Título: Entre dinosaurios
Fandom: Jurassic World Pareja: Owen Grady/Zach Mitchell
Autor: KiraH69
Género: Slash, Yaoi
Clasificación: +18 Advertencias: lemon
Capítulo 2 de 3
Resumen: Tras el desastre de Jurassic World, Isla Nublar está en manos de la ONU y Owen es el encargado de vigilarla. La ONU envía un dinólogo para que pueda ayudarle a cuidar de los dinosaurios.
No se habían alejado mucho de la costa cuando el bosque se abrió para descubrir un pequeño lago rodeado por un prado verde y allí estaba el bungaló. En realidad se trataba de una pequeña cabaña sobre una plataforma con un tráiler anexo, ambos cubiertos por paneles solares. Aparcó junto a él y apenas habían bajado se escuchó un revuelo proveniente del bosque más allá.
Su corazón se detuvo cuando un velociraptor salió de entre los árboles y corrió directo hacia ellos. No echó a correr, ese habría sido el peor error, pero no sabía si lo hacía porque su mente racional se lo decía o porque estaba completamente paralizado. Escuchó un chasquido y se dio cuenta de que Owen estaba tranquilo con una mano levantada hacia el animal. El velociraptor -Blue, con ese color solo podía ser Blue- se detuvo y emitió una serie de chillidos. Owen la saludó, pero Zach estaba demasiado conmocionado como para escuchar lo que decía. Blue levantó la cabeza por encima del hombro de Owen y observó a Zach. Esos ojos amarillos se fijaron en él y este sintió que se convertía en un conejo con una pata rota; solo tenía que esquivar a su entrenador y la velociraptora lo devoraría.
Owen chasqueó los dedos para llamar su atención y Zach reaccionó también. Ni siquiera se había percatado de las otras dos velociraptoras que habían salido del bosque. Una de ellas se colocó junto a Blue, un paso más atrás, mientras que la otra intentó rodear a Owen para dirigirse hacia el nuevo humano, pero Owen la detuvo. Una vez que las tres hermanas estuvieron en línea, Owen se relajó un poco (solo un poco porque nunca puedes relajarte demasiado frente a unos depredadores tan letales y, después de todo, salvajes).
—Zach, acércate a mí muy lentamente, pero mantente detrás de mí.
Zach lo miró boquiabierto, no podía creer que le estuviera pidiendo eso, pero no podía discutir, Owen tenía que mantener su atención en las chicas. Su cuerpo se movió como si pesara una tonelada, pero sin hacer el más mínimo ruido, incluso irracionalmente intentaba suavizar su respiración para que no pudieran escucharla. Cuando Owen lo sintió a su espalda, volvió a dirigirse a las velociraptoras.
—Chicas, este es Zach. ¿Lo recordáis?—Blue hizo un sonido como si respondiera a su pregunta—. Va a vivir en la isla a partir de ahora, sed buenas con él.
Una de ellas bajó la cabeza para mirarlo por debajo de los brazos de Owen.
—Delta—la llamó Owen y el animal levantó la cabeza con unos chillidos. Por un momento, Zach tuvo la sensación de que se estaba haciendo la inocente—. Anda, largo.
Unos chasquidos más y las tres velociraptoras desaparecieron en el bosque. Zach cogió aire y espiró hasta vaciar sus pulmones para poder reiniciar su sistema.
—Wow. Am... Eso no lo esperaba.
Dirigió su atención a Owen por primera vez y este le estaba mirando con los brazos cruzados frente al pecho y una sonrisa en el rostro. Parecía muy orgulloso.
—¿Vives con ellas aquí? ¿Son tus perros guardianes?—resopló, su voz algo temblorosa. Necesitaba sentarse, sus piernas estaban a punto de fallarle.
—No son perros—replicó frunciendo el ceño.
Zach puso los ojos en blanco y se dirigió a una hamaca frente al bungaló.
—Es una forma de hablar. Pero, en serio, ¿te protegen?
Cuando lo había comentado alguna vez (solo en los primeros años), nadie podía creerlo, pero él lo había visto con sus propios ojos, la forma en que Owen trataba con esas feroces criaturas como si fuera su líder y estas lo escuchaban. Se dejó caer en la hamaca y cerró los ojos por un momento.
—Sí, me protegen. Lo harían físicamente si fuese necesario, pero en realidad su presencia es suficiente, aleja a cualquier otro depredador.
—¿Rexy?—se incorporó con los codos en las rodillas, su curiosidad podía con cualquier otra emoción.
Owen asintió y se apoyó contra un retorcido árbol con los brazos aún cruzados. Por algún motivo parecía a la defensiva.
—La mitad de la isla es suya; la otra mitad, de las chicas. Es como un acuerdo tácito. No sé qué sucedería cuando nos fuimos después del desastre, pero desde que volví Rexy no ha cruzado a este lado y las chicas tampoco van al otro—le explicó.
—¿Lo has intentado?
—Sí, pero se detuvieron en seco, como si hubiera un valla eléctrica invisible.
Zach sacó una libreta de su mochila y comenzó a anotarlo todo.
—Impresionante. Tenemos... Si te parece bien, más adelante me gustaría estudiar esto más a fondo—le pidió y no sabía cómo reaccionaría, era muy protector cuando algo tenía que ver con sus chicas.
Owen lo miró serio por un momento y después se encogió de hombros.
—Mientras no les cause ningún daño—intentaba parecer despreocupado y fallaba terriblemente.
—Owen, no estoy aquí para hacerle daño a ningún animal, estoy aquí para cuidarlos. Solo creo que cuanto más sepa de ellos más preparado estaré si sucede algo—resopló una risa al pensar que acababa de estar a unos pasos de unas criaturas que de haber crecido solas le habrían devorado en cuestión de minutos—. Y realmente tengo mucha curiosidad. Son fascinantes.
Owen inclinó la cabeza a un lado, un gesto muy similar al de sus chicas, y le observó detenidamente.
—¿Por qué estás aquí?—le preguntó de repente.
—Acabo de decírtelo—respondió frunciendo el ceño.
—No, quiero decir, ¿por qué esta profesión? ¿El obsesionado con los dinosaurios no era tu hermano?
Zach se encogió de hombros y se reclinó en la hamaca.
—Ha cambiado de obsesión—se mordió el labio y miró alrededor del lago pensativo. Muchas veces le habían hecho aquella pregunta, pero nunca había sentido la necesidad de responder con sinceridad hasta ahora—. Después de lo que pasó aquí, estaba aterrado. Las pesadillas eran constantes. Incluso me asustaba cuando oía a un perro ladrar o a una bandada de pájaros. Muchas horas de terapia ayudaron, pero lo que más ayudó fue estudiar a los dinosaurios. Me llevó algo de tiempo, pero dejé de verlos como monstruos de pesadillas y comencé a entender su naturaleza. Una vez...—inspiró y suspiró—. Una vez escuché la historia de una chica que le tenía miedo a los tiburones después de que uno le arrancara el brazo a su amiga mientras hacían surf. Para perderles el miedo decidió nadar con ellos, con la misma especie que les había atacado, y lo consiguió. Supongo que yo he hecho lo mismo, este es mi último paso.
—Serías el chico más popular de tu curso, el superviviente de la catástrofe de Jurassic World—no había humor en su voz, solo estaba estudiándolo y Zach se sentía expuesto, pero no tenía miedo porque no había nada que ocultar.
—No lo sabían. Después del primer año con mis compañeros del instituto alucinando, me cambié de instituto para el último curso y decidí no volver a contárselo a nadie. La gente se vuelve rara cuando les cuentas algo así, ¿sabes? Algunos comienzan a hacerte preguntas de lo más insensibles, otros se ríen de ti, otros te hablan como si estuvieran dándote el pésame y la mayoría huye como si esperaran que detrás de ti apareciera Rexy.
Owen resopló y pareció relajarse un poco.
—Luego me preguntan por qué prefiero vivir aquí solo. ¿Y tu hermano? ¿Cómo lo llevó?
—Creo que llevó peor la sobreprotección de mis padres. Lo intentaron conmigo, pero yo podía largarme cuando se ponían muy pesados. Con él fue exagerado, incluso se deshicieron de todo lo que tenía que ver con los dinosaurios. Por suerte no tardó en encontrar una afición nueva, pero aun así tardó mucho en volver a ser el mismo.
—Si tus padres eran así, ¿cómo es que pudiste estudiar dino... lo-que-sea?
—Dinología. ¡No es tan difícil!—sacudió la cabeza con una sonrisa—. No les gustó. Para nada. Armaron un buen escándalo cuando se enteraron y durante los dos primeros años siguieron intentando convencerme de que lo dejara. Intentaron incluso poner de su parte a mi psicólogo, pero les salió por la culata.
—¿Y cómo se han tomado que vinieras aquí?
Zach se mordió el labio y arrugó la nariz.
—No lo saben.
Owen le miró con ojos muy abiertos por un momento y se echó a reír.
—¿Quieres comer algo?—le preguntó entrando en el bungaló.
Zach lo siguió, al oír la palabra comida su estómago rugió. Ni siquiera había desayunado, había intentado comer un par de veces en el barco, pero no fue capaz de soportar mucha comida en el largo viaje.
El interior de la cabaña se componía de una mesa en la parte frontal, un sofá en medio y una cama mediana detrás de este. En el lateral había una puerta abierta que accedía al tráiler, donde se podía ver una cocina básica, varios armarios, una mesa con herramientas encima y lo que supuso que era el baño al fondo. A parte de la mesa en la cocina, lo demás estaba bien ordenado y resultaba más amplio de lo que parecía por fuera. Se sentó en el sofá mientras Owen se dedicaba a la cocina. Cometió el error de inspirar hondo, el olor del entrenador era más intenso aquí y tuvo que bloquear su cuerpo para no mover las caderas.
—Después de esto tengo que volver al laboratorio, tengo que dejar la muestra y empezar a organizar las cosas—comentó, intentando distraerse.
—No hay problema. ¿Tienes alguna idea de qué quieres hacer mañana?—le preguntó desde la cocina.
—Quiero seguir explorando la isla, dejo eso en tus manos.
—Iré a buscarte temprano. Aún te queda mucho por ver y ahora no es tan fácil como cuando esto era un parque; algunos de los dinosaurios tienen hogares fijos, pero otros no son fáciles de encontrar.
—¿Has visto algún otro comportamiento similar al de las chicas con Rexy? ¿Problemas territoriales o algún dinosaurio atacando de forma viciosa a otros?—cogió su libreta y siguió tomando notas.
—Al principio había alguna reyerta que otra, aunque no solían llegar a la sangre. Con el tiempo se han ido reduciendo. Aún hay pequeñas peleas, sobre todo entre los carnívoros pequeños si hay alguna presa de por medio, pero nada serio.
—Es sorprendente que vivan tan bien juntos cuando la mayoría de ellos jamás convivió en el pasado—musitó mientras escribía—. ¿Y los carnívoros? ¿De qué se alimentan?
Owen soltó una risa.
—Verás, con todo aquel caos los animales que se criaban para alimentar a los dinosaurios o para los espectáculos terminaron sueltos y algunos han criado y viven en la isla. Cerdos, cabras, conejos... La ONU trajo algunos más cuando se lo pedí. Algunos también pescan en los ríos y hasta en el mar, especialmente los pterodáctilos.
—Prefieren cazar cerdos y conejos a otros dinosaurios... Seguramente se deba a que los dinosaurios son más agresivos en caso de ser atacados y así se evitan las heridas de la caza.
—La comida.
Zach levantó la cabeza de sus notas. Owen ya estaba sentado a la mesa y había llevado otra silla. El ordenador descansaba en la cama para dejar espacio. La comida era sencilla, unas salchichas con algo de verduras (una cantidad muy escasa en comparación con la de carne), pero él tampoco sabía cocinar mucho más así que ese era el tipo de comida que tendría a partir de ahora. No importaba, estaba acostumbrado tras cuatro años en la universidad.
—Mm... Está bueno—realmente era más el hambre que tenía que el sabor—. El barco trae suministros a menudo, ¿no?
—Sí, conmigo venía cada dos meses, no sé si ahora vendrá más a menudo. Pero si diera el caso de que nos quedáramos sin suministros antes de tiempo, solo tenemos que avisarles para que adelanten el envío.
—Aparte de eso, no tendremos más visitas, ¿no?
—A menos que necesitemos algo, no. Vinieron cuando quise construir esto—indicó señalando con la mano a su alrededor—, me trajeron los materiales e intentaron ayudarme, pero tuve que echarlos, las chicas les habrían arrancado la cabeza.
—¿Y a mí no me la arrancarán?
—No mientras estés conmigo. Aunque si te ven solo... Mejor que no te vean solo.
—Entendido—no estaba tan loco—. Tu... liderazgo sobre ellas ha incrementado, ¿verdad? Creo recordar que antes eran algo más reticentes a obedecer.
—La libertad les ha sentado bien. Sin los estímulos negativos todo es más fácil. ¿Quieres una cerveza?—se levantó y se dirigió a la nevera.
—Claro.
Owen le ofreció un botellín, pero cuando fue a cogerlo lo apartó.
—Espera, ¿eres legal?
Zach puso los ojos en blanco y agarró el botellín.
—Técnicamente la isla pertenece a Costa Rica y allí la edad legal son los dieciocho, pero si quieres regirte por la ley estadounidense, tampoco te meterás en problemas, tengo veintidós.
—No lo digas como si fueras tan mayor.
—No soy tan mayor como tú.
—¡Hey!
—Pero soy lo bastante mayor, tanto para beber como para tener sexo—echó un trago a su cerveza, alguna marca sudamericana. Arrugó el gesto, era más amarga y fuerte que las que acostumbraba tomar (aunque raramente bebía).
—Ya. ¿Prefieres un refresco?—Owen lo estaba mirando con una sonrisa burlona y en respuesta le sacó la lengua, muy maduro.
Cuando terminaron las cervezas, regresaron a la zona segura y Owen se marchó en cuanto lo dejó en la entrada. Zach se pasó la tarde analizando la muestra y poniendo en marcha el laboratorio. Marcó en el mapa los puntos donde habían visto a los dinosaurios guiándose por su GPS. Quería tenerlos a todos situados, pero los localizadores de InGen ya no funcionaban. Encargaría un sistema de localización nuevo, pero tardaría algo en llegar.
Cuando levantó la cabeza el tiempo suficiente para percatarse de la hora, ya hacía rato que debería estar en la cama si quería disfrutar de un número decente de horas de sueño. Recogió todo y subió a su habitación. Cenó un sándwich que había llevado en la mochila y se metió en la cama en calzoncillos (con el calor nocturno era imposible llevar nada más). Tras unos minutos mirando al techo se puso a reír. Por fin estaba siendo consciente de su situación. Estaba en una isla desierta llena de dinosaurios con Owen Grady. Iba a ser la mejor experiencia de su vida y al mismo tiempo una tortura, sobre todo por tener que esconder sus sentimientos por el entrenador de dinosaurios.
Se retorció en la cama al pensar en él. Había sido un ingenuo al creer que podría controlar mejor sus reacciones, había subestimado el encanto involuntario de Owen. Tenía que admitir que era aún más atractivo ahora que no iba detrás de su tía. No era buena persona por alegrarse de su ruptura, pero, francamente, no le importaba, la relación había sido breve y desastrosa. Eso no significaba que tuviera una oportunidad con él, el tipo parecía hetero de pies a cabeza, pero a falta de otro tipo de interacción humana, quizá se lo pensara. Deslizó una mano dentro de sus calzoncillos, se ponía duro solo de pensarlo. Imaginaba que Owen follaría con la misma falta de delicadeza con la que hacía todo lo demás, como un animal, tomando lo que quería y dándolo todo en el proceso.
Se corrió sobre su vientre y ni siquiera tenía energía para limpiarse. Apenas fue capaz de colocarse los calzoncillos antes de quedarse dormido.
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