Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 2
Segundo Libro: "Las Dudas del Íncubo"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 7 (1 de 7)
Resumen: Han pasado cinco años de feliz relación entre Hageshii y Konome desde el Primer Libro. Pero ahora sus sentimientos se pondrán en duda por un manipulador compañero.
Los personajes Takashi, Konome y Katsuragi, y la casa de té, están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) de la mangaka Dr. Ten. El resto son originales míos.
Prólogo
Os
pondré un poco al corriente de lo sucedido en la primera parte de la
historia para los que no la hayan leído (que supongo serán muchos).
Ya
han pasado cinco años desde que un joven de aspecto corriente
conociera a un exorcista llamado Shinohara Takashi y a un pequeño
íncubo, de unos 10 o 12 años en aquel entonces, llamado Konome.
Pero aquel joven no era para nada corriente, si no un demonio de gran
poder de nombre Kuroichi Hageshii, también apodado Akaitsuya, que
había poseído el cuerpo del humano Akatsuki por culpa de un castigo
impuesto por el demonio Batsu, por razones aún desconocidas.
Hageshii murió defendiendo a Konome y Takashi de aquel demonio y
tras ir al inframundo se libró de la maldición, recuperó su cuerpo
original y sus poderes demoniacos y regresó a la Tierra junto a
Konome, quien había ido a buscarlo desesperado. Tras estos cinco
años, el demonio Kuroichi Hageshii y el íncubo Konome han estado
juntos en una hermosa relación.
Capítulo
1
Un
hombre de aspecto ordinario, de cabellos morenos y ojos castaños
rojizos, vestido de traje con un maletín en la mano, entró en la
casa de té. Soltó el maletín tirándolo al suelo, se aflojó la
corbata y se deshizo de la chaqueta que quedó cerca del maletín en
el suelo.
—Kuroichi,
deberías ser un poco más cuidadoso con tus cosas ¿no crees?—le
dijo un hombre de ojos verdes y cabellos negros tras la barra,
sirviéndole un té.
—Katsuragi,
estoy agotado, odio llevar esta ropa, trabajar como humano es
demoledor y encima llevando este cuerpo que disminuye mi nivel de
energía—aquel hombre moreno se transformó en uno de larga melena
roja como el fuego al igual que sus ojos, de piel casi blanca y
facciones elegantes y atractivas.
—No
te queda de otra, de otro modo no podrás pagarme el alquiler y te
recuerdo que son 800 euros mensuales.
—
¿Y por qué demonios
me cobras tanto? Shinohara solo paga 500—preguntó tras beberse de
un sorbo el té.
—Porque
tú también pagas la parte de Konome. No te quejes tanto que estoy
seguro de que te lo compensa bien, no hay más que oíros por las
noches y por el día—suspiró en ojiverde.
—Pero
Konome y yo compartimos habitación, no tendrías que cobrarle—le
respondió cogiendo un bollo.
—Pero
sí come y usa el baño, por eso te hago una rebaja, si no serían
1.000 euros.
—Avaro.
—Di
lo que quieras, pero si no pagas te marchas de aquí y no creo que
encuentres nada más barato.
—¡¡HAGII!!—se
oyó un grito desde las escaleras.
—Ahí
tienes tu recompensa por trabajar—le dijo Katsuragi.
En
la parte baja de la casa de té apareció un joven adolescente de
cabellos y ojos negros con brillos azulados, con orejas puntiagudas
como las de un duende y sobre su cabeza un par de orejas de gato.
Estaba vestido con unos pantalones cortos muy ajustados de color
verde fosforito por los que sobresalía una doble cola de gato del
mismo color que sus cabellos y una sudadera verde oscura que como
siempre le quedaba grande. Se lanzó sobre Hageshii sentándose en su
regazo rodeando su cintura con las piernas. Le dio un profundo y
mojado beso en los labios y le abrazó sonriente. El pelirrojo sonrió
y deslizó las manos bajo su sudadera acariciando la fina piel de su
espalda, besando su cuello.
—Hagii
tonto—se quejó apartándose un poco de él y golpeando flojamente
su pecho con los puños—esta mañana te has ido sin avisarme.
—Es
que estabas tan lindo dormido que me daba pena despertarte—le
contestó levantando la sudadera, besando sus rosadas tetillas.
—Oye
Kuroichi, para hacer esas cosas lárgate de aquí—el ojiverde veía
demasiado a menudo aquellas imágenes de la pareja tonteando sin
avergonzarse de que los vieran.
—Vale,
vale, ya nos vamos—El demonio pelirrojo se llevó al íncubo en
brazos hasta su habitación y lo tiró sobre la cama—Estoy muy
estresado con el trabajo, ¿puedes ayudarme?
—Déjame
hacer y solo disfruta—dijo sonriente el menor desabrochando la
camisa de Hageshii.
El
pelirrojo se tumbó boca arriba y dejó que el íncubo hiciera lo que
le gustaba. Konome se desnudó siendo contemplado por el demonio,
quien se relamía los labios, deseoso de aquel cuerpo. El pelinegro
se puso a besar y lamer el pecho de su amante recorriéndolo con las
manos mientras el otro lo observaba y acariciaba sus cabellos y sus
orejas gatunas. Llegó hasta su miembro que ya estaba casi erecto
como siempre y comenzó a acariciarlo por encima de la tela de los
pantalones, desabrochándolos poco a poco para después sacar el
falo.
—Bon
apèttit —dijo antes de metérselo en la boca por completo.
El
mayor se estremeció y contuvo un gemido, no era bueno mostrarse
demasiado vulnerable ante aquel insaciable íncubo. Konome lamió de
arriba a abajo la erección de Hageshii, presionando y mordiendo con
delicadeza los puntos exactos que, bien sabía, le volvían loco. El
pelirrojo se vino en la boca del menor, este le mostró su boca llena
de su jugo y lo saboreó para después tragárselo.
—
¿Te gusta mi
comida?—le preguntó Hageshii limpiándole los labios con la
lengua.
—Hagii
siempre sabe rico—contestó frotándose contra su cuerpo.
—Ahora
quiero meterla en tu culito—le dijo acariciando su trasero.
Konome
sonrió, se dio la vuelta dándole la espalda sin bajarse de encima y
con una mano juntó sus miembros frotándolos mientras con la otra
acariciaba su propia entrada metiendo despacio un dedo. El demonio
pelirrojo lo observaba con una sonrisa disfrutando del espectáculo
que el menor le brindaba como muchos días. El íncubo gemía por el
placer que se estaba auto procurando, que era aumentado por la
intensa mirada del otro que lo excitaba más que nada. Cuando se
dilató lo suficiente y ya no podía aguantar más, encaró de nuevo
al mayor y se sentó sobre el falo totalmente erecto. Konome gimió
fuerte y se estremeció, tener el miembro de su amante en su interior
siempre le hacia sentir igual. Su propio miembro estaba apunto de
correrse, empapado ya en presemen. Hageshii le acarició con la punta
de los dedos sobresaltándolo.
—
¡Hagii! ¡No! Si haces
eso me voy a venir—se quejó intentado controlarse.
—Ya
sabes lo que pasará si te vienes antes que yo—le dijo con una
sonrisa perversa.
—Lo
sé, por eso no me toques ahí más, estoy a punto—al íncubo le
costaba contenerse y las manos de Hageshii sobre su miembro se lo
ponían aun más difícil.
—
¿No quieres que te
toque más aquí?—preguntó burlón en mayor— ¿Entonces
prefieres aquí?
El
mayor tocó uno de los puntos más sensibles del pelinegro que se
encontraba en la base de sus colas y este se vino simultáneamente
sobre su vientre.
—¡Ah!—gimió
Konome estremeciéndose, estrechando más su entrada, haciendo que el
pelirrojo disfrutara aún más—Hagii malo, lo has hecho a
propósito.
—Por
supuesto que sí, pero has sido tú el que no se ha contenido. Ahora
toca el castigo—tiró al pequeño boca arriba sobre las revueltas
sábanas sin salir de su interior y lo embistió duramente un par de
veces.
—No
Hagii, por favor eso no—le suplicó abrazándose a él y lamiendo
su rostro como un gatito.
—Si
te portas mal mereces un castigo—lo puso boca abajo y comenzó a
embestirlo fuertemente.
Con
una mano presionaba aquel punto en su cola que provocaba calambrazos
en la espina dorsal del menor, con la otra mano sostenía en alto su
barbilla para que el íncubo no pudiera esconder aquellas orejas de
gato que le estaban mordiendo, aquel era el otro lugar que lo volvía
loco, la punta de aquellas orejas era extremadamente sensible y el
placer que le provocaban cuando Hageshii las mordía le causaba hasta
sufrimiento. La mezcla de todos aquellos placeres había causado que
de nuevo estuviera listo para correrse pero esta vez Hageshii se lo
impidió, con la mano que sujetaba su rostro agarró su miembro y no
lo dejó correrse mientras seguía dándole placer.
—¡¡Nya!!
¡Hagii! No puedo más… deja que- me corra… por favor—le pidió
entre gemidos.
—Te
dejaré cuando yo lo haga—le contestó sonriendo perversamente, ver
sufrir de aquel modo al íncubo era uno de sus mayores placeres.
El
pelinegro acarició con sus colas los testículos del demonio,
estrujándolos suavemente y masajeándolos para que se viniera cuanto
antes. Al mayor le encantaba aquella desesperación del pequeño y
por lo bien que lo estaba haciendo se dejó ir en su interior con una
última fuerte embestida y tras hacerlo dejó que el pequeño se
viniera sobre las sábanas con una fuerte oleada de alivio y goce.
Konome quedó tendido sobre el lecho empapado, con su entrada
goteando y sin poder controlas sus jadeos. Hageshii lo besó y lo
acarició dulcemente, después de hacerle sufrir tanto debía ser
tierno con él.
—¡¡Hageshii!!—un
hombre joven, de cabellos castaños anaranjados algo revueltos y ojos
del mismo color, entró en la habitación abriendo bruscamente la
puerta—ya te vale ¿no? Estoy intentando dormir y no dejo de oír
los gemidos de Konome.
—Y
te has puesto cachondo—dijo sonriente el pelirrojo.
—
¡No, idiota! Me he
puesto de los nervios—le gritó con cara de perro rabioso.
—Pues
tu entrepierna no dice lo mismo—Hageshii se levantó aun desnudo y
se acercó al exorcista.
—Ugh…
bueno, si me prestas a Konome una vez te lo perdono—dijo observando
al menor del que había sido comida en muchas ocasiones en el pasado
y al que no había probado desde que estaba con Hageshii.
—Shinohara,
¿cuál va a ser mi respuesta?—le preguntó el pelirrojo.
—Que
no—contestó ya cabizbajo.
—Pues
si lo sabes no sé para qué me preguntas. Piérdete—el demonio
cerró la puerta en sus narices y regresó junto a su amante.
Continuará...
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