Título: Diferente
Fandom: Marvel RPF Pareja: Chris Pratt x Tom Holland
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, LGTB+
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 1
Resumen: Tom sabía que era diferente desde pequeño. Desde que prefería las muñecas a los coches, bailar ballet a jugar al baloncesto, disfrazarse de princesa a hacerlo de pirata.
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Tom
sabía que era diferente desde pequeño. Desde que prefería las
muñecas a los coches, bailar ballet a jugar al baloncesto,
disfrazarse de princesa a hacerlo de pirata. Sus padres lo aceptaron
porque tuvieron mucho tiempo para asimilarlo. No le pusieron pegas
cuando decidió llevar faldas y vestidos en casa (sabía que no podía
llevarlos fuera, nadie más lo entendería). Cuando comenzó a
actuar, estuvieron muy orgullosos de él. Porque era un «él»,
no un «ella». A Tom le
gustaban las cosas de chicas, los juguetes y la ropa, pero también
le gustaba ser un chico, nunca sintió la necesidad de ser una chica.
Estaba
estático cuando le aceptaron para el papel de Spider-man. No podía
creer que fuera a actuar junto a un actor tan increíble como Robert
Downey Jr. Y aquello resultó aún más increíble cuando le dijeron
que participaría con el resto de actores de los Vengadores y de
Guardianes de la Galaxia en Infinity World. Estaba viviendo un sueño,
no podía creerlo. Sabía que actuaba como un fanboy cada vez que se
acercaba a uno de ellos, pero no podía evitarlo. Tampoco parecían
odiarlo, le trataban como al niño del grupo aunque en realidad fuera
ya un adulto. Durante el rodaje, no se atrevía a ponerse su ropa
femenina, no quería que nadie lo descubriera y eso le hacía sentir
un poco mal, así que en parte fue un pequeño alivio cuando terminó
con el rodaje de sus escenas. Aún podía quedarse unos días más
hasta que el resto también terminara, pero ya no estarían
buscándolo para nada así que tenía algo más de libertad. A partir
de las nueve de la noche, después de cenar con el resto, se quitaba
la ropa de chico con la que se sentía disfrazado y se ponía su ropa
de chica.
Ese
día se puso un vestido de punto ajustado con rayas beis, naranjas y
negras, y un escote barco que dejaba al aire sus hombros y su
clavícula. Llevaba también unas medias negras que se pegaban a sus
piernas como el traje de Spider-man y las estilizaba aún más. No
usaba pelucas, le gustaba su pelo natural. Dio una vuelta frente al
espejo y sonrió deslumbrante.
—Tommy,
hey—llamaron a la puerta, pero no esperaron a que respondiera y
abrieron la puerta—. Algunos vamos a salir- Oh, wow.
Tom
se quedó pálido. Chris Pratt estaba frente a él, viéndole con su
vestido, viéndole vestido de chica. Era la primera persona aparte de
sus padres que lo veía de ese modo. No estaba preparado para esto,
no sabía cómo explicarlo.
—Y-yo,
esto, n-no- Esto no- yo...—estaba hiperventilando. Podía reconocer
un ataque de pánico cuando lo tenía, los había experimentado
alguna vez cuando había debutado en diferentes cosas.
—Está
bien, tranquilo. Tranquila. ¿Debería...? Bueno, lo primero, no te
preocupes, no pasa nada—Chris cerró la puerta tras de sí y se
acercó a Tom con las manos levantadas—. No voy a contarle esto a
nadie, ¿de acuerdo?
Tom
podía respirar mejor, parecía que Chris no se había espantado y no
iba a decírselo a nadie. Quizá estaba siendo ingenuo por creerlo,
pero en ese momento se aferraba a esa idea. Chris colocó la mano en
su brazo y lo llevó hasta el sofá de la caravana. Al menos lo
tocaba, no parecía sentir asco por él.
—Vale,
esto... No tienes que explicármelo si no quieres, por supuesto, es
tu vida, pero si quieres hablarlo estoy aquí. No voy a juzgarte ni
nada—le dijo con calma, acariciando su espalda en círculos para
tranquilizarlo—. Y si tan solo quieres que me vaya, basta con que
lo digas y haré como si esto nunca hubiera pasado.
Esa
era una reacción mucho mejor de la que espera. Quizá sí pudiera
confiar en él, quizá no fuera a tratarle como un bicho raro.
—Soy
travesti. Esa es la mejor definición que he encontrado. No tienes
que llamarme con términos femeninos, soy un chico y estoy bien con
eso; es solo que me gusta vestirme de chica y de pequeño me gustaban
los juguetes para niñas—le explicó con voz aún temblorosa.
—Ya
veo. Así que básicamente es solo la ropa.
—Sí.
Me gustan las cosas femeninas y a veces también me maquillo, pero
eso es todo.
—De
acuerdo. Creo que lo entiendo—musitó asintiendo con la cabeza—.
La verdad, te sienta increíble, estás muy...—se aclaró la
garganta y Tom pudo ver un leve rubor en sus mejillas—. Sexy, es la
mejor palabra, pero no quiero que te sientas incómodo. Tal vez
debería haber usado otra palabra.
—Está
bien, me halaga parecerte sexy. Mucho—sentía sus mejillas
calientes. Que un hombre como aquel lo viera sexy era casi
abrumador—. Gracias por no... juzgarme. Solamente mis padres saben
de esto, nunca se lo he contado a nadie más, no sabía cómo
reaccionarían.
—¿Sabes?
No creo que ninguno de nosotros tengamos problemas con ello, pero
contarlo es algo que solo tú puedes decidir, por supuesto.
—No
creo que esté preparado para ello, pero me alegra que tú lo sepas.
Una persona menos de la que tengo que ocultarlo—fue capaz de
sonreír con alivio. Tan solo veía aceptación en los ojos de Chris
y en su sonrisa.
—Te
propongo algo, tú eliges. Vienes con nosotros a tomar algo o puedo
pasar de los demás chicos esta noche y quedarme a ver una peli
contigo. ¿Qué te parece?
Su
primera idea, la más apropiada, sería cambiarse de ropa (dejar de
ser él mismo) e ir con los demás a tomar algo, pero esta vez sintió
que podía ser un poco egoísta.
—¿De
verdad te quedarías?—preguntó.
—¡Claro!
¿Qué quieres ver? Me apetece algo ligero de humor, ¿o un
clásico?—comentó cogiendo el portátil de la mesa.
Tom
sonrió y se dejó llevar por la activa personalidad de Chris.
Terminaron viendo una vieja película sentados juntos en el sofá.
Los
días pasaron y nadie se enteró de su secreto. Chris cumplió con su
palabra. De vez en cuando, algunas noches, Chris se pasaba por su
caravana, siempre llamando antes a la puerta, y pasaban la noche
viendo una película juntos. Fue natural cuando intercambiaron un
beso y ambos se sorprendieron por ello. No hablaron de ello, pero al
día siguiente compartieron otro beso durante la película, uno más
largo y profundo. No le pusieron nombre a lo que eran, pero aquellos
besos se repitieron y poco a poco fueron a más. A Chris le gustaban
sus vestidos y sus faldas, le encantaban sus piernas, y Tom se
alegraba de poder ser él mismo frente a él. Esto no se acabaría
cuando el rodaje terminara, ambos lo sabían. Encontrarían la forma
de que continuara. Por el momento, solo tenían que escoger la
película para esa noche.
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