Título: Color
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi
Clasificación: +14 Advertencias: violencia
Capítulos: 1
Resumen: Los Hale son una misteriosa familia, algo ocultan, así que Stiles va a investigar con Scott la casa Hale una noche. Lo último que esperan es que un hombre con garras y colmillos salga corriendo de la casa y se lance sobre uno de ellos... y entonces el mundo se llene de color.
* * * * *
El
cielo estaba ya oscuro, apenas podían ver entre los árboles con sus
linternas. No querían tomar el camino principal porque se supone que
nadie debía verlos. Esta era una de esas pruebas de valor a la que
en realidad nadie les había retado. Stiles había oído hablar a su
padre sobre un caso relacionado con los Hale. No sabía de qué
trataba exactamente, pero había muchos misterios rodeando a esa
familia. Había averiguado que seis años atrás habían intentado
quemar la casa con toda la familia dentro. Los culpables estaban
ahora en la cárcel, ¿pero quién querría hacer algo así y por
qué? Tras aquello, habían enviado a uno de los chicos, Derek, a
estudiar a Nueva York y no tenía información de que hubiera
regresado. Talia Hale, la que parecía la cabeza de la familia, tenía
mano en el ayuntamiento y en varios asuntos políticos, además de
dirigir un bufete de abogados en el que también trabajaban sus dos
hermanos. No había conseguido sacar mucho más en claro. Eran una
familia poderosa y adinerada, de eso estaba seguro (incluso si vivían
aislados en la reserva). Debía de haber algo oculto en aquella
familia, ya sabes, como las familias mafiosas o algo así.
En
definitiva, su curiosidad había podido con él y había terminado
por arrastrar a Scott a una investigación nocturna de la casa Hale.
Su amigo no había dejado de repetirle lo horrible que era esta idea
hasta que respirar ya era bastante difícil sin hablar.
Apagaron
las linternas cuando vieron el borde de la línea de árboles. Se
acercaron lentamente, manteniéndose siempre ocultos. La casa, o la
mansión más bien, era enorme, parecía que habían juntado cinco
grandes casas en una sola. La puerta principal estaba en medio, con
dos amplios ventanales a cada lado. Los marcos de las ventanas eran
blancos, con contraventanas oscuras en la segunda planta. La planta
baja era de un tono medio mientras que la segunda planta era más
clara y la tercera era ya el tejado, negro en la oscuridad, con tres
chimeneas. Tenían arbustos y césped bien cuidados en la parte
frontal, con más de media docena de coches aparcados. ¿Cuánta
gente vivía allí?
—Ya
la has visto, ya podemos irnos—le dijo Scott susurrando.
—Verla
así no sirve de nada, vamos a la parte de atrás—le respondió,
avanzando ya tras los árboles que rodeaban la casa.
—¿Piensas
entrar?—preguntó mirándole con pánico.
—Claro
que no, no soy un delincuente, solo un investigador.
—En
tus sueños.
Rodearon
la casa manteniéndose al borde de los árboles. Por alguna razón,
Stiles esperaba encontrarse con un jardín inglés o algo así,
pegaría con el estilo de la casa, pero en su lugar había un amplio
terreno despejado de árboles con el césped bien cuidado y varias
mesas de pícnic. Tan solo había unas cuántas flores plantadas al
borde de la casa, pero nada excesivo. Había también unos juguetes
de niños en un rincón junto a la casa y una enorme barbacoa al otro
lado. Era evidente que les gustaba pasar tiempo ahí, era un lugar de
reunión y no para presumir de jardín.
Ambos
chicos dieron un salto cuando la puerta trasera se abrió de golpe.
Un hombre salió de la casa y se dirigió corriendo directamente
hacia ellos. Sus ojos brillaban como los ojos de una persona no
podían brillar. Eso y los dientes afilados que asomaban entre sus
labios y las extrañas facciones que desvelaba la luz de la luna les
dejó paralizados por un momento.
—¡Corre!—gritó
Scott y Stiles reaccionó.
Como
siempre, los chicos echaron a correr en diferentes direcciones. El
hombre fue tras Stiles sin dudarlo, ignorando por completo a Scott.
Stiles sintió un profundo terror crecer en su interior porque esa
cosa definitivamente no era humana, el rugido que soltó no era
humano.
Las
luces de la casa se encendieron a su espalda y por un momento tuvo la
esperanza de que alguien saldría a ayudarle, pero antes de poder
avanzar tres metros siquiera, fue derribado al suelo, el golpe
amortiguado de algún modo por los brazos de la criatura alrededor de
su torso. Cerró los ojos y forcejeó, esperando dolor, esperando ser
devorado quizás. No hubo nada de eso y cuando su forcejeo
evidentemente no sirvió de nada se quedó quieto. Sintió una
vibración a su espalda, un gruñido constante casi como un ronroneo.
Sintió el aliento caliente en su cuello y se estremeció. Finalmente
abrió los ojos... y se hizo el color.
La
hierva tenía color y los troncos de los árboles y las pequeñas
flores silvestres y sus propias manos extendidas frente a él y no
podía ver más desde esa posición, pero había color.
—Oh,
dios mío—exclamó boquiabierto, lágrimas deslizándose por sus
mejillas. ¿Eso era verde? La hierva era verde así que así debía
de ser el verde. ¿Y eso era marrón? Era tan difícil de distinguir
con apenas las luces de la casa iluminándolo, pero sí, era color—.
Oh, dios mío.
Entonces
se dio cuenta de que los brazos a su alrededor no intentaban hacerle
daño, eran posesivos, desesperados tal vez, pero no agresivos.
Intentó darse media vuelta y la criatura gruñó.
—Shhh,
shhh, está bien, no me voy a ningún sitio, solo quiero verte—le
dijo, intentando sonar tranquilizador porque ahora sabía que la
criatura no iba a hacerle daño.
El
hombre aflojó su abrazo solo lo justo para que pudiera girarse y
tumbarse boca arriba. Aquellos ojos brillantes lo estaban mirando con
una intensidad que jamás había sentido y no sabía qué color era
ese, pero ya lo adoraba. Los colmillos que llenaban su boca eran
afilados y no tenía cejas, pero sí unas abundantes patillas. Tomó
su rostro entre las manos y lo acarició sin miedo. Ya no le tenía
miedo porque veía color. Esa criatura no iba a hacerle daño porque
era suya, su alma gemela.
—¿Stiles?—escuchó
la voz de su amigo llamarle desde cierta distancia.
—Está
bien, Scott, estoy bien—le aseguró sin apartar los ojos de aquel
hombre—. No va a hacerme daño, ni a ti, ¿verdad?—le preguntó a
la criatura arqueando una ceja.
El
hombre suspiró y hundió el rostro en su cuello. Stiles tan solo se
abrazó a sus hombros y pudo sentir cómo se relajaba. Escuchó ruido
desde la casa, a alguien más salir, pero no prestó atención. Un
minuto después el hombre levantó la cabeza y esta vez su rostro sí
era humano, incluso si sus ojos aún tenían cierto brillo.
—Hey—le
saludó Stiles con una sonrisa.
—Hey—respondió
el hombre con otra sonrisa. Resultó ser bastante atractivo, si bien
bastante mayor que él, pero eso no le importaba. Esa sexy perilla
podía compensarlo—. No voy a hacerte daño, a ninguno de los dos.
—¿Qué
eres?—le preguntó y llevó las manos de nuevo a su rostro y lo
acarició simplemente porque podía.
—Un
hombre lobo.
Stiles
no se sorprendió tanto como debería. Probablemente habría
reaccionado igual si le hubiera dicho que era un vampiro o el yeti,
no le importaba.
—Peter—llegó
la autoritaria voz de una mujer detrás de ellos.
El
hombre, Peter, se incorporó, levantando a Stiles consigo sin
soltarlo. Se giró hacia la mujer, manteniendo a Stiles pegado a su
cuerpo. Y, dios, qué cuerpo. Eran de la misma altura, pero sus
hombros eran tan anchos y su cuello tan musculoso y podía sentir su
firme torso contra él y realmente no era capaz de apreciar nada más
estando tan pegado a él, pero desde luego no iba a quejarse.
—Talia,
te presento a mi alma gemela, ¿Stiles, verdad?—Stiles asintió sin
poder borrar la estúpida sonrisa de su rostro—. Y ese es su amigo
Scott—añadió, indicando con la cabeza al chico que aún se
ocultaba entre los árboles.
—Creo
que tenemos que hablar, en mi despacho—les dijo la mujer con voz
severa y rostro serio (incluso si Stiles no podía verlo porque tan
solo podía mirar a Peter).
Talia
se dio la vuelta y regresó hacia la casa. Peter la siguió sin
soltar a Stiles y Cora Hale, quien compartía con ellos algunas
clases en el instituto, se acercó a Scott y lo agarró por la
camiseta, arrastrándolo consigo.
Cuando
entraron en la casa, Stiles no pudo evitar mirar a su alrededor, pero
no estaba curioseando en realidad, estaba admirando los colores que
llenaban cada estancia por la que pasaban. Los muebles marrones, los
marcos de los cuadros de colores que no podía identificar, jarrones
con flores de tallo verde y pétalos de colores que desconocía. Ni
siquiera sabía de qué color eran los muebles o las paredes de su
propia casa.
—¿De
qué color son tus ojos?—le preguntó a Peter.
—Azules—respondió
con una sonrisa, sus ojos brillando del mismo color que humanos.
—¿Como
el cielo?
—Mañana
podrás compararlos.
Entraron
en una gran sala que parecía un despacho y una biblioteca al mismo
tiempo. Talia se sentó tras un enorme escritorio de madera oscura y
Cora sentó a Scott en una silla frente al escritorio antes de
marcharse. Peter se sentó en otra silla y sentó a Stiles en su
regazo, pero ahora la atención de Stiles estaba en los libros. Había
distinguido el título de uno al pasar: Protocolo para las
relaciones con el mundo de las hadas.
—Oh,
dios mío—exclamó e intentó levantarse, pero Peter lo sujetó por
las caderas—. Quita esas zarpas—le dijo golpeando una de sus
manos y apartándose. Los colores se desvanecieron, pero no le
importaba, ahora eran los libros lo que atraía su atención.
Peter
emitió un lastimoso gemido que le hizo sentir como si hubiera dado
una patada a un perro. Stiles resopló y agarró a Peter por la
muñeca, levantándolo de la silla. Se acercó a la estantería y
colocó las manos de Peter en su cintura. Peter se pegó a su espalda
y hundió el rostro en su cuello contento mientras Stiles sacaba un
libro tras otro y los ojeaba, todos ellos con títulos relacionados
con lo sobrenatural.
—Tengo
libros aún mejores en mis habitaciones—le dijo Peter, mordiendo
juguetonamente el lóbulo de su oreja.
Stiles
se estremeció y rio nerviosamente.
—¿Me
está intentando atraer a tu habitación con promesas de libros? Eres
de los listos.
—Creo
que tú también.
Detrás
de ellos alguien se aclaró la garganta y cuando se giraron vieron a
Talia de pie tras su escritorio con sus ojos brillando... de un color
que no era el mismo que el de Peter y que parecía bastante
amenazante.
—¿Qué
color es ese?—preguntó Stiles con un susurro.
—Rojo,
alfa rojo—respondió Peter, llevándolo de nuevo hacia la silla y
sentándolo en su regazo.
—Oh,
¿como los lobos de verdad? Quiero decir, ¿tenéis la misma
jerarquía? ¿Tú eres un beta entonces?
—Exactamente—respondió,
mirándole complacido, pero antes de que pudiera seguir Talia le
interrumpió.
—Stiles
y Scott, creo que tenemos que hablar muy seriamente—colocó los
brazos sobre la mesa, entrelazando las manos. Se sentían como si
estuvieran ante el director del instituto—. En primer lugar, ¿qué
hacíais merodeando alrededor de nuestra casa?
—Escuché
a mi padre mencionaros y siempre habéis sido famosos en la ciudad
así que me dio por investigar un poco. Descubrí lo del intento de
quemar la casa con vosotros dentro hace unos años y que los tres
hermanos trabajáis en un bufete de abogados y básicamente vivís
todos juntos, pero nada más y sentía que había algo sospechoso así
que decidí venir a investigar sobre el terreno. Arrastré a Scott
conmigo, él no tiene nada que ver.
—¿Y
ha resultado ser lo que sospechabas?—le preguntó Peter, que
parecía divertido.
—No,
a menos que llevéis negocios mafiosos a parte del tema de la
licantropía.
Peter
se echó a reír y le abrazó aún más fuerte. Cuando escuchó el
sonido del inhalador de Scott, Stiles se giró hacia él.
—Hey,
¿estás bien?—le preguntó preocupado.
—Huele
a pánico—comentó Peter.
Scott
le miró y miró a Peter con una expresión de confusión y miedo, su
respiración aún demasiado irregular.
—¡Son
hombres lobo!—exclamó como si su amigo estuviera loco por
tomárselo con tanta calma, y quizás lo estaba, pero Stiles
simplemente no podía tener miedo cuando el mundo ahora estaba lleno
de color.
—Sí,
um... Pero no son bestias antropófagas como en las películas. Si
hubiera habido muertes o desapariciones periódicamente durante la
luna llena me habría dado cuenta, ¿no crees?—no necesitaba
preguntarle a Peter si llevaba razón, tan solo lo sabía.
Scott
lo meditó por un momento y finalmente asintió, pareciendo
tranquilizarse un poco. Peter y Talia intercambiaron una mirada.
—¿Cuántos
años tienes, Stiles?—le preguntó Talia.
—Dieciséis,
vamos al mismo curso que Cora.
—Eso
podría resultar... un problema—dirigió una mirada seria hacia su
hermano.
—Vamos,
sois abogados, sabéis perfectamente que los delitos de estupro en
caso de almas gemelas nunca prosperan. Por supuesto que a mi padre no
le hará ninguna gracia, pero prometo que no dejaré que te
dispare—le dijo a Peter con unas palmadas en el hombro.
—¿Tu
padre tiene acceso a armas?—preguntó cauteloso.
—Oh,
sí, a muchas, es el sheriff—pudo sentir cómo Peter se tensaba
debajo de él y Talia se enderezaba en su asiento—. No te
preocupes, en serio, no voy a dejar que te dispare. ¿Serviría de
algo de todos modos? Con balas normales, quiero decir. ¿Tendrían
que ser de plata o algo así?
—Lo
de la plata es un mito, es un error de traducción por el apellido de
una familia de cazadores. Te dejaré un libro sobre su origen. Pero
una bala de acónito sí sería-
—Peter—Talia
le llamó siseando entre dientes.
—Va
a descubrir todo esto tarde o temprano y nos ahorraremos problemas si
está bien informado—nunca le había gustado la política de lo que
no saben no les hará daño de su hermana.
—Stiles
no es el único del que debemos preocuparnos.
Ambos
miraron a Scott, que en aquel momento parecía un cervatillo ante las
luces de un coche. Stiles no necesitaba oler el miedo desbordándose
por sus poros ni oír sus latidos acelerados, sabía que su amigo no
podía aguantar más allí, incluso si no había ninguna amenaza
real.
—Es
muy tarde así que llevaré a Scott a casa antes de que su madre se
entere de que no está—dijo levantándose y agarrando a Scott por
la muñeca—. Melissa no tiene colmillos, pero es aterradora, sobre
todo cuando meto a su hijo en líos.
—Stiles-
—No
os preocupéis, no es idiota, no le dirá nada a nadie, ¿quién iba
a creerle de todos modos?—interrumpió a Talia, llevando a su amigo
consigo hacia la puerta del despacho. No parecía afectado en
absoluto ante la autoritaria mirada de la alfa y Peter sintió un
hormigueo en su estómago, no muchos humanos eran capaces de
plantarle cara a su hermana—. Peter, ¿nos llevas? Hemos venido
andando.
—Por
supuesto.
Miró
a Talia con una sonrisa ante su expresión molesta y siguió a su
alma gemela y a su amigo hasta la entrada de la casa. Había miradas
curiosas en cada sala que pasaban, pero no les prestaron atención.
Sabía que esto iba a causar un pequeño revuelo. A estas alturas ya
creían que jamás encontraría a su alma gemela y este además era
un humano, un adolescente. No le importaba lo más mínimo lo que
pudieran decir.
Subieron
a su coche, los dos chicos en el asiento de atrás, y le dieron
instrucciones para llegar a la casa de Scott. Tendría que dejar las
ventanillas abiertas toda la noche para que se fuera el olor a miedo
que desprendía el chico.
—En
serio, no tienes que tenerles miedo—le dijo Stiles con una mano
sobre su hombro—. ¿Crees que mi alma gemela te haría daño o
dejaría que te lo hicieran? Eres mi hermano, eso no tiene ningún
sentido.
Scott
le miró por el retrovisor y después inclinó la cabeza hacia su
amigo.
—Estuvo
a punto de devorarte a ti—le dijo en un susurro como si incluso un
humano no fuera capaz de oírle.
—Eso
no es así—intervino Peter—. Es cierto que perdí un poco el
control, cosa que jamás me había sucedido antes, pero no le estaba
atacando. Pude oíros desde mi habitación y cuando le vi por la
ventana supe que era mi alma gemela. No pude resistir el impulso del
lobo de ir a buscarle.
—¿Cuando
me viste?—preguntó Stiles confuso.
—Los
hombres lobo no vemos en blanco y negro hasta que tocamos a nuestra
alma gemela como los humanos, vemos a color desde que nacemos, pero a
cambio nuestro instinto nos dice cuándo hemos encontrado a nuestra
alma gemela. Y, Scott, como dijo Stiles, no devoramos humanos. De
hecho, la mayoría de nuestra familia ni siquiera ha peleado jamás.
Nos gusta cazar, pero solo animales y no perdemos el control en la
luna llena—eso era verdad, generalmente, y era mejor no entrar en
detalles por ahora. No dudaría en contárselo todo a Stiles, pero no
estaba seguro de que Scott fuera capaz de asimilarlo con calma.
—¿Ves?
Nada que temer—le dijo Stiles con un amistoso codazo.
Scott
no parecía del todo convencido, pero Peter no creía que fuera a ir
contándolo por ahí. Cuando llegaron a su casa, Stiles lo acompañó
hasta la puerta.
—¿Estarás
bien con él?—le preguntó Scott.
La
sonrisa de Stiles era radiante.
—Oh,
sí, sin duda lo estaré. Mañana quedamos y hablamos de esto, ¿vale?
Scott
asintió y se metió en casa.
Stiles
regresó al coche y se subió al asiento del copiloto. Peter no pudo
evitar sonreír al ver la expresión de felicidad en su rostro.
Arrancó el coche y se cogieron de la mano mientras se dirigían a la
casa del sheriff. Stiles no podía dejar de mirar por la ventana. La
luz de las farolas ahora tenía color, naranja, según le dijo Peter.
Apenas podía distinguir el color de las casas que pasaban, pero
estaba deseando verlo todo a la luz del día.
—¿Darás
un paseo conmigo mañana? Si no tienes trabajo.
—Por
supuesto, puedo venir a recogerte por la mañana y podemos ir a
desayunar juntos—levantó su mano y besó el dorso justo antes de
detenerse frente a su casa—. Tu padre está en casa.
El
coche patrulla estaba aparcado frente al garaje y se veía luz por
los cristales de la puerta.
—Sip—respondió,
reticente a salir del coche. Su padre ya sabría que no estaba en
casa. Miró su móvil, pero no vio ninguna llamada perdida.
Antes
de que pudiera decir nada más, la puerta principal se abrió y
apareció la figura de su padre en el umbral, imponente.
—Entrad,
los dos—les ordenó.
—Tu
padre no tiene relación con cazadores, ¿verdad?
—¿Cazadores?
¿De hombres lobo? ¿Esos fueron los que intentaron quemar tu casa?
—Stiles.
—Sí,
perdón, tengo TDAH así que me cuesta mantenerme centrado en algo.
Vas a arrepentirte de ser mi alma gemela. Y no, que yo sepa no, solo
tiene balas normales. Aun así intentaré que no te dispare.
—Antes
dijiste que no ibas a dejar que me disparara, ¿ahora solo vas a
intentarlo?—era un hombre lobo, fuerte, rápido, no debería
tenerle miedo a un humano, pero el sheriff era un alfa, incluso si
era humano, y una bala en la cabeza podía matar incluso a un hombre
lobo aunque fuera normal.
—Me
esforzaré, de verdad, pero mejor que corras si saca la pistola—abrió
la puerta del coche, no queriendo hacer esperar más a su padre.
—Stiles—Peter
apretó su mano y le miró a los ojos—. No voy a arrepentirme de
que seas mi alma gemela, nunca.
Stiles
sonrió y salió del coche con un poco más de confianza. Subieron
los escalones de entrada y llegaron ante a la puerta, donde Noah los
esperaba con los brazos cruzados frente al pecho, aún con su
uniforme puesto y la pistola enfundada.
—Uh...
papá...
—¿Qué
está haciendo un hombre en sus treinta con mi hijo menor de edad a
las doce de la noche?—preguntó.
Todos
sus instintos le decían a Peter que corriera. No podía dejar de
mirar de reojo la pistola.
—Um,
verás, este es-
—Sé
quién es Peter Hale. ¿Qué estás haciendo tú con él a las doce
de la noche en su coche?—esa era la voz de sheriff más que la de
su padre, la que solo utilizaba con él cuando estaba realmente
enfadado.
—Yo,
um... Estaba... Fui a...—era más difícil de lo que esperaba, no
iba a gustarle nada. Retrocedió un paso y el color regresó cuando
su espalda chocó contra Peter. No pudo evitar distraerse cuando vio
por primera vez el color del interior de su casa, el color del
uniforme de su padre—. Tus ojos también son azules. ¿O verdes?—no
estaba seguro con tan solo la luz del pasillo.
Noah
frunció el ceño, miró a Peter, miró a Stiles y a Peter de nuevo.
—Entrad,
ahora—se apartó de la puerta y su tono de voz no admitía réplica.
Los
tres se sentaron en la mesa de la cocina, Peter y el sheriff en lados
opuestos y Stiles en el medio, por si tenía que saltar sobre la mesa
para evitar que su padre disparara.
—Explicadme
cómo ha pasado esto.
—Bueno,
verás-
—Sin
rodeos y sin mentiras—le advirtió su padre.
Stiles
suspiró y decayó un poco. Supuso que en este caso era mejor decir
la verdad (casi toda, al menos).
—Te
oí hablar sobre los Hale, investigué un poco y me entró curiosidad
así que he ido hasta su casa para investigar.
—Con
Scott.
—Sí,
pero fue idea mía, no le metas en esto, por favor.
—Siempre
es idea tuya. Sigue.
—Cuando
llegamos allí dimos una vuelta a la casa y nos descubrieron. Talia
nos hizo entrar y en el pasillo Peter y yo nos rozamos y, bueno, ya
sabes—hizo grandes gestos con las manos como si estuviera indicando
una explosión—. Después hablamos un poco sobre la situación en
el despacho de Talia, pero Scott estaba algo asustado porque nos
hubieran descubierto y porque Melissa se enterara así que decidí
llevarlo a su casa y seguir la conversación por la mañana más
tranquilos. Le pedí a Peter que nos trajera y aquí estamos.
Movía
sus manos nervioso, mirando a todas partes salvo a su padre o a
Peter. El silencio se alargaba y se alargaba y a cada segundo se
ponía más nervioso. No había nada que quisiera más que tocar a su
alma gemela, tan cerca de él, aunque fuera con el pie por debajo de
la mesa, pero sabía que se le notaría enseguida en cuanto comenzara
a distraerse con los colores.
—No
podías tener un alma gemela de tu edad, ¿verdad? No podías hacer
al menos esto fácil—dijo finalmente con un suspiro.
—No
tiene por qué ser difícil.
—Tu
alma gemela es un hombre el doble de tu edad, va a ser difícil
quieras o no. Pero no puedo decir que me sorprenda, siempre has
tenido que ser diferente en todo—no lo decía realmente con enfado,
estaba esforzándose por no sonreír con cariño.
Y no
sabía lo de los hombres lobo.
—Te
prometo que me esforzaré por no darte muchos dolores de cabeza a
este respecto.
—Y
nada de sexo hasta los dieciocho—añadió Noah, mirando con ojos
entornados a Peter, quien prefería guardar silencio por ahora (era
abogado, sabía que era lo mejor).
—¡Papá!
Soy un adolescente con las hormonas revolucionadas, ¿realmente crees
que voy a poder aguantar casi dos años estando con mi alma gemela
sin sexo?
—Eres
menor de edad y yo sigo siendo el sheriff, no puedo ignorar un delito
que ocurre delante de mí, aunque seáis almas gemelas. Ahora, tú a
la cama y quedaremos los tres otro día, pronto, a una hora más
decente para charlar largo y tendido sobre todo esto.
—¿Puedo
al menos acompañarle hasta la puerta?
Noah
resopló sacudiendo la cabeza y les indicó con la mano que se
fueran. Stiles salió con Peter y empujó la puerta tras de sí.
—No
tan mal como me temía, aunque tendremos que contenernos hasta que
seas mayor de edad—le dijo Peter, tan cerca de él como se atrevía
a estar, pero sin soltar su mano.
Stiles
rio y le rodeó la cintura con un brazo.
—No
ha dicho que no podamos hacerlo, solo que él no puede verlo—le
dijo susurrando lo bastante para que tan solo Peter le oyera.
—Estás
manipulando las palabras de tu padre.
—Oh,
no, él lo dijo así sabiendo perfectamente lo que decía. Me conoce,
sabe que buscaré cualquier agujero que me permita salirme con la
mía—respondió con una perversa sonrisa.
Sintió
un suave gruñido vibrar en el pecho del licántropo y sus ojos
brillaron por un instante.
—Eres
un chico travieso, ¿hm?—le dijo con voz grave y profunda. Stiles
se estremeció y Peter sonrió, olfateándolo discretamente—. Oh,
eso te ha gustado. Vamos a divertirnos mucho.
Peter
estaba en su puerta a la mañana siguiente a una hora razonable
(gracias). Condujeron hasta el centro de la ciudad cogidos de la
mano. Stiles observaba por la ventana el cielo azul, no el mismo azul
que los ojos de Peter (que eran incluso más hermosos), las señales
de tráfico, las fachadas de las casas, los escaparates de las
tiendas, los árboles al borde de la carretera...
—Ya
estamos aquí.
No
reaccionó hasta que Peter le habló. Ya habían aparcado frente a
una cafetería. Stiles soltó algo reticente su mano para salir del
coche, pero Peter volvió a tomarla de inmediato cuando dio la vuelta
al coche.
Se
sentaron a una mesa uno frente al otro, una de sus manos entrelazadas
sobre la mesa (incluso si no era necesario porque ya se estaban
tocando con ambas piernas) mientras Peter se tomaba unos huevos con
beicon y Stiles unas tortitas con sirope y fresas (solo porque quería
ver su color). Había miradas de otros clientes y de la camarera
dirigidas a ellos con prejuicio (no era habitual que las almas
gemelas tuvieran tanta diferencia de edad así que probablemente
pensaban que tan solo estaban tonteando), pero no les prestaban
atención mientras Stiles le preguntaba a Peter qué color era este o
aquel. Podría simplemente mirarlo en el móvil, pero le gustaba la
voz de Peter y este no parecía molesto en absoluto.
Pasaron
el día juntos, hablando con el sheriff, con Scott y con Talia (no,
Scott no va a contarle a nadie vuestro secreto) y finalmente teniendo
tiempo para ellos. Stiles estaba tan ansioso por aprender sobre el
mundo sobrenatural como Peter lo estaba por enseñarle. Y sí, la
colección de libros en sus habitaciones era impresionante; tenía
tres habitaciones en la planta superior, una era el dormitorio con
una estantería con los libros que quería leer por la noche, otra
era una biblioteca con estanterías de suelo a techo y la última era
un despacho que igualmente estaba lleno de estanterías además de
archivadores con documentos. Era un paraíso y Stiles pronto escogió
su asiento favorito y la pequeña nevera que Peter tenía allí
pronto se llenó de sus snacks y bebidas favoritas. Stiles pasaba las
tardes después de clase allí, primero haciendo sus deberes mientras
Peter trabajaba y después leyendo, charlando o haciendo el amor en
la enorme cama. Lamentaba tener que volver a casa para dormir, pero
Noah no iba a dejarle irse a vivir con Peter hasta que fuera mayor de
edad. La manada estaba bastante contenta con él y también
agradecida (al parecer Peter era más fácil de tratar desde que
estaban juntos). Poco a poco los iba conociendo y se iba acercando a
ellos. En lugar de encontrarlo raro se alegraba cuando alguno pasaba
la mano por sus hombros o sus brazos para marcarlo con su olor, eso
significaba que lo estaban aceptando dentro de la manada.
Las
cosas iban bien, muy bien, y Stiles jamás había sido tan feliz. Así
que por supuesto que algo tenía que salir mal, muy mal.
Stiles
llevaba a Scott a una reunión de la manada en un claro junto a un
riachuelo un kilómetro al norte de la casa Hale. Era una fiesta para
celebrar la primera luna llena del verano. Cualquier excusa era buena
para comer, beber y aullar bajo la luna. Stiles iba a conducir su
jeep hasta la casa y desde allí Peter los acompañaría hasta el
claro.
Cuando
escuchó unos ruidos extraños en el motor cuando apenas habían
entrado en la reserva, suplicó porque al menos aguantara hasta
llegar a la casa. Un par de metros después se detuvo y no hubo
manera de arrancarlo.
—Supongo
que tendremos que ir andando—suspiró Scott, palpando el inhalador
en su bolsillo.
Stiles
golpeó la cabeza contra el volante con un gruñido. Salieron del
coche y se pusieron en marcha por la cuesta. Estaba muy oscuro, pero
Stiles llevaba una buena linterna (ya había pasado una luna llena
con los lobos y ahora llevaba incluso un cambio de ropa en el jeep
por si acaso) y Scott caminaba a su lado pisando solo donde iluminaba
la linterna.
Cuando
oyeron un gruñido detrás de ellos se detuvieron en seco.
—¿Uno
de la manada?—preguntó Scott con un susurro.
—No.
Tienen prohibido asustar—respondió Stiles muy a su pesar.
Realmente
desearía que fuera Cora, la única que haría algo así a pesar de
estar prohibido, pero a estas alturas ya podía reconocer su gruñido
y no era así. Vio el brillo de unos ojos entre los árboles,
demasiado altos para ser de un animal. Maldijo para sus adentros.
Cogió lentamente la mano de Scott y le pasó la linterna.
—Corre
hacia la casa. No te detengas. Avisa a los demás—le susurró.
—¿Y
tú?
—Ya
lo sabes. ¡Vamos!
Le
dio un empujón y Scott echó a correr. Cuando la criatura salió de
entre los árboles en dirección hacia Scott, Stiles pasó entre
ellos y captó su atención. No se detuvo a mirar atrás, sabía que
lo estaba siguiendo, la criatura no era precisamente sutil. Oía sus
pisadas, sus gruñidos, sus colmillos chasqueando. Estaba seguro de
que era un hombre lobo, pero esa no era la forma beta que había
visto en Peter o en los demás ni la transformación completa de
Talia. No iba a preguntárselo, desde luego. Corrió con todas sus
fuerzas en la dirección que creía más aproximada hacia el claro
donde se encontraba la manada. Sabía que Talia o incluso los otros
betas podrían detenerlo, eran su única opción.
Escuchó
un aullido y supo que era de alguien de la manada, lo sintió dentro
de sí. Fue un segundo de distracción, lo suficiente para tropezar y
caer y tener a la criatura sobre él. Sintió los colmillos hundirse
en su hombro. Gritó. Forcejeó para escapar, pero era inútil con el
peso de la criatura sobre él. Escuchó los aullidos de los lobos por
encima de sus propios gritos. Estaba esperando morir, más mordiscos,
garras, pero no hubo nada de eso. La criatura soltó su hombro y
salió corriendo segundos antes de que Peter llegara. Apenas fue
capaz de registrarlo, sintió unos brazos rondeándolo, unos
brillantes ojos azules y esa maravillosa voz hablándole incluso si
no era capaz de comprender nada en ese momento. El mordisco en su
hombro ardía.
Reaccionó
cuando sintió la cama de Peter debajo de él.
—¡Llama
a Deaton! ¡Que venga ya!—gritó Peter a alguien en la puerta. Su
expresión era de pánico, nunca lo había visto así.
—No
te molestes—le dijo Stiles, colocando una mano sobre las suyas
donde intentaba limpiar desesperadamente la herida—. Por la mañana
no quedará marca.
Peter
le miró boquiabierto. Ambos sabían lo que eso significaba. Stiles
no había podido ver el color de los ojos de la criatura –del
hombre lobo–, pero sabía por qué no le había matado, por qué
solo le había mordido. Lo sabía.
—Stiles—su
voz temblaba y jamás había temblado así.
Stiles
apretó sus manos y le miró con toda la determinación que era capaz
de reunir en aquel estado.
—Ve
y mátalo—le ordenó, quizás más una súplica.
Peter
se inclinó y le besó. Salió de la habitación como un rayo, como
un depredador listo para atrapar a su presa.
Stiles
no despertó hasta la mañana siguiente, con la luz entrando entre
las cortinas. Seguía en la cama de Peter, envuelto en el delicioso
olor de su pareja, y por un momento pensó que era un día como otro
cualquiera, que acababan de hacer el amor y se había quedado
dormido. Escuchó unas voces cerca.
—No
deberías haberlo hecho, tenías que habérmelo dejado a mí.
—Seguía
los deseos de mi pareja.
—Peter,
tienes que cederme el poder.
—Me
lo pensaré—respondió sarcástico.
Un
momento después Peter entraba en la habitación. Se acercó
corriendo a él cuando lo vio despierto.
—Mi
amor, ¿cómo te encuentras?—le preguntó, sentado junto a él.
Acarició su rostro con una mano mientras la otra comprobaba su
hombro.
Oh,
sí, el mordisco.
Stiles
sintió preocupación, pero sabía que no era suya, era de Peter.
—¿Alfa?
Los
ojos de Peter brillaron. Rojos. Los de Stiles correspondieron.
Dorados.
—Sí,
cariño. Está bien, vas a estar bien, te lo prometo.
—Lo
sé. Quería seguir siendo humano, pero si tengo que ser un lobo solo
quiero ser tuyo.
—Solo
eres mío, nadie más va a tenerte—había un gruñido desafiante y
posesivo en su voz.
Stiles
se estremeció y se abrazó a su alfa. Permanecieron largo rato en la
cama, embebiéndose en la existencia del otro porque estaban vivos y
vinculados el uno al otro.
—Vas
a ser un lobo maravilloso, vas a ser mi lobo, voy a cuidar tan bien
de ti—le susurraba Peter mientras le cubría con su olor.
—Talia
está enfadada.
—Oh,
no me importa. Si tengo que buscar otro territorio y crear allí
nuestra propia manada lo haré, pero no voy a cederte a nadie.
—¿Nuestra
propia manada?
—Nuestra
propia manada.
—Pero
esta es tu familia y... mi padre, tengo que decírselo a mi padre.
Ugh, tengo que contarle todo sobre lo sobrenatural. ¿Cómo voy a
hacerlo? Ni siquiera puedo pensar ahora. Hueles tan bien y puedo oír
tu corazón y... Peter...
—Shh.
Está bien, descansa, tenemos tiempo. Ya pensaremos en todo cuando te
hayas acostumbrado a tu nueva situación. Tu padre se lo tomará
bien, estoy seguro, y ya hablaremos con Talia. A mí no me importa
seguir viviendo aquí y ni siquiera necesito una manada si te tengo a
ti.
—¿Huh?
Pero todo alfa necesita al menos tres betas para mantenerse estable.
—No
si su alma gemela es su pareja. Solo te necesito a ti, Stiles, a
nadie más. Ahora descansa, ya pensaremos en todo luego, mi amor.
—Hm...
¿Siempre has olido tan bien?—preguntó, hundiendo el rostro en su
cuello, incapaz de evitar distraerse.
—Por
supuesto, tan bien como tú.
me gusto mucho por que aunque falto el LEMON se centro en el corazón y me encanta.!!!
ResponderEliminarSiempre me quedo una duda con este fic, esque el fic se llama color porque hace referencia a que stiles ve en blanco y negro, o es porque en el fic esta de noche y cuando aparece peter le grillan los ojos?
ResponderEliminarCreo que es porqué stiles ve en blanco y negro y solo cuando se encuentra con Peter ve color
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