Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 2 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.
Capítulo
2
Konome se
acercó corriendo a Hageshii y le agitó para intentar despertarlo.
Takashi también quiso acercarse pero Katsuragi lo detuvo.
—¿Qué
haces? Tenemos que ayudarle—le gritó el moreno mirándole pasmado.
—Está
recubierto de sangre, ¿quieres morir envenenado?—Katsuragi se puso
unos guantes de fregar y se acercó al cuerpo del pelirrojo con el
botiquín—. Konome, tranquilízate, le vas a hacer más daño.
Examinó las
heridas de Hageshii e intentó curarlas todo lo que pudo. Lo llevaron
a su cuarto con cuidado de no tocar su sangre. Konome se quedó a su
lado mientras los otros dos limpiaban la sangre e intentaban arreglar
los destrozos.
—Hagii...
¿Quién era ese hombre? ¿Por qué te golpeaba así y no te
defendías? Casi te mata...—comenzó a llorar desesperadamente,
aferrándose al brazo del demonio, sin atreverse a tocar en cualquier
otro lugar por miedo a herirle.
—Chiquito...
deja de llorar por favor...
—¡¡Hagii!!—el
pequeño se tuvo que contener para no abrazarle.
—Dame un
beso...—rodeó su cintura con un brazo y le acercó a su dolorido
cuerpo.
El íncubo
obedeció y le dio un profundo beso, aliviado porque Hageshii
despertara. El pelirrojo le tumbó a su lado abrazándole a pesar de
que sus heridas dolían bastante.
—Hagii...
¿Quién era él?—preguntó el íncubo enterrando el rostro en su
pecho.
—No te
preocupes, ya te lo explicaré todo cuando estemos los cuatro. Ahora
solo quédate un rato a mi lado. Te necesito, mi chiquito—le dijo
acariciando sus orejas.
Konome no dijo
nada más, tan solo permaneció allí en silencio, disfrutando de la
calidez del mayor. Unas horas después Takashi y Katsuragi regresaron
a la habitación de Hageshii. Ambos le observaron con el rostro muy
serio, esperando explicaciones.
—Dejad de
mirarme así, ahora os lo contaré todo—les dijo incorporándose en
la cama, apoyando la espalda contra la pared. El íncubo se sentó a
su lado apoyando la cabeza en su hombro—. Aquel hombre se llama
Gorou...
—¡¿Gorou?!
¡No es posible!—gritó Katsuragi alarmado.
—¿Quién es
Gorou?—preguntó Takashi sin entender.
—El quinto
hijo del Diablo, quien es rey del Infierno—explicó el ojiverde
pensativo.
—Así es,
Gorou es mi padre y el Diablo mi abuelo. Ambos me odian.
—¿Porque
eres un hijo ilegítimo?
—No, lo raro
es no serlo. Me odian porque estoy a favor de los humanos. Nunca
quise matar humanos y al principio pensaron que era cosa de la edad,
como les ocurre a otros, pero cuando me enamoré de una humana e
intenté hacerlo oficial... En ese momento toda mi familia me
rechazó, todos me odian por haber manchado el nombre de la familia.
Por ello a mi padre no le importa lo que me suceda, para ellos yo
estaría mucho mejor muerto.
—Ya veo, eso
es realmente triste—dijo Takashi apoyándose contra la pared.
—Por favor,
no me tengas lástima, tú no—rió el demonio, al parecer a él no
le afectaba.
—¿Así que
vas a hacer lo que te ha dicho tu padre?—le preguntó Katsuragi.
—......—Miró
al íncubo y le abrazó fuertemente—. No sé lo que voy a hacer,
pero sea lo que sea no permitiré que haga daño a Konome. Aquello no
volverá a pasar jamás...—le dio un profundo beso y le arropó
entre sus brazos como si fuera una madre protegiendo a su hijo. Su
rostro se veía realmente preocupado.
—Bueno,
descansa hasta que tus heridas sanen. ¿Quieres que te traiga
algo?—le preguntó Katsuragi, sabiendo cuando sobraba.
—No, estoy
bien, siento mucho lo que ha sucedido—le contestó acariciando los
cabellos del pequeño.
—No te
preocupes, lo que importa es que estés bien—ambos salieron de la
habitación dejando a la pareja sola.
Se quedaron en
silencio, fuertemente abrazados. Konome tenía muchas preguntas que
hacerle pero no se atrevía a decir nada.
—¿Qué
sucede chiquito? Estás muy tenso—Hageshii acarició sus orejas y
le besó en la frente—. Si quieres decir algo solo hazlo.
—Ese hombre
habló de una mujer... ¿Quién era?—preguntó al fin tras un
silencio.
—Sofía...
hace 262 años conocí a una humana de la que me enamoré. Era la
primera vez que tenía esos sentimientos por alguien y me parecían
sumamente maravillosos. Estuve cinco años junto a ella, viviendo en
el mundo humano y en el demonio a la vez. Entonces creí que ya era
el momento de hacerlo oficial y se lo conté a mi padre... y él fue
directo a decírselo al abuelo. Yo sabía que no se lo tomarían muy
bien, pero aquello fue demasiado. El Diablo la torturó de la forma
más cruel que pudo, hasta matarla...—sus ojos parecían a punto de
llorar cuando hablaba de ella.
—¿La amabas
mucho?—preguntó el íncubo, sintiendo un fuerte dolor en su pecho.
—Sí...—la
verdad es que no lo sabía, habían sucedido tantas cosas en aquel
tiempo que ya no recordaba cuales habían sido sus sentimientos.
—¿Y la
sigues amando?—eso era lo que en verdad quería saber. ¿Su corazón
seguía ocupado por esa mujer?
Como
respuesta, el demonio tumbó al pequeño sobre la cama poniéndose
sobre él y le dio un profundo beso hasta dejarle sin aliento. Cuando
se separó le miró a los ojos seriamente.
—Te amo solo
a ti. A ella la amé en su tiempo pero es el pasado, está muerta. Tú
eres el único en el que pienso y por el que me levanto todos los
días. ¿Tengo que aclarártelo más?—si por culpa de eso surgían
de nuevo las dudas en Konome, jamás se lo perdonaría.
—Pero cuando
le dijiste a él que no tenía derecho a hablar de ella y que no
ensuciara su nombre...—tenía tanto miedo de que no lo amase solo a
él.
—Porque así
es, él fue en parte causante de su muerte y alguien como él no
merece pronunciar su nombre, pero eso no tiene nada que ver con que
la siga amando o no. Konome, yo solo te amo a ti, es por ti por quien
sería capaz de enfrentarme a mi padre y a mi abuelo como no lo he
hecho nunca antes, como no lo hice en aquel entonces.
¿Entiendes?—acarició su rostro y besó dulcemente su mejilla—.
Te amo... te amo más que a nada en el mundo...—estaba a punto de
echarse a llorar.
—Hagii... te
amo Hagii...—el íncubo comenzó a llorar y se abrazó al mayor,
sintiendo su corazón liberado.
Comenzaron a
besarse tiernamente, enredando sus lenguas. Hageshii empezó a bajar
por el cuello del menor mientras metía sus manos bajo la sudadera.
—Es-espera
Hagii... tus heridas...
—No te
preocupes, ya se están curando y lo harán más rápido si tú me
ayudas—le dijo, deshaciéndose de la sudadera.
—¿Ayudarte?
¿Cómo puedo ayudarte? ¡Nn...!—Hageshii mordió uno de los
rosados pezones.
—Hazme
disfrutar—le dijo con una pervertida sonrisa.
—¡Hagii!
¡Mhn!—el mayor comenzó a lamer y pellizcar los endurecidos
pezones.
Hageshii
quería olvidar lo sucedido, quería que el pequeño hiciera
desaparecer de su mente todo el dolor que había recordado aquel día.
Sabía que no era justo darle ese trabajo al íncubo, pero no tenía
a nadie más. Konome podía sentirlo en sus caricias, en sus besos.
Podía sentir en cada movimiento el sufrimiento de su amante.
El pelirrojo
lamía el miembro del pequeño cuyos gemidos no cesaban, metió los
dedos en la estrecha entrada, deseando estar ya en su interior. No
solía ser tan impaciente pero aquella vez lo necesitaba. Apenas
había metido un segundo dedo cuando ya no pudo más.
—Lo siento
Konome pero tengo que entrar—le dijo comenzando a introducir su
miembro erecto.
—Sí...
mételo... quiero a Hagii dentro...—enredó su cola en el miembro
del mayor para que lo metiera más rápido.
Le penetró
por completo de una embestida, desgarrando el apretado interior,
provocando placentero dolor en el íncubo. La sangre que cubría el
cuerpo del mayor y que se transfería a él le resultaba desagradable
pero la pasión que estaba desatando el pelirrojo le hacía olvidar
todo eso.
—Chiquito...
lo siento... no puedo parar... —le dijo empujando con fuerza,
notando cómo su mente al fin comenzaba a ponerse en blanco, aunque
se sentía muy culpable por entregarle su dolor a su amante.
—Hagii...
está bien... ¡Nya! ¡Hazlo... como quiera-as...!—el pequeño se
aferraba a sus hombros arañándolo, sin poder contener las lágrimas
que se derramaban por sus mejillas.
Todo su cuerpo
sufría espasmos, temblaba sin control, sintiéndose llenar
brutalmente. La dulzura de Hageshii era maravillosa pero aquella
bestialidad no podía negar que también. Movía inconscientemente
sus caderas, deseando más rapidez, más fuerza, queriendo llegar al
límite. No tardó en correrse sobre su propio vientre, entre
gemidos, jadeos y la roja sangre venenosa que los rodeaba y
permanecía fresca a pesar del tiempo. El demonio siguió
arremetiendo contra el pequeño, no frenó ni por un segundo sus
embestidas, no paró hasta que consiguió llenarle con su semilla
unos minutos después, dejando al fin su mente libre de los malos
recuerdos, al menos por un rato. Se tumbó junto al pequeño y se dio
cuenta de que a pesar de haber soportado su crueldad ni siquiera le
había besado después de penetrarle. Lamió sus lágrimas y le rodeó
con sus brazos.
—Perdóname
chiquito, no quería hacerte esto—le dio un tierno beso en la
mejilla y la acarició con la suya disfrutando de su suavidad
aterciopelada.
—No te
preocupes, está bien, si lo necesitas no importa, para eso están
los novios—le dijo sonriente, acariciando su rostro tiernamente.
—Mi amor, mi
chiquito, eres realmente maravilloso, no sabes cuánto te amo—enterró
el rostro en su pecho dejándose acariciar por sus pequeñas manos.
Continuará...
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