Título: La niebla
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +14 Advertencias: violencia
Capítulos: 1
Resumen: Una niebla ha envuelto la ciudad y todos los humanos han caído en un profundo sueño. Stiles está despierto.
Nota: AU – Peter recupera su estatus de alfa tras matar a la darach y es el alfa oficial del territorio porque a Scott no le interesan esas cosas.
* * * * *
Era
tarde por la noche cuando una densa niebla comenzó a cubrir la
ciudad. Resultaba extraño porque era casi verano y el tiempo había
sido cálido todo el día y la previsión anunciaba que seguiría
siéndolo toda la semana.
Stiles
cerró la ventana de la habitación y se sentó en la silla de su
escritorio con el móvil en la mano.
A
Scotty » Crees que la niebla sea algo sobrenatural?
De
Scotty » No todo lo q pasa tien q ser sbn
A
Z-wolf » Crees que la niebla sea algo sobrenatural?
De
Z-wolf » No lo descartaría. Estoy investigándolo.
Esa
era una de las muchas diferencias entre los dos alfas, Scott esperaba
a que las cosas se pusieran realmente mal para comenzar siquiera a
investigar mientras que Peter lo hacía a la mínima sospecha de algo
raro. Muchas veces no era nada, pero en una ciudad como Beacon Hills
siempre era mejor estar prevenido. Y cuando sí resultaba ser algo,
Peter ya estaba preparado. Después de que hubieran acordado
compartir territorio, siendo Peter el alfa oficial (porque a Scott
esas cosas no le interesan, claro), Stiles se había mantenido
cuidadosamente neutral, aprovechando la excusa de ser humano para no
escoger un alfa. Scott seguía siendo su mejor amigo (incluso si
ahora pasaba la mayor parte del tiempo con Allison y Isaac) y
Peter... bueno, no sabía qué era Peter, pero algo era. No se le
pasaban por alto las insinuaciones disfrazadas de bromas ni el café
que dejaba a su lado tras largas horas de investigación preparado
justo como a él le gustaba. Stiles tampoco podía evitar reír con
sus bromas (con ese humor algo negro que ambos compartían) o
quedarse dormido apoyado contra él cuando estaba demasiado cansado
tras un enfrentamiento.
Encendió
el ordenador y comenzó a buscar criaturas o hechizos que pudiera
provocar esta niebla, descartando los artículos que hablaban de la
novela de Stephen King (pero haciendo una pequeña nota aparte por si
acaso).
No se
fue a la cama hasta ya entrada la madrugada y gruñó cuando su
teléfono lo despertó con el tono de llamada de Scott antes de que
sonara la alarma del despertador.
—¿Quéééé?—respondió
con el rostro aún medio sumergido en la almohada.
«Stiles,
mi madre no despierta», sonaba desesperado.
—¿Qué?—se
incorporó sobre los codos, frunciendo el ceño confuso.
«Mi
madre no despierta y no hay nadie en la calle. He llamado al hospital
y nadie contesta, incluso a la policía y nada».
Stiles
echó las sábanas hacia atrás y salió de la cama de un salto.
Entró en la habitación de su padre sin llamar y gritó su nombre
cuando lo vio en la cama. El hombre no reaccionó. Se arrodilló en
la cama y lo sacudió por ambos hombros llamándolo, pero nada. Cortó
la llamada con Scott y marcó otro número.
—Mi
padre no despierta—dijo en cuanto descolgó—. Peter, mi padre no
despierta, está dormido o inconsciente o en coma. No lo sé.
«Comprueba
su pulso», le ordenó Peter con voz serena pero firme.
Stiles
colocó dos dedos en el cuello de su padre por debajo de la
mandíbula. Allí estaba, lento, pero allí estaba. Suspiró aliviado
y limpió un par de lágrimas de su rostro.
«Ahora
escucha. Parece que todo el mundo está en el mismo estado. No salgas
de casa, estaré allí en quince minutos para traerte a la Casa».
—Puedo
ir yo-
«No,
Stiles. No te quiero solo en la calle. Estaré allí en quince
minutos. No salgas de casa. Llama a Scott y dile que puede venir con
su manada a la Casa».
—Vale,
de acuerdo. Date prisa—colgó y se sentó junto a su padre, con una
mano sintiendo el pulso en su muñeca mientras con la otra llamaba a
Scott—. Hey, mi padre está igual, todos están igual. Peter está
investigando, dice que puedes llevar a tu manada a la Casa.
«Voy
a llamar a todos para que vengan aquí. Trae tus libros y empezaremos
a investigar-».
—No,
Scott. Voy a ir a la Casa.
«¿Qué?
¿Por qué?».
—Porque
mi padre está... dormido o en coma, no lo sé, y Peter es el que
tiene la información y que ya
está investigando y lleva investigando desde ayer. Te recomiendo que
vengas a la Casa, Scott.
Colgó el teléfono y fue a vestirse y a recoger sus libros (incluso
si probablemente Peter ya los tenía). Observó la niebla a través
de la ventana de su habitación que no le dejaba ni ver la hierva de
su jardín. En menos de quince minutos, Peter llamó a su puerta.
—No
puedo dejar a mi padre aquí—le dijo nada más abrir la puerta.
Sin intentar replicar ni hacerle cambiar de idea, Peter entró en la
casa y subió las escaleras. Un minuto después bajaba con el sheriff
en sus brazos. Stiles salió con él y abrió la puerta trasera del
coche de Peter para que metiera al sheriff. Se subió después en el
asiento del pasajero mientras Peter arrancaba el coche.
—¿Has
hablado con Scott?—le preguntó alejándose de la casa.
—Sí...
Quería reunir a todos en su casa. Le recomendé que viniera a la
Casa, pero no sé si lo hará—y no quería pensar en ese momento
por qué consideraba la casa Hale como la casa de la manada mientras
que la casa de los McCall era solo la casa de Scott.
—Es
su manada, es su responsabilidad.
Stiles lo sabía, pero no podía evitar sentirse también
responsable. Scott no sería lo que era si aquella noche no lo
hubiera llevado consigo al bosque. El hombre sentado a su lado
también era responsable, pero él ya había pagado por ello con su
propia muerte y ahora era un buen alfa de nuevo y se comportaba como
Stiles pensaba que un alfa debía hacerlo.
Ni siquiera pestañeó cuando Peter apoyó una mano sobre su muslo,
apretando suavemente reconfortante.
—Va
a estar bien—le aseguró.
Sabía que ya no estaban hablando de Scott. Miró hacia atrás, a la
cara dormida de su padre.
Llegaron a la nueva casa Hale, un edificio tan grande como la antigua
casa Hale, pero situado a casi un kilómetro de esta (nadie estaba
dispuesto a reconstruir sobre las cenizas de tantos recuerdos). La
parte superior apenas se podía ver con la niebla y eso que parecía
menos densa por la reserva. Peter llevó a Noah en brazos dentro de
la casa y lo subió a una de las habitaciones de invitados que el
propio sheriff había usado tras alguna fiesta. Stiles entró en la
cocina, donde se solían reunir cuando era solo la manada Hale, y
Derek le ofreció una taza de café después de sentarse entre Malia
y Cora, sacando ya su ordenador. La gran mesa estaba llena de libros
abiertos además de otros dos ordenadores.
—¿Qué
has encontrado hasta ahora?—le preguntó a Peter en cuanto entró
en la cocina.
—Nada
exacto—respondió sentándose frente a él al otro lado de la
mesa—. Algunas criaturas pueden crear esta clase de niebla, otras
pueden hacer dormir a las personas, ninguna con una extensión tan
grande ni ambas a la vez. Mi apuesta en este momento sería por un
hechizo.
—¿Brujas?
—Puede,
pero necesitarían un gran poder para conseguir algo así.
—¿Estarán
usando el Nemeton?
Todos se pusieron tensos ante la mención.
—Lo
dudo, para conseguir que el Nemeton acceda a algo así deberían
haber pasado mucho tiempo con él realizando sacrificios. Mi querido
sobrino aquí podrá atestiguar por ello.
Derek arrugó el gesto y Stiles le dio una patada a Peter bajo la
mesa.
—Sé
bueno—le regañó.
—Sí,
cariño—respondió con una sonrisa sin parecer para nada
arrepentido, pero no se volvió a mencionar el tema de Jennifer.
—¿Vamos
a ir a revisar el Nemeton por si acaso?—preguntó Malia, ignorando
el habitual flirteo entre ambos.
—Por
supuesto, pero quiero esperar a que venga la manada McCall para
comenzar.
—¿Crees
que vendrán?—le preguntó Stiles con expresión decaída.
Peter extendió el brazo y tomó su mano a través de la mesa. Stiles
no dudó en corresponder, apretando su mano.
—Estoy
seguro de que vendrán, es su mejor opción. Lydia es una chica lista
y se lo hará ver.
Stiles
sonrió, estaba seguro de que si alguno les convencía de venir sería
Lydia (por mucho que aún le desagradara Peter, él era quien tenía
toda la información).
En
ese momento, los cuatro lobos dirigieron la mirada hacia el frente de
la casa.
—Ahí
están—Peter se levantó dándole un último apretón a su mano
antes de soltarla.
Minutos
después ambas manadas estaban sentadas en el amplio salón de la
Casa. Scott le miraba con expresión algo traicionada, pero en ese
momento, con su padre inconsciente en una habitación, a Stiles no
podía importarle menos. Junto a Scott en el sofá estaban sentados
Isaac y Kira mientras que Lydia se había acomodado en un sillón,
apartada ya de la posible disputa que normalmente acompañaba estas
reuniones. Los Hale estaban sentados en el sofá opuesto con Derek de
pie detrás de su alfa. Stiles caminaba de un lado a otro de la sala
evitando ponerse al lado de nadie (y demasiado nervioso como para
estarse quieto).
—¿Dónde
está Allison?—preguntó Stiles cuando se dio cuenta de su
ausencia. No era extraño en otras situaciones, la cazadora no era
bienvenida en la casa Hale, pero este era un caso especial.
—También
está inconsciente, como Chris—respondió Isaac, que ahora
prácticamente vivía con ellos.
—¿Has
hablado con Deaton?—le preguntó Peter a Scott.
—No
he podido contactar con él, probablemente también esté
inconsciente.
—Al
parecer esto afecta solo a los humanos—comentó Cora.
—¿Y
por qué Stiles está consciente entonces?—preguntó Lydia y todos
lo miraron a él.
Stiles
sonrió algo nervioso.
—Uy.
—¿Stiles?—preguntó
Peter precavido, levantándose.
Scott
también se levantó, mirándole confuso. Stiles miró de uno a otro
moviéndose inquieto.
—Uh...
Hey, resulta que no soy del todo humano. Qué gracia, ¿eh?
—¿Desde
cuándo?—preguntó Scott con su expresión traicionada aún más
agravada.
—¿Qué
eres?—preguntó Malia mirándole con interés.
—¿Quién
fue?—preguntó Peter con un gruñido en su voz, sus ojos brillando
rojos.
Stiles
se acercó de inmediato a él, colocando una mano en su pecho y
dejando que acariciara su cuello para tranquilizar a su lobo
marcándolo con su olor.
—Hey,
tranquilo, no ha sido nadie, al parecer es de nacimiento.
Peter
pareció tranquilizarse, pero mantuvo una mano en el hombro de
Stiles.
—¿Puedes
explicarte ahora que tu lobo se ha calmado?—le pidió Lydia y
Stiles ni siquiera pensó en corregirle lo de «tu lobo».
—Um,
bueno, resulta que leí en voz alta un hechizo, que no sabía que era
un hechizo, que encontré en un libro, algo que hablaba de mostrar la
verdadera naturaleza, y, bueno, sucedió.
—¿Qué
sucedió?—preguntó Peter y su mirada era casi la de un niño a
punto de abrir su regalo de navidad, tranquilo ahora que sabía que
nadie le había puesto un dedo encima (que nadie había violado su
humanidad, que nadie había tomado lo que a él le había sido
negado).
Stiles
suspiró y dejó desaparecer la máscara en la que ahora se había
convertido su apariencia humana. Su piel se tornó más pálida de lo
habitual, aunque la diferencia no era grande; su nariz se volvió
algo más puntiaguda, aunque seguía manteniendo su forma
característica; su pelo se tiñó de rojo, un rojo intenso más
saturado que la sangre; y sus ojos brillaron naranjas antes de
apagarse a un tono bronce, solo algo más claro que su color natural.
—Así
que ese es tu poder, volverte pelirrojo—dijo Cora con tono serio
pero burlón.
—Ja.
Ja. Me sienta bien, ¿no crees?—comentó pasándose la mano por el
pelo.
Por
el gruñido en su pecho y la intensa mirada de Peter, el lobo estaba
de acuerdo.
—En
serio, ¿qué eres?—repitió Malia.
—Puede
que, uh... sea un genio.
—Ya
sabemos que eres listo, ¿pero qué tiene eso que ver?—preguntó
Isaac.
—No,
idiota, un genio, un djinn, ya sabes, de los que conceden deseos.
Solo que sería algo más parecido a la versión de Sobrenatural que
a la de Aladdin.
—¿Puedes
conceder deseos?—preguntó Scott con la boca abierta.
Stiles
le miró serio, casi enfadado.
—Vamos
a hacer una maratón de Sobrenatural quieras o no—respondió y se
giró hacia los demás—. No sé qué clase de genio soy porque no
me he atrevido a poner a prueba mis poderes sin supervisión. Por lo
que he leído, hay dos tipos básicos de genio y ambos son
peligrosos. Uno induce sueños agradables, fantasías, en sus
víctimas y mientras están soñando se alimenta de su sangre. El
otro provoca pesadillas con tus peores miedos y se alimenta del
miedo. Evidentemente no soy un genio completo, soy al menos medio
humano, eso suponiendo que mi madre sí fuera una genio completa y
esto no venga de más atrás, así que no sé hasta qué punto
llegarán mis poderes ni, uh... mi necesidad de alimentarme de
humanos, de un modo u otro. Por ahora no me he alimentado de
ninguno—se apresuró en decir ante las miradas sospechosas.
—Tengo—Peter
se aclaró la garganta porque su voz era más un gruñido—. Tengo
varios libros que podrían ser útiles, creo que tengo-
—Gracias,
de verdad—le interrumpió Stiles—, pero primero...—señaló con
las manos a su alrededor indicando el problema que tenían delante.
—Cierto,
cierto—sacudió la cabeza intentando concentrarse—. Vamos a
buscar el origen de esta niebla. Derek, irás con Isaac al Nemeton.
No creo que tenga que ver, pero quiero asegurarme. Cora, Scott y Kira
recorrerán la ciudad buscando algún rastro y Stiles y yo haremos lo
mismo por la reserva. Malia, quiero que te quedes aquí protegiendo a
Lydia en caso de que recibiéramos un ataque.
—¿Por
qué tenemos que hacer nosotros lo que tú digas?—preguntó Scott
platándose frente a él con los brazos cruzados y el ceño fruncido
como un niño pequeño enfurruñado.
—Vosotros
mismos habéis venido aquí porque no sabíais qué hacer. Si quieres
marcharte, adelante y mucha suerte. Derek, ve con Cora y Malia al
Nemeton. Cuando terminéis allí dirigíos a la ciudad.
—Peter—Stiles
le interrumpió con un suspiro—. Scott, tenemos que hacer esto
juntos y Peter es el único que sabe lo que hace. ¿Qué vais a hacer
vosotros solos?
Scott
le miró con expresión herida y ojos de cachorro.
—¿Nosotros?
¿Tú no?—le preguntó el joven alfa.
—No,
Scott, yo no. Junto a los Hale tengo más posibilidades de encontrar
a los culpables de esto y no voy a sabotearme a mí mismo por tu
orgullo cuando la vida de mi padre está en juego. Por favor, vamos a
trabajar juntos en esto.
Scott
agachó la cabeza y en ese momento incluso Stiles podía oler algo
amargo en el aire. Con sus nuevos sentidos era capaz de oler
emociones como los hombres lobo, pero aún no sabía distinguirlas.
Tampoco lo necesitaba, conocía perfectamente a su amigo y era un
libro abierto para él (y realmente para cualquiera que lo mirara).
—De
acuerdo, nos quedaremos—respondió finalmente y por suerte estaba
de espaldas y no pudo ver las expresiones de alivio en sus compañeros
de manada.
Salvo
Lydia y Malia, el resto de personas salieron de la casa y se
dividieron en los grupos que Peter había indicado al principio.
—No
confías en Scott ni en los demás de su manada—dijo Stiles cuando
ya no había oídos ajenos cerca para escucharlo mientras caminaban
entre la niebla por la reserva.
—¿Por
qué dices eso?—preguntó Peter con fingida inocencia, caminando
tan cerca de él como podía sin tropezar uno con otro.
—Mantienes
a uno de tu manada en cada grupo, podrías haber enviado a tus
sobrinos al Nemeton y a Scott con los suyos a la ciudad, pero no te
fías de que hagan un buen trabajo así que has enviado a Cora con
ellos—miró de reojo al lobo y vio una sonrisa aparecer en su
rostro.
—Tan
inteligente—comentó con satisfacción—. Por supuesto que no
confío en ellos, ninguno sabe rastrear, apenas pelear. Pero eso ya
lo sabes, conoces mejor que nadie su penoso historial. De no ser así,
no habrías estado de acuerdo con que me convirtiera en el alfa de
Beacon Hills.
—Scott
es mi mejor amigo, pero quiero una ciudad segura, para mi padre y
para todos los demás. Dejar que los enemigos se marchen con una
regañina solo hace que parezcamos débiles y vengan más a atacarnos
para hacerse con el territorio y con el poder que hay aquí. Además,
tú nunca me has dejado atrás por considerarme el frágil humano.
—Yo
mejor que nadie sé cuánto odias eso, lo sufrí contigo muchas veces
tras regresar de la muerte—era difícil ignorar las quejas
constantes del chico cuando todos los demás se iban a luchar contra
el malo y lo dejaban a él en el loft con Peter.
—Te
recuerdo que tú te quedabas atrás voluntariamente.
—Pero
siempre estaba ahí si se me necesitaba—señaló Peter.
—Lo
sé, por eso acepté que
fueras el alfa. Tu conocimiento nos salvó más veces de las que
ellos se imaginan y, aunque no estabas en plenas capacidades físicas,
luchaste cuando se te necesitó, por una manada que no te aceptaba
como parte de ellos. Y tengo que admitir que has resultado ser mucho
mejor alfa que Derek o Scott ahora que estás cuerdo, aunque eso ya
lo imaginaba.
Peter rodeó su cintura con un brazo, un gruñido vibrando profundo
en su pecho como un ronroneo. Stiles podía oler la excitación
emanando de él. Ese era el olor que más rápido había aprendido a
reconocer porque lo emitía él mismo cada vez que estaba cerca del
lobo.
—Peter...—no
estaba seguro de si quería quejarse o quería más.
—Tenemos
mucho de qué hablar—le dijo el lobo susurrando en su oído.
—Si
esto es porque resulta que no soy humano-
—Cariño,
sabes que esto viene de mucho más lejos. El hecho de que pronto
cumplas dieciocho tiene mucho más que ver.
—¿Estás
esperando a que sea mayor de edad? No puedo creer que te importe algo
así—porque siempre había pensado que Peter conseguiría lo que
quería cuando lo quería, sin preocuparse por esa clase de cosas.
—Puedo
oler el acónito en la pistola de tu padre, no me tomo al sheriff a
la ligera.
Stiles se echó a reír y acarició con la nariz la mejilla de Peter,
apartándose cuando este intentó aumentar el contacto.
—Cuando
esto termine, hablaremos.
Siguieron
caminando entre la niebla, sus brazos o sus manos rozándose
constantemente.
Derek
confirmó que no había nada en el Nemeton, ni rastro de que hubiera
ido nadie por allí. Por su parte, Scott les informó de que había
zonas en la ciudad por donde apenas se podía ver a un palmo de
distancia.
—El
que esté realizando un hechizo tan poderoso tendrá que estar cerca
del centro del hechizo, probablemente donde la niebla sea más
densa—comentó Stiles pensativo.
—Lo
sé.
—¿Lo
sabes? Espera—se giró y plantó frente a él con un dedo
acusatorio—. Sabías que no estarían por la reserva. ¿Por qué
hemos venido aquí si sabías que no habría nada?
—No
estaba seguro, pero era lo más probable. Alguien tenía que venir a
comprobarlo de todos modos y si hubiéramos ido nosotros primero a la
ciudad y los hubiéramos encontrado, habrías querido atacar sin
esperar a los refuerzos; de este modo ya están esperándonos allí.
Stiles
fue a replicar, pero cerró la boca porque se dio cuenta de que tenía
razón, probablemente no habría esperado a que llegaran Scott y los
demás con el estado en que se encontraba su padre.
—Bastardo
manipulador—masculló y se puso en camino hacia la ciudad.
No
estaba realmente enfadado, aunque intentaba aparentarlo. Peter no le
apartaría de la pelea, pero tampoco pondría en riesgo su vida
inútilmente ni le dejaría cometer estupideces. La forma en que
Peter lo protegía le hacía sentir algo cálido en su pecho. Aun
así, no iba a admitirlo.
Se
reunieron primero frente al hospital con Derek y Isaac. Mirando el
edificio con luces en muchas de las ventanas solo podían esperar que
todos los pacientes estuvieran bien hasta que lograran solucionar
esto. Después, se dirigieron hacia el centro, donde se encontraron
con el otro grupo.
—No
hemos encontrado nada, ningún rastro particular ni signos de...
bueno, gente despierta—les informó Cora cuando llegó con Scott y
Kira.
—Tampoco
sabemos qué estamos buscando exactamente—comentó Derek.
—Como
ha dicho Cora, cualquier signo de que alguien está despierto, de
gente activa—explicó Peter, aunque sabía que eso no iba a ser de
mucha ayuda.
—¿Como
un olor de emoción reciente?—preguntó Stiles.
—Sí—el
lobo se giró hacia él y vio la expresión pensativa en su rostro—.
¿Qué estás oliendo?
—No
estoy seguro.
No
era excitación y no era tristeza ni preocupación, básicamente los
únicos olores que había aprendido a distinguir hasta ahora. No era
olor a comida tampoco, pero hacía su boca salivar. Sin pensarlo,
comenzó a caminar, retrocediendo hasta la última calle que habían
pasado y siguiendo por ella. Podía imaginar en su mente una escena
de dibujos con una tarta enfriándose en una ventana y su olor
flotando por el aire y atrayéndolo. Cuanto más avanzaba más
intenso se volvía y tenía que contenerse para no echar a correr.
—Oh,
ahora puedo olerlo, es miedo—comentó Scott, aunque él no había
sido el primero en percatarse, los Hale ya se habían dado cuenta
mucho antes.
—Bueno,
eso resuelve un misterio—murmuró Stiles sin detenerse.
Esta
no era su opción preferida, alimentarse de sangre habría sido más
fácil una vez que hubiera conseguido acceso a un banco de sangre, no
habría tenido que hacerle daño a nadie. Alimentarse de miedo sería
mucho más complicado.
El
olor los llevó hasta una casa algo alejada el centro, con un jardín
cuidado y una valla blanca, nada como el almacén abandonado que
todos esperaban (y que era lo más habitual). Un radio de unos quince
metros alrededor de la casa estaba completamente libre de niebla y no
había duda de que este era el lugar. Cuando Stiles fue a cruzar la
calle para llegar hasta ella, Peter lo detuvo agarrándolo del brazo.
Stiles
lo miró molesto, casi siseando entre sus dientes que parecían algo
más afilados de lo habitual. Sus ojos brillaban intensos y se
encontraron con otros ojos igual de brillantes. Entonces, el joven
reaccionó y se dio cuenta de que se había dejado llevar por su
nuevo instinto. Cerró los ojos y se forzó a tranquilizarse. Sus
ojos se apagaron y sintió sus músculos relajarse. Solo entonces
Peter lo soltó.
—Puedo
escuchar cuatro latidos desde aquí, uno de ellos parece la víctima
que hemos estado siguiendo—les informó Peter y Stiles estuvo
agradecido de que no mencionara su falta de control—. Derek, Cora y
Isaac irán por detrás, Scott y Kira conmigo por delante. Stiles,
quiero que vayas primero y compruebes que no hayan puesto ningún
hechizo de protección o alguna barrera.
—¡Eso
es peligroso!—intervino Scott.
—De
los que estamos aquí, Stiles es el único que tiene cierto manejo de
la magia y el único que podrá detectar si hay algún hechizo. Y si
hasta ahora ha podido manejar la ceniza de serbal, estoy seguro de
que aún podrá atravesar una barrera, a diferencia de
nosotros—replicó el alfa. Ignoró cualquier otra queja del chico y
se dirigió de nuevo a Stiles—. Pero no entres, espera a que los
hayamos reducido para seguirnos.
Stiles
agarró la mano de Peter y le forzó a sacar una zarpa. La pasó por
el anverso de su antebrazo dejando una superficial línea roja a su
paso. Ante sus propios ojos, la piel se fue cerrando hasta que no
quedó rastro de la herida.
—Supervelocidad
y superfuerza también parecen estar entre mis habilidades, pero aún
no las he desarrollado, mis poderes se están despertando poco a
poco—le explicó.
El
lobo estaba sonriendo con un brillo algo maníaco en sus ojos.
—Entrarás
conmigo. Ve.
Stiles
cruzó la calle y se acercó lentamente a la casa. Podía sentir la
magia emanando de su interior, ese hormigueo que siempre sentía
cerca de magia recorría su cuerpo. Sin embargo, no había ningún
rastro de hechizos protectores ni de ninguna otra clase alrededor de
la casa. Quienes estuvieran dentro estaban muy seguros de que no iba
a sucederles nada. Craso error. Les hizo una señal a los demás para
que se acercaran. Derek, Cora y Isaac rodearon la casa hasta la
puerta trasera mientras los demás se reunían con Stiles en la
principal.
Los
siguientes minutos fueron un pequeño caos organizado. Ambos grupos
echaron las puertas abajo al mismo tiempo y no se detuvieron ni un
segundo. Avanzaron por la casa siguiendo los latidos que oían hacia
el sótano. Los lobos bajaron las escaleras con uno o dos saltos y en
un instante tres mujeres estaban inmovilizadas contra el suelo por
los Hale. En la sala había otro cuerpo, el de una mujer joven con
piel verde que estaba atada a una mesa. Stiles no era capaz de capaz
de captar ningún detalle, apenas era capaz de contenerse. El olor a
terror que emitía la chica era... delicioso. Forzó su cuerpo a
quedarse inmóvil, apartado contra la pared, mientras Scott y Isaac
soltaban a la chica.
—Sacadla
de aquí—ordenó Peter, sus ojos fijos en Stiles.
El
chico inspiró profundamente cuando pasaron a su lado, pero no se
movió, no hacía falta. El olor a miedo llenaba la sala como un
denso perfume y Stiles podía saborearlo. Sentía calor en sus dedos,
un suave brillo rojizo iluminándolos. Se dio cuenta de que se estaba
alimentando del miedo residual.
—¿Así
que habéis puesto a dormir a toda una ciudad solo por ella?—escuchó
decir a Peter. Había estado hablando con las brujas, pero Stiles no
había escuchado nada.
—Habríamos
hecho lo que fuera necesario—replicó la bruja, la que parecía la
jefa y que se retorcía inútilmente en manos del alfa—. Y si no
nos la devolvéis, esta ciudad permanecerá dormida para siempre. No
levantaré el hechizo hasta que no tenga mi venganza y si me matáis
jamás podréis deshacerlo.
Stiles
y Peter cruzaron miradas. El alfa asintió.
Stiles
se acercó a la bruja, su rostro frío, pero los lobos podían oler
su enfado. Todos sabían que nadie que amenazara la vida del sheriff
salía de rositas.
—¿Estás
segura de que no quieres replanteártelo? Puedo ser muy persuasivo.
Peter
no pudo evitar sonreír al recordar con esa frase esa noche en la que
este chico había tenido el valor de rechazarle, incluso si su
corazón había delatado la mentira.
—¡Ja!
¿Qué piensas hacer? ¿Torturarme? Adelante, eso no te servirá
conmigo—respondió la bruja con una sonrisa.
—Estaba
pensando más bien...—levantó la mano hasta que sus dedos flotaron
sobre la frente de la mujer envueltos en una luz roja como su pelo.
Podía sentir un hormigueo y calor por toda su mano, sabía qué
hacer, lo estaba anticipando—. ¿Cuál es tu mayor pesadilla?
Vio
la expresión asustada en el rostro de la mujer justo antes de tocar
su frente y de que sus ojos se cerraran. El cuerpo de la bruja quedó
inerte y Peter lo dejó en el suelo sin mucha delicadeza. Los ojos de
Stiles brillaban. Pronto el sótano comenzó a llenarse del olor a
miedo que emanaba la bruja. Stiles sentía llenarse. No sabía cómo,
pero estaba alimentándose de ese miedo. Y era delicioso.
—Stiles—le
llamó Peter suavemente.
El
chico reaccionó. Cierto, no la querían muerta, de momento. Tocó de
nuevo la frente de la mujer y esta vez despertó.
—Por
favor, por favor, por favor—repetía apenas comprensible, aún
aturdida por la pesadilla.
Stiles
le dio un bofetón y la mujer reaccionó. Le miró con ojos llenos de
terror.
—¿Vas
a eliminar el hechizo o prefieres regresar a tu fantasía?—le
preguntó con una sonrisa.
—No,
no, por favor, lo haré, haré lo que sea, por favor—suplicó.
—¿A
qué esperas entonces?
La
mujer asintió y tras realizar un ritual Isaac y Kira confirmaron
desde fuera que la niebla se estaba desvaneciendo.
—¿Qué
vamos a hacer con ellas?—preguntó Scott regresando al sótano.
—Yo
me encargaré de eso—respondió Peter sin elaborar más.
—¡No
puedes matarlas!—replicó el joven alfa.
Stiles
y Peter intercambiaron otra mirada.
—Scott,
este es el territorio de Peter, es su decisión. ¿No deberías ir a
ver cómo está tu madre? ¿Y Allison?—al mencionar a esta última,
Scott reaccionó. Por supuesto. Stiles tuvo que evitar poner
los ojos en blanco—. Vamos, tengo que ir a ver a mi padre.
Stiles
lo acompañó fuera del sótano, asintiendo una última vez a Peter.
El lobo haría lo que tuviera que hacer con ellas y a Stiles no podía
importarle lo más mínimo que murieran.
La
ciudad despertó poco a poco, aquellos que estaban en la cama sin
darse cuenta de lo que había sucedido mientras que otros despertaban
en el suelo con alguna contusión en la cabeza por la caída. Algunos
no despertaron, hubo varios muertos en el hospital. Stiles se
encontró con el sheriff saliendo ya de la casa, dispuesto a poner
orden en la ciudad después de que las chicas le contaran lo que
había sucedido.
—¿Qué
te ha pasado en el pelo?—le preguntó Noah nada más verlo.
Ups.
Se había olvidado de eso.
—Am...
¿Estás bien, papá? ¿Todo bien?—preguntó, dándole un abrazo.
—Sí,
no cambies de tema.
—Luego
te lo explico, ¿vale? Creo que pueden necesitarte en la ciudad.
—Luego
me explicarás esto—dijo señalando su pelo—, y todo lo demás
que ha pasado.
—Sí,
papá, lo prometo—le dio otro abrazo, feliz de que estuviera bien.
Sabía que tarde o temprano tendría que explicarle su nueva
situación, pero le habría gustado tener algo más de tiempo para
poder darle más respuestas.
Lydia
se llevó al sheriff en su coche y poco después los tres Hale
regresaron a la Casa.
—¿Todo
bien?—preguntó Stiles, sentado en el sofá junto a Malia. No
necesitaba detalles, solo saber que se habían hecho cargo de ello.
—Todo
bien—respondió Peter con una sonrisa, contento de que el chico
siguiera en su casa (Stiles sabía que el alfa querría asegurarse
después de todo de que estaba bien así que no se había marchado
con su padre)—. ¿Tenéis hambre? ¿Desayunamos?
—Es
un poco tarde para desayunar—replicó Derek.
—Nunca
es tarde para desayunar. ¿Tortitas?
Así
es como los cinco terminaron desayunando juntos en la cocina de la
Casa. Para Stiles era como desayunar en familia (más familia de la
que había tenido nunca) y después de la mañana que habían tenido,
era agradable algo de paz. Después del desayuno, los tres betas
salieron a patrullar los límites del territorio, necesitaban
asegurarse de que todo estaba bien, no tanto porque creyeran que
había una amenaza sino por sentirse seguros. Todos se despidieron
dándole una palmada en el hombro y acariciando su brazo, marcando al
chico con su olor mal disimuladamente.
—Estás
preocupado—le dijo Peter cuando se quedaron solos en la casa,
colocando una mano en su cuello sin molestarse en disimular. El lobo
necesitaba asegurarse de que se encontraba bien, siempre era así
tras el encuentro con alguna criatura y Stiles se había acostumbrado
a ello.
Se
sentaron en el sofá, uno junto al otro. Peter lo rodeó por la
cintura con un brazo y Stiles no dudó en apoyarse contra él.
—Soy
un monstruo que se alimenta de miedo—no había querido admitirlo,
no creía poder decirlo frente a nadie más, pero Peter le hacía
sentir que no sería juzgado.
—A
estas alturas deberías haber aprendido a no utilizar la palabra
monstruo a la ligera.
—Una
criatura que provoca pesadillas y se alimenta del miedo que estas
generan creo que es una buena definición para monstruo—replicó.
—Bueno,
no creo que yo sea la persona más adecuada para discutir eso, aunque
realmente fueras un monstruo, una bestia o un asesino psicópata,
seguiría queriéndote.
Lo
decía con tanta naturalidad que Stiles sabía que era verdad.
—Oh~
Yo también, mi lobo zombi—respondió y no le sorprendió darse
cuenta de que era sincero.
—Estoy
hablando en serio, Stiles.
—Yo
también.
Cuando
su corazón se mantuvo firme, Peter supo que era verdad. Estrechó su
abrazo y besó al chico en la frente, acariciando con el rostro sus
cabellos rojos.
—Tres
semanas, solo tres semanas más—tres semanas para su cumpleaños,
tres semanas para que el sheriff no pudiera poner ninguna pega a que
su hijo saliera con un hombre que le doblaba la edad (aunque quizás
lo antecedentes criminales eran más importantes que la edad).
—Estas
contando los días, ¿verdad?—le dijo riendo, colocando las piernas
sobre su regazo, provocándolo un poco. Un gruñido vibró en el
pecho del lobo.
—Tengo
un calendario en mi habitación.
Stiles
se echó a reír a carcajadas.
me encantooooooooooooo.!!!
ResponderEliminaramo cuando stiles es asi duro, crudo aaahhh demaciado malvado y re-bueno a la vez..!!!
me encanta..!!!
y bueno peter es un amor no importa que..!!!