Título: El Demonio Castigado y el Íncubo
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Original ♥ Konome y más...
Autor: KiraH69
Género: Shota-Yaoi
Clasificación: +18
Advertencias: Lemon
Capítulos: 16 (11 de 16) Primer Libro
Resumen: A un poderoso demonio lo han castigado por un pecado del pasado quitándole sus poderes y prohibiéndole disfrutar. Pero un íncubo, demonio que se alimenta de sexo, es demasiada tentación. Los personajes (salvo el demonio castigado que es original mío) están sacados del manga yaoi Tokyo Yaban no Chizo (The Map of Tokyo Savage) del mangaka Dr. Ten.
Hageshii se levantó de la cama
sintiendo gran calor en su cuerpo. Aquel era distinto al calor que
solía sentir por la excitación. Bajó a la casa de té y se sentó
en la barra sintiendo un dolor punzante en su trasero.
— ¿Te sucede algo,
Kuroichi?—Katsuragi le sirvió un té y unos bollos, esperaba que
no recordase nada de la noche anterior.
—No lo sé, siento mucho
calor—su vista estaba algo nublada y el ardor que recorría su
cuerpo aumentaba.
—Déjame ver—el
ojiverde le tomó la temperatura—. ¡Kuroichi! ¡Estás ardiendo!
—Ah… ya me había dado
cuenta—le costaba respirar y se sentía mareado.
—Anoche Akatsuki apareció—le
contó el ojiverde, aunque no pensaba decirle lo que le había hecho,
era mejor si no lo recordaba.
—Pero si no era luna
llena—dijo extrañado.
—Tal vez porque estabas
demasiado débil por tu pelea con el demonio. Pero no te preocupes,
lo he sellado, ya no volverá a aparecer ni siquiera en luna llena—le
explicó.
—Me alegro, es demasiado
peligroso estando junto a Konome—su voz cada vez era más frágil y
apenas podía abrir los ojos.
— ¿Hagii?—El pequeño había
bajado a la casa de té y se había acercado al moreno.
Hageshii se cayó del taburete
sintiendo como un ardiente fuego recorría su cuerpo.
— ¿Hagii? ¿Qué te pasa
Hagii?—el íncubo estaba muy asustado y sacudía al moreno.
Aquel fuego que le invadía era
más intenso a cada segundo, creía que iba a morir en cualquier
momento. Pero de pronto todo desaparecía, ya no había más
sufrimiento y el calor se fue. Hageshii se levantó confuso
sintiéndose distinto.
—Kuroichi ¿Qué te ha
sucedido, estás bien?
—Sí… creo que… he
recuperado el veneno—dijo pensativo observando sus manos.
— ¿Cómo sabes eso?
—Me siento
diferente, siento más energía—hizo aparecer en su mano una de sus
agujas y la lamió—. Sí, sin duda, este es el sabor de mi sangre.
— ¿Pero por qué te ha pasado
esto?, parecías estar muy mal.
—Supongo que la sangre que aun
no se había transformado estaba sufriendo los efectos del veneno,
por eso sentía arder mi cuerpo y mi temperatura aumentaba. Ahora
toda mi sangre se ha transformado, por eso ya no sufro—le explicó
Hageshii sentándose en un taburete.
—Ahora deberemos tener
cuidado, si tocamos tu sangre sin querer podríamos acabar muy mal
¿cierto?—Katsuragi le preparó otro té.
—Si tocáis mi sangre estáis
muertos.
—Bien, entonces debes tener
cuidado con Konome, si salta sobre ti y toca tu sangre…
—No pasa nada, simplemente le
inmunizaré—dijo cogiendo al pequeño en brazos, quien estaba
aliviado de que se encontrara bien.
— ¿Cómo vas a hacer
eso?—preguntó con curiosidad.
—Pues así mismo—cogió el
rostro del pequeño y le plantó un beso muy profundo y mojado.
El pequeño se agarró fuerte a
los hombros de Hageshii y disfrutó de aquel apasionado beso
intercambiando saliva con el mayor, frotando su cuerpo contra el
otro. Estaba muy excitado, con el rostro sonrojado, derritiéndose
entre aquellos fuertes brazos que lo trataban con delicadeza. Al rato
Hageshii se apartó de él y limpió la saliva que caía por sus
labios. Konome intentó besarle de nuevo pero el moreno lo detuvo.
—Tranquilo, ya te daré más—le
dijo sentándolo sobre sus rodillas, de espaldas a él.
—Estoy seguro de que eso te ha
encantado pero ¿de qué va a servirle a él?—preguntó Katsuragi
pensando cada vez más que Kuroichi se parecía mucho a Shinohara.
—No hables antes de saber, en
mi cuerpo está tanto el veneno como el antídoto. Mi sangre contiene
el veneno y mi saliva y mi semen contienen el antídoto. Si una
persona bebe mi saliva una vez puede anular el efecto inmediato del
veneno si le infecta en un plazo que depende de la cantidad que tome,
si la bebe durante un tiempo seguido puede volverse inmune de forma
natural.
— ¿Vas a volver inmune a
Konome?—preguntó sabiendo lo que eso implicaba.
—Creo que es lo mejor—no
podía negar que le encantaba la idea de intercambiar fluidos con el
pequeño.
— ¿Y si en algún momento
tienes que luchar contra Konome y debes matarlo? Tu veneno no
funcionará.
—Espero no tener que
enfrentarme nunca a Konome, pero de ser así tengo la capacidad de
cambiar los componentes de mi veneno lo justo como para que esa
inmunidad ya no sirva.
—Realmente tienes muchos
recursos ¿cierto?—dijo sonriente el ojiverde.
—Por supuesto, soy un gran
demonio, pacífico pero poderoso.
Un rato más tarde Hageshii se
llevó a Konome a su habitación.
—Oye chiquito, tengo que
inmunizarte contra mi veneno ¿Qué te parece?—le preguntó
sentándolo sobre la cama.
— ¿Uh? ¿Inbunisarte?—preguntó
el pequeño sin entender.
—Inmunizarte, significa que mi
veneno no te hará daño—le explicó acariciando su cabeza.
— ¿Cómo vas a hacerlo?
—Tenemos que hacer el amor.
—¡¡COMIDA!!—saltó de
repente el pequeño.
—Um… bueno sí,
pero es solo para que mi veneno no te haga daño, no soportaría que
sufrieras por mi culpa—aquello era cierto, pero en el fondo tan
solo era una excusa para no sentirse culpable por romper el castigo.
Konome se lanzó sobre Hageshii
y comenzó a lamer su rostro feliz. El moreno lo tumbó sobre la cama
boca arriba quitándole la sudadera y comenzó a besarle y lamer su
cuello y su pecho dejando largos rastros de saliva sobre el pequeño.
—“Solo haré lo justo, le
lameré para que esté en contacto con mi saliva y me correré dentro
de él para que absorba mi semen, nada más”—pensaba para si,
como si aquello fuera poco.
Lamió el miembro del pequeño
hasta que este se vino en su boca y no pudo evitar saborear aquella
deliciosa semilla. Puso al pelinegro bocabajo y comenzó a lamer su
entrada para lubricarla y después dilatarla con sus dedos. Intentaba
hacer lo mínimo posible pero sus manos iban descontroladas por todo
el cuerpo del pequeño acariciando sus pezones rosados y
pellizcándolos, a lo que el pequeño respondía con gemidos más
fuertes. Cuando la erección de Hageshii era ya demasiado dolorosa,
penetró a Konome con delicadeza cogiéndolo en brazos aun de
espaldas a él.
— ¡Ah! ¡¡Hagii
más!!—gemía el pequeño sintiendo que apenas lo había penetrado.
Hageshii obedeció y poniéndolo
a cuatro patas sobre la cama lo envistió llenándolo por completo.
Konome arqueó la espalda, gozando con aquella deliciosa invasión.
Cuando las colas del íncubo volvieron a agitarse Hageshii siguió
con sus movimientos lentos. El pequeño era muy estrecho y el mayor
sentía como si sus paredes lo absorbieran y lo aplastaran,
provocando también gemidos en él. Comenzó a masturbar al menor al
mismo tiempo que lo envestía para acabar viniéndose ambos a la vez,
Konome sobre su mano y las sábanas y el mayor copiosamente en el
interior del otro. Kuroichi dejó que el pequeño estuviera sentado
un rato sobre él, abrazado a su pecho, sin sacar su miembro de su
interior para que la esencia que llevaba su semen para inmunizarlo no
saliera, aunque no podía negar que le encantaba estar de aquella
forma mientras el pequeño lamía su rostro.
Continuará...
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