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Wolves' Target [cap3]


Título: Wolves' Target
Fandom: Mentes Criminales          Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69 
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18          Advertencias: lemon
Capítulos: 4 (3 de 4)
Resumen: Spencer está emocionado por entrar a trabajar en la Unidad de Análisis de Conducta; también un poco nervioso porque es la primera vez que va a trabajar bajo las órdenes de un licántropo, el agente Aaron Hotchner, del cual no se dice nada bueno. Las cosas irán aún peor de lo que esperaba.
Nota: El único capítulo al que se hace referencia es el 5x21, «Exit Wounds», pero está modificado casi del todo. He alterado totalmente la línea temporal, sobre todo en lo referente a Spencer, y Hotch no se ha casado nunca y no tiene hijos (sorry, Jack), pero todo lo demás se explica en el primer capítulo.

Spencer prácticamente saltó del sofá cuando escuchó una voz tras él.

Era un hombre del pueblo, lo había visto esa mañana. Era alto y tenía una buena musculatura como todos allí. Spencer supo de inmediato por la forma en que le miraba y por su sonrisa que era un licántropo e iba a lanzarse sobre él como lo había hecho Hotch. No sabía cómo había entrado allí porque no había oído la puerta principal, seguramente por alguna puerta trasera. No era algo impulsivo (al menos no del todo), llevaría percibiendo su olor desde hacía rato y había planeado esto, esperando a que se quedara solo.

Llevó una mano a su revólver, pero no quería usarlo. Sabía que la atracción que sentía por él no era culpa suya, que no podía controlarse (si Hotch no lo había conseguido, otros hombres menos). Se estaba guiando por su instinto. Un Omega en celo disponible, algo que ningún licántropo sin pareja podría dejar pasar. No podía dispararle. Retrocedió sin darle la espalda mientras el hombre se acercaba cada vez más.

—Soy un agente del FBI, si se acerca a mí le detendré por agresión a un federal—le advirtió, intentando sonar todo lo firme que podía.

El hombre rio y siguió acercándose.

—Me encantaría ver eso. ¿Te gusta jugar con esposas? Podríamos hacer eso.

Spencer sabía que, dijera lo que dijera, aquel licántropo no iba a detenerse, su mente estaba centrada en un objetivo: tomar al omega disponible, él. Su única opción era salir de allí y conseguir ayuda de J. J. o de cualquier otro, distraerle para que dejara de pensar solo en él.

Cuando su espalda chocó contra la puerta, la abrió rápidamente y salió corriendo sin ver la sonrisa que se dibujaba en el rostro del licántropo. Cuando intentó dirigirse hacia la oficina del sheriff, se encontró de cara con otro hombre, algo más joven pero igual de fuerte. Iba a pedirle ayuda cuando vio la misma mirada que en el otro licántropo, que ahora se asomaba por la puerta. Ambos le estaban mirando fijamente, casi inmóviles, pero con el cuerpo en tensión para saltar sobre él en cualquier momento. Spencer sintió una ola de pánico golpearle. Sabía lo que iba a pasar, pero no quería aceptarlo porque no sabía cómo salir de esa sin disparar (y, aun así, su puntería no le garantizaba conseguirlo).

Estaba a punto de gritar por ayuda cuando ambos hombres se lanzaron hacia él. El aire pareció quedarse congelado en su garganta y el instinto de supervivencia dominó sobre cualquier pensamiento lógico. Se dio la vuelta y echó a correr. No miró hacia dónde se dirigía y en el fondo sabía que esos licántropos lo estaban dirigiendo hacia donde ellos lo querían, pero no podía hacer nada para evitarlo. Corrió como no corría desde que iba a la escuela, huyendo de los matones. Sus músculos estaban adormecidos por el frío y sentía que no podía alcanzar toda la velocidad de la que su cuerpo era capaz, pero se estaba esforzando tanto como podía.

No miró atrás. Jamás. Veía sombras a su alrededor, escuchaba gruñidos, aullidos, podían ser ellos u otros. Oh, joder, ¿cuántos hay? Todo se volvió oscuro cuando se adentró en el bosque. Las ramas de los árboles apenas dejaban paso a la luz y su velocidad disminuyó considerablemente teniendo que zigzaguear entre ellos y saltar sobre ramas y piedras. Y no iba a dejarlos atrás, sabía que no podía dejarlos atrás. Sabía lo que estaban haciendo. A los licántropos les gusta perseguir a su futura pareja, sobre todo cuando compiten contra otro para ganársela. Dios, no quiero ser su pareja. Era un genio, ¿por qué no se le ocurría alguna forma de salir de esa? Pero en ese momento el terror lo tenía completamente dominado.

Entonces escuchó peleas, más de una. Se estaban peleando entre sí para ver quién llegaba hasta él. Pero si había más de una pelea significaba que había más de dos licántropos tras él. No quería ni pensar en ello (aunque no podía evitarlo). Las piernas le temblaban, agotadas, le costaba respirar, le dolía el pecho por el aire frío. No podría aguantar mucho más. Y de repente se encontró tirado en el suelo boca abajo, con un pesado cuerpo sobre él. No, por favor... intentó decirlo en voz alta, pero solo salían jadeos de su boca. Unas grandes manos lo sujetaban por los hombros firme contra el suelo. Sintió el aliento caliente en su oreja. Ni siquiera quería mirar.

Ya no podía más, pero no podía permitirlo, no iba a ser violado por un licántropo en medio del bosque. Cuando intentó mover la mano hasta su revólver, vio cómo este volaba y desaparecía entre los árboles. Se quedó helado, literal y metafóricamente. Ahora estaba desarmado, completamente a merced de aquella criatura. Sabía que no iba a matarlo, pero tal vez preferiría eso a lo que sabía que iba a hacerle. Se había enfrentado a los otros licántropos y se había ganado su premio, ahora era hora de... disfrutarlo.

—Ngggh... Tan dulce...—prácticamente ronroneó la criatura sobre él.

Esa voz...

—¡¿Hotch?!—giró la cabeza y pudo ver en la casi completa oscuridad la silueta del rostro de su jefe. Debería estar agradecido, ¿no? De que fuera Hotch. Hotch no le haría daño, ¿verdad? Él no lo haría, él no había luchado contra esos lobos por su derecho a tomarle sino para salvarle... ¿o no?—. ¿Hotch?

—Tan... dulce...—sus dientes rozaron la fina piel de su cuello.

Spencer supo en ese momento que Hotch estaba perdido. Tras pelear por su presa y perseguirla, sus instintos animales lo estaban controlando. Hotch se apartó lo justo para darle la vuelta. Su cabeza golpeó contra la dura tierra congelada y por un momento permaneció aturdido hasta que vio los ojos amarillos del licántropo. Porque ese ya no era Hotch, no el Hotch que él conocía. Aun así, no pudo evitar preocuparse por él cuando vio la sangre en su rostro, probablemente de los otros licántropos, y un arañazo profundo en su hombro. Pero sabía que eso no era nada para él, que sanaría pronto.

Un agudo grito salió de su boca cuando la criatura rasgó su camisa y su chaleco. El aire frío acarició su pecho y le hizo estremecer. Su espalda se estaba congelando contra el frío suelo. En su huída no había podido coger su abrigo, tampoco lo había notado hasta ahora con el esfuerzo de la carrera. Entonces el aliento caliente de la criatura sustituyó al frío. Su lengua recorrió su cuello con sus colmillos solo rozando. Spencer tembló y sintió su cuerpo responder. Bajó hacia su clavícula y mordió sobre ella solo lo justo para provocar sangre. Spencer gritó de nuevo, ahora de dolor.

No iba a forcejear ni a resistirse, sabía que eso solo empeoraría las cosas, tan solo conseguiría azuzar más a la bestia y, probablemente, acabar con algún hueso roto. Pero no quería hacerlo allí, no quería que su primera vez fuera en un oscuro y frío bosque, sobre un suelo congelado con un ser que era más bestia que hombre. Gracias a dios que al menos no se había transformado.

Su única opción era suplicar y lo hizo como nunca había suplicado, totalmente desesperado y aterrado.

—Hotch... Aaron, por favor, para. Tienes que parar. No quiero que sea aquí. Por favor, Aaron. No quiero hacerlo aquí. Aaron, por favor, por favor—repitió como un mantra entre sollozos, con las lágrimas dejando surcos en sus sienes y su voz temblando más de miedo que de frío. Iba a ser doloroso. Ya solo sus caricias eran dolorosas, provocando sangre con las garras en las que se habían transformado sus dedos. No quería ni imaginar lo doloroso que iba a ser...

Entonces se detuvo. Inmóvil sobre él, respirando pesadamente y con la cabeza gacha. Sus manos presionaban dolorosamente sus costados, hundiéndose en su carne, temblando.

—Nnh... ¿Aaron...?—intentó contener el grito de dolor, pero su voz se quebró.

Y antes siquiera de que la sensación de las zarpas clavándose en su piel desapareciera, la criatura, no, Hotch, ya estaba a varios metros de él, detrás de un árbol, arrancando su corteza con sus garras en un acto desesperado de liberar la tensión de su cuerpo.

Spencer se mantuvo quieto por un momento, no queriendo alterarlo aún más con su movimiento. Estaba aliviado, de algún modo Hotch había sido capaz de controlarse, había recuperado su mente. Se sentía inmensamente agradecido por ello, sabía lo difícil que debía de resultarle.

Pasaron los minutos y Hotch pareció tranquilizarse, aunque no conseguía relajar su cuerpo. Respirando profundamente, siempre por la boca, se apartó del árbol y lo miró de reojo sin acercarse a él.

—¿Puedes andar?—le preguntó con voz ronca.

—...Sí—se alegró de que su voz sonara normal después de tanto llanto.

Se incorporó, secándose los ojos con el dorso de una mano mientras con la otra cerraba los extremos rotos de la camisa. Hotch echó a andar y él lo siguió, siempre a cierta distancia, después de recuperar su revólver de entre los arbustos. Caminaron durante largo rato, se habían adentrado más de lo que creía. Finalmente, comenzaron a escuchar voces, muchas de ellas llamándolo a él. Morgan fue el primero en encontrarlos.

—¿Hotch?—vio la sombra de su jefe entre los árboles y lo iluminó con su linterna. Su jersey estaba rasgado y varias heridas de zarpas y mordiscos destacaban de un intenso rojo en lo que se podía ver de piel. Tenían mala pinta, pero sabía que no tenían importancia. Entonces vio a su otro compañero—. ¡Reid!

Sus heridas no tenían comparación con las de Hotch, solo eran unos arañazos superficiales que apenas sangraban, pero él no era un licántropo, no iba a sanar en cuestión de horas ni tenía un sistema inmunitario perfecto. Corrió hacia él y lo agarró por los hombros. Cuando Spencer hizo una mueca de dolor, lo soltó de inmediato.

—Joder... Es-... ¿Estás bien?—le preguntó, probablemente aterrado de la respuesta.

—Estoy bien, Derek. Solo son unos rasguños y tal vez algún moratón, nada serio. Hotch me salvó de los licántropos que me perseguían.

—Estábamos aterrados por ti, chico—suspiró aliviado, abrazándole por un momento.

—Siento haberos preocupado, pero ya está todo bien. Yo estoy bien—a pesar de que su cuerpo temblaba y de que el miedo aún calaba sus huesos consiguió mantener una apariencia tranquila.

Cuando miró más allá de Morgan, Hotch había desaparecido. Morgan lo acompañó hasta la taberna y allí, tras recibir la preocupación de todos sus compañeros, subió a su habitación para darse una merecida ducha caliente. Se limpió a conciencia, tanto la tierra como la sangre, saliva, sudor y lágrimas. Lloró un poco más, los últimos restos del miedo, del terror que había sufrido, y permaneció bajo la ducha hasta que el agua se enfrió.

Bajó a la sala y se encontró a todo el equipo, incluido Hotch. Estaba contra la pared opuesta, junto a la puerta. Llevaba un abrigo puesto, seguramente aún tenía el jersey destrozado debajo de él. Rossi estaba a su lado y el resto del equipo lo miraba con expresiones de enfado y estupor. No le resultó difícil imaginar de qué estaban hablando.

—¡Hotch! Me alegra que hayas vuelto—se acercó, ignorando la tensión que había entre todos y actuando lo más normal que podía, manteniendo aún cierta distancia para no alterar a su jefe—. Sé que no necesitas preocuparte por tus heridas, pero te vendría bien darte una ducha y cambiarte de ropa.

Hotch mantuvo la mirada fija en el suelo en todo momento mientras los demás le miraban algo aturdidos.

—Reid...

Se aproximaba una disculpa, pero Spencer no quería siquiera oírla.

—Ahora que estamos reunidos deberíamos hablar del caso, repasar lo que hemos investigado hoy. Aún hay otros licántropos por ahí que pueden tener ganas de jugar a Caperucita Roja conmigo así que me encantaría poder irme de aquí cuanto antes—eso habría provocado alguna risa si la situación no fuera tan grave.

—No tenemos que preocuparnos más del caso—le informó Rossi—. Uno de los licántropos que te perseguía era el Sudes, Hotch acabó con él.

—Oh. ¿Cómo sabes que era el Sudes?—preguntó sorprendido.

—Olía a la sangre de las víctimas—su voz fue apenas un murmullo. El corazón de Spencer se contrajo, nunca había visto así a su jefe.

—Bien, ¿eso significa que mañana podremos irnos?

—Spence...—la mirada de lástima de J. J. hizo que ya no pudiera mantener más la sonrisa.

—¡Estoy bien!—no era su intención gritar, pero no pudo contenerse—. No sé qué os habrá dicho Hotch, pero para mí lo que ha pasado está muy claro: unos licántropos me atacaron, me persiguieron por el bosque, Hotch acabó con ellos y me salvó de lo que probablemente habría sido una espantosa violación. Punto.

—Hotch nos ha dicho que pasó algo más—dijo Morgan y Spencer tuvo ganas de borrarle de un sopapo esa mirada que siempre utilizaba con las víctimas—. Ha dicho que él te-

—Si terminas esa frase prometo que te disparo—le advirtió con una mirada demasiado seria. Al menos fue efectivo, Morgan presionó juntos los labios y no los volvió a abrir—. No me importa lo que Hotch diga ni lo que vosotros penséis. Lo que ha pasado es lo que acabo de decir. Y, creedlo o no, hoy admiro aún más a Hotch de lo que lo hacía antes de venir, que no era poco. Ahora, si ya hemos terminado con el caso, me encantaría cenar algo e irme a dormir. Correr por estos malditos bosques es agotador—se dio la vuelta y se dirigió hacia el salón. Se detuvo a los pocos pasos y volvió a mirar hacia su jefe, ignorando a sus compañeros—. Por cierto, gracias por salvarme, Hotch.

Su jefe le miró por primera vez y había confusión en sus ojos, pero Spencer sabía que nada de lo que dijera en ese momento serviría para quitarle la culpa que sentía. Tenía que esperar a que las cosas se calmaran y a que tuviera algo de tiempo para procesarlo todo, pero no demasiado.




A primera hora de la mañana, el hidroavión los llevó hasta Anchorage y allí tomaron su avión hacia Quántico. Spencer veía cómo cada hora que pasaban en el avión Hotch se ponía cada vez más inquieto. Su olor se acumulaba en aquella cabina sellada y provocaba que cada vez le fuera más difícil controlarse. Estaba realmente sorprendido cuando, al aterrizar por fin, Hotch no se había movido de su asiento en el extremo opuesto del avión. Al salir, exhaló largamente como hubiera estado aguantando la respiración. Spencer sonrió, a pesar de sentirse un poco culpable por haberle hecho pasar ese mal rato.

—Hotch, creo que tenemos que hablar—le dijo cuando llegaron a la oficina ya a las siete de la tarde (malditas diferencias horarias).

—De acuerdo—preferiría esperar hasta mañana cuando el Omeg- Reid estuviera usando de nuevo el olor artificial, pero realmente no era capaz de decirle que no en ese momento. Se quedó junto a las escaleras que subían a su despacho, esperando a ver qué quería decir.

—No aquí, en tu despacho—le aclaró, no queriendo testigos para esa conversación ni teniendo miedo de su jefe como este pudiera pensar.

—Creo que-

—En tu despacho, Hotch—¿De dónde demonios había sacado tanta confianza? Supongo que el que te persiga un grupo de lobos por el bosque hace que se te quiten otros miedos.

Él mismo se dirigió hacia el despacho, pasando a su lado y entrando primero. Le oyó suspirar, pero finalmente lo siguió, bajo las atentas miradas de todos. Cuando Hotch estuvo tras su mesa, Spencer echó el pestillo a la puerta y cerró las persianas, no quería mirones ni interrupciones. Hotch le miró con algo de recelo mientras se sentaba en una de las sillas frente a su mesa.

—Reid...

—No acepto tus disculpas. No necesito ninguna disculpa. Me salvaste de lo que tú y yo sabemos habría sido una experiencia traumática. Es cierto que tendré pesadillas con esos bosques durante mucho tiempo, pero nada comparado con lo que podría haber pasado si cualquiera de esos tipos, ya no digamos el Sudes, hubiera llegado hasta mí. Así que, de nuevo, gracias por salvarme y, de verdad, realmente te admiro por el control que tuviste. Probablemente eres el único licántropo en este planeta capaz de detenerse en ese punto—Hotch parecía querer replicar, pero Spencer continuó—. Dicho esto, añado que tampoco te habría odiado si no hubieras sido capaz de parar. Habría sido doloroso y una terrible experiencia en un lugar así, pero... bueno, eso no es de lo que quería hablar ahora—aún no era el momento de decírselo, primero tenía que saber qué pensaba Hotch.

—¿De qué querías hablar entonces?—estaba inquieto, confuso por lo que le había dicho y probablemente desesperado por lanzarse sobre él.

—¿Sentías algo por mí antes de ayer, antes de conocer mi verdadero olor?—le preguntó directamente, su mente no estaría para andarse con rodeos.

—¿Si sentía algo...?—quizás su mente estaba aún más aturdida de lo que pensaba. Al menos así tendrá la guardia baja y será más sincero.

—¿Qué pensabas de mí? No como subordinado sino... ¿sexualmente? ¿sentimentalmente?

Hotch le miró con la boca abierta por un momento y pareció querer decir algo, pero no encontraba las palabras. Finalmente tragó saliva y se aferró con ambas manos a los brazos de su silla, poniendo la espalda recta. Si Spencer no le conociera mejor, pensaría que sentía vergüenza.

—Siempre he considerado que eres un hombre... a-atractivo—le costó decirlo a pesar de esforzarse por parecer indiferente. Oh, sí, le da vergüenza, Spencer se esforzó realmente por no sonreír—. Hay muchos aspectos de tu personalidad que son—adorables, se aclaró la garganta. Su vocabulario le estaba fallando en el peor momento—... interesantes. Y sobra decir que además eres un genio. Pero tu olor era... incorrecto. Ese olor artificial es bastante desagradable, lo que hace que todo lo demás carezca de importancia.

—¿Y ahora?

Su respuesta fue un gruñido profundo que fue directo a la entrepierna de Spencer. Esta vez no contuvo su sonrisa. Tenía la respuesta que quería, era hora de dejar de hacer sufrir a su jefe.

—Hasta mañana, Hotch—se levantó y se despidió, intentando dejar claro con su sonrisa que no estaba enfadado o molesto con él.

—¡Espera! No puedes ir solo a casa, mucho menos en tren—todos los licántropos se lanzarían a por él.

—¿Quieres acercarme tú?—había quizás demasiada esperanza en su petición.

—Pídeselo a Morgan—apartó la mirada, fingiendo revisar las carpetas sobre su mesa.

Spencer no intentó disimular su decepción. Salió de la oficina y bajó a su mesa.

—¿Todo bien, guaperas?—le preguntó Morgan. Todos estaban aún allí reunidos, probablemente preparados para actuar contra Hotch si era necesario.

—Todo bien—sabía que no era su culpa, debería estar agradecido porque se preocuparan por él, pero le molestaba que pensaran tan mal de Hotch—. ¿Me acercas a casa?

—Claro, por supuesto.

Vio de reojo a Rossi subiendo las escaleras hacia el despacho de Hotch.

—Rossi—le llamó, colocándose la bolsa al hombro—, si le haces sentir peor de lo que se siente, tú y yo tendremos un problema. Lo mismo va para todos—les advirtió muy seriamente.

Rossi levantó las manos en gesto de rendición y pasó de largo el despacho de Hotch para ir al suyo.

En el coche con Morgan, Spencer esperó lo inevitable.

—¿Puedes explicarme qué está pasando?

Ahí está.

—No—respondió secamente.

—Reid-

—Morgan, lo único que tienes que saber por ahora es que yo estoy bien y todo gracias a Hotch, así que os agradecería que dejarais de mirarle como a un violador porque no lo es.

—Pero estuvo a punto.

Spencer suspiró. Deberían conocer mejor a su jefe después de tantos años trabajando con él.

—Y cualquier otro licántropo no habría sido capaz de detenerse. Morgan, eso fue una pelea por una hembra en celo sin pareja. En una situación normal, habrían peleado por ella y el ganador habría tenido pleno derecho a aparearse con la hembra, probablemente dejándola embarazada, y a emparejarse con ella. Cualquiera que hubiera intentado impedirlo habría acabado seguramente muerto. Yo ni siquiera forcejeé, para evitar daños mayores, solo se lo pedí y él se detuvo.

—No sin antes-

—Arañazos, Morgan, son solo arañazos. Si Hotch no hubiera estado allí, yo habría sido violado por cualquiera de esos licántropos e incluso asesinado si hubiera ganado el Sudes—suspiró de nuevo, ya no sabiendo cómo hacérselo entender mejor—. Si seguís tratándole así, voy a estar muy enfadado con vosotros.

—Está bien, está bien. Hey, ¿y cómo es que sabes tanto de licántropos?—preguntó, intentando aligerar el ambiente, cosa que Spencer agradeció.

—Cuando supe que iba a trabajar para uno, me dediqué a leer todos los libros que encontré sobre ellos (científicos, claro). También hablé con unos cuántos expertos que pude contactar gracias a la universidad y tengo pensado sacarme el doctorado en licantropía.

—¡Cómo no!—Morgan se echó a reír y el resto del viaje ya no fue tan tenso.

6 comentarios:

  1. tonto tonto tonto, de verdad Aaron que estas esperando de verdad el quiere que le des duro contra el muro..!!!
    woooow fui muy angustiante de verad pense por un momento que el sudes podria haberlo atrapado pero uuufff gracias a Dios llego nuestro tonto caballero en su negra armadura..!!!!

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  2. Estaba lista para esperar a que sacarás los últimos 2 capítulos y leerlos juntos, pero no he podido aguantarme las ganas de leerlo T.T ahora me queda esperar.

    Me encantó el capítulo, la escena de Aron x Spence en el bosque uff, me convirtió en un charco de arcoiris en el piso (♥ω♥*)

    !Mil gracias por escribirlo¡ Y a esperar el último <3

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  3. Siiiii....💪💪💪💪... estaba lica por leer el siguiente capitulo... y me digo espera hasta que este completo... no puedo .... ea adictivo, muchas gracias, pero ahira si que no se como voy a aguantar hasta el siguiente.

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  4. Wow, estoy tan assddfgfdghgkjjklñ, joder, casi se me sale el corazón al pensar en que Aaron pudo hacerle daño a Spencer, afortunadamente se detuvo, al parecer se pondrán las ocas interesantes en el próximo cap, es genial que se haya detenido, salvo a Spencer de una situación horrible, espero que en el siguiente hablen sobre su relación, porque al parecer Hotch si que siente algo mas que lujuria y deseo

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  5. Buenísimo el capitulo me encanto espero el próximo con muchas ganas

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  6. queda el 4!!!!!!, muy buen capitulo!!!!!

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