Título: Hazme un bebé
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omegaverse
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, mpreg
Capítulos: 4 (2 de 4)
Resumen: Peter quiere tener un hijo. Para un omega sin pareja como él la única opción es hacerlo a la manera tradicional. No quiere emparejarse, solo un alfa que lo deje embarazado, y Stiles parece el más apropiado.
Capítulo 2
Por la tarde al día siguiente, Stiles fue a recogerle a su
apartamento. Peter no se molestó en preguntar cómo había
descubierto dónde vivía a pesar de que nadie más en la manada lo
sabía, el chico tenía recursos. Cuando vio que se dirigían a la
salida este de la ciudad, tuvo una ligera idea de cual era su
destino. Aparcaron en una zona aislada junto al bosque en las afueras
de la ciudad vecina.
—Stiles...—siseó
su nombre con un tono seductor y vio el vello erizarse en sus
antebrazos—. ¿Es esto lo que creo que es?
—Sabía
que también te habrías enterado. Sé que no debería mezclar
cortejo y trabajo, pero...
—Oh,
por favor, esto es más que apropiado.
Ambos salieron del coche y se adentraron con precaución en el
bosque. Aún no era completamente de noche así que Stiles podía ver
por la luz del atardecer filtrándose entre los delgados árboles. El
chico esgrimía su bate cubierto en algún tipo de sustancia mágica
y Peter tenía ya sus garras extendidas. Había habido informes sobre
ataques de animal. Se especulaba con que podría ser un lobo o un
perro rabioso, pero las descripciones que daban las víctimas
indicaban hacia algo sobrenatural. Por supuesto, las autoridades lo
achacaban al miedo. Había habido dos víctimas mortales hasta ahora
en esa ciudad, otras tres en una ciudad más allá. Se hablaba de
brillantes ojos rojos, pero sabían que no era un hombre lobo porque
ninguno de los que había mordido se habían transformado, así que
estaban buscando una criatura con forma de perro deforme, sin pelo en
el cuerpo y con enormes colmillos. Probablemente Stiles había
llegado a la misma conclusión que él.
Peter se detuvo cuando escuchó una respiración pesada unos cuantos
metros por delante de ellos, colocando una mano sobre el hombro de
Stiles para que no siguiera avanzando. Le indicó con la cabeza que
le siguiera y dieron un rodeo para acercarse a la criatura con el
viento en contra, evitando así que pudiera olerlos. Stiles había
mejorado mucho a la hora de perseguir a una presa, ya no era un
montón de extremidades haciendo ruidos descuidados en medio del
silencioso bosque. No era tan bueno como un hombre lobo, pero no
estaba nada mal para ser humano.
Vieron la silueta de la criatura mientras esta devoraba a su última
presa. Peter podía oler la sangre y al menos sabía que no era
humana. No consiguieron acercarse lo suficiente antes de que la
criatura se percatara de su presencia y se preparara para luchar.
Tenía el tamaño de un san bernardo, aunque mucho más corpulento y
sin un solo pelo. Su cabeza era redondeada, llena de arrugas y casi
esquelética con los colmillos manchados de sangre sobresaliendo por
todas partes. Sus ojos brillaban rojos mientras los observaba,
gruñendo amenazador. Una bestia de Montauk, no se habían
equivocado.
Los dos hombres entraron en acción y atacaron con casi perfecta
sincronía que habían conseguido gracias a todas las criaturas que
ya habían enfrentado. El bate golpeó a la bestia en el flanco
derecho, provocando un gemido de dolor cuando la sustancia que lo
cubría comenzó a quemar su piel. Peter aprovechó la distracción
para hundir sus garras en el cuello de la criatura, evitando las
zarpas de esta. Otro golpe con el bate a la cabeza y una garra
atravesando el corazón para mayor seguridad y ambos se quedaron
jadeando frente al cuerpo inerte de la bestia. Peter se percató de
la sonrisa en el rostro de Stiles cuando le vio limpiarse las manos
con un pañuelo.
—Hay
un lago un poco más al norte, ¿lo tiramos ahí? No me apetece nada
escavar.
—Me
parece bien. Aun si lo encuentran, lo tomarán por un simple perro.
Peter cogió a la criatura por el pescuezo y ambos siguieron
caminando por el bosque sin mucha prisa. Era una cita bastante
agradable, la verdad.
—Imagino
que nuestro querido Scott no sabe nada de esto.
Stiles resopló una risa y sacudió la cabeza.
—No
nos habría dejado matarlo y la próxima parada de esa cosa era
Beacon Hills. No estoy dispuesto a que mi padre o sus ayudantes
tengan que enfrentarse a esa criatura ni que mate a nadie más
mientras Scott nos hace buscar una forma de detenerlo sin hacerle
daño.
—Hm...
¿Y has actuado en otras ocasiones a espaldas del bueno de
Scott?—esto era algo que no se esperaba, una grata sorpresa, y le
excitaba más de lo que iba a dejar entrever.
—Puede.
Lo que Scott no sabe no le hará daño.
—Muy
cierto. ¿Y eso que cubre tu bate? ¿Algún mejunje de Deaton?—no
pudo disimular el desagrado cuando pronunció su nombre.
—Oh,
no. No quiso ayudarme con esto cuando se lo pedí. Lo elaboré yo
mismo, debería funcionar con la mayoría de criaturas de este tipo.
No es mortal, pero sí es un añadido a la fuerza del bate.
—Estás
lleno de sorpresas—comentó agradado. Tendría que regalarle otro
libro sobre magia algún día, cuando terminara el cortejo.
Al día siguiente, también por la tarde, Stiles se presentó en su
apartamento con una bolsa con comida.
—¿Cenaremos
en casa?—preguntó Peter arqueando una ceja.
—Te
llevaré a comer fuera otro día, lo prometo, pero quería que
probaras mi comida.
—Quieres
proveer para mí.
—Uh,
sí, supongo—respondió algo ruborizado, rascándose el cuello con
la cabeza gacha.
—Bien,
probemos lo que has preparado.
Stiles sonrió emocionado y se dirigió a la cocina, que estaba
separada del salón por una isla.
—Pensé
en cocinar aquí, pero no quería ensuciarlo todo así que lo he
traído preparado, solamente hay que calentarlo un poco.
Sacó dos fuentes y las metió al horno. Peter preparó la mesa y
sacó un vino blanco que sería apropiado mientras Stiles emplataba
la comida. Tan solo el olor ya le hacía la boca agua. Sabía que
Stiles era un buen cocinero, lo demostraba cada vez que se hartaba de
comida para llevar y cocinaba algo para las reuniones (noches de
cine) de la manada, así que no le importaba para nada cenar en casa.
Se sentó en su sitio y Stiles llevó los platos a la mesa, tomando
el asiento frente a él. No había velas para dar ambiente, no sería
precisamente agradable para él, pero había puesto un disco de jazz
como música de fondo. El chico se había vestido mejor de lo
habitual. Llevaba unos vaqueros oscuros que no parecían haber pasado
por ninguna pelea y una camisa blanca arremangada hasta los codos que
se ajustaba bien a su cuerpo tonificado. Peter debía admitir que
tenía algo por aquellos hombros anchos.
Cuando tomó el primer bocado de bacalao al horno, no pudo contener
un gemido de placer, estaba delicioso. No le importaría comer así
todos los días. Sabía cocinar, por supuesto (sería ridículo que
no), pero no se le daba ni de lejos tan bien. Se distrajo cuando olió
la excitación del alfa, quien le estaba mirando con ojos hambrientos
de algo más que de comida. Quizá su gemido había sido demasiado
explícito. Sonrió inocentemente y dio otro bocado. Debería
aprovecharlo, intentar seducir a Stiles para que cediera. Es lo que
habría hecho con cualquier otro, pero, por algún motivo que aún se
le escapaba, quería darle una oportunidad.
No fue difícil mantener una conversación activa durante toda la
cena e incluso cuando los platos ya estaban vacíos. Stiles siempre
había sido el único con el que era capaz de hablar de entre todos
los miembros de la manada. Sospechaba que con Lydia también podría,
pero esta guardaba demasiado resentimiento contra él. Terminaron en
el sofá, viendo una película de ciencia ficción. Peter aún tenía
seis años del séptimo arte con los que ponerse al día y Stiles
parecía encantado de ayudarle.
—¿Podríamos,
uh... acurrucarnos?—preguntó Stiles con timidez.
Peter arqueó una ceja, pero accedió. Esperaba que aquello terminara
con algo de sexo blando como solía pasar en estas situaciones. Una
caricia por aquí, un beso por allá. Pero en lugar de todo eso,
Stiles tan solo lo abrazó por detrás mientras estaban tumbados de
lado en el sofá y hundió el rostro en su nuca, probablemente
incapaz de ver la película de ese modo, pero no parecía importarle.
Era algo a lo que no estaba acostumbrado, pero resultó agradable una
vez que consiguió relajarse gracias al olor del alfa. No era su
reacción habitual a la presencia de un alfa, normalmente se pondría
a la defensiva, más alerta y preparado, pero Stiles no causaba ese
efecto en él. Quizá porque no lo consideraba una amenaza aunque,
sin duda, podía serlo.
Despertó cuando Stiles se levantó del sofá y no sabía cuándo se
había quedado dormido.
—Lo
siento, no quería despertarte—le dijo el chico con un susurro—.
Debería marcharme ya. Me pasaré de nuevo mañana, algo más pronto.
Buenas noches.
Le dio un casto beso en la mejilla y se dirigió a la puerta. Peter
no se levantó, se sentía relajado y no quería perder esa
sensación. Tendría que ir a cerrar con llave antes de dormir, pero
podía disfrutar un poco más del sofá cálido y del olor del alfa.
Al día siguiente, Peter se quedó un momento sin aire cuando vio a
Stiles en su puerta. Llevaba una camisa roja a cuadros –pero una
elegante, no de esas que solía llevar sobre las camisetas– con un
chaleco abotonado negro y unos vaqueros oscuros ajustados. Incluso se
había arreglado el pelo de modo que parecía que acababa de terminar
una noche de pasión. Estaba extremadamente sexy y elegante y Peter
tan solo quería olvidarse de los planes que tuviera para hoy y
arrastrarlo a su cama.
—Bueno,
esto sí que es una sorpresa—dijo, intentando no parecer muy
afectado, aunque estaba seguro de que no podía disimular su mirada
de deseo por el rubor que se extendía por el rostro del chico—.
¿Debería ponerme algo más elegante?
Llevaba una camisa negra con los dos botones superiores abiertos y
una americana gris. Sabía que estaba perfecto, con su cuerpo lucía
bien cualquier cosa y no le negarían la entrada a ningún
restaurante elegante (que era lo que sospechaba que iban a hacer),
pero quería tener a Stiles recorriendo su cuerpo con la mirada. El
chico tragó saliva y negó con la cabeza.
—No,
nop, estás perfecto, sí, estás genial.
Peter no necesitaba oler su excitación para ver la atracción que el
alfa sentía por él. Era adorable lo nervioso que se ponía.
Condujeron durante casi una hora y Peter se preguntaba a dónde
irían. Era cierto que Beacon Hills no tenía una gran selección de
restaurantes, pero no era necesario irse tan lejos para encontrar uno
elegante. Al menos esperaba que hubiera escogido bien.
En realidad era un buen restaurante francés con una considerable
lista de espera. No comprendía cómo Stiles había logrado una
reserva con tan poco tiempo de antelación. La comida era excelente y
la conversación aún más, el único problema estuvo, como siempre,
en las personas que los rodeaban. No era extraño ver a un omega
joven con un alfa que le duplicara la edad, pero lo opuesto no era
algo habitual. Cuando los veían de lejos no decían nada, pero en
cuanto se acercaban y olían que Peter era el omega comenzaban a
mirarlos de forma extraña y a murmurar entre ellos (y Peter odiaba
en esos momentos su agudo oído).
—¿No
te molesta?—dijo al fin cuando ya iban por el segundo plato.
—¿Huh?
¿El qué?—preguntó confuso.
—Que
nos estén mirando y murmurando sobre nosotros.
—Oh.
No realmente. Soy el hijo del sheriff, estoy acostumbrado a
ello—respondió encogiéndose de hombros—. Al menos esta vez
puedo presumir de estar con el omega más atractivo del restaurante.
—De
la ciudad, muchas gracias.
Stiles sonrió y acarició su mano encima de la mesa. Si a Stiles no
le molestaba, entonces a Peter tampoco. Nunca le había importado la
opinión de los demás, de los extraños al menos, tan solo le había
preocupado que pudiera afectar a la decisión de Stiles, que verse
señalado por escoger a un omega tan mayor le hiciera echarse para
atrás. Debería haber sabido que Stiles no les prestaría atención.
—¿Ya
tienes dinero para pagar este sitio?—preguntó cuando ya estaban
tomando el postre.
—He
ahorrado algo del trabajo en la cafetería—respondió, emanando una
oleada de vergüenza.
—Stiles—le
llamó y esperó a que le mirara a los ojos—. Soy rico, tengo más
dinero del que podré gastar nunca, no necesito un alfa que me
mantenga, tampoco lo aceptaría. En realidad, estaba pensando que
podría ayudarte a pagar la universidad para que no tengas que
conseguir un trabajo mientras estudias.
—Ah-
N-no puedo aceptar eso.
—¿Qué
mejor forma de gastar mi dinero que en la educación de mi alfa?
Stiles
se quedó mirándolo boquiabierto por un momento, probablemente
sorprendido porque usara el término mi alfa.
—Uh,
am. Creo que deberíamos hablar de esto cuando... bueno, si... en
fin—hizo un gesto con la mano entre ellos.
—Por
supuesto—respondió con una sonrisa, divertido por su nerviosismo.
Cuando dejaron el restaurante, Peter esperaba que regresaran a Beacon
Hills, pero en lugar de eso Stiles tenía otra sorpresa para él.
—Estás
de broma.
—No
disimules, sé que te encanta.
—¿Cómo
demonios-? Si se lo dices a alguien-
—Ya,
ya, ahórrate las amenazas. ¿Entramos? No tardará en empezar—Stiles
le tendió una mano y Peter la aceptó con un suspiro.
Entraron
en el teatro donde representaban el musical Chicago.
Era uno de los placeres secretos de Peter y no tenía ni idea de cómo
Stiles se había enterado, pero no iba a echar a perder unas entradas
para uno de sus musicales favoritos. Esperaba que Stiles se aburriera
y comenzara a moverse inquieto en el asiento, pero en realidad estaba
disfrutando con el espectáculo, parecía fascinado por las mujeres
bailando y cantando con energía sobre cómo habían matado a sus
respectivas parejas. Permanecieron cogidos de la mano durante todo el
musical.
Al regresar a su apartamento, Peter estaba dispuesto a invitarle a un
café y a lo que surgiera, pero Stiles se despidió muy breve con un
beso en la mejilla. Era terriblemente frustrante, sobre todo cuando
ya estaba húmedo.
Ese
día también tenían planes. Bueno, Stiles
tenía planes para ellos de los que Peter no sabía nada, pero
primero tenían que acudir a una reunión de la manada. Ya habían
hablado la noche anterior mientras cenaban sobre si hacer el cortejo
público.
—¿Te
parecería bien que se lo dijéramos a la manada?—preguntó Stiles
algo nervioso.
—Es
tu decisión—respondió como si le fuera indiferente, aunque si
Stiles elegía no decírselo sentiría que se avergonzaba de ello.
—En
realidad es tu decisión,
tradicionalmente. Un alfa no puede ir diciendo por ahí que está
cortejando a un omega sin su permiso.
—Bueno,
tienes mi permiso. Pero no tienes por qué decírselo si no quieres.
Stiles sonrió y revolvió la comida en su plato con el tenedor.
—No
me importaría subirme a la azotea del instituto y gritarlo para que
lo supieran todos.
Peter no pudo evitar reír y sintió algo cálido en su pecho que no
sabía de dónde venía.
Así que al día siguiente se dirigió a la casa Hale sabiendo que
todos descubrirían lo del cortejo. No estaba nervioso, en absoluto,
solo algo impaciente y por eso había llegado antes de lo habitual.
Escuchó las voces de Scott y Stiles desde el interior de la casa. No
había duda de que estaban discutiendo a pesar de que aún no podía
entender lo que decían. Se acercó silenciosamente, solo lo
necesario para poder entender las palabras sin llegar a delatar su
presencia.
—...ves?
Te está manipulando, quiere utilizarte para alguno de sus planes—fue
lo primero que escuchó de Scott.
—Oh,
por dios, Scott. No seas paranoico. Peter solo quería que le dejara
embarazado, no tenía ninguna intención de emparejarse conmigo, eso
fue idea mía.
—Te
está comiendo la cabeza. ¡Es un psicópata! ¡Ha matado gente!
—¡Ya
basta! No voy a dejar que hables así de él. Yo también he matado
gente cuando he tenido que hacerlo para proteger a mi manada.
—Eso
es diferente-
—Tienes
razón, porque cuando él lo hizo ni siquiera estaba cuerdo mientras
que yo sí. ¿Qué esperas de un hombre que se ha pasado seis años
en coma tras haber sido quemado vivo y haber visto a toda su familia
morir, sintiéndolo más profundamente de lo que cualquier humano lo
sentiría? Y, sinceramente, aunque hubiera estado cuerdo en aquel
momento tampoco le culparía por lo que hizo. Vengó a su familia
como debía hacer, como haría yo si algo así le sucediera a mi
familia, como me gustaría que hicieras tú si un grupo de fanáticos
me quemara vivo. Aunque siendo tú probablemente les mandarías a
casa con una regañina.
—Stiles...
Tú no eres así—la voz de Scott sonaba herida y Peter tuvo que
contenerse para no reír a pesar del nudo en su garganta—. ¿No ves
que te está manipulando? Todo esto es culpa de Peter.
—¿Y
qué es exactamente «todo
esto»?
—¡Peter
me mordió!
—¡Y
deberías estarle agradecido! Podrías haber muerto de un ataque de
asma cualquier día y sin embargo te convertiste en el capitán del
equipo de lacrosse, conseguiste a la chica que no te habría mirado
ni dos veces de no ser por tus nuevos poderes, te volviste popular y
ahora tienes más amigos de los que has tenido en toda tu vida. ¿Qué
más quieres? Oh, pero espera que todavía hay más. De no ser por
Peter, Erica podría haber muerto ya de un ataque epiléptico y a
Isaac podría haberlo matado su padre. Y si quieres echarle la culpa
a alguien de todas esas muertes que hubo deberías echársela a Kate
Argent, tía de tu querida Allison. O, mejor aún, a Gerard Argent,
al que tú dejaste marchar después de que utilizara a Jackson para
matar personas inocentes, de que torturara a dos adolescentes y de
que me diera una paliza solo para mandarte una advertencia.
Sinceramente, Scott, no imaginas cuánto me alegro de que no seas tú
quien toma las decisiones en esta manada o esta casa acabaría
ardiendo de nuevo.
La conversación pareció terminar ahí. Escuchó los pasos de Stiles
acercándose a la puerta y se apartó un poco. Cuando el chico salió,
sus ojos estaban húmedos y su rostro rojo de ira. Se detuvo en seco
cuando lo vio y pudo ver cómo se derrumbaba por dentro. Extendió
una mano hacia él sin decir nada y Stiles le abrazó, enterrando el
rostro en su cuello.
—¿Te
importa si nos vamos a tu casa? No creo que pueda...—por su voz
parecía a punto de echarse a llorar.
—Shh.
Está bien. Vámonos.
Peter lo llevó hasta el jeep y le quitó las llaves para conducir él
porque Stiles no estaba en condiciones. Una vez en el apartamento se
olvidaron de cualquier plan y se tumbaron en el sofá para ver una
película. Stiles le abrazaba por detrás como la otra noche, pero
con más desesperación. Como si fuera algo precioso que estuviera a
punto de desaparecer. No le gustaba ver así a Stiles y mucho menos
por culpa de ese desagradecido que se hacía llamar su hermano. Peter
no pensaba justificar lo que había hecho tras despertar del coma y
había muchas cosas que lamentaba, una de ellas haber transformado a
Scott. No porque sintiera lástima por el chico, sino porque este era
incapaz de apreciar el don por lo que era y no se lo merecía.
Frunció
el ceño ante lo que estaba sintiendo. No se había sentido tan
protector con alguien desde antes
e incluso entonces solo unas pocas personas le preocupaban de verdad.
Estaba dispuesto a proteger a toda su manada, por supuesto, pero por
ser su manada, no porque realmente los quisiera. Muy pocos entraban
en esa categoría. Ahora solo estaba Stiles.
—Quiero
que dejes el cortejo—le dijo sin darse la vuelta para mirarle.
Stiles se tensó tras él y pudo oler de inmediato su miseria.
—De
acuerdo—respondió con apenas un hilo de voz.
—No
te estoy rechazando. Necesito tiempo para pensar mi respuesta, no
quiero tomar esta decisión a la ligera.
—Lo
entiendo—le dijo con algo de alivio, pero el miedo aún permanecía
ahí—. No quiero que aceptes solo porque quieres tener un bebé ni
que tengas que recurrir a un desconocido en el que no confíes así
que, aun si me dices que no, te daré ese hijo. Solo... solo quiero
ser parte de su vida de algún modo, aunque sea solo como parte de la
manada. ¿Quieres que me vaya?
—No,
quédate un rato.
No le dijo que no acudiría a ningún desconocido, que ya había
decidido que no tendría ese hijo si no era con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario