Título: Formando una familia
Fandom: Mentes Criminales Pareja: Aaron Hotchner x Spencer Reid
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash, Omevagerso
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, Mpreg
Capítulos: 10 (1 de 10)
Resumen: Hotch va a divorciarse y ha decidido que Reid será su omega, aunque ni siquiera se lo ha comentado.
Capítulo 1
Reid levantó la vista de su tableta y se frotó los ojos.
Miró el reloj y se sorprendió al ver que ya eran casi las ocho de la tarde. Se
había quedado completamente absorto en el ensayo que estaba leyendo. Miró a su
alrededor y no vio a nadie más en la oficina. Casi todas las luces estaban
apagadas, solo quedaban las de los pasillos y una tenue luz en el despacho de
su jefe. No le sorprendió, seguro que estaba terminando algún informe.
Recogió sus cosas y se preparó para marcharse. Tenía que
darse prisa si quería llegar al último tren y aún tenía que pasarse por el
supermercado para comprar algo de cena. Antes de salir, miró hacia el despacho
de Hotch. Debería ir y decirle que se fuera ya a casa, tendría tiempo mañana de
seguir con lo que estuviera haciendo. Dejó la mochila en su escritorio y subió
las escaleras. Justo antes de llamar a la puerta, escuchó algo parecido a un
gruñido. ¿Se había quedado dormido y estaba roncando? Tampoco quería
molestarle, sabía cuánto necesitaba dormir con todo el estrés que estaba soportando.
Echó un vistazo entre las rendijas de la persiana, pero lo que vio le dejó
boquiabierto.
Hotch estaba sentado en el sofá, con las piernas separadas y
la cabeza algo inclinada hacia atrás. Solo podía ver el perfil de su rostro,
con los ojos cerrados, el ceño fruncido y respirando pesadamente, y también
podía ver cómo se estaba masturbando. La gran verga emergía de sus pantalones y
la frotaba a un ritmo lento y continuo con la mano derecha.
No podía creer lo que estaba viendo, no podía creer que su
jefe se estuviera masturbando en la oficina. Podía entender que sería difícil
hacerlo en casa, ¿pero por qué tenía siquiera necesidad de hacerlo? Había una
preciosa mujer esperándolo en casa. Sabía que muchos alfas no podían estar del
todo satisfechos con una pareja beta, pero masturbarse tampoco sería una
solución.
La fuerte mano se movía tan lentamente sobre el grueso y
duro falo. Parecía un ritmo mortificante, lo estaba haciendo a propósito.
Spencer sintió un hormigueo en su trasero. Debería marcharse, pero no podía
apartar la mirada. Era tan grande, con las venas hinchadas y la punta goteando,
oscuro y palpitante. Parecía de una bestia. Si algo así lo penetrara, lo
desgarraría por dentro, pero seguro que nunca podría sentirse tan lleno. Llevó
la mano a su paquete y frotó distraídamente su erección a través de la tela.
Hotch llevó su mano libre a los pantalones y comenzó a
masajear sus bolas. Su respiración se volvió más ronca, emitiendo unos graves
gruñidos casi animales. La base de la verga comenzó a hincharse. Spencer tragó
saliva. Unas gotas de lubricación mancharon sus calzoncillos. Sus piernas
temblaron y cayó de rodillas. Cerró los ojos y presionó el bulto en sus
pantalones. El olor del alfa excitado era tan intenso que cubría todos los
demás olores de la oficina, sentía que estaba siendo envuelto por él. Con el
último gruñido gutural de Hotch al correrse, él también se vino en sus
pantalones sin poder contener un suave gemido.
Se quedó jadeando, con la frente apoyada contra el marco
inferior de la ventana, poco a poco siendo consciente de la incómoda humedad en
sus calzoncillos. Aún atontado tras su orgasmo, tardó un momento en reaccionar
cuando Hotch salió del despacho. Le miró un instante aturdido, con la boca
entreabierta y las mejillas ruborizadas, y después agachó la cabeza, apretando
los labios nervioso. No había explicación para eso, estaba seguro de que su
jefe podía oler perfectamente la excitación en él a pesar de los supresores.
—Levanta—le ordenó.
Spencer tragó saliva y se levantó. Intentó ocultar con las
manos la mancha que ya se notaba en la parte frontal de sus pantalones, aunque
la que más le avergonzaba era la que tenía detrás. Hotch se echó a un lado y le
indicó con un gesto que entrara al despacho. Spencer obedeció, aunque solo
quería salir corriendo.
Hotch cerró la puerta y se acercó a él. Le rodeó la cintura
con un brazo y presionó sus cuerpos juntos. Hundió el rostro en su cuello y
Reid ladeó la cabeza de inmediato como un acto instintivo, dejándole espacio.
—¿Alf- Ho-Hotch?—preguntó confundido.
El alfa inspiró profundamente y acarició su piel con los
labios.
—Hueles a paraíso—su voz sonó ronca y profunda.
—¿Qué?
Hotch apartó el rostro de su cuello y subió besando su oreja
y oliendo su sedoso cabello.
—A estas horas el efecto de los supresores casi ha
desaparecido—le susurró—. Deberías tener cuidado, si sales a la calle así serás
una víctima potencial.
Spencer suspiró sintiendo su aliento. Sus piernas temblaban.
Estaba tan nervioso, tan sorprendido, tan abrumado por el olor del alfa. ¿Qué
estaba pasando? Su jefe nunca se había comportado de ese modo, nunca había
mostrado el más mínimo interés por él ni se había acercado a ningún otro omega
de ese modo. Ese no parecía en absoluto el Hotch de siempre y no sabía cómo
actuar.
El alfa deslizó una mano por su perfecto trasero y presionó
entre sus nalgas. Spencer gimió y empujó las caderas contra él. Pudo incluso
escuchar la humedad de su lubricación y goteó todavía más.
—Estás tan mojado por mí. Me siento honrado, nunca te había
visto ponerte así.
El joven sintió una vibración en el pecho de Hotch, un
gruñido dominante, y deseó con todas sus fuerzas desnudarse y presentarse ante
él. Le costó resistir a pesar del gran autocontrol que tenía. Tenía razón,
jamás se había puesto así por ningún alfa, aunque no le sorprendía tener
aquella reacción con su jefe.
—Hotch, qué estás- ¡¿huh?!—se sobresaltó cuando tiró de sus
pantalones, bajándole también los calzoncillos. Le dio media vuelta bruscamente
y deslizó la erección entre sus piernas—. ¡Nnh! ¿H-Hotch?
Estaba empezando a preocuparse. No estaría pensando en tener
sexo con él, ¿verdad? ¿Y cómo podía estar todavía duro? Además, el nudo aún estaba
hinchado. Era imposible que intentara penetrarlo con eso.
—Tranquilo, solo aguanta—le susurró, rodeando su pecho con
un brazo para mantenerlo sujeto contra él.
Comenzó a mover sus caderas, embistiendo lentamente entre
sus piernas. Ahora Spencer podía sentirlo realmente, su dureza y su calor
frotando sus bolas, el nudo golpeando contra su entrada y sus muslos, todo
recubierto por su propia lubricación. Se sentía tan bien, en los brazos del
alfa, contra su amplio pecho, envuelto en su olor, sintiendo que aquel falo
podía levantarlo en aire por sí mismo. Dejó de pensar o simplemente la
excitación inutilizó su mente. Se aferró a los brazos que lo sostenían y
comenzó a gemir, moviendo él también las caderas para encontrarse con las
embestidas del alfa. Estaba duro de nuevo, pero su pene le daba igual, solo
quería satisfacer a su trasero, deseaba que Hotch entrara en él, ser llenado,
anudado y marcado.
Eso no sucedió. Hotch le abrazó con fuerza y se corrió entre
sus piernas con un profundo gruñido al tiempo que él también se venía sobre el
escritorio frente a ellos y apretaba los muslos en el orgasmo más intenso que
había experimentado nunca. Se quedaron inmóviles por un momento, recuperando el
control de sus cuerpos. Spencer podía sentir el caliente semen del alfa
deslizándose por sus muslos junto con su lubricación. Era una sensación
incómoda, pero no podía evitar pensar que debía estar dentro de él,
fecundándole. Su parte lógica no lo quería realmente, pero su lado omega lo
ansiaba.
Hotch soltó lentamente el cuerpo de Reid, asegurándose de
que podía mantenerse en pie, y sacó una caja de pañuelos del cajón de su
escritorio. Mientras el joven aún permanecía aturdido, su jefe le limpió,
intentando evitar mirar fijamente aquel delicioso trasero. Le subió los
pantalones y le colocó un poco la ropa. Le dio la espalda y comenzó a limpiar
el escritorio.
—Te acerco a casa—le dijo, sin volverse a mirarle.
—Ah... N-no... Puedo ir en...—no, ya no podía ir en tren,
había perdido el último, pero tampoco quería ir con su jefe en el coche en ese
momento.
—No hay más trenes.
—Cogeré un taxi—replicó.
—Yo puedo-
—Gracias, pero cogeré un taxi—salió a toda prisa del
despacho, si Hotch insistía acabaría cediendo.
En el largo trayecto de una hora, Spencer tuvo tiempo de
poner en orden sus pensamientos, de asimilar lo que había sucedido. Estaba
enfadado con Hotch. Nunca había imaginado que fuera esa clase de hombre, capaz
de engañar a su mujer, de asaltar a un omega, a un compañero, y hacerle aquello
sin tan siquiera preguntarle antes. Es cierto que no se había negado en ningún
momento ni había intentado detenerlo, pero tal vez sí lo habría hecho con la
mente algo más clara, no justo después de haberse masturbado. Pero no estaba
enfadado porque se lo hubiera hecho a él, sino porque fuera capaz de hacerlo.
Ese no era el hombre al que conocía (o creía conocer) ni en el que confiaba
hasta el punto de poner la vida en sus manos o de disparar a alguien por él.
Tenía que haber alguna razón para aquello, después de tantos años trabajando juntos
no podía conocerlo tan poco. No estaba seguro de si podría seguir trabajando
con él si le perdía todo respeto como hombre y eso era lo que más le dolía.
Apenas pudo dormir. No podía quitarse lo que había sucedido
de la cabeza. A veces se ponía furioso y daba vueltas por el apartamento; otras
veces su cuerpo comenzaba a calentarse al recordar la sensación del cuerpo de
Hotch contra el suyo, de su verga embistiendo contra él, de su intenso olor
envolviéndolo... y acababa bajo el agua fría de la ducha. Era casi una tortura
mental.
* * * * *
—Hey, guaperas, ¿estás bien? Tienes mala cara—le preguntó
Morgan cuando llegó al trabajo.
—Estoy bien, no he dormido mucho.
—¿Otra vez leyendo hasta la madrugada?
—Sí...—por suerte, la doble dosis de supresores consiguió
que no percibiera el olor a inquietud y preocupación que desprendía.
—Spence, Hotch quiere verte—le informó J. J. saliendo del
despacho.
—¿Te has metido en algún lío?—se burló Morgan.
No respondió, tan solo se encogió de hombros y se dirigió al
despacho de su jefe después de dejar la mochila en su escritorio. Llamó a la
puerta y entró con la cabeza gacha. No quería mirarle, en ese momento estaba en
modo furioso y no sabía cuánto podría controlarse si le miraba a la cara.
—Siéntate.
Reid obedeció y se sentó con los brazos cruzados frente al
pecho en una postura defensiva, aún sin mirarle a la cara. Hotch se molestó un
poco, pero lo dejó pasar.
—Antes de nada quiero disculparme por lo de ayer, no quería
hacerlo tan brusca-
—¡¿Por qué lo hiciste?!—estalló—. Estás casado y eres mi
jefe. ¿En qué demonios estabas pensando? Ni siquiera parecías tú mismo. ¿Te
habrías detenido si te lo hubiera pedido?
—Reid-
—¿Y a quién se le ocurre masturbarse en la oficina? Podría
haberte pillado cualquiera. ¿Qué habrías hecho si no hubiera sido yo?
—Reid.
Su potente tono le dejó mudo, se quedó congelado como si le
hubiera inmovilizado físicamente. Apretó los labios y se encogió en su asiento.
—Quiero disculparme por lo que sucedió ayer, no pretendía
hacerlo de ese modo. Puedes considerar que le he sido infiel a mi esposa si
quieres, y que ella tenga una aventura desde hace meses no lo justifica, pero
ya he contactado con el abogado para comenzar los trámites del divorcio. Ayer
quería hablar contigo sobre eso, pero... me distraje. Puedo conseguir un
divorcio exprés si tengo intención de emparejarme con un omega y para eso
necesito que lo corrobores en la solicitud.
—¿Quieres que mienta?—preguntó confuso.
—Por supuesto que no—respondió frunciendo el ceño—. Tengo intención de emparejarme contigo
cuando el divorcio sea oficial.
—Qu- qu-...—estaba completamente atónito con todo lo que le
había dicho y el tono frío en que lo había hecho, como si no hablara más que de
un procedimiento rutinario—. ¡Ni siquiera me lo has consultado! ¿Y por qué yo?
Estoy seguro de que habrá cientos de omegas deseando emparejarse con un alfa
como tú. Y no quiero emparejarme solo para facilitarte el divorcio, es
demasiado importante como para hacerlo por algo tan trivial.
—Creo que no me has entendido, no me voy a emparejar contigo
para divorciarme, me divorcio para emparejarme contigo. No lo haría con nadie
más. Y no te he consultado porque ya sé cuáles son tus sentimientos así que no
lo consideré necesario.
—¿Ya sabes...?—imposible,
imposible, imposible.
—Sí, te he visto sin supresores en suficientes ocasiones
como para saber que estás enamorado de mí, probablemente desde que entraste a
la Unidad, y el sentimiento es mutuo. He considerado el divorcio muchas veces,
pero la situación nunca ha sido la propicia y sentía que tenía una obligación
con Haley ya que es la madre de mi hijo, que debía intentar que nuestro
matrimonio funcionara. Sin embargo, ya que eso no ha sido posible, no encuentro
motivo para no tomarte como mi omega una vez que el divorcio se haga efectivo.
Lo decía como si fuera algo lógico y evidente, como si no
hubiera opción a réplica. Reid estaba boquiabierto, le costaba asimilar todo lo
que había dicho, sentía como si lo hubiera dicho en un idioma extraño, eran
palabras sin sentido. Solo tenía claro que se iba a divorciar de Haley y que
aquella p- mujer le había sido infiel. ¿Cómo era eso siquiera posible? Estaba
casada con un alfa pura sangre, con el mejor hombre y padre que jamás había
conocido. Aun sin los instintos de un omega, debía de ser consciente del marido
que tenía. ¿Y era capaz de engañarle? No tenía perdón. El sentimiento es mutuo. Cuando esa frase se abrió paso en su
mente, todo lo demás se desvaneció. ¿Era lo que estaba pensando?
—¿Estás enamorado de mí?—le preguntó directamente,
necesitaba aclararlo de inmediato.
—Creo que eso es lo que he dicho—respondió tranquilamente.
—Ah... Ah...—no sabía qué decir, sentía cómo su rostro
comenzaba a ponerse rojo.
Eso no podía ser cierto, un alfa como su jefe jamás se
interesaría por un omega como él. Tenía tantas otras opciones mucho mejores que
era ridículo que se enamorara de él. Pero a pesar de todo ello, se sentía
inconmensurablemente feliz. Tenía razón, había sido amor a primera vista, desde
que Gideon los presentó. Olía a libros, a chimenea y a hogar, era el olor más
agradable que había percibido nunca. Ahora estaba acostumbrado a él, pero al
principio su cuerpo no dejaba de reaccionar.
—Me gustaría que siguieras trabajando aquí después de
emparejarnos. Sé que puedes hacerlo, aunque me aseguraré de no enviarte a
lugares peligrosos. Sin embargo eso es solo decisión tuya, me parecerá bien si
te quedas en casa cuidando de Jack o buscas un trabajo más tranquilo.
Reid apenas fue capaz de entenderle, seguía dándole vueltas
al hecho de que su jefe estuviera enamorado de él. ¡¿En serio?! ¿Y ahora qué?
¿Qué tenía que hacer? Hotch parecía tenerlo todo planeado, solo tenía que
aceptar e incluso eso ya lo daba por sentado.
—Um... Yo...—estaba completamente en blanco, no sabía ni qué
hacer ni qué decir.
—Vuelve a la oficina, después de trabajar podemos hablar más
extensamente de esto si quieres. Y preferiría que los demás no supieran nada
todavía, aunque no estoy seguro de que puedas ocultarlo.
Spencer se le quedó mirando por un momento. Hotch se veía
tan tranquilo y frío como siempre, ni siquiera su olor parecía alterado.
Resultaba difícil creerle porque nadie podía permanecer tan impasible
confesándose ante la persona que amaba y «pidiéndole» ser su omega. Se levantó
de la silla y casi como un zombie salió del despacho y se sentó en su mesa.
—¿Reid, estás bien?—le preguntó Prentiss.
Ni siquiera se giró a mirarla, tan solo asintió con la
cabeza en un gesto tenso.
—Hey, ¿en serio estás bien?—Morgan también se acercó—. ¿Ha
pasado algo con Hotch?
—N-no, estoy bien—respondió, sacando su tableta para poder
fingir que hacía algo.
Sus compañeros se miraron entre sí con el ceño fruncido.
Morgan no lo dudó, subió directamente al despacho de su jefe.
—Hey, Hotch, ¿ha pasado algo con Reid? ¿Hay algún problema?
—No hay ningún problema.
—En serio, ¿qué ha pasado? Reid ha salido muy extraño de tu
despacho.
—Derek, no es nada que tú debas saber, al menos por ahora.
Es un tema personal, cuando lo considere oportuno se lo comunicaré al resto del
equipo. Pero no tienes de qué preocuparte, no sucede nada malo.
Morgan resopló. Que le dijera que no se preocupara no
ayudaba en absoluto. ¿Un tema personal? ¿Qué clase de asunto podía haber dejado
a Reid en ese estado? Nada convencido con su respuesta, salió del despacho.
Poco después les llegó un caso urgente así que esa charla
que iban a tener después del trabajo y que el omega tanto necesitaba para
aclarar las cosas no pudo producirse. Reid intentó ser profesional y actuar
como siempre, pero sus compañeros podían notar que su comportamiento era algo
extraño, aunque todos estaban centrados en el caso y no dijeron nada. Hotch le
trataba como siempre, un miembro más de la unidad, salvo que no le dejó ir a la
detención del sudes. Debería haberse molestado, pero se sintió un poco feliz
porque sabía que quería protegerlo.
No regresaron a Quántico hasta el día siguiente pasadas las
dos de la tarde. Apenas habían dejado las cosas en sus respectivas mesas cuando
Haley entró en la oficina como si se hubiera desatado una tormenta.
—¡¿Dónde está esa puta?!
Continuará...
Este fanfic iba a ser solo la escena del despacho, PWP sin más, pero... bueno, no sé cómo, pero ha acabado siendo una historia con un montón de fluff* y cosas de bebés que llegarán en los próximos capítulos ;)Fluff: Los fanfics fluff son historias románticas con final feliz, que pretenden inducir un tipo de sensación reconfortante en sus lectores. (Vamos, un montón de cosas dulces y tiernas. Eso sí, en este caso acompañado de un montón de sexo).
También tenía la intención de que Hotch fuera un alfa cruel, dominante y controlador... no he sido capaz, Hotch es demasiado bueno para ser así, así que toda la angustia que tenía pensado meter ha acabado siendo un montón de fluff.
No hay comentarios:
Publicar un comentario