Título: Tú, yo y el Nemeton
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia y todo tipo de parafilias
Capítulos: 13 (2 de 13)
Resumen: AU: las criaturas sobrenaturales son conocidas, pero no están necesariamente integradas en la sociedad. Es todo tan nuevo que las leyes aún no están desarrolladas para ellos y no todas las criaturas son aceptadas entre los humanos.
Con una manada consistente tan solo en su sobrino y él, tras haber vengado el asesinato de su familia por parte de cazadores furtivos, Peter se encuentra con un joven vampiro que trata de mantener en secreto lo que es por el bien de la carrera de su padre, el sheriff. Pero intentar vivir como un humano cuando ya no lo es resulta tarea imposible para Stiles, especialmente cuando el Nemeton se mete de por medio.
Aviso: las escenas de sexo contienen sangre, mordiscos, violencia, bestiality (con hombre lobo) y necrofilia (role play) entre otros, y son potencialmente mortales así que no las repitáis en casa. (Al menos no hay violación, ambas partes consienten a todo).
Capítulo 2
Decir
que la búsqueda de información sobre los vampiros resultó
infructuosa sería el eufemismo del año. Fue un completo desastre.
Era peor que las historias sobre hombres lobo. Podían caminar bajo
la luz del sol, no podían, podían bajo ciertas circunstancias;
solamente podían alimentarse de sangre humana (cosa que ya sabía
que no era cierta) o podían alimentarse incluso de ratas; podían
transformarse en ciertos animales o no; podían volar o no; por no
hablar de las múltiples formas en las que se decía que se les podía
matar y que se contradecían de un sitio a otro. Y eso solo en lo
referente a los aspectos básicos, no entremos en detalles. Tras
recurrir a todos sus libros y, como último recurso, a Internet, lo
único que le había quedado claro es que eran escasos y poderosos.
Eso ya lo sabía, por supuesto. Que eran poderosos, peligrosos,
temibles. Después de todo, los cuentos de terror para niños lobo no
hablaban del coco sino de vampiros.
Decidió
que lo mejor era preguntar al experto (o al que más podía saber, ya
que probablemente tampoco podría darle respuestas a todo al haber
sido autodidacta y no haber tenido un maestro –término que había
sacado de uno de los libros y que tampoco sabía si era apropiado–).
Lo
encontró una semana después de su primer encuentro, sentado de
nuevo sobre el Nemeton con su sudadera roja (que le provocaba de un
modo que no debería) y, de nuevo, con un animal en brazos, esta vez
un jabalí de buen tamaño. Stiles estaba completamente absorto
bebiendo del animal. No había mostrado ningún signo de percatarse
de su presencia, aunque tampoco podía estar seguro de ello sin un
latido de corazón que lo delatara. El jabalí se agitaba y chillaba
violentamente. Un humano habría sido totalmente incapaz de
inmovilizarlo, pero Stiles lo mantenía firmemente sujeto como si
nada. La luna estaba en cuarto creciente sobre él y el juego de
sombras sobre su cuerpo era aún más inquietante que la vez
anterior. Peter tuvo que ajustarse en los pantalones, se había
puesto duro sin pretenderlo.
Cuando
el corazón del animal se detuvo, Stiles sacó los colmillos de su
carne lentamente con una expresión de éxtasis en el rostro, como si
acabara de tener un buen orgasmo. O quizás era cosa de Peter y de su
otra cabeza, que de repente tenía un excesivo flujo de sangre. Lo
que seguro no fue cosa suya fue la obscena manera en que Stiles se
relamió los labios, rojos de sangre, y después los colmillos
mientras le miraba fijamente con ojos entrecerrados brillando ámbar.
Peter se acercó lentamente, sin apartar los ojos de los suyos ni un
segundo (pero él tenía que parpadear). Stiles sonrió, su sonrisa
sin mostrar dientes que quizás había practicado para no dejar ver
los colmillos que aun retraídos eran más largos que unos humanos.
Peter tomó una de sus manos, el peso del jabalí casi arrastrando el
cadáver al suelo ahora que no lo sostenía. Llevó la fría mano
hasta sus labios sin recibir resistencia y posó los labios sobre su
muñeca, donde un poco de sangre goteando de la herida del animal
había manchado de rojo la pálida piel. La lamió despacio,
succionando suavemente con sus labios, y sus ojos brillaron rojos,
igualando en intensidad a los del vampiro, que no se despegaban de
sus labios; la expresión en su rostro lo único que le decía que
aquello le estaba afectando.
Cuando
se apartó, la muñeca estaba brillando con saliva, pero limpia de
sangre. Stiles se mordió el labio inferior y pasó la lengua por el
borde de sus dientes sin dejar de mirar sus labios, sus ojos de nuevo
humanos.
—Háblame
de los vampiros—le dijo casualmente.
—¿Huh?—el
chico le miró confuso por un momento.
—Háblame
de las características de tu especie. Es terriblemente difícil
encontrar algo veraz en libros o Internet—no soltó su mano,
comenzó a acariciar su muñeca con el pulgar distraídamente,
pasando por donde estaría el pulso en una persona normal, viva.
—Oh,
am...—sacudió ligeramente la cabeza, intentando despejar su
mente—. Sí, resultó muy frustrante y realmente aún no sé
demasiado, solo lo que he podido experimentar en primera persona. Lo
que más me chocó al principio fue el cambio en mis sentidos.
—¿Qué
clase de cambio?
—Bueno,
no solo se agudizaron, percibo las cosas de forma diferente a los
humanos. El frío o el calor, los siento, pero no me afectan. Los
olores y los sabores... La comida normal no me sabe como antes, no
sabe bien, como barro—había un tono amargo en su voz, echaba de
menos poder saborear la comida como antes, quizás era uno de los
cambios que menos le habían gustado—. Puedo comerla, pero
generalmente tengo que vomitarla después, lo cual es difícil ya que
no tengo reflejo nauseoso—ante esto, las cejas de Peter se
levantaron involuntariamente por un momento. Stiles sonrió y
contrajo los músculos de su garganta como si tragara. Los ojos de
Peter siguieron ávidos el movimiento.
—¿Así
es como lo haces en la escuela? ¿Finges que comes y luego vas al
baño a vomitarlo?—preguntó, intentando fingir que por su mente no
pasaban imágenes del chico con la nariz hundida en su vello púbico
y la garganta llena.
—Así
lo haría si tuviera alguien ante quien fingir, pero mi mejor y único
amigo se mudó de Beacon Hills mientras yo estaba fuera así que lo
único que hago es evitar ir a la cafetería, nadie se da cuenta. Y
en compensación por comida que sabe a barro, soy un perfecto catador
de sangre—era evidente que prefería evitar el tema de los amigos,
o la falta de ellos, así que pasó a otro—, puedo distinguir hasta
el grupo sanguíneo por el sabor y es tan... ¿dulce? No sé, no es
un sabor que pueda describir con los sabores de la comida normal—se
encogió de hombros. No iba a intentar explicar algo que era
imposible comprender sin experimentarlo—. Mi vista también es más
aguda, el mundo parece diferente con estos ojos. No mejor o peor,
solo... diferente. Los colores, los detalles. Fue una completa
sobrecarga de mis sentidos. Por suerte parece que la transformación
curó mi TDAH, si no, creo que me habría vuelto loco.
—Eso
también habría pasado con el Mordisco, de hombre lobo, me refiero.
Aunque el Mordisco no te habría convertido literalmente en un
cadáver. He visto que no necesitas respirar, a parte de que tu
corazón no late, claro.
—Mhmm—asintió
con la cabeza—. Tampoco tengo ninguna clase de fluido corporal, a
parte de la sangre que consumo.
—¿Ninguna
clase?—preguntó, su tono claramente insinuante.
—Ninguna
clase—respondió encogiéndose de hombros y sonrió. Era una
sonrisa traviesa que le decía que había más detrás de eso, pero
que no se lo iba a decir—. Puedo llorar, sangre, aunque, bueno, es
contraproducente ya que es la sangre que he bebido y no es que me
sobre precisamente.
—¿Qué
hay del sol?
—No
es realmente un problema. Me puede afectar tanto como a una persona
de piel clara que se ponga a tomar el sol en la playa. Si estoy
muchas horas bajo un sol intenso mi piel empieza ponerse de un tono
gris más oscuro, pero basta con que me ponga a la sombra para que se
cure enseguida.
—¿Puedes
transformarte en algún animal?
—He
intentando, pero sin éxito hasta ahora. Quizás no lo hago de la
forma adecuada, quizás llega con el tiempo o quizás es un cuento.
Peter
asintió con la cabeza y continuó con su siguiente pregunta con el
mismo tono despreocupado.
—¿Formas
de matar a un vampiro?
Stiles
le miró y sonrió, esta vez mostrando sus colmillos ligeramente
alargados. Se levantó, dejando el jabalí caer pesadamente sobre el
tocón, y pasó junto a Peter, alejándose del Nemeton.
—Estoy
vivo, o no muerto, no puedo saberlo—respondió tranquilamente.
—¿Me
lo dirías si lo supieras?
Stiles
rio a carcajadas y por un momento, mirándolo de espaldas, pareció
humano. Un simple chico humano.
—¿Por
qué no? Sería divertido verte intentarlo. No te ofendas, pero
vosotros, los hombres lobo, tan peludos, con vuestras garras,
músculos y esa excesiva cantidad de colmillos—le miró de reojo,
aún dándole la espalda, con una retorcida sonrisa—, no sois más
que inofensivos cachorritos para los vampiros.
No
lo pensó, no estaba actuado racionalmente, solo por puro instinto
cuando agarró al chico del cuello y lo empotró contra el primer
árbol que apareció en su camino. Sus ojos brillaban intensamente y
su rostro estaba transformado casi por completo en su forma beta
mientras un profundo gruñido vibraba en su garganta. Su mano con las
garras extendidas presionaba con fuerza alrededor del pálido y
delgado cuello. Era fuerte, ya habría partido un cuello humano con
esa fuerza, pero aun así estaba cortando por completo sus vías
respiratorias... y eso no tenía el más mínimo efecto en el
vampiro, por supuesto. El chico le miraba con completa calma, ni
siquiera molestándose en intentar liberarse. Tan solo sonreía. No
podía hablar, pero a parte de eso era como si nada. Podría
arrancarle la garganta con sus garras en un solo movimiento, ¿pero
serviría de algo? Seguramente no, no tendría mayor efecto que la
pérdida de parte de la sangre que había bebido del jabalí. Sanaría
en un momento y seguiría como si nada. Si hundía sus garras un poco
más quizás fuera capaz de arrancarle la cabeza por completo, quizás
eso sirviera, pero realmente no quería hacerlo, no quería matarlo,
ahora mismo solo quería follarlo.
Aflojó
su agarre, no soltándolo del todo, solo lo suficiente para dejar sus
vías respiratorias libres. Se dio cuenta de que aún tenía sus
garras fuera, pero ya no estaba en forma beta. No se había percatado
de cuándo había vuelto a cambiar.
—No
puedes estrangularme—le dijo Stiles con voz relajada. Entonces,
sonrió pícaro—. Y eso te pone.
Adelantó
su pierna y presionó contra la entrepierna de Peter. Joder. Estaba
tan duro en sus pantalones que la cremallera estaba a punto de
reventar. Apretó de nuevo el agarre en su cuello cuando iba a hablar
y lo besó con tanta fuerza, con sus dientes humanos pero no romos,
mordiendo los labios del chico, que enseguida percibió el sabor de
la sangre, aunque no sabía exactamente como sangre humana. Se relajó
cuando un gemido de Stiles vibró por su mano. No se estaba quejando,
en absoluto. Estaba tan excitado como él, si podía basarse en la
erección que presionaba contra su cadera (en otro momento le
preguntaría como podía tener una erección, ahora mismo su cerebro
no funcionaba al cien por cien).
—Maldito
mocoso—murmuró contra sus labios, lamiendo la sangre de la herida
ya cerrada.
Soltó
su agarre lo suficiente para que pudiera hablar, pero en lugar de eso
Stiles le agarró del pelo con una mano y volvió a presionar sus
labios juntos en un beso igual de intenso. Peter notó un ligero
pinchazo en su labio y era esta vez su sangre la que añadía sabor
al beso. Stiles gimió profundamente al saborear su sangre y Peter
sintió como si el cuerpo del chico se derritiera en sus brazos.
Soltó su garganta solo para ser capaz de presionar contra él con
todo su cuerpo. Estaba frío, tan frío como un cadáver. Podía
sentirlo incluso por encima de la ropa. Era finales de enero y las
noches eran frías incluso en California. El cuerpo de Stiles estaba
tan frío como la noche. Peter estaba casi seguro de que no tenía
temperatura propia y se preguntaba si podría calentarlo con su
elevada temperatura corporal de hombre lobo.
Le
rodeó la cintura con un brazo mientras le agarraba por la cadera con
la otra mano, colocándolo justo como necesitaba para que sus
miembros se restregaran deliciosamente el uno contra el otro a través
de la tela de los vaqueros. Stiles rodeó sus hombros con los brazos
mientras el beso pasaba de ser puramente salvaje a ser profundo y
lascivo. Sus lenguas se acariciaban, casi peleando la una contra la
otra por dominar, deslizándose sobre los colmillos del otro que ya
no podían controlar más. Peter sintió garras afiladas en su nuca y
sonrió en el beso. Así que el vampiro también tenía de esas. Se
habría preocupado por ellas de no ser porque Stiles escogió ese
momento para restregar las caderas contra él con un dulce gemido. Un
gruñido vibró en el pecho de Peter y Stiles pudo sentirlo
reverberando en cada fibra de su ser.
El
vampiro estaba más excitado a cada segundo que pasaba. Sabía que
seguía frío, pero sentía como si su cuerpo ardiera con el calor y
la firme presencia del hombre lobo contra él. Stiles no había
tenido sexo desde... bueno, desde nunca, pero estaba seguro de que un
humano no podía sentirse como se sentía él. Sus colmillos dolían
y no era por hambre. No
era la misma sensación y apenas acababa de comer. La sangre de Peter
era deliciosa, como alguna clase de elixir que revivía cada fibra de
su ser, pero, por alguna razón, aunque era más sabrosa que la
sangre humana, no quería alimentarse de él. No era esa clase de
necesidad la que invadía su cuerpo. Finalmente, dejó de intentar
comprenderlo e hizo lo que su cuerpo le estaba suplicando. Apartó
bruscamente la cabeza de Peter agarrándole del pelo y hundió los
colmillos en su cuello. Entonces lo comprendió, bueno, cuando fue
capaz de volver a pensar. Su cuerpo se tensó se sacudió, una oleada
de placer lo invadió. Su mente se quedó en blanco por un momento y
después estaba simplemente satisfecho. Sacó los colmillos del
cuello de Peter y lamió concienzudamente la sangre que brotaba hasta
que la herida se cerró. Retrajo las garras, que ahora se daba cuenta
estaban hundidas en los hombros del hombre lobo y se reclinó contra
el árbol a sus espaldas. Peter le miró fascinado con una ceja
arqueada.
—Creo
que acabo de tener un orgasmo vampírico—respondió la silenciosa
pregunta encogiéndose de hombros.
Peter
resopló y se inclinó sobre el chico, ocultando una risa en su
cuello. Sin duda la expresión en su rostro le decía que estaba
satisfecho, incluso si no estaba jadeando ni sudando, si sus latidos
no eran acelerados o si sus calzoncillos seguían secos. Por suerte
el rostro del chico era un libro abierto.
—Bueno—acarició
con sus labios la suave piel de su cuello, con un ligero roce de sus
dientes—, ahora podríamos poner a prueba tu falta de reflejo
nauseoso, si te parece.
Antes
de terminar la frase siquiera, Stiles ya estaba de rodillas frente a
él desabrochando su cinturón. Peter sonrió y apartó sus manos de
un manotazo, agarrando su cabeza con fuerza por la nuca –lástima
que no tuviera el pelo lo bastante largo como para tirar de él–.
Stiles pareció comprender al instante porque tras una fugaz sonrisa
su cuerpo se quedó completamente inerte. Su rostro estaba
inexpresivo, sus ojos ni siquiera mirando al vacío, solo muertos, y
su cuerpo tan solo sostenido de rodillas por la mano de Peter. Era un
cadáver, nada más. Y eso era justo lo que Peter quería.
Se
desabrochó los pantalones, dejando que cayeran hasta sus muslos, y
sacó su miembro erecto de sus calzoncillos ya húmedos. Restregó la
punta goteante contra la fría piel del chico, dejando un rastro de
presemen sobre su mejilla y su nariz. El rostro de Stiles no mostró
el más mínimo tic. Peter abrió su boca, aliviado al ver que los
colmillos estaban retraídos. Acarició sus labios con el glande y
lentamente penetró la cavidad con su verga, sintiendo cómo se
estrechaba según avanzaba, siguiendo hasta la garganta sin que esta
experimentara ninguna clase de contracción. Era cierto después de
todo. No se detuvo hasta que los labios del chico envolvían la base
de su miembro y su nariz estaba hundida en su vello púbico, justo
como lo había imaginado. Y el rostro de Stiles seguía sin mostrar
la más mínima emoción, ni un solo músculo moviéndose. La
intrusión en su garganta no podía ser cómoda ni agradable, Peter
no era precisamente pequeño, bastante más grande que la media
humana como la mayoría de hombres lobo nacidos. Stiles sabía
quedarse quieto cuando quería. Peter asintió complacido.
Esperó
por varios minutos simplemente sumergido en su boca. Un humano, o
cualquier criatura viva, ya habría muerto asfixiado. Llevó su mano
libre a su garganta y palpó con sus dedos, sintiendo su falo dentro.
Era hermoso. Entonces, salió hasta que solo estuvo la punta dentro y
embistió con fuerza. No se contuvo, embistió rápido y duro hasta
el fondo, apoyando su mano libre en el árbol para sostenerse. Sin la
más mínima reacción por parte del chico era fácil olvidar que
estaba vivo, tan fácil y placentero. No recordaba haber estado tan
duro en su vida. Ni siquiera podía controlar sus garras o colmillos,
que salían involuntariamente. Sus ojos brillaban de un intenso rojo
mientras gruñía de placer, un sonido más animal que humano.
Entonces
comenzó a sentirlo, esa presión en la base de su polla. Eso sí que
era una sorpresa, nunca había pasado con nadie que no fuera también
licántropo. Le llevó un segundo decidirse sobre qué hacer. Optó
por hundir la verga en su boca mientras el nudo se hinchaba en la
base. Esperó alguna clase de reacción, quizás sorpresa, por parte
de Stiles, pero no hubo nada. Ni siquiera el más mínimo signo de
dolor, ni el más mínimo reconocimiento en sus ojos mientras sus
mandíbulas se abrían más y más por el nudo que se expandía en su
boca. Era la primera vez que Peter anudaba la boca de alguien y
cuando escuchó el chasquido en sus mandíbulas ya no pudo más,
sacudió sus caderas y se corrió en lo más profundo, tan
abundantemente que sentía que se quedaba seco.
Jadeando,
con sudor empapando sus sienes y su cuerpo ardiendo, Peter esperó,
apoyado con el antebrazo en el árbol hasta que el nudo se relajó lo
bastante para sacar su miembro. Soltó la cabeza del chico y su
cuerpo cayó contra el tronco aún inerte. Mientras se abrochaba los
pantalones, Peter observó sus mandíbulas desencajadas, la oscura
cavidad de su boca. Las sombras que proyectaba la luna convirtiéndolo
en una imagen aún más grotesca.
—He
de admitir que tienes ciertas... cualidades remarcables—le dijo,
considerando que era mejor que decir que su boca era el mejor agujero
que había follado en su vida, no quería levantarle la autoestima
por los aires.
Fue
en ese momento cuando Stiles regresó a la vida, si es que podía
decirse así. Sus mandíbulas volvieron a chasquear. Las movió
ajustándolas y sonrió.
—Vaya,
gracias, qué educado. Habría preferido algo como «ha sido la mejor
mamada de mi vida», pero gracias—su voz era normal, no rasposa, su
garganta completamente curada como si no acabara de tener una polla
hasta el fondo. Peter lamentó un poco eso. Se levantó y se sacudió
la suciedad de la ropa. Recorrió sus labios con la lengua con una
expresión de disgusto en el rostro—. Ni siquiera he tenido
oportunidad de saborear tu semen, lástima.
Peter
le miró sorprendido, desde luego no era eso lo que se esperaba,
pero, después de todo, este chico parecía no encajar con ninguna
idea que se hacía de él.
—La
próxima vez—porque desde luego que iba a haber próxima vez.
—Te
tomo la palabra—respondió con una nueva sonrisa.
Ambos
echaron a andar en dirección a la ciudad. Peter observaba de reojo
al chico, que parecía completamente relajado, con una estúpida
sonrisa en el rostro, como cualquier adolescente tras una buena
sesión de sexo.
—¿No
duele?—le preguntó sin saber por qué. Realmente no le importaba,
solo sentía curiosidad.
—¿Hm?
Oh, no. No siento el dolor como los humanos. El dolor es la forma que
tiene el cuerpo de avisar de que se está herido o enfermo. Dado que
las heridas no son realmente un problema para mí, mi cuerpo no
necesita avisarme de ello. O esa es la explicación que se me ha
ocurrido. Básicamente sé que estoy herido, puedo sentir un hueso
romperse o la piel desgarrándose, pero no siento ningún dolor, solo
algo como... un hormigueo, mis células regenerándose, supongo—miró
de reojo al lobo, la mirada de este fija en él con algo parecido a
hambre en su expresión—. ¿Qué podrás estar pensando?
—Posibilidades.
Solo... posibilidades.
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