Título: El Demonio Castigado y el Íncubo
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Original ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 16 (8 de 16) Primer Libro
Resumen: A un poderoso demonio lo han castigado por un pecado del pasado quitándole sus poderes y prohibiéndole disfrutar. Pero un íncubo, demonio que se alimenta de sexo, es demasiada tentación. Los personajes (salvo el demonio castigado que es original mío) están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) del mangaka Dr. Ten.
—Konome te he dicho que no
puedo. Por favor no insistas más—Hageshii intentaba apartar al
pequeño íncubo que suplicaba comerle.
—Es muy insistente—dijo
Katsuragi que les estaba preparando un té.
—Ni que lo
digas. Pero tampoco quiero pasarme, no quiero herirle o que se
enfade—le dio una chocolatina al pequeño para que se estuviera
quieto un rato.
— ¿Por qué? No creo que eso
fuera para tanto. Solo es un niño—Katsuragi sentía curiosidad por
lo que pasaba entre ambos.
—Si Konome se enfadara conmigo
se me rompería el corazón—Hageshii observaba al pequeño con
ternura.
—Si no tuvieras ese castigo no
dudarías en estar con Konome ¿cierto?
—Yo… sé… sé que está
mal pero… Konome es… no se porqué tengo estos sentimientos y no
puedo evitarlos. Y cada vez me cuesta más controlarlos.
El ojiverde pudo sentir el
profundo dolor que había en aquellas palabras. Sirvió un té al
joven.
—El amor es doloroso, más aun
cuando las cosas se complican.
—Sí, lo sé demasiado bien—en
su tono había un deje de dolorosos recuerdos.
Hageshii cogió la taza de té
que quedó hecha añicos en su mano.
—Tranquilo, ahora lo
recojo—Katsuragi cogió un trapo para limpiar los pedazos de
porcelana manchados de sangre.
— ¡No!—Hageshii
agarró la mano del ojiverde antes de que tocara los pedazos—. Yo
lo recojo.
—No es para tanto, no pasa
nada—estaba sorprendido por la reacción del moreno.
—No es eso, no toques mi
sangre—Hageshii comenzó a limpiar aquel estropicio.
— ¿Qué le sucede a tu
sangre?—preguntó extrañado.
—Mi sangre…
—susurró el moreno pensativo mientras vendaba su herida con un
trapo—. Creo que mi cuerpo está cambiando. Desde que Konome me
quitó esa maldición hace una semana he sentido como mi cuerpo está
cambiando. Creo que estoy recuperando mis poderes de demonio, romper
esta taza es la prueba, antes no habría podido hacerlo con las manos
pero sin embargo lo he hecho inconscientemente.
— ¿Y eso qué tiene qué ver
con tu sangre? Creía que tu único poder era el de poseer a los
humanos—preguntó el mayor.
—Ese era mi único poder hasta
ahora, es parte del castigo, pero mis poderes de demonio son otros.
Por ejemplo, mi sangre es venenosa.
— ¿Venenosa?—Takashi
acababa de entrar en la casa de té—. ¿Cómo que tu sangre es
venenosa?
—Antes del castigo mi sangre
era venenosa. Cuando entraba en contacto con la sangre de otra
persona, ya sea humano o demonio, esa persona siente como su sangre
arde y ese calor recorre todo su cuerpo destrozando sus órganos y
todas las células de su cuerpo. Ese era uno de mis mayores poderes y
aunque no se si lo he recuperado prefiero no arriesgarme.
— ¿Y cuáles son tus otros
poderes?—preguntó con curiosidad.
Hageshii cerró los ojos y se
concentró. Al poco rato apareció en su mano vendada una fina aguja
de unos 15 centímetros de largo, roja como la sangre.
—Lanzo estas agujas que, al
penetrar en el cuerpo de mi enemigo, se disuelven y mi sangre, que es
de lo que están formadas, envenena la del otro provocando una
agónica muerte en unos segundos. En mis mejores tiempos una sola de
estas agujas era suficiente para matar a un poderoso demonio.
— ¿Hablas en serio? ¿Eres
tan poderoso?—ambos jóvenes estaban realmente sorprendidos.
—Era, lo
era—remarcó con evidente melancolía aquellas palabras haciendo
desaparecer la aguja—. El castigo encadenó mis poderes, al menos
hasta ahora.
—Es posible que Konome haya
quitado también la otra maldición. Visto lo visto podemos
esperarnos cualquier cosa de este pequeño.
—Dime chiquito, ¿me has
quitado la maldición?—le preguntó Hageshii acariciando sus
orejas.
— ¿Uh?—el íncubo le miró
sin entender la pregunta. Como respuesta le dio un lametón en los
labios.
Hageshii acarició su rostro y
le dio un beso en la mejilla.
—Gracias—le susurró
abrazándole.
Aunque no entendía porqué era
aquello el pelinegro aceptó el abrazo. Se acomodó entre sus brazos,
sobre sus piernas.
—Así que, si no hacías nada
con Konome era por tu castigo y esa maldición y no por tu
conciencia—dijo Takashi burlándose.
—No te equivoques Shinohara.
Aunque ahora ya no tenga la maldición yo seguiré cumpliendo mi
castigo. No tengo ninguna intención de hacer nada con Konome y
aunque no tuviera el castigo tampoco lo haría, sigo teniendo
conciencia—le contestó con el rostro más serio que nunca.
—Es una lástima, estoy seguro
de que Konome está deseando comerte de nuevo.
—Shinohara, tú eres un
pervertido que se acuesta con cualquiera sin importar nada. Es lógico
que no entiendas a Kuroichi, él tiene cabeza.
—Vale, vale, ya he entendido
que soy un cabeza hueca.
—Shinohara, si nos pusiéramos
a enumerar lo que eres no acabaríamos en un mes—le dijo con mirada
despectiva.
Shinohara acabó entre sombras
mientras los otros dos jóvenes volvían a su charla.
—Veo que te has alegrado de
recuperar tus poderes ¿o no?—preguntó Katsuragi sirviéndole otra
taza de té.
—No merezco
haberlos recuperado pero… no puedo negar que me siento mejor, los
echaba mucho de menos—contestó observando la sangre que manchaba
el pañuelo que envolvía su mano—. Ha sido una tortura sentirme
tan vulnerable todo este tiempo pero eso era parte del castigo.
—Sabes, no me suena haber oído
hablar de ti, ¿Kuroichi Hageshii es tu verdadero nombre?
—Sí, lo es,
aunque los demonios no me conocen por ese nombre, me pusieron un
apodo. ¿Cuál era…? ¡Am! Ya recuerdo, “Akaitsuya”,
destello rojo.
— ¿Y por qué te llamaban
así?—aquel era un apodo un tanto extraño para un demonio.
—Porque eso era
lo único que veían las personas que estaban cerca de mis víctimas,
los que contaban la historia. No podían describirme de otra forma.
—Sigue sin sonarme ese
apodo—dijo Takashi intentando recordar.
—Es lógico, fue hace mucho
tiempo y no hay muchos supervivientes que puedan contarlo.
—Y si eras un demonio tan
fuerte ¿Cómo dejaste que te echaran una maldición?
—Porque lo merecía.
— ¿Qué vas a hacer
ahora?—tras esa pregunta de Katsuragi hubo un largo silencio que
dejó expectantes a todos.
—Luchar.
Continuará...
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