Título: Graduarse
Fandom: The Middle Pareja: Sean x Axl
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: TP Advertencias: ninguna
Capítulos: 1
Resumen: Axl ha terminado la universidad y ahora no sabe qué hacer con su vida.
* * * * *
No
podía creer que ya hubiera terminado la universidad. Realmente lo
había conseguido, había terminado una carrera y además lo había
hecho en el tiempo estimado, ni un año de retraso. Se había
graduado.
¿Y
ahora qué?
Estaba
de vuelta en casa, donde había empezado, como si nada hubiera
cambiado. Lo normal sería conseguir un trabajo y dejar la casa de
sus padres. ¿Una casita pequeña con una valla blanca? Por algún
motivo no sentía que eso era lo que debía hacer, faltaba algo, no
quería estancarse en una vida tan aburrida cuando aún era tan
joven. Pero lo que estaba haciendo ahora no era nada mejor, estaba
tumbado en el sofá de su casa, una pierna sobre el respaldo,
cambiando canales sin llegar a ver nada en la televisión. Ni
siquiera se molestó en levantarse cuando llamaron a la puerta.
—¡Mamá!—llamó
en voz alta.
—Ya
voy, tú no te muevas no sea que te hernies—replicó sarcástica su
madre—. ¡Sean! Qué alegría verte, estás... estás cambiado.
Nada
más oír aquel nombre, Axl se levantó de un salto del sofá. No
había visto a Sean en años. Literalmente. Sean llevaba dos años en
el extranjero trabajando para no sé que organización.
Cuando
lo vio en la puerta, tardó unos segundos en reconocerlo. No era el
mismo chico con el que había ido al instituto, de hecho ya no podía
usar la palabra «chico» con
él, ahora parecía (y seguramente era) un hombre. Sus rasgos se
habían endurecido, la barba cubría parte de su rostro y su pelo
estaba recogido en una coleta. Era grande, es decir, siempre había
sido más alto que él y más musculoso, pero ahora no era grande del
tipo estudiante deportista sino de hombre que había trabajado duro.
—Axl,
cuánto tiempo—le saludó con una sonrisa y Axl se dio cuenta de
que se había quedado mirándole embobado.
—Hey—buena
respuesta—. Esto... cuánto tiempo, sí—joder, tenía que dejar
de parecer un completo retrasado.
—Sean
ha traído un pastel de parte de su madre—intervino Frankie ante el
extraño silencio.
—Oh,
genial—¿dónde demonios estaba su carisma?
—Hey,
Axl, ¿quieres ir a tomar algo y así nos ponemos al día?—sugirió
Sean con una brillante sonrisa.
—Claro,
vamos—asintió, poniéndose rápidamente las zapatillas y cerrando
la puerta tras de sí en las narices de su madre.
Condujeron
hasta el bar más cercano y se sentaron en la barra con un par de
cervezas. Hubo un largo momento de silencio –algo inconfortable, no
de esos silencios relajados que solía haber entre ellos– hasta que
uno de los dos se decidió a hablar.
—Y...
bueno, ¿qué tal te ha ido con...?—Axl movió la mano en el aire.
—Bien,
ha sido... agotador, era muy agotador, pero el trabajo que hacíamos
merecía la pena.
—Genial,
genial—no sabía qué más decir.
—¿Y
tú? Has terminado la universidad, ¿no? ¿Qué planes tienes?—le
preguntó y por su expresión parecía estar esperando una gran
respuesta que Axl no tenía.
—Am,
sí, he terminado. Supongo que buscaré un trabajo, no sé—Axl
suspiró. ¿Por qué le resultaba tan difícil hablar con su mejor
amigo?—. ¡La verdad! ¡No tengo ni puta idea de qué voy a hacer!
No quiero empezar una vida de asalariado sin haber vivido otras
experiencias antes. ¡Aún soy joven, quiero vivir, quiero ver mundo!
—Ven
conmigo—sugirió de repente Sean, mirándole con expresión seria.
—¿Contigo?
¿A dónde?
—La
semana que viene me marcho a Europa, al mar Mediterráneo. Voy a
colaborar con un barco de rescate de migrantes. Sería una gran
experiencia para ti y verías mundo. Será duro, no te voy a engañar,
pero obtienes una satisfacción ayudando a esa gente que no puedes
conseguir de otro modo.
—Um...
Suena interesante, me lo pensaré—asintió, echando un largo trago
de cerveza.
En
realidad sonaba bastante bien, mejor que la idea de una casa con
valla blanca y un trabajo monótono en una oficina.
—¿Y
en esos viajes se conocen chicas? ¿Te has ligado a alguna?—le
preguntó, intentando desviar un poco el tema de sí mismo.
—Se
conocen chicas, pero no, yo no he ligado con ninguna—respondió con
una risa y pareció que el aire se aligeraba.
Axl
en realidad sí pensó en su proposición. Lo hizo estando en su
cama, su cama desde la infancia en la casa donde había vivido toda
su vida. No había hecho nada interesante en su vida, nada relevante.
El
día en que Sean preparaba todo para marcharse, Axl apareció en su
casa con una mochila. Sean le sonrió y con eso supo que estaba
haciendo lo correcto a pesar de todas las pegas que le había puesto
su madre.
Pasaron
cinco meses en un barco en el mediterráneo. La segunda semana
rescataron una lancha de goma en la que tan solo podían viajar siete
personas con treinta y cuatro migrantes a bordo, más de la mitad
mujeres y una docena de niños. Algunos estaban deshidratados, todos
malnutridos. Dos murieron en el barco, no pudieron hacer nada por
ellos. Después de aquello, con los treinta y dos migrantes a bordo,
fueron incapaces de atracar en ningún puerto, ningún país les
permitía la entrada. Permanecieron en el mar durante meses, cuidando
de aquella gente y recibiendo provisiones de otros barcos de rescate.
Cuando finalmente atracaron en España, se alojaron en un hotel
después de haberse encargado de los migrantes. Sean se quitó la
ropa hasta quedarse en calzoncillos y se dejó caer sobre la primera
cama. Axl hizo justo lo mismo. Quería afeitarse, odiaba su ridícula
barba, pero no tenía las energías para ello. Ni siquiera se percató
de que había otra cama, llevaba tanto tiempo compartiendo espacio
con Sean que no le importaba estar pegado a él.
—¿Repetirías?—preguntó
Sean con un susurro.
Axl
abrió los ojos, estaba a punto de quedarse dormido.
—¿Repetir?
—La
experiencia, ¿la repetirías?
Axl
lo pensó y se dio cuenta de que no necesitaba meditarlo mucho.
—Sí,
lo haría. Siempre y cuando tú me acompañes, claro—giró la
cabeza hacia él y le sonrió cansado.
—Eso
no tienes ni que pedirlo—cogió la mano de Axl y la apretó
suavemente.
Juntaron
las cabezas y se quedaron dormidos, exhaustos.
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