Título: ¿Quieres ser papá?
Fandom: NCIS (Navy, investigación criminal) Pareja: Leroy Jethro Gibbs x Anthony DiNozzo
Autor: KiraH69
Género: yaoi, slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, Mpreg (no omegaverso)
Capítulos: 3 (3 de 3) FIN
Resumen: Tony y Gibbs están en el sótano y una cosa lleva a la otra y acaban durmiendo juntos. Un mes después Tony comienza a encontrarse mal y acude a Abby para que le haga un análisis... ¡Imposible, está embarazado!
Capítulo 3
Era muy tarde, había preferido quedarse a terminar los
informes. El caso resultó ser uno de los difíciles y no quería tener que
revisarlo al día siguiente. Sí, había sido más duro de lo habitual. No le había
mencionado nada a Tony porque no quería tenerlo preocupado; aunque cuando vio
las luces de su casa apagadas, desearía haberlo hecho, se habría quedado
esperándole.
Subió las escaleras silenciosamente y se quitó la ropa antes
de entrar en la habitación para no despertarle. Se metió en la cama y Tony
gruñó su nombre. Gibbs se sintió aliviado, no podía irse a dormir de inmediato.
Se tumbó tras él y rodeó el redondo vientre con su brazo. Estaba desnudo, ya no
podía soportar la ropa en la cama. Estaba de siete meses y hasta sus pechos se
habían hinchado, aunque no hasta el tamaño de los de una mujer.
—Te quiero, Tony—le susurró al oído.
—Mmhm... ¿Todo bien?—preguntó adormilado ante la repentina
declaración.
—Sí, ahora sí.
Besó su hombro y su cuello, restregando el rostro contra los
suaves cabellos algo largos. El gran peso que sentía encima se desvanecía a
cada segundo con solo estar abrazado a él. Pero esa noche necesitaba más.
Acarició su cadera y su muslo y deslizó la mano entre sus piernas, masajeando
sus bolas.
—Nnh... Jethro, estoy durmiendo...—no era realmente una
queja.
—Sigue durmiendo.
Se entretuvo besando y lamiendo su cuello y su nuca.
Escuchando los dulces ronroneos de Tony se puso duro enseguida. Alcanzó el
lubricante en la mesilla y cubrió su erección, frotándola hasta que el líquido
se puso caliente.
—Uhh...—Tony gimió sin tan siquiera abrir los ojos cuando el
miembro se deslizó entre sus muslos.
—Shhh. Duerme.
Gibbs tenía sexo con él siempre que le apetecía, sin aceptar
sus negativas (que nunca eran demasiado tajantes), pero al menos, cuando Tony
estaba demasiado cansado o medio dormido, tenía la deferencia de no penetrarle
y usar solo la fricción entre sus muslos. Por supuesto que no había nada
comparable a estar dentro de él, pero aquello también era placentero.
Movió lentamente su verga mientras acariciaba con una mano
el redondo vientre. Tony le llevaba al límite cada vez apretaba los muslos por
acto reflejo, con el calor aumentando en su cuerpo. Se quedaba dormido a ratos
y soñaba que Gibbs le penetraba. Nunca llegó a despertar del todo y no habría
sabido distinguir la realidad del sueño. Lo único real para él era la
respiración de Gibbs en su nuca estremeciéndole.
—Je...th...—murmuraba apenas audible.
Gibbs le masturbó con suavidad hasta que se vino con un
largo gemido en su mano, apretando sus muslos. Su amante no necesitó mucho más
para correrse. Procuró no ser violento para no despertarlo y se corrió
presionando contra sus bolas. Tony gruñó al sentir la incómoda humedad. Después
de limpiarle a conciencia con una toalla y limpiarse a sí mismo, Gibbs se tumbó
de nuevo tras él acariciando su vientre, sin segundas intenciones esta vez.
—Te quiero y voy a cuidar de ti y de nuestro hijo por
siempre, te lo prometo—le susurró aun sin saber si le oía. Estaba seguro de que
Tony ya lo sabía, pero necesitaba decirlo. Y sabía que era cierto, sabía que
daría su vida por ellos. Había sido un día duro y no había dejado de pensar en
su amante y su hijo. Solo ahora, junto a ellos, olvidaba todo el horror que
había visto en aquel inusual caso y se sentía fresco y renovado.
—Buenos días—le saludó Tony mientras preparaba el desayuno
cuando bajó a la cocina algo más tarde de lo habitual—. Llegaste muy tarde,
¿verdad? ¿Fue un caso difícil?
—Buenos días—le dio un beso en la mejilla y acarició su
barriga—. Sí, uno de esos que dejan mal sabor de boca. Pero ya está cerrado.
—Bien, me alegro—no preguntó más, sabía que Gibbs no querría
hablar de ello. Sirvió el desayuno en la mesa de la cocina y se sentaron—.
Um... Jethro... ¿anoche tuvimos sexo mientras dormía o lo he soñado?
—No te penetré, solo usé tus muslos—respondió sin pestañear.
—Mgh... Eres un animal—murmuró Tony frunciendo el ceño,
aunque no le disgustaba tanto.
—A las nueve tenemos cita con la doctora—cambió de tema como
si nada.
—Oh. Por eso te has levantado más tarde, ya no me acordaba.
Sigo queriendo saber el sexo del bebé. Necesito empezar a pesar nombres y a
comprarle cosas antes de que ni me pueda levantar de la cama.
—¿Qué tiene que ver el sexo con comprarle cosas?—preguntó
extrañado.
—¿Tú qué crees? Casi todas las cosas de bebés son rosas y
azules. No puedo llenar la habitación de cosas azules y que luego sea una niña,
y tampoco puedo esperar a que nazca para comprarlo, no tendré tiempo ni
energía.
—Compra de ambas. ¿Por qué una niña tiene que tenerlo todo
rosa? ¿Sea niño o niña no puede tener de ambos colores?
—Ah... Bueno, sí... Hah, está bien, tú ganas—suspiró
derrotado.
Gibbs sonrió. Lo cierto es que no quería saberlo porque
sería aún más real y se preocuparía todavía más. Si era una niña comenzaría a
pensar en qué harían cuando comenzara a experimentar esas «cosas de chicas»,
cómo protegerla de los chicos, en qué haría cuando se fuera de casa o si
decidía unirse a la marina. Si era un niño tendría que pensar en cómo suplir la
figura femenina que faltaría en su familia, asegurarse de que se convertía en
un buen chico, con los valores que quería inculcarle como hombre, se preguntaba
si le molestaría que decidiera no ser marine. Era mejor no saberlo para no
empezar a preocuparse por esas cosas.
Se prepararon y visitaron a la doctora que les había
recomendado Ducky.
—Parece que todo va bien, como debería. Tienes un bebé muy
sano, Tony—le felicitó la amable mujer. Ambos se sentían cómodos con ella, no
mostraba ninguna clase de prejuicio—. ¿Seguís sin querer saber el sexo?
—Sí, Jethro es un cabezota. Pero quiero preguntarle otra
cosa, doctora.
—Adelante—respondió sonriendo, limpiando el gel de su
vientre.
—Um, verá... quería saber si... el sexo en este estado es
apropiado o no. ¿Podría causarle algún daño al bebé?—preguntó. Estaba algo
avergonzado de admitir que tenía sexo con Gibbs, o que al menos estaba
interesado en ello, pero necesitaba saberlo.
—No te preocupes, las relaciones sexuales no le causarán
ningún daño. De hecho, son incluso recomendables para estimular la circulación
sanguínea, aliviar las tensiones del embarazo y liberar endorfinas, lo que te
ayudará también con el estrés. Tan solo evita poner peso sobre tu vientre, por
lo demás no hay problema.
Tony miró hacia la pared opuesta, evitando ver la gran
sonrisa de Gibbs.
Gibbs llegó a casa con las bolsas de la compra. Se había
cogido vacaciones las dos últimas semanas del embarazo para ayudar a Tony. El
joven ya apenas se movía de la cama o el sofá, se pasaba el día exhausto, en un
cuerpo que no reconocía para nada como suyo. Pero Gibbs cuidaba bien de él, le
mimaba incluso demasiado. Nunca imaginó que sería tratado así por el que había
sido su jefe después de tantas collejas.
—¿Cómo te encuentras?—le preguntó después de dejar las
bolsas en la cocina.
—Me duelen las piernas y quiero que esto acabe ya—se quejó
medio adormilado, tumbado en el sofá con solo los calzoncillos puestos.
—Bueno, no puedo hacer nada para que acabe antes—besó su
frente, apartando los mechones revueltos de su rostro—, pero puedo darte un
masaje de pies, ¿te parece?
Tony respondió asintiendo con la cabeza, mirándole con una
expresión lastimera. Gibbs se sentó en el sofá, con las piernas de Tony sobre
su regazo. Comenzó a masajear sus pies hinchados, sonriendo al escuchar los
ronroneos de placer de su pareja. Su miembro palpitó. Tenía que aprovechar, la
semana siguiente estaba programada la cirugía para la cesárea (dar a luz de
forma natural no era seguro para un embarazo masculino) y pasaría un tiempo
antes de que pudieran volver a tener sexo.
Comenzó a subir sus manos lentamente, masajeando sus
piernas. Llegó al borde de los calzoncillos y deslizó las manos bajo ellos.
—Nnh... Jethro, ¿en serio? No sé cómo puedes tener ganas.
Estoy enorme y horrible—se tumbó de lado, intentando apartar las manos de
Gibbs.
—Estás más sexy que nunca. Me pongo duro solo pensando en
ti—le quitó los calzoncillos, sin encontrar mucha resistencia.
—Nunca pensé que fueras tan pervertido. ¡Y estoy cansado!
—Tranquilo, no tienes que moverte, yo haré el trabajo.
Y...—se inclinó sobre él y le susurró al oído—, si soy un pervertido es por tu
culpa, deja de seducirme.
Tony se ruborizó y gruñó. No estaba haciendo nada en absoluto,
ni siquiera pedía sexo (aunque si Gibbs no lo quisiera tan a menudo,
probablemente sí que lo estaría pidiendo), pero le hacía feliz sentirse deseado
a pesar de su condición.
—Oh... Me encanta esto. Estás tan húmedo y dilatado que ya
no tenemos que prepararte—le dijo mientras acariciaba con sus dedos la entrada.
—¡Uhn! ¡Cállate! Si vas a hacerlo, date prisa y hazlo
ya—intentó golpearle sin mucho éxito.
—Tan impaciente. Quédate quieto y déjame cuidar de ti.
Giró su rostro para darle un beso y Tony dejó de quejarse.
Acarició su vientre y siguió hasta sus pechos hinchados. Tony quiso negarse,
pero en ese momento Gibbs succionó su lengua y solo pudo gemir. Masajeó sus
sensibles pechos y sintió el líquido humedecer sus dedos nada más apretarlos.
—Están rebosando—se chupó los dedos y le ayudó a girar su
torso para tener mejor acceso a sus senos—. ¿No te duelen por estar tan llenos?
—Mm... Sí...—respondió sin mirarle. Sabía lo que pretendía y
jamás se lo habría pedido, pero no iba a detenerlo, le gustaba demasiado.
—Entonces te ayudaré—aunque lo habría hecho de todos modos.
Gibbs se inclinó sobre él. Lamió la rosada aureola y tomó el
duro pezón en su boca. Comenzó a succionar, estimulándolo con su lengua, con
cuidado de no morder. Ahora la leche tenía más cuerpo y un sabor dulce y
delicioso. Y Tony no dejaba de gemir, restregando los muslos entre sí. Su
cuerpo se estremecía y su miembro se puso duro rápidamente.
—Je-Jethro... métela...—le pidió, sintiéndose demasiado
vacío—. ¡Nnh! ¡No! ¡No pares!—suplicó cuando apartó los labios de su pecho.
—Shhh, ahora sigo, no te preocupes—acarició sus cabellos
para tranquilizarlo.
Se incorporó y separó sus nalgas con una mano. La entrada
brillaba húmeda. El último mes había estado lubricando y dilatando hasta que
parecía casi una vagina. Presionó su erección contra ella y lo penetró
lentamente. Tony seguía tumbado de lado, la mejor posición para su enorme
barriga, y se agarró al cojín intentando controlarse para no correrse. Todo su
cuerpo estaba demasiado sensible, pero especialmente aquella zona.
—Uhn... Perfecto, estoy completamente dentro. Está más
caliente que nunca, voy a fundirme dentro de ti.
—Sigue... sigue ahora...—le pidió, mostrando su pecho. No
solo sentía placer con ello, sino que sus pechos dolían mucho menos.
—Encantado.
Gibbs comenzó a succionar del otro pezón. Era una lástima
que tuviera que cederle aquella leche a su hijo cuando naciera. Se movía
lentamente en su interior mientras acariciaba su vientre con una mano. De
repente sintió una patada.
—Oh, mira, a él también le gusta—rió, frotando la barriga.
—Solo le estás molestando, termina ya—solo quería correrse,
se excitaba tan rápido como un adolescente.
—Como quieras, preciosa mamá.
Con una mano sobre su vientre y la otra sujetando su cadera,
Gibbs comenzó a embestirle con más fuerza. Aquel interior estaba tan caliente y
húmedo aun sin ser tan estrecho que le hacía perder la cabeza. Tenía que
controlarse, no quería hacerle daño, pero requería de todo su esfuerzo.
—Je... thro... N-nh... Uhn... Je...—quería abrazarse a él,
pero solo podía agarrarse al cojín.
Tony estaba temblando, podía sentir el placer por todo su
cuerpo, perdía por completo la cabeza. Sabía que echaría de menos esas
sensaciones. Eran tan intensas que se corrió sin tener que tocar su miembro y siguió
sumido en el orgasmo varios minutos, hasta que Gibbs se vino en su interior y
al fin se detuvo. Estaba agotado, apenas era capaz de respirar y la casa a su
alrededor parecía haberse difuminado, lo único claro eran las sensaciones que
experimentaba su cuerpo.
—Te quiero Tony, me estás haciendo muy feliz—le susurró con
un beso en la mejilla.
El joven esperaba que aquellas declaraciones de amor tras el
sexo no terminaran cuando diera a luz, conseguían que su corazón saltara como
loco.
—¿Cómo te encuentras, Tony?—le preguntó la doctora frente a
él.
—Bien, un poco... adormilado—respondió, apretando la mano de
Gibbs, de pie a su lado.
—Es normal, no te preocupes si te duermes. Pero tu
acompañante no parece estar tan bien.
—¿Eh?—Tony miró hacia arriba y vio el rostro serio de Gibbs
que parecía mirar al vacío.
—Está pálido como la leche. ¿Te encuentras bien, Jethro?—le
preguntó la mujer.
Gibbs no respondió, tan solo asintió en un gesto tenso con
la cabeza.
—No, por dios, Jethro, no puede ser—Tony estaba
estupefacto—. Trabajas todos los días en casos de asesinatos, alguno de lo más
horrible, y has visto a Ducky hacer autopsias, no puedes ponerte malo con una
cesárea.
—No me afectaría si no fueras tú el que está en la
mesa—respondió casi robóticamente.
—Oh, eso es tan tierno, pero, por favor, no te desmayes—ya
tenía suficiente preocupándose de sí mismo como para tener que preocuparse por
él.
—Por supuesto que no—tragó saliva. Pensar que estaban
abriendo a Tony en aquella mesa de operaciones e iban a sacar a su hijo de su
interior era demasiado para él, no tenía nada que ver con ver cadáveres o una
autopsia.
—Es tan linda. Mira qué naricilla. Y tiene tus ojos—Tony
sonreía, recorriendo las facciones del bebé con un dedo.
—Se parece a ti—Gibbs estaba sentado a su lado, con una mano
sobre su hombro y la otra tomando la mano del bebé—. Voy a tener que esforzarme
mucho con los chicos.
—Ambos lo haremos. Pero tenemos otras preocupaciones más
urgentes.
—¿Como cuál?
—Como darle un nombre.
—Cualquiera le sentará bien, tenemos tiempo.
—Hah... Pues nada, seguirá siendo ella.
Tony se sorprendió cuando Gibbs le dio un inesperado beso en
los labios.
—Me has hecho el hombre más feliz del mundo, te quiero.
Se ruborizó, era la primera vez que hacía una declaración
semejante sin que hubiera sexo de por medio.
—¡Hm! Me sorprende que sigas queriéndome sin la barriga.
¿Vas a seguir queriendo acostarte conmigo aunque no esté embarazado?
Gibbs se puso a reír y rodeó sus hombros con el brazo.
—Por supuesto que te sigo queriendo, siempre. Y seguiremos
teniendo sexo, te lo aseguro, cada día si puedo. Respecto a la barriga...
Bueno, eso podremos arreglarlo pronto.
—¡¿Qué?!—exclamó con ojos desorbitados.
—Quiero una gran familia, un montón de niños correteando por
la casa y tú a mi lado. ¿No suena bien?
—Ah... es...—lo cierto es que no sonaba nada mal, pero—...
¿Y tengo que tenerlos yo todos?
—Por supuesto, estás increíblemente hermoso con esa preciosa
barriga y completamente a mi merced—le besó de nuevo y besó la frente de la
pequeña criatura en sus brazos.
FIN
Amo esta pareja.😍
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