NO DOY PERMISO para publicar ninguno de mis fanfics en ninguna plataforma.

La marca de Jeckyll c1

Título: La marca de Jeckyll
Categoría: Get Backers    Personajes: Akabane X Katsuki
Género: Romántico, Yaoi
Clasificación: +18 años
Advertencia: Lemon, violación, tortura.
Capítulo: 1 de 2 -'Encuentro en la Fortaleza Infinita'    Finalizado: No
Resumen: En su nueva misión el lindo Katsuki se queda solo en el entramado de la Fortaleza Infinita y se encuentra con el asesino Akabane, su compañero en la misión, quien esta deseoso de un poco de diversión.

— ¡Akabane-san! ¿Qué haces aquí? Creía que estabas con Ginji-san—Katsuki había estado a punto de chocar contra el Dr. Jeckyll mientras corría por el gran entramado de la Fortaleza Infinita.

—Este es un sitio muy grande, creo que me he perdido—le contestó Akabane con su enigmática sonrisa.

—Eso no es propio de ti—el de las cuerdas no tenía un buen presentimiento.

—Tienes razón, y dime, ¿tú no estás con ese tipo ciego que siempre anda tras de ti?—Akabane se acercaba poco a poco hacia el joven.

—Aparecieron unos enemigos y nos separamos—el moreno retrocedía ante aquella presencia. Sin saber porqué su corazón comenzaba a acelerarse—“¿Qué pretende hacerme este tipo? No creo que piense que soy rival para él”

—Vaya, parece que hoy es mi día de suerte, deseaba tener un poco de diversión y me encuentro con el joven más lindo y sin protección. Espero que me diviertas un rato Katsuki-kun—el pelinegro seguía acercándose hasta acorralarlo contra una pared.

— ¿Quieres pelear conmigo?, yo no estoy al nivel de Ginji-san—su respiración se había acelerado, ¿Cómo podía infundirle tanto temor aquel hombre?

—Yo no diría pelear, con un tipo tan hermoso como tú prefiero otra cosa—acarició su rostro con una mano enguantada y sonrió aun más—Desde que te vi la primera vez lo que más he deseado ha sido poder cortar esta hermosa piel, dejar mi marca en ella y pensé en matarte pero creo que sería una pena que murieras, sería mucho mejor si pudiera hacerlo una y otra vez cuando me apeteciera—lamió su mejilla haciendo estremecer al de las cuerdas.

— ¿Q-qué es lo que quieres hacer?—quería huir de allí, alejarse de aquel hombre, tenía que atarle con sus cuerdas para poder marcharse pero su cuerpo no le respondía, era incapaz de moverse.

—Dime, ¿ya has tenido sexo con ese compañero tuyo?—Akabane deslizaba una mano por debajo de la camiseta del moreno acariciándole con la punta de los dedos.

— ¿Qu-qué? ¿P-por qué iba a hacer eso? Es solo mi amigo—su respiración era agitada, temblando ante el contacto frío de aquel hombre.

—Um… ¿entonces me encuentro ante un virgen? Je, eso me agrada aun más—levantó el rostro de Katsuki y besó sus labios lamiéndolos, haciendo que abriera la boca para invadirla con su lengua.

El moreno no podía evitar gemir y corresponder inconscientemente ante aquel acto sorpresivo. Sin darse cuenta se aferró a los hombros del doctor para no caer al suelo ya que sus piernas le comenzaban a fallar.

—“¿Por qué no me niego? ¿Por qué dejo que me haga esto? Tengo que alejarme de él”—eran pensamientos que aparecían fugazmente por su mente y que se desvanecían con la misma rapidez.

Sintió un pequeño mordisco en sus labios y como Akabane succionaba la sangre.

—Katsuki-san, sabes realmente bien, estoy deseando probar más—le susurró al apartar sus labios.

—N-no puedes hacer esto…—el rostro del moreno estaba sonrojado y no se atrevía a mirarle a la cara.

— ¿No puedo? Tu cuerpo no me dice lo mismo—acarició los pezones endurecidos del moreno y deslizó una mano hasta sus pantalones.

— ¡N-NO!—Katsuki cogió uno de sus cascabeles e intentó alejar al pelinegro con las cuerdas en un movimiento desesperado y comenzó a correr cruzando multitud de puertas y al final cayó de rodillas en una habitación pequeña y mohosa. Su corazón latía a gran velocidad y su respiración estaba descontrolada—“¿Qué es esto? ¿Qué me ha pasado? He entrado en pánico, tenía que haber estado calmado y enfrentarme a él pero ¿Por qué no he podido? ¿Por qué me he comportado así?

— ¿Ya te has cansado de correr?

—Ah! Olvidaba que eras tan rápido—se levantó y comenzó a alejarse de nuevo de aquel hombre pero en aquella habitación no había más salida que la que él bloqueaba con su cuerpo.

—Je, has escogido un buen lugar, con esos cojines podremos estar un poco más cómodos—en un rincón de la habitación había un pequeño montón de cojines desgarrados y mugrientos.

— ¿De verdad estás pensando en hacer eso? ¿Por qué quieres hacer algo así conmigo? Soy un hombre y ni siquiera soy el más fuerte. Lo más lógico es que lo hicieras con Himiko-chan o Ginji-san—su voz era temblorosa y se pegaba tanto a la pared que iba a traspasarla.

— ¿Estás diciendo que vaya a violarles a ellos en lugar de a ti?—su sonrisa era cada vez más perversa y su mirada penetraba cada vez más en su cabeza.

—N-no, claro que no… es solo que no lo entiendo ¿Po-por qué?

— ¿Por qué? Bueno, hay varias razones, porque tienes un cuerpo lindo, porque tu rostro es más hermoso que el de una mujer, porque tienes unas habilidades interesantes y porque eres el primero al que he encontrado, además si lo intentara con Ginji-kun acabaría electrocutado—se había acercado de nuevo a él y rozaba su mejilla con la punta de la nariz—ah y se me olvidaba otra, porque tú también lo deseas.

— ¿Yo?

—Sí, ¿o es que acaso no estás excitado?—lamió su mejilla y bajó hasta su cuello comenzando a besarlo y morderlo sin mucha delicadeza— Ya te estás derritiendo en mis manos.

Jeckyll sacó uno de sus bisturís y cortó la camiseta por el medio dejando al moreno desnudo de cintura para arriba. Recorrió todo su pecho con la punta de los dedos causando escalofríos en el joven.

—Tu cuerpo es muy delicado, mucho más hermoso que el de cualquier mujer—lamió sus pezones y mordisqueó suavemente provocando gemidos incontrolables en el moreno.

—¡¡A-Akabane-sa-aaan!!—el pelinegro había hecho un fino y superficial corte en el pecho de Katsuki haciendo que sus piernas temblaran y cayera al suelo.

—Vaya, no creí que fueras tan sensible, esto va a ser más divertido de lo que esperaba—sonrió perversamente y lo miró fijamente desde arriba.

El Dr. Jeckyll desabrochó su abrigo y lo dejó en un rincón sobre un cajón roto junto con su sombrero. Se acercó de nuevo al joven y se agachó frente a él, levantando su mentón con la punta de los dedos, clavando la mirada en los brillantes ojos castaños.

—Estoy deseando ver la expresión de tu rostro cuando llegues al clímax.

Cogió al moreno y lo tumbó sobre los cojines. Lamió la sangre del corte que le había hecho y siguió bajando realizando pequeños cortes a su paso saboreando aquel jugo tan delicioso, deleitándose con los gemidos del sensible muchacho. Cuando llegó a la entrepierna cortó el pantalón y la ropa interior dejando al de las cuerdas completamente desnudo. Se apartó un poco y observó detenidamente cada marca que había hecho.

—Deja de mirarme así, eres un sádico—Katsuki se cubrió el rostro sonrojado con un brazo y se dio la vuelta para ocultar su erección creciente.

El Dr. Jeckyll lo agarró por las caderas y lo puso bocabajo. Retiró la coleta y comenzó a lamer y cortar su espalda tal y como lo había hecho en su pecho. Los cortes no eran profundos pero simplemente sentir aquel helado filo hacía que el cuerpo del moreno se estremeciera de algo que no sabría decir si era placer o dolor. Y la lengua de aquel hombre, tan cálida e intensa hacía que su mente se perdiera en el deseo que comenzaba a sentir. El pelinegro lo puso de rodillas pegando su pecho a la espalda del de las cuerdas haciéndole sentir también su erección contra su trasero. Llevó una mano hasta el miembro duro de su nuevo juguete y lo acarició despacio pero intensamente de arriba a bajo.

—Ah! Akabane-san…—el moreno era incapaz de crear una frase lógica, su mente estaba henchida de nuevas sensaciones que comenzaban a volverlo loco.

—Veo que estás disfrutando mucho, ¿escuchas tus gemidos? Son realmente lascivos. Y cómo se retuerce tu cuerpo ante mis caricias, es fantástico, tan sensible… y además yo soy el primero, me encanta saber que soy yo quien te está enseñando lo que es el placer—le susurraba al oído mientras torturaba su miembro apretándolo en los puntos exactos con aquellos finos dedos.

El moreno echó la cabeza hacia atrás dejándola caer sobre el hombro de Akabane, quien lo observó un momento para después lamer la saliva que caía por la comisura de sus labios muy abiertos en una mueca de placer y besarlo nuevamente.

“—Está siendo tan obediente mi pequeño rey de los volts. Creo que le daré algo más de placer antes de seguir torturándolo”—pensó para sí sonriente el doctor.

Masturbó a Katsuki sin dejar de hacer pequeños cortes en las cercanías de su miembro, disfrutando del rostro de placer y los gemidos que este le brindaba. El moreno se vino en la mano enguantada del pelinegro con un último gemido más fuerte que los anteriores. El doctor lo dejó tumbarse unos momentos sobre los cojines mientras lamía el semen de su mano.

—Aún no he acabado, todavía queda lo mejor—le susurró al oído haciendo que probara el semen de su mano metiéndole los dedos en la boca.

—KATSUKI-SAN!!!—la puerta se abrió estruendosamente dejando paso a un Jubei muy alterado—Katsuki, ¿estás bien?

—Vaya, que lástima, es muy descortés por tu parte interrumpir mi diversión de este modo—el Dr. Jeckyll se levantó y se puso el abrigo sabiendo que la diversión se había acabado por el momento.

—¡¡TÚ!! ¡¡MALDITO BASTARDO!! ¡¡¿QUÉ LE HAS HECHO A KATSUKI?!!—el ciego ya había sacado las agujas y estaba dispuesto a atacar.

—Jubei! Déjalo, este no es el momento, tenemos una misión—el moreno daba gracias porque no podía verlo en el estado en el que se encontraba.

—Pero este maldito-

—Jubei! Ahora no, tenemos que completar la misión, no es momento de pelear.

—Bueno, yo voy a buscar a los demás, ya nos veremos—sonrió por última vez al moreno y salió de aquella habitación colocándose el sombrero.

Jubei fue rápido junto al moreno quien se colocaba la ropa rota intentando que su amigo no notara lo que había sucedido allí.

—Katsuki, ¿Qué es lo que te ha hecho ese bastardo?—el ciego acariciaba el rostro y los brazos del moreno intentando comprobar como se encontraba.

—No te preocupes, estoy bien, no ha podido hacerme nada—intentaba disimular la excitación que aun lo dominaba.

—Perdóname Katsuki, yo no pude venir a protegerte antes, perdóname—el de las agujas estaba desesperado por haber dejado a su protegido en manos de aquel asesino.

—Tranquilo, estoy bien, estamos en una misión, no puedes protegerme todo el tiempo—le abrazó para intentar consolarle sin poder dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir en aquella habitación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario