Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 3 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.
Capítulo
3
—¿Y qué es
lo que piensas hacer? no creo que Gorou se quede sin hacer nada si no
vas a por tu hermano—le dijo Katsuragi desde la puerta del baño
mientras Konome limpiaba delicadamente la sangre de su espalda.
—Lo sé,
supongo que tendré que ir a buscarlo, hablaré con él y ya veré lo
que hago. Aunque sinceramente no me importaría que se lo llevara.
Ese idiota siempre consiguió que todo me fuera mal. Me despreciaba
por querer a los humanos y ahora se lía con uno. ¡Heh!—recuerdos
de su infancia le llegaban a la mente, eran de hacía muchos siglos
pero aun así los sentimientos que le provocaban no habían
disminuido mucho en intensidad.
—¿En serio
piensas entregar a tu propio hermano a ese hombre que quién sabe qué
castigo le pondrá y que además probablemente matará a su
amante?—le preguntó con tono acusador Takashi.
—Joder, si
lo dices así suena muy mal, supongo que no lo puedo entregar a mi
padre, tampoco quiero que nadie pase por lo mismo que yo—aunque
parecía quedarse con ganas de ello.
Konome le
rodeó con los brazos desde la espalda y apoyó la cabeza en su
hombro, estaba muy preocupado por todo lo que estaba pasando y sobre
todo por Hageshii.
—Pero si no
se lo llevas, ¿qué podría hacerte tu padre?—preguntó algo
tembloroso.
—Me preocupa
más lo que pueda hacerte a ti. Si le dice al abuelo lo nuestro estoy
seguro de que no se quedará sin hacer nada. Tengo que prepararme
para enfrentarme a él...
—¿En serio
crees que tendrás alguna posibilidad contra el Diablo? Kuroichi,
eres muy poderoso pero no tendrás ni una sola oportunidad contra el
rey del Infierno—le dijo riendo.
—Katsuragi,
estás en la cuerda floja ¿sabes? Y uno de mis poderes es absorber
la energía de otro. ¿Quieres ser tú el primero? Tienes bastante
poder aunque no lo muestres. Seguro que me ayuda a vencerle—en su
rostro había una sonrisa como si estuviera bromeando, pero el tono
de su voz hizo que todo el cuerpo del ojiverde temblara incontrolado.
—Bueno, de
todos modos lo primero es ir a buscar a tu hermano, después ya
veremos—dijo Takashi, interrumpiendo el tenso silencio que se había
creado entre ellos ya que Katsuragi era incapaz de responder nada.
—Sí, será
lo mejor, voy a vestirme e iré a por él—contestó secando su
cuerpo ya limpio.
—¿Pero es
que ya sabes dónde se encuentra?—le preguntó sorprendido el
moreno.
—No, pero
será fácil encontrarlo, compartimos la misma sangre y yo la
controlo casi a la perfección—con un movimiento de su mano la
sangre que había quedado en la esponja y la toalla con la que Konome
le había limpiado salió de ellas y, roja brillante como si
estuviera fresca, entró de nuevo al cuerpo del demonio.
—¿Quieres
que te acompañemos?—Takashi se había quedado algo pasmado con
aquella pequeña demostración de poder.
—No será
necesario, puedo encargarme solo—comenzó a vestirse sin importarle
que los otros dos estuvieran mirando.
—De acuerdo,
en ese caso nosotros vamos a arreglar los estropicios que aún quedan
abajo, y por cierto, eso lo añadiré a tu cuenta—le dijo Katsuragi
ya saliendo de la habitación, teniéndose que llevar a rastras al
moreno que no dejaba de observar el perfecto cuerpo de Hageshii.
—Sí, sí,
ya me lo esperaba, que molestia. ¿Por qué no le mandas la factura a
Gorou?—¿Aun iba a tener que trabajar más para pagar los destrozos
que había provocado su padre?
—Como si
pudiera...
Cerraron la
puerta tras de sí y dejaron a la pareja solos. Konome observa al
demonio mientras se vestía, con un rostro de preocupación. Estaba
sintiendo mucho miedo en su interior. Hageshii se dio cuenta de que
sus orejas y su cola estaban caídas, se acercó a él y se arrodilló
para mirarle desde abajo.
—Mi
chiquito, todo saldrá bien, no te preocupes por nada ¿de acuerdo?
Yo me encargaré de todo, no dejaré que nada te pase—le dijo
rodeando su cintura con los brazos.
—Estoy más
preocupado por ti, no quiero que tu padre te haga daño—las
lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos, llevaba mucho
conteniéndose.
—Entonces si
es por eso no te pongas así. Puede que me golpee pero no va a
matarme, para él sería una humillación. Así que deja ya ese
aspecto mohíno, me duele más verte tan triste que los golpes de mi
padre—le dio un tierno beso en los labios y secó sus lágrimas
antes de que cayeran.
—Vale, pero
ten cuidado, ¿de acuerdo?—rodeó su cuello con los brazos,
haciendo que apoyara la cabeza en su pecho.
—De
acuerdo—Hageshii sonrió, aunque le dolía ver tristeza en el
hermoso rostro del íncubo, le agradaba saber cuánto lo amaba y que
se preocupaba por él—. ¿Quieres acompañarme a ver a mi hermano?
Necesitaré algo de compañía para controlarme.
—¡Claro!
Quiero saber cómo es—muchas veces se había preguntado cómo era
la familia del demonio y una vez conocido a su padre, tenía
curiosidad por saber si su hermano se parecía a él o no.
—Bien,
entonces salgamos, lo buscaremos desde la calle.
Ambos ya
vestidos salieron y se pararon un momento en la entrada de la Casa de
Té antes de salir al exterior. Hageshii se arrancó uno de sus rojos
y brillantes cabellos, lo cogió desde un extremo con dos dedos y por
la fina hebra se comenzó a deslizar una gota de sangre pero no llegó
a caer al suelo, sino que se cristalizó en la punta. El demonio
enredó el cabello manchado de sangre en su muñeca derecha dejando
el extremo con la gota de sangre sobre la palma de su mano y dio el
ritual por terminado.
—¿Y ahora
qué?—preguntó Takashi que lo había estado observando todo
mientras limpiaba.
—Este
cabello me guiará hasta el lugar donde se encuentra mi hermano. La
sangre acude a la sangre—le respondió el mayor sin mirarle.
—Una cosita
solo, ¿y si no se encuentra en esta ciudad? Cosa que sería muy
extraña pero podría suceder—le dijo sarcástico el ojiverde—.
¿Piensas ir caminando hasta el otro lado de la Tierra?
—Katsuragi...
no me tomes por idiota...—le dijo lanzándole una heladora mirada.
Comenzaba a hartarse de su arrogancia—. Este cabello no hará
únicamente de brújula, en cuanto lo localice me llevará hasta él
dando saltos en el continuo espacio tiempo. Aunque se encuentre en el
otro lado de la Tierra llegaré hasta él en unos minutos.
El íncubo,
que ocultaba sus orejas y su cola, y el demonio, que también había
ocultado sus rasgos sobrehumanos, salieron a la calle sin hacer más
caso a Katsuragi y Takashi. Siendo guiados por el cabello y la sangre
del pelirrojo, comenzaron a caminar en dirección a donde indicaba la
gota de sangre que parecía un brillante rubí. Con la mano que le
quedaba libre cogió en brazos al pequeño, que enredó las piernas
en su cintura, sujetándose a él. De pronto, con tan solo un paso,
parecieron haber recorrido varios kilómetros, ya ni tan siquiera se
encontraban en Japón. Varias veces más sucedió aquello y en apenas
unos minutos llegaron frente a una pequeña casa de estilo
mediterráneo, completamente blanca, con macetas en los balcones y
ventanas, de flores multicolores.
—¿En serio
vive aquí mi hermano? No le pega para nada—comentó el pelirrojo
mirando extrañado el lugar y comprobando la dirección a la que
indicaba el cabello que se había elevado, señalando a la segunda
planta de la casa.
—A mí me
parece un lugar hermoso—al pequeño le brillaban los ojos al
contemplar el bellísimo paisaje que los rodeaba.
—No digo que
no lo sea, pero a mi hermano no le pega. Me había imaginado que
estaría en algún rascacielos o algo así. Pero bueno, supongo que
da igual, vayamos dentro—dejó al íncubo en el suelo y entró a la
casa sin pedir permiso.
Subieron a la
segunda planta y cuando abrieron una de las puertas una aguja de
sangre de la que apenas se había podido ver el destello pasó casi
rozando la mejilla del mayor.
—Menudo
recibimiento, hermanito—le dijo al joven que había disparado.
Continuará...
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