besaba su cuello y sus hombros. Estaba
contento, tanto el lobo como él, porque al fin había anudado a su
pareja y porque ahora su habitación olía como ellos dos, un olor
simplemente perfecto que no quería que se desvaneciera nunca.
Stiles se quedó dormido antes incluso de que el nudo se deshinchara
y Peter no se molestó en salir de su interior aun cuando esto
sucedió, se acomodó y se quedó también dormido.
—¿Por
qué Scott no me ha dicho nada del nudo?—preguntó Stiles mientras
revisaban los libros un par de horas más tarde con un aperitivo al
lado.
No había mencionado lo de llamarle papá y Peter no iba a sacar el
tema.
—Probablemente
porque ni siquiera sabe que existe. Solamente sale bajo ciertas
circunstancias.
Stiles le miró, esperando a que elaborara, y cuando Peter no dijo
más suspiró poniendo los ojos en blanco.
—¿Y
cuáles son esas circunstancias?
—Solo
puede hincharse cuando estás con tu pareja—respondió sin darle
importancia.
—¿Con
tu pareja?—preguntó confuso. Tardó varios segundos, pero
finalmente los ojos de Stiles se agrandaron y le miró boquiabierto—.
Te... Estás... ¿Te refieres a eso de que los lobos se emparejan...
de por vida?
Podía oler el pánico creciendo dentro del chico. Era demasiado
pronto, no estaba listo para asimilar aquello, su relación apenas
acababa de volverse exclusiva y aún era un secreto para todos los
demás. Colocó la mano en su nuca y presionó suavemente. Stiles
pareció relajarse, pero aún seguía en el límite.
—Vamos
a continuar con esto, tenemos un monstruo al que atrapar.
Stiles pareció agradecido por el cambio de tema y se concentró en
la investigación.
como dije y vuelvo a repetirlo, me vuelvo cada vez mas pervertida pero Dios no puedo evitar amar esto, es tan intenso, tan apasionado tan aaahhh.!!!! sin palabras wooow..!!!
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