Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (27 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 27
No fue fácil identificarlos. Como Reid
había dicho, los niños en casas de acogida recibían muy poca
atención incluso desaparecidos. García acabó casi histérica y J.
J. no estaba de mejor humor tras hablar con las casas de acogida y
los Servicios Sociales. Connor estaba algo asustado de ellas.
Finalmente dieron con las identidades de los cinco niños y los
hogares en que se encontraban. Y una fecha aproximada de
desaparición.
Reid había montado una pizarra con
mapas de los Estados en que habían aparecido los niños en la propia
habitación de Jack y en cuanto le dieron las direcciones comenzó a
trabajar. Siempre mientras Jack estaba dormido, el resto del tiempo
lo pasaba a su lado, leyéndole un libro o hablándole de
dinosaurios, que parecían ser su tema favorito. Jack no hablaba
demasiado, pero estaba atento a todo lo que le contaba y hacía
preguntas inteligentes para ser un niño. Estaba sufriendo mucho,
pero apenas se quejaba. Era un niño fuerte y valiente, y Spencer
enseguida se encariñó con él, cosa que solía tratar de evitar por
el bien de ambos.
Estaba tan concentrado explicándole al
pequeño los errores científicos de Jurassic Park, que no oyó
la primera vez que llamaron a la puerta.
—Alguien llama—le dijo Jack.
—Oh, adelante—dijo en voz alta.
Hotch se asomó por la puerta y el
rostro de Spencer se iluminó con una sonrisa.
—¡Aaron! Pasa, ven—Aaron se
sorprendió por un momento, pero se acercó a la cama del pequeño,
quedándose de pie junto a la silla de Spencer—. Jack, este es
Aaron, mi Alma Gemela. Él es quien está cazando a los villanos—le
dijo al pequeño.
Aaron le miró boquiabierto. Era la
primera vez que lo presentaba de ese modo, muy poca gente sabía
incluso que eran Almas Gemelas y al parecer se lo había contado sin
más a ese niño.
—¿Tú eres el superhéroe?—le
preguntó el pequeño.
—¿Superhéroe?—preguntó Aaron
confuso.
—Sí, quien captura a los malvados
que hacen daño a la gente, eres como un superhéroe—le explicó
Spencer con una gran sonrisa que Aaron no podía resistir.
—Bueno, tengo muchos otros
superhéroes conmigo, incluido Spencer.
—Él no es un superhéroe. Spence es
el genio que ayuda a los superhéroes desde la base secreta—le
explicó el pequeño.
—Hum... Eso es bastante cierto,
aunque también se mete en líos de vez en cuando—acarició su
cabeza, sonriente él también—. ¿Te importa si me llevo al genio
un momento para hablar con él?
—Vale—respondió el pequeño
asintiendo.
—Toma, vuelvo enseguida—le entregó
un libro y le dio un beso en la frente.
Salieron de la habitación y se
apartaron un poco para que no pudiera escuchar nada, pero sin
alejarse demasiado.
—¿Cómo está?—preguntó Aaron.
—Mejorando poco a poco, pero no
durará mucho—respondió Spencer, ahora con el rostro sombrío.
—¿Qué quieres decir?
—Está en la segunda etapa del tumor,
tendrán que realizar una nefrectomía, extirparle el riñón, y
también necesitará radiación abdominal y unas veinticuatro semanas
de quimioterapia. No va a ser agradable y no tiene a nadie que lo
acompañe. Bueno, por supuesto, yo estaré ahí, pero... ya me
entiendes.
—No podría estar con nadie mejor que
contigo—acarició sus brazos, intentando calmarlo porque podía ver
la tensión y el nerviosismo emanar de su cuerpo—. ¿Lo llevarás a
Washington, entonces?
—Tan pronto como los médicos lo
consideren apropiado, iremos en un avión medicalizado. Allí se le
hará la nefrectomía y el resto del tratamiento. Cuando ya no tenga
que estar en el hospital permanecerá en el CRI, por ahora.
—Sé que los números te rondan la
cabeza. ¿Qué probabilidades tiene?
—El 23 % de los pacientes son
intervenidos en la fase dos, de ellos el 95 % sobrevive al cabo de
cuatro años—lo dijo como una máquina repitiendo.
—Esa es una muy buena cifra, Spencer.
—Lo sé, pero debido a su estado
debilitado y a la invasión que ha sufrido su cuerpo y que aún no
sabemos qué consecuencias puede haber tenido Jack podría entrar en
el otro cinco por ciento—sus manos se movían nerviosamente y se
mordía el labio. Estaba conteniéndose para no comenzar a llorar
como un padre desesperado.
Aaron le abrazó, sin importarle quién
pudiera verles, y esperó hasta que su cuerpo se relajó un poco y
recuperó el control.
—Con eso solo podemos esperar. Vamos
a centrarnos ahora en capturar al villano, ¿de acuerdo?—le dijo
con lo que intentaba ser una sonrisa. Ver a Spencer en ese estado
también hacía que le afectara a él.
Reid asintió y regresó a la
habitación con Hotch.
—Al principio supuse que realizaría
las operaciones cerca de los escenarios, en algún punto intermedio,
quizás—le explicó, mostrándole los primeros mapas que había
realizado y teniendo cuidado con cada palabra que decía ya que el
pequeño les miraba atento—. Sin embargo, al colocarlo todo en un
único mapa me di cuenta de que no era así—le mostró un mapa de
los Estados Unidos lleno de chinchetas y cuerdas trazando líneas que
convergían en un único punto en el centro como si fueran rayos de
un sol con una forma irregular.
—¿Crees que tienen la base en una
única ciudad? Pero los puntos de... recogida y depósito están muy
cercanos, en el mismo Estado.
—Una buena forma de intentar
engañarnos. En principio parece que realizan la operación en una
ciudad cercana a esos dos puntos, lo que no nos haría buscar más
lejos, sin embargo, las carreteras que toman para llegar a esos
puntos no coinciden en muchos casos con las que serían más
apropiadas desde la ciudad más cercana. Por otro lado, el intento de
dispersión entre los cinco casos deja este espacio en blanco y
existe una ruta directa hacia todos los escenarios desde esta ciudad.
—Así que estás seguro.
—No te habría llamado de lo
contrario. Alex ya está allí investigando la zona.
—De acuerdo. ¿Alguna sugerencia para
poder encontrarlos?
—¿Compras de material médico?
—Hablaré con García sobre eso. Buen
trabajo.
—Gracias.
Hotch se dio la vuelta para irse, pero
en el último momento se giró y le dio un rápido beso que le dejó
algo sorprendido. Aaron sonrió y saludó al pequeño con la mano
antes de marcharse.
Tan pronto como estuvo en el coche con
Morgan, llamaron a García y al resto del equipo.
—Reid nos ha dado una única ciudad
como lugar de las operaciones, Denver, Colorado—les dijo por el
manos libres—. Cree que utiliza puntos de secuestro y abandono
cercanos para engañarnos y hacernos pensar que realizan la operación
en una ciudad próxima.
«Eso sería muy inteligente, de ese
modo también habrían evitado que se conectara los casos aun si se
hubieran identificado los cuerpos», comentó Prentiss.
«Habrán tenido que trasladar allí a
los receptores de los órganos», añadió Rossi. «Habrá registros
de ambulancias privadas que los llevaran desde sus respectivas
ciudades».
«Me pongo a ello», respondió García.
—García, quiero que te coordines con
Connor para buscar también compras de material médico que resulten
fuera de lugar.
«De inmediato. Oh, y ya hemos
encontrado al trabajador social que accedió a los expedientes de
todas las víctimas».
—Buen trabajo, García, pero no
queremos alertarles así que iremos a por él cuando tengamos al
resto de implicados. Rossi y Prentiss, dirigíos a Denver, nosotros
también vamos para allá.
Un registro de ambulancias privadas de
diversas ciudades y material quirúrgico enviado a una clínica de
rehabilitación les llevó unas horas más tarde a dicha clínica.
James Lerman era el director y Logan Brolin el cirujano despedido por
mala praxis al que había contratado y que sospechaban era quien
realizaba las intervenciones. No perdieron tiempo, los coches
llegaron con las sirenas en marcha y asaltaron la clínica a toda
prisa. El trabajador social había revisado nuevos expedientes
después de que se deshicieran de Jack, lo que significaba que podía
haber otra víctima sobre la mesa de operaciones para el trasplante
que no pudieron realizar con Jack.
El equipo entró con las armas en
ristre. Registraron la primera planta sin encontrar nada y tan pronto
como bajaron al sótano los disparos comenzaron. En el estrecho
pasillo con luces alógenas los disparos resonaban ensordecedores. No
tenían ningún lugar donde ocultarse. Apenas veían a sus objetivos
que se escondían tras una puerta al final del pasillo. Un hombre
cayó. Después otro. Los gritos de los agentes se volvieron
histéricos. Un tercer hombre cayó y el fuego se detuvo.
—¡Ve, Morgan!—gritó Prentiss,
arrodillada en el suelo.
Morgan avanzó junto a otros agentes y
pasaron sobre los dos cuerpos inertes de sus atacantes.
—Logan Brolin, saque las manos
lentamente sin causarle más daño y apártese de la mesa—le ordenó
apuntando a la cabeza al cirujano con las manos enguantadas dentro
del cuerpo del niño bajo las intensas luces de aquel quirófano que
no se diferenciaba mucho del quirófano de un hospital.
El hombre obedeció mientras un padre
lloraba cubriendo con su propio cuerpo el cuerpo de su hijo dormido y
aún sin abrir en una mesa contigua y un tercer hombre, un
anestesista, levantaba las manos con una mirada aterrada.
—¿Dónde está Lerman?—le preguntó
Morgan al doctor, empujándolo bruscamente contra una pared y
esposándolo.
—No lo sé.
—¡¿Dónde está Lerman?!—repitió,
golpeándolo de nuevo contra la pared, pero no obtuvo respuesta.
No habían encontrado al director en su
inspección de la clínica, no podían dejar que el cabecilla de la
operación se escapara, no después de todo lo que les había
costado.
«Morgan», dijo la voz de Alex por el
auricular de su oreja. «Tengo a Lerman en la parte de atrás».
Varios equipos médicos llegaron en
cuanto aseguraron la clínica y tres camillas salieron a toda prisa
hacia las ambulancias, dejando los dos cadáveres para el forense.
Morgan salió del edificio seguido de
varios policías más y se dirigió a una calle poco transitada tras
la clínica. Cuando llegaron, se encontraron a Alex junto a un hombre
esposado y con el torso apoyado sobre el capó de un coche. Morgan
agarró al hombre con brusquedad, golpeando con ira su cabeza contra
la carrocería.
—James Lerman, queda detenido por
secuestro, asesinato y tráfico de órganos—se lo entregó a los
agentes de policía, que comenzaron a leerle sus derechos mientras se
lo llevaban hacia los coches patrulla. Se volvió hacia Alex,
pasándose las manos por la cabeza, su rostro cubierto de sudor y su
corazón latiendo acelerado—. Hay que avisar a Reid.
—Todavía no—respondió Alex,
intentando verse más sereno a pesar de la preocupación—, no hasta
que sepamos algo con seguridad y hasta que yo esté allí.
—De acuerdo. Date prisa.
El teléfono de Spencer vibró. Miró
al pequeño dormido y salió de la habitación. Estaba esperando que
le llamaran para saber cómo había ido la redada, pero no conocía
el número que aparecía en la pantalla de su móvil.
—¿Diga?
«¿Doctor Spencer Reid?».
—Sí, soy yo—respondió frunciendo
el ceño ante la voz femenina desconocida.
«Doctor Reid, su marido ha sido
ingresado en el hospital de Denver, sufrió un disparo durante una
operación policial y en estos momentos está siendo operado».
—Qué... No, no...—sus piernas
temblaron y tuvo que apoyarse contra la pared para no caer. Sintió
un intenso pánico que lo dejó paralizado, su cerebro se negaba a
funcionar—. Aaron...
«¿Doctor Reid? Aún no hay un
pronóstico para su marido, hay que esperar a que los doctores
terminen, pero debería venir cuanto antes si es posible».
Spencer ya no escuchaba. Su vista se
estaba nublando y su cabeza daba vueltas. Se deslizó por la pared
hasta quedar sentado en el suelo. Colgó la llamada y con dedos
temblorosos que apenas le respondían llamó a J. J. Tragó saliva,
intentando contener las náuseas que sentía.
«Spence...».
—Aaron... cómo...—su voz apenas
salía y su pecho se sacudió en un sollozo.
J. J. suspiró al otro lado de la
línea. ¿Cómo demonios se había enterado?
«Escucha, los médicos se están
encargando de él ahora, aún no sabemos nada. Te llamaremos en
cuanto sepamos algo, te lo prometo. Alex está yendo para allá
ahora, no tardará en llegar».
—N-no puedo... no puedo ir... no
puedo estar con él, yo...—su cuerpo estaba temblando, sentía un
dolor físico que se retorcía en sus entrañas, que quemaba su piel.
Una enfermera se había agachado junto a él para ver qué le pasaba,
pero ni siquiera era consciente de ello.
«Lo sé, tranquilo, tienes que
quedarte con ese niño. Nosotros estamos aquí, te mantendremos al
tanto de todo, no te preocupes. Va a estar bien, Aaron es fuerte,
esta no es la primera vez que le disparan».
Eso no era ningún consuelo, nada podía
servirle de consuelo en ese momento. Su Alma Gemela se estaba
debatiendo entre la vida y la muerte y él no podía estar ahí.
Aaron moriría y él no estaría ahí. Podía quedarse solo.
Abandonado de nuevo. Podía perder a la persona que más amaba. Al
único para él. Podía perder a Aaron.
Noooo porqué??? Todo estaba tan bien!!!! Buaaa en fin, gracias por el capítulo, esperare con ansias el siguiente y exijo mi lemon final jajajaja
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