Título: Lo quiero a él
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: Tahlruil Trabajo original: I What That One
Traducción: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 3 (1 de 3)
Resumen: Con el asentamiento de su clan amenazado por oscuras criaturas que se arrastran desde las oscuras grietas del océano, el pueblo de Peter necesita toda la ayuda que pueda obtener. La tribu guerrera de octarianos que posee un territorio cerca del suyo podría ser parte de la respuesta... pero Peter duda que su hermana sea capaz de asegurar la alianza sin su ayuda, mucho menos cuando considera a los octarianos inferiores a los sirénidos.
Peter los tiene en más estima que su hermana, pero no tenía intención de emparejarse con uno de ellos, no cuando estaba feliz por su cuenta y disfrutaba rechazando los candidatos que Talia le presentaba constantemente.
Y tiene la sensación de que nadie había previsto a Stiles, su (futura) pareja, y su forma de echar abajo los planes mejor trazados.
Capítulo 1
Las
alianzas son bestias complicadas en el mejor de los casos y, en
parte, Peter estaba absolutamente encantado de ver a Talia luchando
por forjar esta. Tras haberse atrevido a cuestionar si podría tener
éxito en vincular su clan a una tribu vecina de octarianos, su
querida hermana le había prohibido participar en las negociaciones
con el líder. Era algo ridículo por su parte, realmente. Después
de todo, no era él quien los llamaba salvajes sedientos de sangre e,
incluso si lo hiciera, no lo consideraría un insulto. Peter admiraba
su disposición a ir a la guerra para proteger a los suyos e incluso
una pequeña tribu de guerreros feroces era capaz de destruir todo un
asentamiento de sirénidos.
Con
más y más criaturas oscuras arrastrándose para salir del abismo de
una fosa cercana, su clan necesitaba ese tipo de agresividad de su
parte.
Era
por eso por lo que, por supuesto, intervendría para ayudar a Talia a
asegurar la alianza, en algún momento. Una vez que su sentido común
superara su orgullo y le pidiera que se uniera a ella en la mesa,
Peter estaría encantado de hacerlo. Ni siquiera le haría suplicar.
Mucho. Hasta que se diera por vencida, sin embargo, era mucho más
divertido verla esforzarse frente al severo líder de los octarianos.
A diferencia de él, Talia realmente creía que las otras especies
eran salvajes, toscas e inferiores.
«Ni
siquiera construyen refugios, Peter», le había dicho una vez
mientras descansaba sobre una cama de coral y seda marina. «Tampoco
se visten ni crean joyas, ni arte, ni música; no saben más que de
guerra».
Mirando
a los visitantes desde su alcoba favorita (una escondida en su mayor
parte en las sombras de la que pocos se percataban), Peter se
encontraba en total desacuerdo. Tal vez los adornos que llevaban los
octarianos parecían a primera vista más toscos que los ornamentos
relucientes que su gente elaboraba, pero, sin embargo, allí había
arte. La mayoría de las piezas probablemente estaban hechas de hueso
en lugar de corales y conchas, pero estaban de igual modo hábilmente
talladas en interesantes formas; Peter ansiaba hacerse con el collar
que el líder llevaba para poder examinarlo más de cerca. Muchos de
sus visitantes llevaban púas y espinas de vivos colores de peces
tropicales tejidas en sus cabellos y si no sentían la necesidad de
esconder sus cuerpos tras inútiles retales de fruslería, Peter no
veía nada de malo en ello.
Estaba
absolutamente fascinado por los símbolos que los octarianos se
habían tatuado en la piel de sus mitades humanas. Estaba seguro de
que había historias tras esos tatuajes. La mayor parte de la tinta
era negra, de un azul intenso o de un rojo vivo; solo unos pocos
miembros tenían verdes esmeralda, rosas vibrantes o naranjas
impactantes. Los miembros mayores eran los más decorados; el hombre
con el que estaba lidiando Talia estaba casi cubierto por completo de
la cintura hasta el cuello. Quizás los obtenían cuando se
convertían en guerreros o cazadores consumados, o podían ser un
derecho de paso... Peter ansiaba saber. Odiaba cuando el conocimiento
se le escapaba y sabía que su hermana no haría preguntas sobre los
tatuajes, no cuando eran tanto escandalosos como indecentes en la
mente de la mayoría de los sirénidos en su clan.
Peter
no podía esperar a que su determinación se rompiera para poder ser
presentado formalmente ante los octarianos. Tenía tantas preguntas
que necesitaban respuesta una vez que su alianza estuviera asegurada.
Concentrado
atentamente en la discusión que se desarrollaba frente a él, Peter
había estado ignorando en gran parte su entorno... así que no era
de extrañar, en serio, que un ligero toque a la cara interna de su
muñeca izquierda lo tomara completamente por sorpresa. Su orgullo se
vería herido más tarde cuando recordara la forma en que se había
sobresaltado; nadie se le había acercado tan sigilosamente en años
y sin duda le iba a echar una buena reprimenda a quien le hubiera
tocado sin permiso.
Excepto
que cuando se giró para mirar al intruso se encontró con unos
grandes ojos castaños desconocidos que casi parecían brillar. Al
mismo tiempo, el toque en su muñeca se volvió más firme; no, no
más firme, algo estaba succionando su piel y no era capaz de bajar
la mirada a su brazo para ver qué estaba pasando. Eso significaría
apartar la mirada del hermoso rostro frente a él y Peter todavía no
estaba preparado para eso. Estaba demasiado interesado en admirar la
pálida piel, casi nacarada, que estaba marcada por pequeños anillos
rojizos que en un humano se habrían llamado lunares y, oh, eran
encantadores. Peter se encontró con ganas de pasar los dedos por
encima de ellos, quería trazar el modo en que desaparecían en el
corto y oscuro cabello y la forma en que se deslizaban por el lado
derecho del cuello del octariano.
Por
el momento, solo podía dejar que sus ojos siguieran ese camino,
ignorando la forma en que algo se envolvía alrededor de su muñeca
para crear varios puntos más de succión. El octariano que había
interrumpido su espionaje era probablemente más joven que él. Era
lo suficientemente mayor como para haber sido entintado, al menos; su
tatuaje era de un rojo vibrante, tan encantador contra la pálida
piel que Peter anhelaba recorrer cada centímetro con sus manos. No
es que hubiera mucho ya que los tatuajes del octariano se limitaban a
una manga de líneas que se arremolinaban en su antebrazo izquierdo y
una pieza que rodeaba su hombro derecho extendiéndose para adornar
su clavícula con algunas delicadas líneas curvándose en el hueco
de su garganta.
Olvídate
de sus manos, Peter quería su boca en esos hermosos adornos.
Dejando
que sus ojos descendieran más, se encontró igual de fascinado por
las muchas piernas que poseía su nueva obsesión. Su mitad pulpo era
lo opuesto a su mitad humana; la mayor parte era del mismo rojo
intenso que esas deliciosas marcas en su cara y torso. Salpicando la
piel (que Peter creía que se sentiría como el terciopelo que los
humanos ricos llevaban) había anillos de color blanco perlado,
algunos de ellos solo lo bastante grandes como para ser vistos,
mientras que otros eran tan grandes como su puño.
Cuando
dejó que sus ojos recorrieran la longitud de un tentáculo, Peter
procesó por completo el hecho de que uno de los apéndices estaba
enroscado alrededor de su muñeca. Sintió sus cejas levantarse al
darse cuenta, antes de ceder a su curiosidad y torcer su mano lo
suficiente como para acariciar la extremidad que lo mantenía
cautivo. Tal como lo había imaginado, la superficie era
aterciopelada al tacto, con un músculo firme debajo y solo un atisbo
de viscosidad; no era para nada desagradable y, por la forma en que
el octariano se estremecía al tocarlo, el otro hombre sentía lo
mismo.
—¿Y
a quién tenemos aquí?—preguntó Peter canturreando cuando el
octariano se despegó para soltar su agarre. Al mirar hacia abajo,
había un anillo de vívidos círculos rojos que incluso podían
dejar un moretón rodeando toda su muñeca. Se veían bastante
chillones, casi obscenos en su piel, y dejaron a Peter con la extraña
sensación de que de alguna manera había sido reclamado. Arqueó una
ceja cuando se encontró con los ojos del octariano de nuevo y se
deleitó con la forma en que un rubor rojo comenzó a extenderse por
su cara—. Cariño, si querías marcarme todo lo que tenías que
hacer era pedirlo—añadió mientras se acercaba un poco más.
Talia
estaría furiosa con él, tanto por poner en peligro la alianza como
por «rebajarse» al flirtear con un octariano. A Peter no le
importaba, el otro hombre era hermoso y Peter lo quería.
—Hola—respiró
el octariano, retrocediendo un poco ante el avance de Peter. Sin
embargo, dos de sus ocho tentáculos seguían deslizándose hacia
Peter y contrayéndose; probablemente un intento abortado de
agarrarlo, por lo que estaba bastante seguro de que sus avances no
eran del todo no deseados—. Hey. Quiero decir, hola. Ya dije eso.
Yo... No pretendía agarrarte, lo siento, solo te vi aquí mientras
estaba explorando- no, no explorando porque esta es tu casa y eso
sería muy grosero, estar, ya sabes, husmeando. Así que no lo
estaba. Explorando. Estaba... ¿perdido? Sí. Estaba perdido. Y luego
te vi y tu cola es realmente preciosa, así que quizás me distraje
un poco y entonces, antes de darme cuenta, estaba aquí tocándote.
Hey.
—Hola—dijo
Peter, dedicándole una sonrisa que probablemente mostraba demasiados
de sus dientes afilados.
El
octariano creía que tenía una cola preciosa y Peter se enorgulleció
al pensarlo. Era un espécimen bastante atractivo y era muy
consciente de eso. Incluso con su personalidad (a la que mucha gente
que no era él le echaba gran parte de culpa), Talia respondía
constantemente a las solicitudes de otros sirénidos que querían
emparejarse con él. El azul eléctrico de sus ojos era el mismo que
el de su cola y sus marcas se asemejaban a las de un pez mandarín:
de color amarillo brillante cerca de su cintura y cambiando a un
naranja vívido según sus escamas descendían hacia sus aletas. Era
muy hermosa y pasaba una considerable cantidad de tiempo acicalando
sus escamas hasta que brillaban. Peter también se enorgullecía del
resto de su apariencia y, aunque la modestia era buena y todo eso,
también creía en ser sincero. Era deslumbrante y le alegraba que el
hermoso octariano se hubiera dado cuenta.
—Hey—Peter
reprimió una carcajada ante el nuevo saludo sin aliento; no quería
que el octariano pensara que se estaba burlando de él.
—Ahora
que nos hemos saludado varias veces, probemos algo nuevo. Puedes
llamarme Peter y si tienes tanta curiosidad por cómo vive mi gente,
estaría encantado de ofrecerte una visita guiada. Podemos comenzar
aquí y, si tú quieres, terminar en mi habitación—el octariano
emitió un sonido que no era del todo un grito, retrocediendo con más
fuerza de la que había usando antes. Se las arregló para chocar
contra una pared y mantuvo la espalda pegada contra ella, mirando a
Peter con esos preciosos ojos castaños.
—Eso.
Eso sería... No creo...—el octariano tragó saliva, atrayendo la
atención de Peter a su cuello; ya era bonito, pero la pálida y
esbelta longitud se vería incluso mejor decorada con las marcas de
mordisco de Peter—. Soy Stiles—dijo, sin llegar a retroceder
cuando Peter se acercó de nuevo. Sin querer acorralar a... Stiles
para que no se sintiera amenazado, Peter se detuvo a un brazo de
distancia. Fue difícil no sonreír cuando la punta de uno de los
tentáculos de Stiles comenzó a acariciarle ligeramente el costado,
moviéndose entre la piel y las escamas y haciendo que escalofríos
de puro placer descendieran por la columna de Peter—. No es... Mi
madre era de una tribu que vivía en diferentes aguas y el nombre que
me dio es... la mayoría no puede... así que Stiles está bien. Creo
que mi padre me mataría si aceptara ir a tu habitación, así que...
No es que quisiera ir incluso si no se enfadara; no es que no quiera,
exactamente, pero. ¿Siento haberte agarrado?
—No
te disculpes por eso—le dijo Peter con una sonrisa, levantando su
muñeca para que Stiles la inspeccionara—. Te ves bien en mí,
cariño.
Los
preciosos ojos de Stiles se movieron de los ojos de Peter a su muñeca
y viceversa varias veces, abriendo la boca un poco en una expresión
que Peter no podía interpretar.
—Sí—susurró
finalmente, sonando desarmado—. ¡Quiero decir! Uh. No debería
haber hecho eso. Probablemente—un segundo tentáculo se había
unido al primero en el lado opuesto de Peter y este se negaba a
atraer la atención a los suaves y exploratorios toques; se sentía
demasiado placentero. Sin embargo, eso le hizo querer más, le hizo
desear que Stiles envolviera todos esos tentáculos a su alrededor y
dejara marcas por toda su piel—. Mi padre seguramente se preguntará
dónde estoy. Probablemente debería... ir y unirme a las
negociaciones antes de que se den cuenta de que me escabullí. No iba
a hacer nada, solo quería observar—añadió apresuradamente,
quizás dándose cuenta de lo mal que podía parecer que un miembro
de un grupo diplomático se escabullera sin supervisión para
«explorar».
—Si
Talia dice algo, dile que respondo por ti—dijo Peter, encogiéndose
de hombros. Era un riesgo, pero uno que estaba dispuesto a correr si
le mantenía en buenos términos con Stiles. Si al mismo tiempo
cabreaba a su hermana, no era más que un extra—. Sin embargo, me
temo que no puedo ayudarte con tu padre.
—...Cierto.
Vale. Tengo que irme ahora.
—Por
supuesto.
—Quiero
decir, realmente tengo que irme.
—No
te estoy deteniendo—señaló Peter, rompiendo su regla y colocando
cuidadosamente los dedos de cada mano sobre los tentáculos que
estaban tocando sus costados. Le encantó la forma en que Stiles se
estremeció cuando deslizó los dedos hacia arriba, pero no intentó
sujetarlo cuando Stiles apartó los tentáculos—. Si tienes que
irte, cariño, no me atrevería a retenerte.
—Cierto.
Voy a, uhm. Irme, entonces—repitió Stiles, comenzando a abrirse
camino a lo largo de la pared, alejándose de Peter. Fiel a su
palabra, Peter se quedó donde estaba... pero probablemente no podía
ocultar el interés que sentía. Los ojos de Stiles nunca lo
abandonaron mientras se alejaba; el octariano llegó al extremo de
nadar por el pasillo hacia atrás para no tener que apartar la
mirada. Justo antes de doblar la esquina, Stiles hizo una pausa y
tragó saliva de nuevo—. ¿Podría, tal vez... si no estás
ocupado... quizás podría verte de nuevo? ¿Más tarde? Si mi padre,
ya sabes. No me mata. Seguramente aún no debería ir a tu
habitación, pero podrías quizás, uhm. Enseñarme el resto de las
cosas por aquí. Para no tener que explorar por mi cuenta.
—Me
encantaría, Stiles. ¿Qué te parece si vengo a buscarte por la
mañana? Te aseguro que el tiempo que pases conmigo será mucho más
agradable que cualquier entretenimiento sin sentido que hayan
preparado para tu grupo mañana.
—Estoy
seguro de que encontraré el tiempo que pase contigo muy
placentero—dijo Stiles antes de volver a ponerse de ese encantador
tono rojo—. Entonces... ¿entonces te veré mañana? Oh, ¿pero no
te meterás en problemas? Se supone que no debo deambular sin el
permiso de Talia.
—Deja
que yo me preocupe de Talia—respondió Peter, satisfecho de haber
encontrado a alguien dispuesto a utilizar el nombre de su hermana en
lugar de su título—. Tan solo espérame mañana por la mañana y
allí estaré.
—...Muy
bien. Entonces te veré mañana, Peter.
—Hasta
mañana.
—Cierto.
Adiós.
—Adiós
por ahora.
—Mmm.
Adiós—Stiles se detuvo de nuevo, agarrando con una mano humana el
borde de la entrada—...adiós.
Incluso
una vez que se apresuró a desaparecer de su vista, Peter se quedó
justo donde estaba, mirando hacia el pasillo con la mirada perdida.
Stiles era hermoso y había habido un destello de inteligencia en sus
ojos a pesar de la forma en que había balbuceado sin pensar. Si las
cosas iban bien durante la visita que había ofrecido, tal vez Peter
podría resolver el problema de la alianza de Talia y conseguirse una
encantadora pareja de un plumazo.
Sin
duda, era algo que valía la pena considerar. Talia odiaría la idea
y quién sabe cómo se lo tomaría la delegación de octarianos, por
no mencionar a la familia de Stiles, pero su hermana llevaba bastante
tiempo detrás de él para que se estableciera y eligiera una pareja,
por lo que apenas podía quejarse. Con suerte, su posición como la
mano izquierda de Talia sería suficiente para impresionar a la
familia de Stiles y obtener su permiso. Siempre y cuando el día
siguiente no terminara en completo desastre, realmente era una idea
con mucho mérito.
Si
lograba convencer a Stiles de ello, Peter sería capaz de poner sus
manos y su boca sobre él de la manera en que quería... y con un
poco de estímulo probablemente lograría que Stiles marcara a fondo
su piel. Mirando su muñeca izquierda, Peter sintió calor
enroscándose en su cuerpo ante el anillo de círculos rojos que
Stiles había dejado atrás. Realmente le sentaban bien y Peter no
podía esperar a conseguir más.
wwoooow , wooow, wooooow, otro de tentaculos..!!! wooooow me encantan de verdad, muero por cada historia y cada nueva historia supera mis espectativas de verdad cada nueva historia es mejor..!!! ♥♥♥♥♥♥♥
ResponderEliminarHola! Me encantó mucho esta historia, quería saber cuando vas a actualizar esta. Saludos! Me encantan toodas tus historias ❤
ResponderEliminarVas a continuarla?
EliminarSí voy a continuarlo, espero poder publicar el segundo capítulo a mediados de esta semana. La traducción ya está hecha, pero me falta corregirlo, espero tener tiempo.
EliminarGenial! Muchas gracias por lo que haces. Traducción para las personas que no podemos leer bien el ingles :3 jaja.
EliminarMe ha maravillado encontrar esta historia. Peter y Stiles son una de mis ship preferidas y encontrarlos junto con tentáculos colma las expectativas. Muchas gracias!
ResponderEliminarMe ha maravillado encontrar esta historia. Peter y Stiles son una de mis ship preferidas y encontrarlos junto con tentáculos colma las expectativas. Muchas gracias!
ResponderEliminarMe encanta
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