Fandom: TheWalking Dead Pareja: Daryl Dixon x Carl Grimes
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, slash, shota, Omegaverso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon
Capítulos: 1
Resumen: Cuando Daryl regresa a Alexandría tras una expedición, se encuentra con que Carl está experimentando su primer celo y es su deber como alfa asistirle.
* * * * *
Daryl
regresó a Alexandría tras una expedición de tres días en busca de
recursos. No fue un viaje fructífero, ya pocos lo eran, los recursos
se iban agotando y quedaba poco por descubrir. No estaba de buen
humor y la gente lo percibía nada más verlo, apartándose de su
camino mientras se dirigía a la casa que compartía con varios de
sus amigos. «Compartir»
quizás fuera un término demasiado fuerte, tenía allí algunas
cosas, pero raramente pasaba el tiempo o dormía allí. Hoy solo se
daría una ducha, comería algo y se echaría una siesta, después
volvería a salir, tal vez solo por los alrededores para matar
algunos caminantes y deshacerse de su mal humor.
Sin
embargo, sus planes cambiaron nada más abrir la puerta de la casa.
Un
dulce olor lo recibió. Era un olor inconfundible y extraño al mismo
tiempo. Le hizo estremecer. Su exhausto cuerpo reaccionó de
inmediato, cada fibra de su ser se puso en alerta. Había un omega en
celo en la casa. Por suerte, su mente permaneció lo bastante
despejada para deducir que no era el olor de un omega en celo que
hubiera percibido antes, aunque había una nota que le resultaba muy
familiar en ese maravilloso aroma. Normalmente se habría alejado
cuanto antes para evitar... tentaciones, pero la curiosidad por saber
de quién se trataba le hizo subir las escaleras.
Siguiendo
el olor se encontró frente a la puerta de la habitación de Carl y
eso no podía ser. Bueno, sí podía ser, ¿pero tan pronto? Abrió
la puerta con cautela, como si un caminante fuera a saltarle encima
en cualquier momento. Aunque quizás lo que había ahí dentro era
todavía más peligroso.
El
olor aún más intenso allí le hizo sentirse mareado. Carl estaba
tumbado en la cama, la camiseta levantada hasta la mitad de su torso,
los pantalones desabrochados, su piel brillando por el sudor, el
flequillo de sus revueltos cabellos pegado a la frente, la boca
abierta jadeando pesadamente y ambas manos metidas en sus
calzoncillos. Tenía una expresión de lujuria y sufrimiento en su
rostro, simplemente hermoso y terriblemente provocativo.
Fue
su cuerpo el que primero se percató de la presencia de Daryl,
sacudiendo las caderas y gimiendo lastimosamente. Entonces lo vio con
ojos empañados y gimió aún más intensamente esta vez.
—Daryyyl...
Nnh...—su cerebro no pareció procesar que el cazador le había
pillado mientras se estaba masturbando, la necesidad era demasiado
intensa como para siquiera avergonzarse por ello.
—Dios...
Carl...—Daryl apretó los dientes y presionó la mano contra su
propio paquete para aliviar su inminente erección.
El
chico estaba en celo. Sabían que este momento iba a llegar, desde
que se había presentado como omega un año atrás no había dejado
de ser una preocupación. Pero en ese mundo no podían saber si
seguirían vivos al día siguiente, al mes siguiente, al año
siguiente, así que era una preocupación que permanecía en el fondo
de sus mentes sin ninguna prioridad. En teoría, tenían uno o dos
años más antes de que esto sucediera, pero a este mundo no le
gustaba ponerles las cosas fáciles.
—¡Daryl!—Carl
gritó pidiendo su ayuda, incluso si no sabía exactamente para qué.
—Joder,
chico—quería apartar la mirada, pero era simplemente imposible.
Tenía que agarrarse con una mano al marco de la puerta, casi
hundiendo sus uñas en la madera, para intentar mantenerse bajo
control—. ¿Sabes lo que te está pasando?
—Nn...
¿No...?—lo sabría enseguida si pudiera pensar, pero no podía. No
dejaba de mover las caderas mientras seguía masturbándose de una
forma odiosamente insatisfactoria.
—Estás
en celo, chico—su voz sonaba profunda, más ronca de lo habitual
por la excitación que se apoderaba involuntariamente de su cuerpo.
—Ayúdame...
por favor...—suplicó. Ni siquiera había podido asimilar lo que le
había dicho, su mente estaba completamente nublada por la necesidad.
A
Daryl le estaba sacando de quicio verle, así no era como un omega
debía masturbarse cuando estaba en celo, pero no podía culparle,
nadie le había enseñado cómo ser un omega, tal vez porque sería
mucho mejor para él mismo que no lo fuera. Pero él no podía
tocarlo en ese momento, no podía siquiera acercarse más por miedo a
perder el control. Incluso si las leyes ya no se aplicaban a ese
mundo, en conciencia él necesitaba el permiso de Rick (tampoco
quería arriesgarse a que este intentara matarlo si consideraba que
había violado a su hijo). Le gustaría tener también el permiso de
Carl, pero no estaba en condiciones de dárselo, en ese momento
aceptaría a cualquier alfa. Aunque ningún otro alfa iba a acercarse
a él, dispararía su ballesta contra cualquiera que asomara la
cabeza por las escaleras.
—Carl,
escucha, no puedo tocarte así que tendrás que hacer esto solo.
—¿Qué?
¿Por qué? ¡Te necesito! ¡Nnh!
Por favor...—suplicó sacudiéndose frustrado sobre la cama.
—Cállate
y escucha—le dijo firmemente con su voz alfa. No le gustaba usarla
en Carl y al chico tampoco le gustaba, solía revelarse si alguien la
usaba en él, pero ahora estaba tan desesperado que obedeció con
poco más que un quejido—. Voy a decirte lo que tienes que hacer.
Sé un buen omega para mí y obedece, ¿de acuerdo?
Carl
asintió enérgicamente. Quería ser un buen omega, quería portarse
bien para el alfa, para Daryl. No sabía de dónde venían esas
ideas, pero abarrotaron su mente.
—Sí,
alfa...—respondió, manteniéndose tan quieto como podía en espera
de sus órdenes.
Daryl
se estremeció. Era la primera vez que Carl llamaba alfa a alguien.
Le estaba reconociendo como su alfa. Apretó dolorosamente la base de
su propia erección a través de los pantalones en un intento de
controlarse.
—Primero
quítate los pantalones y los calzoncillos—le ordenó y el chico
obedeció de inmediato. Contoneó su cuerpo torpemente hasta que
consiguió sacarse la ropa.
Una
nueva oleada de dulce olor sacudió a Daryl. Dio un paso hacia
delante y reaccionó en el último segundo antes de lanzarse sobre el
omega. Se dio la vuelta y golpeó con fuerza el marco de la puerta
con el puño, terriblemente frustrado. La lubricación estaba
goteando por los muslos y el trasero de Carl, tan abundante y pura.
El chico comenzó de nuevo a masturbar su pequeña erección de
omega, más furiosamente ahora que la ropa no le estorbaba. Daryl le
miró de reojo y, por jodidamente sexy que resultara aquello, sabía
que no era lo que el omega necesitaba.
—Deja
tu polla, eso no te va a servir de nada—le dijo Daryl y Carl
obedeció solo algo reticente—. Separa las piernas y empieza
frotando tu agujero. No metas todavía los dedos.
Carl
pensó que por qué iba a querer meter los dedos, por qué iba
siquiera a querer tocarse ahí... hasta que lo hizo, como su alfa le
había ordenado, y una corriente eléctrica recorrió su cuerpo tan
pronto como tocó la húmeda y sensible piel.
—¡Oh,
dios!—exclamó arqueando la espalda hasta levantar el trasero de la
cama.
Daryl
sonrió. Sí, así es como un omega debía hacerlo. Carl separó aún
más las piernas, ofreciéndole una vista perfecta de su reluciente
entrada mientras la frotaba y presionaba con sus dedos. Sus gemidos
eran melódicos, Daryl no imaginó que ese cabezota siempre
enfurruñado pudiera sonar tan dulce. Quería hacerle gritar y
suplicar y que gimiera su nombre... Sacudió la cabeza, no debía
perderse en esos pensamientos o también perdería el control.
—Ahora
mete un dedo—le ordenó.
Carl
no tardó ni un segundo en obedecer, a media frase ya estaba
deslizando un dedo dentro de su húmedo agujero. No dolió en
absoluto, tampoco le habría importado si lo hubiera hecho porque el
placer que sintió era inmenso. Pero su culo estaba ansioso,
necesitaba más y fue a meter otro dedo.
—¡Quieto!—le
ordenó su alfa y Carl se detuvo en seco—. No te he dicho que
pudieras hacer eso. Solo uno y muévelo despacio.
Carl
se tranquilizó y se asentó en la cama, apoyando los pies firmemente
en el colchón mientras movía un único dedo en su interior. Por
alguna razón, obedecer a su alfa hacía que se sintiera mejor, era
satisfactorio en sí mismo y por eso quería seguir haciéndolo.
—Eso
es, buen chico—le dijo Daryl, desabrochándose los pantalones para
liberar su dolorosa erección.
Carl
gimió y más lubricación brotó de su agujero mostrando cuánto le
había gustado el alago. Definitivamente quería ser bueno para su
alfa y quería oír lo bien que lo hacía. El placer físico que
sentía era solo un añadido. Movió el dedo dentro de sí mismo,
sintiendo las húmedas y suaves paredes sensibles, el estrecho borde
de la entrada solo algo dilatado y...
—¡Wah!
¡Ah!—sus caderas se levantaron de la cama y algo de semen estéril
salpicó su vientre al frotar el pequeño bulto apenas notable de su
próstata.
—Lo
has encontrado, ¿eh?—rio Daryl al verle casi perder el control—.
No es nada en comparación con la de un alfa, pero te hará sentir
bien igualmente—le dio un momento, dejando que experimentara con
ese pequeño punto de placer. El joven se aferraba a la sábana con
su mano libre y las gotas de semen se deslizaba por su vientre hacia
su pecho, con la camiseta cada vez más levantada—. Deja de
tocarlo.
—¿Nnh?...—prácticamente
ni le había oído.
—Deja.
De. Tocarlo—repitió, enfatizando cada palabra. Con un lastimero
quejido, Carl obedeció, apartando su dedo de ese maravilloso lugar y
mirándole como si estuviera a punto de echarse a llorar—. Bien,
ahora mete otro dedo.
Carl
no entendía por qué no dejaba que se corriera con lo que estaba
haciendo, estaba seguro de poder conseguirlo, pero Daryl lo hacía
por su propio bien, sabía que no quedaría satisfecho con eso y
seguiría sufriendo. El omega metió otro dedo más en su interior,
sintiendo un poco más de resistencia en su agujero. Siguió frotando
y abriendo su interior, intentando evitar aquel punto porque no
estaba seguro de poder detenerse de nuevo si volvía a tocarlo. Miró
con ojos humedecidos al alfa y se quedó sin aliento al ver la gran
verga erecta y oscura en su mano, con un tono rojizo y las venas
palpitando, la punta brillando con unas gotas de presemen. Apenas la
estaba frotando, muy suavemente solo para aliviar la tensión.
—Oh...
dios...—la quería, dentro de sí, llenándolo, tan grande y dura.
No sabía de dónde salían esos pensamientos, nunca los había
tenido, pero la deseaba, la necesitaba—. Dame tu polla... por
favor...—suplicó abriendo su entrada con los dedos, llevando la
otra mano también a su trasero para abrirlo todavía más.
El
gruñido que soltó Daryl reverberó por todo su cuerpo. Apretó la
base del falo y cerró los ojos por un segundo para controlarse.
—Primero,
así no es como lo pide un omega y, segundo, no voy a follarte ahora
así que no lo pidas—ya estaba teniendo más control del que
cualquier otro alfa tendría. Un pequeño omega virgen en celo era
algo que no se rechazaba. No estaba seguro de poder resistir mucho
más si seguía suplicando—. Como ya estás bastante abierto, mete
otro dedo.
No
tardó nada en obedecer y enseguida tuvo los tres dedos metidos hasta
los nudillos, moviendo las caderas en contrapunto con los dedos,
follándose en ellos. El omega comenzaba a entender qué era esa
agonizante sensación que experimentaba por todo su cuerpo pero que
era más aguda en su bajo vientre. Era un vacío, un doloroso vacío
que necesitaba ser llenado. Sus dedos servían para aliviarlo, pero
no estaban cerca de ser suficiente. Ahora sabía qué podía ayudarle
a eliminar ese dolor, pero su alfa no quería dárselo y no entendía
por qué.
—Eso
es, ahora puedes tocar tu próstata. Separa los dedos dentro de ti al
tiempo que la frotas.
Carl
obedeció y su mente se quedó en blanco por un instante. Fue una
sensación tan intensa que no podía respirar, su cuerpo vibró y
metió también el meñique en su interior sin tan siquiera pensarlo.
Daryl no pudo contenerse ante esa hermosa visión y comenzó a
masturbarse. Usar su mano no estaba ni cerca de ser satisfactorio, se
las había apañado así durante esos casi dos años que llevaban de
apocalipsis, pero ahora que tenía a un omega dispuesto y necesitado
frente a él resultaba humillante. Pero lo haría, quería hacer las
cosas de forma correcta, quería mantener la paz en aquel lugar y,
sobre todo, con la que ahora era su familia.
El
joven omega se estaba follando con sus dedos, hundiendo los talones
en el colchón por apoyo, aferrándose con su mano libre a las
sábanas y gimiendo sin ninguna clase de control o vergüenza. Daryl
podría correrse solo escuchándolo. Y si sonaba así solo con sus
dedos, cómo sonaría cuando tuviera su gran polla anudada en su
interior. Quería verle desmayarse en sus brazos de puro placer.
Pronto
no pudo más, Carl se corrió con todo su cuerpo sacudiéndose en el
orgasmo más intenso de su vida, sin tan siquiera tener que tocar su
pequeño pene. Así es como un omega debía hacerlo, Daryl asintió
con la cabeza complacido, aunque si él era su alfa por supuesto que
le dejaría disfrutar también con su pene, haría de todo su cuerpo
una zona erógena. Ese lindo chico tenía mucho potencial.
El
alfa se acercó a él, aún masturbándose, y se colocó de pie junto
a la cama. Cuando el cuerpo de Carl estuvo completamente laxo,
incapaz de enfocar sus ojos entreabiertos y jadeando pesadamente,
Daryl se corrió salpicando su abundante semen sobre su rostro y su
pecho. Por supuesto que era erótico verlo empapado en su simiente,
pero esa no era su primera intención, lo importante era que eso
mantendría alejados al resto de alfas (salvo si tenían deseos
suicidas). Lo estaba marcando como su omega, pero una marca que
desaparecería en poco tiempo por si a su padre no le gustaba la
idea. Aunque comenzaba a pensar que eso le daría igual.
Se
abrochó los pantalones y bajó a la cocina. Después de lavarse las
manos, hizo un bocadillo y lo subió junto a una botella de agua a la
habitación del chico. Necesitaba comer e hidratarse, pero
probablemente aún no sería capaz de salir de la cama. Carl estaba
profundamente dormido cuando regresó así que lo dejó en la mesilla
y bajó al salón. No pensaba dejar la casa en ese momento, pero
quería ver a Rick cuanto antes, no entendía cómo se le había
pasado que su hijo iba a entrar en celo. Debía de haber habido
síntomas el último par de días, incluso esa mañana toda la casa
ya habría estado oliendo a omega en celo.
Entonces,
Michonne entró a toda prisa en la casa. Se dirigió al salón en
cuanto percibió el olor del alfa.
—Daryl-
—¿Dónde
está Rick?—la interrumpió, había cosas más importantes que un
saludo en ese momento.
—Se
fue a una expedición ayer por la mañana, regresará hoy—la mujer,
una fuerte beta a la que muchos alfas no le llegaban ni a la suela de
las botas, miró preocupada hacia las escaleras que subían al piso
de arriba.
—No
le he tocado, pero ya está más tranquilo—respondió a la pregunta
que se leía claramente en su rostro—. Así que lo sabías.
—Acabo
de salir, he ido a ver si conseguía algo para aliviarle, pero a
estas alturas ya no queda nada—respondió, sentándose en el sofá.
Si hubiera sido cualquier otro, habría ido de inmediato a ver cómo
se encontraba el chico, a comprobar si le había hecho algo, pero
confiaba en Daryl.
—Me
lo esperaba. De todos modos, estará descansando por unas horas.
Espero que Rick regrese antes de que le golpee otra oleada de celo.
—¿Qué
intenciones tienes?
—Hacerle
mi omega, si Rick está de acuerdo—respondió directamente.
—¿Estás
seguro de querer hacer eso? Sabes lo que significa.
—¿Qué?
¿Que tendré que cuidar de él, protegerlo? ¿Que tendré que
proveerle? ¿Que tendré que asegurarme de que tiene todo lo que
necesita? Eso ya lo hago, Michonne, ya daría mi vida por él sin
pensarlo dos veces—le dijo con total seriedad y la mujer no tuvo
ninguna duda de que decía la verdad, no eran pocas las veces que
había arriesgado la vida por ellos—. Lo único que va a cambiar
esto es que también le asistiré durante el celo y fuera de él si
quiere, aunque no le voy a forzar a eso.
—¿Llevabas
mucho tiempo pensándolo?—estaba sorprendida, el cazador nunca
había sido tan decidido a la hora de atarse a alguien, siempre había
destacado por ser una persona solitaria, incluso con su nueva
familia.
—Lo
pensé cuando se presentó. Me ofrecería si no encontrábamos a un
alfa más cercano a su edad que fuera apropiado. Ahora no necesito
pensarlo, quiero ser yo. Lo aceptaré si a Rick no le parece bien, le
ayudaré tanto como pueda sin tocarlo, como ahora, pero no permitiré
que ningún otro alfa se le acerque.
—Le
quieres—no era tanto una pregunta como algo evidente.
Daryl
resopló y sacudió la cabeza cruzándose de brazos.
—No
sé nada de esas chorradas, solo sé lo que dice mi instinto—replicó,
dándole la espalda.
Michonne
sabía que «instinto»
era la palabra que utilizaba para sentimientos, pero no iba a haber
forma de que lo admitiera así que lo dejó pasar. Daryl quizás era
muy mayor para Carl, pero sin duda era el mejor alfa que podría
conseguir en ese mundo en el que vivían (y si el mundo aún fuera
normal posiblemente también), por lo que no estaba en contra. No era
decisión suya de todos modos, la última palabra la tendría Rick y
no estaba segura de cómo reaccionaría, siempre era muy protector
cuando se trataba de Carl.
Tuvieron
que esperar varias horas, hasta que anocheció. Ninguno de ellos
queriendo dejar la casa por si Carl los necesitaba, pero aún dormía
tras su primer orgasmo satisfactorio. Rick llegó agotado y sucio
(cosa bastante normal tras una expedición). Al verle, Daryl se dio
cuenta de que no se había dado una ducha ni había comido, ya ni
hablemos de echarse una siesta, como tenía planeado. Rick se percató
inmediatamente del olor que llenaba la casa y miró con rostro
preocupado a sus dos compañeros.
—Se
encuentra bien, no te preocupes—le dijo Michonne antes de nada—,
pero tenemos que hablar, bueno, vosotros tenéis que hablar.
Se
hizo a un lado y dejó a los alfas uno frente al otro. Rick miró a
Daryl con el ceño fruncido, con una mirada que podría haber
intimidado a cualquier otro, pero que no tenía efecto en el cazador.
Daryl no dudó, no sería digno de ser su alfa si ahora vacilaba.
Miró a Rick a los ojos con expresión decidida.
—Quiero
que Carl sea mi omega—anunció y Michonne sacudió mentalmente la
cabeza porque así no era como pedías algo.
Rick
le miró con ojos entornados por un minuto y después miró hacia las
escaleras. Fue un largo momento de silencio en el que ninguno de los
otros sabía lo que iba a pasar. Finalmente, asintió con la cabeza.
—De
acuerdo, si él acepta. No puedes marcarlo hasta que pase el celo—le
advirtió.
—Entendido—solo
con eso, Daryl subió a toda prisa las escaleras.
Michonne
se quedó mirando a Rick por un momento con la boca abierta. No podía
creerlo. Así, sin más. Desde luego eso no era lo que se esperaba.
Ni la más mínima pelea ni discusión, apenas se podía calificar de
hablar.
—¿Ya
lo habías pensado?—le preguntó, oyendo la puerta de la habitación
de Carl cerrarse.
—En
realidad tenía planeado pedírselo cuando sucediera—respondió
Rick con una sonrisa.
—¿Y
ese momento de duda?
—Para
que no se confíe mucho—le guiñó un ojo y se echó a reír
suavemente. No había sido una buena expedición, estaba agotado y
apestaba, y que su hijo tuviera su primer celo tan pronto no era lo
que le habría gustado para él, pero que estuviera en manos de Daryl
le hacía sentirse más tranquilo.
Daryl
cerró la puerta de la habitación de Carl tras de sí. Gruñiría a
cualquiera que se atreviera a cruzarla, no iba a permitir que nadie
les molestara en ese momento. El chico le miró de reojo con la
cabeza gacha, intentando ocultar su rostro con sus largos cabellos.
Estaba sentado en la cama, completamente vestido y probablemente
habría querido cubrirse todavía más, pero su cuerpo aún estaba
muy caliente. El semen ya no manchaba su piel, pero el olor había
quedado impregnado. Tenía el plato con el bocadillo a medio comer en
el regazo y ya se había bebido casi toda la botella de agua.
—¿Cómo
te encuentras?—le preguntó, aunque no necesitaba oír la respuesta
para saberlo.
—Mejor.
Gracias—respondió secamente, avergonzado por lo que había pasado
ahora que se había pasado la locura del momento y volvía a ser él
mismo, aun de forma temporal.
Daryl
decidió no dar rodeos, eso no le serviría a ninguno de los dos.
—Tu
padre me ha dado permiso para ayudarte a pasar el celo. Si tú
quieres, claro.
—¿Te
ha dado permiso o te lo ha pedido?—preguntó, sin ganas ya de comer
más. Sabía que este momento iba a llegar y sabía que iba a ser una
molestia para todos cuando sucediera.
—Yo
se lo he pedido. De hecho, no ha sido eso exactamente lo que le he
pedido. Le he pedido que seas mi omega, pero no me permite marcarte
hasta que termines el celo y des consentimiento con plenas
facultades.
Carl
tardó un momento en asimilar lo que le había dicho y le miró con
la boca abierta, su rostro poniéndose aún más rojo de lo que ya
estaba.
—¿Por...
por qué?—era absurdo, sonaba absurdo para él. ¿Por qué iba a
querer Daryl que fuera su omega? Cierto que quedaban muy pocos omegas
en ese mundo, al menos en Alexandría y por donde habían pasado
hasta entonces, pero se trataba de Daryl, pensaba que preferiría
estar solo a quedarse con un omega cualquiera.
—Bueno,
antes de que... las leyes se fueran a la mierda, un omega no podía
consentir para emparejarse durante el celo, aunque su tutor
permitiera que un alfa le asistiera. Tu padre no quiere imponerte
nada, no quiere que seas infeliz y yo tampoco así que esperaré a
que pase el celo para que consientas emparejarnos, aunque dentro de
poco estarás suplicándome que te folle, lo que haré si me dices
ahora que te parece bien.
—Q-qu...—su
entrepierna palpitó y unas gotas de lubricación brotaron de su
trasero ante esa idea—. No me refería a eso. Quería decir que por
qué quieres que sea tu omega.
—¿Por
qué no iba a querer? Eres el omega más fuerte que he conocido. Más
fuerte que la mayoría de alfas de este sitio y, desde luego, has
sufrido más que cualquiera de ellos y sigues adelante. Antes de que
te presentaras siempre pensé que serías alfa, pero en realidad eso
no importa, lo único que importa ahora es que sabes sobrevivir—se
acercó lentamente y se detuvo frente a él, sin tocarle, solo lo
bastante cerca para poder hacerlo si extendía un poco la mano o daba
un paso—. A pesar de todo, solo eres un crío, un adolescente, y
quiero verte convertido en adulto, por eso quiero ser tu alfa. No
podría confiar en ningún otro para protegerte como tu alfa.
—No
necesito que un alfa me proteja—replicó apartando la mirada,
aunque su corazón estaba latiendo con fuerza, solo no sabía cómo
expresar lo feliz que le hacía lo que le había dicho.
—Por
supuesto que lo necesitas, todos necesitamos protegernos unos a
otros, da igual el género, no estoy hablando de eso. No necesitas un
alfa para protegerte, lo necesitas para no sufrir durante el celo y,
ya que eso es inevitable, mejor un alfa que además sepa protegerte,
aunque él también necesite que tú lo protejas. No tengo que ser yo
si no quieres, te ayudaré durante el celo y después podrás
pensártelo o buscar a quien quieras. Ahora solo necesito que me
digas si te parece bien que te folle o prefieres que te ayude sin
hacerlo.
Carl
se echó el pelo tras la oreja en un gesto nervioso y tímido. No
podía pensar en nadie más al que pudiera aceptar como su alfa. Ni
en Alexandría ni de la gente que había conocido hasta entonces.
Había intentado evitar pensar en ello, pero que este momento llegara
era uno de sus mayores miedos. Sin embargo, no daba tanto miedo con
Daryl allí a su lado. Confiaba en él, se sentía seguro con él y,
además, era agradable estar con él. Sabía que no tendría ningún
problema o, mejor dicho, que los problemas que surgieran podrían
solucionarlos con Daryl junto a él.
—Quiero
que me...—presionó los labios juntos, sintiendo sus mejillas
arder.
—Dilo—sabía
lo que iba a decir, pero quería ver la vergüenza en ese precioso
rostro.
—Quiero
que me... folles... alfa.
Un
gruñido vibró en el fondo de la garganta de Daryl y el omega se
estremeció sintiendo humedecerse aún más. Levantó cauteloso la
mirada y vio al alfa casi cernirse sobre él, tan cerca que podría
empujarle sobre la cama y no tendría modo de escapar... y quizás no
querría hacerlo.
—Termina
de comer y beber, vas a necesitar la energía, estás a punto de caer
de nuevo.
Justo
como su alfa había dicho, apenas hubo terminado el bocadillo el
sudor comenzó a recorrer su piel, el doloroso vacío empezó a
formarse en su vientre, la lubricación empapaba sus calzoncillos.
Ese era el comienzo y estaría aterrado de no ser por el placer que
Daryl le había proporcionado tan solo con sus órdenes horas antes.
No imaginaba lo que podría hacer si lo tocaba.
—Desnúdate—le
ordenó sin preámbulos.
Le
habría dado vergüenza si no fuera porque sentía que su cuerpo
ardía y la ropa era una verdadera molestia. Carl se quitó la ropa
sin el más mínimo de provocación o gracia, tan solo como se la
quitaba normalmente, no es que a Daryl le importara. Se quedó
desnudo de pie frente al alfa. El rubor bajó por su cuello al sentir
su penetrante mirada examinándolo. Su cuerpo era delgado y de formas
suaves, aún el de un chico, no el de un hombre. Sus piel era pálida
y perfecta y parecía tentarle a marcarla. En su entrepierna el
pequeño miembro estaba erecto y entre sus muslos se deslizaba la
brillante lubricación. Era absolutamente tentador. Daryl habría
preferido esperar a que fuera un poco más adulto, pero, de todos
modos, como omega su cuerpo no se iba a desarrollar mucho más, nunca
sería como el de un alfa o un beta.
—¿Sabes
cómo presentarte?—le preguntó.
Carl
le miró con el ceño fruncido por un momento y negó con la cabeza.
Era normal, hasta entonces había sido más importante aprender a
disparar que aprender a presentarse.
—De
rodillas en la cama, con el trasero hacia mí. Vamos—insistió
cuando vio su expresión de sorpresa y vergüenza. Carl obedeció
casi temblando. No se atrevió a mirar hacia atrás cuando estuvo de
rodillas en la cama—. Apoya la cabeza y los hombros en la cama—Carl
lo hizo y acabó casi hecho un ovillo. Daryl suspiró, iba a tener
que tener paciencia—. Levanta el culo y arquea la espalda—le
indicó, colocando una mano sobre su espalda y presionando
suavemente.
Carl
emitió un suave gemido ante el contacto de su alfa y su cuerpo se
relajó de inmediato, obedeciendo sus órdenes. Daryl sonrió y
deslizó sus dedos por la hermosa curva de su espalda hasta su
trasero.
—Muy
bien, ahora lleva las manos hacia atrás y separa las nalgas.
Ni
siquiera se lo pensó, llevó las manos a su trasero y le ofreció
una vista perfecta de su rosado y húmedo agujero. Daryl se relamió
los labios. Ya estaba tan preparado para él, tan ansioso por tenerlo
dentro. Pero estaba ahí para ayudar al chico con el celo, no para
satisfacer sus propias necesidades. Se arrodilló detrás de Carl y
apretó sus nalgas con las manos. El chico gimió y levantó aún más
su trasero. Estaba tan necesitado. Daryl se inclinó y lamió el
palpitante agujero. Su gruñido vibró por todo el cuerpo del omega
al saborear el néctar que brotaba de la entrada virgen. Joder, nunca
había probado nada tan delicioso. No pudo parar (y no tenía la
intención de hacerlo), deslizó la lengua sobre la entrada, por los
muslos goteantes y sus bolas, limpiando cada gota de lubricación que
encontraba a su paso mientras el chico se retorcía entre gemidos.
Cuando estuvo completamente limpio, penetró la pequeña entrada con
su lengua, saboreando los fluidos de su propia fuente. Su gruñido de
placer se mezcló con el intenso gemido del omega. Carl sentía que
sus piernas se derretían, todo su cuerpo ardía y su mente estaba
aturdida, nunca había sentido nada tan intenso. No podía decir si
era placentero o no, esa tan solo demasiado abrumador. Se corrió sin
tan siquiera darse cuenta, empapando aún más su cama.
Daryl
lo dejó allí tumbado, exhausto, hermoso. Se relamió los labios,
tenía la cara brillando por la lubricación, su barba de tres días
también manchada, y se fue a la ducha. Se quitó toda la mugre que
cubría su cuerpo bajo el agua fría, aunque eso no evitó que su
verga permaneciera erecta. El celo del omega había desencadenado el
suyo propio. Después de la ducha se afeitó y se cortó un poco el
pelo de mala manera.
Cuando
regresó a la habitación, cubierto por una toalla a la cintura que
no disimulaba lo más mínimo su erección, Carl se estaba
retorciendo en la cama con suaves sollozos. En cuanto olió a su
excitado alfa, se puso de rodillas y separó sus nalgas con las
manos.
—Dijiste
que ibas a follarme—le dijo molesto.
—Tenía
que darme una ducha primero. ¿Habrías preferido que te follara
cubierto de sangre y suciedad?—le preguntó Daryl y entonces vio
unas abundantes gotas de lubricación brotar de su entrada—. Oh.
Realmente te habría gustado, ¿eh? ¿Te pone la idea de hacerlo con
un salvaje? Follar con tu alfa tras cazar y proveer para ti, eso te
gusta, ¿hm?
El
pequeño gimió y contoneó las caderas. Ese era un pensamiento de lo
más anticuado y normalmente lo habría odiado, pero su miembro
palpitaba y sentía un extraño hormigueo en su vientre. No podía
negar que siempre había sentido cierto... interés cuando veía
pelear al alfa y ahora entendía por qué: su instinto omega le hacía
sentirse atraído al fuerte alfa.
Daryl
se acercó a él y apoyó una mano en su cabeza. El omega se calmó
de inmediato y le miró con ojos llorosos.
—Por
favor, alfa... fóllame...—suplicó desesperado.
—¿Qué
sientes ahora?—le preguntó Daryl acariciando su sedoso pelo húmedo
de sudor.
—Siento...
como un vacío, duele...—respondió con un sollozo. Llevó la mano
a su estómago mientras retorcía las piernas.
—¿Dónde?
—Mi
vientre, mi culo... ¡Por favor, lléname!—estaba tan ansioso, no
podía más. Él mismo llevó los dedos a su entrada y la abrió,
desesperado por tentar al alfa.
—Joder,
eres...—tiró la toalla con la que se cubría al suelo y se
arrodilló detrás de Carl. Apartó las manos del omega y presionó
la entrepierna contra el húmedo y caliente trasero. El chico
contoneó el trasero restregándose contra él con un dulce gemido.
—Alfa...—sollozó,
separando más sus piernas.
Daryl
no le hizo esperar más, parecía que no iba a tener que enseñarle
cómo suplicar a su alfa. Le sujetó por la cadera con una mano y
guió su verga hacia la entrada con la otra. El chico se quedó
inmóvil, expectante, y cuando el duro miembro del alfa comenzó a
penetrarlo sintió que su cuerpo se derretía. No dolía en absoluto,
aunque estaba estirando tanto su agujero no sentía ningún dolor,
solo un intenso alivio.
—Dios,
eres tan estrecho...—murmuró con un gutural gruñido, agarrando
con fuerza sus caderas. Sabía que iba a dejarle marcas y estaba
deseando verlas.
No
se detuvo hasta que estuvo completamente dentro de él. Las cálidas
y aterciopeladas paredes lo apretaban con tanta fuerza que se sentía
atrapado. Nunca había estado en un agujero tan agradable, podía
simplemente quedarse así por horas, y lo haría, pero después de
satisfacer al chico.
—Voy
a empezar a moverme, dímelo si te hago daño—le dijo, pero Carl no
respondió, ni siquiera parecía haberle oído, así que le dio un
pequeño azote que le hizo reaccionar y mirarle confundido—. ¿Me
has oído?
—¿Hn?—Carl
miró hacia atrás tan solo preguntándose por qué no se movía.
—Si
te hago daño, dímelo. ¿Entendido?—Carl asintió vagamente y
Daryl le dio otro azote. Sonrió al sentir cómo el interior se
estrechaba sobre su verga, al pequeño le gustaba eso—. Responde
cuando te haga una pregunta.
—S-sí...
entendido—respondió con un tono apremiante.
Daryl
sonrió y no esperó más. Salió lentamente de él hasta que solo
quedó la punta de su falo dentro y entonces volvió a penetrarlo de
una embestida. El omega gritó y se aferró a las sábanas. El grito
de sorpresa dejó paso a dulces gemidos mientras las embestidas
adquirían un ritmo en absoluto dulce. El chico estaba duro otra vez
y a punto de correrse solo por el placer que le proporcionaba
sentirse tan lleno, la verga perforándolo, caliente y dura, llegando
tan profundo. No podía pensar en nada más, lo único que había en
su mente eran esas sensaciones, todo lo demás era solo una bruma, no
existía. Solo quería abrir las piernas y dejar que su alfa lo
follara hasta que desapareciera cualquier rastro de vacío en su
interior.
—¿Sabes
por qué te sientes vacío?—le preguntó, algo falto de aliento. El
omega negó débilmente con la cabeza, pero probablemente apenas le
había entendido. Daryl le dio un azote y unas gotas de presemen se
escaparon del pequeño miembro del omega—. ¿Sabes por qué sientes
ese vacío, Carl?
—Nnho...—respondió
mezclado con un gemido.
—Eres
un adorable omega y tu culo está hecho para tener la polla de un
alfa dentro, igual que mi polla está hecha para satisfacerte... y
para llenar tu vientre con mis cachorros hasta que esté grande y
redondo.
—¡Nnnhh!...
¡Alfa!—Carl gimió y su interior se estrechó sobre la verga. No
sabía por qué, pero la idea de que Daryl le dejara embarazado, de
llevar a sus hijos en su vientre hizo que todo su cuerpo se
estremeciera.
—¿Te
gusta la idea? A mí también. Te verás realmente hermoso con una
redonda barriga y yo cuidaré de ti y de nuestros cachorritos—le
dijo acariciando su vientre con una mano. Sabía que no iba a
quedarse embarazado, no sería fértil durante su primer celo y
probablemente los dos siguientes, pero la idea le volvía loco, igual
que al omega.
Las
paredes se estrecharon de nuevo y Daryl no pudo resistirlo más. El
nudo comenzó a hincharse y ya no pudo seguir embistiendo, estaba
atrapado en el interior del omega. Carl se estremeció con un largo y
agudo gemido. Creía estar lleno antes, pero ahora estaba
absolutamente completo. Sentía tanto placer que ni siquiera se dio
cuenta cuando se corrió de nuevo. Su cuerpo se quedó flácido y
fueron las fuertes manos de su alfa las que le sostuvieron.
—Adolescentes—murmuró
Daryl sonriendo.
Recostó
al chico y se tumbó sobre él con cuidado de no aplastarlo. Enlazó
las manos con las suyas y se meció suavemente, moviéndose lo máximo
que podía con el nudo atrapado dentro. El omega ronroneaba como un
gatito debajo de él, intentando exponer sumiso su cuello para que el
alfa tuviera acceso a él. Daryl no se resistió, lo lamió y besó
con cuidado de no morder, pero dejando pequeñas marcas a su paso.
Marcas visibles para que todo alfa supiera que ese omega ya tenía un
alfa, aun si todavía no se habían emparejado.
—¿Sabes
qué tienes que hacer ahora?—le susurró al oído.
—No...—respondió
con un suspiro.
—Tienes
que exprimirme. No puedo moverme más así que tienes que contraer
los músculos para que pueda correrme.
—Hmm...—no
lo comprendía, no sabía de qué hablaba en ese momento y no le
importaba. Solo quería disfrutar la sensación de la verga de su
alfa llenándolo.
—¿Quieres
mi semen dentro de ti? ¿Quieres mi semilla para hacer bebés y tener
un precioso vientre hinchado?—le preguntó al oído y el pequeño
asintió ansioso—. Entonces tienes que contraer los músculos de tu
trasero para que pueda dártela.
El
omega gimió y obedeció casi inconscientemente. Le costó un momento
saber cómo hacerlo, pero enseguida sus paredes internas se estaban
contrayendo sobre la dura verga, exprimiéndola. Daryl se corrió una
primera vez con un profundo gruñido, vertiendo el abundante semen en
el interior del chico. Carl gimió y se corrió de nuevo, aunque fue
un orgasmo seco esta vez.
Carl
se quedó dormido o inconsciente después de que Daryl se corriera un
par de veces más en su interior. Despertó aún en los brazos de su
alfa, con la polla en su interior aunque ya sin el nudo. Sentía el
aliento del cazador en la nuca mientras descansaban tumbados de
costado en la cama.
—¿Daryl?—le
llamó con voz ronca sin moverse.
—¿Hm?—respondió
algo adormilado, con el rostro hundido en los sedosos cabellos.
—Tengo
sed.
Daryl
abrió los ojos entonces y se incorporó, saliendo lentamente del
interior del omega, quien emitió un quejido de disgusto cuando lo
sacó del todo. Sin decir nada, se levantó de la cama y bajó a la
cocina sin molestarse en ponerse unos pantalones. Michonne y Rick
estaban en el salón, pero no les prestó la más mínima atención.
Regresó a la habitación con una bandeja con un par de botellas de
agua y bocadillos. Carl estaba hecho un ovillo en la cama cubierto
con las sábanas hasta el cuello. El chico le miró de reojo con el
rostro algo ruborizado, consciente de la situación ahora que se
había pasado la oleada de celo. Daryl dejó la bandeja en la mesilla
y apartó las sábanas de la cama. Carl se sobresaltó y se encogió
aún más.
—¿En
serio? ¿Después de lo que hemos hecho?—rio el alfa al ver la
timidez del chico—. Incorpórate—le dijo acercándole una botella
de agua.
El
chico se incorporó recostándose contra el cabecero y echó un largo
trago de agua. No podía evitar echar vistazos a su alfa, sentado
desnudo junto a él. Tenía fuertes brazos para pelear y que ahora
también servían para abrazarlo y sostenerlo, un torso amplio que
minutos antes lo había estado abrazando por detrás y le había
concedido el sueño más agradable que había tenido en demasiado
tiempo. Y el miembro entre sus piernas... oh, joder, eso era
impresionante. Le había hecho sentirse tan bien que no tenía
palabras para ello. Retorció las piernas, su entrepierna
hormigueando de nuevo, y sintió el semen brotar de su agujero.
—Nnh...—gimió
con gesto de desagrado.
—¿Qué
pasa?—preguntó Daryl preocupado.
—Está
saliendo, tu... um...—indicó con la cabeza hacia su entrepierna.
—Muéstrame—le
pidió. Carl negó con la cabeza—. Muéstramelo—le ordenó esta
vez con su voz alfa.
Carl
frunció el ceño y separó las piernas algo reticente. El líquido
blanquecino se deslizaba entre sus nalgas. El efecto fue inmediato en
el alfa, volvió a ponerse duro y cachondo. Llevó una mano al
enrojecido agujero. El omega se puso tenso por un segundo, pero no se
movió. Daryl tomó con un dedo el semen que había salido y volvió
a meterlo en el agujero. El chico gimió y separó aún más las
piernas.
—¿Crees
que voy a quedarme...?—no se atrevía a decirlo y su rostro se puso
aún más rojo.
—No,
no serás fértil durante los dos o tres primeros celos.
—Mm...
Daryl
no estaba seguro de qué significaba eso, si era un alivio o le
disgustaba, pero no le importaba, él iba a seguir intentándolo. El
omega olía mucho mejor con su semen dentro.
Pasaron
un par de días más de intenso celo. El omega no salía de la
habitación más que para ir al baño mientras que su alfa cuidaba de
él llevándole comida y bebida y encargándose de limpiarlo de vez
en cuando. En las escasas horas que Carl tenía más o menos clara la
mente, pensaba en la decisión que tenía que tomar, en si aceptaría
a Daryl como su alfa, si sería un buen alfa para él o si debía
buscar a otro. Era una decisión importante, vital, más aún en este
mundo. Necesitaba a un buen alfa que pudiera cuidar de él durante el
celo (podía cuidarse solo el resto del tiempo) porque no siempre
tendría la suerte de sufrirlo en un lugar seguro y cómodo. Sin
embargo, la decisión estaba demasiado clara desde el principio así
que no dejaba de pensar que tal vez era cosa del celo y no podía
razonar bien.
Cuando
finalmente terminó el celo, Carl se dio una larga ducha, limpiando
su cuerpo a conciencia. Cuando salió del baño, Daryl ya no estaba
en la casa. Eso le hizo sentir una punzada de dolor en el pecho, pero
en el fondo estaba temiendo algo así. ¿Por qué querría Daryl, por
qué querría nadie estar con un crío como él, tenerlo como su
omega? Sacudió la cabeza, tragando el nudo que se había formado en
su garganta y resistiendo las lágrimas. Pasó el día en la calle,
contento de poder dejar la habitación, mientras la casa entera se
ventilaba.
—¿Cómo
te encuentras?—le preguntó su padre por la tarde, preocupado
porque no hubiera aparecido a comer.
—Bien—respondió
secamente—. ¿Sabes...?
—¿Hm?
—No,
nada—agachó la cabeza y siguió afilando su cuchillo.
—Le
pedí a Daryl que se marchara—le dijo su padre, sabiendo en lo que
estaba pensando el chico.
—¡¿Por
qué hiciste eso?!—preguntó sobresaltado, apretando el cuchillo en
su mano inconscientemente.
—Cálmate.
Le pedí que se marchara por un par de días para darte algo de
espacio para que pudieras despejarte y pensarte lo de que sea tu
alfa. Él estuvo de acuerdo y ha decidido irse a una expedición.
Carl
le miró frunciendo el ceño molesto y se marchó bruscamente. En el
fondo entendía por qué lo había hecho, pero aun así no le
gustaba. Quería a su alfa cerca de él, lo necesitaba a su lado
ahora que su cuerpo y su mente estaban tan inestables. Y se dio
cuenta de que solo podía pensar en Daryl como su alfa. Había
cuidado muy bien de él durante el celo, enseñándole y mimándolo
(a su modo). Y no confiaba en nadie más para cuidar de él si el
celo se presentaba en una situación difícil.
Tuvo
que esperar tres días hasta que Daryl regresó de la expedición.
Procuraba mantenerse alejado de la gente porque todos le miraban de
forma diferente. Los alfas (los pocos que allí había) parecían
hambrientos cuando le observaban, pero ninguno se acercó a él, los
chupetones en su cuello servían para alejarlos. Cuando finalmente
regresó el cazador, se miraron en la distancia. Carl sintió al
momento un hormigueo en su vientre y su entrada comenzó a gotear.
Nunca había tenido esa reacción al ver a un alfa, pero no estaba
sorprendido, había pasado las últimas noches soñando con lo que
habían hecho y despertando con erecciones o con los calzoncillos ya
mojados, a veces con semen y otras también con lubricación.
Daryl
se acercó lentamente con intención de mantener la distancia, pero
en cuanto olió la lubricación no pudo contenerse. Agarró al chico
del pelo con una mano, le quitó el sombrero y atacó su boca,
devorándola con ansia. Había estado conteniendo sus instintos de
alfa durante días, todo su ser le decía que tenía que permanecer
con el omega, cuidar de él tras el celo, y nunca le había costado
tantísimo marcharse a una expedición. Pero ahora iba a tener su
recompensa, el omega gemía y se aferraba a él, restregando su
cuerpo contra el del alfa.
—¿Me
has echado de menos?—le preguntó Daryl cuando se quedaron sin
aliento.
—Sí...—respondió
con el rostro ruborizado. Tragó saliva e intentó mantener la
compostura para no parecer desesperado—. Daryl, quiero que seas mi
alfa, quiero que me marques.
—¿Seguro?—preguntó,
arqueando una ceja.
—¿Vas
a hacerme suplicar?—replicó molesto.
—¿Por
qué no? Estás precioso cuando suplicas.
Carl
sintió aún más calor en su rostro. Había suplicado unas cuántas
veces durante el celo y no iba a admitir que en realidad le gustaba,
le encantaba ser elogiado por su alfa cuando lo hacía bien y recibir
su recompensa.
—Si
no quieres, buscaré a otro—se dio la vuelta, pero antes de que
pudiera dar un paso, Daryl le rodeó con un brazo y se pegó a su
espalda.
—Nadie
más va a tocarte—le susurró al oído con una voz profunda que le
hizo estremecer—. Ahora eres mío, eres mi omega. Mataré al que se
atreva a tocarte, vivo o muerto.
Carl
gimió suavemente y movió las caderas hacia atrás, sintiendo la
erección de su alfa contra su trasero. Ladeó la cabeza mostrándole
su cuello y sus pantalones se mojaron aún más cuando su alfa gruñó
y acarició su cuello con los dientes.
—Márcame—suplicó
ahora el omega.
—Lo
haré mientras follamos. Dime, ¿prefieres que me dé una ducha
primero o que te folle cubierto de sangre y suciedad?—le preguntó
sugerente.
Las
piernas de Carl temblaron y contuvo un gemido.
—Sucio—murmuró
casi inaudible.
Daryl
sonrió y se llevó al omega a casa. Iba a asegurarse de marcarlo por
dentro y por fuera para que nadie se atreviera jamás a tocarlo. Era
su omega, solo suyo.
Amo esta pareja son el uno para el otro!
ResponderEliminarDefinitivamente tus omegaverse son lo mejor los decribes tan bien que es increble ♡
Que ptas acabo de leer XD
ResponderEliminarQue raro…
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