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Sexo, Muerte, Rock c7
Título: Sexo, Muerte, Rock
Categoría: Original
Género: Yaoi
Clasificación: +14 años
Advertencia: Lemon, Incesto, Violación
Capítulo: 7 de 14 Finalizado: No
Resumen: Sexo Muerte y Rock, las tres palabras que más le gustan al protagonista de esta historia
Un misterioso guitarrista llega a una nueva ciudad. Allí comienza a tocar en un bar de mala muerte donde se encuentra con joven muy inocente por el que empieza a sentir interes. Su jefe le manda hacer un trabajito especial que le dará problemas.
—Tendréis que dormir en la misma cama, es un poco pequeña pero no hay otra cosa, a no ser que prefiráis el sofá, aunque esos muelles matan—les dijo el pelirrojo enseñándoles la estrecha cama.
—No te preocupes, no pasa nada—el moreno se mostraba serio pero sonreía ampliamente para sus adentros.
—Hemos dormido muchas veces juntos así que no importa—el rubio se empezó a quitar la ropa para meterse en la cama.
El pelirrojo salió de la habitación dándole una palmada en la espalda al moreno e intercambiaron una mirada de complicidad.
Se quedaron solos en la habitación, el rubio ya estaba en calzoncillos y se metía en la cama. Tras quitarse la ropa el moreno también se metió, rodeó la cintura del pequeño con los brazos y se acercó mucho a él, quedando los cuerpos pegados mirándose a los ojos. Apenas cabían en la estrecha cama.
— ¿Lo has pasado bien esta noche?—le preguntó dándole un beso en la mejilla, disfrutando de su contacto.
—Sí, lo he pasado genial, muchas gracias—su rostro había recuperado la normalidad y estaba sonriente.
—Me alegro, si es para que tú disfrutes no me importa tener que mentir.
El rubio le dedicó una última sonrisa antes de apoyar la cabeza en su pecho y cerrar los ojos para dormir. Al moreno le encantaba estar así con él, muchas veces habían dormido juntos, compartían muchas cosas, incluso seguían bañándose juntos en ocasiones. Cosas que al rubio le parecía de lo más inocentes, solo tomaban un alo pervertido en la mente del mayor.
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— ¡Vaya! Alfa que extraño que me llames ¿sucede algo?
—R, necesito un favor.
— ¿Un favor? Que raro, bueno, pide y ya veremos.
—Tendrás que hacerlo ya que es para cumplir mejor tu encargo.
— ¡Ah! En ese caso pide lo que quieras.
—Quiero ir al instituto.
— ¿Instituto?
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Lunes 08:20 AM
—Chicos, hoy se nos va a unir un nuevo compañero de clase. Adelante por favor.
Una esbelta figura, vestida de negro, con la piel casi blanca con un aspecto similar al mármol. Con los cabellos cortos también negros y los ojos castaños con tiznes rojizos.
—Preséntate por favor.
—Me llamo Minami Haruo, tengo 16 años y acabo de llegar a la ciudad.
—Bueno, cuéntanos algo más de ti, que te gusta o tus hobbies—dijo el profesor tras el silencio del pelinegro.
—No creo que eso sea necesario—contestó secamente.
La mirada del pelinegro estaba clavada en un rubio de ojos aqua que lo observaba sorprendido. Toda la clase en general lo miraba sorprendida por su aspecto algo intimidatorio.
—Em… entonces siéntate, al fondo hay un sitio libre.
Era perfecto, estaba justo detrás del chico que buscaba. Al pasar a su lado le sonrió y pasó la mano por su hombro. El rubio se sonrojó y desvió la mirada. El pelinegro se sentó y acarició uno de los rizos del rubio.
—Ryou, por favor, enséñale a Minami el instituto y ayúdale en lo que necesite.
—Sí profesor.
Llegaron los cinco minutos entre clase y clase. El rubio se dio la vuelta, sus mejillas estaban algo sonrojadas y no le miraba directamente a los ojos.
—No sabía que ibas a venir a estudiar aquí.
— ¿No te gusta? ¿Prefieres que me vaya?
— ¡No! Quiero decir que no me importa, está bien—se le notaba muy nervioso.
—Me alegro—Argón sonrió. Apartó un mechón de pelo del rostro del pequeño quien se sonrojó más.
—Em…etto…así que te llamas Haruo—dijo intentando cambiar de tema.
—Sí, pero prefiero que me llames Argón.
Por supuesto aquel nombre era falso, había usado tantos que ya apenas recordaba el suyo real. Por ello se identificaba más con el nombre de Argón, su nombre artístico que siempre utilizaba.
—Vale, Argón. Si tienes algún problema solo dímelo.
—Muy bien ¿podríamos almorzar juntos?
— ¡¿Eh?! Sí, claro—bajo la intensa mirada de pelinegro, el corazón y la respiración del rubio se aceleraban
Tocó el timbre, ya era la hora del almuerzo.
— ¿Me enseñas el instituto?—preguntó Argón al rubio de pie junto a él, inclinado casi susurrándole al oído.
—E-eh, sí, vamos—la cercanía de aquel hombre lo ponía nervioso, descontrolaba su cuerpo pero le gustaba, era una sensación extraña pero agradable.
Salieron del aula y comenzaron a caminar por los pasillos.
— ¡Ryou!—el pelirrojo lo llamó desde el otro lado, estaba junto a su hermano y ambos lo miraban sorprendidos.
—Hola.
— ¿Qué haces con él?—preguntó el moreno mirando desconfiado al pelinegro.
—Acaba de llegar al instituto y está en mi clase, voy a enseñarle el instituto y donde están las cosas.
—En ese caso os acompañamos—dijo el ojimamba sin quitarle la vista de encima al pelinegro.
—Ah! Muchas gracias—le contestó Ryou sonriente sin darse cuenta de la mirada asesina que Argón le lanzaba a sus amigos.
“—Menudo estorbo, ¿cómo voy a deshacerme de estos dos idiotas?—pensaba Argón maldiciendo su mala suerte.
Los cuatro comenzaron a caminar por los largos pasillos del instituto. Era uno publico, a pesar de que se podían permitir uno privado, los hijos de los Bineko les habían suplicado a sus padres que les permitieran estar allí, ya que era el instituto al que iba Nao, su mejor amigo, y ante la insistencia de los hermanos, los padres no tuvieron más opción que aceptar, además ellos también habían estudiado en institutos públicos y les había ido muy bien.
El pequeño le enseñaba muy animado al pelinegro todas las clases donde se realizaba alguna actividad especial como informática o el laboratorio. Argón intentaba quedarse a solas con el rubio y procuraba estar lo más cerca posible de él pero aquel moreno no se apartaba ni un segundo del pequeño, que no se enteraba de nada. El pelirrojo observaba a los dos, como a dos fieras peleándose por su presa. Aquella situación no le gustaba nada, le parecía demasiado peligrosa. Cuando el timbre sonó de nuevo el moreno y el pelirrojo acompañaron a los otros dos a su clase y el ojimamba habría entrado con ellos de no ser porque Nao lo detuvo
—Sora ¿Qué coño te pasa? Pareces un novio celoso. Abre los ojos, a este paso te vas a delatar—le dijo metiéndole en el baño.
—Ya lo sé, pero no puedo soportar verle con él, sé que no tiene buenas intenciones.
—Lo sé, yo pienso lo mismo, pero no podemos hacer nada más. Por favor, tranquilízate y piensa con la cabeza.
—No quiero que le haga daño.
—Yo tampoco, pero no ayudará que te enfrentes con él como un perro en celo.
Sora suspiró resignado, se dejó apoyar por los brazos del pelirrojo que también sufría más de lo que aparentaba.
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