Título: Nuestro momento predestinado
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 30 (8 de 30)
Resumen: El gobierno dice que Spencer Reid es el Alma Gemela de Aaron Hotchner, y Aaron siempre ha confiado en el sistema, pero ese chico flacucho con pinta de ayudante de profesor universitario y claros problemas de personalidad no puede ser su Alma Gemela. No le queda otro remedio que casarse con él, pero eso no significa que tenga que aceptarlo como su pareja.
Nota: Atención, esta es una historia dura que involucra a niños que han sido violados y torturados. Estos hechos no se describen en sí, pero sí se habla posteriormente de ellos y también se incluye la muerte de menores.
Capítulo 8
Aaron regresó al centro por la tarde
al día siguiente incluso si ya no tenía excusa porque sentía que
su cena no había terminado bien el día anterior, aunque no
comprendía por qué. No recordaba haber hecho nada para hacerle
pensar que estaba interesado en su ayudante y, aunque así fuera, no
veía el problema en ello. Aunque técnicamente estuvieran casados,
nunca habían tenido ninguna clase de relación y estaba seguro de
que Reid también había salido con otras personas durante esos años.
¿Podría ser que tuviera una relación con su ayudante o sintiera
algo por ella y no se lo hubiera dicho todavía? Apretó los dientes.
Eso le molestó. Si estaba interesado en ella, bastaba con que se lo
dijera y solucionara la tensión que hubiera entre ellos, pero era
ridículo que se molestara con otras personas por interesarse por
ella (aunque él ni siquiera la había mirado dos veces). Y, de todos
modos, ¿era ético siquiera salir con tu ayudante? ¿Y no era ella
demasiado mayor para él? Estaba seguro de que tan solo lo veía como
a un hijo. Las ilusiones que tuviera Reid seguramente eran
infundadas. Y, aun si no fuera así, él era un genio y ella no podía
ser más que su ayudante, seguramente ni tendría una titulación,
Reid podía aspirar a mucho más, esa mujer no podía ser suficiente
para él.
Cerró la puerta del coche de un
portazo y se dirigió a la entrada del centro. Ahora estaba de mal
humor y no sabía por qué. Probablemente su enfado se mostraba en su
rostro porque los policías de la entrada se pusieron tensos cuando
le vieron llegar y, como ya le conocían, le dejaron pasar sin pedir
identificación. Eso le molestó aún más, pero no iba a echarles la
bronca allí con los medios de comunicación tan cerca como estaban.
En el interior, las cosas parecían más tranquilas que el día
anterior y la gente se apartaba de su paso mientras se dirigía al
despacho de Reid. Iba pensando en reprenderle por su comportamiento
de la noche anterior, pero cuando se asomó a la puerta abierta vio
al joven colgar el teléfono con un suspiro y reclinarse con aspecto
cansado en la silla. Se percató de las profundas ojeras que tenía,
mezcla de sueño y cansancio.
—¿Todo bien?—le preguntó,
olvidando su enfado de un plumazo.
—Hotch, hola. Sí, bueno... Ahora que
tengo a algunos de los niños localizados en el mapa, estoy
intentando buscarles psicólogos o ayuda apropiada en sus ciudades
para cuando regresen y... no es fácil—suspiró de nuevo,
frotándose los ojos—. Normalmente no es sencillo con uno solo y
ahora son ocho de golpe.
—¿Ocho?
—Sí, García localizó esta tarde a
los padres de otro. Parece que podremos conseguirlo, aunque sea poco
a poco. ¿Vamos a cenar?—le preguntó y Aaron se sorprendió de que
tomara la iniciativa.
—Por supuesto.
Salieron del despacho y se dirigieron
al comedor que, con el aumento de comensales, había alargado su
horario.
—¿Cómo fue anoche con el pequeño
durmiendo con sus padres?—le preguntó mientras cenaban.
—Eso fue increíble. Esos niños
están aún más unidos de lo que pensaba. A Olivia no le gustó nada
que Timmy se fuera a dormir con sus padres, pero en principio lo
aceptó. A mitad de la noche comenzó a tener pesadillas y exigió
ver a su hermano porque estaba segura de que le estaban haciendo algo
malo. Fui a la habitación de los padres de Timmy para pedirles que
la dejaran pasar un rato con ellos y me encontré con Timmy llorando
a todo pulmón pidiendo ver a su hermana. Al final, Timmy y su madre
durmieron en la habitación común con el resto de los niños—le
explicó mientras agitaba sus manos con unos gestos propios de él
que a Aaron le habían empezado casi a hipnotizar—. El padre se
tuvo que quedar en su habitación porque no permitimos hombres en esa
sala.
—Salvo tú.
—No, ni siquiera yo. No quiero que se
asusten al ver a un hombre cuando están en un momento tan sensible
como es el sueño. Si necesitan algo, es Satu o alguna de las otras
ayudantes quienes se encargan.
—Pero apuesto a que tú duermes aún
menos que ellas. ¿Cuántos minutos has dormido desde que esto
empezó? Estoy seguro de que me los podrías decir casi al segundo y
no pasarían de las tres horas.
—Mm... Bueno...—tenía razón,
absolutamente, y le dio un poco de vergüenza ser tan fácil de
leer—. Siempre he padecido de insomnio y en situaciones de estrés
se intensifica aún más. Puedo sobrevivir unos cuántos días a base
de pequeñas siestas.
—¿Por qué no pruebas no tomando más
café desde ahora hasta mañana por la mañana? Tal vez así seas
capaz de dormir un poco más. No creo que tenga que explicarte los
beneficios del sueño para el cerebro.
Spencer le miró frunciendo el ceño y
resopló.
—Pareces una madre.
—Cuídate como un adulto.
El joven hinchó los mofletes en un
gesto infantil y Aaron lo encontró adorable, no pudo evitar reír.
Aquella noche terminó bien y las cenas
con Reid se convirtieron en una rutina al salir de trabajar. No
solían llegar a una hora, pero era un rato que pasaban relajándose,
con suerte olvidándose del trabajo durante unos minutos aunque era
prácticamente de lo único de lo que hablaban. Además, estaba
seguro de que esa era la única comida decente que el doctor hacía
al día.
Por desgracia, la rutina duró poco y
el mismo día en que terminaron de analizar a los hermanos Bishop les
llegó un caso en Iowa. Pensó que quizás debería avisar a Reid de
que no iría a cenar. Claro que técnicamente no habían hecho ningún
plan, él simplemente se aparecía por allí para que comiera algo y
estar al tanto de cómo iba el tema de los niños. Estaba bastante
seguro de que con todo el trabajo que tenía ni siquiera se daría
cuenta de que no aparecía. Y también se olvidaría de cenar.
Finalmente, mientras estaba en el
avión, escribió: «Tenemos un caso en Iowa, no podré ir a cenar
hoy ni tal vez en unos días. Te avisaré cuando regrese». Releyó
el mensaje y eliminó la última parte porque no estaba seguro de si
a Reid le importaría saber si había regresado o no: «Tenemos un
caso en Iowa, no podré ir a cenar hoy ni tal vez en unos días».
Volvió a leer el mensaje y no se quedó convencido con la última
parte porque realmente no habían quedado para cenar así que era
ridículo anular unos planes que no tenían. «Tenemos un caso en
Iowa, avísame si surge algo o contacta con García». Sí, eso
estaba mejor, no hacía referencia a sus cenas, pero dejaba claro que
no podría ir y sonaba más profesional. Demasiado frío. Su relación
ya no era tan fría, consideraba que al menos habían alcanzado
cierto nivel de amistad. No quería sonar como si le enviara un
mensaje a un compañero de trabajo. «Tenemos un caso en Iowa,
avísame si surge algo o contacta a García. No te olvides de cenar».
Releyó de nuevo el mensaje y sí, esta vez sonaba aceptable, con el
punto de preocupación hacia su salud que podría mostrar cualquier
amigo. Pulsó enviar y esperó a ver el icono de enviado. Entonces se
sintió como un auténtico idiota por darle tantas vueltas a un
mensaje y resopló. Se guardó el teléfono, no esperaba una
respuesta inmediata porque sabía que Reid se dejaba el móvil en el
despacho y no solía pasar mucho tiempo allí durante el día. Aun
así, lo comprobó varias veces aunque ni siquiera había sonado.
—¿Esperas un mensaje?—le preguntó
Rossi con una astuta mirada cuando comprobó el teléfono de nuevo al
aterrizar en Iowa.
—No, no realmente.
Y no, no esperaba que Reid respondiera
a su mensaje, no había necesidad, pero se sintió algo decepcionado
cuando no recibió ningún mensaje en todo el día, ni el día
siguiente, ni durante todo el caso.
Regresaron a Virginia cinco días
después, habiendo capturado al Sudes y salvado a la última víctima,
un final relativamente exitoso a pesar de las muertes previas.
Debería sentirse bien, debería estar satisfecho, pero en su lugar
se sentía inquieto y un poco de mal humor. Cuando todos se fueron a
casa dejando el papeleo para el día siguiente, él también lo hizo.
Sintió la mirada de sorpresa de su amigo que aún seguía en su
despacho, pero no se detuvo a hablar con él, no le apetecía un
interrogatorio sobre su extraño comportamiento.
Llegó en tiempo récord al centro
donde estaban los niños y encontró a Reid en su despacho,
escribiendo en lo que parecía un expediente. Ya en ese momento
sintió algo de alivio, era otro día más, lleno de trabajo. El
doctor estaba tan atareado que casi era mejor que aprovechara el
tiempo de enviar un mensaje en descansar.
—Reid—le llamó desde la puerta.
—Hotch, buenas tardes—le saludó,
apenas levantando la vista del papel.
—Buenas tardes—¿A qué venía un
saludo tan formal? Viendo que no tenía intención de dejar de
escribir, entró al despacho y se sentó en una de las sillas frente
al escritorio—. ¿Cómo ha ido todo estos días?
—Muy bien, García ha encontrado a
dos padres más, ya solo faltan tres, y cuatro de los niños ya se
han ido con sus padres y les he buscado buenos profesionales a los
que acudir en sus ciudades.
Hablaba demasiado rápido, más de lo
habitual en él, y no había dejado de escribir. Su espalda y sus
hombros estaban tensos y su mano temblaba ligeramente. Algo le
sucedía. Aaron colocó una mano sobre la suya y Spencer soltó un
suspiro que era casi un sollozo.
—Ven, vamos—le dijo suavemente.
Se levantó de la silla e hizo que el
joven también se levantara. Le rodeó con sus brazos y Spencer se
derrumbó de inmediato. Comenzó a llorar, aferrándose a su chaqueta
y hundiendo el rostro en su hombro. Mientras le estrechaba con fuerza
con un brazo, Aaron acarició con la otra mano sus cabellos con suave
olor a miel, los rizos rozando su rostro, y se sintió muy culpable
por estar disfrutando ese momento. Era una persona horrible por ello,
pero ahora se daba cuenta de que su mal humor venía porque le había
echado de menos y se sentía feliz de saber que le necesitaba.
—Cuéntame qué ha pasado—le pidió
cuando se hubo tranquilizado un poco.
—He estado teniendo charlas con los
niños y los padres juntos. Necesitan saber lo que han sufrido sus
hijos para poder ayudarles, y ha sido horrible, los padres están
destrozados y una madre tuvo una crisis nerviosa y tuvimos que llamar
a una ambulancia para llevarla al hospital—le dijo entre sollozos
con la voz temblorosa, sin apartarse ni un milímetro de él como si
fuera un salvavidas—. Aaron, yo solo quiero que esto se acabe, que
puedan olvidarlo todo y tener vidas felices y normales, pero esos
niños y sus padres están destrozados y estarán marcados de por
vida y yo no puedo hacer nada para ayudarles.
—Estás haciendo todo lo que está en
tu mano para ayudarles. Tú no causaste esto, nada de esto es tu
culpa. Haces lo humanamente posible para que se recuperen. Es
imposible que hagan como si nada hubiera pasado, pero estoy seguro de
que con tu ayuda podrán recuperar sus vidas en la medida de lo
posible.
—Eso no es mucho consuelo, ¿sabes?
—Lo sé, pero es la realidad. Tú
eres el mago aquí, yo no puedo hacer magia.
—Ahora mismo solo quiero desaparecer.
—Desaparezcamos entonces—le dijo.
Spencer levantó la cabeza por primera vez y le miró confuso, con
sus ojos rojos de llorar y las mejillas húmedas. Aaron secó su
mejilla con el pulgar sin pensarlo y sonrió al ver cómo se
ruborizaba—. Salgamos de aquí, solo un par de horas.
—No puedo, tengo-
—Tienes que cenar, eso lo primero. No
me fío de que hayas comido apropiadamente estos días. Puedes
alargar la cena un rato, mereces un respiro. Vamos, ponte tu
chaqueta, iremos en mi coche—le dio él mismo la chaqueta y le hizo
salir del despacho, aunque Spencer no opuso demasiada resistencia.
Al llegar a la entrada se encontraron
con Satu, quien les miró sorprendida.
—Aaron, me alegra verte de nuevo.
Espero que el caso fuera bien—le dijo la mujer sonriente.
—Sí, bastante bien, gracias—se
extrañó cuando le llamó por su nombre, pero no dijo nada.
—Es bueno tenerte por aquí, Spencer
vive a base de barritas de cereales y café si no le obligas a
cenar—rio dulcemente y se echó un fino mechón de flequillo tras
la oreja, aunque no era necesario, estaba sujeto con una pinza y
llevaba el resto del pelo en una coleta como siempre. Aaron reconoció
de inmediato los signos del coqueteo. Quizás por eso Spencer se
había molestado el otro día, Satu estaba interesada en él—. ¿Y
a dónde vais?
—Me lo llevo un rato para que se
relaje, solo un par de horas—respondió con un tono lo más neutral
posible. Lo último que quería era que Spencer se molestara de
nuevo.
—Oh, bien, yo me encargo de todo
aquí, no os preocupéis—se veía un poco decepcionada, quizás
estuviera esperando que la invitara también a ella.
Era una mujer atractiva y muy
competente y dedicada a su trabajo, lo que normalmente Aaron estaría
buscando, pero en ese momento no estaba interesado, mucho menos
sabiendo que a Spencer le molestaba por algún motivo. Aunque le
desagradara, si Spencer tenía sentimientos por ella no pensaba
interponerse. Ya se pararía a pensar en otro momento en por qué le
desagradaba.
Salieron del centro y se dirigieron a
su coche. Aaron le abrió la puerta, simplemente por costumbre, y el
joven le miró extrañado, pero no dijo nada. Condujo varios
kilómetros hasta un local al que David le había llevado alguna vez.
El ambiente era tranquilo y la comida buena, lo suficiente para pasar
una cena relajada.
—Es un poco... elegante, no sé si
yo...—Reid miró hacia la entrada algo inseguro cuando salieron del
coche.
Aaron le miró de arriba abajo y
frunció el ceño. Llevaba uno de sus trajes habituales, oscuro y
bien ajustado a su cuerpo, con chaleco y corbata, y una camisa azul
oscura. Lo único que desentonaba con todo ello eran las zapatillas
Converse a juego con la camisa, pero nadie se fijaría con lo sexy
que le hacía el traje.
—Espero que estés de broma. ¿No te
has mirado al espejo? Serás uno de los más elegantes de ahí—incluso
si no estaba interesado en hombres, podía admirar lo atractivo y
sofisticado que se veía. El chico le miró confuso, parecía
realmente no comprenderlo—. ¿Es que no sabes qué ropa llevas?
—Um... Lo cierto es que fue Satu
quien me hizo el... cambio de imagen, como lo llamó ella. La ropa me
es indiferente, la verdad. Estaba más cómodo antes, pero según
ella esto es más profesional.
Aaron se sintió algo molesto, no le
gustaba la idea de que esa mujer le hubiera hecho cambiar de imagen
en contra de sus gustos, pero sabía que tenía razón, con el
aspecto de antes no habría parecido más que un ayudante recién
salido de la universidad.
—Te aseguro que no tendrás problema
para entrar, aquí y donde sea.
Colocó la mano en la parte baja de su
espalda en un gesto al que ya se había acostumbrado y lo acompañó
hasta la entrada. Como esperaba, no hubo ningún problema para que
les dejaran pasar y al ser un día de diario no tuvieron tampoco
problema para conseguir mesa, por suerte una bastante apartada. Aaron
ya sabía lo que quería pedir y Spencer solo necesitó un instante
para memorizar la carta así que pidieron al momento.
—¿Entonces el caso fue
bien?—preguntó Reid cuando recibieron sus platos de pasta.
—Sí, conseguimos encontrar al Sudes
antes de que hiciera daño a la última víctima. Hubo dos víctimas
antes de que llegáramos, pero para lo que es nuestro trabajo lo
considero relativamente exitoso.
—Es duro llegar cuando ya se han
perdido vidas. Hacéis un gran trabajo.
—Gracias, pero siento no haber estado
aquí estos días para apoyarte.
—No, por favor, no te disculpes jamás
por tu trabajo, estabas donde tenías que estar. Soy un hombre
adulto, puedo cuidarme solo, aunque sea a base de barritas de
cereales y café—intentó que sonara como una broma, pero Aaron
sabía que seguramente no había probado otra cosa esos días—.
¿Cuándo regresasteis, por cierto?
—Hace como una hora en realidad.
—¿Y viniste para que
cenara?—preguntó sorprendido—. Te estoy agradecido, pero no era
necesario que lo hicieras. ¿No tienes a nadie que te esté esperando
en casa o... algo así?
Aaron frunció el ceño, no sabía el
por qué de esa repentina pregunta, ni siquiera le había mirado a la
cara cuando se la había hecho.
—No, he... he salido con algunas
mujeres, pero ahora mismo no estoy con nadie. ¿Y tú?—realmente no
quería saberlo, preferiría no escucharlo, pero la pregunta había
salido sola de su boca.
—No—respondió secamente—. Pero
supongo que tendrás a alguien más entretenido con quien pasar el
rato, ahora no soy una compañía muy agradable, si es que alguna vez
lo soy.
—Sé que no tengo ninguna obligación
de estar aquí, estoy donde quiero estar—replicó algo molesto por
el comentario de desprecio hacia sí mismo.
—Satu está interesada en ti. Fue
bastante evidente por su comportamiento antes y tú sabes leer a la
gente así que supongo que te diste cuenta. No le he dicho que
estamos... bueno, eso, así que no tendrías problemas.
Aaron se quedó aturdido por un
momento. Prácticamente le estaba invitando a salir con ella, así
como si nada. Pero, a pesar de su tono casi apático, Aaron pudo
apreciar por su lenguaje corporal ‒la cabeza gacha, la mirada fija
en su plato y los dedos de su mano libre frotando nerviosamente el
pie de la copa‒, que no le gustaba la idea.
—¿Por qué no le dijiste que estamos
casados?—debía desagradarle mucho si ni siquiera era capaz de
pronunciar la palabra.
—Supuse que lo preferirías así. No
se lo he dicho a nadie—respondió encogiéndose de hombros como si
no fuera importante.
Lo decía como si lo hubiera hecho por
él, pero Aaron estaba seguro de que Spencer también había tenido
sus líos fingiendo ser un viudo o algo así como había hecho él.
Ahora sí que se sentía molesto. Era ridículo porque él tampoco se
lo había dicho a nadie hasta que no tuvo otro remedio que contárselo
a David, pero le molestaba la forma en que Reid estaba hablando del
tema, incluso sugiriéndole que podía tener una relación con su
ayudante, por la que claramente sentía algo.
—Gracias por la... sugerencia, pero
ahora mismo no estoy interesado. Este no es un trabajo fácil para
una relación y ahora tenemos demasiado trabajo—estaba seguro de
que su tono sonaba molesto, pero Spencer apenas asintió ligeramente
con la cabeza sin levantarla y sin apartar la vista de su plato.
El aire se puso tenso entre ellos y
siguieron cenando en silencio. No fue hasta que pidieron unos cafés
(descafeinado para Reid porque realmente necesitaba dormir de una
vez), que Aaron inició de nuevo una conversación, esta vez lo más
alejada posible de sus trabajos. Le preguntó lo que debería haberle
preguntado cuatro años atrás: dónde había estudiado, cuáles eran
sus aficiones, cuáles eran sus libros y películas favoritas... y
esto último le llevó a vislumbrar al Spencer más friki, hablando
entusiasmado de libros y películas de las que ni siquiera había
oído hablar. Perdió varias veces el hilo de la conversación
mientras daban un paseo por el parque frente al restaurante después
de la cena, pero realmente no le importó, era fascinante escucharle
o simplemente observarle mientras hablaba.
Oh wow, tengo sentimientos encontrados por ambos, Aaron no sabe como actuar pero vamos, el ha salido con mas personas y dudo que Spencer haya tenido una relación antes
ResponderEliminarNo se como sentirme con respecto a Satu...
No quiero que hieran a Spencer, me dolería mucho
Yo solo quiero que aparezca un ex de mi friki para que Aarón esté más celoso :v
ResponderEliminaraaaaaahhhhh, tonto espero que habrás los ojos rápido, dudo mucho de mi bebe reid aya tenido alguna relación antes con su manera tan antisocial de un genio le cuesta mucho..!!!
ResponderEliminar2022 y leyendo esta hermosura 💜
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