Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 19 (de 19) FINALIZADO
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.
La
antigua historia entre Hades y el Diablo.
—Kuroichi,
¿otra vez te han matado?—preguntó un hermoso Dios de negros
cabellos, caminando sobre la oscura tierra del Inframundo con
elegantes pasos.
—Hehe,
ya ves, me lancé a lo loco sin pensar—contestó un joven demonio
de cabellos cortos, rojos como fuego, al igual que sus ojos. Sonreía
ampliamente acercándose al Dios.
—¿Es
que alguna vez has pensado?—rió el mayor.
—¡Hey!
No seas tan malo Hades—se quejó el pequeño haciendo puchero—.
Además así te hago una visita.
—Tu
padre se enfadará si te mandan tantas veces al Infierno, recuerda
que vas a ser el futuro Diablo—comenzaron a caminar juntos hacia el
castillo de Hades.
—Ya
lo sé, pero no puedo evitar calentarme cuando lucho. Además si
tanto te molesta que venga no tienes por qué estar acompañándome
aunque te lo haya pedido mi padre—contestó enfurruñado, girando
el rostro hacia el otro lado.
—¿En
serio crees que te acompaño porque me lo haya pedido tu padre?—rodeó
su cintura con un brazo y giró su rostro con la punta de sus largos
dedos para que le mirara—. Si no me gustara tu compañía, por
mucho que me hubiera dicho tu padre, no estaría contigo.
El
rostro del pelirrojo se sonrojó, sintiendo la caliente mirada del
Dios con aquellos blancos ojos. Agachó la cabeza algo vergonzoso y
siguió caminando junto a Hades sin decir una palabra. El pelinegro
tenía que contener una carcajada, aquel pequeño demonio se veía
realmente lindo en ese estado. Pronto llegaron al castillo y nada más
entrar se encontraron con una hermosa mujer de brillantes cabellos
blancos y una amplia sonrisa.
—Vaya
Kuroichi, cuanto tiempo, bienvenido—le dijo al demonio,
enganchándose a su brazo.
—Muchas
gracias, siento molestar—se sintió algo abrumado por el entusiasmo
de la Diosa.
—¿Molestia?
Para nada, es un gran placer tenerte aquí. Hades es un aburrido, sin
embargo contigo me lo paso muy bien—la “agradable” mujer lo
apartó del Dios y se lo llevó a un comedor—. Debes tener hambre,
¿cierto?
Después
de la comida deliciosa, la mujer y el demonio charlaron un rato,
sentados en una terraza mientras observaban el oscuro paisaje del
Inframundo. A Kuroichi le agradaba estar con la Diosa pero no dejaba
de mirar a su alrededor esperando que llegara Hades. Pero este no
aparecía.
—Es
muy tarde, voy a dormir, tengo que recuperar las energías—le dijo
el pelirrojo tras varias horas.
—De
acuerdo, que duermas bien—se despidió la mujer con una sonrisa.
Kuroichi
se encaminó a su cuarto, en el cual ya había estado en varias
ocasiones anteriores. Mientras subía las largas escaleras hasta uno
de los torreones no dejaba de mirar por todas partes, esperando
encontrarse con el Dios antes de irse a la cama, pero al parecer no
andaba por allí o simplemente no quería verle. Se metió en la cama
y allí estuvo intentando dormir largo rato sin tener éxito.
—¿Qué
sucede Kuroichi? ¿No puedes dormir?—la mujer abrió la puerta del
cuarto y entró sonriente—. ¿Quieres algo de compañía?
—Um...
bueno...—contestó el menor, incorporándose en la cama.
—¿Sabes?
Yo conozco una forma muy buena para dormir—se sentó a su lado y se
inclinó hacia su rostro.
—¡Ah!
Pe-pero...—la Diosa le besó, colándose en su boca sin esperar
consentimiento alguno.
Sus
labios... los labios de Hestia... Me pregunto si serán iguales a los
de Hades... Son muy suaves y carnosos... Los de Hades son finos...
Quiero probar sus labios, pero nunca podré. Al menos ella tiene la
misma sangre que Hades, será como si lo hiciera con una parte de
él... Su olor es muy parecido..., pensaba el pelirrojo
entregándose a aquel beso. Aquella mujer nunca le había interesado
pero solo el leve parecido que tenía con su hermano le hacía
desearla. Ya que no podía tener a Hades, tendría algo suyo.
—Kuroichi...
siempre me has gustado mucho...—le dijo la mujer cuando se
separaron solo para tomar aire—. Esta noche voy a hacerte disfrutar
mucho.
Se
sentó sobre el joven y siguió besándole mientras acariciaba su
pecho con manos golosas. Kuroichi correspondió a su beso y caricias,
recorriendo la espalda y su cintura con las manos delicadamente.
¿Se
sentirá igual que Hades? Ugh... No me hace sentir nada aunque sea
una mujer muy hermosa, pensaba el demonio, intentando estimular
su cuerpo para no acabar de la forma que ningún hombre desea.
Que
raro... su cuerpo no reacciona. Esto nunca me había pasado, la
Diosa estaba muy molesta, siempre había conseguido calentar a
cualquier hombre y sin embargo la entrepierna de Kuroichi seguía
fría.
—¿Os
estáis divirtiendo?—por la puerta se asomó Hades y les miró con
un frío rostro.
—¡Ah!
¡N-no! No es lo que crees...—el pelirrojo se apartó de la Diosa
bruscamente ante la sorpresa de ella.
—¿Cuándo
te he dado permiso para tocar a mi hermana?—el Dios se acercó a
ellos y sacó a la mujer de la cama.
—No...
yo de verdad no...—no sabía qué explicación darle para que lo
comprendiera, para que entendiera que solo pensaba en hacerlo con él,
tenía mucho miedo de que por aquello Hades le odiara de por vida.
—¡Cállate!
No quiero ninguna escusa. Hestia márchate ahora mismo, tengo que dar
una lección a este pequeño—la mirada del Dios hizo temblar al
demonio. Ya no solo tenía miedo de que le odiara sino también del
castigo que le podía imponer.
—¿Q-qué
vas a... hacerme...?—le preguntó comenzando a temblar.
—Voy
a enseñarte a no tocar las cosas de los demás—le cogió por el
cuello con una mano y le acercó a sí, hasta que sus rostros
estuvieron a unos centímetros—. Veamos si el placer de besar a mi
hermana te compensa por el sufrimiento que vas a experimentar ahora.
Un
plasma negro y ondulante comenzó a envolver el cuerpo del demonio
provocándole un gran temor, ya que aquello mismo lo habían
utilizado otros demonios en ocasiones anteriores para atacarle y no
podía imaginarse el poder que tendría en manos del Dios. Pronto el
plasma se deshizo de toda su ropa y se retorcía sobre su cuerpo
apretándole fuertemente. El rostro de Kuroichi era de pánico, no
tenía poder alguno en aquel momento y tampoco era capaz de figurarse
el que podía llegar a tener un Dios como aquel. Sin poder defenderse
sabía con seguridad que no iba a salir bien parado.
—Veamos...
¿Qué podría hacerle a un pequeño lujurioso como tú que desea
tirarse todo lo que se mueve?—se preguntaba a sí mismo Hades
mientras contemplaba el hermoso cuerpo desnudo del pelirrojo que se
exhibía ante él—. Hm... Creo que esto será perfecto...
De
pronto el plasma comenzó a introducirse por los orificios del
demonio inundándolos poco a poco. Por su ano, por su pene y por su
boca el plasma se enterraba y agitaba cada vez más. Se sumía en una
extraña sensación que jamás había experimentado, muy dolorosa y
en una pequeña parte placentera. Pero era esa pequeña parte la que
más miedo le daba. Podía soportar la tortura, podía soportar
grandes dosis de dolor y para ello había sido entrenado durante
siglos. Pero el placer era algo que pocas veces había experimentado
y no sabía cómo su cuerpo reaccionaría ante él. Le sorprendía
mucho que aun en aquella situación no quería verse ridículo y
vergonzoso ante Hades, aunque a su cuerpo no parecía importarle
mucho. Enseguida había reaccionado, probablemente gracias a la
intensa y penetrante mirada del Dios y a los lascivos pensamientos
que pasaban por su mente.
—Es
realmente fascinante. Intento castigarte y sin embargo mira cómo
estás disfrutando, pequeño pervertido. Tu polla ya se ha puesto
dura y tu rostro es sumamente lascivo. ¿Me estás suplicando por
más?
Kuroichi
intentaba negar con la cabeza, pero viéndose como se veía era
imposible creerle. Por sus mejillas sonrojadas casi carmesí se
derramaban lágrimas brillantes, por la comisura de sus labios caían
finos hilos de saliva y su cuerpo se contraía, vibraba, movía sus
caderas inconscientemente buscando embestidas.
Es
tan incitante... ¿Por qué no habré hecho esto antes?, se
preguntaba el Dios intentando contener su propia excitación.
—El
plasma no es suficiente, necesitas algo más—le dijo sin poder
seguir aguantando.
Se
quitó su túnica y todas sus ropas, permitiendo que el demonio viera
la blanca piel de todo su cuerpo. Se acercó a él y abrió de par en
par sus piernas, observando el erecto miembro goteante y la estrecha
entrada que se contraía invadida por el plasma. Hizo que todo
saliera de su interior, provocando un gemido de disgusto que el menor
no pudo reprimir. Hades comenzó a meter su erección en el pequeño
agujero, que lo recibió con gozo a pesar de los gritos de dolor del
pelirrojo.
Me...
está... penetrando... ¡Hades me está penetrando! ¡¡Puedo sentir
la polla de Hades perforándome!!, el joven demonio no cabía en
sí de felicidad.
A
pesar de que fuera un castigo, a pesar de que lo estuviera violando,
era realmente feliz por sentir al Dios en su interior, por estar
haciendo (de algún modo) el amor con él. Las embestidas comenzaron
crueles, sin delicadeza alguna, desgarrando el interior del pelirrojo
sin piedad.
Tan
estrecho... y caliente... Es sublime, no puedo resistirlo,
pensaba el Dios dejándose llevar por aquellas sensaciones que le
provocaba el pequeño.
Con
un fuerte gemido Kuroichi se corrió ayudado por el plasma, manchando
todo su pecho.
—¿Huh?
Parece que esto está funcionando—su excitación era también
demasiada y en ese mismo momento se corrió en el interior del
demonio—. Pero apenas acabamos de empezar, aún queda mucho.
Fueron
muchas horas las que continuaron tras aquello, tiempo que el demonio
fue incapaz de calcular, al igual que las veces que ambos se
corrieron. Cuando el castigo cesó, Kuroichi quedó tumbado sobre la
cama, con su entrada rebosando semen y todo su cuerpo enrojecido por
las caricias continuas del plasma.
—Hades...
te lo suplico... no la volveré a tocar nunca jamás... pero por
favor... para esto...—suplicó el pelirrojo agotado, sin apenas
poder respirar.
—Pequeño
demonio ingenuo—el Dios se sentó a su lado y acarició tiernamente
su rostro—. A partir de ahora serás solo mío, no quiero que mires
a nadie más. Aunque estés en el Infierno eres solo mío y no podrás
tocar ni dejar que nadie te toque. ¿Lo has entendido, lujurioso
demonio?—alzó su rostro con una mano hasta rozar sus labios con
los propios.
—Sí...
Yo solo soy de Hades... siempre he deseado ser tuyo—contestó con
desesperación aferrándose a él.
Se
sentía sumamente feliz por poder estar al fin en brazos de su amado
Dios, aunque fuera por un enfado de este, y jamás había siquiera
pensado en estar con otra persona. Quedó dormido en aquel mismo
momento en brazos del Dios quien lo observaba con una sonrisa de
satisfacción.
—¿Tenías
que hacerlo de un modo tan cruel?—Hestia estaba en la puerta de la
habitación observándoles entretenida—. Estoy segura de que si le
hubieras dicho desde el principio que querías ser su amante, él
hubiera aceptado sin dudarlo.
—Lo
sé, pero de este modo él jamás se alejará de mí. Ahora no soy
solo su amante, soy su dueño—besó la frente del demonio que gimió
suavemente y salió de la habitación dejándole descansar tranquilo.
Cuando
el demonio despertó tras varias horas de profundo sueño se
incorporó en la cama y tardó varios minutos en recordar lo que
había pasado y cuando lo consiguió su rostro se puso rojo a más no
poder. Era incapaz de creer lo que le había pasado, ¿en verdad era
ahora el amante de Hades? ¿En verdad le pertenecía? ¿O había sido
simplemente un sueño? Pero no, no había sido solo un sueño porque
el dolor de su cuerpo era completamente real. Se levantó de la cama
con dificultad, aguantando el dolor de sus caderas. Salió del cuarto
y bajó hasta la primera planta en busca de su nuevo dueño, pero lo
primero que se encontró fue el rostro sonriente de Hestia.
—¡Ah!
Um... yo... esto...—no sabía qué decirle, debía disculparse por
la forma en que la había tratado aquella noche y a su vez se sentía
demasiado avergonzado por lo que había hecho con su hermano.
—Me
alegra mucho que mi hermano tenga a alguien tan lindo como tú.
Espero que los dos podáis ser muy felices—le dijo sonriente,
dándole una palmada en el hombro—. Además estoy segura de que
esto será un gran paso para la alianza entre Infierno e Inframundo.
—Um...
ah... sí...—le había dejado bastante descolocado aquella
reacción.
—Hehe,
si buscas a Hades está en el despacho de esa torre—le dijo
señalando una de las miles de escaleras que recorrían el castillo.
Al
parecer Hestia podía ver muy bien a través de él y tampoco era muy
difícil ya que su ansiedad era claramente notable. A gran velocidad
(la que su dolorido cuerpo le permitía) subió las escaleras hasta
llegar a la cima del torreón que más sobresalía de todo el
castillo. Llamó a la puerta y la profunda voz del Dios le indicó
que pasara. Kuroichi pudo ver por primera vez el despacho de Hades,
una mesa llena de papeles (¿qué papeleo podía tener que hacer el
Dios del Inframundo?), paredes negras, como todas las estancias que
había visto hasta ahora, con verdes luces recubriendo el techo, una
de las habitaciones más iluminadas de todo el castillo. Y lo que más
destacaba de todo era la gran terraza que permitía ver el inmenso
paisaje del Inframundo tras la figura del Dios.
—¿Has
descansado bien?—le preguntó Hades sonriendo, provocando que, sin
razón aparente, el rostro del demonio se sonrojara.
—Um...
sí...—de pronto se sintió desnudo, completamente vulnerable
frente a él, pero sin poder moverse como una mascota esperando una
orden.
El
pelirrojo se preguntaba cómo Hades había despertado esa clase de
sentimiento en él.
—Ven,
aún tengo trabajo que hacer pero puedes acompañarme—le dijo
sabiendo lo que pensaba el menor.
Como
si de una orden se hubiera tratado, Kuroichi comenzó a caminar hasta
ponerse junto al Dios, quien le sentó en sus rodillas y le dio un
profundo beso, al que el pequeño se entregó por completo. Tras él,
y sin que apenas se percatara, el demonio ya se encontraba bajo la
mesa con la entrepierna del Dios frente a su rostro.
—Si
lo haces bien acabaré más rápido y te prestaré atención antes—le
dijo enredando los dedos en sus cabellos, acercándolo más al
creciente bulto.
Como
si lo deseara y fuese un delicioso caramelo, Kuroichi liberó la
erección y comenzó a lamerla con ansia, metiéndosela por completo
en la boca y lamiendo de arriba a abajo el grueso falo mientras el
Dios seguía con su trabajo como si nada. Su mente estaba en blanco,
el pelirrojo cumplía la orden de su nuevo dueño con gusto sin
dudarlo un segundo y él mismo se excitaba haciéndolo, pero estaba
demasiado concentrado en su tarea como para atender su propia
erección, que ya mojaba su ropa. Cuando estaba a punto, Hades agarró
la cabeza del joven para poder correrse en lo más profundo de su
garganta, haciendo que tragara toda la simiente.
—Buen
chico, eres un muy buen chico—le alagó, acariciando sus cabellos
como si fuera un perro. Lo levantó del suelo y lo sentó sobre sí,
con las piernas abiertas a sus costados—. Te mereces un buen
premio—le dio un tierno beso y liberó de su doloroso encierro la
erección.
Mientras
le masturbaba lenta y tortuosamente, le quitó el resto de su ropa y
comenzó a lamer y mordisquear sus pezones, deslizando la otra mano
hasta su entrada, metiendo despacio un dedo.
—Hades...
más... quiero la tuya dentro de mí rápido...—suplicaba moviendo
sus caderas intentado frotarse con el miembro del Dios.
—No
seas tan impaciente—rió Hades, metiendo un segundo dedo en su
entrada bruscamente, provocando un profundo gemido.
El
Dios no podía dejar que su nuevo juguete tomara el control, el
pelirrojo debía saber quién era el que mandaba y la mejor forma de
hacérselo entender era a través de su cuerpo, que ya se calentaba
suplicante porque lo poseyeran. Retiró todos los papeles de la mesa
con un solo gesto de su mano y tumbó al demonio sobre ella. Observó
desde arriba sus mejillas sonrojadas y su boca entreabierta, con la
lengua moviéndose en ella como buscando algo que chupar.
Es
demasiado erótico para el sexo normal, hace falta algo más,
tras estos pensamientos Hades hizo aparecer el negro plasma que
rápidamente comenzó a recorrer el cuerpo del menor sobre las marcas
rojas que anteriormente le había dejado.
Se
deslizó hasta su boca y, tomando la forma de un pene, entró en
ella, dejando que lo lamiera y saboreara como minutos antes había
hecho con el falo del Dios. También envolvió su miembro y lo
masturbó, permitiendo que las manos del mayor quedaran libres para
dedicarse a juguetear con sus pezones mientras comenzaba a penetrar
la entrada, abierta por el plasma.
—A
pesar de todo lo que entró aquí anoche, hoy vuelve a estar
sumamente estrecho, casi como el de un virgen—lo invadió por
completo de una estocada, desgarrando el caliente interior,
provocando un fuerte grito ahogado por el plasma.
Voy
a divertirme mucho contigo, pensó el Dios disfrutando de aquella
sublime estrechez que lo aprisionaba.
Pasaron
los días en aquel enorme castillo, teniendo sexo cada día en una o
más estancias diferentes, siendo espiados de vez en cuando por una
Diosa muy curiosa. Kuroichi intentaba retrasar todo lo posible su
recuperación, no deseaba volver al Infierno, alejándose así de
Hades. Pero desgraciadamente el momento llegó, sus poderes fueron
restaurados por completo y un emisario de su padre acudió al
castillo del Dios.
—Su
Grandiosa Divinidad. Mi Señor le da las gracias por haber cuidado de
su hijo durante este tiempo, está en deuda con usted—le dijo el
enviado, con una rodilla hincada en tierra, temblando de pies a
cabeza por el terror que le provocaba tanto aquel lugar como su
anfitrión.
—Ha
sido un auténtico placer, puede contar conmigo siempre que lo
necesite—a pesar de su sonrisa soberbia, como siempre le resultaba
muy difícil tener que dejar marchar a su nueva mascota y más aún
cuando los ojos de este le suplicaban que le ordenara quedarse.
Pero
no podía hacerlo, y aun así sabía que no tardaría mucho en
regresar a él, más pronto que de costumbre.
Cuando
Kuroichi regresó a su casa lo primero que hizo fue ir a ver a su
padre, que probablemente estaría muy enfadado por su nueva estancia
en el Inframundo, pero no pensó que tanto. Se encontró directamente
con una gran bofetada que lo lanzó al otro lado del salón.
—L-lo
siento... sé que he estado mucho tiempo allí... Lo siento mucho—se
disculpó antes de que su padre comenzara a gritarle.
—He
visitado al oráculo—le dijo con una voz demasiado pausada.
—¿Po-por
qué? ¿Qué... te ha dicho?—su corazón se aceleró, estaba
nervioso y aterrado. El oráculo lo sabía todo del presente, pasado
y futuro de los cuatro mundos, aunque solo contaba lo del presente y
solo a los más poderosos del Infierno.
—Me
ha dicho lo que has hecho con Hades...
—¡Ah!
Yo...
—¡¡Cállate!!
Esto no tiene explicación alguna. Eres un maldito degenerado—le
lanzó de un golpe contra el techo y Kuroichi cayó estrepitosamente
al suelo—. No volverás al Inframundo y si alguna vez te matan una
de mis guardias te acompañará. ¡Jamás volverás a ver a Hades!
¡¡Jamás!!—gritó sumamente enfadado.
—Pero...
el pacto entre el Infierno y Inframundo...—tenía que agarrarse a
lo que pudiera, no podía dejar de ver a Hades ahora que por fin era
suyo.
—¡No
habrá pacto! Hades no podrá poner un solo pie en el Infierno y
nosotros tampoco iremos allí de no ser asesinados. No voy a permitir
que ese depravado arruine mi familia y al futuro rey del Infierno. El
Diablo te ha escogido a ti para ser su sucesor, si se entera de esto
nuestra familia dejará de tener su privilegio y no pienso tolerarlo.
El
padre de Kuroichi fue tajante y no dejó espacio a réplica. El
demonio pelirrojo fue custodiado día y noche por la guardia de su
padre hasta que al fin se convirtió en Diablo y nunca más puso un
pie en el Inframundo por mucho que lo hubo intentado y por mucho que
su corazón dolió hasta casi pararse. En el Inframundo Hades recibió
una carta, aparentemente escrita de puño y letra por Kuroichi.
Hades,
Dios del Inframundo:
Me
comunico con Su Deidad para decirle que jamás regresaré al
Inframundo ahora que soy Diablo, Rey del Infierno. Lo que sucedió
entre nosotros en el pasado fue un completo error y no se volverá a
repetir. Algo así es un hecho simplemente repugnante y que alguien
como yo no se puede permitir.
La
alianza entre el Inframundo y el Infierno no se llevará a cabo y le
rogaría que no pusiera un pie en Mi Mundo ya que tomaríamos serias
represalias contra Su Deidad.
Eso
es todo lo que deseaba comunicarle. No volveré a ponerme en contacto
con Su Deidad de no ser estrictamente necesario.
Diablo
Y
de este modo ese fue el último contacto que Dios y Diablo tuvieron,
a muy pesar de ambos.
FIN
Simplemente... Me encanto, estuve 1 día leyendo desde el primer cap, me enamore de este fic (no se que haré con mi vida después de esto) te felicitó, este fue de los pocos fics que me encantaron (pfff... Malditos amores imposibles) En fin... Sigue asi. Y otra, estas viva? O.O
ResponderEliminarAw~ Muchas gracias. Esta es mi historia favorita de las que he escrito así que me alegra mucho que te haya gustado y te enganchara ^^
EliminarSip, aquí sigo viva y escribiendo XD