Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (28 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 28
Spencer despertó con una sensación de
inquietud por todo su cuerpo. Sentía frío y su cuerpo temblaba.
Antes incluso de abrir los ojos, su cerebro se sacudió con los
recuerdos de lo sucedido antes de perder la consciencia. Se incorporó
de golpe y todo dio vueltas a su alrededor.
—¡Quieto, quieto!—unas manos
fuertes le obligaron a tumbarse y cuando su vista se enfocó vio a
Alex junto a él.
—Aaron...
—Aún está en quirófano, no sabemos
nada—le dijo. Spencer intentó levantarse de nuevo, pero Alex le
sujetó firme—. Cálmate, no puedes hacer nada ahora—su jefe le
miró con una expresión de pánico en el rostro, respirando
agitadamente—. Escúchame, va a recuperarse, va a estar bien, te lo
prometo. Tienes que mantener la calma, te necesitamos centrado.
Spencer tardó un momento en asimilar
sus palabras, pero finalmente asintió.
—¿Qué pasó?—preguntó cuando
pudo controlar un poco su respiración.
—Cuando registraban la clínica dos
sujetos que tenían contratados, probablemente los que realizaban los
secuestros, comenzaron a dispararles. Estaban en un pasillo del
sótano sin ningún lugar en el que protegerse. A Prentiss también
le dieron, pero en el chaleco, a Hotch lo alcanzaron en el cuello. Se
lo llevaron enseguida en la ambulancia y entró directamente a
quirófano, no sabemos más por ahora.
Spencer miró a su alrededor, estaba en
una pequeña habitación individual con las persianas bajadas y tan
solo una suave luz por encima de la cama. Miró su mano. Había una
aguja perforando su piel. No le gustó eso, sintió que iba a
vomitar.
—Es solo suero—le dijo Alex al ver
su reacción, indicando la bolsa que colgaba en alto junto a la cama.
No le gustaba de todos modos, sentir
una aguja en su piel le hacía pensar en lo agradable que sería en
ese momento estar colocado. No sentiría ese dolor que aplastaba su
pecho, su cabeza dando vueltas, palpitando, el terror que lo invadía.
Quitó el esparadrapo que la sujetaba y sacó con cuidado la aguja. Alex no intentó impedírselo.
—¿Cómo están los niños?—preguntó,
viendo las gotas de sangre deslizarse por el dorso de su mano. Ese
deseo de consumir le había hecho reaccionar.
—Hemos detenido a todos los
implicados—Alex sacó un pañuelo y lo presionó sobre su mano—.
Cuando llegaron, el doctor iba a extraerle el riñón al nuevo niño
que habían secuestrado. Los médicos dicen que se recuperará,
acababan de abrirle, pero no parece que haya daños serios. El niño
que iba a ser el receptor también estaba allí, pero aún no habían
comenzado con él.
—Avisa a Satu, quiero que dos
miembros del CRI vayan para atender a ambos niños. No les permitas
detener ahora al padre del niño que iban a operar, no creo que el
niño esté condiciones de sufrir algo así ahora.
—De acuerdo—respondió, conteniendo
un suspiro. Por un momento no había estado seguro de si sería capaz
de recuperarse—. ¿Qué vas a hacer?
—Tengo que quedarme a cuidar de Jack.
Mañana lo trasladarán a Washington—apartó las sábanas y se
sentó lentamente al borde de la cama. Comprobó que sus pies lo
sostenían y se levantó.
—Spencer, yo estoy aquí, puedo
cuidar de Jack. Deberías ir con Aaron—le dijo con una expresión
que decía que esa podía ser la última vez que le viera.
Spencer finalmente se vino abajo, se
cubrió la boca con la mano y comenzó a llorar, volviendo a sentarse
en la cama. Alex le abrazó, pero eso no era ni de lejos lo que
necesitaba en ese momento. Solo quería a Aaron. Ya no podía
imaginar no tenerlo ahí. El resentimiento por el pasado no tenía ni
comparación con el terror a perderle.
Jack fue comprensivo y no le importó
quedarse con Alex mientras Spencer tomaba el avión del FBI para
llegar cuanto antes a Denver. Cuando llegó al hospital, se encontró
en la sala de espera con los miembros de la UAC a excepción de
García (aunque estaba seguro de que iba de camino) y su jefe. Todos
portaban expresiones sombrías y preocupadas. Morgan caminaba de un
lado a otro de la sala pasándose las manos por la cabeza, J. J.
sollozaba en una silla junto a Prentiss, también con lágrimas en
los ojos, y Rossi permanecía inmóvil en un rincón, con los brazos
cruzados y mirando al vacío. Cuando se percataron de su presencia le
miraron como si estuviera a punto de romperse. Se sentía así por
dentro y tal vez se mostraba también en su apariencia. J. J. le
tendió una mano y Spencer se acercó a ella, sentándose entre las
dos mujeres. No dijeron ni una palabra, no había nada que decir,
nada que pudiera aliviar ese dolor.
Los minutos pasaron más lentos que
nunca. García llegó, trayendo aún más lágrimas a la sala. Sus
corazones se detenían cada vez que alguien pasaba frente a las
paredes acristaladas de la sala de espera. Todos se percataron de la
forma inconsciente en que Spencer rascaba el interior de su codo,
aunque no mostró la más mínima intención de salir de la sala.
Finalmente, varias horas más tarde, un
doctor en bata blanca se presentó frente a ellos.
—¿Spencer Reid?—le llamó, mirando
entre un agente y otro.
Spencer se levantó de la silla con
piernas temblorosas y se acercó al doctor.
—Soy yo—dijo con voz apenas
audible.
—Señor Reid, acabamos de terminar la
operación y ahora mismo están trasladando al agente Hotchner a la
Unidad de Cuidados Intensivos. La bala rasgó una arteria y se alojó
cerca de la columna, pero hemos conseguido extraerla con éxito. Aun
así, el agente Hotchner perdió mucha sangre y su vida aún corre
peligro, las primeras veinticuatro horas serán cruciales para saber
si se recuperará. La columna no parece haberse visto afectada, pero
debemos esperar a que despierte para estar seguros.
Por la mente de Spencer pasaban cifras.
Cuántas probabilidades tenía de morir, cuántas probabilidades
tenía de quedar paralítico, cuántas probabilidades tenía de no
despertar, cuántas probabilidades había de daño cerebral (¿había
estado muerto en algún momento?). El médico ni siquiera estaba
seguro de que le hubiera escuchado, parecía ausente, hasta que
habló.
—¿Puedo verle?—preguntó con casi
un susurro.
—Por supuesto, pero solo una persona.
Spencer ni siquiera miró a los demás,
necesitaba verle, necesitaba tener constancia de que estaba vivo. El
doctor le acompañó hasta la UCI y Spencer se quedó en la puerta
por un momento, paralizado. Aaron estaba en la cama, rodeado por
máquinas y tubos de plástico. Nunca le había visto tan pálido.
Por un momento le costó reconocerlo. No podía ser él.
Se acercó lentamente hasta quedar de
pie, inestable, frente a la cama. El pecho de Aaron subía y bajaba,
aunque con el tubo en su garganta Spencer no estaba seguro de si
podría respirar por sí mismo. El monitor cardiaco le indicaba que
estaba vivo, pero por algún motivo le costaba creerlo. Su mano
tembló como la de un adicto cuando la adelantó hasta posarla sobre
la mano de Aaron.
Estaba fría. ¿Siempre había sido tan
fría? No, las manos de Aaron eran cálidas, siempre eran cálidas
cuando le tocaba. Sollozó. Su respiración se agitó y comenzó a
llorar. Se cubría la boca con la otra mano, pero apenas era capaz de
ver con las lágrimas. No podía perderlo. De ningún modo podía
perderlo. No habían comenzado de la mejor forma, pero Aaron aún
tenía que compensárselo, aún tenía que estar el resto de su vida
a su lado para compensárselo.
Los miembros de la Unidad se
sorprendieron cuando vieron salir a Spencer unas pocas horas después.
Ellos no habían dejado la sala de espera y suponían que Spencer no
se apartaría del lado de Aaron hasta que despertara.
—Debo irme—les dijo con un rostro
que parecía el de un cadáver.
—¿Cómo que debes irte?—preguntó
Morgan confuso.
—En un par de horas trasladarán a
Jack a Washington, tengo que ir con él.
—¡No puedes marcharte!—gritó
Rossi incrédulo.
—Aceptó que viniera, pero está
aterrado, tengo que estar con él. El hecho de que esté aquí no
salvará la vida de Aaron, soy más útil allí.
—¡Por el amor de dios, es tu Alma
Gemela, puedes olvidarte del trabajo por él!—Rossi estaba furioso.
Prentiss y Morgan tuvieron que sujetarle y apartarle por miedo a que
hiciera algo violento.
Spencer no le respondió. Con la mirada
perdida en el vacío se dio la vuelta.
—Mantenedme informado, por favor—les
dijo en un susurro y salió de la sala.
Jack era un niño muy perceptivo. Sabía
que era un momento difícil así que no dijo ni una sola palabra
durante el viaje, se conformó con tener a Spencer a su lado,
reconfortándolo con una amable mano, aunque a veces se abstrajera
tanto que no pareciera estar allí. Su mente, al menos, estaba en
otra parte.
Se instalaron en el hospital y los
doctores examinaron a Jack y le hicieron unas pruebas. Fue un alivio,
el único que tuvo, saber que se encontraba bien (lo mejor que podía)
y que podrían operarle al día siguiente. Ethan fue a verle y le
abrazó y dejó que llorara en su hombro, pero no dijo nada. Permaneció allí con él y con Jack, hablando con el pequeño y
jugando con él mientras Spencer no dejaba de mirar los mensajes que
García le enviaba, aunque tan solo decían «sin novedades».
No fue hasta la noche cuando recibió
una llamada.
«Ha despertado», le dijo
sencillamente García al contestar.
La respiración de Spencer se sacudió
y se metió de inmediato en el baño de la habitación.
—¿C-cómo está?—preguntó con voz
temblorosa.
«Mejor que se lo preguntes tú mismo»,
García pasó el teléfono. «¿Spencer?».
—Aaron...—su voz apenas quiso
salir—. L-lo siento... Lo siento tanto...
«Estás donde tienes que estar, mi
amor, no tienes que disculparte», le aseguró y su voz sonaba como
si estuviera sonriendo. Aaron sabía cuánto lo sentía y sin duda le
echaba de menos y querría tenerlo a su lado, pero también sabía
que lo que estaba haciendo era lo correcto. «Estoy bien, voy a
recuperarme. Jack te necesita mucho más que yo».
—Aaron, estaba tan aterrado, nunca he
sentido tanto miedo. No puedes dejarme, no puedes... no puedes...
Aaron, no puedo perderte—le dijo con voz desesperada, deslizándose
por la pared del baño hasta el suelo.
«Estoy aquí, Spence, estoy vivo. Te
lo prometí, no voy a dejarte», sabía que habiendo estado tan cerca
de la muerte esas palabras no servían de nada, pero era lo único
que tenía cuando no podía abrazarlo y consolarlo. «Dime, ¿cómo
está Jack?», le preguntó, intentando distraerle, preocupado
también por todo lo que ese pequeño había pasado y aún le quedaba
por pasar, algo aún peor de lo que él había sufrido.
—Está mejor, mañana le operarán.
Ethan está ayudándome con él, yo no lograba... A Ethan se le dan
bien los niños. ¿Han dicho algo los médicos de cuándo podrás
regresar?
«Al menos una semana, después
dependerá de cómo me vean». Cerró los ojos y suspiró. «Me
gustaría estar ahí contigo».
Quería estar allí porque podía
sentir lo frágil que se encontraba Spencer en ese momento. Aún no
se había recuperado del todo tras el secuestro y la recaída, apenas
había tenido unos días para hacerlo, y ahora su Alma Gemela había
estado a punto de morir y estaba ingresada en un hospital a
kilómetros de distancia mientras él tenía que cuidar de un niño
huérfano enfermo de cáncer al que tenían que operar. Sin duda le
estaba golpeando duro y cada día sería más duro cuando comenzaran
también con la quimioterapia. Quería estar allí para él, no podía
dejarle solo en esos momentos. Quería compartir con él ese
sufrimiento si servía para aliviar su carga lo más mínimo. Odiaba
no ser capaz de mantener su promesa.
—Ahora yo solo quiero que te
recuperes. Superaré esto, puedo hacerlo, pero tú tienes que
recuperarte para poder estar aquí cuando me caiga a pedazos. Te
necesito, Aaron. Te quiero.
«Yo también te quiero, Spencer». Las
pulsaciones en el monitor cardiaco estaban aumentando un poco.
Spencer le había dicho otras veces que estaba enamorado de él por
ser su Alma Gemela, pero lo decía como un simple hecho, esta era la
primera vez que realmente lo sentía y eso le hacía increíblemente
feliz.
Q emoción estoy ansiosa por los próximos capítulos, ya casi termina noooooo, me encanta tu historia, ojalá escribas más así, mil 🙏💕😘💕
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