Título: El Demonio Castigado y el Íncubo
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Original ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 16 (16 de 16) Primer Libro
Resumen: A un poderoso demonio lo han castigado por un pecado del pasado quitándole sus poderes y prohibiéndole disfrutar. Pero un íncubo, demonio que se alimenta de sexo, es demasiada tentación. Los personajes (salvo el demonio castigado que es original mío) están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) del mangaka Dr. Ten.
— ¿Cómo volvemos a
casa?—preguntó el pequeño relamiendo los labios del mayor.
—No te preocupes por eso, yo
me encargo—Hageshii bajó al íncubo al suelo y se apartó un poco
de él.
Cortó uno de sus largos
cabellos y con él creó un círculo en el suelo, mordió su dedo
anular de la mano derecha y dejó caer unas gotas de sangre dentro
del círculo. En unos segundos surgió una luz roja que bordeaba todo
el interior del círculo, cuyo centro se había vuelto algo similar a
un agujero negro. Hageshii cogió de nuevo en brazos al pequeño y
saltó dentro del círculo perdiéndose en el vacío.
— ¡Estúpido Shinohara! Estoy
seguro de que le ha pasado algo, probablemente ya le habrán
matado—decía Katsuragi muy nervioso.
— ¡Confía un poco
hombre!—Takashi no parecía estar para nada preocupado.
— ¿Que confíe? Es un niño
¿Cómo voy a confiar?—le gritaba continuamente.
—Jeje, estoy seguro de que
Hageshii no dejará que le hagan nada, ese tipo hará lo que sea por
el nene, es un-
Un gran estruendo se escuchó y
la cara de Takashi quedó incrustada en la barra de la casa de té y
Kuroichi estaba sobre él con Konome en brazos.
—Que caída más aparatosa, he
perdido mucha práctica—dijo el pelirrojo levantándose y
colocándose la ropa dejando a Konome sentado sobre la cabeza de
Takashi.
— ¿Qui-quién
eres tú…?—preguntaba el ojiverde algo asustado por el aspecto de
aquel demonio.
— ¿Quién? Soy Hageshii. ¿Es
que no me reconoces?—le dijo con una sonrisa.
—No, no, tú no eres Hageshii,
él nunca ha sonreído—dijo más asombrado a cada momento.
—Es Hagii, de verdad es
Hagii—Konome también estaba sonriente.
— ¿Podrías quitarte de mi
cabeza?—preguntó Takashi con el rostro aun enterrado en la barra.
— ¿Y tú qué haces
así?—Hageshii cogió de nuevo en brazos a Konome.
— ¡¿Tú qué crees?! ¡¡Me
has caído encima!!—gritó furioso.
—Bueno, no te pongas así, ha
sido sin querer, hace mucho que no me transporto.
— ¿De verdad tú eres
Hageshii?—Takashi también estaba sorprendido, nunca había visto
sonreír al ahora pelirrojo y no se parecía en nada al de antes, al
menos físicamente.
— ¡¡Lo es!!
¡¡Es Hagii!!—gritó el pequeño abrazándose fuerte a su cuello.
—Vale, vale, si tu lo dices
está bien ¿pero qué son esas pintas?—preguntó observando de
arriba a bajo al demonio.
—Este es mi verdadero cuerpo
de demonio. Al regresar al inframundo lo he recuperado y con todo mi
poder—les explicó.
—Pareces muy… feliz—dijo
Katsuragi curioso.
—Lo estoy, ya he tomado
decisiones y he aclarado todo—se sentó en un taburete sin que el
íncubo se apartara de él.
— ¿Puedes explicarnos esas
decisiones?
—Por supuesto, he tenido que
matar a Batsu por lo que el castigo ha desaparecido, yo voy a seguir
cumpliendo mi condena porque lo merezco pero lo haré de otro modo,
en lugar de autodestruirme lo que haré será proteger a los demás.
Por ejemplo matando a los demonio que aparezcan en este mundo.
—Así que esas son las razones
por las que al fin sonríes—dijo pensativo Takashi.
— ¡Exacto!
—Y eso significa que ahora…
—…Si vuelves a poner uno de
tus sucios dedos sobre Konome te mando al inframundo—le contestó
sin dejar de sonreír ampliamente.
— ¿Ya no piensas que esté
mal acostarte con Konome por ser un niño, a pesar de ser también un
íncubo?—le preguntó Katsuragi.
—Yo haré lo que
desee Konome—dio un beso al pequeño en la mejilla—. ¿Tú qué
deseas chiquito?
— ¡Comer a Hagii!—gritó
feliz levantando un brazo.
—Ya le habéis oído, voy a
dar de comer a este pequeño—se levantó y se dirigió a las
escaleras.
— ¿Necesitas ayuda?—preguntó
pícaro el exorcista.
—Ni lo sueñes—contestó con
su soberbia sonrisa.
Hageshii tumbó al pequeño
sobre la cama y se puso sobre él.
—Dime chiquito ¿quieres
comerme?—le preguntó dando pequeños besitos en su rostro.
—Sí, quiero comer a
Hagii—contestó lamiendo sus labios.
Kuroichi desnudó al pequeño,
se quitó el harapiento taparrabos y siguió con dulces besos por su
torso. Lamió las rosadas tetillas mordisqueando los pezones
endureciéndolos. El pequeño vibraba con las delicadas caricias y se
excitaba cada vez más. El mayor bajó hasta su pequeño miembro
erecto y se lo metió en la boca acariciándolo con la lengua. Miró
el rostro del íncubo que estaba deliciosamente sonrojado, con un
gesto de placer con el que a Hageshii le costó controlarse. Dejó
que se viniera en su boca con un dulce gemido y lo saboreó cada vez
más ansioso por más. Lamió la entrada del pequeño lubricándola y
metió un dedo moviéndolo despacio.
— ¡Ah!
¡Hagii!—el pequeño temblaba y se estremecía deseando más.
—“Dios, es la cosa más
tierna que he visto nunca”—pensaba el mayor mientras introducía
otro dedo.
—Hagii mételo
ya… ¡Nnn!—le
pidió el pequeño.
El pelirrojo no pudo resistirse
a aquellas palabras, sacó sus dedos y en su lugar introdujo su
miembro despacio. El pequeño era tan estrecho como siempre y lo
absorbía como nunca. Hageshii lamió la boca entreabierta del íncubo
abrazando aquel pequeño cuerpo que se estaba entregando por completo
a él. Levantó al pequeño sentándolo sobre si, sujetándolo por el
trasero. No pudo contenerse en mordisquear una de aquellas orejitas
de gato que no dejaban de moverse.
— ¡Nya! ¡¡Hagii!!—el
pequeño se aferró a la espalda del mayor, viniéndose entre sus
vientres.
—Vaya chiquito, parece que he
encontrado un punto muy sensible—dijo sonriente el mayor.
— ¡Nnn! ¡¡Hagii eso
no!!—pidió el pequeño sobreexcitado.
— ¿No? Chiquito, no has
dejado de pedir comerme desde que nos conocimos ¿y ahora no quieres
que me aproveche de tus debilidades? Je, es tarde para negarme
cualquier cosa—le susurró volviendo a morder su oreja.
—Hummm… ¡Hagii malo!—dijo
el pequeño poniendo morros con el rostro carmesí.
— ¿Malo? ¿No te gusta lo que
te hago?
Las expresiones del pelinegro lo
delataban, se veía demasiado placer en aquel rostro como para creer
lo que decía. Hageshii se vino en el interior del pequeño y salió
de él, sentándolo sobre su regazo.
—Ahora tendrás
que compensarme por haberte venido antes que yo ¿no crees?—dijo el
pelirrojo con una sonrisa pícara—. “Cada vez me parezco más a
Shinohara”
El pequeño pensó unos segundos
y en seguida supo qué hacer. Bajó hasta el miembro del mayor que
seguía erecto y comenzó a lamerlo como a un caramelo. Hageshii
sonrió y puso el cuerpo del pelinegro sobre el suyo para poder lamer
él también su erección. Apoyó la espalda contra la pared para
estar más cómodo mientras el Konome seguía cabeza abajo. Kuroichi
lamió el pequeño miembro y la entrada, impidiendo que el menor
pudiera concentrarse en su tarea. Llevó la lengua hasta la base de
sus colas y allí dio un pequeño mordisco que provocó un profundo
gemido en el íncubo que arqueó su espalda soltando el miembro del
mayor.
—Vaya, parece que aquí hay
otro buen lugar—sonrió mordiendo otra vez.
— ¡Nyaaaa!
Hagii!!—El pequeño se dio impulso con las piernas contra la pared
para caer de espaldas sobre la cama—. Si haces eso no podré
seguir—se quejó cubriendo con la mano aquel lugar.
— ¿Mi chiquito está
avergonzado?—preguntó Hageshii, excitándose tan solo con el
rostro sonrojado de Konome.
—No… pero así no puedo
compensar a Hagii—contestó acercando el rostro al miembro aun más
duro.
—Está bien, haz lo que
desees—acarició los negros cabellos mientras el pequeño se metía
su miembro en la boca.
Konome lo lamió de arriba a
bajo y viceversa, llenándolo de su saliva, acariciando la base y los
testículos con las manos. Parecía un profesional y no era para
menos ya que se alimentaba de ello como buen íncubo que era. El
mayor respiraba agitadamente agarrándose fuerte a las sábanas
disfrutando de esa lengua. Aquel cuerpo, su antiguo cuerpo de demonio
que había recuperado, le permitía sentir muchas más cosas que los
humanos, sensaciones más intensas, placeres que los humanos no son
capaces de imaginar. Se vino en la boca y el rostro del pequeño
contemplando los grandes ojos que lo observaban brillantes desde
abajo. Konome saboreó la semilla del pelirrojo y la bebió toda.
—Eres un buen
niño—le dijo limpiando con los dedos los restos de semen que había
por su rostro, metiéndoselos en la boca para que Konome los
relamiera—. Estás muy consentido pero tenemos mucho tiempo para
arreglar eso.
Fin del Primer Libro
Continuará en el Segundo Libro
exelente libro espero con ansias el segundo ;)
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