Título: El Demonio Castigado y el Íncubo 3
Tercer Libro: "La Sangre de los Kuroichi"
Fandom: The Map of Tokyo Savage
Pareja: Hageshii ♥ Konome y muchas más...
Autor: KiraH69
Género: Yaoi, Acción, Aventura, Romance, Sobrenatural
Clasificación: +18
Advertencias: Incesto, Lemon, SM, Violencia
Capítulos: 5 (de 24)
Resumen: Los cuatro habitantes de la Casa de Té reciben una aterradora visita inesperada. El padre de Hageshii aparece exigiéndole que encuentre a su hermano, el cual se ha escapado de casa por un amor humano. Pero las cosas no son como parecen, el hermano de Hageshii esconde un secreto que arrastrará a Hageshii a luchar a través de los mundos.
Konome, Takashi y Katsuragi son personajes de Dr.Ten, el resto son originales míos.
Capítulo
5
El corazón
del pelirrojo pareció romperse por un momento, con un profundo dolor
que no esperaba sentir. Se acercó a Reitan y golpeó su rostro con
la mano abierta, lanzándolo hacia atrás.
—No vuelvas
a decir eso... ¡No puedes querer morir!—su pecho dolía tanto,
todas sus emociones se iban a desbordar.
—No debería
importarte tanto la vida de alguien a quien odias—se puso de nuevo
en pie frotándose la marca roja que había en su rostro.
—¿Y cuándo
he dicho yo que te odio? Jamás he pronunciado esa palabra contra
ti—se recostó contra la pared, sintiendo cómo su mente empezaba a
ponerse borrosa.
—¿Quieres
decir que no me odias? ¿Después de todo lo que te he hecho no me
odias?—dijo con una triste risa.
—A pesar de
todo lo que me has hecho, yo... sigo pensando en ti como en mi
hermano... sigo queriéndote como a mi hermano...—por sus ojos las
lágrimas querían desbordarse. ¿Por qué se sentía tan abrumado en
aquel momento? La sola idea de pensar en la muerte de su hermano
encogía su corazón.
—¿D-de...
verdad? ¡Huh! Sinceramente no me esperaba eso... eres muy extraño.
—Dime ahora
tus razones. ¿Por qué quieres morir? Déjame decirte que has
escogido mal a la persona a la que entregar tus poderes si lo que
quieres es una muerte trágica con tu amor—aquella idea le parecía
demasiado ridícula para que lo hiciera su hermano.
—¿Sabes
cuantos años cumpliré en una década?—preguntó acercándose a
él.
—Por
supuesto, 600 años... Se te nombrará heredero oficial de la
familia, tomarás el lugar de padre—aquello se había decidido
desde hacía mucho tiempo, era algo que ya todos tenían asumido,
algo para lo que su hermano Reitan había estado trabajando y
estudiando durante toda su vida, o eso creía él.
—Esa es la
razón, esa es la única razón de que quiera morir—Hageshii le
miró sin entender nada. Había dedicado toda su vida a formarse para
ese puesto. ¿Por qué ahora estaba dispuesto a morir para librarse
de ello?—. Desde que nací cargaron sobre mis hombros todo el peso
de esa posición sin haberme preguntado antes... y durante toda mi
vida he cargado con esa responsabilidad... Por eso te despreciaba
tanto.
—¿A mí?
¿Por qué?—nunca había pensado en que su hermano tuviera esos
sentimientos.
—Porque ese
puesto lo debieras ocupar tú. Cuando naciste, yo pensé que me había
liberado de esa carga. Tú eras mucho más fuerte que yo, tenías más
poder... así que creí que padre te elegiría a ti para ser su
sucesor... y así iba a ser. Yo escuché a padre y al abuelo hablar
sobre nosotros y dijeron que tú eras mejor para ser el cabeza de la
familia. ¡Pero entonces tú empezaste con esa estupidez de los
humanos! ¡Comenzaste a comportarte mal! ¡Decepcionaste a padre!
¡Toda la carga volvió sobre mí!—las lágrimas comenzaron a
desbordarse por sus mejillas, llevaba demasiado tiempo conteniendo
todos aquellos pensamientos, demasiado tiempo queriendo soltárselos
a la cara a su hermano.
—Entonces...
es eso... Tú sí que me odias... por eso siempre fuiste así
conmigo...—se resbaló hasta el suelo quedando con la cabeza gacha
entre las piernas—. Lo siento... perdóname...
—Idiota...
soy yo el que tendría que pedir perdón, tú no tienes ninguna
culpa—se agachó frente a él y apoyó la cabeza en sus rodillas—.
¿Entiendes ahora por qué quiero ser humano? Morir es la única
forma de liberarme de mis grilletes.
—¡¡NO!!—Hageshii
se abalanzó sobre él rodeándole con sus brazos—. ¡No vuelvas a
decir eso! ¡No dejaré que lo hagas! ¡No voy a dejar que mueras!—lo
apretó fuerte contra su pecho, enredando sus dedos en los finos
cabellos violetas.
—Si no muero
tendré que regresar... Padre me llevará de nuevo con él... no
podré soportarlo...—sus lágrimas empapaban la camiseta del
demonio, se aferró a él deseando poder estar allí por siempre.
—¡¡No
regresarás!! ¡No dejaré que te lleve! Te quedarás junto a mí en
la Tierra...—le susurró dejando de llorar e intentando
reconfortarle. Debía ser fuerte para él, como Reitan lo había sido
toda su vida. Era el momento de que tuviera a alguien en quien
apoyarse.
—Eso es
imposible, padre me llevará con él y nadie podrá evitarlo. No
podrás convencerle de lo contrario...—a pesar de sus palabras
estaba esperando que le diera una esperanza.
—Lo
destruiré—los corazones de ambos latieron con fuerza. Aquella idea
siempre había estado rondando por sus cabezas pero era solo una
ilusión, un sueño imposible.
—Ha-Hageshii...
¿Qué dices? Eso es imposible...—le miró con los ojos como
platos, con su boca entreabierta, jadeante y con el rostro empapado
en lágrimas—. No podrás vencer a padre.
—Lo haré,
lucharé por ti y le venceré. Como siempre hemos sabido, tú has
sacado la inteligencia y yo la fuerza de padre. Le destruiré y ambos
seremos libres—le dio un pequeño beso en los labios para
tranquilizarle.
—Pero aunque
pudieras vencerle, ¿cómo podríamos ser libres? Seguimos siendo
demonios...—quería creer, deseaba tanto creer en su hermano...
pero no podía evitar ser realista.
—¿No
recuerdas lo que le pasó al tío, cuando Mokumo le destruyó?
—... ¡Ah!
¡El abuelo desheredó a toda su rama!—exclamó dándose cuenta de
ello.
—Exacto, si
el progenitor muere significa que sus descendentes no merecen ser
llamados hijos del Rey, así es como piensa el abuelo—le sonrió
intentando darle confianza.
—Pero...
aunque sea así... nunca podrás destru-
Hageshii corto
sus palabras con un nuevo beso, rodeó su cintura y su espalda con
los brazos, apretándolo más fuerte contra sí.
—Deja de ser
tan pesimista, confía en tu hermano.
Reitan sonrió,
la expresión de su rostro se veía extremadamente hermosa. El
corazón de Hageshii latió fuerte, muy feliz. Era la primera vez que
su hermano le dedicaba una sonrisa en cientos de años, y siempre le
habían parecido las más bellas del mundo. El mayor se recostó
sobre el pecho de su hermano y pudo sentir un profundo alivio en su
interior. Aunque no pudiera acabar con su padre, le bastaba saber que
le tenía a su lado a pesar de todo lo que le había herido en el
pasado.
—Dime una
cosa... tú no amas a ese humano de verdad ¿me equivoco?—le
preguntó cuando ambos estuvieron más tranquilos, mientras le
acariciaba los cabellos.
—Um... Yo
solo... quería pasarle mis poderes, solo encontré a alguien
agradable para estar...—respondió algo avergonzado.
—No deberías
utilizar así a los humanos—le reprendió dándole una palmadita en
la cabeza—. Deberás sacar de su sangre toda la tuya, o si no
podría ponerse enfermo en poco tiempo.
—De acuerdo,
veo que sigues queriendo a los humanos como siempre, aunque ahora
estás saliendo con un demonio. Nunca pensé que saldrías con uno y
además... es muy joven. ¿Cuánto tiempo lleváis juntos?—preguntó
muy curioso.
—Llevamos
unos... cinco años, él era pequeño, parecía tener 10 o 12 años,
aunque su mentalidad era aún de más pequeño—contestó
sonriente—. No me importa que sea un demonio, gracias a él he
cambiado, he dejado de tener miedo. Le amo, le amo muchísimo...
—Tu corazón
late más rápido cuando hablas de él... me da envidia—comentó
riendo.
—Konome,
entra—le llamó Hageshii.
El pequeño
abrió tímidamente la puerta y asomó la cabeza. Había estado allí
parado todo el tiempo, escuchando su conversación. Y su expresión
era de preocupación, tenía las manos temblorosas y se sentía
avergonzado porque lo hubieran descubierto.
—Mmm...
Esto... Lo siento... yo...—mantenía la vista fija en el suelo sin
atreverse a entrar más que unos centímetros.
—Ve y dile a
Katsuragi que nos prepare algo de comer, vamos a bajar ahora—su voz
era tranquila y no parecía para nada enfadado.
—¡Hum!—bajó
corriendo a la planta de abajo.
—Huhu, es un
niño muy mono—rió Reitan al observar su reacción.
—¿Verdad?
Vamos, estoy muerto de hambre—el pelirrojo se levantó del suelo
incorporando también a su hermano.
Continuará...
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