NO DOY PERMISO para publicar ninguno de mis fanfics en ninguna plataforma.

Wolves' Target [cap2]


Título: Wolves' Target
Fandom: Mentes Criminales          Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69 
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18          Advertencias: lemon
Capítulos: 4 (2 de 4)
Resumen: Spencer está emocionado por entrar a trabajar en la Unidad de Análisis de Conducta; también un poco nervioso porque es la primera vez que va a trabajar bajo las órdenes de un licántropo, el agente Aaron Hotchner, del cual no se dice nada bueno. Las cosas irán aún peor de lo que esperaba.
Nota: El único capítulo al que se hace referencia es el 5x21, «Exit Wounds», pero está modificado casi del todo. He alterado totalmente la línea temporal, sobre todo en lo referente a Spencer, y Hotch no se ha casado nunca y no tiene hijos (sorry, Jack), pero todo lo demás se explica en el primer capítulo.

Capítulo 2



Franklin, Alaska

—¿Qué pasa, guaperas? ¿El frío no es lo tuyo?—le preguntó Morgan cuando bajaron del hidroavión.
Spencer se puso a temblar de inmediato y se ajustó el abrigo.

—Soy de Las Vegas, para mí esto es el Polo Norte—murmuró. No quería quejarse, pero realmente le desagradaba.

Nada más pisar el muelle, se pusieron en marcha tal como Hotch les había indicado en el avión: Morgan y Prentiss, a investigar los lugares de los crímenes; Rossi y J. J. a estudiar la victimología; García a revisar los datos de la población y Hotch y Reid a analizar los cuerpos.

Era la primera vez que Hotch se emparejaba con él y eso le puso un poco nervioso, aunque sabía que tenía lógica. Por la forma en que se habían encontrado los cuerpos, estaban casi seguros de que el atacante era un licántropo. Con suerte, Hotch aún podría olerlo en los cuerpos y Spencer podría analizarlos más detalladamente ya que el médico del pueblo no tenía conocimientos forenses.

Ya llevaban tres muertos, uno cada dos días, lo cual era demasiado en una población de 1 476 habitantes, como había apuntado Spencer, y además era su primera investigación de asesinato. Las tres víctimas tenían marcas de mordiscos y estaban destripadas, muchos de sus órganos internos habían desaparecido, devorados bien por su atacante o bien por las alimañas del bosque donde se habían encontrado.

—Las marcas de dientes son de licántropo en su forma lupina. Demasiado grandes para ser de un canis lupus—confirmó Spencer en cuanto vio los cuerpos en aquel suelo de madera rodados de hielo, una morgue improvisada.

—Lo huelo en el tercer cuerpo, en los otros ya ha desaparecido el olor. Es un Alfa macho, pero el olor está demasiado deteriorado como para identificarlo.

Se dirigieron a la Taberna de Carol, donde se reunieron con el resto del equipo y el sheriff para informarles de lo que habían descubierto.

—Les dio caza—les informó Spencer—. A la primera víctima la atacó por sorpresa y no tuvo tiempo de defenderse. Murió casi al instante de un mordisco en el cuello, luego le abrió el estómago con las garras y se alimentó de él. Sin embargo, jugó con las otras dos víctimas, las persiguió, tienen marcas en las manos y en el rostro de haber caído y de defenderse.

—La segunda víctima era más débil físicamente que la primera—comentó Morgan—. La escogió explícitamente sabiendo que iba a jugar con ella y no quería arriesgarse a escoger a alguien fuerte que realmente pudiera escapar.

—Cogió confianza y con la tercera víctima se arriesgó un poco más, una joven atlética que podría haberse defendido mejor y escapado—añadió Prentiss.

—Fue más violento con ella.

—Y la violó.

La sala se quedó en silencio ante el comentario de Spencer. Todos estaban pensando lo mismo.

—¿Cómo...?—J. J. no fue capaz de realizar la pregunta.

—En su forma lupina. Por suerte estaba ya muerta—aclaró, pero realmente no resultaba ningún alivio.

—Está evolucionando.

—Bu-bueno, am...—García intervino, con la cara pálida y aspecto de estar a punto de vomitar—. Según los datos que he conseguido del departamento del sheriff, tenemos, al menos, 23 licántropos en el pueblo, pero es probable que el número sea mayor.

—Es un gran número para una población tan pequeña—comentó Morgan.

—Es habitual que los licántropos tiendan a aislarse en poblaciones pequeñas cerca de montañas y bosques. Dependiendo de la especie, muchos suelen preferir el frío. Es normal encontrar una gran cantidad de licántropos donde hay concentraciones de canis lupus ya que su naturaleza es la misma—cerró la boca nada más darse cuenta de lo que estaba hablando, esperaba no haber dicho nada que molestara a su jefe.

—Probablemente habrán formado aquí su propia manada, aunque aún habrá algunos solitarios. No los conocerá a todos, algunos se harán pasar por humanos, probablemente nuestro Sudes uno de ellos—añadió Hotch, sin mostrar ninguna clase de reacción ante sus palabras—. García, investiga a toda la población, no solo a los declarados licántropos. Ahora debemos ir a dormir para estar frescos por la mañana.

—Arriba tengo cuatro cuartos libres—les informó la dueña de la taberna.

—¿Cómo cuatro?—preguntó Spencer.

—Lo sentimos, pero no podemos hacer más. Su equipo es el doble que mi departamento—se disculpó el sheriff—. Hasta mañana.

—Buenas noches. Compartiremos los cuartos—les dijo su jefe.

—Yo no pienso dormir con Reid—dijo Morgan como si fuera algo terrible.

¿A qué viene eso? Si el que ronca es él.

—Yo, contigo—se ofreció García, tomando la mano de su moreno.

Espera, ¿en qué posición me deja eso? Prentiss y J. J. compartirán habitación, entonces... ¿Rossi o Hotch? No, Hotch no querrá dormir conmigo, no podrá dormir con mi olor. Ugh, no quiero dormir con Rossi, se le oye roncar desde la habitación de al lado.

Cuando subió arriba, se dio cuenta de que Prentiss y J. J. se habían cogido la única habitación con dos camas. Entró a otra de las habitaciones y se metió en el baño para cambiarse de ropa y prepararse para dormir.

—¡Mierda!—exclamó al mirar en su bolsa.

Se había olvidado su olor artificial. Lo había gastado todo en el viaje anterior y no se había acordado de reponerlo. Fantástico, justo cuando hay un licántropo psicópata suelto. Será como si tuviera un cartel luminoso sobre mi cabeza. Tendría que decírselo a Hotch, no quería que hubiera ningún problema por su culpa. Por lo menos aguantaría unas horas más, quizás hasta la mañana.

Supuso que al salir del baño se encontraría con quien le tocara compartir cama, pero no había nadie en la habitación. Esperó un rato más y nadie entró. Supongo que tengo suerte de ser el que duerma solo. Aunque por algún motivo no lo sentía así, se sentía más bien como el niño aislado que siempre había sido.

Por la mañana, con el olor artificial seguramente ya desvanecido, se dio una ducha y se puso ropa limpia para que la mezcla inadecuada de su olor natural y artificial no fuera aún peor. Bajó a desayunar y se encontró con J. J., Prentiss, García y Rossi.

—¿Qué te pasa, guapo? Traes mala cara. ¿Has pasado una mala noche?—le preguntó García, ofreciéndole una taza de café que enseguida llenó de azúcar.

—No lo creo, es el único que ha logrado dormir solo. ¿Sabes lo que es dormir con Hotch en la misma cama?

—Sé lo que es dormir en la habitación junto a la vuestra—replicó J. J. frunciendo el ceño.

—Eso parecía un concurso de ver quién roncaba más fuerte—añadió Prentiss con cara de disgusto.

—He dormido bien, pero... podría tener un problema—respondió algo inseguro y todas las miradas se centraron ya preocupadas en él.

—¿Qué sucede, Spence?—J. J. se puso en modo «madre protectora» al instante.

—Bueno... me he quedado sin olor artificial.

—¿Qué puede implicar eso exactamente?—preguntó Rossi.

—No estoy seguro, nunca he estado sin olor artificial delante de un licántropo desde los doce años, cuando mi olor natural aún estaba cambiando con la pubertad, pero en aquella época les volvía agresivos. Probablemente los licántropos adultos y normales puedan controlarse sin problema, pero...

—No nos estamos enfrentando a un licántropo normal—concluyó Prentiss.

—Exacto. Si el Sudes percibiera mi olor, no tengo forma de saber cómo reaccionaría.

—Hablaremos con Hotch, ha ido con Morgan a ver al sheriff. Creo que lo mejor sería que no salieras de la taberna por ahora—le dijo Rossi.

Spencer asintió. Se sentía avergonzado, no podía creer que no pudiera hacer su trabajo por culpa de un maldito descuido. Desde ahora tendría siempre reserva de sobra en su mochila y en todas partes. Hotch iba a estar muy enfadado con él.

Hablando del diablo.

Hotch entró por la puerta seguido de Morgan. Se detuvo en seco, haciendo que el moreno prácticamente chocara con su espalda.

—¿Hotch?

Sus ojos estaban fijos en Spencer. Sus fosas nasales se dilataron y su expresión era de sorpresa.

¿Tan desagradable es?, pensó Spencer cuando le vio fruncir el ceño.

Hotch se acercó a grandes zancadas hacia él y por un momento Spencer temió que se fuera a poner violento. Y en parte así fue, aunque no de la forma que esperaba. Le agarró con fuerza de su melena y echó su cabeza hacia atrás mientras le rodeaba la cintura con el otro brazo, manteniéndolo inmovilizado contra su cuerpo. Hundió el rostro en su cuello y pudo escuchar cómo inspiraba profundamente. Un gruñido resonó en el fondo de su garganta y Spencer se estremeció. Entonces no pudo contener un grito de sorpresa y dolor cuando sintió el afilado colmillo de Hotch clavarse en su cuello. No profundamente, solo rasgando la piel, lo suficiente como para hacerle sangrar. Sintió su aliento y su lengua lamió la herida.

Fue entonces cuando al fin sus compañeros reaccionaron y, con sorprendente dificultad, consiguieron apartar a su jefe del joven. Spencer retrocedió hasta chocar con la pared que tenía a su espalda y cayó al suelo con sus piernas temblando. Llevó una mano hasta su cuello y sintió la saliva mezclada con sangre y el notable mordisco.

Entre Morgan, Rossi y Prentiss arrastraron a Hotch fuera de la taberna mientras Spencer les miraba pasmado con J. J. y García arrodilladas a su lado.

—¿Qué demonios...?—murmuró, intentando detener el temblor en sus manos.

No comprendía lo que había pasado, ni siquiera le parecía real. Su jefe jamás se había comportado de ese modo con nadie, era la persona más estoica y controlada del mundo, y sin embargo acababa de... ¿marcarlo?

—Spence... Spencer, ¿estás bien?

Al fin reaccionó a la voz de J. J., que llevaba llamándole un rato.

—Ah, sí, creo. ¿Qué...?

—No lo sé, pero más le vale tener una buena explicación—J. J. estaba evidentemente enfadada, probablemente incluso más que él.

—Spencer, cariño—García sacó un pañuelo y lo presionó contra el corte en su cuello—, dijiste que los licántropos te atacaban de pequeño por tu olor, ¿no?

—Um... sí...

Las dos mujeres se miraron entre sí, como si pudieran comunicarse telepáticamente.

—He visto muchas películas de licántropos y a mí eso no me pareció precisamente un... ataque, al menos no parecía querer hacerte daño, a pesar del mordisco—levantó el pañuelo y comprobó que realmente no era nada serio.

No, definitivamente no había sido un ataque violento. Ahora que se había tranquilizado, recordaba haber sentido la erección de Hotch contra su cadera en cuanto le abrazó. Él mismo había estado a punto de soltar un gemido, pero justo en ese momento Hotch le había mordido; quizás debería estar agradecido por eso, habría sido muy vergonzoso. Además, el mordisco en su cuello no tenía intención de hacer daño sino de marcar, como marcan habitualmente a sus parejas. ¿Qué demonios significa eso?

Su cuerpo se tensó cuando la puerta de la taberna se abrió, pero el que entró fue Morgan.

—Hey, ¿estás bien?—le preguntó, mirándole con preocupación. Spencer asintió con la cabeza y se levantó del suelo, presionando él mismo el pañuelo contra su cuello por si aún sangraba—. Hotch está ya calmado. ¿Por qué no vas al fondo de la sala y le dejamos entrar para aclarar lo que ha pasado?

J. J. le miró algo reticente, pero acompañó a Spencer hasta el fondo para que estuviera lo más alejado posible de la entrada. No podía evitar que sus dedos rozaran la funda de su pistola. No quería disparar a su jefe, pero lo haría si utilizaba su fuerza de licántropo para hacer daño a Spencer. Todas sus armas ya estaban cargadas con balas de plata.

Morgan mantuvo la puerta abierta. Primero entró Prentiss, después Rossi y por último Hotch, que permaneció con uno de ellos a cada lado y con Morgan muy cerca también, preparados para sujetarle si intentaba saltar de nuevo sobre Spencer, aunque probablemente no serían capaces de hacer nada si realmente quería usar su verdadera fuerza.

—Reid, lo siento mucho—comenzó Hotch—. Me ha pillado por sorpresa, no estaba preparado y no he sido capaz de controlarme. Sé que no es excusa para... asaltarte de ese modo, pero es lo que ha pasado.

Hotch disculpándose, quiero grabar este momento, pensó Spencer, que probablemente era el que menos asustado estaba de entre todo el equipo ahora que se le había pasado el susto inicial.

—¿Por qué reaccionaste así?—le preguntó tranquilamente.

Hotch fue a inspirar hondo, pero se detuvo en el último momento y decidió que era mejor respirar por la boca. Apretó los puños y mantuvo bajo control el impulso que le pedía lanzarse de nuevo sobre su subordinado.

—Eres un Omega, Reid.

—Es humano, no puede ser Omega—replicó de inmediato Morgan.

—En realidad sí, entre los humanos también están los rangos que hay entre los licántropos, pero el olor que los identifica apenas está presente así que los únicos que suelen destacar al olfato de los licántropos son los Alfas y los Omegas, los extremos—explicó el propio Reid—. Sin embargo... el porcentaje de Omegas entre la población humana se estima en apenas un 0,005 % y de entre esos solo una minoría son varones. Es sumamente improbable que yo sea uno. No puedo dar una cifra exacta porque estos datos son estimaciones, pero...

—Reid, no te lo estoy preguntando, te lo estoy diciendo. Eres un Omega—repitió Hotch.

—Oh—Un Omega. Genial. No era lo bastante raro ya—. Entonces tu reacción de antes se ha debido a que...

—Hueles como una loba en celo.

—¡Hotch!—varias voces se levantaron para reprenderle al mismo tiempo. Lo había dicho con una expresión tan seria que había resultado algo chocante.

—No, um, lo que ha dicho es bastante literal. Los Omegas humanos huelen similar a las hembras licántropo en celo ya que no tenemos capacidad de controlar nuestras glándulas odoríparas como haría un licántropo.

—Spencer, ¿te importa dejar de estar tan tranquilo?—le pidió Prentiss—. Estamos hablando de ti.

—Ya sé que estamos hablando de mí, pero entrar en pánico ahora mismo no va a servir de nada. Además, aparte de en este momento, el resto del tiempo no es realmente un problema con el olor artificial que he desarrollado, así que en cuanto vuelva a casa no tendré de qué preocuparme. El que ahora sepa que soy un Omega no cambia nada.

—Si esperabas gritos y llantos, te has equivocado de genio—le dijo Rossi a Prentiss, que suspiró frustrada.

—Reid, de nuevo me disculpo.

—No, Hotch—le interrumpió antes de que siguiera—. Es evidente que te pilló por sorpresa, ni siquiera yo tenía conocimiento de ello, y no es extraño que reaccionaras así, los licántropos macho que no están emparejados, especialmente si son Alfas, no pueden resistir el olor de una hembra en celo, sobre todo Omegas.

—No sucederá de nuevo ahora que estoy prevenido—le aseguró.

Spencer asintió con la cabeza, aunque no estaba seguro de si quería que se repitiera o no; después de todo, aún sentía algo por su jefe.

—Por ahora, debemos centrarnos en cerrar este caso para poder regresar lo antes posible—intervino Rossi—. Reid, tú no saldrás de la taberna bajo ningún concepto. No queremos que otros licántropos se enteren de lo que pasa aquí. Hotch, tú no te acercarás a Reid ni entrarás en la taberna si no es acompañado de uno de nosotros.

—No voy a hacerle daño—replicó, frunciendo el ceño molesto.

—Perdona que lo dudemos cuando le estás mirando como si quisieras que fuera tu próxima comida—replicó Morgan.

—No es negociable, Aaron—le respondió Rossi, dejando claro que no aceptaría objeciones. Hotch podía ser el jefe, pero sabía que su criterio estaba comprometido en ese momento—. J. J., tú quédate con Reid y García, nosotros iremos a hablar con los licántropos de la zona.

Cuando los otros cuatro miembros del equipo se marcharon, Spencer se derrumbó en el sofá, ocultando la cabeza entre las manos.

—Siento tanto estar causando estos problemas—no solo estaba entorpeciendo la investigación sino que ahora encima estaba prácticamente excluido de ella.

—No, no, Spence, esto no es culpa tuya, no es algo que hayas elegido.

A pesar de los intentos de las dos mujeres por asegurarle que él no tenía culpa de nada, Spencer no podía evitar sentirse mal, especialmente porque sabía que Hotch se estaba martirizando por lo que había pasado.

No hizo gran cosa allí, repasar los expedientes y los datos que ya tenía memorizados. Sobre la una de la tarde, los demás regresaron sin novedades. Hotch tan solo permaneció un momento en la sala mientras se ponían al día (todo lo alejado que podía de Spencer y con el resto del equipo entre medias, respirando siempre por la boca), después subió y se encerró en su habitación para comer, ante lo que Spencer se sintió aún peor. Después de comer salieron de nuevo para intentar hablar con más licántropos. Querían marcharse de allí cuanto antes, ahora tenían una amenaza doble.

—¡Wah!—la exclamación de García le sobresaltó, haciendo que varios papeles cayeran al suelo.

—¿Qué pasa?—preguntó J. J. preocupada, con una mano sobre su arma.

—He perdido la conexión. Debe de haber algún problema fuera, tengo que ir a arreglarlo—se levantó y cogió la linterna que había sobre la mesa.

—Espera, no vas a salir ahí fuera tú sola, ya es de noche—le dijo Spencer, levantándose también.

—Tú sí que no vas a salir—le advirtió J. J., obligándole a sentarse con una mano sobre su hombro.

—Entonces sal tú con ella. No te preocupes, no va a pasarme nada aquí, no tardaréis mucho y yo también tengo mi arma—añadió antes de que replicara.

J. J. suspiró resignada y salió con García de la taberna. Spencer, por su parte, suspiró aliviado, al fin tenía unos segundos de soledad. En los pocos meses que habían trabajado juntos, había llegado a querer a esas dos mujeres, pero pasar todo el día pegado a ellas sin un respiro era agotador y agobiante.

—¿Tú eres uno de esos federales?—preguntó una voz ronca.

4 comentarios:

  1. Hola me encanto buenísima la historia continuarla pronto

    ResponderEliminar
  2. Nooooo.... no.... no puede quedar ahi... waaa... el lobo malo.lo encontro a mi lindo reid....

    ResponderEliminar
  3. ohhhh, espero con ansias el 3° capitulo.

    ResponderEliminar
  4. Me encanta, espero con ansias el próximo capítulo. Gracias por todos tus geniales fan fics <3

    ResponderEliminar