Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 2
Segundo Libro: "Las Dudas del Íncubo"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 7 (3 de 7)
Resumen: Han pasado cinco años de feliz relación entre Hageshii y Konome desde el Primer Libro. Pero ahora sus sentimientos se pondrán en duda por un manipulador compañero.
Los personajes Takashi, Konome y Katsuragi, y la casa de té, están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) de la mangaka Dr. Ten. El resto son originales míos.
—“¿Es
posible que él ya no me ame, o no tanto como antes? Katsuragi dice
que el amor se va apagando… ¿y si Hagii se enamora de otra
persona? Yo soy un crío para todos ellos y tal vez ahora prefiera a
alguien mayor. ¿Y si todo esto no ha sido más que un capricho mío
y le he forzado sin darme cuenta? Yo-”
—
¿Konome qué haces?
Baja de las nubes y acaba de una vez con las compras—le gritó
Takashi.
—
¿Eh? Am… sí, lo
siento—el íncubo miró la lista de la compra a ver lo que le
faltaba—chocolate… cogeré una del que le gusta a Hagii. Humm…
Hagii ¿Qué hago? Él entiende más que yo. ¿Se lo pregunto
directamente? ¿Y si se enfada? Bueno, nunca lo he visto enfadado
conmigo. Ay... ¿Qué hago?
—
¡Konome! Deja de
murmurar y acaba ya—el moreno le agarró de la puntiaguda oreja y
lo llevó a rastras—. ¿Por qué demonios me toca hacer a mí la
compra? Ese estúpido siempre se escaquea.
—Hagii
está trabajando—le replicó Konome.
—Excusas.
Se pasa todo el día trabajando, por la mañana y por la tarde y
muchas veces por la noche, eso no es normal. Nunca tiene tiempo para
hacer la compra pero siempre saca un hueco para matar demonios—se
quejaba el mayor.
—Trabaja
mucho para poder pagar también mi renta y mata demonios para cumplir
su castigo, ya lo sabes—era cierto que Hageshii estaba muy poco
tiempo en casa con él y siempre que estaban juntos se la pasaban
haciendo el amor pero Konome lo entendía y lo aceptaba, no le
quedaba otra opción.
—Vale,
vale, no me des tú también la charla, ya es suficiente aguantar la
palabrería de Katsuragi y Hageshii.
—Regresemos
a casa—el exorcista no había visto el rostro del menor tan oscuro
en mucho tiempo.
Por
la puerta de la casa de té entraba Hageshii con la ropa destrozada y
ensangrentado de pies a cabeza.
—
¿Estás herido?—le
preguntó Katsuragi como si nada pasara.
—No,
un demonio asqueroso me ha explotado en las narices, no debí usar
agujas con ese monstruo-globo—se sentó a la barra con la cabeza
gacha.
—Oye,
no me manches todo así, lo limpiarás tú luego—se quejó
sirviéndole su té.
—Sí,
sí. Últimamente hay una horda de demonios rondando por aquí y no
sé por qué todos van a por mí—mascullaba bebiendo un par de
sorbos.
—Supongo
que será porque perciben tu poder, hasta un tonto lo podría sentir.
—De
ser así lo lógico es que se alejaran de mí, eso es lo que pasaba
antes, esto es muy extraño—dijo pensativo.
—
¡¡HAGII!!—Konome
entró en el local y soltó asustado las bolsas que llevaba,
corriendo hacia el demonio—. ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?
El
íncubo estaba histérico examinando el cuerpo del mayor. Hageshii le
cogió por los hombros para que se estuviera quieto y le dio un beso
para calmarlo. El pelinegro suspiró cuando sus labios se separaron
quedándose medio atontado.
—No
te preocupes, estoy bien, ni un rasguño, ni una gota de esta sangre
es mía—le contestó acariciando su rostro.
—Me
has asustado—dijo poniendo pucheros y abrazándole a punto de
echarse a llorar.
—Perdona
chiquito. Vamos a la habitación y nos lavamos los dos—le dijo
limpiándole la sangre de su rostro que le había transferido.
—Últimamente
te enfrentas a muchos demonios, ¿no crees?—le dijo Takashi antes
de que se fueran.
—Es
lo que le estaba comentando, no dejan de aparecer demonios a mi
alrededor y cada vez en más cantidad.
—
¿Y por qué esos
demonios no se acercan a mí? Tan solo se centran en ti— ¿aquello
eran celos? ¿Estaba celoso de que los demonios solo quisieran atacar
a Hageshii? Menuda tontería, eso era mejor, ¿no?
—No
sé las razones pero supongo que ya lo averiguaremos—sin prestar
más atención a los dos hombres el pelirrojo se llevó al íncubo a
la habitación y lo metió en el baño.
Le
quitó el gorro que ocultaba las orejas gatunas, que debía llevar
siempre que salía de casa al igual que los pantalones anchos para
que sus colas no se notaran, que también acabaron en el suelo y poco
después la camiseta dejando completamente desnudo al pequeño. Lo
miró sonriente haciendo que el íncubo se sonrojara, a pesar de que
lo observaba así muchas veces la mirada del mayor le seguía
provocando escalofríos por todo su cuerpo, tan penetrante y
ardiente.
—D-deja
de mirarme así, vamos a ducharnos—dijo intentando cubrir sin darse
cuenta su entrepierna con una mano.
—
¿Desde cuándo los
íncubos tienen vergüenza?—le dijo el pelirrojo habiéndose
desnudado él también.
Se
acercó al pequeño y cogió sus manos para mirar sin obstáculos su
aún pequeño y lindo cuerpo. Le dio un beso en una de las tetillas
succionándola haciendo que las piernas del menor temblaran. Siguió
bajando hasta llegar a su creciente erección, rodeó sus piernas con
los brazos dejando una mano en sus nalgas acariciándolas, lamió en
miembro que comenzó a gotear presemen. Konome le agarró de los
cabellos e intentó apartarlo.
—Hagii…
por favor… no me gusta toda esta sangre—decía intentando
frenarle.
—Está
bien, entonces vamos a la ducha—le cogió en brazos dándose cuenta
de que se negaba en serio.
—
¡NO! ¡Hagii ducha no!
¡Por favor!—gritaba intentando soltarse aterrado.
El
pelirrojo abrió el grifo y el agua comenzó a caer sobre ellos.
Konome se puso tieso y sus orejas y su cola decayeron.
—¡¡¡¡Kyaaaaa!!!!
¡¡Hagii malo!! ¡¡¡Apágalo!!!—gritaba temblando.
—Sé
que no te gusta la ducha pero es la mejor manera de quitar la sangre,
no te comportes como cuando eras pequeño, ya eres un
hombrecito—Hageshii tenía que contenerse para no reír a
carcajadas, pero a lo que no se iba a resistir era a comerse a besos
a aquel ser tan extremadamente lindo.
Le
dio un apasionado beso mientras le limpiaba la sangre del cuerpo y
del suyo propio con una esponja. Ante la intensidad del mayor, el
íncubo se olvidó del agua que caía sobre él y de cualquier otra
cosa, entregándose por completo al pelirrojo. Sus piernas se
tambalearon y quedó sentado en el plato de la ducha.
—Vaya
chiquito, hoy estás muy excitado, o muy nervioso—Konome levantó
la cabeza con algo de miedo.
¿Cómo
podía saber con tanta certeza lo que sentía, tan claro mostraba sus
sentimientos, tan trasparente era para Hageshii? No lo sabía, lo que
sí sabía era que el pelirrojo siempre acertaba con él y siempre
sabía consolarlo de la mejor manera. El demonio lo puso en pie de
cara a la mampara y comenzó a lamer su entrada acariciando con una
mano su erección mientras el pequeño luchaba por no flaquear. Tras
haberlo dilatado lo cogió en brazos apoyándole contra la mampara y
lo penetró duramente.
No
quería hacerle daño pero sabía que era la mejor forma para que no
pensara en nada más. Algunas lágrimas del pequeño se mezclaron con
el agua de la ducha, el corazón de Hageshii se afligió, algo pasaba
con aquellas lágrimas, no eran como siempre, no expresaban lo mismo
que siempre. Conocía demasiado bien a aquel chiquito como para que
le pudiera ocultar algo.
Después
de que ambos se vinieran y estuvieran ya más relajados, y después
de limpiarse tanto la sangre como sus otros fluidos, entraron en la
habitación y se sentaron sobre la cama. Konome se sentó entre las
piernas del mayor para que este le secara como hacía desde pequeño.
Las manos del pelirrojo no solo servían para darle placer
diariamente, también para cuidar de él con una delicadeza que no
había conocido antes.
—
¿Qué es lo que te
preocupa mi chiquito?—le preguntó el demonio mientras secaba sus
muslos.
—Um…
Hagii tú… ¿me sigues queriendo como antes?—preguntó al fin
tras dudar mucho.
Las
manos del mayor pararon un momento para después seguir como si nada.
—Eres
lo que más amo en este mundo—contestó simplemente.
—Pero
yo ya no soy como antes, no soy ese niño pequeño ni soy tan lindo e
inocente—empezaba a temblar y sus ojos estaban llorosos.
—
¿De verdad crees
eso?—le puso la toalla sobre la cabeza y le abrazó tiernamente—.
No has cambiado, al menos no tanto como crees. Es cierto que tienes
más cabeza que antes, eres más inteligente, cosa lógica. También
eres más alto y te has desarrollado más, aunque no demasiado. Pero
sigues siendo un niño lindo, inocente, dulce, con unos ojos
brillantes que me hacen desear comerte y poseerte por completo. Para
mí sigues siendo el mismo chiquito que conocí hace unos años y
sigo teniendo los mismos sentimientos por ti.
Konome
abrazó al mayor estallando en lágrimas. Se sentía muy aliviado al
saber que los sentimientos de Hageshii hacia él seguían firmes y a
la vez se sentía asustado porque los suyos no estaban tan seguros.
El
pelirrojo le hizo el amor de forma tierna y dulce para calmarlo hasta
que se quedó medio dormido en sus brazos.
—Mi
chiquito, mis sentimientos están claros, ahora tienes que aclarar
los tuyos, no quiero que tengas dudas, hazlo como necesites—le
susurró sin saber si estaba dormido o despierto, con su corazón
doliendo casi al límite.
Continuará...
Continuará...
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