Título: Formando una familia
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omevagerso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Mpreg
Capítulos: 10 (6 de 10)
Resumen: Hotch va a divorciarse y ha decidido que Reid será su omega, aunque ni siquiera se lo ha comentado.
Capítulo 6
Spencer despertó en unos cálidos
brazos, con un amplio cuerpo contra su espalda. Estaba aturdido, se
sentía en una nube. Su cuerpo estaba relajado y satisfecho. Se
acurrucó contra su alfa y gimió al sentir el nudo aún en su
interior.
—Alfa...
—¿Cómo te encuentras?—le
preguntó, besando la marca en su cuello.
—Mm... Bien, muy bien. Mejor que
nunca—una sonrisa iluminaba su rostro.
Entrelazó los dedos con la mano de
Aaron en su pecho e inclinó la cabeza para dejarle más espacio en
su cuello. Le gustaba la sensación de los labios y la lengua en su
nueva marca.
—¡Ah!—de repente se dio cuenta—.
Aaron, ¿qué estás haciendo?
Intentó darse la vuelta, pero aún
seguía anudado e hizo una leve mueca de dolor.
—¿Qué estoy haciendo?—preguntó
Aaron confuso.
—Se- se supone que no podíamos hacer
esto hasta el divorcio, ¿qué va a pasar ahora?—preguntó
preocupado, el miedo comenzando a crecer en su interior al pensar que
aquello podría haberlo estropeado todo.
—Nada porque ya estoy
divorciado—respondió el alfa con una sonrisa.
—Imposible, dijiste un mes.
—Aún tengo algunos contactos en los
juzgados de cuando trabajaba como fiscal. No podía soportar la idea
de que pasaras el celo solo pudiendo estar contigo así que he
conseguido que lo aceleren pidiendo algunos favores y cobrándome
otros—le explicó, acariciando tiernamente su rostro.
—Has hecho eso por mí...
—Por nosotros. Y tenía que asumir la
responsabilidad ya que esto es culpa mía, ¿no?
Spencer sonrió y se relajó en brazos
de su alfa. Aaron había estado preocupado por él y había utilizado
sus influencias a pesar de que no le gustaba nada hacerlo. Eso
demostraba cuánto le quería, cuánto quería estar con él. Se
sintió realmente amado.
—¿Y Jack? ¿Está con Jennifer?
—Sí, se quedará a dormir en su casa
por lo menos hoy—al alfa le gustaba que aquello fuera lo primero
que preguntaba, se preocupaba por Jack incluso en esa situación.
—Así que... ya estamos
emparejados—acarició con un dedo la marca en su cuello, la había
deseado tanto.
—Ya eres mío—Aaron le abrazó con
fuerza y besó su cuello—. Pero aún estoy enfadado contigo.
—¿Enfadado?—giró el rostro y le
miró confuso.
—Estabas en un estado lamentable
cuando llegué. Llevabas mucho tiempo sin contestar al móvil y
estaba realmente preocupado, tuve que forzar la puerta para entrar,
imaginándome lo peor. Y no estaba muy equivocado, te has descuidado
a ti mismo hasta el punto de no poder mantenerte siquiera consciente.
Tan pronto como se desinfle el nudo voy a llevarte al hospital, estoy
seguro de que tendrán que ponerte suero para que te recuperes,
tendrás anemia y estás deshidratado.
—Ah... E-estoy bien...
Pero sabía que tenía razón, había
descuidado su salud sin beber ni comer desde el día anterior, o
quizás dos días porque ni siquiera sabía en qué día vivía.
Ahora todos aquellos pensamientos oscuros le parecían ridículos. Se
encogió y agachó la cabeza con arrepentimiento. Aaron se sintió
mal por reprender a su omega, pero le había tenido al borde del
pánico y necesitaba que se cuidara porque ahora era una de las dos
personas más importantes de su vida, su única familia.
Tras pasar la noche ingresado en el
hospital con una vía en el brazo conectada a un suero, el doctor le
dio el alta y Hotch le llevó a casa antes de ir al trabajo.
Consiguió convencerle de que se encontraba bien, de que podía irse
a trabajar sin preocuparse. Le dieron un medicamento para detener lo
que le quedaba de celo, no estaba en condiciones para soportarlo, así
que pudo pasar el día tranquilamente en casa, sobre todo leyendo.
Por la tarde fue a recoger a Jack al
colegio. El pequeño corrió hacia él, emocionado al verle, y
Spencer lo levantó en brazos.
—Hueles diferente—le dijo el
pequeño de inmediato.
—¿Mal?
—No, hueles a papá, me gusta—le
rodeó el cuello con los brazos y apoyó la cabeza en su hombro.
Spencer sonrió. Le estaba aceptando,
aun inconscientemente, como el omega de su padre, como su madre, y
eso era lo que más le importaba en ese momento.
Esa misma semana terminó de mudarse
definitivamente a su nueva casa y el lunes siguiente comenzó su
trabajo en el Smithsonian, con un horario que le permitía llevar y
recoger a Jack del colegio y estar en casa cuando Hotch regresaba del
trabajo. Tenía que admitir que de vez en cuando echaba de menos su
trabajo en la Unidad de Análisis de Conducta, pero también le
gustaba su trabajo como investigador y sobre todo poder pasar tiempo
con Jack. Y probablemente lo mejor de todo era no tener que seguir
utilizando los supresores, el olor de Aaron sobre él era tan intenso
que ningún otro alfa se atrevía siquiera a mirarle un segundo de
más.
En cuanto a Hotch, todo el mundo se dio
cuenta de cuánto le había cambiado su relación con Spencer. No
solo su humor había mejorado, se notaba lo feliz que era cuando
llegaba sonriente al trabajo, cuando llamaba a su omega al menos una
vez al día, más si estaban fuera en un caso, y siempre se marchaba
a su hora o más temprano si podía. Le encantaba llegar a casa y que
su hijo y su omega salieran a la puerta a recibirle.
—¡Papá!—el pequeño saltó a sus
brazos como cada noche—. Tenemos que escribir sobre un animal para
clase y Spence ha dicho que podemos ir al zoo este sábado si no
trabajas.
—Si te parece bien, claro. Podemos ir
al Parque Zoológico del Smithsonian, nos dejarán entrar en las
instalaciones de investigación—añadió Spencer, cogiendo su
cartera.
—Por supuesto, suena bien—rodeó al
omega por la cintura y le dio un beso. Acarició su cuello con la
nariz, inspirando profundamente—. ¿Qué es ese olor?
—¿Hm? ¿Quizás huelo a animal? El
hombre al que pregunté venía del zoo.
—Mm... Quizás—dijo no muy
convencido.
—Vamos, la cena está lista.
El viernes surgió un caso y Hotch
temió tener que cancelar la visita al zoo, pero consiguieron
regresar a primera hora de la mañana.
—Hola, ¿ha ido todo bien?—le
recibió Spencer dándole un beso.
—Sí, conseguimos capturarlo antes de
que la matara. ¿Jack está despierto?
—Aún no, estaba tan emocionado con
ir al zoo que le costó mucho dormirse anoche así que he dejado que
duerma un poco más. ¿Seguro que quieres ir? Estarás muy cansado.
—No podría decepcionar a Jack, he
dormido un poco en el avión y tengo todo el día de mañana para
descansar.
—De acuerdo, voy a despertarle y
prepararé el desayuno.
Llegaron una hora más tarde. Era
imposible mantener a Jack controlado, tenía demasiada energía,
corriendo de un recinto a otro y sacando fotos con una cámara
desechable.
—No sé sobre cuál escribir, me
gustan los elefantes y los tigres, pero también los pandas—descansó
por primera vez cuando se sentaron a comer en el restaurante.
—No te decidas todavía, aún nos
queda algo por ver—le dijo Spencer emocionado.
Gracias a la acreditación de Spencer,
entraron en un pequeño edificio reservado para el personal
científico.
—¡Wah! ¿Son leopardos?
—Guepardos. El leopardo tiene patas
cortas mientras que el guepardo tiene patas largas y delgadas y una
cabeza más pequeña y redonda—comenzó a explicar Spencer—.
También tiene esas líneas negras de los ojos hasta la boca. Y,
mientras que el leopardo caza principalmente de noche y pasa el día
en los árboles, viviendo en zonas rocosas y frondosas, el guepardo
caza de día y tiene unas costumbres más parecidas a las de un
canino que un felino; no tiene garras retráctiles, por ejemplo.
—Retra...—el pequeño ni siquiera
era capaz de pronunciarlo.
—Retráctiles. No puede guardar las
garras como hacen los gatos. ¿Quieres que entremos a jugar con
ellos?
—¿Es seguro? ¿Y la madre?—preguntó
Aaron.
—Por desgracia no tienen, las
encontraron cuando intentaban meterlas ilegalmente por la aduana. Y
son solo unas crías, tienen 3 meses, como mucho nos llevaremos
algunos arañazos. A diferencia de los leopardos, los guepardos son
bastante dóciles, han sido domesticados por algunas culturas.
—De acuerdo.
—Oh, pero tú no puedes entrar, no se
permiten alfas.
—Esperaré aquí.
Después de lavarse, Spencer y Jack
entraron en el recinto y se sentaron en el suelo junto a las dos
crías de guepardo. Jugaban con ellos como si fueran cachorros y las
crías parecían felices de tener a alguien con quien jugar. Aaron
les observaba a través del cristal sin dejar de sonreír mientras
les daban el biberón. Los pequeños se quedaron adormilados hechos
un ovillo en el regazo de Spencer y Jack también se acurrucó a su
lado. Era la escena más enternecedora que había visto y sintió una
profunda calma.
Se curaron los pequeños arañazos que
les habían hecho y reunieron algo más de información sobre los
guepardos antes de irse, Jack ya había decidido escribir sobre
ellos. Aaron tuvo que llevarle en brazos hasta el coche, estaba
exhausto y se quedó dormido en el camino de vuelta.
—Debes de estar tan cansado como
él—le dio una cerveza a su alfa cuando bajó después de arropar a
Jack.
—Pero ha merecido la pena—se sentó
en el sofá y lo arrastró consigo, rodeándolo con un brazo—. Ha
sido un buen día en familia y Jack no olvidará nunca lo de los
guepardos.
—Sí, creo que me lo he ganado con
eso.
—No digas tonterías, hace mucho que
te lo ganaste. Jack te adora y ya te ve como una madre, puede sentir
cuánto le quieres, no necesita más.
—Eso espero, no quiero que piense que
quiero más a su hermanito que a él.
—Claro que no... Espera, ¿qué?—le
miró aturdido y Spencer sonrió—. En... ¿En serio?
—Mira dónde está tu mano.
Aaron bajó la mirada y vio su mano en
el vientre del omega.
—Eso no significa nada, es normal.
—No, lo normal es que la pongas en mi
muslo. Además, el otro día notaste que olía diferente y hoy he
sentido... algo mientras estaba con los cachorros. Por supuesto tengo
que hacerme un análisis, pero estoy bastante seguro. No debería
habértelo dicho porque los embarazos masculinos son muy precarios y
con diecinueve días no es nada seguro que llegue a término, el 78 %
acaba en aborto durante el primer mes, pero no podía guardármelo.
—Spencer—Aaron se incorporó y tomó
su rostro con una mano—, estás- estamos embarazados.
—Probablemente, aunque no es-
Aaron le besó tan intensamente que le
dejó sin aliento. Hundió el rostro en su cuello y besó la marca
mientras acariciaba con una mano su vientre como si fuera lo más
valioso del mundo. Lo era para él. Su corazón latía tan rápido
que sentía el ridículo impulso de ponerse a saltar y gritar.
—Nunca imaginé que sucedería a la
primera. Soy tan afortunado.
—Eres un semental.
Deslizó los dedos por sus cabellos
cortos, sonriente. Él tampoco imaginó que sucedería, incluso tenía
miedo de ser estéril o algo así, pero se alegraba de que fuera tan
bienvenido. Aunque aún albergaba cierto temor en su interior.
Aprovechando que tenía la mano en su
vientre, Aaron comenzó a desabrochar la camisa del omega
disimuladamente. Besó la marca y siguió subiendo por su cuello.
Mordió suavemente la zona tras la oreja y Spencer suspiró.
—¿Aaron?—preguntó confuso.
Enseguida pudo oler la excitación de su alfa y despertó de
inmediato la suya—. Nn... La... la habitación, vamos a la
habitación.
El alfa gruñó, pero sabía que no
podían hacerlo allí, Jack podría bajar en cualquier momento. Se
levantó y antes de que Spencer tuviera tiempo para levantarse, lo
tomó en brazos.
—¡Wah! ¿Qué-?
—Shhh. Vas a despertar a Jack.
—P-puedo andar, ¿sabes?
—Y yo puedo llevarte.
Spencer no era precisamente pequeño
para ser un omega, pero Aaron era lo bastante fuerte como alfa para
poder cargar con él hasta la habitación y el joven se sentía algo
avergonzado al ser llevado en brazos al estilo princesa, aunque no
podía negar que le gustaba un poco. Aaron lo dejó en la cama y
cerró la puerta con pestillo para evitar que Jack entrara de
repente. Cuando se giró, Spencer estaba de rodillas en la cama,
desabrochándose la camisa. Lo único que lamentaba de aquello era no
poder pasar un celo completo con su omega hasta dentro de un año,
pero eso no significaba que no pudieran hacer lo mismo que harían
durante el celo. Se acercó y le agarró con fuerza del pelo, echando
su cabeza hacia atrás.
—Estás muy ansioso—le dijo,
rozando sus labios.
—Es tu culpa... Nn...—intentó
besarle, pero Aaron no se lo permitió.
—Lo sé, lo sé, siempre es mi
culpa—le desabrochó los pantalones y se los quitó bruscamente
junto con los calzoncillos—. Ven aquí, futura mamá.
Se sentó en la cama y colocó a
Spencer a horcajadas en su regazo. Tiró la camisa a un lado, le
agarró por el trasero con ambas manos levantándolo un poco y tomó
uno de sus pezones en la boca. Spencer se mordió el labio inferior y
ahogó un gemido. Se abrazó a los hombros de su alfa e intentó
contenerse. Acarició sus pezones con la lengua, los mordió con
suavidad y succionó con fuerza.
—¡Nnh!—gimió, arqueando la
espalda y presionando su erección contra el alfa.
Cada fibra de su ser se estremecía
cuando Aaron jugaba con su pecho, cosa que hacía a menudo. Le
encantaban sus pezones, siempre se pasaba largos minutos entretenido
con ellos y Spencer no entendía por qué ya que no tenían nada que
ver con los pechos de una mujer. Pero cada día sentía sus pezones
más sensibles, ya conseguía que goteara por su pene y su trasero
solo manipulándolos, y le volvía loco.
—Mira cómo me has puesto la ropa,
pervertido omega—su camiseta tenía una mancha oscura y la
lubricación goteaba sobre sus pantalones.
—Alfa...
—Aún no. Al suelo—le ordenó.
Spencer obedeció y se arrodilló entre
sus piernas. Ya sabía lo que quería. Desabrochó sus pantalones y
sacó la dura verga. La boca se le hizo agua. Miró a su alfa
esperando permiso y Aaron asintió con la cabeza. Dejó caer saliva
sobre el miembro y envolvió el falo con sus manos, presionando con
los dedos donde pensaba que más le gustaba. Lo frotó, consiguiendo
que creciera aún más e inspiró profundamente, deleitándose con su
intenso olor. Lamió el frenillo y chupó la punta sin dejar de
acariciar el tronco. Tanteó el orificio con su lengua, saboreando el
presemen que salía, e intentó evitar sonreír cuando el alfa
suspiró. Metió el glande en su boca y siguió bajando por el
miembro lentamente, adaptando sus mandíbulas al tiempo que tenía
cuidado de no morder. No era fácil, la verga era demasiado gruesa,
pero Spencer se esforzaba para satisfacer a su alfa. Practicaba cada
vez que se lo permitía e intentaba meter el miembro cada vez más
profundo en su boca, sintiendo su peso sobre la lengua, con la punta
golpeando el fondo de su garganta. Quizás algún día sería capaz
de tragarlo por completo, por ahora solo alcanzaba a la mitad. Pero,
cuando miró hacia arriba, Aaron parecía satisfecho, sonreía con la
respiración algo pesada y acariciaba sus cabellos despejando su
rostro.
—Tu cara nunca se ve tan hermosa como
cuando tienes mi polla en la boca, mi lascivo y precioso omega.
Spencer se ruborizó, aún lo hacía
cuando Aaron le piropeaba, y se emocionaba hasta parecer un
cachorrito moviendo la cola. Tragó el miembro un poco más profundo
y sintió arcadas, pero las contuvo. Sentía la lubricación
deslizarse por sus muslos, quizás no fuera a tener el celo en un
año, pero su alfa conseguía mojarle tanto como si lo tuviera.
—Suficiente.
—Mmm—Spencer sacó el miembro de su
boca, con la saliva deslizándose por la comisura de sus labios, pero
no se apartó y le miró suplicante—. Por favor...
—Hum... Pídelo.
—Alfa, por favor, córrete en mi
boca—frotó la verga con su mejilla, intentando tentarle.
El miembro palpitó. ¿Cómo podía
resistirse? Asintió con la cabeza y el rostro del omega se iluminó
entusiasmado. Metió el glande en su boca y comenzó a moverse sobre
él mientras se encargaba del resto con sus manos. Succionaba y lo
acariciaba con su lengua, dándolo todo para que su alfa se corriera
antes de que cambiara de idea.
El nudo creció envuelto por su mano y
cuando escuchó un profundo gruñido supo que lo estaba consiguiendo.
Entonces sintió unas gotas de líquido caliente en su lengua. Aaron
apartó sus manos y le agarró por el pelo. Se masturbó sin sacar la
punta de su boca y se corrió, dejando que el último chorro
salpicara su rostro. Era sencillamente hermoso, con los labios
hinchados y la boca abierta llena de su semilla, las mejillas
ruborizadas y el líquido semitransparente goteando por su frente y
su nariz, con los ojos humedecidos por el esfuerzo. Spencer saboreó
el amargo semen en su boca y lo tragó, relamiéndose los labios.
Aaron sonrió y le besó. Pudo saborearse a sí mismo en su boca.
—A la cama, boca arriba.
Le ayudó a levantarse y tumbarse en la
cama. Respiraba pesadamente, le dolía la garganta y la mandíbula y
su cuerpo ardía excitado. Necesitaba correrse, pero su alfa aún no
lo permitiría.
—Vas a ser la mamá más hermosa—se
arrodilló entre sus piernas y acarició su vientre aún liso.
—Alfa...—separó aún más las
piernas, mostrándole su entrada ansiosa.
Aaron sonrió y le levantó las piernas
hasta casi tocar su pecho con las rodillas.
—Si lo quieres, ábrete para mí.
Estaba tan expuesto que debería haber
sentido vergüenza, pero solo quería obedecer a su alfa para que le
diera lo que más necesitaba. Llevó una mano a su húmeda entrada y
metió dos dedos directamente.
—¡Nnh!—gimió ante el leve dolor
que sintió.
—No tengas prisa, déjame disfrutar
del espectáculo—le gustaba avergonzarle y llevarle al límite,
pero nunca hacerle o que se hiciera daño.
Spencer movió los dedos dentro y fuera
antes de abrirlos en tijera y estremecerse. El sonido del chapoteo de
sus dedos en su húmedo interior llenaba la habitación. Aaron no
podía apartar la mirada. Se mordía el labio inferior, intentando
contenerse. Aún estaba duro y su verga palpitaba como si suplicara
entrar cuanto antes. El omega metió otro dedo, ya no solo abriéndose
sino follándose con sus propios dedos, incluso moviendo las caderas.
Se sentía sofocado, su miembro goteaba sobre su pecho y que Aaron le
observara solo lo hacía más excitante. Aunque ya estaba lo bastante
abierto, el alfa no le detenía así que siguió. Pero solo sus dedos
no podían llenarlo, satisfacerlo. Llevó la otra mano y añadió
otro dedo y otro más. Ya tenía cinco dentro y aun así no era
suficiente.
—Alfa... alfa...
—Parece que te lo estás pasando muy
bien tú solo.
—¿Nn? ¡N-no, alfa!—le miró
desesperado.
—De acuerdo, de acuerdo. Muéstrame
tu precioso agujero.
El omega sacó los dedos y abrió su
entrada. Aaron pudo ver varios centímetros en su interior y se
relamió los labios. Lo penetró sin esperar más y entró sin
detenerse hasta el nudo. No podía forzarlo a entrar o le haría
daño. Spencer arqueó la espalda y estuvo a punto de correrse.
Aunque no estuviera del todo dentro, ahora sí se sentía lleno y
feliz.
—¿Preparado?—le preguntó su alfa.
Spencer le miró confundido.
¿Necesitaba siquiera preguntar? Asintió frenéticamente con la
cabeza. Entonces Aaron no dudó, le sujetó por las piernas y comenzó
a embestir sin contenerse. El omega tuvo que cubrirse la boca con el
antebrazo, ahogando los gemidos.
—Ngh... Tan apretado... Voy a
derretirme dentro de ti...—gruñó con voz profunda.
Sí, no necesitaba el celo, hacerlo con
plena consciencia y control de sus actos era todavía mejor, podía
disfrutar de su omega al cien por cien. E iba a darle un hijo, ¿qué
era mejor que dejar a su omega embarazado a la primera? De acuerdo,
era su ridículo orgullo de alfa, pero podía regocijarse en él por
esta vez.
—Córrete, córrete para mí—le
susurró y Spencer se vino en ese mismo momento, como un omega bien
entrenado, con un gemido ahogado en la boca de su alfa.
Se sentía aturdido y todo su cuerpo
parecía anestesiado, pero daba igual porque Aaron se encargaría de
todo. Lo limpió y lo acomodó en la cama, tumbándose a su lado y
tapándolo con la sábana. Le abrazó y colocó sin pensarlo la mano
en su vientre.
—No imaginas lo feliz que me haces y
no solo por darme un hijo. Quizás tú no lo veas, pero eres un omega
perfecto.
—¿Uhn? No lo soy, nunca he intentado
actuar como se supone que actúan los omegas—respondió algo
adormilado.
—Sé que no lo intentas, lo haces de
forma natural, por eso eres perfecto. Tienes un gran instinto
maternal, lo demuestras cada vez que estás con Jack. Te preocupas
con él como si fueras su madre y sé que le quieres como si fuera tu
hijo. Cuando estamos juntos en un lugar público, siempre permaneces
detrás de mí y me miras buscando mi permiso antes de hablar con
cualquier alfa. Sé que lo haces de forma inconsciente. Y no solo
cuidas de la casa, también cuidas de mí, siempre estás pendiente
de que no me falte nada y que esté satisfecho, en cualquier sentido.
Admito que no esperaba que fuera así, ni lo necesitaba, pero no
puedo negar que me gusta.
Spencer se acurrucó a su lado y ocultó
el rostro en su pecho. Aaron sintió el calor de sus mejillas y unas
lágrimas sobre su piel. El omega sollozó un poco, pero no dijo
nada, no podía, se sentía ridículamente feliz.
Continuará...
woooooww viene el baby ..!!! increible me haces mis fines de semana
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