Título: Hotch Scratch Fever
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: DarkJediQueen y Rivermoon1970 Trabajo original: Hotch Scratch Fever
Traducción: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon
Capítulos: 5 (3 de 5)
Resumen: Se suponía que iba a ser una captura rutinaria, bueno, tan rutinaria como puede ser en la UAC. Por desgracia, fue de todo menos rutinario y ahora Hotch es, bueno, Hotch ha sido transformado...... en un gatito. Y nadie sabe cómo transformarlo de nuevo.
—¡WAAAAAHHH!—Spencer
se despertó sobresaltado al sentir unos afilados dientes de gatito
morder los dedos de sus pies—. ¿Qué demonios, Hotch?—gruñó
mientras el gatito seguía atacando los dedos que sobresalían por la
sábana.
El
gatito retrocedía y volvía a saltar sobre los largos dedos, sus
dientes mordisqueando al tiempo que pequeñas garras se hundían en
su pie. Hotch estaba a punto de saltar una vez más cuando Spencer le
agarró por el pescuezo y lo levantó.
—Deja
de morderme los dedos. Eso duele—Spencer miró enfadado a Hotch,
quien solo extendió sus patas delanteras hacia él y ronroneó—.
Eres un gamberro terrible y travieso, ¿lo sabías?—Spencer no pudo
evitar la pequeña sonrisa que se formó en la comisura de su boca
mientras el gatito estaba encogido colgando de la mano de Spencer aún
por su pescuezo. Sacudiendo la cabeza finalmente bajó al gato—.
Mira, me quedan dos horas más, déjame volver a dormir. Solo porque
seas un bicho raro al que le gusta ir a correr a las cinco de la
mañana todas las mañanas no significa que todo el mundo lo sea.
Ahora vuelve a dormir—Spencer se metió de nuevo bajo las sábanas
y Hotch las pateó intentando acurrucarse con él—. ¿Qué?
Hotch
seguía ronroneando y pateando las sábanas. Spencer suspiró y las
levantó para ver si eso era lo que quería. El gatito saltó hacia
delante y contoneó su pequeño cuerpo bajo las sábanas hasta que
estuvo pegado contra el estómago de Spencer. Spencer rio y sacudió
la cabeza colocando una mano sobre la espalda de Hotch, rascando el
pelaje. El ronroneo contra su estómago le hizo volverse a dormir.
Cuando
finalmente despertó para empezar el día, Hotch aún estaba
enroscado en una bola, pegado contra su estómago. Se permitió unos
minutos para simplemente relajarse. Su cuerpo ansiaba tener a Hotch
abrazado a él. Suspiró y salió de la cama. Quería una ducha y una
oportunidad para olvidar. Con Jack en el salón, Spencer sabía que
su ducha tendría que ser rápida. Si había lágrimas mezcladas con
el agua mientras caía sobre su rostro, nadie tenía por qué
saberlo.
El
desayuno fue fácil. Tenía unas patatas fritas en el congelador,
huevos y pan. Hotch hacía gachas, pero Spencer pensó que quizás un
recordatorio de su padre no era algo bueno y no estaba seguro de si
podría comerlas él mismo si las hacía. Había un bote de zumo de
uva instantáneo en el congelador. No era lo mejor, pero serviría
para ellos. Se aseguraría de pasar por la tienda y comprar algo para
que comieran los tres. Mientras las patatas se cocinaban en el fogón,
fue al portátil y lo encendió. Tenía que averiguar si había algo
que Hotch no pudiera comer. Aun cuando tenía la mente de un humano,
su cuerpo era el de un gato y no necesitaba una visita al veterinario
con un sollozante Jack. Él probablemente también estaría
sollozando.
Cuando
pudo oler las patatas fritas, volvió al fogón y les dio la vuelta,
añadiendo un poco más de mantequilla. Encendió el fuego con la
sartén para los huevos al tiempo que colocaba el pan en la
tostadora. Tenía una con cuatro ranuras ya que había días en los
que solo podía soportar tostadas durante sus dolores de cabeza.
Spencer se detuvo y miró la tostadora. No se había dado cuenta de
que sus dolores de cabeza no eran tan malos y no lo habían sido en
mucho tiempo. Tenía algunos brotes, pero nada tan malo como el del
caso de Florida. Habían empezado a disminuir en número y frecuencia
cuando Hotch y él habían comenzado a salir juntos.
El
sonido de movimiento en el sofá le hizo mirar a la sartén por los
huevos. A Jack le gustaban revueltos con queso y, mientras que
Spencer nunca los había tomado así antes, Hotch los había hecho de
ese modo una vez para una cena y Spencer había descubierto que
también le gustaban así. En el frigorífico encontró el bloque de
queso y vio que quedaba justo lo suficiente. Cortó el queso en
pedazos y se preparó para romper los huevos en el cuenco. Cuando
tenía lo que esperaba fuera suficiente en el cuenco, los revolvió
con un tenedor. Jack se dio la vuelta en el sofá cama y se acomodó
de nuevo. La cafetera se encendió y Spencer comenzó a preparar su
primera taza.
Había
una jarra en los armarios y abrió el zumo congelado y lo echó en la
jarra antes de añadir un poco de agua caliente, suficiente para que
comenzara a descongelarse antes de llenar el resto con más agua y
hielo para asegurarse de que estaba frío y agradable para Jack. Lo
metió al frigorífico y sacó el beicon. Era uno de los desayunos
favoritos de Hotch y nadie en el equipo había comido nada que
proviniera de un cerdo por un tiempo tras el caso en Canadá. Spencer
había sido el único que lo había comido con regularidad tras
aquello y estaba bastante seguro de que su propio amor por el beicon
había vuelto a despertar el de Hotch. Añadió el beicon a la
tercera sartén que había estado calentando lentamente en el tercer
fuego. Esperaba que el olor a beicon despertara a Jack porque no
quería enfrentarse al monstruo que era el chico cuando tenía que
despertar y no quería.
El
olor a beicon comenzó a llenar la cocina y Spencer vio que el café
estaba hecho. Se sirvió la primera taza antes de echar los huevos y
el queso en la sartén. Miró la hora. Había mucho tiempo antes de
que Jack tuviera que levantarse. El colegio le pillaba de camino a la
oficina así que no tendría que desviarse y añadir tiempo al
trayecto. Removió los huevos y comprobó las patatas antes de
acomodarse con la espalda contra la encimera y miró a Jack. El chico
estaba estirado sobre su espalda con la boca abierta. La manta
enroscada alrededor de su cuerpo.
Había
un sonido suave que Spencer no podía situar y entonces sintió
zarpas afiladas. Miró su pierna para ver a Hotch trepando por sus
pantalones. Dejó el café y se inclinó. Tan pronto como su mano
rodeó el pequeño cuerpo de Hotch, retrajo sus zarpas.
—Buenos
días—Spencer lo levantó para acariciar su rostro con la nariz,
pero pequeñas zarpas en sus mejillas evitaron que se apartara. Hotch
lamió la punta de su nariz antes de permitir que lo apartara.
Spencer lo levantó para darle un beso en su pequeña frente antes de
colocarlo en su hombro. Hotch se acomodó con solo una pizca de
zarpas en su piel. Rio al sentir cómo se estiraba hasta que ambos
pares de patas estuvieron colocadas en su pecho y espalda y su
pequeño estómago estuvo sobre su hombro.
Comprobó
la comida mientras oía gruñidos apagados de Jack. Hotch comenzó a
ronronear mientras levantaba la taza de café y tomaba un sorbo. El
ronroneo se detuvo y un gruñido comenzó cuando bajó la taza.
Volvió a subirla para dejar que Hotch le diera unos lametazos antes
de dejarla para poder encargarse de la sartén con las patatas. Les
quedaban algunos minutos así que encendió el horno a cien grados
para mantener la comida caliente mientras Jack terminaba de
despertar. Tenía diez minutos antes de que Spencer tuviera que
despertarlo a la fuerza.
Justo
cuando se terminaban de hacer los huevos y el beicon y la tostadora
saltaba, Jack salió de la cama. Imaginó que no necesitarían más
de dos rebanadas cada uno. Si Hotch se comía una tostada, estaría
lleno así que Spencer simplemente partió un pedazo de la suya y la
sostuvo para que Hotch la comiera. El gatito ni siquiera cambió de
posición, la comió ahí tumbado. Spencer rio mientras echaba una
porción grande en su plato y una más pequeña en el plato de Jack.
El cuenco de comida aún estaba vacío pero sucio, así que puso un
poco extra en su propio plato y bajó a Hotch de su hombro dejándolo
en su silla, levantando un dedo para decirle que se quedara quieto.
Hotch
sentó su trasero en la silla y Spencer estuvo bastante seguro que
tenía un mohín en el rostro. Spencer llenó un baso de zumo para
Jack y lo dejó en la mesa antes de llevar ambos platos. El platillo
con las tostadas fue lo siguiente. Jack se sentó en su silla
mientras Spencer volvía a la mesa. Dejó su taza de café y puso a
Hotch en su regazo, cruzando las piernas para que el gatito pudiera
trepar a su rodilla. Spencer acercó la taza para que Hotch pudiera
beber antes de comenzar a comer. Jack bebió la mitad de su zumo
antes de tomar un bocado de su comida, pero en cuanto comenzó, se
lanzó con un saludable apetito. Una vez que Jack hubo cogido sus dos
tostadas, Spencer acercó el plato. Partió un cuarto de tostada y lo
dejó en el plato. Echó algo de huevo y patatas y partió dos trozos
de beicon. Hotch se estiró sobre la mesa y comenzó a comer. Spencer
comenzó con su propia comida.
—¿Has
dormido bien, Jack?
—Sí,
Spencer. ¿Cuándo me dejó papá?
—Hace
unas tres horas. Decidió intentar despertarme atacando los dedos de
mis pies.
—Oh.
—Tiene
momentos en los que actúa como hace normalmente y entonces le da por
actuar como un gatito. Ataques a dedos y calcetines incluidos.
Jack
sonrió y miró al gatito por unos segundos antes de volver a
centrarse en su comida. Spencer miró a Hotch y vio que estaba
comiéndoselo todo salvo el beicon. Spencer mantuvo un ojo sobre él
mientras terminaba de comer. Hotch se había terminado todo salvo el
beicon. Preocupado, Spencer lo cogió. Jack se terminó el zumo y se
levantó de la mesa. Esperó a que el chico estuviera fuera de la
sala antes de levantar a Hotch a la altura de sus ojos.
—¿No
quieres beicon?—Spencer cogió un pedazo y Hotch lo tomó de sus
dedos. El gatito devoró el pedazo y le miró pidiendo más. Spencer
lo dejó de nuevo sobre su rodilla y comenzó a darle pedazos. Sacó
su teléfono y le envió un mensaje a Morgan diciéndole que él
mismo conduciría hasta el trabajo. Tenía el coche de Hotch, que
estaba mejor equipado para Jack. Recibió una respuesta afirmativa de
Morgan y miró a Hotch. No tenía ni idea de qué hacer con él. No
podía llevárselo a la oficina y alguien tenía que darle de comer.
No quería dejar comida fuera para él. Un pequeño mordisco en su
dedo atrajo su mirada. Hotch lamió sus dedos algo grasientos,
limpiándolos. Spencer rio e imaginó que volvería a casa a la hora
de la comida para calentar lo que había quedado de los espaguetis
para él.
Veinte
minutos más tarde, Spencer tenía a Jack listo para marchar. Aún
tenía que recoger sus propias cosas así que cuando dejó la
habitación para encontrar a Hotch sentado en su transportín,
esperando, supo que iba a haber un problema. Dejando su bandolera en
el sofá, Spencer sacó a Hotch.
—No,
Hotch. No puedes ir conmigo. Tengo que poder concentrarme para
trabajar y tú no eres más que un problema. Andarás por el suelo y
no quiero que te pisen. Una herida que pueda matar a un gatito te
matará a ti. Si nos quedamos atascados, te prometo que volveré y te
llevaré.
Hotch
decayó en sus manos. Spencer lo odiaba, pero parte de recuperar a
Hotch era asegurarse de que no acababa herido. Lo dejó sobre el
respaldo del sofá y encendió la televisión en el canal de
historia. Era el canal que Hotch usaba como sonido de fondo. Hotch le
maulló mientras se colocaba el abrigo antes de ayudar a Jack con el
suyo. Solo hacía algo de fresco.
Aaron
frunció el ceño mientras Spencer ignoraba sus gritos. El genio
estaba ocupado con Jack así que estuvo más que tentado a saltar
sobre él, pero no quería hacerle daño. Se giró para mirar molesto
a la televisión. Entonces vio la bolsa. Sonriendo para sí mismo,
saltó a los cojines del sofá y rápidamente se metió en la bolsa.
Por suerte había pocas cosas ahí que pudieran hacerle daño. Nunca
había mirado antes dentro de la bolsa. Si había algo que uno no
hacía, era meterse en la bandolera. Hotch se enroscó en la esquina
más cercana a la cadera de Spencer en lugar de en el frente y esperó
no ser descubierto. Cuando encontró algo supersuave, lo lamió. Casi
comenzó a escupir ante su horrible sabor.
Entonces,
la solapa de la bolsa se levantó. Hotch intentó hacerse tan pequeño
como era posible para no ser visto.
—Hotch,
nos vamos. ¿Hotch?—Spencer metió un libro en la bolsa y cerró la
solapa, pero no antes de que Hotch viera la cosa suave. Era una
corbata. Y no cualquier corbata, era una corbata que había perdido
hacía dos años.
Había
sido un caso en una pequeña ciudad y el equipo se había visto
forzado a compartir habitaciones. Aaron había compartido con Spencer
mientras las chicas compartían otra. Por suerte, Dave y Morgan
pudieron conseguir habitaciones para sí mismos. Spencer no se había
visto feliz ante la idea de compartir habitación con Morgan, así
que Aaron se había ofrecido.
—¿Dónde
está papá?—preguntó Jack. Aaron enroscó la cola alrededor de su
cuerpo y se movió a donde podía coger la corbata con su boca, sin
preocuparse de dañarla. Si evitaba que maullara, podía destruirla.
La bolsa cambió de posición y Aaron intentó moverse a donde el
libro no le hiciera daño. Por suerte, Spencer movió la bolsa de
modo que estaba en su costado y no donde rebotaría en su pierna.
—Creo
que está molesto por no poder ir. Vámonos ya para que no pueda
escapar.
Aaron
descubrió que había tenido una muy mala idea cuando el ascensor se
abrió y Spencer comenzó a moverse hacia el coche. No se había dado
cuenta de lo rápido que se movía Spencer. Entonces fue levantado y
dejado en el asiento trasero.
—¿Puedo
sentarme delante?
—Umm...—Spencer
pausó y Aaron esperó que se lo permitiera. Normalmente montaba
delante cuando Aaron le llevaba al colegio. Las únicas mañanas que
no lo hacía era cuando Spencer montaba con ellos—. Claro.
El
sonido de puertas abriéndose y cerrándose, seguido por el click de
los cinturones le dijo a Aaron que se estaban preparando. Las únicas
veces que Aaron recordaba a Spencer conduciendo era en los casos y
normalmente persiguiendo a un Sudes por lo que no era una buena
manera de saber cómo iba a ser su forma de conducir. Había
conducido la noche anterior, pero había sido un tipo de conducción
exageradamente cautelosa que le decía a Aaron que tenía muchas
cosas en mente. Esta mañana probablemente también tenía muchas
cosas en la cabeza, pero había un límite de tiempo.
—¿Qué
voy a hacer después del colegio?
—El
agente Anderson va a recogerte y a traerte a la oficina, donde harás
tus tareas en el despacho de tu padre. Recuerdo la circular de tu
profesor que decía que se acerca un gran proyecto de ciencias. Creo
que será un buen momento para comenzarlo y dependiendo de qué trate
podrías incluso terminarlo. El equipo no saldrá a ningún caso
hasta que tu padre regrese a la normalidad a menos que surja algo
realmente grande así que, hasta que cambie o Jessica vuelva, vendrás
a la oficina cada día tras el colegio.
—Genial.
—Sí,
es genial, ¿verdad? Quizás puedas hablar con el tío Derek para que
te lleve con él cuando vaya a trabajar con los chicos en prácticas.
—¿Cuándo
hace eso?
—Cada
tarde que puede así que tendrás una buena oportunidad de que te
lleve esta tarde.
—¡Yay!—Jack
sonaba feliz y Aaron supo que Spencer era una mejor figura paterna de
lo que pensaba. Sabía que era parte de lo que evitaba que el genio
diera los nuevos pasos. Había esperado que mudarse juntos
conseguiera que el joven se relajara de muchas maneras.
—Sí.
Solo no intentes que vaya yo también. Terminé con la nariz
sangrando la última vez.
—Recuerdo
eso. Papá hizo que te sentaras en el sofá con una bolsa de
guisantes en la cara mientras hacía la cena.
—Él
tenía miedo de una conmoción y yo no iba a ir al médico a que me
examinara. Dijo que estaba siendo un cabezota. Tampoco me dejó irme
a casa esa noche.
—No,
pero me gusta cuando te quedas a pasar la noche.
Hubo
un sonido de movimiento y Aaron quería ver qué era, pero no podía.
La bolsa estaba levantada y tenía miedo de tumbarla si se estiraba
para mirar, o Spencer le vería en el espejo retrovisor. Se podía
ver toda la ventana trasera, pero también la mayor parte del asiento
trasero. Aaron lo tenía de ese modo por Jack y sabía que Spencer no
habría cambiado el ángulo del espejo. No tenía por qué hacerlo ni
querría hacerlo.
—A
mí también me gusta pasar la noche—admitió Spencer y Aaron se
sintió orgulloso por ello. A pesar de que toda la mecánica de
cambiar en un gatito era horrible, podría tener un lado bueno si
ayudaba a que Spencer superara su miedo. El resto del camino fue
silencioso, oyendo solo páginas pasando. Jack debía de estar
leyendo. Lo hacía mucho de camino al colegio. Aaron sentía que el
calor de la bolsa comenzaba a ser demasiado así que se movió con
cuidado a un lado de la bolsa que con suerte estaría bloqueado por
el propio asiento de Spencer. Bajó el borde de la bolsa y fue
recompensado con una bocanada de aire fresco. El coche deteniéndose
hizo que se soltara. Se agachó en el medio de la bolsa y el sonido
de ambas puertas abriéndose le dijo que Spencer también estaba
saliendo. Oyó el pitido de la alarma. Ahora era un buen momento para
tumbar la bolsa. Con suerte, Spencer asumiría que había sucedido
cuando había parado.
Aaron
asomó la cabeza fuera de la bolsa y respiró. La bolsa se movió y
él cayó con ella. Por suerte no fue arrojado fuera de ella y solo
se quedó ahí con la nariz asomando por el borde hasta que escuchó
el pitido de la alarma.
Spencer
subió al asiento del conductor y en lugar de marcharse
automáticamente, dejó el coche parado. Aaron apenas podía oír el
sonido de su teléfono marcando. Entonces escuchó el pitido de los
altavoces bluetooth.
—Anderson—el
agente respondió por el altavoz del teléfono.
—Soy
Reid. Necesito que me hagas algunos favores hoy.
—Strauss
dijo que estaría a disposición de tu equipo, pero no me dijo de qué
trataba.
—Hotch
fue transformado en un gato en el último caso. Perdimos al Sudes
debido a que alguien le cambió las esposas con supresión mágica
por unas normales. La oficina local está investigando si fue un
accidente o fue a propósito, pero ahora tenemos que intentar
localizar al Sudes, que está desaparecido, y conseguir que Hotch
cambie de nuevo. Necesito que investigues todos los hechizos que
Prentiss va a enviarte en todo lo que puedas echarle mano en la
Librería del Congreso.
—Puedo
hacer eso. ¿Qué vas a estar haciendo tú?
—Repasar
los libros de magia en el despacho de Hotch. He leído todo lo que
tiene en casa. Hay otro favor mayor que necesito. Jack sale del
colegio hoy a las tres menos cuarto. Les he dicho que le recogerás.
Tienen tu número de carné y una foto tuya. Muéstrales eso y
dejarán que Jack se vaya contigo. Tráelo a la oficina. Imagino que
terminarás en la biblioteca justo a tiempo para ir a recogerle.
—Ya
veo. Me aseguraré de ponerme una alarma en el móvil. ¿Algo más?
—No.
—¿Dónde
está Hotch?
—Enfurruñado
por ser dejado en casa para mirar el canal de historia.
—No
te envidio ahora mismo, Reid. Me sorprende que consiguieras que se
quedara allí.
—A
mí también.
—Si
necesitas algo más, solo llámame o envía un mensaje.
—Lo
haré—el pitido señaló que la llamada había finalizado. Aaron
volvió a meterse en la bolsa hasta que hizo demasiado calor dentro
de nuevo. Realmente lamentaba haberse ocultado así porque no ser
capaz de ver a dónde iban estaba molestando su estómago y realmente
no quería vomitar dentro de la bolsa de Spencer. En su lugar, se
movió hacia la corbata de nuevo y se enroscó a su alrededor.
Reconoció el olor de su propia colonia ahora que no estaba
intentando lamer la corbata. Se preguntaba cómo podía oler todavía
a su colonia tras dos años y por qué Spencer aún la estaba
llevando.
Aaron
supo exactamente cuándo entraron en la autopista y sonrió. Ahí
debería poder echarse una pequeña siesta. A pesar de que había
dormido la mayor parte de la noche, estaba cansado. Se acomodó sobre
el libro y se quedó dormido.
Se
despertó bruscamente cuando su mundo volcó sobre él. Mantuvo la
boca cerrada mientras su pequeña voz intentaba gritar y, por suerte,
cuando se le escapó un ruido, la puerta se cerró al mismo tiempo.
El libro se movió más y acabó debajo de él cuando giró y terminó
tumbado en el fondo de la bolsa. Aaron salió deslizándose de debajo
de él, clavando las garras en la tela para salir. Cuando el libro se
tumbó casi del todo, fácilmente subió sobre él, usándolo casi
como una alfombra mágica para permanecer por encima del resto de
cosas en la bolsa. La bolsa solo se detuvo cuando Spencer pasó por
el detector de metales. La escaneraron por la máquina que detecta
bombas de metal, venenos y demás, pero dado que Spencer llevaba
diariamente al trabajo la misma bolsa, sabía que el guarda nunca le
prestaba mucha atención a los rayos-x.
La
bolsa fue recogida de nuevo y el libro se movió para acabar con el
lomo hacia abajo. Aaron intentó montarlo, pero acabó en un sándwich
entre las páginas del libro. La corbata estaba comenzando a ponerle
de los nervios, parecía intentar picar su cola y ahogarle al mismo
tiempo. Intentó apartarla, pero debía de estar en medio de ella
porque aún quedaba mucho a su alrededor.
Aaron
decidió que una pelea con la corbata era la única opción. Tenía
que demostrarle quién era el jefe.
Spencer
dejó la bolsa en el escritorio y se fue a la cocina para coger una
taza de café. Había toda una jarra llena esperando con Morgan a su
lado.
—Pareces
ávido y entusiasmado esta mañana, Reid—dijo el otro agente.
—He
dormido bien esta noche. Bueno, hasta que Hotch decidió que los
dedos de mis pies tenían que ser atacados a las cinco de la mañana,
pero arreglé eso y después durmió conmigo en la cama. Anderson
dejará aquí a Jack cuando salga del colegio.
—¿Cuidaste
de Jack anoche?—peguntó J. J. entrando en la sala con su taza.
Spencer
le llenó la taza cuando terminó con la suya propia.
—Hotch
lo quería ahí y a Jessica le surgió algo en el trabajo. No era un
gran problema cuidar de Jack. Hablamos, vimos la televisión y se
quedó dormido en el sofá cama con Hotch sobre él.
—¿Así
que sabe que su papá es un gato?—preguntó Morgan.
—Por
supuesto, Hotch no le mentiría y no querría que nadie más le
mintiera en su lugar.
—Uh,
¿Reid?—llamó Prentiss. Spencer se dirigió a donde estaba su
compañera para verla mirando su escritorio. Miró su bolsa encima de
él. Estaba sacudiéndose. Dio un par de pasos hacia ella cuando la
solapa de su bolsa se abrió de golpe y se encontró con Hotch
saliendo rodando de la bolsa y aterrizando en el suelo, la corbata
que llevaba con él envuelta alrededor suyo. Si Spencer no supiera
mejor, diría que Hotch pensaba que la corbata era una serpiente y
estaba intentando matarla. Observó mientras Hotch rodaba por el
suelo antes de coronarse ganador y pararse orgulloso sobre la
derrotada corbata.
—¿Mraw?—gritó
Hotch. Mirando alrededor y viendo dónde estaba. Se agachó en el
suelo cuando sus ojos aterrizaron sobre Spencer., quien caminó con
cuidado hacia él. Se agachó y lo recogió con su mano libre
mientras sostenía la taza con la otra. Dejó al gatito y la taza en
la mesa, acariciando a Hotch.
—Supongo
que ya que estás aquí, puedes quedarte. Quédate en mi escritorio,
¿me oyes?—preguntó Spencer. Hotch acarició con el hocico su
mano. Spencer se agachó y cogió la corbata, metiéndola en su bolsa
sin decir nada. Si Hotch recordaba todo esto, sabía que preguntaría
por la corbata, pero no iba a decírselo antes de eso. Había estado
guardada en el fondo de su cajón de los calcetines y la había
metido en su bolsa tras su pequeña pelea. Hotch había dejado un
bote de su colonia en casa de Spencer y la había rociado con ella.
No iba a admitir nada de eso dentro de la oficina.
—¿Se
coló en tu bolsa?—preguntó Prentiss.
—Sí.
Pensaba que estaba enfurruñado porque le obligué a quedarse, pero
en su lugar el desgraciado estaba escondido en mi bolsa—Spencer se
sentó en su silla. Acercando la taza al gatito y suspirando—.
Debería de haberlo sabido. No habría dejado que Jack se fuera sin
decir adiós a menos que tuviera una razón.
Prentiss
y Morgan rieron mientras J. J. intentaba acariciarlo. Hotch saltó
del escritorio al regazo de Spencer y se acomodó, mirando a la
mujer. Spencer conocía esa mirada, era la cara de Hotch de
"atrévete". J. J. dio un paso atrás. Hotch se acomodó
aún más en el regazo de Spencer.
—Es
muy...
—¿Susceptible?—preguntó
Prentiss.
—Entre
otras cosas. Tengo que coger unos archivos de su escritorio. Sé que
antes de que fuéramos al caso había sacado diecisiete consultas en
las que quería trabajar lo antes posible. Trabajaré primero en
esas—Spencer se levantó con el gatito acurrucado en su mano y se
dirigió al despacho de Hotch.
Morgan
se apoyó en la esquina del escritorio de Prentiss y observó
mientras Reid se alejaba con Hotch.
—¿Así
que vamos a ignorar eso?—preguntó Prentiss. Sus ojos también
estaban siguiendo a la pareja.
—Sí,
porque no hay manera de acceder a él. Ya lo he intentado—Morgan
quería encerrar a los dos en una habitación y no dejarlos salir
hasta que Reid hubiera confesado su amor. Quería encontrar al Sudes
sin importar qué, pero ahora mismo su atención estaba dividida
porque sin Hotch no había un usuario de magia a la altura de Jones
en el equipo y tenían que traerlo de vuelta para atrapar a Jones.
—¿Qué?—preguntó
J. J.
—Reid
está enamorado de Hotch—Prentiss se sentó en su silla girándose
hacia J. J. y Morgan.
—Y
Hotch está enamorado de Reid—dijo Morgan en voz baja. No le
gustaba compartir los secretos del chico, pero necesitaba toda la
ayuda que pudiera conseguir para transformar a Hotch en humano de
nuevo. J. J. era más cercana a Reid en algunos aspectos que él; si
alguien podía llegar a él, sería ella.
—¿Qué?—preguntó
J. J. Miró hacia el despacho—. ¿Qué quieres decir? Sabía que
Reid tenía un cuelgue por Hotch, ¿pero enamorado?
—¿Cómo
sabes que Hotch está enamorado de Reid?—preguntó Prentiss.
—Eso
no puedo decírtelo—Morgan no iba a ir tan lejos. No iba a romper
esa confidencia—, pero sé que es verdad. Mira cómo está actuando
con Reid. No puedes decirme que haría eso con cualquier otro.
—¿Crees
que el hechizo que usó fue el del alma gemela?—la mirada de
Prentiss estaba lejos, como si estuviera pensando. Morgan estaba
acostumbrado a eso. A diferencia de Reid, ella tenía al menos la
mitad de su cerebro en ellos y el resto en el problema.
—Estoy
bastante seguro de que sí. Puede que Jones sea reacio al amor, pero
es perezoso. Su casa nos dijo eso y este hechizo, este hechizo de
almas gemelas es fácil. Le eché un vistazo y creo que hasta un
novato podría hacerlo. Puede que yo no tenga magia, pero hemos
trabajado en suficientes casos con personas mágicas para saber lo
que conlleva.
—Es
un hechizo sencillo, pero...
—Mira,
es más que el hechizo. Pase lo que pase, Reid tiene que admitir ante
Hotch que está enamorado de él. Solo confiad en mí—Morgan miró
a las chicas y les vio asentir.
El
sonido de un bufido atrajo las miradas de los tres a donde estaban
Reid y Hotch saliendo del despacho de este último. El gatito estaba
en el hombro de Reid ya que este tenía los brazos llenos de
archivos. Rossi estaba tras la pareja. Sosteniendo una mano
presionada contra su pecho. Estaba mirando sorprendido a Hotch.
—Se
sobresalta fácilmente—fue todo lo que dijo Reid antes de bajar las
escaleras y dirigirse a su escritorio.
Dejó
los archivos y bajó a Hotch de su hombro, dejándolo en el
escritorio, justo junto al café de nuevo. Tan pronto como el joven
se sentó en la silla y abrió el archivo para trabajar con él,
Hotch se acercó, frotándose con la mano de su amante. Morgan
observó mientras el rostro de Reid se relajaba en una sonrisa que
nunca había visto antes.
—Deja
de atacar compañeros de trabajo y dejaré de enfadarme.
Hotch
le maulló y Reid acarició su espalda. Morgan miró a Prentiss y a
J. J. y arqueó una ceja. Prentiss asintió de acuerdo con él y J.
J. parecía que les estaba viendo por primera vez.
—Hasta
el almuerzo—dijo Morgan antes de girarse y dirigirse a su despacho.
Iba a disfrutar de algo de tranquilidad. Tenía todos los archivos de
Jones abiertos en su escritorio. Rossi había sugerido que tal vez el
equipo pasaría mejor la mañana tomando un pequeño descanso de
intentar perseguirlo, pero Morgan no quería eso. Entendía lo de
aclarar la mente, dar un paso atrás para ver el caso con nuevos
ojos, pero no podía.
Dave
observó mientras Reid trabajaba en los archivos de Aaron. Su mano
seguía desviándose hacia el gatito que estaba durmiendo en su
regazo. Pensaba que era el amigo más cercano de Aaron, pero no
estaba seguro de cómo se había perdido eso. Había pensado que
Aaron necesitaba un empujón final para decirle al genio que le
quería más que como amigo, pero ver la prueba frente a él de que
ya eran más que amigos era una sorpresa. No había pretendido nada
con la caricia que le había hecho a Aaron antes, pero parecía que
tocar al gatito mientras estaba cerca de Reid tenía un efecto muy
protector en él.
Aaron
había bufado a otros dos agentes por siquiera acercarse al
escritorio de Spencer por detrás. Parecía un pequeño gato
guardián. El almuerzo había sido interesante ya que Spencer en
realidad había dejado a Aaron en su silla con instrucciones de que
si no estaba allí cuando regresara, iba a comer pienso para mascotas
hasta que fuera humano de nuevo. Aaron no se había movido ni un
centímetro. Cuando el joven regresó, llevaba consigo un sándwich y
patatas fritas junto con más café. Uno grande que era evidentemente
para él y un segundo más pequeño.
Cuando Reid le quitó la tapa y lo colocó frente al gatito, imaginó
que era para Aaron. No estaba seguro de si tanto café era bueno para
él, pero sabía que su amigo era un cabezota. Reid abrió la bolsa
de patatas fritas y las echó sobre una servilleta. Quitó los trozos
más grandes juntó los más pequeños en una pila. Añadió unos
pedazos de pan en la servilleta seguidos de una loncha entera
troceada de queso. Después añadió pavo, con una tira de beicon
justo encima.
Reid
comió su sándwich mientras escribía con su mano izquierda en el
archivo de Aaron que había cogido de su despacho. Era el último.
Cuando terminó el sándwich, Reid cogió el beicon y lo rompió en
pedazos más pequeños. Dave esperaba que lo colocara junto al resto,
pero en su lugar se lo dio de comer a Aaron cachito a cachito con sus
dedos. El gatito dejaba de comer los trozos de patata cada vez que
sostenía uno para él. Había una domesticidad en aquella escena que
hacía que Dave se sintiera como un mirón. Cada vez estaba más de
acuerdo con Morgan en que debía de ser el hechizo de almas gemelas.
También podía ver que conseguir que el genio admitiera su amor iba
a ser difícil.
Dave
no tuvo oportunidad de hablar con Reid a solas hasta que Anderson
entró con Jack justo tras salir del colegio. El chico corrió
directamente hacia su padre y lo cogió, acurrucándolo por un
segundo antes de sentarse en el regazo de Reid. La oficina estaba
vacía por ser media tarde, pero el resto del equipo estaba en la
sala de reuniones discutiendo lugares donde Jones podría
encontrarse. Reid se había encargado de preparar el despacho de
Aaron para que Jack trabajara en sus tareas, incluyendo colocar el
portátil para Jack en el escritorio y limpiarlo de todo salvo lo que
Jack podría necesitar. Aaron parecía muy feliz de ver a su hijo y
permitió que lo llevara al despacho y lo dejara en el escritorio.
Reid le siguió con lo que parecía la taza de café del almuerzo,
solo que ahora estaba llena de agua.
—Jack,
estaré en la sala de reuniones si me necesitas. Tu padre no tiene
permitido salir del despacho y lo sabe. No necesitamos que lo pisen.
—Anderson
dijo que se coló en tu bolsa, ¿es verdad?
—Tu
padre es un hombre muy cabezota—fue todo lo que dijo Reid.
Jack
rio y Dave pudo oír un indignante maullido de Aaron. Estaba seguro
de que la mirada en su rostro no tenía precio. Dave esperó a que el
genio pasara su despacho antes de llamarle. Le indicó que cerrara la
puerta y Reid le miró extrañado, pero lo hizo antes de sentarse en
la silla frente al escritorio de Dave.
—¿Encontraste
algo en el caso?—preguntó Reid.
—No
de la forma en que estás pensando—Dave suspiró y colocó los
codos sobre el escritorio, apoyando la cabeza sobre sus manos para
sostenerla—. Sé que Aaron tachó el hechizo de almas gemelas y
estoy seguro de que tenía sus razones para ello, ¿pero cómo
podemos estar completamente seguros de que no fue el hechizo que usó?
—Hotch
no lo habría tachado sin una buena razón.
—Entiendo
eso y él es el más versado en hechizos, ¿pero qué daño puede
hacer contemplar la idea? ¿Qué duro podría ser en realidad
simplemente decirle que le quieres?
—¿Por
qué están todos obsesionados con que pueda ser el hechizo de las
almas gemelas?—Reid parecía molesto—. Tenemos que encontrar a
Jones y no discutir mi vida amorosa y la de Hotch.
—Reid—comenzó
Dave, pero se detuvo cuando el joven se levantó.
Salió
furioso del despacho y se dirigió al despacho de Aaron. Segundos más
tarde salió con Aaron enroscado en sus manos. Dave se levantó de su
escritorio cuando pasó el despacho, siguiéndolo a la sala de
reuniones donde García estaba preparada con el portátil y los demás
estaban trabajando en intentar averiguar exactamente a dónde podía
haber huido Jones. Colocó a Aaron en la mesa. Aaron parecía un poco
asustado, como si supiera que algo iba mal. Se agachó en la mesa y
miró a Reid con un poco de miedo en el rostro. Dave cerró la puerta
tras él y J. J., viendo que algo iba mal, cerró la otra puerta.
—No
conozco otra manera de evitar que esto sea el centro de atención en
lugar de encontrar al hombre que hizo esto, así que—Reid respiró
profundamente y miró a los ojos a Morgan—. Estoy enamorado de
Aaron Hotchner.
Reid
miró al gatito, que aún era un gatito y no pareció que estuviera
cambiando. El joven se giró hacia Dave.
—¿Crees
ahora que podamos centrarnos en el tema que nos ocupa, que es
encontrar al hombre que hizo esto al hombre que amo?—no esperó una
respuesta, solo pasó rozando a Dave al salir de la sala. Cerró la
puerta con no poca fuerza.
—Supongo
que eso lo aclara—dijo Prentiss.
—Yo
no lo entiendo—dijo García. Extendió la mano para acariciar a
Aaron, pero el gatito se alejó de ella.
Dave
suspiró y abrió la puerta, Jack estaba asomando la cabeza por la
puerta del despacho de su padre y Dave le indicó que se acercara.
Jack corrió por el pequeño pasillo y Dave le dijo que cogiera a su
padre. El gatito estaba inquieto, aún no había dejado que García
le tocara y estaba francamente asustado en ese momento. Aaron corrió
por la mesa y prácticamente saltó sobre su hijo. Jack tan solo le
sostuvo cerca, marchándose. Dave cerró la puerta.
—Creo
que puede que hayamos molestado a Reid—dijo Dave sentándose. Había
estado tan seguro y sabía que Morgan también había estado seguro—.
Eso no fue en absoluto como pensé que iría.
—¿Podría
haber un efecto retardado?—preguntó Morgan mirando a Prentiss.
—No.
Habría un cambio inmediato. No es el hechizo de almas gemelas.
Parece que tenemos que ponernos con estos libros que Reid hizo que
Anderson nos trajera—Prentiss cogió el primero. La imagen que
estaba grabada en el cuerpo era grotesca. A Dave se le revolvió el
estómago—. Genial. Manual
de Transfiguración Humana
de Diavan—el rostro de Prentiss se volvió verde al abrirlo.
—¿Todos
son tan malos?—preguntó J. J. cogiendo con cuidado un libro.
—No.
Esto es lo peor. Es un manual que un padre hizo después de que sus
hijos estuvieran a punto de matarse el uno al otro intentando
convertirse en criaturas. Muestra todo el proceso al igual que los
cinco hechizos más comunes. Si es uno de esos cinco, este servirá
para corregir lo que hiciera Jones.
Continuará...
Me he enamorado de esta historia, al igual de las otras, muchas gracias por darnos estos bellos momentos...!!!!
ResponderEliminar😍😍😍😍