Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (29 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 29
—¿Cómo ha ido la
operación?—preguntó Aaron a la pantalla del ordenador que García
le había llevado. Spencer aparecía ahí, sonriendo, tumbado junto
al pequeño Jack somnoliento.
«La operación ha ido muy bien, los
médicos están contentos», respondió Spencer.
«Ahora tendré dos cicatrices», le
dijo el pequeño.
—Yo también tengo una cicatriz
nueva—le dijo sonriente.
«¿Tienes muchas?», preguntó Jack.
—Unas cuantas. Ligarás mucho con
eso.
«¡Aaron!», le regañó Spencer
sorprendido. Aaron rio y torció el gesto ante la punzada de dolor de
su herida. «No hagas el tonto no sea que se te salten los puntos».
—Estoy bien, estoy bien. Jack, ¿te
importa si hablo un momento a solas con Spencer?
El pequeño negó con la cabeza y
Spencer tomó el ordenador y se levantó de la cama. Salió de la
habitación y se sentó en unas sillas cercanas.
—¿Todo bien, entonces?—preguntó
de nuevo, ahora que Spencer podía hablar libremente.
«Sí, todo bien. La operación ha
salido muy bien y los médicos esperan que se recupere rápido. Tan
pronto como lo haga comenzarán con la quimioradioterapia».
—Espero estar ahí para entonces,
aunque sea también ingresado.
«Bueno, las enfermeras de aquí me
adoran así que no creo que sea difícil que os dejen compartir
habitación para que no tenga que volverme loco yendo de uno a otro».
—Hum... Espero que no te adoren
demasiado—comentó frunciendo el ceño. Spencer inclinó la cabeza
mirándole confuso—. No importa. ¿Estás comiendo? ¿Durmiendo?
«Deberías preocuparte por ti mismo
ahora, no por mí».
—Yo sé cuidarme y tengo aquí a todo
mi equipo que me cuida. Tú te olvidas por completo de ti mismo
cuando cuidas de otros.
«No tienes de qué preocuparte, Ethan
se quedará aquí unos días más y se está ocupando de que no muera
de hambre. Y dormir... bueno, eso a partir de hoy».
Aaron suspiró, ya se imaginaba eso.
—De acuerdo, confiaré en Ethan.
«Gracias», respondió sarcástico.
—De nada. Te quiero—le dijo
sonriente e incluso en la imagen de la pantalla pudo ver el rubor
apoderarse del rostro de Spencer.
«Yo también te quiero», respondió
con otra sonrisa.
Terminó la videollamada y dejó el
ordenador a un lado. Tenía un sentimiento cálido en su pecho.
Sentía que las cosas iban a ir bien.
—¿Realmente te parece bien que no
esté aquí?—le preguntó Rossi desde la puerta de la habitación.
—Está cuidando del niño por el que
he recibido una bala. Sí, me parece bien. Me seguiría pareciendo
bien aun sin todo el tema del cáncer y la operación. Como le dije a
él, está donde tiene que estar. Por supuesto que le echo de menos y
querría tenerlo a mi lado, pero ninguno de los dos nos sentiríamos
bien si dejara a Jack por estar aquí—su amigo gruñó frunciendo
el ceño—. Dave, no espero que te guste ni que te parezca bien, ya
no espero nada de ti, solo quiero que nos dejes hacer las cosas como
consideramos oportunas, como funcionan para nosotros. Yo no puedo ser
tu redención por tu matrimonio fallido, Dave.
Vio en el rostro de su amigo que ese
había sido un golpe bajo, pero ya estaba cansado de que se metiera
en su relación con Spencer, no iba a dejar que nadie estropeara lo
que estaban construyendo.
—No era esa mi intención, solo me
preocupo por ti—se dio la vuelta y se marchó.
Aaron sabía que le había herido, pero
Rossi tenía que darse cuenta de una vez de lo que estaba haciendo.
Spencer pasó largas horas pensando.
Tenía tiempo cuando Jack estaba dormido; cuando estaba despierto, su
atención se centraba por completo en él. Reflexionó profundamente
hasta que tomó una decisión. Sabía el momento en que había tomado
esa decisión, aunque sospechaba que la decisión ya estaba tomada
desde mucho antes. El momento en que tomó la decisión fue mientras
esperaba al lado de Jack en su primera sesión de quimioterapia. El
pequeño estaba aterrado, se aferraba a su mano con fuerza, pero se
esforzaba por no mostrar el miedo en su rostro, por ser un chico
fuerte.
Aaron llegó dos días después y fue
ingresado en la misma habitación que Jack a pesar de ir totalmente
en contra de los protocolos gracias a Spencer. Tan pronto como le vio
al entrar en la habitación, Spencer se abrazó a él, con cuidado de
no tocar la herida, y lloró largo rato en silencio. Aaron le rodeó
los hombros con un brazo y le estrechó tan fuerte como pudo. Jack
les miraba algo confuso, pero Aaron tan solo le sonrió y el pequeño
no dijo nada. Cuando se tranquilizó, Spencer se incorporó y se secó
el rostro con un pañuelo.
—Sabía que esos chalecos antibalas
no servían de nada—le dijo con el ceño fruncido.
—A Emily la salvó, podría estar
como yo.
—Si no te salvan a ti no sirven de
nada—murmuró.
Aaron sonrió y acarició su brazo
reconfortante.
—¿Cómo te está yendo, Jack?—le
preguntó Aaron.
—No me gusta la quimio, me hace
sentir mal—respondió el pequeño, que esa mañana había estado
vomitando.
—Pero he oído que te comportas como
un chico grande. Eso está bien, estoy orgulloso.
Jack sonrió y Spencer se sentó a su
lado, tomando su mano entre las suyas.
—El médico dijo que podía irme a
casa en unos días. ¿Iré a la casa de acogida?
Spencer se sorprendió. Era la primera
vez que mencionaba la casa de acogida.
—No, cariño, vendrás conmigo—le
respondió acariciando su rostro—. No vas a volver a ninguna casa
de acogida, te quedarás conmigo.
Aaron miró a Spencer. Eso había
sonado extraño, no había mencionado el CRI, no había mencionado
buscarle unos padres, solo había dicho que se quedaría con él.
Entonces Spencer le miró de reojo. Se levantó de la cama de Jack y
se acercó a él. Retorcía las manos de forma nerviosa, mordiéndose
también el labio.
—Voy a necesitar que firmes unos
papeles. No tienes por qué tomar ninguna responsabilidad, pero ya
que estamos casados necesito también tu firma—le dijo sin mirarle
a la cara.
—Spencer, ¿has pensado bien esto?—le
preguntó, sujetando sus manos.
—Larga y concienzudamente—parecía
más nervioso a cada segundo, seguramente temiendo una negativa.
—De acuerdo, pero quiero esa
responsabilidad, no voy a desentenderme—respondió firmemente.
—Quieres...—Spencer le miró
sorprendido.
—Eres mi marido, será también mi
hijo.
—¡¿Qué?!—Jack gritó desde su
cama.
—S-si te parece bien—se apresuró
en decirle Spencer.
—¿Vais a ser mis padres?—preguntó
con una expresión insegura en su rostro.
—¿Quieres que lo seamos?—le
preguntó Aaron.
—¿Vais a devolverme después?
—Oh, cielo, no—Spencer se acercó a
él y tomó su rostro entre sus manos, mirando directamente a sus
preocupados ojos—. No vamos a devolverte, no vamos a abandonarte
jamás. Cuidaremos de ti como deben hacer los padres y te querremos
como te mereces, te lo prometo.
Jack sonrió con lágrimas en sus ojos
y se abrazó a él como no había hecho nunca. Spencer sintió un
gran amor en su interior y un gran dolor por él. Ese niño era
especial. Era especial para él. Quería a todos los niños a los que
cuidaba, pero sentía un vínculo especial con Jack que nunca había
sentido, un vínculo que se asemejaba al que sentía con su Alma
Gemela, pero que probablemente era más parecido al que un padre
sentía con su hijo.
—¿Le llevarás al CRI?—le preguntó
Aaron aquella noche mientras el pequeño dormía y Spencer estaba
también al borde del sueño tumbado a su lado, con la cabeza apoyada
sobre su pecho en el lado opuesto a la herida.
—¿Hm? No...—respondió
somnoliento, estrechando el brazo que tenía alrededor de su cintura.
—Solo tienes una habitación en tu
casa y Jack necesita una cama para descansar bien, y tú también.
—Ethan está preparando uno de los
apartamentos con dos habitaciones. Está trasladando mis cosas allí
y comprando cosas para Jack.
—Oh, de acuerdo. Me alegra que Ethan
esté todavía por aquí, está ayudando mucho.
—No se va a marchar.
—¿Qué quieres decir?—preguntó
extrañado.
—Ha encontrado a su Alma Gemela y ha
dejado su trabajo en Taiwán. Va a buscarse un trabajo aquí, aunque
imagino que acabará trabajando en el CRI.
—¿Ha encontrado a su Alma Gemela?
¿Él solo? Vaya, eso no es habitual.
—Bueno, lo que se dice solo,
solo...—Spencer sonrió, mirándole travieso—. Es Connor.
—¿Su Alma Gemela?
—Sí.
—Espera. Tú lo sabías. Cuando Ethan
nos estaba diciendo que había conocido a alguien sabías que estaba
hablando de Connor y que era su Alma Gemela. ¿Cómo?—le preguntó
impresionado.
—Conozco a Ethan, conozco muy bien
a Ethan y he conocido a muchas de sus conquistas o más bien me ha
hablado de ellas y jamás había hablado así de nadie. Tuve la
sensación de que esa persona podía ser su Alma Gemela y cuando dijo
lo de hacker rehabilitado supe que era Connor, se presentó a mí con
ese término el primer día.
—Has hecho de celestino.
—Iban a acabar casándose en un año
de todos modos, solo he hecho que estén juntos un poco
antes—respondió encogiéndose de hombros.
—¿Pero están seguros de que son
Almas Gemelas?
—Sí, Connor lo comprobó en la base
de datos. No había querido mirarlo antes porque quería que fuera
una sorpresa, pero no ha podido resistirse y ha hecho un poco de
su... magia para asegurarse.
—¿Te das cuenta de que ha hackeado
una base de datos gubernamental?
—Con mi permiso. ¿Va a detenerme,
agente?—preguntó con una pícara sonrisa.
—Mgh... No me provoques.
Aaron le besó y Spencer respondió
encantado.
—¿Quieres vivir con nosotros?—le
preguntó con sus labios aún rozándose.
—¿Quieres que viva con vosotros?
—Tiene... tiene sentido,
¿no?—respondió nervioso—. Es lo normal y si vamos a cuidar
ambos de Jack sería más práctico que viviéramos juntos...
—¿Pero tú quieres que viva
contigo?—repitió, mirándole seriamente a los ojos.
—No quiero separarme otra vez de ti.
Quiero que estés a mi lado, quiero dormir contigo cada noche—le
dijo con un tono desesperado—. Sé que no será posible por
nuestros trabajos, pero... sí, quiero que vivamos juntos, los tres.
—Me encantaría. No imaginas cuánto
tiempo llevo deseando vivir contigo. Spencer, estoy al cien por cien
en esto, tanto en ser padre de Jack como en nuestra relación, no lo
dudes ni un momento.
Spencer sonrió aliviado y le besó de
nuevo. Se quedaron besándose durante largo rato, solo besándose
porque no estaban solos ni en condiciones de hacer nada más, hasta
que el sueño pudo con ellos.
—¿No te dejas nada por ahí?—le
preguntó Spencer a Aaron, que recogía sus cosas de la habitación
del hospital.
—No que yo vea.
—Uhn... Ya es suficiente—se quejó
el pequeño mientras Spencer le aplicaba crema solar en el rostro y
la cabeza.
—No quiero que te quemes, necesitas
protección.
El pelo había comenzado a caérsele
poco después de la primera sesión de quimio y lo habían rapado del
todo para que no resultara tan incómodo. Había pasado una semana y
ambos pacientes habían sido dados de alta esa mañana (Spencer había
conseguido que fuera el mismo día).
—¡Hey! ¿Estáis listos?—Morgan se
asomó a la puerta de la habitación.
—Sí, ya estamos—respondió
Spencer, mirando a su alrededor por si se dejaban algo.
—Jack, mira lo que te traigo—le
entregó una bolsa al pequeño y el rostro de Jack se iluminó cuando
sacó una gorra del Capitán América.
—¡Gracias!
—Para que no te quemes ese cabezón.
Vamos, ya es hora de que dejéis de oler a hospital.
—No puedo estar más de acuerdo con
eso—respondió Aaron.
Morgan les llevó en su coche hasta el
nuevo apartamento, en la misma planta en la que se encontraba el
anterior apartamento de Spencer.
—¿Puedo ver mi habitación? ¿Puedo
ver mi habitación?—preguntó Jack en cuanto abrieron la puerta. Llevaba días emocionado por tener su propia habitación por primera
vez en su vida.
—Claro, vamos—Spencer le acompañó
sonriente.
El espacioso apartamento tenía los
muebles de Spencer, además de los muebles nuevos de la habitación
de Jack y un montón de juguetes para él. Aún no estaban las cosas
de Aaron, pero él mismo iría a por ellas más tarde con Morgan,
trayendo solo lo necesario para los próximos meses. Solamente se
quedarían ahí el tiempo que durara el tratamiento de Jack, una vez
que estuviera totalmente recuperado buscarían una casa en la que
vivir definitivamente.
—Apuesto a que esta no era la forma
en que imaginabas volver del hospital con un hijo—comentó Morgan
mientras estaban solos en el salón.
—No, no lo es, pero me siento igual
de feliz—miró a su subordinado y amigo con una sonrisa en el
rostro—. Voy a vivir con mi Alma Gemela, al fin vamos a comenzar
una relación y voy a tener un hijo como siempre he deseado. Derek,
he llegado a pensar que por mi estupidez nunca conseguiría tener
nada de esto. No podría ser más feliz ahora mismo—sabía que su
compañero estaba preocupado, todos lo estaban porque aquello no era
algo precisamente habitual, pero era sincero cuando decía que no
podría ser más feliz.
—Bien, eso es lo que importa. ¿Vamos
a tu apartamento?
—Sí, voy a avisar a Spencer.
—Ah... Estoy exhausto—suspiró
Aaron sentándose en la cama después de haber dejado ya dormido a
Jack.
—Al otro lado—le dijo Spencer.
—¿Hm?
—Échate al otro lado. Sé que te
gusta estar junto a la puerta porque te permite salir más rápido si
sucede algo, pero a ese lado no podré acurrucarme contigo sin miedo
de hacerte daño en la herida.
Aaron sonrió y se pasó sin protestar
al otro lado de la cama. Se quedó boquiabierto cuando Spencer se
quitó la camiseta y los pantalones y se quedó solo en calzoncillos
y calcetines desparejados. Era pálido, imposiblemente pálido y
prácticamente carecía de vello, aunque no era tan extremadamente
delgado como había imaginado, había cierto atisbo de... bueno, eso
era difícilmente clasificable como músculo, pero algo parecido.
Aaron no podía encontrarle más atractivo y cierta parte de su
cuerpo comenzaba a reaccionar.
—Tú también. Hace calor aquí.
—Sí, ahora hace calor—se
quitó de inmediato la camiseta y los pantalones, quedando en la
misma situación que el chico.
Spencer se metió en la cama y se tumbó
a su lado, tanteando con una mano su torso desnudo.
—Necesito sentirte—murmuró.
Necesitaba sentir su calor, necesitaba sentirle vivo. Aún tenía
pesadillas en las que Aaron no salía de aquel quirófano.
—Estoy aquí contigo, mi amor, no voy
a ninguna parte—le aseguró, sintiendo la ansiedad en su voz.
Aaron observó los esbeltos dedos que
tanto amaba acariciando su pecho, enredándose en el oscuro vello,
descendiendo bajo la sábana y recorriendo sus abdominales. Sentía
que su piel ardía por cada camino que Spencer trazaba con sus dedos.
Cuando comenzó a plantar pequeños besos por su hombro y su pecho,
Aaron ya no pudo aguantar más. Se tumbó de lado y tomó sus labios
en un profundo beso. Spencer se estremeció y pegó su cuerpo a él,
sus torsos desnudos moviéndose el uno contra el otro y sus
erecciones frotándose a través de la tela de los calzoncillos.
Spencer entrelazó las piernas con las suyas en un intento de estar
aún más cerca de él mientras sus lenguas se acariciaban
mutuamente. Estaban enredados el uno con el otro y se sentía tan
caliente, tan intenso.
—Tócame... Aaron...—suplicó,
moviendo sus caderas contra él.
—Ngh... Spence...—el nombre salió
como un gruñido gutural de su boca y el chico se estremeció.
Aaron le bajó los calzoncillos y
envolvió su miembro con su mano si dudarlo. Era la primera vez que
tocaba a otro hombre de ese modo, pero estaba tan excitado que ni
siquiera lo pensó. Estaba duro, caliente y goteando. Pasó el pulgar
sobre la punta y Spencer gimió en su boca. Comenzó a frotar su
miembro, usando como única lubricación los fluidos que brotaban. No
dejaban de besarse, era como si necesitaran del aliento del otro para
vivir.
Spencer no pudo resistir y llevó una
mano a los calzoncillos de Aaron mientras con la otra se aferraba a
su brazo tan fuerte que probablemente dejaría marcas. Sintió el
miembro duro y caliente a través de la tela. No se lo pensó dos
veces, le bajó los calzoncillos y lo tomó en su mano. Gimió
lascivamente cuando lo palpó, tan grueso. ¿Eso podría entrar en
él? No en ese momento, pero lo deseaba. Cuando lo envolvió
firmemente, Aaron gruñó y succionó su labio antes de romper el
beso porque ya no podía controlar su respiración.
—Joder, Spence, es... es mejor de lo
que imaginé—esos dedos eran mágicos. Envolvían por completo su
polla y la forma en que la acariciaban era estremecedora.
El joven ni siquiera escuchaba, estaba
completamente abrumado por las intensas sensaciones que estaba
experimentando, que recorrían su cuerpo como descargas eléctricas.
Y si se sentía así ahora, no podía imaginar cómo sería llegar
hasta el final. Casi gritó cuando sintió la mano soltar su miembro,
pero entonces Aaron juntó sus caderas y sus verga se frotaron. Ahogó
un gemido en el cuello de Aaron, mordiendo el fuerte músculo en el
lado opuesto a la herida. Un gruñido vibró en el pecho de Aaron,
que envolvió ambos miembros con una mano y comenzó a frotarlos
juntos. Las caderas de ambos se movían a un ritmo casi sincronizado,
consiguiendo aún más fricción entre sus erecciones. Respiraban
pesadamente y no podían resistir más.
—Aaron...—jadeó la única palabra
que resonaba en su cabeza, el mundo más allá de ellos dos
completamente desaparecido para él.
—Córrete conmigo, mi amor—le
susurró y Spencer se perdió por completo.
Se besaron de nuevo para ahogar sus
gemidos y, entonces, ambos se corrieron, derritiéndose contra el
cuerpo del otro. Spencer quedó completamente exhausto y relajado, su
cuerpo sudado y acalorado. Aaron observó el semen que cubría su
mano, mezcla de ambos, y después el rostro satisfecho de su pareja.
Iban a tener mucha diversión a partir de ahora, de eso estaba
seguro.
Despertar con un cálido cuerpo pegado
a su espalda era agradable. Despertar con una erección presionando
su trasero era... incluso más agradable. Spencer suspiró y movió
sus caderas hacia atrás.
—¡Ngh!
Sonrió al escuchar el gruñido de
Aaron.
—Buenos días, a ambos—le dijo con
voz algo ronca y sonriendo demasiado para ser tan temprano.
—Umg... ¿Puedo intentar
algo?—preguntó Aaron con la voz aún más ronca que él. ¡Y tan
sexy!
—Puedes intentarlo, te lo diré si no
me gusta.
No necesitó más. Aaron bajó los
calzoncillos de ambos, escupió saliva en su mano y la frotó sobre
su propia erección; después, deslizó su verga entre los muslos de
Spencer.
—¡Uhn!—Spencer miró sorprendido
la punta del falo asomar entre sus piernas bajo su propio miembro
medio erecto.
—¿Está bien?—preguntó Aaron,
preparado para apartarse si se lo pedía por mucho que le frustrase.
—Ah, s-sí, creo que sí—la noche
anterior le había masturbado, esto no era mucho más, pero de algún
modo se sentía extraño, no desagradable, solo nuevo, como todo lo
que hacían en realidad.
Aaron le sujetó firmemente por las
caderas y comenzó a moverse lentamente. Spencer se estremecía,
sintiendo su aliento en su cuello, la caliente erección frotar sus
bolas y los dedos dejando marcas en su pálida piel. Se puso aún más
duro y comenzó a mover sus caderas en contraposición al movimiento
de Aaron. Sus respiraciones agitadas y el crujido de las sábanas
llenaban la, por otro lado, silenciosa habitación. Ahí estaba de
nuevo ese abrumador calor que le hacía querer deshacerse de toda la
ropa, aunque ahora lo único que llevaba eran los calzoncillos
bajados y los calcetines. Realmente tenía que replantearse su visión
del sexo, quizás estaba más interesado de lo que pensaba.
—Cierra más las piernas—le susurró
Aaron con su voz grave.
Spencer gimió y obedeció, sonriendo
al escuchar el gruñido de placer de su pareja. Las embestidas de
Aaron comenzaron a volverse más rápidas, más intensas. Se sentía
como si lo estuviera penetrando. Podía moverse del mismo modo si
estuviera dentro de él, si su verga lo estuviera perforando... Spencer no podía sacarse ese pensamiento de la cabeza y antes de
darse cuenta se corrió, mordiendo la almohada para no hacer ruido,
sin necesidad siquiera de tocarse. Con el esbelto cuerpo
contoneándose en sus brazos, Aaron tampoco tardó mucho. Se corrió
entre sus muslos, salpicando su semen contra sus bolas.
Se quedaron jadeando, pegados el uno al
otro. Habrían sido felices de volverse a dormir, pero había un niño
fuera probablemente esperando su desayuno, y eso también les hacía
felices.
Fue un día de visitas sin cesar.
Primero, por la mañana, una visita rápida de Ethan antes de irse a
ver a su Alma Gemela al CRI. Después, J. J. y Will junto con Henry,
con el que Jack, algo receloso al principio, entabló una rápida
amistad, mostrándole todos los juguetes que tenía en su habitación.
Por la tarde, llegaron Penélope y Emily con más ropa recién
comprada para Jack. Después de la cena llegó Satu, que parecía
agotada por todo el trabajo que tenía con la ausencia de Spencer.
Tras acostar a Jack, Spencer se sentó
en la mesa del comedor a revisar los informes que Satu le había
llevado. No dejaba de hacer anotaciones por todas partes, pero sobre
todo en su cabeza. Se estaba poniendo algo ansioso, quería volver al
CRI y encargarse de algunas cosas, pero tenía que cuidar de Jack
y... tenía que cuidar de Jack. Tenía que cuidar de él y ya no
podría viajar a los casos porque si Aaron también tenía que irse a
un caso no quería tener que dejarle durante días en el CRI, no
quería que se sintiera abandonado. No podía hacerle eso después de
todo por lo que había pasado.
—Spencer, ¿qué sucede?—le
preguntó, viendo los múltiples tics nerviosos de su cuerpo.
Estaba tan concentrado que la aparición
de Aaron a su lado le sobresaltó.
—Ah, lo siento, no, no es
nada—respondió, intentando parecer tranquilo sin éxito.
—Vamos, ven.
—Tengo que terminar-
—Ven—Aaron le agarró del brazo y
lo llevó consigo algo reticente al sofá—. Dime qué pasa, cariño.
—No es-
—No digas que no es nada porque es
evidente que algo pasa. Puedes contarme lo que sea.
Spencer se mordió el labio, mirando a
todas partes menos a él. Entonces, dirigió la mirada hacia el
pasillo que daba a las habitaciones, solo para asegurarse de que Jack
seguía en su dormitorio.
—Es por el trabajo. Ya sabía que iba
a pasar, pero... ahora me resulta más real.
—Estás pensando que ya no podrás
viajar a casos ahora que tenemos a Jack—no resultaba muy difícil
adivinar lo que pasaba por su mente (en parte, al menos). Spencer
asintió con la cabeza, retorciendo sus manos nervioso—. Bueno, yo
también he pensado mucho sobre ese tema. No tendrás que dejar tu
trabajo, yo voy a dejar la Unidad.
Spencer levantó la cabeza y le miró
por primera vez con la expresión más sorprendida que había visto
nunca.
—Qué... No puedes dejar la Unidad—le
dijo frunciendo el ceño.
—Claro que puedo y lo he meditado
bastante. Morgan está preparado para sustituirme, pueden hacer el
trabajo sin mí, pero el CRI te necesita a ti para continuar.
Realizáis una labor muy importante, no pueden prescindir de ti, aún
no, no cuando apenas os estáis constituyendo. Además, esa mente
tuya necesita trabajar. Te he visto trabajando y sufres, pero también
sé que te apasiona y que te volverías loco si no tuvieras nada que
hacer. Y uso esa palabra intencionadamente.
—Pero, Aaron, te encanta tu trabajo,
también te apasiona. Eres un hombre de acción, no puedes quedarte
en casa.
—Spencer, no voy a permitir que dejes
tu trabajo y quiero tan poco como tú tener que dejar solo o con
otras personas a Jack aun cuando se haya recuperado. Siempre he
querido ser padre, más que nada en el mundo, y voy a ejercer mi
papel como debo. Además, una vez que esté recuperado y comience la
escuela siempre puedo buscar un trabajo con un horario normal. Puedo
trabajar en la academia del FBI, formar a los futuros agentes.
Spencer le miró con una expresión
insegura y preocupada. Aaron sabía que era lo correcto, había
tomado la decisión poco después de que supiera que iba a ser padre.
Jack había crecido sin amor, sin nadie que cuidara de él, sin una
familia. Dejarle con un desconocido, incluso en el CRI durante días
para ir a un caso podía resultar muy doloroso para él y Spencer no
podía dejar su trabajo, necesitaba tener ese gran cerebro
suyo en movimiento y había logrado algo impresionante con el CRI, se
merecía poder continuar con ello.
—Si... si cambias de idea-
Aaron le besó y le abrazó con fuerza.
—Es nuestro hijo, Spencer, no voy a
cambiar de idea, quiero cuidar de él.
El joven sonrió finalmente y le dio un
beso.
—Vamos a la cama.
wooooooooow casi el fin de verdad lo de jack me lo veia venir es que es tan buen niño que quien so se enamora de el..!!!
ResponderEliminarfue increible llegar hasta aca es una historia que disfruto muchisimo muchas gracias por escribirla..!!!!