Título: Formando una familia
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omevagerso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Mpreg
Capítulos: 10 (8 de 10)
Resumen: Hotch va a divorciarse y ha decidido que Reid será su omega, aunque ni siquiera se lo ha comentado.
Capítulo 8
Spencer preparó una cena para el
sábado, pero la Unidad recibió un caso urgente por la mañana ese
mismo día y no regresaron hasta el lunes por la tarde.
—Lo siento mucho, sé que lo tenías
todo preparado—le dijo Aaron nada más entrar en casa.
—No te preocupes, un caso es más
importante—le dio un beso y le ayudó con la bolsa de viaje.
Aaron sonrió, su exmujer no habría
dicho lo mismo.
—¿Cómo fue la visita con Haley?
Jack tenía dos visitas al mes con su
madre, siempre supervisadas. Normalmente Aaron lo llevaba a un centro
de Servicios Sociales, se quedaba en una sala de espera o daba una
vuelta y un empleado vigilaba mientras la mujer pasaba un par de
horas con su hijo, pero esta vez le tocó a Spencer llevarlo y estaba
preocupado.
—Mm... Respecto a eso...
—¿Qué ha pasado?—preguntó
poniéndose alerta.
—Tuvieron que sujetar a Haley cuando
salió. Comenzó a insultarme por el embarazo, Jack se lo había
contado entusiasmado, pero cuando Jack me llamó mamá se puso aún
más furiosa e intentó atacarme.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo?—le
sujetó por un brazo mientras palpaba su vientre con la otra mano.
—No, no, estoy bien, tranquilo, no
llegó a tocarme.
—Voy a hablar con-
—No hace falta. Los de Servicios
Sociales van a encargarse, harán un informe sobre el incidente y nos
comunicarán su decisión, pero me han dicho que es probable que
cancelen las visitas por un tiempo.
—De acuerdo, ¿cómo se encuentra
Jack?
—Está algo conmocionado y enfadado
con su madre. Ve a verle, está leyendo en el salón.
Aaron supo que su hijo no estaba bien
cuando entró en el salón y no se levantó corriendo a abrazarle. Se
sentó a su lado en el sofá y le acarició la cabeza.
—Spencer me ha contado lo que pasó
ayer. ¿Cómo estás?
—Bien—respondió con un mohín.
—Vamos, dime un poco más—le rodeó
con un brazo y lo atrajo hacia sí, intentando que se sintiera
seguro—. Sé que fue difícil para ti, ¿lo pasaste mal?
El pequeño asintió con la cabeza y
dejó el libro sobre sus piernas.
—Haley intentó pegar a mamá y le
dijo cosas feas. No parecía ella, no me gustó.
Cuando vio que la llamaba por su
nombre, supo que las cosas habían cambiado y estaba seguro de que el
comportamiento de Haley lo había acelerado. Por un lado se sentía
mal porque su hijo no se merecía pasar por eso, pero por otro se
alegraba de que ahora considerara a Spencer su madre, así es como
debía ser.
—Los adultos a veces hacemos cosas
que no debemos cuando nos enfadamos—no sabía muy bien qué decirle
porque el comportamiento de Haley no tenía excusa.
—¿Por qué estaba enfadada?
—No lo sé, cariño.
—¿Estaba enfadada conmigo?—se
esforzaba por contener las lágrimas.
—No, claro que no, no hay ninguna
razón para que se enfade contigo. Solo ella sabe por qué hizo eso.
—¡Mamá!—llamó a Spencer y el
omega se acercó enseguida—. Siéntate conmigo.
Spencer intercambió una mirada con el
alfa, que le sonrió. Se sentó junto a ellos y el pequeño se
acurrucó de inmediato en su regazo, con la cabeza apoyada en su
pecho. Jack se tranquilizó tan pronto como Spencer le abrazó.
* * * * *
—Dios mío, Spencer, ¿de verdad?—ese
fue el saludo de Morgan en cuanto entró en la casa al percibir el
olor a pesar de que el omega estaba en la cocina—. Sí que os
habéis dado prisa.
—Lo apropiado es dar la
enhorabuena—le dijo Rossi, que ya tenía una copa de vino en la
mano y charlaba con Will.
—Cierto, cierto. Enhorabuena, Aaron.
¿Puedo ir a felicitar a Spencer?
—Claro, pasa.
En la cocina Spencer estaba charlando
con Jennifer y García mientras terminaba la cena.
—¿Cómo lo estás llevando?—le
preguntó García.
—Bueno, estoy cansado todo el día y
duermo algo más de lo habitual, pero por lo menos las náuseas ya se
han pasado.
—Oh, sí, son lo peor—J. J. sabía
de lo que hablaba—. Voy a dejarte unas infusiones que vienen muy
bien para descansar.
Siguieron charlando mientras Jack y
Henry jugaban por toda la casa y en cuando llegó Prentiss comenzaron
a cenar.
—Vaya, Spencer, esto se te da muy
bien—comentó Rossi probando la comida.
—Gracias. No es difícil siguiendo
las instrucciones de las recetas.
—Aun así se necesita mucho amor para
que una receta sepa tan bien.
—Am... No creo que el amor tenga nada
que ver con cocinar, se parece más bien a la química—replicó
confuso.
Sus amigos se rieron, era el mismo de
siempre a pesar de todo.
—¿Sabes que esta semana ya podrías
conocer el sexo del bebé?—preguntó J. J.
—Lo sé, pero creo que prefiero que
sea una sorpresa.
—¿En serio? No me esperaba eso de
ti—comentó Prentiss—. He visto todos los libros que tienes,
imaginé que querrías tenerlo todo controlado.
—Todo lo esencial sí, pero que sea
un niño o una niña no cambiará nada, no creo que sea necesario
saberlo.
—Mamá, yo quiero saberlo—le dijo
Jack desde una mesa más pequeña apartada en la que cenaba con
Henry.
—No pongas la oreja a lo que
hablamos—replicó el omega.
—Yo también quiero saberlo—añadió
Hotch.
—Es práctico a la hora de pensar el
nombre o comprarle la ropa y todo eso—sugirió Will.
—Podemos pensar en nombres para ambos
casos y no voy a llenarle de ropa azul si es niño o rosa si es niña,
tendrá de todos los colores así que eso no es un problema.
—¿El hecho de que yo quiera saberlo
no cuenta?—preguntó Aaron.
—¿Lo querrías más o menos si fuera
niño o niña?
—¡Claro que no!—respondió casi
ofendido.
—Entonces no, no cuenta. Quiero que
sea una sorpresa. Para una cosa que no necesito tener controlada, no
quiero controlarla.
Aquello zanjó la discusión y Aaron no
tuvo más remedio que aceptarlo.
La cena se alargó y se alargó porque
todos estaban a gusto y no sentían ninguna necesidad de marcharse.
Mientras los niños ya volvían a jugar por la casa y los adultos ya
habían terminado el postre, Hotch se levantó con una copa en la
mano.
—Quiero daros a todos las gracias por
venir y, sobre todo, por formar parte de nuestra familia. En esta
casa somos solo tres personas, pero este pequeño que viene tendrá
una familia enorme, al igual que Jack. Sabéis que pase lo que pase,
trabajemos o no juntos, siempre seremos una familia, no solo un
equipo.
—Oh, vamos, que nos vas a hacer
llorar—bromeó Morgan, aunque García y Spencer ya tenían lágrimas
en los ojos.
—Estoy de acuerdo con Aaron, siempre
seréis mi familia y os quiero como a tal—Rossi alzó también su
copa.
—Pues claro, ¿es que alguno lo
dudaba todavía? Después de todo lo que hemos pasado juntos—Prentiss
se unió al brindis.
Sin duda, no eran solo compañeros de
trabajo, los sentimientos que había entre ellos eran los de una
familia, los de una manada en la que Hotch era el líder. Spencer, a
pesar de no trabajar ya con ellos, seguía siendo la pareja de Hotch,
parte de la manada como Haley nunca lo había sido.
* * * * *
—Hotch, tenemos un caso—le informó
J. J. asomándose a su despacho.
—Enseguida voy.
—Pero... Hotch...
—¿Qué pasa?—preguntó, levantando
la vista del informe.
—¿Mañana no es la primera ecografía
de Spencer? Deberías estar con él.
Aaron se quedó pensativo por un
momento y se levantó de la silla.
—Entonces hagamos todo lo posible
para cerrar el caso hoy mismo.
—¿Y si no lo conseguimos?
—Spencer no me permitiría abandonar
un caso para ir a la ecografía.
Un sudes estaba secuestrando
adolescentes borrachas cuando salían de fiestas o discotecas en
California. No consiguieron atraparlo ese mismo día, ni tenían
esperanzas de conseguirlo el siguiente.
—Lo siento, sé que debería estar
ahí contigo, pero-
«No, por favor, no te disculpes.
Estaré bien, te llamaré cuando termine, tú solo céntrate en
capturarlo, es lo más importante».
—Está bien, te quiero.
«Yo también te quiero».
Sabía que Spencer nunca le pediría
que regresara ni le recriminaría después el no haber estado con él,
pero podía notar por su tono de voz que estaba decepcionado y eso le
dolía. Aquello se transformó en mal humor y no pudo evitar pagarlo
con otros. Su equipo lo comprendía, era un día importante y no
podía estar con su omega, así que no se lo tuvieron en cuenta.
Hacia la hora de la cita con la
doctora, no podía dejar de mirar el móvil, esperando la llamada
para saber cómo había ido.
—Hotchner—respondió al teléfono
con un tono agresivo.
«Am... ¿Señor?», García contestó
algo asustada. «¿Tiene la tableta cerca?».
—¿Qué pasa? Estoy ocupado, García.
«Lo sé, señor, pero si tiene un
minuto... confíe en mí, por favor».
Aaron suspiró y encendió la tableta.
Al momento apareció la imagen de Reid.
—¿Spencer?
«¡Hola! ¿Tienes cinco minutos? No
quiero molestarte».
—¿Está todo bien?—preguntó
preocupado.
«Sí, sí. Voy a empezar la ecografía.
Si tienes tiempo, García lo ha montado para que puedas verla desde
ahí, pero si estás ocupado podemos grabarla...».
—No, tengo unos minutos—cerró la
puerta de la sala donde habían montado su centro de mando y se sentó
en la mesa. Más tarde tendría que disculparse con García.
«Cuando empecemos podrás ver el
monitor en tu pantalla».
Spencer dejó su teléfono sobre un
soporte en una mesa y se tumbó en la camilla.
—Vamos a empezar, Spencer—le dijo
la doctora.
Extendió el frío líquido sobre su
vientre ligeramente redondeado y presionó el transductor sobre él.
Spencer estaba nervioso, realmente quería tener a su alfa junto a
él, verle en la pantalla de su móvil no era suficiente. Como todas
las madres, estaba preocupado de que algo fuera mal, de que le
sucediera algo al feto o que hubiera problemas con el embarazo.
—Veamos... Hm...—murmuró la
doctora para sí misma.
—¿Está todo bien?—preguntó
Spencer impaciente.
—Tranquilo, déjame ver—le dijo
sonriente sin quitar los ojos de la pantalla.
Aaron podía ver el monitor desde su
tableta. Podía ver la imagen en blanco y negro del bebé. Era muy
básica, pero se distinguía perfectamente la silueta del bebé, su
cabeza con el contorno del rostro, el torso y las extremidades. El
alfa se cubrió la boca con la mano, su corazón latía con fuerza,
estaba emocionado.
—Bueno, Spencer, tengo buenas
noticias. No veo ningún problema con el feto, parece que se está
desarrollando con total normalidad, tampoco parece haber signos de
preeclampsia y tu aparato reproductor no muestra ninguna anomalía.
«Cuánto me alegro», suspiró Aaron
aliviado. Incluso en su voz podía notarse que estaba sonriendo.
—Aún hay cosas que no se pueden ver
en una ecografía—dijo Spencer en un murmullo, no lo bastante
fuerte para que Aaron pudiera oírlo, pero la doctora le miró
preocupada, esa no era la reacción que solían tener las madres en
ese momento.
—Ahora vamos a escuchar los latidos
del bebé.
La doctora giró el monitor para que
Spencer pudiera verlo y encendió el sonido. Cuando comenzaron a
escucharse los rápidos latidos del feto, el omega ya no pudo
contenerse y unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas.
—Que no te asuste que sean tan
rápidos, son perfectamente normales. ¿Queréis que intentemos
averiguar si es niño o niña?
—No, prefiero que sea una sorpresa.
«Yo sí quiero saberlo».
—Si yo no lo sé, tú tampoco vas a
saberlo y si insistes colgaré—le advirtió.
Se escuchó un suspiro resignado por el
teléfono y Spencer sonrió, aún con expresión preocupada.
* * * * *
Spencer estaba tumbado en el suelo del
salón con una almohada bajo la espalda y otra en la cabeza. Llevaba
una camiseta fina de algodón y unos pantalones cortos, ambos de
Aaron. La camiseta le quedaba muy holgada en la zona de los hombros,
pero se estiraba en su abultada barriga de cinco meses. Sentía tanto
calor que le costaba mucho soportar sus camisas y sus pantalones
largos, además de que resultaban muy incómodos con su nueva figura
de embarazado a pesar de haber comprado ropa varias tallas más
grandes que la suya. Sudaba tanto que no tenía ganas ni de leer.
Quería encender el aire acondicionado, pero no le sentaba bien así
que tenía que conformarse con abanicarse. Definitivamente el verano
era la peor época para estar embarazado.
—Ya estoy aquí—avisó Aaron
entrando en casa, cargado con una gran caja y un par de bolsas.
—Bienvenido...—respondió Spencer
sin energía.
—¿Estás bien?—no se asustó con
la escena, era lo habitual esos días.
—Sí... ¿Puedes traerme algo frío
de beber? Lo que sea.
—Ahora voy, pero primero tengo una
sorpresa para ti. Bueno, dos en realidad.
Dejó a su lado la caja con el dibujo
de un ventilador en el frontal.
—Oh, dios, gracias—Spencer se
incorporó y se puso a abrir la caja desesperado. Había comentado el
día anterior que un ventilador no le sentaría tan mal como el aire
acondicionado.
—Tranquilo, ahora lo monto, mira esto
primero.
Le entregó una bolsa con el logo
«BeMom» dibujado en rosa. Por un segundo Spencer pensó que serían
cosas para el bebé, Aaron ya había comenzado a comprarle algunos
juguetes aunque las probabilidades de llegar a término no superaban
el 75 % como había pedido Spencer, pero ya hacía tiempo que se
había olvidado de eso. Sin embargo, se quedó sin habla cuando vio
el vestido de tirantes azul marino de premamá.
—¿Es una broma?
—Claro que no. Me han dicho que con
eso estarás mucho más cómodo, tanto por el calor como por la
barriga.
—¡No voy a ponerme un
vestido!—replicó, levantándose con la ayuda de Aaron.
—¿Por qué no? ¿Cuál es el
problema?
—¿Cuál es...? S-soy un hombre y...
y siempre he llevado trajes con camisa, corbata... No puedo ponerme
un vestido.
—Eres un omega, nadie te mirará raro
si te ve con un vestido, de hecho es más raro que siempre vayas con
traje—Aaron se lo estaba tomando con calma, sabía que no iba a ser
fácil, pero en esto no iba a echarse para atrás. Rodeó su cintura
con un brazo y colocó la otra mano sobre su vientre—. Además, no
puedes seguir llevando traje con esta barriga. Es muy incómodo,
¿verdad? Por muy grandes que te compres las camisas, tienen un
límite. Lo normal es que uses ropa de premamá. He escogido uno muy
discreto y sencillo, te gustará cuando te lo pongas.
—Pero yo...
—Spencer, quiero verte con él
puesto, dame ese capricho—besó su frente y su mejilla y mordió
con suavidad la marca en su cuello. En ese momento, Spencer ya no
pudo negarse más.
—¡Papá, has tardado!—Jack bajó
de prisa las escaleras
—Lo siento, cariño, estaba comprando
unas cosas. ¿Me ayudas a montar este ventilador para mamá?
—¡Sí!
—Bien. Spencer, ¿por qué no vas a
cambiarte mientras lo montamos?
El omega le miró algo reticente,
frunciendo el ceño y apretando los labios en una mueca de desagrado,
pero finalmente cogió el vestido y subió a la habitación. Se quitó
la ropa y se quedó en bragas. Eran especiales para hombres omegas y
ya hacía tiempo que las llevaba porque ningún tipo de calzoncillo
masculino era cómodo o práctico para el embarazo. Pero una cosa
eran unas bragas que solo vería su alfa y otra muy distinta un
vestido. Se lo pondría para que lo viera, pero ni loco saldría a la
calle con él. Era normal que los hombres omegas vistieran ropa
femenina si a sus alfas les gustaba, pero él se sentía incómodo
incluso en camiseta.
Levantó el vestido por los tirantes y
lo observó por un momento con mala cara. Al menos Aaron tenía buen
gusto. Se resignó y se lo puso. Se notaba que era para hombre porque
quedaba ajustado en la zona del pecho, lo cual estaba bien ya que aún
no se le había hinchado. Tenía un suave frunce por debajo del
pecho, se adaptaba a su barriga sin apretarle y caía suelto por
debajo, llegando hasta las rodillas sin cubrirlas. Se miró en el
espejo y vio cómo su rostro se ponía cada vez más rojo,
extendiéndose también por el cuello y el escote del vestido.
Se sobresaltó cuando llamaron a la
puerta. Aaron entró y su rostro se iluminó en cuanto le vio. Se
acercó a él y le abrazó por la espalda, mirándole en el espejo.
—Estás precioso, realmente hermoso.
Recogió un lado de sus cabellos detrás
de la oreja y acarició su rostro. Su corta melena castaña le
quedaba perfecta con ese vestido. Besó su cuello y sus hombros al
aire, eso era probablemente lo que más le gustaba, le encantaba esa
parte del omega, aunque un vestido tenía más ventajas. Acarició su
barriga con una mano mientras la otra bajaba hacia su muslo y
levantaba poco a poco el vestido.
—A-Aaron...—podía sentir la
erección creciendo contra su trasero y olía la excitación del
alfa—. Jack está abajo.
—Ngh... Esta noche entonces.
Eso significaba que no podría quitarse
el vestido, aunque ahora que había visto la reacción de su alfa ya
no le parecía tan malo. Bajaron al salón, donde el ventilador ya
estaba montado, y Jack le miró sorprendido. Spencer apartó la
mirada, no estaba seguro de querer oír la opinión sincera de un
niño.
—¿Qué te parece, Jack?—le
preguntó Aaron.
—Mamá, te queda muy bien—le dijo
sonriendo.
—A-ah... gracias.
—¿Podemos jugar al
ajedrez?—preguntó, sacando ya el tablero sin prestarle más
atención al vestido.
—Claro, jugad, yo haré la cena—dio
un beso al omega y se fue a la cocina.
Spencer tenía que admitir que el
vestido era mucho más cómodo que unos pantalones y una camiseta. Su
fina tela no le daba tanto calor, con las piernas al aire se sentía
más fresco y no le molestaba bajo la barriga ni en ninguna otra zona
ahora que su cuerpo se había vuelto más sensible por todas partes.
Después de cenar y acostar a Jack, la
pareja se sentó en el sofá, con el ventilador aún encendido a
mínima potencia.
—¿Quieres que te dé un masaje en
las piernas?—le preguntó el alfa, sabiendo que las tendría
molestas de todo el día.
—Ya has trabajado mucho hoy.
—Tu cuerpo trabaja por dos.
Spencer cedió y se tumbó con las
piernas sobre el regazo de Aaron. Su cuerpo se relajó mientras le
masajeaba, sintiéndose adormilado. Las manos comenzaron a subir por
sus muslos, tan paulatinamente que al principio no se percató. La
temperatura de su cuerpo aumentaba, influido por la excitación que
percibía de su alfa. Una mano se deslizó bajo el vestido y Spencer
suspiró.
—Alfa...—sabía lo que pretendía
hacer y no sentía ninguna gana de detenerle.
Sintió los dedos acariciando la cara
interna de su muslo y subiendo hasta rozar el borde de sus bragas. Se
estremeció cuando recorrió la marca de la goma.
—Sabía que sería práctico—sonrió
Aaron.
—Nnh... Habitación.
Aaron se levantó y ayudó al omega a
incorporarse. Le siguió escaleras arriba, disfrutando de las vistas,
y cerró la puerta de la habitación tras de sí. Spencer se quedó
de pie frente a él, colocándose nerviosamente el vestido. Estaba
adorable. Su verga palpitó con solo observarle.
—Levántalo—le ordenó, manteniendo
la distancia.
Spencer se mordió el labio inferior.
No tenía sentido que estuviera tan nervioso, solo era Aaron, pero de
algún modo llevar un vestido lo hacía diferente. Levantó la falda
del vestido hasta mostrarle su pequeña erección que sobresalía de
las bragas. Sentía el calor en su rostro y mantenía la mirada fija
en el suelo, pero estaba deseando que su alfa le tocara. Aaron se
acercó, devorándolo con la mirada como si fuera una presa, y
deslizó una mano dentro de sus bragas, masajeando su miembro y sus
bolas.
—No imaginas lo hermoso que estás—le
susurró mientras le bajaba uno de los tirantes—. Es un goce
simplemente verte caminar. Quiero que siempre lleves vestido, te
compraré todos los que quieras.
El omega se estremeció. Ronroneaba de
felicidad al sentirse tan deseado. Si un vestido conseguía aquella
reacción en su alfa, lo llevaría cada día, pero...
—No puedo... llevarlo a la calle.
—Bueno—pellizcó uno de sus pezones
y el omega gimió—, cuando te acostumbres a llevarlo en casa,
hablaremos de eso.
—Nnh... alfa...—retorcía el bajo
del vestido en sus manos, con sus temblorosas piernas apenas
manteniéndolo en pie.
—¿Cómo prefieres hoy? ¿Boca arriba
o a cuatro?
—A... a cuatro.
—Muéstrame ese precioso trasero
entonces—le dijo soltándolo.
Spencer no esperó ni un segundo, se
dio la vuelta y se arrodilló sobre la cama. Aaron sonrió al ver la
seductora forma en que el vestido colgaba alrededor de sus muslos. Lo
levantó lentamente hasta descubrir su trasero y bajó las bragas. La
lubricación goteó de su agujero. Se arrodilló tras él y lamió el
delicioso néctar.
—¡Mmh!—Spencer ahogó un gemido en
la almohada.
—Tan dulce. Sabes mejor cada día—e
introdujo la lengua en su entrada.
—Uhn... Alfa...—le llamó
necesitado.
—Paciencia, mi precioso omega—no
tenía ninguna prisa.
Lamió el hilo de lubricación que se
deslizaba por su muslo y volvió a besar su entrada. Siguió
lamiéndolo y penetrándolo, sintiendo cómo se contraía alrededor
de su lengua. Las piernas de Spencer temblaban, podía sentirlo por
todo su cuerpo, era incapaz de mantenerse quieto, teniendo que
contener además los gemidos. Su cuerpo estaba tan sensible, tan
excitado, que no pudo aguantar más y se vino salpicando el vestido
con la lengua del alfa en su interior.
—Lo... uhn... lo siento...—fue lo
primero que dijo cuando recuperó el aliento.
—Shh. No pasa nada, es justo lo que
quería—le ayudó a tumbarse boca arriba y acarició su cabeza,
apartando el pelo de su rostro—. Ahora podré seguir sin
apresurarme.
—Nn... Sí, alfa...—él mismo
separó las piernas, ofreciéndose a pesar de acabar de correrse.
Aaron sonrió. Se quitó la ropa y se
arrodilló entre sus piernas. Lo penetró suavemente y comenzó un
lento balanceo mientras Spencer se recuperaba. Podía correrse ya
mismo, pero el omega se veía demasiado hermoso aún con el vestido,
ahora con una mancha blanca, como para terminar tan rápido.
—Muéstrame tu pecho—le ordenó.
Spencer le miró algo avergonzado.
Siempre jugaba con su pecho y ya no tenía ninguna vergüenza de
estar desnudo frente a él, pero por algún motivo llevar un vestido
lo hacía parecer aún más sucio. Pero no podía desobedecer a su
alfa, sobre todo durante el sexo. Se bajó los tirantes hasta
descubrir su pecho.
—¡Nnh!—se sobresalto al sentir
crecer el miembro en su interior—. ¿Estás más...?
—¿Grande? Sí, te ves increíblemente
sexy.
El omega intentó cubrirse el rostro,
pero Aaron le sujetó los brazos. Era demasiado lindo para ocultarlo.
Sujetándole por las muñecas, se inclinó y chupó sus pezones
erectos. Spencer gimió y su interior se contrajo, sus pechos estaban
más sensibles que nunca y sentía que podría volver a correrse solo
con eso.
—Al... fa...—jadeó, contoneando
las caderas.
—¡Ngh!—Aaron no pudo contenerse
ante las provocaciones del omega y embistió con fuerza.
Sin poder cubrirse la boca, Spencer
tuvo que morderse el labio para contener un grito de placer. Aaron ya
no se detuvo, sin dejar de sujetar sus muñecas le embistió
profundamente una y otra vez. El calor de la pasión los envolvía,
más sofocante que el calor del verano. Spencer quería quitarse el
vestido, que ahora resultaba agobiante, pero sus manos estaban
firmemente sujetas contra el colchón y de algún modo eso le
excitaba.
Comenzó a sentir el nudo crecer y
Aaron le colocó de lado antes de que aumentara demasiado. Le abrazó
por la espalda, acariciando sus pechos, y siguió embistiendo hasta
que ya no pudo moverse más.
—Ahora tienes que correrte para mí,
Spencer—le susurró, mordisqueando con suavidad su cuello.
—Uhn... No puedo... ¡Nnh!—en
cuanto pellizcó sus pezones, el «no puedo» careció de sentido.
—Claro que puedes, una y otra y otra
vez.
Masajeó sus pechos como si fueran los
de una mujer a pesar de que apenas estaban hinchados y jugó con sus
pezones. Spencer se contoneaba, gimiendo dulcemente hasta que ya no
pudo más y se vino, manchando de nuevo el vestido. Su interior
abrazó el nudo y se contrajo sobre la dura verga, exprimiendo la
simiente del alfa. El omega se estremecía al escuchar al oído sus
gruñidos de placer. Eso duraría por largos minutos y probablemente
se quedaría dormido con el miembro en su interior.
Continuará...
Ahhhh No lo puedo creer. Tonta Haley. Bueno esperare por el siguiente capitulo.
ResponderEliminarLindo Jack, llamar a Spence mama, que adorable.
Bye~~~