Título: Mucha caza y poco amor
Fandom: Teen Wolf Pareja: Chris Argent x Peter Hale
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +14 Advertencias: ninguna
Capítulos: 1
Resumen: Los Argent nunca han confiado en las almas gemelas. Cuando sus hijos conseguían su marca a los catorce años, les obligaban a cubrirla. Eran los padres quienes decidían con quiénes debían casarse sus hijos y estos no tenían nada que decir al respecto. Probablemente nunca conocerían a sus almas gemelas, pero era algo que se les inculcaba desde pequeños: sus vidas estaban dedicadas a la caza de los monstruos, no podían perderse en historias de amor.
Advertencia SPOILERS de casi toda la serie. Son muy superficiales, la mayoría solo menciones, pero es un recorrido por toda la serie desde el punto de vista de Chris.
Nota 1: el título viene de la frase de El Resplandor "Mucho trabajo y poca diversión hacen de Jack un tipo aburrido/tristón".
Nota 2: no me apetecía hacer una imagen así que cogí una de tumblr, sorry.
* * * * *
Los
Argent nunca han confiado en las almas gemelas. No podían permitir
que cualquiera se uniera a su familia. Cuando sus hijos conseguían
su marca a los catorce años, les obligaban a cubrirla con una banda
de tela en su brazo (no era algo extraño, muchas personas lo hacían,
aunque con ideas más románticas en mente), algunos optaban por
hacerse un tatuaje encima para cubrirlo cuando eran mayores. Eran los
padres quienes decidían con quiénes debían casarse sus hijos,
normalmente algún miembro de otra rama de la familia o de otra
familia de cazadores si necesitaban una alianza. Y los hijos no
tenían nada que decir al respecto. Probablemente nunca conocerían a
sus almas gemelas, pero era algo que se les inculcaba desde pequeños:
sus vidas estaban dedicadas a la caza de los monstruos, no podían
perderse en historias de amor.
Christopher
Argent había despertado el día de su decimocuarto cumpleaños con
la marca tatuada en su brazo, la marca que su alma gemela
compartiría. La observó por un minuto, se levantó y se colocó en
el brazo la banda que su madre le había dado el día anterior.
Estaba verdaderamente convencido de la labor que llevaba a cabo su
familia y aceptaba que pensar en su alma gemela –intentar
encontrarla, enamorarse– tan solo sería un inconveniente para su
trabajo.
A los
dieciocho años, Chris se casó con Victoria, la mujer que sus padres
habían escogido para él. No estaba enamorado de ella, pero sabía
que podían mantener una relación civilizada. Victoria sería la
próxima matriarca de la familia Argent y su deber no era amarla sino
protegerla y apoyarla durante su mandato.
Chris
nunca pretendió descubrir quién era su alma gemela, pero no pudo
evitarlo, Peter siempre llevaba las mangas de lo que fuera que
tuviera puesto recogidas hasta los codos, mostrando orgulloso la
marca en su antebrazo. Conocía a Peter Hale desde hacía mucho
tiempo, habían ido a la misma escuela primaria y al mismo instituto
incluso si se llevaban casi siete años de diferencia (el hijo menor
de los Hale había conseguido saltarse dos cursos y no le quedaban
más que un par de años para graduarse aunque estaba seguro de que
lo haría incluso antes).
Ese
día lo vio cuando el chico salía del cine junto a unos amigos (que
evidentemente eran mayores que él, pero no se veía en absoluto
fuera de lugar). Sus ojos se habían visto de inmediato atraídos por
la marca en su brazo. No podía creer que Peter (uno de los Hale, un
hombre lobo, un pequeño bastardo como ya había demostrado que era)
fuera su alma gemela. No importaba de todos modos, jamás habría
nada entre ellos, el hombre lobo jamás sabría que Chris era su alma
gemela. Por un lado, sentía algo de lástima por él, nunca
encontraría a su alma gemela y sabía lo importante que eso era para
un hombre lobo. Habría sido una relación imposible de todos modos
y, sobre todo, peligrosa.
Chris
mantuvo su marca oculta y no volvió a mirar más de lo necesario al
lobo.
Dejaron
Beacon Hills poco después de que Allison naciera.
Un
día, años después, despertó en medio de la noche con la marca en
su brazo ardiendo. Cuando Victoria le preguntó qué sucedía,
respondió que había sido solo una pesadilla. Salió de la
habitación con la excusa de despejarse un poco y esperó durante
horas hasta que la marca en su brazo dejó de arder y su cuerpo dejó
de temblar. Por la mañana, lo único que quedaba para recordarle lo
que había sucedido era un hormigueo en su brazo. Esa tarde descubrió
que la casa Hale había ardido con todos sus habitantes dentro. Chris
sabía que Peter no estaba muerto, no había sentido que muriera por
cerca que hubiera estado, pero no investigó más allá.
Regresaron
tiempo después a Beacon Hills. El infierno se desató, su hija
encontró a su alma gemela en un hombre lobo (quizás era cosa de
familia) y su hermana murió a manos del hombre cuya familia había
aniquilado.
El
dolor que había sentido esa noche años atrás no fue comparable al
que sintió la noche en que Peter ardió de nuevo, a manos de otra
Argent, y finalmente murió bajo las garras de su propio sobrino.
Realmente esperaba haber sido capaz de ocultar de los demás el
horrible dolor que se extendía desde su brazo. Por suerte, todos
estaban demasiado pasmados por la escena ante sus ojos como para
prestarle atención a él.
(No
quiso pensar en el vacío que sentía en su pecho desde aquella
noche).
Victoria
murió (Chris la mató) y lamentó su pérdida porque la quería,
imposible no hacerlo tras tantos años juntos.
Entonces,
esa misma noche, Peter resucitó. Por supuesto, si alguien podía
hacer algo así era Peter Hale.
(No
quiso pensar en que el vacío que sentía había desaparecido).
La
vida continuó y los horrores no se detenían en Beacon Hills. Estuvo
a punto de morir a manos de la darach y después Allison murió a
manos del nogitsune. Esa muerte dolió más que la muerte de su alma
gemela. No fue solo un ardiente dolor en su brazo, fue su corazón
haciéndose pedazos. La lloró como no había llorado a nadie. Por
mucho tiempo pensó que no podría recuperarse.
Se
marchó porque esa ciudad ya le había arrebatado demasiado y no
creía que le quedara más que pudiera sacrificar. Creyó que nunca
tendría una razón para regresar. Qué equivocado estaba. El
benefactor y Kate, quien ya no era humana, pero seguía viva. Peter
estaba ahora en Eichen House y era probablemente lo mejor (al menos
estaba vivo). No fue a visitarlo jamás. ¿Por qué iba a hacerlo?
Pero era difícil dejar de pensar en qué estaría sufriendo allí.
Sabía que aquello no era una cárcel cualquiera, aunque él tampoco
era un preso cualquiera.
Después
llegaron los Doctores del Mal, la Bestia de Gevaudan y Gerard (el
único que debería estar muerto y no lo estaba).
Más
pérdidas y más dolor. Chris sentía ese vacío dentro de él y
observaba su antebrazo que había llevado toda su vida cubierto
porque, a diferencia de la mayoría, jamás había recibido su marca
a los catorce años. Frunció el ceño. Tenía una extraña
sensación, como si olvidara algo que debería recordar. El vacío
que sentía en su pecho era asfixiante. Había perdido a su esposa,
había perdido a su hija, había... había perdido todo lo que tenía.
Y seguía luchando.
(Algo
faltaba. En los escasos momentos en que estaba distraído se
encontraba llevando la mano a su antebrazo, donde su marca debería
estar, pero nunca había aparecido. Algo faltaba, algo que no debería
haber perdido).
La
Cacería Salvaje llegó a Beacon Hills (¿a dónde si no?) y este era
un enemigo que no sabían cómo vencer, contra el que las balas y las
garras no servían para nada. Los chicos estaban seguros de que los
Jinetes Fantasma se habían llevado a alguien importante, a uno de
sus amigos, alguien que podría resolver esto.
(Chris
aún sentía ese vacío que no estaba seguro por qué había sido
llenado antes. No quería pensar en ello. Seguía tocando la banda en
su brazo).
Los
Jinetes seguían atacando y llevándose a gente y entonces-
Su
brazo ardió como había ardido hacía años, pero no recordaba por
qué hasta que lo recordó y al quitar la banda vio la marca.
Peter.
Todas las memorias fluyeron dentro de él como una catarata
intentando aplastarlo. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Su alma
gemela, incluso si jamás se lo confesaría. El hombre que había
desatado el infierno en Beacon Hills. El hombre al que su familia
había destrozado la vida. El hombre al que habían condenado a no
encontrar a su alma gemela jamás por las normas de los Argent. El
hombre al que le habían arrebatado todo. El hombre que aún se
levantaba y seguía luchando, arremangándose y mostrando orgulloso
su marca.
Cuando
lo vio tumbado en la cama del hospital, todo su cuerpo quemado de
pies a cabeza, solo pudo pensar «al
menos esta vez no ha sido a manos de un Argent».
No podía apartar la mirada y ni siquiera se percató de haberse
acercado hasta estar de pie junto a su cama.
Peter
le miraba, sus pálidos ojos azules resaltando contra su piel
ennegrecida. Sabía que lo reconocía y no parecía molesto, no
parecía querer que se marchara o al menos no hizo ningún gesto
indicándolo. Probablemente no podía hablar, pero tampoco parecía
alterado por su presencia. Entonces, Peter levantó una mano
temblorosa y Chris se sobresaltó un poco, pero no se movió. Deslizó
los dedos por su brazo, apenas capaz de mover sus músculos y
probablemente sufriendo por ello, hasta que un dedo se deslizó bajo
la banda que ocultaba su marca.
Peter
lo sabía.
¿Desde
cuándo? ¿Por qué nunca lo había dicho? ¿Por qué nunca había
hecho nada? (Aunque tal vez el hecho de no haberlo matado ya era
algo).
Entonces,
Melissa entró en la habitación y Chris huyó con una triste excusa.
No
volvió a ver al hombre lobo hasta que todo volvió a la normalidad
(o lo que se consideraba normal en Beacon Hills). La próxima vez que
lo vio, estaba a la puerta de su apartamento. No había rastro de
quemaduras, su torso cubierto por un jersey blanco con un amplio
cuello en uve y las mangas arremangadas hasta los codos. La marca en
su antebrazo destacando en su piel.
No se
molestó en preguntar cómo lo había encontrado, se apartó y lo
dejó pasar. Peter entró en la casa, cruzando el pasillo hasta el
salón como si hubiera estado allí cientos de veces. Rodeó el sofá
hasta plantarse frente a la ventana, inspeccionando el salón con las
manos en las caderas.
—Esto
es terrible, no tienes gusto alguno—sentenció sacudiendo la
cabeza—. No puedo creer que seamos almas gemelas, mi gusto es
impecable.
—¿Desde
cuándo lo sabes?—le preguntó.
Peter
lo miró arqueando una ceja casi como si le estuviera llamando
idiota.
—Desde
siempre. Los hombres lobo no necesitamos una marca que nos diga quién
es nuestra alma gemela—respondió como si fuera algo evidente, algo
que Chris debería saber (y quizás debería dado su trabajo).
Chris
se llevó la mano al brazo, pasando los dedos sobre la banda. No
tenía sentido seguir ocultándola, Peter ya sabía lo que había
debajo, la misma marca que él siempre mostraba orgulloso. Se quitó
la banda y la dejó caer al suelo, mostrando su marca por primera vez
a alguien más. Podía sentir un hormigueo en su marca y no estaba
seguro de si era real o su imaginación.
—¿Por
qué no lo dijiste antes?—le preguntó.
—¿Qué
sentido tenía hacerlo?—replicó, encogiéndose de hombros—. Sé
que los Argent no se casan con sus almas gemelas, son siempre
matrimonios concertados con otros cazadores. Y, aun si no hubiera
sido así, ¿qué pareja habríamos hecho? Un cazador y un hombre
lobo, demasiado cliché para mí.
—¿Por
qué ahora entonces?—la actitud de Peter lo estaba aturdiendo un
poco, no era lo que esperaba. Siempre pensó que el lobo se cabrearía
por no haberle dicho nunca que era su alma gemela, pero al parecer lo
sabía, quizás incluso antes que él.
—Porque
ya no eres un cazador—respondió con una de sus maliciosas
sonrisas.
—Soy
un cazador.
—No
en el sentido tradicional. Los cazadores no acuden a la llamada de
los hombres lobo para ayudarlos. A pesar de que cada vez paredes
más... curtido—y evidentemente lo decía de un modo que
significaba viejo—, te has vuelto blando.
—Tomaré
eso como un cumplido viniendo de ti.
—Tómalo
como quieras—puso los ojos en blanco como si ya estuviera cansado
de esa conversación.
—¿Qué
es lo que quieres, Peter?—preguntó. Odiaba tener tantas preguntas
y ninguna respuesta.
—Te
quiero a ti, ¿no es evidente?—¿Cómo podía decirlo con tanta
facilidad, con tanta ligereza?
—¿Por
qué iba a querer tener nada que ver con un asesino como tú?
—Oh,
por favor, Christopher—sonaba exasperado, pero bien podría ser
todo una actuación—. Ambos sabemos que has matado a más gente que
yo, incluso si los cazadores no cuentan a los hombres lobo como
gente. Y si aquellos hombres a los que maté hubieran sido hombres
lobo, también los habrías matado sin dudar un segundo. Solo estamos
nosotros dos, Christopher, dejemos la hipocresía de lado, ¿quieres?
—Sigo
sin entender por qué estás aquí, por qué quieres empezar con esto
precisamente ahora.
El
rostro de Peter se volvió serio de repente. Sus ojos lo miraban
humanos, pero con un brillo que le hacían sentir algo nervioso.
Siempre habían sido unos ojos muy intensos, parecían poder ver a
través de ti. Chris podía perderse en ellos si no tenía cuidado.
—He
sido quemado vivo tres veces. Tras la primera, a manos de tu querida
hermana, los últimos miembros que quedaban vivos de mi familia
huyeron y me abandonaron sin tan siquiera mirar atrás. La segunda, a
manos de tu hija y sus amigos, mi propio sobrino me enterró bajo los
restos calcinados de mi antigua casa y no regresó a visitarme hasta
que cierta banshee lo trajo para resucitarme. La tercera vez y por
primera vez, alguien me visitó. Sin segundas intenciones, solo para
asegurarse de que seguía vivo, de que existía. ¿Me recordabas,
Christopher?
—La
marca desapareció cuando te llevaron. Mis recuerdos sobre ti
también. Pero sabía que faltaba algo, sentía un vacío, como...—no
podía decirle esto a Peter, no podía desnudar su alma ante este
hombre que usaría cada una de sus palabras para acabar con él—.
No entendía cómo podía ser una de esas personas sin alma gemela.
—Así
que me echabas de menos—pretendía sonar soberbio, casi burlón,
pero Chris pudo oír algo de alivio en su voz.
—Quizás.
Pero eso no significa que quiera empezar una relación contigo.
—Por
supuesto. ¿Quién querría estar con su alma gemela? Es tan
ridículo—se mofó sarcástico.
—No
podemos-
—¡Ahórratelo!—por
primera vez su tono sonó alterado, estaba molesto, enfadado, y no
intentaba disimularlo ya—. Ya no estás casado, no tienes ninguna
responsabilidad con nadie, no eres un cazador. Más te vale buscar
una buena excusa para seguir rechazando esto—le desafió,
mostrándole su marca.
Chris
abrió y cerró la boca un par de veces sin saber qué decir. En
realidad, no era capaz de pensar en ninguna excusa, pero era difícil
superar el mantra que se había estado repitiendo durante toda su
vida: su vida estaba dedicada a la caza de los monstruos, no podía
perderse en historias de amor. Pero se daba cuenta de que eso no era
cierto, no lo había sido desde hacía tiempo. Se había perdido en
el amor que sentía por su hija y que le había hecho cambiar tanto.
Y los monstruos en realidad no eran monstruos, no todos ellos (sabía
que Peter no lo era, al menos no más que él mismo).
El
lobo se acercó, los brazos extendidos a ambos lados y las manos
abiertas, intentando parecer inofensivo (y fallando estrepitosamente
porque Peter era de todo menos inofensivo). Las puntas de sus zapatos
se tocaron y Chris no retrocedió. Nunca se había sentido en
verdadero peligro ante este hombre. Sabía lo peligroso que era, pero
de algún modo también sabía que no moriría a manos suyas.
—¿Y
bien?—le preguntó el lobo con casi un susurro.
Chris
extendió la mano y tocó la marca en el brazo de Peter, sus dedos
apenas rozándolo.
—No
encuentro ninguna excusa—respondió—. Tampoco quiero una.
—Al
fin—suspiró, sus ojos brillando por un momento.
Peter
lo agarró por el pelo con una mano de forma brusca y ruda y juntó
sus labios con nada que pareciera dulzura (pasión, deseo y lujuria,
pero en absoluto ternura), y eso estaba bien con Chris, no esperaba
ni quería dulzura de Peter. Estaba tan absorto en el beso que apenas
se percató de la forma en que su marca hormigueaba como si una
corriente eléctrica pasara a través de ella, el vínculo con su
alma gemela despertando por fin.
No hay cap 2?
ResponderEliminarAh por cierto, la historia te quedo bien 😁👍🏻