Título: Huyendo
Fandom: Chuck Pareja: John Casey x Chuck Bartowski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, algo de violencia
Capítulos: 11 (4 de 11)
Resumen: Al fin han conseguido reproducir el Intersect y de nuevo ordenan a Casey matar a Chuck. Nada interrumpe esta vez, pero... no puede hacerlo, simplemente no puede. Hora de huir.
Aviso: muchos de los lugares que se describen en esta historia son reales (carreteras, restaurantes, hoteles...), pero no así las personas; los personajes secundarios son totalmente inventados.
Capítulo 4
Caminaron hacia la zona noreste de la
ciudad. Resultaba evidente según se acercaban que no era un barrio
muy recomendable. Los grafitis recubrían las paredes, los chicos que
deberían estar en la escuela se reunían fumando y bebiendo en las
escaleras de algún bloque de apartamentos. Demasiados indigentes,
demasiados tipos parados en una esquina. Alex apartó el brazo que
rodeaba a su compañero, mejor no tentar a la suerte.
—Dime que estamos aquí por una buena
razón, porque no me gusta nada este sitio—le dijo Chuck algo
inquieto.
—No tardaremos mucho, no mires a
nadie a la cara.
—Eso me tranquiliza mucho—replicó
sarcástico—. Sabes, pensé que Canadá era un lugar pacífico e
idílico, ya sabes, todos vecinos, todos amigos- ¿huh?
Miró nervioso a todas partes cuando
Alex le agarró del brazo y se detuvo. ¿Estaban en peligro? ¿Alguien
iba a atacarles?
—Tengo que entrar ahí, tú te
quedarás fuera—le explicó, señalando con la cabeza al viejo
edificio de apartamentos que había al cruzar la calle. Tres hombres
con muy mala pinta estaban parados en la entrada y Chuck estaba
seguro de que lo que fumaban no eran cigarrillos normales.
—¿Qué? Espera, no puedes dejarme
aquí solo, quiero decir, no puedes ir ahí solo, es peligroso. ¿Por
qué no vamos juntos?
—Será más peligroso contigo—le
arrastró del brazo hacia un callejón y le empujó contra la pared
tras unos contenedores—. Quédate aquí, no te muevas, no hagas
ruido, no llames la atención. Regresaré en unos minutos—cuando se
giró para marcharse, Chuck le agarró de la manga del abrigo. Le
miró con esos ojos de cachorrito asustado. Después de todo lo que
habían pasado con espías y agentes entrenados le asustaba algo así.
Alex no pudo resistirlo—. Toma. Solo en caso de máxima emergencia.
Le dio su cuchillo. Chuck no se quedaba
tranquilo con eso, pero algo es algo. Vio marchar a su compañero y
se quedó en el callejón, con el cuchillo guardado en el bolsillo y
la espalda pegada a la pared, intentando hacerse invisible.
Esperó y esperó lo que parecía una
eternidad, preocupado también por si Alex se encontraba bien. Bueno,
sabía que en un cuerpo a cuerpo no tendría ningún problema para
derrotar a una docena de esos tipos, pero estaba seguro de que ellos
estaban armados y ahora que lo pensaba, sintiendo el cuchillo entre
sus dedos, no sabía si Alex también lo estaba. No le había visto
ninguna pistola, aunque tal vez la llevara en la mochila. Le había
dado su cuchillo y ahora se sentía mal porque tal vez no tenía
otro.
Cada vez más preocupado, se acercó a
la entrada del callejón, solo asomándose para poder ver el edificio
donde su compañero había entrado. Entonces escuchó una risa
detrás de él y se quedó paralizado.
—¿Jugando al escondite?—preguntó
burlón un tipo de piel oscura que desprendía un intenso olor a
alcohol y probablemente otras sustancias.
—Ah. Um... Esperando a
alguien—respondió Chuck, riendo nerviosamente.
—¿Aquí con el frío que hace? ¿Por
qué no tomas algo para entrar en calor?—se acercaba lentamente con
las manos en los bolsillos y sonriendo.
Chuck se sentía como una presa, sabía
que su tono amistoso llevaba a algo malo. Apretó el cuchillo en su
mano, pero no lo sacó.
—Yo no... E-estoy bien.
—Vamos, te vendrá bien algo de beber
para calentar el cuerpo. ¿Por qué no me das algo de pasta y yo
mismo voy a comprarlo? Sé de una buena licorería por aquí.
Casi se sintió aliviado de que tan
solo quisiera robarle dinero, y entonces se dio cuenta de que no
tenía, lo último que tenía en su cartera lo había gastado en el
motel de la frontera.
—Am... Te... te lo daría encantado,
de verdad, pero no llevo nada, en serio, estoy pelado—intentó
sonreír, rogaba porque se convenciera y se marchara.
—Pelado, ¿eh? Pues este abrigo
parece nuevo—le agarró del cuello del abrigo y lo empujó contra
la pared de ladrillo. La expresión de su rostro había pasado de
burla a cabreo en un segundo. Estaba tan cerca que podía sentir su
apestoso aliento contra su rostro—. ¿Seguro que no tienes algunas
moneditas por ahí?
Sintió una presión punzante contra su
estómago. No podía verla porque su mirada estaba fija en el rostro
del asaltante, pero estaba seguro de que tenía alguna clase de hoja
afilada presionando sobre su jersey. Agarró el cuchillo, preparado
para sacarlo, pero no quería, no sabía si sería capaz. De repente
el tipo fue apartado de su lado de un tirón y vio a Alex detrás de
él. Con un puñetazo lo tiró al suelo y pisó su muñeca hasta que
soltó el cuchillo, mandándolo debajo del contenedor de una patada.
—Si te levantas, te mato—le
advirtió casi con un rugido.
Agarró a Chuck del brazo y se lo llevó
de allí sin que el tipo se moviera del suelo hasta perderlos de
vista. No se detuvieron hasta cruzar varias calles y girar en varias
esquinas. Metiéndose en una estrecha calle, Alex puso a Chuck contra
la pared y lo revisó de arriba abajo. Tomó su rostro con una mano y
lo miró detenidamente. Ningún daño aparente.
—¿Estás bien? ¿Te ha herido?—le
preguntó de todos modos con el ceño fruncido.
Chuck había pensado por un momento que
estaba enfadado con él, pero entonces se dio cuenta de que tan solo
estaba preocupado.
—Estoy bien, tranquilo, no me ha
hecho nada—sonrió, casi olvidando ya lo que acababa de pasar.
Alex gruñó, aceptando su palabra. Sus
dedos recorrieron los rizos de la nuca y vio el rubor subir a sus
mejillas y su respiración agitarse. Chuck se percató de que estaba
tan cerca de él como lo había estado el atacante, pero el
sentimiento que le provocaba ni se le parecía. Esos penetrantes ojos
azules examinándolo. Tan cerca. La fuerte y callosa mano acariciando
su rostro y su cuello. Tan cerca... Y su corazón latiendo tan fuerte
que casi podía oírlo. Esto es culpa de la adrenalina por haber
estado a punto de ser atacado, fue la excusa que se puso a sí
mismo porque no podía ser otra cosa.
Suspiró aliviado cuando le soltó ya
más tranquilo y retrocedió un paso, pero entonces Alex vio la
pequeña rasgadura en la parte inferior del jersey y la preocupación
volvió a su rostro. Levantó el jersey, descubriendo su vientre, y
lo acarició con sus fríos dedos. Chuck se estremeció y el aire
salió entre sus dientes apretados como un siseo ante el frío
contacto. Encogió la tripa, pero no se movió. Sintió los dedos
acariciar cada centímetro de su piel como si buscara el más mínimo
pinchazo.
—Es-estoy... bien...—su voz
temblaba y no era por el aire frío en su barriga.
Alex apretó los dientes y se apartó
de él, sabiendo que lo que estaba haciendo no era ni de lejos normal
y que probablemente le estaba asustando. Le dio la espalda y respiró
hondo intentando recuperar el control. Lo último que quería era que
se alejara de él porque su comportamiento le resultara desagradable.
Se sorprendió cuando Chuck se acercó a él y presionó su brazo
contra el suyo, dejando que el dorso de sus manos se rozara.
—Vámonos de aquí, ¿vale?
Asintió con la cabeza en respuesta y
se alejaron de allí tan rápido como pudieron. No se detuvieron
hasta llegar a una zona más apacible, aún en las afueras. Entraron
a un restaurante de comida india porque la mayoría de restaurantes
ya habían cerrado la cocina y se sentaron en la mesa del rincón.
—¿Qué fuiste a hacer a ese
lugar?—preguntó Chuck mientras esperaban a que llegaran sus
platos.
—Nuevas identidades.
—¿En un sitio así? No parece muy de
fiar.
—Hacen un buen trabajo, me he
asegurado de ello.
—¿Y bien? ¿Cuál será mi nuevo
nombre? Espero que hayas escogido uno chulo. Oh, por favor, dime que
no me llamo Toby.
—¿Toby es peor que Chuck?—preguntó
Alex frunciendo el ceño.
—No quiero un nombre de perro—se
quejó. Alex se le quedó mirando levantando una ceja—. Vale, Chuck
no es un nombre muy de persona, pero aun así...
—Charlton Levi. ¿Entonces dejo de
llamarte Chuck? ¿Mejor Charlie?
—Ah, no, Chuck está bien, suena casi
duro cuando lo dices tú. Me gusta, lo de Charlton Levi, gracias. ¿Y
tú?
—Alexis Baldwin.
—Te sienta bien—le dijo sonriente.
Alex gruñó como si acabara de decir
una tontería y se alegró de que llegara la comida para tener una
distracción.
—¿Cuánto tiempo vamos a quedarnos
aquí?
—Un par de noches, ahora iremos a
buscar un hotel.
—Algo decente, por favor. Ese motel
de anoche era... bueno, solo espero no haber pillado nada—y así de
fácil, con el recuerdo de aquella noche y esos desagradables
sentimientos perdió el apetito y volvió a sentir un nudo en la
garganta.
—Entendido—se dio cuenta del cambio
en su expresión, de cómo su rostro se oscurecía, pero no sabía
qué hacer para evitarlo.
Chuck apenas tocó la comida. Dejaron
el restaurante y solo tuvieron que dar la vuelta a la calle para
encontrar una pensión. Era pequeña y discreta, lo que necesitaban.
Estaba en la segunda planta de un edificio algo antiguo y apenas
había un pequeño letrero en la fachada. Lo único que Chuck deseaba
es que estuviera limpia. Se puso algo tenso cuando Alex le rodeó los
hombros con un brazo al cruzar la puerta ya abierta del apartamento
transformado en pensión. Una mujer de edad algo avanzada y el pelo
rizado en una abultada permanente les recibió con una cálida
sonrisa, observando solo un segundo de más el gesto íntimo entre
los dos hombres.
—Bienvenidos, ¿buscan habitación?
—Sí, para un par de noches—respondió
Alex también sonriente.
—¿Una o dos camas?
—Una está bien.
Ya que la mujer no preguntó nada más,
Chuck pensó que podrían haber pedido una habitación doble, aunque
no le importó. Era mejor que el motel de la frontera, las sábanas
de la cama no tenían manchas y el baño estaba limpio. Tenían una
pequeña mesa a un lado con una única silla y una televisión plana
en la pared.
Tan pronto como comprobó que podía
sentarse en la colcha, tiró la bolsa al suelo y se quitó los
pantalones. Se sentó en la cama y comenzó a frotarse las piernas.
—Dios, tengo las piernas heladas. ¡En
serio, están congeladas! Tendríamos que haber comprado también
unos pantalones, los del uniforme son demasiado finos, cualquiera de
los que tengo son demasiado finos para este sitio.
Cuando Alex le vio en calzoncillos
sobre la cama, frotándose los muslos para que entraran en calor, su
miembro reaccionó presionando contra la bragueta. No pudo evitar que
un gruñido escapara del fondo de su garganta, pero cuando Chuck le
miró ya le daba la espalda y entraba al baño.
Alex se miró en el espejo del baño,
agarrando los laterales del lavabo con ambas manos, y entonces miró
su entrepierna y el prominente bulto que amenazaba con romper la
cremallera. Maldijo para sus adentros. Cada vez le afectaba más
rápido, esta vez solo había tenido que verle sin pantalones para
ponerse así. Si fuera cualquier otro, pensaría que lo estaba
haciendo a propósito, pero Chuck no, él era tan inocente como un
corderito y ni siquiera sabía que estaba durmiendo con el lobo.
Soltó una risa despreciativa hacia su
reflejo. A quién quería engañar, no iba a hacer nada, estaba
demasiado asustado ‒ y él no usaba nunca esa palabra ‒. Sabía
que si intentaba algo espantaría al chico y no era el momento más
apropiado para eso. Aún les quedaba unos cuántos días de viaje y
no podría soportarlos con Chuck evitándole como si tuviera la
peste. Y no quería enfrentarse al rechazo.
Se dio una ducha fría por mucho que le
habría gustado una ducha caliente y salió del cuarto de baño
completamente vestido, preparado para volver a la calle con la excusa
de comprar algo más de ropa y lo que pudieran necesitar. Realmente
no quería pasar el resto del día en esa pequeña habitación con
Chuck. Pero de inmediato escuchó el fuerte sonido de la lluvia
contra los cristales. Otra vez estaba diluviando, incluso con el
paraguas acabaría empapado.
—Yo también voy a darme una ducha a
ver si entro en calor—le dijo, pasando a su lado.
De verdad la necesitaba, estaba
comenzando a tener escalofríos. Se quitó la ropa que le quedaba en
el baño y se metió en la bañera. Supuso que el agua estaría
caliente después de que Alex se duchara, pero tuvo que esperar
varios minutos hasta que fue posible meterse bajo el espray de la
ducha. Sintió una leve sensación de quemazón en sus piernas
heladas hasta que el agua resultó agradable. Cogió uno de los
sobres de champú que regalaba la pensión y se tomó su tiempo
lavándose el pelo.
Pensó que una ducha le vendría bien,
que le ayudaría a relajarse; en lugar de eso, el tiempo a solas le
permitió pensar más y más y más. El dolor en su pecho y el nudo
en su garganta le hicieron sollozar. Cerró los ojos. Le aliviaba que
el agua se llevara las lágrimas.
Cuando volvió a abrir los ojos estaba
a oscuras. Parpadeó un momento, mirando alrededor. Abrió la cortina
de la bañera y solo pudo ver la luz de la rendija de la puerta.
—Uh. ¿Alex?—llamó a su compañero.
—Se ha ido la luz, aunque parece que
es solo en este edificio. Tal vez vuelva en unos minutos.
—Vale, pero... ¿podrías abrir la
puerta para que entre algo de luz?
Escuchó el leve chirrido de la puerta
y entró un poco de luz en el baño, aunque ya estaba anocheciendo
fuera y tampoco había mucha luz en la habitación. Terminó de
aclararse el pelo y se lavó el cuerpo y para cuando terminó la luz
aún no había regresado y cada vez estaba más oscuro fuera. Oyó
llamar a la puerta de la habitación y Alex habló brevemente con
alguien.
—La dueña dice que pueden tardar un
par de horas en arreglar el apagón—le informó desde la
habitación.
—Oh, genial—soltó molesto—. Oye,
¿podrías ayudarme a salir de aquí? No veo ni torta y no quiero
pegármela y abrirme la cabeza contra el lavabo.
—¿Ayudarte cómo?
—No sé, ¿no tienes una linterna o
algo?
—Ggrh...—en realidad sí tenía,
algo básico en cualquier bolsa de emergencia.
Sacó la linterna e iluminó el suelo
del baño justo delante de la bañera. Chuck salió con cuidado,
sujetándose al lavabo, y suspiró aliviado cuando posó ambos pies
sobre la alfombrilla. Se estiró para alcanzar la toalla en la
penumbra y entonces se percató de que la luz de la linterna había
dejado el suelo y estaba subiendo por sus piernas. Alex estaba a su
derecha, apoyado en el marco de la puerta. No se giró para mirarle,
tampoco habría podido distinguir su rostro en el contraluz.
Sin una razón en particular, llevó la
toalla a su cabeza para secarse el pelo en lugar de tratar de ocultar
su desnudez. Permaneció allí de pie, secándose la cabeza
lentamente mientras la luz de la linterna ascendía por sus piernas y
se detenía a la mitad de su cuerpo, donde probablemente iluminaba la
silueta de su trasero. Sintió un hormigueo en su entrepierna y no
necesitó mirar para saber que se estaba poniendo duro y
probablemente Alex también lo estaba viendo, pero no intentó
ocultarlo.
Casi pegó un salto cuando la luz
regresó de repente. ¿No se suponía que serían unas dos horas? En
ese momento fue consciente de su desnudez y se cubrió rápidamente
la inminente erección con la toalla, pero cuando miró hacia la
puerta del baño Alex ya no estaba y escuchó la puerta de la
habitación abrirse y cerrarse. No estaba seguro de qué había
pasado, de si Alex realmente había estado observando su cuerpo y por
qué él lo había permitido, casi exhibiéndose. Lo que sí era
seguro era que ahora tenía un problema con el que lidiar y, gracias
a dios, Alex se había ido (aunque le preocupaba un poco el a dónde).
Chuck se impacientó según pasaba la
tarde y Alex no regresaba. Estaba preocupado, ¿y si había ido a
alguno de esos sitios peligrosos y le había pasado algo? Quizás
estaba desangrándose en un callejón tras unos contenedores de
basura o en una bañera llena de hielo con un riñón de menos. O
quizás la CIA o la NSA lo habían atrapado. No, no podía ser, no
podía quedarse allí solo, no sabría qué hacer, no sobreviviría.
Suspiró aliviado ‒ realmente aliviado ‒ cuando la puerta de la
habitación se abrió y Alex entró.
—Fiuh... Menos mal. ¿Dónde has-?
¡Estas empapado! ¿Has estado todo el rato bajo la lluvia?
Se levantó de la cama y se acercó a
él. Su pelo y su rostro goteaban, probablemente tenía empapada
hasta la ropa interior, ni siquiera se había llevado el paraguas.
Llevó la mano a su mejilla para comprobar si estaba fría viendo que
incluso tenía roja la punta de la nariz, pero Alex le agarró por la
muñeca y apartó su mano.
—No me toques—le advirtió con su
voz más firme y tajante.
Chuck se estremeció, nunca había
visto una mirada tan seria y amenazante en su compañero. Sintió
miedo y una fuerte punzada en el pecho.
—Ah... V-vale...
Dio un paso atrás, pero aún pasaron
varios segundos hasta que Alex soltó el fuerte agarre en su muñeca,
dejando la marca de sus dedos en la piel. Chuck no sabía qué hacer
o decir, no entendía a qué venía esa reacción, por qué estaba
enfadado o molesto con él, así que tan solo regresó a la cama y se
metió bajo las mantas (había sacado incluso las que estaban en el
armario).
Alex entró al cuarto de baño para
secarse y cambiarse de ropa. Cuando salió, Chuck estaba en su lado
de la cama, el opuesto a la puerta, dándole la espalda y las mantas
le cubrían casi incluso la cabeza. Se metió en la cama y apartó
una de las mantas porque era demasiado, dejando que cayera arrugada
entre ellos casi como una barrera. Era tarde y deberían cenar, pero
ninguno lo mencionó así que se durmieron con el estómago vacío.
Chuck tuvo pesadillas de nuevo esa
noche, aunque entre las que se había acostumbrado a tener con gente
persiguiéndole y queriendo matarle aparecía una en la que Alex se
marchaba, le abandonaba en medio de un bosque nevado, oscuro, con
nubes de tormenta sobre su cabeza. Sentía el frío en sus pies
desnudos, finas capas de hielo formándose sobre su piel. Gritaba
llamando a su compañero, pero el viento cortaba sus palabras cada
vez que abría la boca. No podía moverse, no controlaba sus piernas
y Alex se alejaba cada vez más en dirección a un cielo despejado y
cálido, hasta que no era más que un punto negro en la distancia y
ni una sola vez se volvía a mirarle. Y Chuck sabía que se había
cansado de él y que ya no le aguantaba más, había sido abandonado
porque no le soportaba. Estaba solo.
lo repito pobre mi chuck..!!!!!
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