Título: Tu cuerpo no puede mentir como lo hace tu boca
Fandom: Miénteme (Lie to Me) Pareja: Cal Lightman x Eli Loker
Autor: pimpface Trabajo original: Your Body Can't Lie Like Your Mouth Can
Traducción: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon
Capítulos: 1
Resumen: Temporada 3 – Eli ha comenzado a mentir y al principio eso molestaba a Cal, pero ahora que ha visto a Eli en su faceta más sincera, no está tan seguro.
* * * * *
Cal apartó unos rizos sudados del rostro de Eli y sonrió, observando cada minúscula contracción de sus músculos mientras los dedos de su otra mano presionaban más profundo dentro del ávido agujero de Eli.
—¿Sabes
qué?—comenta. Eli jadea, levantando las cejas y parpadeando con
ojos desenfocados—. Creía que echaba de menos tu extrema
sinceridad porque odiaba que me mintieras cuando yo lo sabía,
incluso si nadie más podía verlo—Cal hace una pausa, deslizando
otro dedo dentro junto a los otros dos y comenzando realmente a
estirar—, pero me equivocaba.
—¿Sí?—pregunta
Eli, su respiración agitada, tumbado desnudo y retorciéndose,
pálido contra las sábanas oscuras de la cama de Cal. Aún era lo
bastante arrogante para separar aún más las piernas, levantar más
las rodillas y hacerle ojitos a Cal para tenerlo donde lo necesitaba.
Pero también le quedaba la suficiente autoconciencia y vergüenza
adolescente como para ruborizarse y apartar tímidamente los ojos
cuando la mirada de Cal se volvía demasiado intensa o sus palabras
demasiado dulces. Soltó un fuerte quejido cuando Cal sacó los
dedos, sus caderas siguiendo el movimiento.
—Sí—Cal
respondió y había tardado lo suficiente para que el cerebro de Eli,
confuso por el placer, tuviera dificultades para recordar qué le
había preguntado o por qué—. Sí, me equivocaba—reiteró
colocándose sobre Eli, los codos a cada lado de la cabeza del joven
y las rodillas a cada lado de sus caderas. Se incorporó sobre una
mano para poner la punta de su miembro en línea con el agujero
preparado de Eli antes de desplomarse de nuevo sobre sus codos al
penetrarlo. Como de costumbre, Cal se encuentra con algo de
resistencia a la entrada inicial, pero pronto se suaviza para el
resto del camino hasta que la mayor parte de su miembro está situado
dentro de su joven amante y espera a que Eli se relaje.
Eli
suelta un suspiro tembloroso y gira los hombros, gimiendo mientras se
relaja, y Cal se desliza lo que queda hasta el fondo con un suspiro.
Se inclina y presiona un beso junto a la boca de Eli antes de empezar
a moverse. Comienza con embestidas cortas y poco profundas, tan solo
lentos giros de sus caderas, y planta descuidados besos sobre el
pálido y pecoso hombro de Eli.
—¿Ves,
aquí y ahora?—comienza Cal como si no se hubiera detenido, su
respiración ahora más dificultosa y su voz más profunda, más
áspera—. No puedes mentir.
En
ese preciso momento, Eli dejó escapar un largo y agudo gemido y
arqueó la espalda arrugando el rostro, solo en parte para aparentar.
Deslizó las uñas por la espalda de Cal en agradecimiento al ser
premiado con embestidas más duras, más rápidas, más profundas.
—¡Cal!—jadea
Eli en una embestida certera, golpeando una mano sobre el colchón y
tirando de las sábanas. Incluso con el rubor extendiéndose y
ardiendo sobre su piel.
—Puedes
mentir cuanto quieras a todos los demás, pero no a mí. No así—gruñó
Cal al oído de Eli, jugando con la sensible carne entre sus dientes.
Ralentiza sus embestidas, dirigiéndolas mejor, cambiando a
embestidas duras, y presiona contra él. La fuerza de sus caderas
empujando a Eli más arriba sobre la cama y provocando que la dura
madera del cabecero golpee contra la pared del dormitorio. El joven
no va a ser capaz de mirar a la cara a sus vecinos durante unos
cuantos días tras esto. De nuevo.
Eli
no emite más que patéticos jadeos, gimoteos y blasfemias, los
tobillos cruzados contra el trasero de Cal, dedos aferrándose con
los nudillos blancos a sus hombros con los brazos envueltos por
debajo de sus axilas y a través de su espalda. Está tan cerca y Cal
lo sabe, puede verlo dibujado por toda su piel en brillantes colores
de neón.
—Puedes
mentirme cuanto quieras, pero siempre sabré la verdad—Cal nunca ha
sido de estar callado y en la cama no era diferente, pero nunca ha
sido así. Por alguna razón, esta noche no se puede callar—. ¿Pero
todos los demás? No tienen ni idea—su aliento está caliente
contra la piel ya acalorada de Eli, pero en lugar de ser incómodo,
tan solo echa leña al fuego.
Entonces
al fin, al fin, Cal cambia el ángulo y apunta directo a punto
dulce de Eli.
—Nadie.
Te. Verá. Jamás. Así—puntualizó cada palabra con una salvaje
embestida contra la próstata sobrestimulada de Eli hasta que este
grita con su orgasmo, sin tocar su miembro.
—Oh,
su puta madre, joder—jadea Cal, su voz quebrada y sus palabras
irregulares. Sus embestidas se vuelven erráticas, pero aún no puede
evitar que la perorata salga de su boca—. Absolutamente nadie
volverá de verdad a verte ser sincero jamás, excepto yo. Puedes ser
honesto con ellos de vez en cuando, pero estará mezclado con todas
tus mentiras. Aunque no ahora. Ahora no eres más que pura verdad
abierta mientras te corres. Y nadie podrá verlo salvo yo porque eres
mío.
Con
esa palabra final, sacude sus caderas contra las de Eli una última
vez y se corre, balanceando sus caderas a través de su orgasmo.
Planta húmedos besos por toda la pálida y perfecta piel de Eli y
espera a que ambos recuperen el aliento.
Tras
unos minutos tranquilos, Eli toca a Cal en el hombro y este sale de
su interior, tumbándose a su lado. Eli sisea al levantarse,
presionando una palma abierta contra su espalda mientras se estira
antes de tambalearse hacia el baño adjunto para limpiarse. No tarda
mucho en salir, pero Cal ya está dormitando.
—Límpiate—bromea
con un guiño, lanzándole una toallita húmeda y riendo ante el
húmedo sonido que hace al caer sobre el pecho de Cal, aún más
fuerte ante el sorprendida sacudida que provoca en él.
Cal
se estira, inmutable bajo la abierta mirada de Eli, y levanta la ceja
con una sonrisita y un guiño.
—¿Te
gusta lo que ves, amigo?—da unas palmadas sobre la cama a su lado,
la sonrisa pícara suavizándose. Observa con las manos tras la
cabeza mientras Eli sube los calzoncillos por sus delgadas piernas de
porcelana—. Vuelve a la cama.
Eli
se detiene, los brazos en las mangas de su camiseta, pero la cabeza
aún fuera del agujero. No se arriesga a girarse, no quiere que Cal
vea su cara.
—¿Qué?
¿Por qué?—no era lo más elocuente, pero estaba confuso.
Cal
da unas palmadas sobre la cama y lo intenta de nuevo.
—Vamos,
vuelve a la cama.
Eli
finalmente se gira, la cadera ladeada y el ceño profundamente
fruncido, los brazos aún en su camiseta.
—Pero
nunca me quedo—ni siquiera sabía por qué estaba siendo tan
cabezota. Solo sabía que esto no era normal, pero era significativo.
Más significativo de lo que su relación tenía derecho a ser.
—No...—admite
Cal, inclinando la cabeza, pero entonces, con ojos brillantes y la
boca en una seria línea, añade—, pero deberías.
—Vale.
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