Título: Eat Me, Drink Me
Fandom: Mentes Criminales (+Hannibal, +TWD)
Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid & otras
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, acción
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Descripciones de escenarios, Violencia
Capítulos: 4 (4 de 4) FIN
Resumen: Hotch adora la melena de Reid y cuando este aparece un día con el pelo corto, Hotch tiene que controlar su desagrado. Mientras, el equipo recibe un caso desde Texas, un asesino en serie que deja los cadáveres mutilados y en posiciones inusuales.
Capítulo 4
El martes, Hotch estaba
en su oficina desde primera hora, mucho antes de que cualquier otro hubiera
llegado. Cuando sus compañeros comenzaron a aparecer, ya tenía el informe sobre
el secuestro casi terminado, solo faltaba un asunto. Envió un mensaje con el
móvil: «Cuando llegues, ven a mi despacho». Aunque sabía que ya estaba allí y
era más fácil salir y decírselo desde la barandilla como solía hacer, pero esta
vez no quería los ojos de su equipo sobre él.
Reid subió de inmediato y
llamó antes de entrar. Hotch se percató nada más levantar la mirada del foulard
marrón que llevaba alrededor del cuello. Tragó saliva. La marca debía de ser
aún más intensa que ayer.
—Siéntate, por favor—le
dijo, apartando la mirada—. Estoy terminando el informe, pero antes de
llevárselo a Strauss quiero preguntártelo una vez más. ¿Estás seguro de que no
quieres que mencione el incidente con Daryl Dixon?
—Si tiene que aparecer en
el informe, adelante, pero yo preferiría omitirlo.
—¿Puedo saber por qué?
Ese hombre te agredió—no pudo evitar volver a mirar y esta vez vislumbró unas
marcas asomando por la parte superior del foulard.
—Daryl Dixon ha sufrido
abusos desde que era un niño, probablemente desde que tiene memoria. El hombre
que es ahora es el hombre que su hermano quiso que fuera, le ha sometido y
utilizado durante toda su vida. Ahora su hermano ha muerto y él se encontrará
perdido, sin saber lo que debe hacer con su vida. Le costará mucho encontrar
una nueva meta que no sea seguir a su hermano. No quiero complicárselo más, su
hermano ya se lo ha puesto bastante difícil con el secuestro. Además, gracias a
él salvamos a la niña. Unas marcas en el cuello son un precio muy bajo a pagar.
Hotch inspiró
profundamente. Tenía razón, podían concederle al menos esto.
—De acuerdo, no aparecerá
en el informe.
De nuevo se quedó mirando
su cuello. Realmente quería encerrar a ese tipo de por vida, pero aún más
quería tocar aquellas marcas, suavemente con la punta de sus dedos, y besarlas
hasta que desaparecieran. Reid llevó la mano al foulard y lo soltó lentamente
al tiempo que se levantaba. Solo entonces Hotch se percató de que se había
quedado mirándolo fijamente.
El joven dejó el foulard
en la mesa y la rodeó. Hotch echó la silla hacia atrás en un ridículo intento
de alejarse. Reid se sentó al borde de la mesa.
—Las marcas durarán unos
días. Aún duele un poco, pero eso se pasará probablemente mañana—le dijo,
apartando el cuello de la camisa.
—Quería matarlo. Un
segundo más y tal vez lo habría hecho.
—Lo sé. Lo vi en tu
rostro—se humedeció los labios y agachó la mirada—. Sé que dije que no
tendríamos que volver a hablar del tema, pero no puedo evitarlo cuando pienso
que tal vez sí que sientas algo por mí.
—Reid, eso...
—Ni siquiera puedes dejar
de mirar mi cuello—señaló antes de que se lo negara.
—Lo siento—respondió,
agachando la cabeza.
—No quiero que te
disculpes, quiero que me digas por qué no podemos siquiera intentarlo. Y más
vale que sea una buena excusa porque no voy a rendirme tan fácilmente con la
persona que he querido durante tanto tiempo.
Vio la tensión en la
mandíbula de Hotch, sus manos aferrándose con fuerza a los reposabrazos de la
silla. Finalmente le miró a los ojos.
—Si los de arriba se
enteran de que tenemos una relación, probablemente afectará a nuestras
carreras. Ambos podríamos ser trasladados o incluso despedidos. Pero lo más
importante es que podría afectar al rendimiento y desempeño del equipo, y no
podemos permitir eso.
Reid soltó una risa
cansada, casi como un resoplido.
—Debí imaginar que
pondrías el trabajo por encima de tu propia felicidad y de mí—se levantó de la
mesa y se dio la vuelta.
—Eso no es...
Sí, lo estaba haciendo,
siempre le daba prioridad al trabajo sobre todo lo demás. Tras el divorcio con
su esposa, se había prometido no hacerlo de nuevo y, ahí estaba, repitiendo los
mismos errores.
—Está bien, lo
entiendo—tomó el foulard y se lo colocó al cuello—. Eres así y es algo que me
gusta de ti. Sería ridículo intentar cambiarlo aunque ahora sea doloroso para
mí. Pero yo no puedo hacer lo mismo. Mañana le presentaré mi renuncia a
Strauss.
—¡¿Qué?!—Hotch se levantó
bruscamente de su silla—. ¿Por qué vas a hacer eso?
—Creo que mi desempeño
podría verse afectado por mis sentimientos.
—Has estado enamorado de
mí desde que nos conocimos, ¿por qué iba a afectarte ahora?—al decirlo en voz
alta se dio cuenta de lo ridículo que resultaba preguntarlo.
—Porque ahora sé que me
correspondes, pero no podemos estar juntos por culpa del trabajo—respondió con
una expresión y un tono tan tranquilo que no encajaban con sus dolorosas
palabras—. Ahora solo puedo pensar en eso y temo que pueda llevarme a cometer
algún error, y no podemos permitírnoslo en este trabajo.
—¡No, Reid!—cruzó el
despacho con tres grandes zancadas y le agarró del brazo antes de que saliera
por la puerta—. Tú eres importante para el equipo, te necesito, yo...
...te quiero, pero esas palabras no
podían salir de su boca, aunque Reid ya lo supiera, porque entonces sería real.
Y, antes de que pudiera reaccionar, los labios de Spencer estaban sobre los
suyos mientras se aferraba a la chaqueta de su traje. Unos labios carnosos y
suaves, un ligero sabor a café. Tomó su rostro con la otra mano y el beso se
hizo más intenso. Por un momento no pensó en nada, se dejó llevar, y supo cómo
debía continuar aquello. Supo que debía besarle hasta quedarse sin aliento y
seguir besándole por su cuello; supo que lo necesitaba desnudo y desnudarse él
también, y besar su cuerpo, y tumbarlo en el sofá y arrodillarse entre sus
piernas y entrar en él, fundirse con él. Pero, en lugar de todo eso, apartó a
Reid y dio un paso atrás.
—Lo siento, esto no es
correcto—¿Por qué demonios no era capaz de detener aquello? ¿Por qué parecía
que, hiciera lo que hiciera, todo se vendría abajo de todos modos?
—No te disculpes, ha sido
culpa mía.
Salió del despacho y
cerró la puerta tras de sí. Aún podía sentir los labios de Hotch sobre los
suyos, la gran mano en su rostro. Su cuerpo temblaba casi visiblemente, sentía
calor en sus mejillas y quería llorar. No podía creer que pudiera sentirse tan
feliz y desgraciado al mismo tiempo. Había conseguido besar a la persona que
amaba, pero era probable que no volviera a repetirlo nunca. Era probable que en
unos días ya ni trabajaran juntos. Pero no podía permitirse mostrar esos
sentimientos en el trabajo. Fue a la máquina a por un café mientras se
recomponía. Cuando regresó a la oficina, intentó fingir que nada había pasado.
—¿Ya te has arreglado con
Hotch?—le preguntó Prentiss nada más verlo.
—¿Disculpa?—frunció el
ceño confuso.
—Os hemos visto
besándoos. ¿Ya habéis hecho las paces?—preguntó Jennifer sonriente.
—¿Se puede saber desde
cuándo estáis juntos? ¿Y por qué soy el único que no se había
enterado?—intervino Morgan, algo molesto pero con media sonrisa.
—Porque ves a Reid como
un chico inocente y asexual.
Reid no sabía qué decir,
no entendía qué estaba pasando. ¿Sus amigos creían que tenía una relación con
Hotch?
—Am... Por qué... L-lo
siento, pero Hotch y yo no estamos juntos—respondió, rascándose la nuca
nervioso. Tal vez no eran tan buenos en su trabajo como pensaba.
—No lo niegues, os hemos
visto.
—Sí, pero... ese fue el
primero. Ni siquiera supo de mis sentimientos hasta el sábado—no quería hablar
de ello ni explicarlo justo en ese momento, no sabía si podría aguantarlo.
—¿En serio? Fue en el
caso de Chilton cuando comenzasteis a actuar extraño, creía que os habíais
peleado o algo así—comentó J. J.
Prentiss asintió con la
cabeza de acuerdo con ella.
—No, es... ¿De verdad
pensabais que estábamos juntos?
—Sí... Lo siento, es
que... Bueno, sé que te gusta desde hace mucho y está claro que a él también le
gustas. Parecía evidente que había algo entre vosotros—se explicó J. J.
Tal vez sí que eran
buenos y los idiotas eran ellos dos por ser los únicos en no darse cuenta de
sus sentimientos mutuos.
—No hay nada entre
nosotros—sintió una punzada de dolor en el pecho al decirlo—, y hemos decidido
que no lo habrá.
—¡¿Por qué?!—exclamó
Prentiss sorprendida.
—Hotch considera que
podría afectar al equipo, a nuestro trabajo. Yo tampoco quiero que eso suceda
así que mañana presentaré mi dimisión, dejaré la Unidad.
Se hizo un silencio en
ese momento y sus tres compañeros se miraron entre sí con expresiones
preocupadas.
—¿Vas a dejar la Unidad
para estar con Hotch?—preguntó J. J. algo confundida.
—No... Dejar la Unidad no
implica que vayamos a estar juntos.
—¡Eso es ridículo!—ahora
Morgan sí que parecía enfadado—. No puedes tener una relación con él porque
trabajáis juntos. Dejas la Unidad y aun así tampoco podéis estar juntos. ¡Eso
es absurdo! ¿Por qué vas a dejarnos si aun así no vas a estar con él?
—Creo que lo del trabajo
es solo una excusa, pero no puedo hacer nada al respecto y yo... no puedo
seguir trabajando con él en esta situación—tragó saliva, intentando contener
las lágrimas que amenazaban por salir—. Lo siento, si hubiera sabido que
afectaría al equipo, nunca habría intentado nada.
—Oh, Spence—Jennifer se
levantó de su silla y le abrazó, frotando su espalda—. No digas eso, te mereces
ser feliz, tenías que intentarlo.
Y ya no pudo resistir,
unas cuantas lágrimas se deslizaron silenciosas por su rostro.
Reid iba a dejar la Unidad,
no podía creerlo. Eso era precisamente lo que había estado intentando evitar
desde el principio. No quería perder a su compañero, a ninguno de ellos. Reid
era importante, era importante para el equipo, pero, sobre todo, era importante
para él, más que el trabajo. Esta idea aún se estaba formando en su cabeza
porque nunca había tenido necesidad de separar una cosa y la otra, Reid y el
trabajo siempre habían estado en la misma parcela de su vida. Ahora estaba a
punto de perder a Reid y el trabajo o su carrera ya no parecían tan
importantes.
Negar sus sentimientos ya
era absurdo después de los lascivos pensamientos que había tenido hacia el
chico durante ese breve beso. Y ahora que volvía a pensar en ello, ¿por qué no
le resultaba desagradable la idea de hacer el amor con un hombre, de tocarle y
besar todo su cuerpo, de entrar en él? Porque era Reid. Porque con Reid parecía
algo natural. Ni siquiera podía sentir vergüenza al pensar en ello.
Quería estar con él.
¿Y por qué iba a afectar
eso al equipo? No iba a tratarlo de forma diferente, no iba a preocuparse más
por él; ya trataba a todos como si fueran su familia, eran su familia, solo cambiaría su relación con Reid fuera del
trabajo. Si hacían las cosas de forma correcta y jugaban bien sus cartas, tal
vez incluso Reid podría permanecer en la Unidad y él podría seguir siendo el
jefe. Después de todo, despedir o degradar a cualquiera de los dos por mantener
una relación homosexual sería un gran escándalo para el FBI si saliera a la
luz.
Siguió dándole vueltas durante
toda la mañana, intentando centrarse en los informes que tenía que revisar.
Finalmente, poco antes de terminar el almuerzo, les envió un mensaje a sus
compañeros: «Reunión 5min». Y en cinco minutos todo el equipo, incluida García,
estaba esperando en la sala de reuniones.
—¿Sabéis si ha pasado
algo?—preguntó la analista, siendo la última en llegar antes que el jefe.
—Creo que tiene que ver
con Reid—respondió Prentiss.
—Oh, eso—García le miró,
cubriéndose la boca dramáticamente.
—¿Tú también?—el joven
frunció el ceño.
—No hace falta tener un
doctorado para darse cuenta, querido.
—No, resulta que ellos
no...—le dijo J. J. con un gesto cómplice.
—¿En serio?
Reid estaba seguro de que
habían estado hablando entre las tres del tema. Miró a Rossi, el único que no
había dicho nada. No estaba seguro de si él sabía algo o no, pero no les
preguntaba sobre qué estaban hablando así que tal vez sí que lo supiera.
¿Habría hablado Hotch ya con él? Después de todo eran amigos muy cercanos. O
quizás ni siquiera se imaginara que Hotch pudiera estar interesado en un
hombre.
Hotch apareció por fin,
con la misma expresión seria de siempre. De no ser porque no llevaba ni una
carpeta ni la tableta en las manos, podrían haber pensado que se trataba de un
caso.
—No estoy seguro de cómo
abordar este tema, pero tengo que hablaros de un asunto que puede-, que afecta
a la Unidad—anunció con tono solemne.
—Ya lo saben—interrumpió
Reid, sintiéndose algo incómodo por la seriedad del momento.
—¿Se lo has
dicho?—preguntó extrañado.
—No, ya lo sabían, o
creían saber cosas, al menos casi todos—miró de reojo a Rossi y este asintió
con la cabeza.
Hotch miró a sus
compañeros confundido.
—¿Qué se supone que
sabíais?
—Bueno...—comenzó J. J.—,
creíamos que estabais saliendo, desde hace tiempo en realidad.
—Ellas, yo no tenía ni
idea, os he visto besándoos en el despacho—añadió Morgan.
Hotch se dio cuenta
entonces de lo imprudente que había sido eso, aunque, para ser justos, Reid
había iniciado el beso.
—Yo sabía que no estabais
juntos—intervino Rossi—, pero sí estaba al tanto de los sentimientos que tenéis
el uno por el otro.
—¿Cómo es eso posible si
ni siquiera yo era consciente?—preguntó Hotch.
—Es nuestro
trabajo—sonrió su amigo.
Hotch suspiró derrotado.
En el fondo se sintió orgulloso de su equipo, aunque a veces sus habilidades
fueran en su contra.
—Está bien, supongo que
esto lo hará más fácil. Reid y yo no estamos saliendo, de hecho esto comenzó
durante el caso del Dr. Chilton. Os he reunido porque quería saber vuestra
opinión sobre que tengamos una relación, ya que esta podría afectar al equipo.
Reid arqueó las cejas.
¿Hotch le estaba pidiendo permiso a sus compañeros antes siquiera de pedirle
salir a él? Sonrió. Eso era propio de Hotch.
—¿En serio?—exclamó
Prentiss sorprendida—. Ya te hemos dicho que creíamos que ya estabais juntos
así que por mí no hay ningún problema.
—Opino lo mismo.
—Si me lo permite, jefe,
hacéis una pareja adorable—añadió García.
Las chicas ya habían
hablado y parecían casi entusiasmadas con la idea. Ahora le tocaba a Morgan,
que no había dejado de fruncir el ceño. Se levantó de la silla y miró fijamente
a Hotch.
—Si es lo que quiere
Reid, no me opondré, pero te estaré vigilando de cerca, no dejaré que le hagas
daño.
—Bombón, es Hotch, ¿quién
podría tratarle mejor?—García le tomó de la mano, intentando relajar la
tensión.
—Por eso lo permito. Pero
si le haces sufrir te daré una paliza—le amenazó muy seriamente.
Reid no pudo evitar reír
y se sintió feliz de tener un hermano mayor tan sobreprotector.
—Te tomo la
palabra—respondió Hotch igual de serio que su compañero—. ¿Rossi?
—¿En serio necesitas que
diga algo? ¿Cuánto tiempo llevo intentando que salgas con alguien? Además, ni
yo con mis habilidades de casamentero podría haberte encontrado a alguien más
apropiado que Reid. Jamás se quejará de que te pases días sin aparecer por casa
por culpa de un caso ni te pedirá anillos de diamantes. Y sé lo que te
preocupa, pero que fuera una mujer no haría las cosas más fáciles, todo lo
contrario. Strauss te sacaría de la Unidad sin el más mínimo pestañeo, mientras
que ahora tendrá que pensárselo dos veces si no quiere un escándalo.
—«El FBI discrimina a sus
agentes por su condición sexual», no sería un buen titular—añadió J. J. con un
guiño.
Reid se levantó de la
silla y miró directamente a Hotch.
—Ellos ya te han dado su
consentimiento, pero lo que ellos piensen al final no es relevante. Si tú no
quieres tener una relación conmigo, no necesitas ninguna excusa, basta con que
lo digas, no importa que a los demás les parezca bien. Yo ya me he hecho a la
idea y ya tengo algunas ofertas de trabajo, así que no te preocupes por mí.
—¿Ofertas de trabajo? ¿Es
que se va?—exclamó García en lo que intentaba ser un susurró.
—No, no se va a ninguna
parte—respondió Hotch tajante—. Reid, no estaría haciendo esto si no estuviera
seguro de que quiero una relación contigo. Y, teniendo la aprobación del equipo,
no necesito nada más.
Reid sintió sus mejillas
ruborizarse. Aquello era una declaración en toda regla (al estilo de Hotch), y
delante de sus compañeros. ¿Qué podía decir?
—E-estamos trabajando, no
es momento de hablar de esto—se dio la vuelta y salió como un rayo de la sala.
Se había comportado de
forma segura hasta ese momento, hasta le había hablado a su jefe como nunca
pensó que podría hacerlo. Pero, ahora que realmente era correspondido, todo su
cuerpo estaba temblando y sentía eso que llaman mariposas en el estómago. Era
absurdo haberse hecho el fuerte y ahora sentirse tan nervioso. Pero ahora era
real, iba a tener una relación con la persona que amaba. Sin duda sería
difícil, tendrían muchos obstáculos, no solo en el trabajo sino también en su
vida personal, pero le daba igual, se esforzaría por superarlos todos porque no
podía describir lo feliz que se sentía en ese momento.
Recibió alguna palmada en
el hombro y sonrisas cuando los demás regresaron a sus mesas, pero nadie volvió
a mencionar el tema. Cuando fue la hora de salir, Reid se alegró como nunca de
que no les hubiera llegado ningún caso. Esperó en su mesa mientras todos se
iban yendo. Esta vez, Morgan no le preguntó, como solía hacer, si quería que le
llevara. La oficina estaba completamente vacía, solo Hotch permanecía en su
despacho cuando Reid se levantó de su escritorio y subió las escaleras. Llamó a
la puerta y esperó a que respondiera para entrar. Cerró la puerta tras de sí.
—Reid—no pudo contener
una leve sonrisa—, pensé que te habrías ido ya a casa.
—Quería esperarte, pero
si no quieres...
—No, está bien—se
apresuró en decir—. Pero aún tengo trabajo para una media hora.
—¿Es urgente para
hoy?—llevó la mano al foulard y lo deslizó lentamente de su cuello.
—Bueno, no... Solo quería
terminar este informe...—estuvo a punto de hacer un rayón en el informe por
mirar fijamente el cuello de su compañero.
—Entonces podría esperar
a mañana—se acercó lentamente a la mesa, dejando el foulard casualmente sobre
ella.
—Sería mejor terminarlo
ahora. Pensé que Rossi había dicho que no te quejarías por mi trabajo.
—No depende la vida de
nadie de ese informe y no me estoy quejando, solo intento evitar que hagas
horas extras innecesarias. Estoy seguro de que ya las has hecho esta mañana
antes de que nadie más llegara—dio la vuelta a la mesa y se sentó en el borde
junto a él. Le había gustado esa posición y sentía que a Hotch también.
—Es mi trabajo—intentaba
no mirarle, no mirar aquella tentadora figura sobre su escritorio.
—No, tu trabajo terminó
hace más de media hora—le corrigió—. Entiendo que estés acostumbrado a quedarte
sin preocuparte de las horas extra, es normal centrarse en el trabajo cuando no
hay nada que nos espere fuera, pero ahora tienes cosas mejores en las que
gastar tu tiempo, ¿me equivoco?
—¿Ah, sí? ¿Cómo
cuáles?—se rindió, definitivamente Spencer no tenía intención de dejarle
seguir.
—Como... comprobar la
compatibilidad de nuestros cuerpos en ese sofá—señaló con la cabeza, sin poder
evitar que sus mejillas se ruborizaran al decirlo—, o en el escritorio si
prefieres.
Hotch sintió que su
entrepierna reaccionaba de inmediato y tragó saliva.
—¿Estás intentando
seducirme?
—Creo que «intentar» no
sería la palabra correcta, ya que lo he conseguido—sonrió algo confiado.
—Estamos en el trabajo.
—Estamos en la oficina,
el trabajo terminó hace media hora, y no hay absolutamente nadie, me he
asegurado de ello.
—No esperaba esto de
ti—se levantó de su silla y se puso frente a Spencer.
—¿No te gusta?—estaba
seguro de que sí, pero por un momento tuvo miedo de no ser lo que Aaron
deseaba.
—Está muy lejos de no gustarme—separó
sus piernas suavemente con las manos y se acercó hasta que sus cuerpos se
rozaron—. No haría esto con nadie más, pero tú eres demasiado tentador.
Necesito sacarme de la cabeza la imagen de ti tumbado en mi escritorio con la
que llevo fantaseando toda la tarde.
Reid se estremeció, no
estaba seguro de si por sus palabras o por las manos que comenzaban a ascender
por sus muslos.
—Entonces vamos a darle
un buen uso a las horas extra.
Rodeó sus hombros con los
brazos y reclamó un beso. Sintió que Aaron devoraba sus labios con ansia, un
beso intenso, como si llevara años sin besar. Spencer se quedó pronto sin
aliento, estaba tan poco acostumbrado a eso. Y entonces el beso se volvió más
lento pero más profundo. Aaron le rodeaba la cintura con sus brazos mientras su
lengua pedía permiso para entrar. Quizás no tuviera experiencia con hombres,
pero sus besos eran expertos. Spencer no pudo evitar gemir contra sus labios,
todo su cuerpo se estremecía con un simple beso. Aquella hábil lengua parecía
conocer los puntos más sensibles de su boca y Spencer solo podía dejarse
dominar en ese beso.
Y entonces ambos se
dieron cuenta de que tal vez aquello no era para ellos. Una sesión de sexo
rápido sobre el escritorio no serviría para satisfacer el deseo de explorarse
el uno al otro. Aaron se apartó de la mesa y dejó su chaqueta sobre el respaldo
de la silla. Spencer le siguió hasta el sofá y se sentó a horcajadas sobre él.
—Esto se siente mejor,
¿no crees?—le preguntó Aaron, quitándole la chaqueta de punto.
—Sí... como debería ser.
Quizás en otra ocasión
tumbara a ese precioso rubio en su mesa y le follara durante el descanso del
almuerzo mientras la oficina aún estuviera llena, sin embargo, hoy necesitaba
hacerlo con calma, conocer su cuerpo. Tal vez una cama sería aún mejor, pero no
podía esperar tanto.
Se besaron de nuevo, un
beso largo y a conciencia, mientras sus manos exploraban por encima de la
camisa del otro y sus cuerpos se balanceaban lentamente. Su temperatura
comenzaba a aumentar, solo querían deshacerse de toda la ropa cuanto antes.
Cuando Aaron succionó su lengua, Spencer sacudió las caderas, presionando contra
la erección de su compañero. Aaron gruñó, agarrando sus caderas, y el joven
sonrió. Sintió alivio al notarlo ya tan duro, tan excitado como él.
Aaron le agarró por los cabellos
y echó su cabeza hacia atrás. Besó su barbilla y su mandíbula, y siguió bajando
por su cuello mientras desabrochaba con su otra mano la camisa. Lamió las
marcas oscuras y las besó con suavidad, evitando hacerle daño. Quería dejarle
sus propias marcas, unas más apropiadas, pero no lo haría hasta que esas
desaparecieran. Le quitó la camisa y observó su delgado torso.
—Eres tan hermoso.
Spencer le miró
sorprendido, sintiendo el impulso de salir corriendo. Hannibal le había dicho
lo mismo, pero sus palabras no le habían afectado tanto. Sintió un intenso
calor en su rostro que se extendía hasta su cuello. Aaron le dedicó una
sonrisa, una expresión tan dulce que solo le había visto cuando hablaba con su
hijo. Su corazón latió con fuerza.
—Aaron...—aflojó su
corbata y desabrochó nerviosamente su camisa.
Él quería sentir también
su piel, ver su musculoso cuerpo, y Aaron le complació. Al fin estaban piel con
piel y era tan caliente. Se abrazaron por un momento, besándose lentamente.
Aaron recorrió su suave pecho casi sin vello con las manos y presionó los
pezones erectos con los pulgares.
—¡Nnh!—Spencer gimió,
rompiendo el beso.
—Eres sensible—susurró
Aaron, retorciendo con delicadeza las duras pepitas entre sus dedos.
Spencer movió sus
caderas, presionando contra él. Sentía el aliento de Aaron en su piel mientras
sus labios y su lengua descendían por su clavícula y su pecho. Era dulce e
intenso, se estremecía de pies a cabeza. Aún no podía creer que Aaron le
estuviera tocando y se sentía aún mejor que en sus fantasías.
—Daddy...—contuvo el
aliento en cuanto la palabra salió de sus labios—. L-lo siento...
¡Oh, no! ¡Oh, dios!
¿Realmente había dicho eso? ¡No, no, no!
¡Joder! No importaba que Hannibal le hubiera dicho que estaba bien,
definitivamente era extraño.
Intentó levantarse para
salir corriendo, pero Aaron le sujetó por las caderas, manteniéndolo inmóvil
sobre él.
—Está bien, tranquilo.
—Lo siento mucho, de
verdad, no volveré a hacerlo—se disculpó apresuradamente.
—No dirías eso si
supieras cómo ha reaccionado mi polla—le susurró Aaron al oído.
Tomó su mano y la llevó
hasta su paquete. Seguía duro, quizás incluso... ¿más? Y entonces se dio cuenta
de que estaba tocando a Aaron. Presionó los dedos contra el miembro y sintió su
forma a través de los pantalones.
—U-um... ¿Puedo...
chuparla?—el deseo que tenía de hacerlo superó con mucho a la vergüenza.
—Dios... sí, por favor—solo
pensar en esos labios sobre su polla...
Spencer sonrió. Le desabrochó
el pantalón y descendió hasta rozar con sus labios la tela de los calzoncillos.
Bajó la tela, liberando el miembro, y lo tomó entre sus manos. El intenso olor
masculino le abrumó por un momento, pero no dudó a la hora de lamerlo. El
extraño sabor salado y amargo le sorprendió; realmente no sabía qué esperar,
pero no le desagradó. Besó el glande y lo lamió, envolviéndolo con su boca. Era
la primera vez y sabía que estaba siendo algo torpe, pero puso todo su empeño
en hacerlo bien, en conseguir que disfrutara, en memorizar su forma con sus
manos y su boca.
Aaron se estremeció. Solo
verle en aquella posición, tan concentrado mientras se la chupaba, era
suficiente para conseguir que se corriera. Tenía que contenerse, no quería que
aquello acabara tan rápido. Le agarró de los cabellos intentando apartarlo,
pero en lugar de eso empujó el miembro más profundo en su garganta. Después de
tanto tiempo sin hacerlo, estaba más necesitado de lo que creía. Enredó sus
dedos en aquellos hermosos y sedosos cabellos que tanto adoraba mientras sentía
la lengua recorrer su verga.
—Spencer, puedo correrme
con tu boca si quieres, pero no podré seguir después—le advirtió.
Spencer se detuvo de
inmediato. Saborear su semen era una tentación, pero quería sentirlo dentro de
sí. Se incorporó y se desabrochó los pantalones.
—Ah, um... No tengo
condones, solo...—sacó un pequeño bote de loción de sus pantalones.
Aaron sonrió al pensar
que había ido preparado a su despacho.
—Estoy limpio y sé que tú
también. Si a ti no te importa, a mí tampoco. Estoy más preocupado por otra
cosa.
—¿Huh? ¿Por
qué?—preguntó, preocupándose él también.
—Bueno, nunca lo he hecho
con otro hombre. Conozco la teoría, pero tengo miedo de hacerte daño.
El corazón de Spencer
latió con fuerza, se sintió feliz de que se preocupara tanto por él. Le abrazó
y le dio un intenso beso, no sabía de qué otro modo expresarle lo que sentía.
—Confío en ti. Siempre—le
dijo con una sonrisa y dejó el bote en su mano.
Un largo beso después,
con sus lenguas acariciando los labios del otro, Aaron cambió sus posiciones.
Tumbó a Spencer sobre el sofá y le quitó los pantalones junto a la ropa
interior. ¡Wao! La imagen que tenía ante sí era maravillosa, aquel cuerpo era
espectacular. Tan pálido y delgado, de aspecto casi delicado. Deseaba besarlo y
tocarlo durante horas, tomarse todo el tiempo del mundo para explorar cada
milímetro de su cuerpo, y lo haría, aunque no era el momento ni el lugar.
Y le sorprendió que no le
molestara en absoluto ver su delgado miembro erecto y goteando sobre su
vientre. De hecho, lo tomó en su mano y lo frotó lentamente. Spencer levantó
las caderas embistiendo en su puño.
—¡Nnh! Aaron...
—Oír mi nombre en tus
labios es maravilloso, pero eso no es lo que quieres decir—Aaron le sonrió,
animándole a hacerlo.
—Um... Daddy... usa mi
culo, por favor—suplicó, y toda la vergüenza desapareció cuando vio la verga de
su jefe palpitar. Era cierto que le gustaba.
—Como quieras, mi
precioso genio—besó su rodilla y su muslo y vertió una gran cantidad de loción
en sus dedos.
Recubrió la entrada con
la loción y presionó hasta deslizar el primer dedo dentro. El joven gimió y
separó aún más las piernas. Apretó alrededor de su dedo, pero enseguida se
relajó. Tan estrecho y caliente, no podía esperar a sentirlo alrededor de su
miembro.
—¡Wah!—Spencer sintió su
cuerpo casi elevarse del sofá cuando Aaron presionó su próstata—. Daddy... no
puedo... voy a...
—Está bien, hazlo, mi
pequeño.
Y, tal vez más por sus
palabras que por las sensaciones en su trasero, Spencer se vino en ese momento,
salpicando todo su vientre y su pecho. Aaron siguió moviendo el dedo en su
interior y besando su muslo mientras pasaba su orgasmo. Su miembro goteaba solo
contemplando la sexy expresión en su rostro. Quería verlo cuando se corriera
con su verga dentro.
El cuerpo de Spencer se
quedó relajado, jadeando y con expresión somnolienta. Aaron acarició su rostro
y besó dulcemente sus labios entreabiertos.
—Podemos parar ahora si
quieres—le dijo, besando su caliente mejilla.
—¡N-no! Te quiero dentro,
daddy...—rodeó sus hombros con los brazos con una expresión suplicante.
—Está bien, mi lindo niño—acarició
sus cabellos y le dio otro beso antes de incorporarse.
Deslizó otro dedo dentro
de él y Spencer ronroneó como un gatito. Era adorable. Dolía un poco, pero
ansiaba ser llenado por él y, después del orgasmo, su cuerpo estaba más
relajado. Abrió los dedos en forma de tijera y el joven gimió.
—¿Te encuentras bien?—le
preguntó algo preocupado.
Spencer se sentía incapaz
de hablar, en su lugar solo asintió enérgicamente con la cabeza. Se encontraba
mejor que bien, estaba cerca de llegar al paraíso, física y emocionalmente.
Otro dedo más y Spencer levantó las piernas para darle más acceso. Su miembro
ya se estaba poniendo duro de nuevo.
—Daddy... por favor...
ya...
Aaron no esperó un
segundo antes de sacar los dedos de su interior, él tampoco podía resistir más.
Vertió lo que quedaba de loción sobre su miembro y se colocó entre las piernas
de Spencer.
—¿Estás preparado?
—Sí... ¡Sí!—extendió sus
brazos, acariciando con los dedos el vientre de Aaron.
Presionó la punta del
falo contra la húmeda entrada y atravesó la escasa resistencia que encontró.
Spencer se arqueó hermosamente en el sofá con un largo gemido hasta que Aaron tuvo
que detenerse cerca ya de la mitad. Tenía que respirar hondo y controlarse o se
correría antes siquiera de entrar del todo en él.
—Dios, Spencer... voy a
derretirme dentro de ti.
Pero Spencer ni siquiera
podía oírle, estaba completamente absorto en memorizar la forma de Aaron en su
interior, cada sensación que le provocaba, cada nervio que estimulaba. Quizás
aquello nunca se repitiera, había miles de motivos diferentes por los que
aquello podría no volver a suceder jamás, tenía que grabarlo a fuego en su
memoria para al menos poder repetirlo una y otra vez en su mente.
—Spencer... ¿Spencer,
estás conmigo?—le veía tan ausente que comenzaba a preocuparse.
El joven reaccionó cuando
sintió la amable mano en su mejilla. Spencer le miró a los ojos y sonrió.
—Aaron... te quiero...—le
dijo con un hilo de voz.
—Ngh...—Aaron no pudo
contenerse, lo penetró hasta el fondo de una estocada—. Yo también te quiero,
Spencer—. Besó su rostro y su cuello mientras le abrazaba, esforzándose por
mantenerse inmóvil para que el interior pudiera acostumbrarse a él—. He sido
tan idiota por no darme cuenta antes, por no aceptar lo que sentía.
—Tú no has sido... el
único...—jadeó Spencer, deslizando los dedos entre los cortos cabellos de su
compañero—. Me esforzaba tanto en no mirarte para que nadie se percatara de lo
que siento... que no me di cuenta de que tú me mirabas.
Aaron sonrió. Habían
tenido tanto miedo de tantas cosas que habían perdido demasiados años de
quererse el uno al otro. Ahora tenían que recuperar todo ese tiempo perdido. Se
incorporó y sostuvo las piernas de Spencer.
—Voy a moverme—le avisó,
esperando su consentimiento.
Spencer asintió ansioso.
Se aferró al sofá cuando sintió el miembro deslizándose fuera de él. Un intenso
gemido salió de su boca cuando Aaron volvió a sumergirse en él más rápido de lo
que pretendía.
—¡Nnh! Daddy... más...—movió sus caderas,
animándole a continuar.
Aaron le sujetó con
firmeza con ambas manos y comenzó a embestirle, olvidando todas sus
preocupaciones. Ahora estaba seguro de que lo que Spencer sentía no tenía nada
que ver con el dolor y quería satisfacerle. Ajustó su posición hasta que supo
por los gemidos del joven que frotaba su próstata cada vez que entraba y salía,
y entonces adquirió un ritmo rápido y constante. Spencer se estremecía y se
sacudía debajo de él. Era glorioso. Aaron supo sin lugar a duda que estaba
enamorado de él, de la hermosa expresión de éxtasis en su rostro, de su esbelto
y ansioso cuerpo, de su estrecho interior que lo devoraba con gula y de los
eróticos gemidos que vibraban por todo su cuerpo. Estaba enamorado de Spencer.
Ni siquiera necesitó
tocar su miembro, Spencer se vino de nuevo cuando sintió la simiente derramarse
en su interior con las últimas intensas embestidas de Aaron. Nunca se había
sentido de ese modo, su mente había dejado de funcionar, había dejado de
pensar. Era la mejor sensación del mundo, se sentía liberado, tan cerca de la
inconsciencia pero experimentando aún todas las sensaciones que Aaron le
ofrecía. Sintió cómo salía de él, cómo le limpiaba con una toalla y le tomaba
en sus brazos cubriéndolo con una manta. Esperarían a que se recuperara para
marcharse.
—Um... entonces...
ahora...—balbuceó Spencer, acomodándose sobre el pecho de Aaron en el estrecho
sofá.
—Puede resultar algo
difícil, pero quiero que intentemos tener una relación—susurró en su oído,
sintiendo los suaves cabellos acariciar su rostro.
—No me importa lo difícil
que sea—se dio la vuelta para mirarle a los ojos, aquellos profundos ojos
oscuros—, incluso si tengo que dejar la Unidad por el bien de todos, quiero
estar contigo.
—Spencer... mi hermoso
genio—le dio un profundo beso y le estrechó entre sus brazos.
No quería perderlo, ni
como amante ni como compañero, iba a utilizar todas sus cartas para mantenerlo
a su lado mientras fueran capaces de compatibilizar su relación y el buen
funcionamiento del equipo. Tendría que enfrentarse a Strauss y a muchos más,
pero saber que tenía el apoyo de todos sus compañeros le hacía estar más que
confiado. No iba a dejar ir a la persona que amaba cuando al fin se había dado
cuenta de sus sentimientos. Aún tenía muchos años que compensar.
«Tú eres a quien nunca debería
tomar, pero no puedo dormir hasta que te devore». Devour, Marilyn Manson.
FIN
Realmente espero que os haya gustado, es la primera historia que escribo sobre casos y también mi primer crossover. No será la última historia que escriba sobre Mentes Criminales, adoro a esta pareja y habrá mucho más de ellos, con y sin casos.
Nota: He preferido utilizar el término "daddy" en lugar de "papi" porque estoy acostumbrada a leer los fanfics en inglés y me suena mucho mejor.
Nota: He preferido utilizar el término "daddy" en lugar de "papi" porque estoy acostumbrada a leer los fanfics en inglés y me suena mucho mejor.
Me gustó mucho la historia, los casos estuvieron interesantes, las descripciones y diálogos son muy acordes.
ResponderEliminarMe gusta que no solo sea Lemon por ser Lemon, uno se queda inmerso en la historia.
Me hubiera gustado leer el más detallado el encuentro de Hannibal y Reid y quizá leer de cuando Hotch se diera cuenta.
Sigue así!