Título: Formando una familia
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omevagerso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Mpreg
Capítulos: 10 (5 de 10)
Resumen: Hotch va a divorciarse y ha decidido que Reid será su omega, aunque ni siquiera se lo ha comentado.
Capítulo 5
Aaron le rodeó la cintura con un brazo
en un gesto protector y se volvió hacia sus compañeros.
—Disculpad, nosotros nos vamos ya.
—¿Todo bien?—preguntó Morgan.
—Oh, ese olor... ¿Eres tú,
Spencer?—Rossi le miró curioso, era la primera vez que olían al
omega en celo.
—Sí, será mejor que lo lleve ya a
casa.
—¿Quieres que me lleve a Jack?—se
ofreció J. J.
—No, tranquila, voy a llevarle a su
apartamento, será mejor que lo pase allí. Jack, nos vamos,
despídete.
Se dieron toda la prisa que pudieron y
subieron al coche. Spencer estuvo incómodo durante todo el trayecto,
todo su cuerpo hormigueaba y estaba goteando cada vez más. Era
inesperado, no solo porque se hubiera adelantado una semana sino
porque normalmente siempre llegaba por la mañana al despertarse y de
forma mucho más lenta.
—Es tu culpa—gruñó, retorciéndose
en el asiento.
—¿Mía?
—La cercanía constante de un Alfa...
puede alterar los ciclos hormonales del omega por la... nh...—no
podía seguir pensando, ahora tenía escalofríos y le dolía la
cabeza. Encogió las piernas sobre el asiento y se abrazó las
rodillas.
Aaron tuvo que abrir las ventanillas
porque el olor que se acumulaba comenzaba a desconcentrarle y ya se
estaba poniendo duro.
—Spence, ¿qué te pasa?—preguntó
el pequeño desde atrás.
—Nnh...—solo pudo emitir un
quejido.
—Jack, Spencer está comenzando el
celo, va a pasar unos días en su apartamento.
—¿Qué es el celo?
—Mm...—genial, ¿cómo podía
explicárselo a un niño pequeño?—. Digamos que Spencer estará
enfermo por unos días y tendrá que quedarse en la cama—quizás
Spencer pudiera explicárselo mejor cuando se recuperara.
—¿Pero por qué no se puede quedar
en casa con nosotros?—replicó Jack.
—Porque... así estará más
tranquilo y no le molestaremos.
—No molesta...—la voz del omega fue
apenas un susurro casi inaudible.
—¿Qué?
—Jack, no eres una molestia, solo
necesito... estar solo unos días, no te preocupes.
Su madre siempre le había puesto como
excusa para no llamar a su padre que era una molestia, no quería que
también pensara que era una molestia para él.
—¿Pero te pondrás bueno?
—Sí, tranquilo, solo tres o cuatro
días y estaré bien... lo prometo.
El pequeño pareció quedarse algo más
tranquilo. Cuando llegaron, Aaron acompañó al omega hasta el
portal.
—¿Tienes todo lo que necesitas?—le
preguntó, abriendo la puerta por él.
—Um... No me esperaba que se
adelantara, no he hecho compra, pero puedo pedir por internet.
—No, ahora voy a un supermercado 24
horas y te hago la compra. Tan solo envíame un mensaje con lo que
necesites antes de que... pierdas la cabeza.
—No pierdo... Da igual, necesito
darme una ducha—suspiró algo sofocado.
Entró al portal y Aaron sintió el
impulso de agarrarle del brazo y darle un beso, pero sabía que eso
no sería nada bueno para él. Se contuvo y esperó junto al coche
hasta ver que la luz del apartamento se encendía.
Spencer cerró la puerta y se deslizó
por ella hasta quedar sentado en el suelo. Escribió torpemente un
mensaje, borrando y reescribiendo. Terminó el mensaje con «Alfa, te
necesito» y lo borró antes de enviarlo. Entró al baño, se quitó
toda la ropa y se metió en la ducha. El agua fría le hizo gemir y
se mezcló con la lubricación que se deslizaba por sus muslos. Sí,
era culpa de Aaron, nunca había estado tan mojado las primeras
horas, su intenso olor alfa había alterado hasta los puntuales
ritmos de su cuerpo.
Se secó a medias y se dejó caer boca
abajo sobre la cama. Por un momento se quedó inmóvil sobre las
sábanas frescas, hasta que sintió la necesidad de moverse. Comenzó
a restregarse lentamente contra el colchón, sintiendo su erección
crecer. Enseguida volvió a mojarse y eso que el olor del alfa ni
siquiera estaba en aquella habitación. Recordaba lo que habían
estado haciendo aquellos días y pensaba en lo que podrían hacer una
vez que se emparejaran. Tenía unos juguetes en la mesilla, pero
sabiendo lo que le esperaba con su alfa no quería usarlos, le
parecían ridículos. Por suerte, aún aguantaría al menos unas
horas masturbándose normalmente.
Entonces llamaron al timbre. Spencer
gruñó, dispuesto a ignorarlo, pero recordó que Hotch iba a
regresar con la compra. Se envolvió en una manta y arrastró los
pies hasta la puerta. Después de abrirles abajo, se deslizó por la
pared y se quedó sentado en el suelo acurrucado con la manta hasta
que subieron. Su erección palpitaba dolorosamente entre sus piernas.
—Spencer—le llamó Aaron golpeando
con los nudillos en la puerta.
—Nn...—solo oír su voz le hizo
estremecer.
Abrió la puerta sin levantarse del
suelo y el alfa se echó para atrás en cuanto le golpeó el olor.
Apretó los dientes, tenía que contenerse por tentador que fuera.
Tragó saliva y se asomó sin entrar.
—Te he traído todo, guarda las cosas
del frigo antes de que se estropeen—dejó las bolsas delante de él.
—Alfa...—Spencer levantó la cabeza
y le miró con ojos húmedos y el rostro sonrojado.
Nunca había visto una expresión tan
sexy, con aquellos carnosos labios de un intenso rosa entreabiertos
en un gesto suplicante. Extendió la mano y acarició su caliente
mejilla. El omega gimió y restregó su rostro contra la fuerte mano,
presionando con su frente como un gatito. Comenzó a frotar su
erección sin pensarlo.
—Ngh...—Aaron apartó la mano y
cerró la puerta. Un segundo más y no habría resistido—. Cierra
con llave y vete a la cama ahora mismo.
Unas semanas más, solo unas semanas
más y podría pasar con él su próximo celo. Se tomaría esos días
libres para poder permanecer cada minuto a su lado.
—¿Spence está bien?—preguntó el
pequeño, que se había quedado atrás.
—Sí, tranquilo, está bien—aunque
él no tanto.
Spencer obedeció, metió las bolsas en
el frigorífico tal cual y se echó en la cama. Con el olor del alfa
en su rostro, ni siquiera pensó en tocar su pene. Llevó la mano
atrás y metió un par de dedos en su húmeda entrada. Ya estaba lo
bastante dilatado para que no doliera lo más mínimo, tan solo se
estremeció y separó las piernas.
—Nnh... Alfa... Alfa...—abrió los
dedos en tijera y arqueó la espalda con un agudo gemido.
Comenzó a follarse con sus dedos,
pensando en Aaron no necesitaba nada más. La lubricación se
deslizaba por sus muslos y empapaba la sábana. Sentía tanto calor
que ya estaba sudando. Su miembro goteaba a punto de correrse. Ni
siquiera necesitó tocarlo, metió un tercer dedo y se corrió al
instante, salpicando abundantemente. Estaba aturdido, nunca se había
sentido tan sofocado las primeras horas del celo. Quizás era porque
no dejaba de pensar en cómo sería con un alfa, con su alfa cuidando
de él. Aun sin haberlo probado todavía, sabía que no tendría ni
comparación.
Se levantó de la cama antes de quedar
atrapado en el sueño y cambió las sábanas. Tenía seis conjuntos
diferentes para esos días, no había nada más incómodo que dormir
en una cama empapada en fluidos, aunque no solía tener fuerzas para
cambiarlas. Se dio una ducha y se echó a dormir acurrucado entre las
docenas de cojines. Tenía que aprovechar porque probablemente sería
la última vez que dormiría tranquilo en los próximos días.
Spencer despertó con la mente
despejada y su cuerpo se sentía relajado. Sabía que eso no duraría
mucho así que aprovechó para recoger las bolsas que había metido
en el frigorífico. Hotch había comprado todo lo que le había
pedido, sobre todo un montón de bebidas energéticas y vitaminas.
Había mucha fruta y varios platos precocinados, aunque no iba a ser
capaz de comer mucho. También había un gel para la ducha relajante
especial para el celo y compresas por si tenía que vestirse para no
manchar los calzoncillos (no podía creer que realmente las hubiera
comprado, estaba seguro de que pocos alfas se habrían atrevido).
Enseguida comenzó a sentir el calor
aumentar en su cuerpo. Sus piernas temblaban y ahí estaba, el
horrible vacío en su interior que necesitaba desesperadamente llenar
aunque sabía que no lo conseguiría.
—Alfa...—murmuró, sosteniéndose
en la encimera.
Cogió una botella de bebida energética
y regresó a la habitación apoyándose en las paredes. Abrió el
cajón inferior de la mesilla. Había dos vibradores de tamaños
diferentes, tres plugs con diferentes formas y un par de botes de
lubricante (aunque estos últimos no los necesitaría, ya estaba
bastante húmedo). Sacó el vibrador pequeño, que ni se acercaba al
tamaño de Aaron, pero tenía que ir poco a poco o no lograría estar
satisfecho.
Se arrodilló, colocando una almohada
bajo el pecho, y se tanteó un poco con los dedos, asegurándose de
que estaba lo bastante abierto. Se tensó al meter el primer dedo
ante lo sensible que estaba y decidió que era suficiente. Tomó el
vibrador y presionó la punta contra su entrada. El objeto de
plástico fue penetrando poco a poco en él, acompañado de un largo
gemido muy parecido a un sollozo. Lo necesitaba tanto, tanto, tanto.
Sus paredes abriéndose, llenándose, el caliente y sensible interior
estimulado por los bultos en la superficie del vibrador. Cuando
estuvo completamente dentro de él, lo dejó allí y se abrazó a la
almohada. Se centró simplemente en sentirlo ahí, en las paredes
contrayéndose y adaptándose a la forma del vibrador. Solo quería
sentirse lleno.
Pero pronto no fue suficiente. Llevó
la mano hacia atrás y encendió el vibrador. Su cuerpo se sacudió y
hundió el rostro en la almohada, ahogando un agudo gemido. Sentía
tanto calor, su cuerpo ardía. Cogió un cojín y lo colocó debajo
de él. Movió sus caderas, restregando el miembro contra el cojín,
y en unos segundos se corrió mientras sentía las vibraciones por
todo su cuerpo. Se quedó jadeando exhausto entre los cojines y solo
acertó a apagar el vibrador, pero no lo sacó de su interior.
Se sentía muy bien, pero era
frustrantemente insatisfactorio. Siempre lo había sido, pero ahora
resultaba aún más molesto porque sabía que podría sentirse
completamente satisfecho si lo hacía con su alfa.
El sonido de su móvil lo despertó. Se
había quedado dormido sin darse cuenta. Se incorporó, haciendo una
mueca al notar el vibrador en su interior, y alcanzó el móvil.
Aaron le estaba llamando, su corazón palpitó y enseguida sintió un
hormigueo en su trasero. Rechazó la llamada y respondió con un
mensaje.
«No puedo hablar contigo ahora o me
volveré loco».
«De acuerdo, solo quiero saber que
estás bien. ¿Necesitas algo?».
A ti, pero no podía decírselo,
sabía que no era posible.
«Estoy bien, no me falta nada».
«Avísame con lo que necesites. Te
enviaré otro mensaje luego».
Te quiero, te echo de menos, te
necesito, quería decirle todo eso y más, pero no se atrevía a
hacerlo, por algún motivo sentía que no era correcto, y Hotch
tampoco se lo decía. Apartó el teléfono y se abrazó a la
almohada. Sentía un doloroso nudo en el pecho y las lágrimas
brotaban de sus ojos.
Vale, realmente no estaba tan mal, solo
eran las hormonas del celo, pero no podía evitarlo. Por eso era
mejor permanecer aislado de todo contacto humano durante esos días.
—Ngh... Uhn... Alfa... ¡Nh!
El nudo del vibrador grande se estaba
hinchando en su interior. Suspiró aliviado, el dolor que
experimentaba todo su cuerpo se desvanecía y se tornaba en placer.
Contoneó su cuerpo, restregándose contra el colchón, y presionó
el vibrador un poco más profundo.
—¡Uuhn!
Tembló de pies a cabeza y unas gotas
de semen salpicaron la empapada sábana. Sus paredes internas se
contraían alrededor del nudo, impidiendo que saliera. Apenas tocó
la punta de su miembro se corrió, apretando su trasero.
Y seguía sin estar satisfecho.
Presionó el botón para desinflar el nudo y lo sacó bruscamente,
arrojándolo a un lado. Estaba molesto, enfadado. Nunca había
sufrido tanto durante el celo. Siempre se había conformado con lo
que conseguía de aquellos aparatos, pero ahora que sabía que pronto
tendría un alfa para satisfacerlo, utilizar juguetitos le resultaba
hasta desagradable.
Se acurrucó entre los cojines,
preparado para que el tormento y la necesidad lo asolaran de nuevo.
El vacío era más profundo y tortuoso que nunca. Solo podía llorar
y detestarse a sí mismo por hacerlo. Quería a su alfa, lo quería
ya. ¿Por qué demonios tenía que esperar a unos malditos papeles
cuando esa zorra le había sido infiel tan descaradamente? Odiaba al
mundo entero en ese momento y odiaba su naturaleza omega.
Masturbarse ya no era un alivio,
resultaba casi una tortura, así que dejó que la angustia y el dolor
se acumularan, negándose a sí mismo el desahogo.
Sintió una mano fría acariciando su
rostro. Estaba descansando en unos protectores brazos. En cuanto lo
olió, supo quién era.
—Al... fa...
Aaron apartó los mechones ondulados de
su rostro y besó su frente. El omega entreabrió los ojos, pero
apenas podía enfocar la mirada.
—Bebe—le ordenó.
Colocó el borde de la botella sobre su
labio y Spencer obedeció, bebiendo lentamente con su ayuda. El
líquido de sabor dulce, una de sus bebidas energéticas, se deslizó
por su garganta seca como agua de manantial. En cuanto apartó la
botella, comenzó a restregar el rostro contra su pecho.
—Come—le acercó un pedazo de
plátano a la boca.
—Nnh...—Spencer apartó el rostro y
presionó su cuerpo contra él provocativo.
Pero por mucho que quisiera ceder a la
tentación, el instinto de proteger y cuidar de su omega era más
fuerte que cualquier otro.
—Come.
Su orden fue firme y el omega tuvo que
obedecer. Comió el plátano entero con algo de dificultad y bebió
un poco más.
—Aaron... ¿qué haces aquí?
—Ya estás un poco más lúcido.
Le agarró del pelo bruscamente y le
besó. El omega gimió y se aferró a él.
—Alfa... alfa...—le abrazó,
restregando su cuerpo contra él.
Su olor estaba despertando todos sus
sentidos, reanimando su deseo y necesidad. Aaron sujetó su rostro
para mirarle a los ojos.
—Preséntate.
Spencer se estremeció al ver el deseo
mezclado con enfado en sus ojos. No dudó ni un segundo. Se arrodilló
sobre la cama, con el rostro y el pecho apoyados en el colchón,
separando las nalgas con ambas manos. Su trasero brillaba con
lubricación, su entrada goteaba.
—Alfa... por favor, alfa...
fóllame...—le suplicó, moviendo insinuante su trasero.
Aaron se relamió los labios. Su
miembro palpitó, no podía haber imagen más tentadora para un alfa.
Un omega virgen, puro, ofreciéndose a él en pleno celo.
Deleitándose con esa vista, con las súplicas desesperadas del
omega, se quitó lentamente el traje sin preocuparse de colocarlo. Se
arrodilló detrás de Spencer, agarró con fuerza sus nalgas y hundió
el rostro entre ellas.
—¡Hya! ¡Aah!—Spencer se sacudió
y se aferró a las sábanas. Sintió como si cada célula de su ser
experimentara un orgasmo cuando Aaron lo penetró con su lengua, pero
no se corrió porque su alfa no se lo había ordenado.
Su sabor era dulce, pero un poco
amargo, simplemente delicioso. Aaron bebía del sabroso néctar que
fluía y abría la entrada con sus dedos mientras escuchaba los
gemidos del omega. Su miembro dolía por lo duro que estaba, no pudo
seguir conteniendo el ansia de su lado alfa. Se incorporó y presionó
la verga contra su entrada. Spencer se quedó inmóvil, expectante,
podía sentir la punta grande y dura y más caliente que cualquiera
de sus juguetes.
—Nn... Alfa...
Intentó mover su trasero hacia atrás
para penetrarse él mismo, pero Aaron le sujetó firmemente, marcando
sus dedos en las pálidas caderas. El omega estaba tan ansioso que no
necesitaba contenerse. Lo penetró lenta pero constantemente hasta
llegar al fondo. Las paredes se abrían para él, adaptándose a su
falo como un guante. Ahora ya no le quedaba ninguna duda de que había
nacido para ser su omega.
Por un momento se quedó inmóvil,
dejando que se acostumbrara a él, intentando mantener la compostura.
Mientras besaba su hermosa espalda, recorrió su torso lentamente con
las manos, llegando a los sensibles pezones. Los pellizcó con
suavidad y gruñó al sentir el interior estrecharse sobre él.
—Mi precioso omega... lo haces a
propósito, ¿verdad? Provocarme así...—le susurró al oído,
agarrando con fuerza los revueltos cabellos.
—Nnh... Alfa... te necesito...—las
lágrimas se deslizaban por su rostro. Estaba desesperado, incluso
sintiéndose tan lleno necesitaba todavía más. Consiguió azuzar al
alfa dentro de Aaron como una deliciosa presa rogando ser devorada.
—Shhh. Voy a cuidar bien de ti, te lo
prometo—besó sus lágrimas y le acercó una almohada para que se
acomodara.
Aaron se incorporó y le sujetó por
las caderas. Sacó el miembro hasta que solo quedó la punta dentro y
volvió a sumergirse en el estrecho interior de una embestida. El
omega gritó y arqueó la espalda. Retorció la almohada en sus manos
mientras sacaba de nuevo la verga y el próximo fue un gemido lleno
de placer. El calor volvía a invadir su cuerpo, pero esta vez no iba
acompañado del sufrimiento del celo. Estaba disfrutando realmente,
no solo desahogándose.
El estrecho interior parecía devorarlo
con gula, apenas le dejaba salir, y el joven gemía y gemía,
temblando de placer. El ritmo de sus embestidas aumentó, más
profundas, más brutales. Necesitaba satisfacer a su omega y él
nunca había sentido nada tan bueno. Así era tener sexo con un
omega, olvidar el mundo a su alrededor, entregarse a sus instintos y
disfrutar del placer más intenso.
Tuvo que detenerse cuando el nudo
comenzó a hincharse. Apenas podía moverse ya, pero daba fuertes
sacudidas con sus caderas. Se inclinó sobre el omega y llevó una
mano a su miembro.
—Córrete para mí, mi precioso
omega—le susurró al oído.
Sus palabras fueron una orden para su
cuerpo y el omega se vino sin pensarlo siquiera, eliminando cualquier
dolor y angustia que había acumulado durante el celo, derritiéndose
debajo de su alfa. Aaron se estremeció al sentir las paredes
contrayéndose sobre él, tensándose y relajándose. No pudo
contenerse más, se sintió forzado a correrse en lo más profundo
del omega y al mismo tiempo rasgó con el colmillo la fina piel en el
cuello de Spencer, saboreando la deliciosa sangre que brotó. Ahora
sí, era suyo, su omega, su precioso omega. El alfa en su interior
ronroneó de felicidad.
Spencer temblaba, la simiente fluía
dentro de él y el mordisco en su cuello ardía. Era lo único que
podía sentir en ese momento, todo lo demás no existía para él. Un
cálido sentimiento inundaba todo su cuerpo. Se sentía lleno por
primera vez en su vida, se sentía poseído, Aaron ya era su alfa.
Era feliz como omega.
Continuará...
ooohh por Dios demasiado inteso demasiado oooh woow..!!
ResponderEliminarpero mil dudad me dejas, por que esta alli, consiguio rapido lo del divorsio aaahhhh que paso con todo lo demas..!!!????????