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Perversiones c2a


Título: Perversiones
Categoría: Naruto Personajes: Orochimaru X Kiba
Género: Romántico, Yaoi
Clasificación: +18 años
Advertencia: Lemon, Chan
Capítulo: 2a de 15 Finalizado: No
Resumen: Un joven que lo ha perdido todo acaba siendo el perro de un hombre perverso
Nota: Este fanfic es un conjunto de One-shots de distintas y extrañas parejas, tanto yaoi como yuri conectados entre si por pequeñas cosas.

—Director Orochimaru—dijo un joven llamando a la puerta pero sin esperar a la respuesta.

Orochimaru se sobresaltó, estaba demasiado concentrado en la pantalla de su ordenador y en las dos jóvenes que allí se veía. De haber sido otra persona habría estado en una situación muy incómoda, pero era Kiba, su juguete personal.

—Vaya director, qué cosas está haciendo ¿Y si hubiera sido un profesor el que hubiera entrado?—dijo el muchacho del pelo oscuro acercándose a él.

—Cualquier otro habría esperado respuesta antes de entrar—dijo Orochimaru feliz porque ahora tendría más diversión.

—Vaya, ¿esas no son Hinata y Sakura? Y parecía tonta la Hyuuga. Pero director, usted no debería espiar a sus alumnas—le dijo con voz sensual dando la vuelta a la mesa para quedar junto a él.

—No creo que tú seas el más indicado para decir esas cosas, he visto lo que haces en el vestuario femenino—una gran sonrisa de excitación se dibujo en el rostro de Orochimaru.

—No deberías espiarme, que tengas cámaras por todo el instituto no te da permiso a invadir mi intimidad—dijo Kiba fingiendo indignación.

— ¿Invadir tu intimidad?—una gran carcajada salió de aquella boca, daban escalofríos al oírla—tu intimidad me pertenece a mí.

Le cogió por la cintura y le hizo sentarse sobre él para darle un intenso beso mientras agarraba con fuerza su entrepierna que empezaba a ponerse dura.

—Ah! Orochimaru, me haces daño—le dijo Kiba intentando separar su mano.

—Lo sé. Esas muñequitas me han puesto muy caliente, ¿Qué tal si tu lo arreglas?—le dijo poniéndolo de rodillas frente a él—Lámela como el perro que eres.

Resultaba humillante que Orochimaru le pusiera su miembro delante de la cara para que lo chupara, pero no podía negar que le encantaba. Lo cogió con ambas manos algo ansioso y le dio una lamida desde la base hasta la punta. Orochimaru suspiró suavemente, la lengua de aquel muchacho lo volvía loco pero no se lo quería hacer saber. Kiba lamía la longitud de su dueño. Desde que, dos años atrás, Orochimaru lo encontrara en la calle y lo salvara, él se había convertido en el perro del director igual que Akamaru lo era de él.

~~~~~~~~ RECUERDOS ~~~~~~~~

Hacía frío, era de noche, los copos de nieve ya comenzaban a cubrir las aceras. Kiba con Akamaru en brazos estaba sentado en un banco de un vacío parque. Tenía unos quince años y acababa de perderlo todo. Su familia había muerto en un terrible incendio que no se lo llevó a él también porque estaba de paseo con su perro Akamaru. El frío comenzaba a colarse hasta sus huesos y estaba temblando, apenas llevaba puesto una camiseta y un abrigo viejo. Algunas personas, muy pocas, pasaban a su alrededor camino ya de sus calentitas casas, pero ni tan siquiera lo miraban. Akamaru comenzó a revolverse en sus brazos, hasta ahora había estado quieto, como si estuviera muerto, pero había olisqueado algo y rápidamente se escabulló de los brazos de su dueño que comprendió muy bien lo que pasaba, ya que entendía perfectamente a su perro. El perro corrió al otro lado del parque seguido por Kiba. Comenzó a comer un trozo de carne que un hombre, vestido con un abrigo gris y cubierta la cabeza con una capucha, le ofreció. El pobre perrito no había comido nada en todo el día y movía el pequeño rabo de felicidad al poder llevarse algo a la boca.

—Para ti tengo también comida, pero en mi casa—le dijo aquel hombre al muchacho de pelo revuelto con una voz tenebrosa.

—No acostumbro a ir con desconocidos—dijo el chaval desconfiado.

—Como quieras, pero si pasas aquí la noche te congelarás—para sorpresa del muchacho el hombre se levantó y se quitó el abrigo tirándoselo a Kiba.

El pequeño lo miró embobado, aquel hombre tenía un rostro blanco como la nieve que caía, unos ojos amarillos verdosos como los de una serpiente, con una marca violeta a su alrededor, también tenía una nariz aplanada como el reptil ya mencionado y una gran boca que mostraba una sonrisa espeluznante; sus cabellos eran negros y lacios y caían alrededor de su rostro bastante largos. Aquel hombre podría haber provocado gran temor en muchas personas debido a su asombroso parecido con una serpiente, pero en Kiba solo provocaba una gran atracción como no la había sentido con nadie. El mayor sabía perfectamente la reacción que estaba provocando en el joven, asíque solo tenía que darle tiempo.

—Mañana pasaré por aquí y si no has muerto de congelamiento o te has marchado os daré algo de comer a tu perro y a ti—diciendo esto se marchó de allí dejando a Kiba paralizado sin saber porqué.

Resguardándose con aquel abrigo, que desprendía un olor especial a aquel hombre tan… no sabía cómo describirlo, pasó la noche deseando que llegara el día siguiente para volver a verlo. ¿Por qué deseaba verlo de nuevo? En su interior comenzaba a sentir algo que no le era familiar. Despertó a la mañana siguiente con el olor de sopa caliente. Abrió los ojos y como un perro se lanzó a por el tazón que otro sujetaba en las manos. Bebió con ansia la sopa, estaba muy caliente lo que le sirvió para que sus labios dejaran de tener aquel tono azulado y volviera a sentir su nariz. Mientras Akamaru también bebía sopa caliente a su lado y era acariciado de una forma algo dura pero amigable por una mano blanca.

—Veo que habéis sobrevivido—dijo el hombre con una gran sonrisa pero que no se podía decir con seguridad que fuera de felicidad.

El chico se quedó mirándolo mientras seguía bebiendo la sopa. Le fascinaba aquel rostro de reptil. Al sentir aquellos ojos clavados en él, el serpiente giró el rostro y buscó los ojos del muchacho que enseguida desvió la mirada comenzando a sonrojarse. Rió para sí sabiendo que ya le faltaba poco.

—Si quieres puedes venir a mi casa a calentarte, debes estar helado, y tu perro también—le dijo aquel hombre mirando al sabueso, al cual no le agradaban demasiado sus caricias ya que su piel era fría pero sin embargo tenían algo que lo hacía quedarse en el sitio y no gruñir.

—Yo… hem, ni siquiera sé su nombre—contesto el chico intentando calmarse, tenía unas ganas tremendas de irse con él pero no podía hacerlo así como así.

—Antes de preguntarlo es de buena educación presentarse—le miraba por el rabillo del ojo sin dejar de sonreír.

—Me llamo Kiba y él es Akamaru—contestó manteniendo la mirada en el suelo.

—Yo me llamo Orochimaru—contestó él con unas ganas enormes de reír— ¿y ahora vas a venir ya a mi casa para entrar en calor?

Kiba comenzó a malinterpretar las palabras del serpiente. Su cuerpo ya comenzaba a entrar en calor con la simple cercanía del cuerpo de aquel hombre ¿Por qué?

—Está bien—quiso negarse pero, sin saber la razón, aceptó.

Orochimaru se levantó y con un sutil gesto le indicó que lo siguiera, Kiba, al igual que hacía Akamaru con él, le siguió como un perro. El serpiente les guió hasta una elegante casa en el barrio rico.

—Adelante Kiba, siéntete como en tu casa—le dijo con esa oscura voz arrastrando las palabras, como si fuera el siseo de una serpiente—ahí tienes el baño, te aconsejo que te des una buena ducha para entrar en calor, te prepararé algo de comer.

Como si de una orden se hubiera tratado, el joven fue al baño y comenzó a desvestirse. Le vendría bien una ducha, pensaba, había pasado varios días en la calle y ni siquiera se podía haber lavado en una fuente porque el agua estaba helada. Cuando iba a quitarse el calzoncillo el hombre serpiente entró en el baño. Se colocó tras él, observándole en el espejo, la sonrisa de su rostro era cada vez más perversa y pícara, colocó una mano en el hombro del joven y acercó su cuerpo mucho al de él.

— ¿No eres demasiado joven como para andar solo viviendo en la calle?—preguntó Orochimaru con la boca muy cerca del oído del muchacho.

—He perdido a toda mi familia, no tengo a nadie y no pienso ir a uno de esos orfanatos—dijo algo entristecido.

—Eres muy joven para estar solo, no sobrevivirás mucho, yo puedo ayudarte—la otra mano del serpiente se deslizó despacio por la cintura del joven.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, la piel de aquel hombre era fría pero le hacía sentir algo… se apartó de él muy nervioso.

—Vo-voy a ducharme—dijo esperando que saliera del baño.

Orochimaru sonrió aun más y le dejó solo. Ya le tenía, faltaba poco, aquel chico ya era suyo.

Continará...

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