Título: Bajo tu cuidado
Fandom: Teen Wolf Pareja: Peter Hale x Stiles Stilinski (Steter)
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Slash
Clasificación: +18 Advertencias: lemon, violencia
Capítulos: 6 (1 de 6)
Resumen: Durante una redada a unos cazadores, Noah se encuentra a un hombre lobo con una transformación completa que está profundamente salvaje. Llama a la única persona que puede ayudar, un psicólogo sobrenatural, Stiles.
Nota: por ciertas cuestiones se han alterado un poco las edades, se ha reducido en seis años la diferencia de edad entre los Hale y el resto de personajes. Por ejemplo, Stiles y Derek tienen la misma edad y el incendio sucedió cuando tenían 16 años.
Capítulo 1
Habían
recibido un chivatazo, unos cazadores estaban traficando con armas en
un almacén. No era nada inusual, era como trabajaban esos fanáticos.
Llevaron a cabo la misma rutina de siempre, rodearon el edificio con
varias docenas de agentes armados y en cuanto les avisaron desde la
central de que tenían la aprobación del juez entraron. Hubo
disparos, siempre los hay. Los cazadores no se rinden sin pelear. Ha
habido más asesinatos por cazadores en los últimos diez años que
por criaturas en el último siglo. Aun así, los cazadores hablan de
proteger a los humanos. Simples terroristas. El trabajo del sheriff
sería mucho más sencillo si no existieran.
—¡Sheriff!—le
llamó el ayudante Parrish alarmado cuando ya habían reducido a los
cazadores y los estaban sacando del edificio.
Noah
avanzó con su arma en ristre, por si acaso. Bajó a un sótano
iluminado tan solo por las linternas de sus agentes e impregnado de
un intenso olor a excrementos y sangre. Al oír el gruñido animal
bajó su arma al instante, intentando no parecer amenazador. Cuando
sus ojos se acostumbraron, vio al enorme lobo encadenado a la pared
que las linternas no iluminaban directamente. Sus ojos brillaban
azules y ahí no quedaba mucho del hombre que una vez habría sido.
Gruñía a los agentes, pero se notaba que apenas tenía energía,
podía ver la sangre brillando en su pelaje.
—Parrish,
quédate aquí; los demás, arriba—ordenó.
Noah
salió con el resto de agentes y llamó a la única persona que
podría ayudarle en esa situación, el único psicólogo sobrenatural
que conocía.
—Stiles,
necesito tu ayuda. ¿Estás libre ahora mismo?
—Mgh...
'toy dormido—respondió su hijo con voz ronca.
—Hemos
encontrado en manos de unos cazadores a un hombre lobo con una
transformación completa—le explicó y esperó unos segundos a que
el cerebro dormido de su hijo reaccionara.
—Envíame
la dirección.
Tardó
poco más de media hora en llegar. Estaba seguro de que se había
saltado los límites de velocidad durante todo el camino porque el
trayecto hasta allí duraba una hora por lo menos. Aún estaba con
sus pantalones de pijama de Batman y una camiseta desgastada con la
que habría estado durmiendo. De no ser porque ya lo conocían, sus
ayudantes habrían pensado que estaba loco por llamar a ese tipo.
—¿Cómo
está?—preguntó sin detenerse, haciendo que su padre lo siguiera.
—Nunca
había visto nada igual, pero júzgalo tú mismo—respondió. Agarró
a su hijo del brazo y lo detuvo ante la puerta del almacén—.
Stiles, los únicos hombres lobo capaces de la transformación
completa en este condado...
—Los
Hale, lo sé—presionó los labios en una fina línea. Su rostro
estaba pálido y sus ojeras marcadas. Noah se preguntaba cuánto
tiempo habría estado sin dormir antes de que lo llamara.
—¿Crees
que puede ser uno de ellos?
—Lo
sabré cuando lo vea, pero Laura y Derek se marcharon a Nueva York.
Realmente espero que no regresaran por algún motivo y los atraparan
aquí.
Noah
asintió y soltó su brazo. Lo guió hasta el sótano y dejó que
bajara solo, cuantas menos personas mejor. Stiles arrugó la nariz.
Podía oler no solo los fluidos corporales sino el acónito y el
serbal que plagaban el lugar. Entonces, vio al lobo.
¿Un
hombre lobo en manos de cazadores? Sabía que iba a ser malo, pero
esto era atroz. Estaba encadenado con cadenas cubiertas de acónito,
había ceniza de serbal en sus heridas y esparcida por el suelo.
Debía de estar en constante dolor y el lobo tenía probablemente
casi completo control sobre su cuerpo, dejando al hombre arrinconado
en lo más profundo.
Le
pidió a Parrish que se marchara y se quedó a solas con el hombre
lobo con tan solo una linterna iluminando el sótano. Se sentó en el
suelo con las piernas cruzadas y lo primero que hizo fue agitar la
mano en el aire para apartar todas las cenizas que había en el
suelo. Después, cerró los ojos y palpó mentalmente su conexión
con el Nemeton, con el bosque de Beacon Hills, y entonces extendió
su mente hacia el lobo. La energía lo reconocía, con algo de
cautela por todo el tiempo que había pasado y por lo salvaje que se
encontraba, pero sin duda era un Hale.
Stiles
abrió los ojos y cortó la conexión. Inspiró hondo, intentando
calmarse. Era demasiado intenso, como sentir a un animal acorralado y
aún dispuesto a luchar hasta la muerte. No miró al lobo a los ojos,
no quería resultar amenazador. Con la mirada gacha, inclinó la
cabeza a un lado, mostrando su cuello. Por primera vez, el lobo dejó
de gruñir.
—No
sé hasta qué punto serás capaz de entenderme, pero al menos espero
que seas capaz de sentir mis intenciones—comenzó, hablando en un
tono tranquilo y suave—. No quiero hacerte daño. Estoy aquí para
ayudarte. Quiero sacarte de aquí y curarte, no solo física sino
también mentalmente. Quiero ayudarte a recuperar tu humanidad.
El
lobo emitió un quejido que le rompió el corazón. Aún podía
entenderlo hasta cierto punto. Stiles decidió arriesgarse y extendió
la mano hacia él, muy lentamente y con la palma hacia arriba. El
lobo se puso tenso por un momento, pero entonces acercó su hocico y
olfateó. Sus ojos brillaron con reconocimiento, no del propio Stiles
sino de su conexión al territorio Hale. Apoyó el hocico sobre su
mano y gimió de nuevo. Stiles lo acarició con suavidad y el lobo
entrecerró los ojos.
—Voy
a pedirle a un agente algo para soltarte, ¿de acuerdo?
El
lobo gimió, presionando el morro aún más en su mano.
—Tranquilo,
no voy a marcharme. Voy a sacar mi móvil para enviar un mensaje—le
informó antes de hacer nada para que no le pillara por sorpresa.
Movió
lentamente su otra mano para no dejar de tocar al lobo y sacó el
móvil de su bolsillo. Envió un mensaje a su padre, pidiendo que
bajara con algo para romper las cadenas. Dejó claro que tenía que
ser él, su olor semejante al de Stiles sería más fácil de aceptar
para el lobo. Minutos después, Noah bajó con cautela y le entregó
unas tenazas bajo la atenta mirada del lobo, que volvía a emitir ese
gruñido constante de advertencia.
—¿Necesitas
algo más?—le preguntó a su hijo con voz baja.
—Que
saques a todos de aquí y despejes el exterior cuando lo saque. Voy a
llevármelo a casa.
—¿Estás
seguro?
Stiles
le miró con expresión decidida y asintió con la cabeza. Noah no
replicó, sabía que no podía quitarle una idea cuando se le había
metido en la cabeza y él era el experto después de todo. Cuando se
quedaron solos de nuevo, Stiles se arrodilló y comenzó a manipular
la cadena con movimientos muy cuidadosos. El lobo estaba tenso y
sabía que podía acabar mordiéndole en cualquier momento. Realmente
no quería tener que lidiar con eso. Le costó algo de tiempo
deshacerse de las cadenas que lo envolvían, podía sentir la
irritación del acónito incluso en su piel, pero finalmente logró
soltarlo.
—Puedo
llevarte en brazos—Stiles no era precisamente un musculitos, pero
el lobo pesaba por lo menos la mitad de lo que debería, estaba
esquelético.
El
lobo sacudió levemente la cabeza en negativa y bufó. Se levantó
sobre patas inestables con la ayuda de Stiles y muy lentamente
subieron las escaleras del sótano. No encontraron a nadie en los
pasillos ni había nadie fuera, tan solo algunos coches con los
agentes dentro, pero ninguno a la vista. Su jeep estaba más cerca de
la puerta que donde lo había dejado. Ni siquiera se había molestado
en quitar las llaves. Ayudó a subir al lobo al asiento trasero, lo
cubrió con una manta y arrancó el coche. Esta vez no sobrepasó los
límites de velocidad, no quería sobresaltar al lobo.
Stiles
vivía en un edificio de ladrillo de dos plantas por el centro de la
ciudad. En la parte superior estaba su apartamento mientras que el
piso de abajo lo formaban su tienda de plantas, amuletos mágicos y
otros artilugios con su consulta de psicología en la parte de atrás
y una pequeña sala donde algunas veces realizaba sencillos
tratamientos medico-mágicos. Llevó al lobo hasta esa sala por la
puerta de atrás, oculta en un callejón para preservar la intimidad
de sus pacientes. Extendió una colchoneta en el suelo, cubierta por
una sábana de papel. El lobo se dejó caer sobre ella como si ya no
le quedaran más fuerzas para sostenerse, lo cual podría ser verdad.
Tardó
varios minutos en preparar con sus propias hiervas e ingredientes
todos los medicamentos que iba a necesitar para lidiar con el acónito
y el serbal. El lobo parecía semiinconsciente cuando comenzó a
curar sus heridas, apenas se sacudía y gemía algunas veces. Stiles
tuvo que limpiar con su antebrazo las lágrimas que empañaban sus
ojos cuando veía el estado en que se encontraban sus heridas. Iba a
llevarle tiempo sanar incluso con sus cuidados.
Cuando
terminó de tratarlo, el lobo estaba dormido. Lo dejó descansar allí
y entró en la sala insonorizada de su consulta para llamar a su
padre.
—¿Cómo
se encuentra?—preguntó el sheriff de inmediato.
—Nunca
había visto nada tan horrible—respondió, pasándose la mano por
el pelo—. Le va a llevar mucho tiempo recuperarse y eso hablando
solo de sus heridas físicas, no sé cuánto tardará en recuperarse
psicológicamente, si es que llega a conseguirlo.
—¿Sigue
siendo un lobo?
—Sí.
Es probable que se sienta más seguro en esa forma. Puede que tarde
un poco en transformarse.
—¿Es
un Hale entonces?
—Sí,
un hombre. Aunque no puedo estar seguro de si es Derek.
—¿Quieres
decir... que podría ser Peter Hale? ¿Los cazadores le hicieron esto
después de que les entregara a su familia?
—Eso
si crees que fue el culpable del incendio.
Escuchó
a su padre suspirar al otro lado de la línea. Ninguno de los dos
había creído nunca que Peter Hale fuera el culpable del genocidio
de su familia. Noah, por aquel entonces ayudante del sheriff, había
estado al cargo de las relaciones con la manada y no creía que la
mano izquierda fuera capaz de algo semejante. Sin embargo, Peter
había desaparecido aquella misma noche, su cuerpo no estaba entre
los de las víctimas y no había rastro de él. La mayoría,
incluidos los dos supervivientes, habían asumido que era el
culpable.
—¿Tienes
algún modo de contactar con Laura y Derek?—le preguntó
finalmente.
—No
sé nada de ellos desde que se marcharon, pero podría hablar con
algunos contactos para intentar localizarlos.
—Hazlo,
después de ocuparte del lobo. Yo también lo intentaré.
—¿Qué
hay de los cazadores?—preguntó antes de que colgara y escuchó
otro suspiro. Podía notar en su voz que estaba exhausto.
—Son
demasiados así que hemos tenido que dividirlos entre varias
comisarías hasta que se organice su traslado a San Francisco. Por
suerte, tenemos pruebas suficientes para que los encierren de por
vida, o eso espero.
—Ojalá,
no merecen menos—prácticamente escupió las palabras con gesto de
asco.
—Ve
a cuidar del lobo y contáctame con lo que sea.
—De
acuerdo, descansa un poco.
Colgó
el teléfono y cuando salió de la consulta se encontró al lobo
frente a la puerta.
—Hey,
¿te encuentras mejor?—se agachó frente a él y extendió la mano,
esperando el permiso del lobo para acariciarlo. El lobo tocó su mano
con el hocico y Stiles acarició su cabeza suavemente, evitando los
lugares donde había heridas—. Tengo algo de carne en el
frigorífico. Deberías comer algo y después descansar.
El
lobo tenía los ojos entrecerrados, disfrutando de lo que
probablemente era el primer contacto cariñoso que había recibido en
años y no respondió. Stiles no pudo evitar sonreír con algo de
tristeza. Subieron al piso de arriba y lo llevó hasta la cocina sin
dejar de acariciar su cabeza. Le sirvió en un plato un filete crudo
que le quedaba (tendría que ir a comprar más) junto a un cuenco con
agua. El lobo bebió primero con ansia más de la mitad del agua y
después devoró la carne. Era evidente que lo habían matado de
hambre, pero no le dio más comida porque tampoco quería que se
pusiera enfermo por comer demasiado tras quién sabe cuánto tiempo
en ayunas.
Dejó
que se tumbara en su cama porque la habitación de invitados era en
realidad una habitación infantil que las hijas de Scott usaban
cuando se quedaban a dormir. El lobo se echó y pareció dormirse al
instante, pero cuando Stiles hizo ademán de marcharse emitió un
quejido.
—Tranquilo,
estoy aquí—le aseguró, acariciando su cabeza—. Voy a cambiarme
y vuelvo enseguida.
Tenía
intención de dormir en el sofá, pero el lobo parecía necesitar la
compañía. Después de ponerse el pijama (o más bien quitarse el
sucio que llevaba y ponerse uno limpio), se tumbó junto al lobo,
colocando una mano sobre su lomo cuidadoso de sus heridas, y se quedó
dormido casi al momento con el calor del lobo a su lado.
Los extrañaba 💕
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