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Sexo, Muerte, Rock c6







Título: Sexo, Muerte, Rock
Categoría: Original
Género: Yaoi
Clasificación: +14 años
Advertencia: Lemon, Incesto, Violación
Capítulo: 6 de 14 Finalizado: No
Resumen: Sexo Muerte y Rock, las tres palabras que más le gustan al protagonista de esta historia
Un misterioso guitarrista llega a una nueva ciudad. Allí comienza a tocar en un bar de mala muerte donde se encuentra con joven muy inocente por el que empieza a sentir interes. Su jefe le manda hacer un trabajito especial que le dará problemas.

El rubio con los nervios retorciéndole el estomago, se dirigió a la trastienda habiéndose olvidado de sus amigos. Observó un momento a través de la puerta entreabierta la figura estilizada y oscura del guitarrista que limpiaba su guitarra acariciándola y hablándola dulcemente.

—Sarah, lo has hecho muy bien—susurraba sonriente.

—Am… etto… ¿puedo pasar?—preguntó el rubio dando unos toques a la puerta.

El pelinegro lo miró y sonrió aun más. El rubio entró, su respiración se aceleraba simplemente estando cerca de aquel hombre. Se quedó de pie a un metro de él observando como guardaba la guitarra delicadamente en su estuche.

— ¿Ha-hablas con tu guitarra?—preguntó el ojiaqua. Le pareció una pregunta estúpida pero no se le ocurrió otra cosa que decir.

—Sí—contestó secamente y se acercó al rubio—no tienes que estar tan nervioso, no te voy a morder, de momento.

Aquellas palabras junto con la sonrisa algo perversa del pelinegro hicieron que la respiración del pequeño se parase durante unos segundos. El guitarrista acarició los cabellos del ojiaqua disfrutando de aquella suavidad, después acarició su rostro, tan delicadamente que le hizo temblar. Luego bruscamente rodeó su cintura con un brazo atrayéndole hasta que sus cuerpos quedaron pegados.

— ¿Te gusto?—le preguntó acercando sus labios a los de él.

El rubio temblaba, sus mejillas ardían, le costaba controlar el enorme impulso de besar aquellos labios que por una razón desconocida ansiaba. Aquel cuerpo tan sublime pegado al suyo, haciéndole una pregunta cuya respuesta era obvia. La respiración del pelinegro también se aceleraba sutilmente y cada vez le costaba controlar más su propio cuerpo. Aquel ser angelical estaba consiguiendo con su sola presencia lo que nadie ni nada había conseguido antes ¿Por qué? ¿Qué le sucedía? ¿Qué tenía aquel chico de especial? Le apretó aun más contra su cuerpo, se veía tan frágil, tan tierno, tan vulnerable. Le besó, no podía resistirse más a aquellos labios temblorosos entreabiertos que le suplicaban atención. Los saboreó con ansia pero sin olvidar la delicadeza que un ángel como aquel necesitaba. El rubio estaba paralizado, era incapaz de reaccionar y tampoco quería, aquellos labios finos lo besaban con intensidad dejándolo sin respiración, su primer beso. Argón se apartó, ambos respiraron profundamente y se miraron a los ojos. Ryou observaba sin saber como reaccionar ante aquellos ojos que se habían vuelto de un rojo más intenso que antes. El pelinegro sonrió y se apartó del pequeño.

—Vete a casa, ya es muy tarde para que un ángel ande en la calle—le dijo dándole la espalda, volviendo a su guitarra.

El rubio algo confuso salió de la trastienda sin entender lo que había sucedido. Parecía un zombi colorado caminando hacia sus amigos con los ojos perdidos en el vacío.

—Ryou, ¿estás bien?—le preguntó Sora preocupado.

—Eh, ah, sí, bien—contestó aun en otro mundo.

—Cuatro monosílabos, eso no está bien—el pelirrojo le tomó la temperatura poniendo su frente contra la de él.

— ¡Nao! Estoy bien, ya te lo he dicho—contestó apartándose más colorado.

—Bueno, ya es muy tarde, es mejor que regresemos.

Los tres amigos regresaron a la casa del pelirrojo, los hermanos les habían dicho a sus padres que dormirían en su casa porque si les hubieran dicho que iban a ir a un local a esas horas no se lo hubieran permitido. Cuando Ryou le pidió aquello a su hermano, este se quedó sorprendido ya que a su hermano no le gustaba nada mentir y mucho menos a sus padres.
FLASH BACK

En la habitación de Sora están los dos hermanos.

— ¿Y cómo vamos a convencer a mamá y papá de que nos dejen salir?—preguntó Ryou llevándose una gominola a la boca.

—Eso va a ser imposible, si se lo pedimos no nos dejarán—contestó Sora pensativo con un regaliz en la boca.

—Sorin, porfa piensa algo, me gustaría mucho ir—le pidió con ojitos brillantes chupando el otro extremo del regaliz que el moreno tenía en la boca sin darse cuenta de lo incitante que resultaba aquello, sentado sobre sus piernas con los brazos rodeando su cuello.

El mayor lo tumbó debajo de él y tras un mordisco al regaliz dio repetidos besos en la mejilla del rubio bajando por su cuello mientras el otro reía.

—Sora, para, me haces cosquillas—sin darse cuenta del deseo del moreno, el pequeño pensaba que era solo un juego.

— ¿Tanto quieres ver de nuevo a ese guitarrista?—preguntó el ojimamba mordiendo un trozo del regaliz de la boca del rubio.

—Me gusta su música—contestó sonriente abrazándole.

Con el rostro en su cuello, el moreno suspiro resignado, era incapaz de resistirse a una petición del ojiaqua y menos aun si lo pedía de aquella forma.

—Vaaale, les diré que vamos a dormir a casa de Nao, pero me sorprende que quieras mentirles.

—No quiero, pero no queda de otra—contestó algo cabizbajo.

FIN FLASH BACK

~~~~~~~SEXO~~~MUERTE~~~ROCK~~~~~~~~~
— ¿Qué demonios me ocurre con ese ángel? He estado a punto de perder el control. No puede volverme a pasar pero no voy a dejarlo, ese dulce ángel tiene que ser mío.

— ¿Otra vez murmurando? Pareces que estés loco—el viejo dueño estaba a sus espaldas con una caja de botellas bacías en brazos.

—Cierre el pico viejo mugriento, no se meta en mis asuntos.

El hombre no se atrevió a contestar, aquel chico le daba miedo. El pelinegro salió del local y fue a su habitación en la pensión que había encontrado. Se acercó a la mujer que había en la recepción medio dormida.

— ¿Hay algo para mí?—le preguntó sobresaltándola, había sido tan sigiloso como un gato.—…Eh…sí, ha llegado un paquete.

Argón recogió el pequeño paquete y se fue a su habitación. Puso su portátil sobre la mesa y metió la memoria que había recibido en el paquete. Abrió la primera carpeta que contenía un archivo de audio. Apareció una imagen en la pantalla y comenzó a oírse una voz, la misma que tantas veces había escuchado en su móvil y en su ordenador.

“Hola Alfa, como siempre envío los datos de tu nuevo trabajo. Esta vez no será tan sencillo como el resto, no será fácil conseguir los documentos que te especifico en los archivos adjuntos. Tendrás que entrar en la casa y conseguir encontrarlos, probablemente estén en una caja fuerte y ya sé que tú no eres un James Bond, puedes hacerlo como quieras, y por supuesto después debes acabar con el hombre, la familia no me importa, haz lo que quieras con ellos. Procura disimularlo y recuerda que no debes dejar huellas, si te pillan es tu problema, no sé si podré sacarte la próxima vez, ya lo sabes. Te doy un mes para conseguirlo, espero que no me decepciones”

Se acabó la grabación. Argón examinó primero el documento que contenía los datos sobre los documentos que debía conseguir. Nada que a él le interesara. Después examinó los datos de la casa y por último la familia.

El objetivo: un hombre de mediana edad, cabello escaso y castaño y ojos azules, nada especial en su rostro, parecía un ejecutivo de lo más corriente salvo por los turbios asuntos que se escondían tras esa apariencia.

La esposa: una mujer de apariencia bastante más joven, de largos cabellos dorados y rizados y ojos verdes muy claros. Era bastante hermosa y no aparentaba su edad. Trabajaba como periodista en un periódico nacional, llevaba en él casi toda su vida.

Los hijos:

—¡¡¿Pero qué demonios?!!—Gritó el pelinegro saltando de la silla—menuda sorpresa, aunque…es posible que me sirva de ayuda—dijo pensativo observando la imagen del ordenador.

A la izquierda un joven de ojos verde esmeralda y cabellos ondulados y castaños. Debajo de él un nombre: Sora Bineko, la fecha de nacimiento, su altura, su peso, el grado que cursaba en el instituto y algún dato más de poca importancia. Junto a él otra imagen. Un chico de cabellos perfectamente rizados de un dorado más brillante que el de su madre casi platino con ojos aqua como el de las aguas tropicales; su rostro de suaves y delicadas facciones algo infantil pero luminoso por si mismo y bajo él un nombre: Ryou Bineko y los demás datos.

—Esto sí que es una casualidad, tengo que ser el asesino del padre de mi angelito.

Argón reía observando la encantadora imagen que le había aparecido a continuación, la familia al completo feliz divirtiéndose, una imagen de hace cinco años. Se quedó mirando a aquel rubio de diez años, creando su próximo plan.
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