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Wolves' Target [cap4] FIN


Título: Wolves' Target
Fandom: Mentes Criminales          Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69 
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18          Advertencias: lemon
Capítulos: 4 (4 de 4)
Resumen: Spencer está emocionado por entrar a trabajar en la Unidad de Análisis de Conducta; también un poco nervioso porque es la primera vez que va a trabajar bajo las órdenes de un licántropo, el agente Aaron Hotchner, del cual no se dice nada bueno. Las cosas irán aún peor de lo que esperaba.
Nota: El único capítulo al que se hace referencia es el 5x21, «Exit Wounds», pero está modificado casi del todo. He alterado totalmente la línea temporal, sobre todo en lo referente a Spencer, y Hotch no se ha casado nunca y no tiene hijos (sorry, Jack), pero todo lo demás se explica en el primer capítulo.

Capítulo 4


Spencer recibió un mensaje (¡Un maldito mensaje!) pasadas las nueve de la noche.

«He hablado con Strauss. Va a trasladarte de Unidad. No hace falta que vuelvas a la oficina, mañana tendrá tus cosas en su despacho. AH».

Un mensaje era la forma de Hotch de protegerle, de que no tuviera que ver ni hablar con la persona que le había agredido. ¡Es idiota! No había otra palabra para definirlo. Bien, pues no iba a seguirle el juego. Se puso ropa limpia, habiéndose dado ya una ducha, y cogió su coche, que tan pocas veces sacaba del garaje, para ir a casa de su jefe. En pocos minutos estaba llamando a la puerta de su apartamento.

Hotch no necesitó preguntar quién era, en cuanto se acercó a la puerta pudo olerlo. Apoyó las manos sobre la puerta como si la necesitara para sostenerlo y presionó la cabeza contra ella en un intento de controlar el deseo que se apoderaba de él con ese olor. Respiró hondo, manteniendo a raya la necesidad de lanzarse sobre el Ome- Reid.

—¿Qué haces aquí?—preguntó en una voz que no sonaba como la suya habitual, más profunda y llena de deseo.

—Vengo a traerle dulces a mi abuelita—respondió, en un intento de que bajara la guardia.

—Reid, debes irte, no puedo...

—Deja de restregarte contra la puerta y abre—si se pensaba que era tan inocente como para no saber lo que le estaba pasando, se equivocaba mucho.

—Ngh... Reid...

—Hotch, soy un mago así que sé cómo abrir una cerradura. O abres tú o abro yo, pero voy a entrar sí o sí.

Tras más de un minuto en el que Spencer pensó que al final le tocaría forzar la cerradura, Hotch finalmente abrió la puerta, pero solo la dejó una rendija. Spencer la empujó del todo y atravesó el pequeño pasillo hasta el salón. Se encontró a Hotch en el lado opuesto, lo más alejado que podía estar. Eso no va a servirle de nada, pensó, dejando que tuviera su espacio si quería.

—Me parece que no me sé explicar bien o tal vez estoy hablando en otro idioma sin darme cuenta, cosa que podría hacer. El caso es que nadie parece entender que no eres un terrible violador y yo no soy tu víctima. Lo más sorprendente es que ni siquiera tú mismo lo entiendes. Aaron—le interrumpió antes de que hablara, utilizando deliberadamente su nombre—, cuando dije que sería una terrible experiencia en un lugar así, quería enfatizar el «en un lugar así». No es precisamente mi fantasía tener mi primera vez en un bosque de pesadilla congelándome el culo—vio la fugaz expresión de sorpresa que apareció en el rostro de Hotch al oírle hablar así y entonces la comprensión de lo que acababa de decir, al menos en parte.

—Eres... eres...

—Sí, Aaron, soy un Omega virgen. Estoy seguro de que eso suena bien para ti—sonrió al verle llevarse la mano inconscientemente al pantalón para recolocarse—. Voy a asumir que la lentitud con la que estás entendiendo esto se debe a que mi olor te deja pensar más bien poco y no a que te desagrade la idea. Aaron, no estoy en contra de hacerlo contigo en otro lugar, preferiblemente una cama.

Y mientras decía estas palabras, inclinó la cabeza a un lado, exponiendo su cuello en un gesto sumiso. El profundo gruñido que escuchó le hizo estremecerse y reajustarse él también en sus pantalones, lo que hizo de un modo bastante exhibicionista para que Hotch tuviera claro el efecto que estaba provocando en él.

Antes de darse cuenta de lo que sucedía, sintió su espalda golpear contra la pared y el cuerpo de Aaron presionando contra el suyo. Lo primero que pensó fue que no había sentido ningún golpe en la cabeza y se dio cuenta de que Hotch tenía la mano en su nuca para evitarlo. Tan atento incluso en un momento así, y eso fue lo último que pensó antes de perder el hilo de todo cuando Aaron le besó. No era un beso dulce y suave como una vez imaginó que besaría Hotch, sino intenso, descuidado y... animal. Invadió su boca a la primera oportunidad y a partir de ahí fue todo lengua y dientes. Sentía como si estuviera follando su boca, tan intenso que no tenía siquiera oportunidad de luchar por dominar, le estaba sometiendo por completo. Los gemidos se ahogaban entre sus bocas de forma casi constante, su cuerpo temblaba y sus piernas fallaban, pero Aaron lo tenía bien sujeto, con una mano agarrando con fuerza sus cabellos y moviendo su cabeza en el ángulo que quería y la otra firme en su trasero, presionando sus entrepiernas imposiblemente juntas.

—No seré—succionó su labio inferior—capaz de—lo mordió sin llegar a hacerle daño—detenerme—otro beso intenso que le hizo gemir y sentir que sus labios ardían—esta vez.

—Cama—era demasiado trabajoso poner a funcionar su cerebro en ese momento, solo esperaba que eso fuera suficiente para hacerle callar.

Pareció funcionar. Aaron le soltó y Spencer fue a quejarse por la repentina pérdida, pero entonces se encontró sobre su hombro al estilo bombero, yendo en dirección al dormitorio. Abrió la puerta de la habitación tan fuerte que rebotó contra la pared. Lo tiró en la cama sin ninguna delicadeza y se arrodilló sobre él. Hundió el rostro en su cuello e inhaló profundamente. Su pecho vibró con un gruñido de placer que Spencer sintió más que oyó. El delicioso Omega en su cama... el lobo en su interior salivaba con anticipación. Era su premio, el que no había podido reclamar en el bosque. Era suyo.

—Aaron...—el Omega le llamó, y esta vez su voz estaba llena de necesidad y deseo, no de miedo y angustia.

Le abrió la camisa de un tirón, rasgando la tela -otra camisa a la basura- y se la quitó junto con la chaqueta, dejando su torso desnudo. Sus dedos acariciaron los arañazos en su cuello y su pecho, aún de un intenso rojo, deteniéndose un momento para contemplar las marcas, sus marcas. Y Spencer estaba deseando que le hiciera aún más.

—Tan hermoso...—su voz sonó casi reverencial. Esos labios rojos e hinchados por sus besos le daban un aspecto totalmente pervertido a la expresión normalmente inocente del joven. Qué bien se verían alrededor de su nudo.

Quizás se lo decía por su olor Omega, quizás sin él, siendo normal, no le vería del mismo modo, pero a Spencer no le importaba; después de todo, el olor Omega era parte de él como lo eran su pelo o sus ojos. Y bajo esa intensa mirada se sintió deseado por primera vez en su vida (más allá del frenesí de la persecución de la noche anterior). Era deseado tanto por el hombre como por la bestia y eso se sentía... bien. No podías pedirle más a su cerebro en ese momento.

Se sobresaltó cuando Aaron le quitó los pantalones con la misma brusquedad que le había abierto la camisa, sin prestarle la más mínima atención al botón o a la cremallera, incluso pudo escuchar tela rasgándose.

—Realmente apreciaría que dejaras de convertir mi ropa en trapos de cocina—le dijo mientras le quitaba hasta la última prenda de ropa, quedando completamente desnudo sobre la cama. Debería haberse sentido avergonzado por estar tan expuesto ante su jefe, mostrando tan evidentemente su excitación con su erección goteando sobre su vientre, pero solo podía pensar en una cosa—: Estás excesivamente vestido para esta situación.

Aaron sonrió y su ropa encontró el mismo destino que la de Spencer, desgarrada en el suelo junto a la cama, empezando por la camisa. Spencer se mordió el labio y movió sus caderas involuntariamente cuando vio el amplio y musculoso torso desnudo del licántropo.

—Ngh, eres tan... oh.

Se quedó sin habla cuando Aaron se quitó los pantalones. Joder, es... grande, enorme. Mirándole con ojos desorbitados, no estaba seguro de si derretirse o sentirse aterrado. Así era el miembro de un licántropo, duro y goteando por la punta, nada monstruoso, pero más grueso y largo que la media humana y con ese nudo en la base que ya comenzaba a hincharse. Eso no puede entrar, es imposible, es...

—Nnhhh...—lo único que salió de su boca fue un largo y lascivo gemido. Llevó la mano a su propio miembro, que palpitaba dolorosamente pidiendo atención—. ¡Nh!—Aaron le apartó la mano de un manotazo.

—Mío—le advirtió con un tono posesivo. Spencer estuvo a punto de correrse al escuchar esa voz profunda y dominante, pero respiró hondo y se aferró con ambas manos a las sábanas—. ¿Tanto lo quieres?—le preguntó Aaron con una sonrisa de lobo mientras frotaba lentamente su propio falo—. No te preocupes, es todo tuyo. Voy a dejarte plenamente satisfecho con él. Lleno.

Spencer asintió efusivamente con la cabeza, sin darse cuenta siquiera de que lo estaba haciendo, y separó sus piernas para que Aaron se arrodillara entre ellas. Aaron se relamió los labios. Sacó un bote de lubricante de la mesilla y ocupó el sitio que le correspondía.

—Escapaste tan desesperadamente anoche y ahora te ofreces tan dócilmente, solo a mí—se inclinó sobre él y comenzó a besar su mandíbula, subiendo hacia su oreja—. No tienes ni idea de lo adorable que eres.

—Uhn... Aaron, por favor...

—Shhh. Me gusta jugar con mis presas—le susurró y sintió el cuerpo de Spencer estremecerse.

Sus labios bajaron suavemente por su cuello, lamiendo y besando, y cuando llegó a la unión con el hombro, mordió intensamente y succionó. Spencer gimió y levantó las caderas, buscando la fricción que necesitaba, pero Aaron le sujetó con una mano contra el colchón, agarrándole tan fuerte que Spencer sabía que iba a haber una marca al día siguiente, y estaba deseando verla. Esta vez no le hizo sangre, solamente era un chupetón, y siguió bajando por su pecho, dejando marcas a su paso. El cuerpo del doctor se retorcía entre gemidos y súplicas por más. Sentía que las zonas por las que pasaban sus manos y su boca ardían. Era tan intenso que realmente se sentía poseído, dominado.

—¡Waaah!—Spencer no pudo contener un grito cuando Aaron tomó en su boca su miembro hasta el fondo sin vacilar—. Oh, dios. No, Hotch, Aaron, para. Por favor, no, voy a... ¡¡NNHH!!

No pudo resistirlo, su boca caliente se sentía demasiado bien. Succionando sobre él, lamiéndolo. La punta de su miembro golpeando contra su garganta y esta cerrándose a su alrededor y... quería resistir más porque no quería que acabara tan rápido, pero Aaron no le dio cuartel. Se corrió en su boca y sintió cómo lo tragaba y después lo limpiaba a conciencia antes de liberar su miembro sensible.

Quedó exhausto sobre la cama, sus extremidades sin fuerzas y respirando agitadamente. Aaron se tumbó a su lado y apartó los mechones de cabello pegados a su rostro por el sudor. En cuanto Spencer recuperó el aliento, le besó y compartió con él su propio sabor. El joven gimió y llevó una mano a la cabeza de Hotch para profundizar el beso. Aaron hizo lo mismo y se fundieron en un beso húmedo y lascivo, con sus cuerpos frotándose lentamente.

—Te gustó eso, ¿hm?—le preguntó cuando sus labios se separaron, apenas dejando distancia entre ellos.

—Quería correrme contigo—respondió, sin pensar lo que decía o de lo contrario probablemente no habría sido capaz.

—Oh, cariño, podrás hacerlo—acarició dulcemente su rostro y se inclinó para susurrar a su oído con esa voz que sabía que le afectaba tanto—. Eres joven, estoy seguro de que podrás correrte de nuevo, esta vez con mi polla enterrada hasta el nudo en ese trasero virgen tuyo.

Spencer gimió ante la idea y presionó su cuerpo contra él. Si hubiera podido, se habría puesto duro solo con eso. Iba a doler, lo sabía, pero lo quería de todos modos. Dejó que Aaron lo moviera con sus fuertes manos para tumbarlo boca abajo y ponerlo de rodillas. Se apoyó en los antebrazos para mantener el equilibrio y separó las piernas, sabiendo lo que iba a hacer. O eso creía. De repente sintió aliento en su trasero y Aaron lamió su raja de abajo hacia arriba hasta la parte baja de su espalda.

—¡Oh, dios, Aaaaron!

—Suenas tan bien—rio, y su aliento le hizo temblar.

—N-no hagas eso, no puede ser... s-seguro... no es una práctica sexual segura. Por favor, Aaron...—suplicó desesperado, incapaz del zafarse del agarre que ahora tenía sobre sus caderas.

—Spencer, ese maravilloso cerebro tuyo no está funcionando mucho—lo que resultaba adorable—. Soy un licántropo, no puedo coger ninguna enfermedad humana y, además, eres virgen, estoy seguro de que estás limpio.

—P-pero- ¡Uhn!

Perdió toda capacidad de habla cuando Aaron selló sus labios sobre su entrada. Sintió besos y succión y su lengua lamiéndolo y humedeciéndolo, los dientes rozándole suavemente mientras separaba sus nalgas con ambas manos. Y, ante todo eso, lo único que podía hacer era gemir y sollozar por el intenso y extraño placer, aferrándose a la colcha con todas sus fuerzas, que no eran muchas. Finalmente, emitió un sonido que ni siquiera le pareció humano cuando la lengua atravesó su entrada y comenzó a follarle en cuanto los músculos se relajaron.

Para cuando Aaron sustituyó su lengua por sus dedos, Spencer ya estaba de nuevo duro y apenas era capaz de asimilar lo que estaba pasando. Su cuerpo estaba completamente relajado y Aaron fue capaz de abrirlo fácilmente, aunque se tomó su tiempo, metiendo un dedo tras otro hasta que tuvo cuatro dentro, sin llegar a tocar la próstata en ningún momento.

—¿Cómo se siente?—le preguntó cuando comenzó a escuchar algunos quejidos de dolor con el cuarto dedo, acariciando con la otra mano su espalda y su muslo.

—U-uhn...—solo pudo emitir un lamento entre sus labios temblorosos.

—Intenta usar palabras, Spencer—le animó, besando su espalda arqueada.

—Quema... un poco... nh... pero puedo... Te quiero a ti...—consiguió decir entre jadeos.

—Yo voy a doler un poco más—le advirtió.

Spencer sacudió la cabeza. ¿No estará pensando en parar ahora?

—¡Por favor!—suplicó, y quién era Aaron para negarse.

Sacó los dedos suavemente de su interior y se arrodilló tras él, frotando su miembro imposiblemente erecto contra su raja.

—Muy bien, mi precioso genio, voy a hacerte mío y serás el Omega más feliz de este planeta—no estaba seguro de dónde venían esas palabras, nunca había pensado que fuera esa clase de Alfa posesivo, pero Spencer le estaba volviendo loco.

El joven asintió con la cabeza y separó aún más las piernas. Aaron preferiría tomarlo por delante, viendo su hermoso rostro, pero en esta posición sería más fácil y quería causarle el mínimo daño posible, sabiendo que algo de dolor era inevitable, sobre todo cuando metiera el nudo en su interior, si es que podía. Se relamió los labios al observar la entrada que boqueaba. Ya no podía esperar más. Lubricó su verga y presionó la punta contra la entrada dilatada. Ofreció algo de resistencia, pero Spencer se esforzó por relajarse. Dolía más que los dedos, sentía su trasero arder, pero resistió porque sabía que en algún momento se sentiría bien y, si no, era feliz haciendo que Hotch se sintiera bien. Sintió la invasión lentamente, llenándolo centímetro a centímetro. Tan caliente, tan duro. Aaron le rodeaba la cintura con un brazo para mantenerlo en el sitio y acariciaba dulcemente su espalda con la otra mano. Realmente no esperaba que pudiera ser un amante tan considerado y amable después de lo que había pasado en el bosque. No le habría importado, pero, al menos en su primera vez, era de agradecer.

Requería una tremenda fuerza de voluntad por parte del licántropo no penetrarlo hasta el fondo de una embestida. Se sentiría tan bien asaltar sin contenerse ese caliente y estrecho interior. Eso era lo que deseaba el lobo, pero Aaron no iba a permitirlo, no quería que Spencer acabara odiándole o teniendo miedo al sexo. Siguió entrando lentamente, deteniéndose cuando los quejidos se volvían demasiado dolorosos para que su interior se acostumbrara. Suspiró cuando al fin estuvo dentro, solo quedando el nudo apenas hinchado fuera.

—¿A... Aaron...?—Spencer le llamó, girando la cabeza para mirarle entre sus cabellos revueltos. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sonrojadas, pero Aaron pudo ver que el dolor comenzaba a remitir.

—Ya estoy dentro de ti, Spencer. ¿Lo sientes?

—Sí... Aaron, te siento—Tan lleno. Su cuerpo temblaba casi imperceptiblemente, vibraba. Aaron estaba dentro de él y se sentía... extraño, pero bien, era... no estaba seguro porque aún sentía dolor, pero le... ¿gustaba?—. ¡Uhn!...—Aaron movió sus caderas solo un poco y, oh, sí, le gustaba.

—Eso es, sabía que tu pequeño agujero estaba hecho para mí—sonrió orgulloso al ver la intensa reacción del joven al rozar su próstata. Definitivamente tenían la forma perfecta el uno para el otro—. Voy a empezar a moverme ahora, dime si es demasiado—aunque no creía que pudiera detenerse a esas alturas, pero intentaría hacer lo posible para no dejarse llevar.

Comenzó a moverse de forma experimental, saliendo lentamente hasta dejar solo la punta en el interior y volviendo a penetrarlo, un poco más rápido cada vez. El pálido y delgado cuerpo se estremecía debajo de él, contoneándose tan sensualmente y moviendo las caderas para encontrarse con sus embestidas cuando ya no podía soportar más su lento ritmo. Era tan hermoso que solo podía pensar en marcar la perfecta piel. Recorrió su espalda y sus hombros con labios y lengua, solo rozando con sus dientes suavemente. Y cada vez que no le mordía, Spencer gemía molesto.

—Spencer...—acarició sus cabellos y le llamó de nuevo hasta que estuvo seguro de que le escuchaba—. Spencer, quiero morderte, quiero marcarte permanentemente. ¿Querrías eso?

Sabía que un consentimiento ahora valía de poco, pero si Spencer se negaba haría lo que fuera para contenerse.

—Por favor... sí, por favor... márcame...—suplicó.

Se sentía tan abrumado por las nuevas sensaciones que estaba experimentando que ni siquiera entendía por qué le estaba preguntando. Claro que quería que le marcara, quería ser suyo, solo suyo, porque nunca se había sentido tan completo como en ese momento. Entonces los dientes se clavaron en su cuello y una punzada de dolor lo atravesó, disipándose rápidamente en el placer en el que estaba sumido su cuerpo. Alguna parte de su cerebro registró que esa era la marca que dejaban los licántropos a sus parejas, pero cualquier pensamiento racional voló de su cabeza cuando los dedos de Aaron comenzaron a estirar su entrada.

—¿U-uhn?—quería preguntar qué estaba haciendo, pero de su boca solo salían extraños sonidos de placer.

—Joder, Spencer, eres tan estrecho. Esto se va a sentir tan bien... Ngh...

Spencer estuvo a punto de desmayarse cuando Aaron presionó más profundo con su verga y el nudo aún sin formar atravesó su entrada. El gruñido del licántropo vibró por su espalda y su entrepierna. Se olvidó de respirar por un momento. Y cuando creía no poder estar más lleno, el nudo comenzó a hincharse mientras Aaron se balanceaba, empujando contra él pero sin poder sacar ya su miembro. Tan... lleno... tan... oohhh...

Sintió fluir algo caliente en su interior mientras el falo palpitaba y se sacudía dentro de él. Las manos de Aaron aferraban con fuerza sus caderas y sus dientes volvían a clavarse en su cuello. No pudo resistirlo más, se vino en ese momento con un orgasmo más intenso que el anterior, sintiéndose lleno, sintiéndose poseído, sintiéndose deseado.

Apenas registró lo que sucedió en los momentos posteriores, aún en lo alto de su orgasmo, solo sintió que su cuerpo se movía aunque no era él quien lo hacía, no tenía fuerzas para mover un solo músculo. Cuando su cerebro volvió a funcionar, se dio cuenta de que estaba tumbado en la cama de lado con Aaron tras él, el licántropo cediéndole un brazo de almohada mientras rodeaba su cintura con el otro.

—Mm... ¿Aaron?—giró la cabeza y se encontró con una sonrisa satisfecha.

—Vamos a estar unidos durante al menos media hora más, así que relájate y descansa.

Entonces fue cuando se dio cuenta de que aún estaba anudado, de que el miembro estaba duro dentro de él y soltando de vez en cuando más de su semilla en su interior.

—Nnh...—se estremeció, casi queriendo correrse otra vez. Apretó su trasero y consiguió un gruñido de su jefe.

—Deja de hacer eso o será más de media hora—le advirtió, no muy convincente.

Spencer quiso reír, pero solo pudo soltar un suspiro tembloroso. Colocó una mano sobre la de Aaron que descansaba en su vientre y durante varios minutos se quedaron simplemente en silencio, recuperando el control de sus cuerpos.

—¿Y ahora qué?—preguntó cuando el nudo ya empezaba a deshincharse.

—Eso es decisión tuya. Yo te he... marcado como mi pareja—realmente esperaba que ahora no se arrepintiera de ello—, pero no eres un licántropo así que eso no tiene ningún efecto en ti. No sé qué relación quieres tener, si es que quieres tener una. No te sientas presionado por mí, yo no-

—Aaron—le interrumpió, girándose cuanto pudo para mirarle a los ojos. Le sorprendió la preocupación y casi desesperación que había en ellos, en esos ojos que normalmente eran tan imperturbables—. Me refería a si lo hacemos otra vez o nos damos una ducha primero y pedimos algo para cenar. Ni siquiera me planteo no tener una relación contigo. Estadísticamente, la mayoría de relaciones entre humanos y licántropos no funcionan, pero yo ya me he salido de la estadística dos veces, una tercera no será tan difícil.

Aaron le miró por un momento como si no comprendiera lo que le estaba diciendo y, entonces, Spencer descubrió que el licántropo tenía hoyuelos.

De repente el teléfono de Aaron sonó. Salió con cuidado del interior de Spencer y rebuscó el móvil en su ropa junto a la cama.

—Me parece que nuestras opciones se han visto reducidas a una—le dijo, mirando el mensaje en la pantalla con el ceño fruncido.

—¿Caso?

—Caso.

—Bueno, entonces tendremos que compartir ducha para ahorrar tiempo—sugirió insinuante.

Se levantó perezosamente de la cama y, mientras se dirigía al baño con andares afectados, el abundante semen brotó de su entrada y se deslizó por sus muslos sin el nudo ahora para contenerlo dentro.


Aaron estuvo a punto de romper el teléfono en su mano y un gruñido vibró en su garganta, entrando como hipnotizado al baño tras su pareja. Mío.

4 comentarios:

  1. Me encanto me gusta esta pareja y me encanta como barras por favor que los shipps que subas de mentes criminales siempre hotch este con Reíd :'v veo q hay muchos fics de morgan y Reíd :'v amo todos tus fics aquí la mexicana más loca por mentes criminales*o una de ellas * con eso de que hay muchas personas en este mundo :v me gustan también tus fics originales como gamberradas <3 lo ame sigue así :3 son perfectos

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  2. Me gustan mucho tus fanfics de esta pareja espero que sigas escribiendo me encanta mucho esta pareja son perfectos

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