Título: El eXterminador
Fandom: The Strain Pareja: Vasiliy Fet x Original
Autor: KiraH69
Género: Slash / Yaoi Clasificación: +18 Advertencias: Lemon
Capítulos: 3 (3 de 3) Finalizado
Resumen: Una historia alternativa situada a los inicios del apocalipsis vampírico centrada en Vasiliy Fet y Elliott Kaufman, un chico al que rescata de una manada de vampiros a punto de devorarlo. Convivirán juntos en una herrería mientras Vasiliy se prepara para exterminar a las criaturas que asolan su ciudad.
Capítulo 3
—Elliott, Elliott.
Escuchó la voz lejana de Vasiliy llamándole. Gruñó
apretando los ojos y ocultando el rostro dentro de la chaqueta. No quería
despertar, se sentía muy a gusto.
—Oye, chico, voy a salir, vigila el fuerte.
—Mm…—por un momento no asimiló lo que le decía, pero cuando
se dio cuenta se incorporó de un salto—. ¡Espera! ¡Voy contigo!—le gritó de
rodillas sobre la cama.
Vasiliy tan solo le miró de reojo, ya a punto de salir de
la habitación.
—No, iré solo. Será mejor que tú no salgas, no tardaré.
Elliott se quedó mirando el hueco vacío de la puerta cuando
Vasiliy desapareció por ella. Entendió lo que quiso decir, no era más que un
estorbo para él y no quería que le volviera a dar problemas. Lo comprendía así
que no insistió, pero no podía evitar sentir ese dolor en su pecho, detestaba
no poder ser de utilidad. ¿Y cuando fuera a cazar a esos monstruos? Tampoco
entonces le permitiría ir con él. No era más que una carga.
Con la cabeza gacha se levantó de la cama y se puso a
recoger la ropa que tenía tendida. No había otra cosa que pudiera hacer.
Una hora después regresó Vasiliy con una mochila de deporte
al hombro. La tiró a los pies de Elliott cuando este bajó a toda prisa las
escaleras para recibirle, ya de nuevo vestido con su ropa.
—Recoge eso—le dijo, dirigiéndose al taller.
—Um… Si quieres comer algo, te preparo el desayuno.
Vasiliy se dio media vuelta y subió las escaleras. Elliott
cogió la mochila y subió tras él. Le extrañó que no pesara, creía que había ido
a por plata, pero no parecía ser el caso. Dejó la mochila a un lado y comenzó a
hacer el desayuno mientras Vasiliy esperaba sentado a la mesa.
—Voy a lavar tu chaqueta, ¿tienes algo más que quieras que
lave?—le preguntó tras servirle el desayuno.
—¿Tanto la has manchado?
—Ah, no, solo… Bueno, la he llevado puesta…—quería decir
que la había llevado desnudo, pero solo consiguió que sus mejillas se
ruborizaran.
—No me parece un problema, no pierdas tiempo con eso.
—Tengo mucho tiempo que perder—contestó cabizbajo,
poniéndose a fregar.
Vasiliy le miró de reojo sin decir nada. Solo pensó que
lamentaba que ya no llevara puesta su chaqueta, se veía mucho mejor solo con
ella. Tras terminar el desayuno, Vasiliy bajó al taller y siguió trabajando.
—¿Ropa?
Cuando Elliott abrió la bolsa de deporte se sorprendió al
encontrar unos vaqueros, una sudadera gris y un jersey negro nuevos. Las dos
primeras prendas eran de su talla y la última el doble de grande. Debajo de
ellas también había dos pares de calzoncillos para ambos. ¿Había salido solo
para conseguirle ropa? Ahora se sentía mal por habérsela pedido, se había
arriesgado por él. ¿Por qué no hacía más que sentirse mal una y otra vez?
Mientras recogía la ropa encontró debajo de ella algo más,
era un bote alargado de color fucsia. Cuando leyó la etiqueta se quedó
congelado. «Lubricante sexual». Ahora estaba seguro de que no había salido a
conseguir la ropa, sino el lubricante. Elliott se quedó pensativo mirando el
bote metálico. Quizá debería dejarle hacerlo, después de todo no podía ser útil
para nada más, solo era un gorrón allí y ese hombre le había salvado la vida,
tenía que pagárselo de algún modo.
Dejó el lubricante y la ropa en la habitación y se puso a
lavar la chaqueta de Vasiliy a mano en el fregadero.
—¿Por qué no te has puesto el pantalón nuevo? Ese está
roto, ¿no?—le preguntó Vasiliy, mirándole de reojo cuando bajó al taller.
—Está bien, ahora está limpio—Elliott cogió el jersey de
Vasiliy, tirado sobre una silla. Solo tenía una manga, la otra la había
utilizado para envolver su herida de bala. La segunda vez que le había
ayudado—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
—Mm… Actualiza ese mapa que hiciste con los comentarios que
hayan puesto esta mañana.
—De acuerdo. Te traeré el jersey nuevo.
No tardó ni media hora en comprobar los mensajes en las
redes sociales para finalmente dejar el mapa tal y como estaba. De nuevo se
quedó sin nada que hacer. Se sentó al pie de las escaleras con el jersey roto
en las manos. Desde allí podía escuchar cómo trabajaba Vasiliy y también ver en
ocasiones su ancha espalda por la entrada del pasillo.
Podría quitarle la
otra manga, pero tal vez acabe deshilachándose. No sé si habrá algún costurero
por ahí, no puedo usar el hilo del botiquín. Al final, sin hacer nada,
acabó quedándose dormido sin darse cuenta, con la cabeza apoyada contra la
pared.
Vasiliy dejó el martillo cuando ya empezó a sentir hambre.
El sudor hacía brillar sus músculos y caía por su rostro. Vio el jersey nuevo
sobre una silla. No se lo podía poner tal como estaba, mejor darse una ducha
primero. Cuando llegó a las escaleras se encontró al chico allí dormido,
abrazado al jersey roto. Sonrió casi con ternura. Tendió la mano y acarició sus
rizos pelirrojos, su mejilla y sus labios. Estaba demasiado indefenso, quería
aprovecharse de él.
Elliott entreabrió los ojos. Vio el torso desnudo, sin
levantar más la mirada. Sintió el pulgar acariciando su labio inferior y dejó
que siguiera, volviendo a cerrar los ojos. Vasiliy se inclinó sobre él y le
besó. Elliott percibió el sabor salado del sudor al igual que su intenso olor,
que extrañamente no le resultó desagradable.
—¿Tanto te gusta mi jersey que duermes abrazado a él?—le
preguntó burlón.
—¡Ah! N-no, solo estaba pensando en cómo podría
arreglarlo—se levantó velozmente, casi tropezando en las escaleras.
—Basta con que le quites la otra manga. Voy a darme una
ducha, ve preparando la comida.
—Sí, voy.
Le vio subir las escaleras y subió tras él. Cuando Vasiliy
regresó del baño, limpio y con el jersey nuevo, Elliott le sirvió la comida y
se puso a fregar.
—¿No vas a comer?
—No… Ahora no tengo hambre—respondió dándole la espalda.
Vasiliy le agarró del brazo y le obligó a darse la vuelta.
—Ya te dije que no me gustan los jueguecitos, di lo que
tengas que decir.
—No es eso, no tengo nada que decir, yo solo…—no era capaz
de mirarle a la cara, se sentía realmente ridículo diciendo eso—. Bueno, quería
poder ser un poco más de utilidad, no quiero ser un estorbo aquí.
—Por ahora solo necesito armas y tardaría más tiempo en
enseñarte a hacerlas que en fabricarlas yo mismo—sin darle más importancia
empezó a comer.
—Lo sé, está bien.
Elliott pasó toda la noche frente al ordenador del
despacho, viendo lo que pasaba por el mundo y cómo se veía desde el exterior lo
que sucedía allí. Era sorprendente cómo en casi ningún lugar hacían mención a
ninguna clase de monstruo, la mayoría solo hablaba de revueltas por todo tipo
de razones, desde rebeliones contra el gobierno hasta enfermedades contagiosas
mortales. No comprendía cómo habían sido capaces de ocultar el tema de los
vampiros parásito. Cierto que resultaba difícil de creer, pero ya nadie en
aquella ciudad lo dudaba y habían dejado miles de mensajes por toda la red. A
ese ritmo no parecía que nadie fuera a ayudarles. Sabía que Vasiliy no tenía
intención de marcharse, pero a él esa ciudad no le importaba tanto como para
pelear por ella. Tal vez debería intentar escapar, marcharse a alguna isla
donde los parásitos no pudieran llegar. Pero hacerlo solo era imposible, cinco
minutos ahí fuera y acabaría muerto o, aún peor, transformado en una de esas
criaturas. Permanecería junto a Vasiliy, quien le había salvado la vida,
mientras le fuera mínimamente útil aun tan solo para cocinar.
Cenaron juntos cuando ya estaba amaneciendo y fueron al
dormitorio. Vasiliy sonrió al ver el bote de lubricante sobre la cama. Agarró a
Elliott por las caderas desde atrás y lo acercó hacia sí.
—Apuesto a que has estado pensando en esto todo el día—le
susurró.
Elliott se estremeció al sentir su aliento en la oreja.
Claro que había pensado en ello todo el día y ya había tomado su decisión.
Vasiliy deslizó una mano por su vientre y desabrochó su pantalón mientras
colaba la otra bajo su camiseta. Elliott, completamente tenso y nervioso, no
hizo nada para impedírselo.
—¡Nh!—gimió cuando besó su cuello y de repente toda la
tensión de su cuerpo se desvaneció.
Vasiliy le tumbó en la cama y se arrodilló sobre él. Le vio
tan grande, como un gigante, que comenzó a sentir miedo. Cuando se inclinó
sobre él volvió a ponerse tenso, como si todas sus articulaciones se
encogieran. Vasiliy le besó y estaba tan nervioso que aguantó la respiración.
—¡Fuah! Ah… ah…—Elliott tuvo que apartar a Vasiliy para
recuperar el aliento—. Lo… lo siento, no puedo… lo siento…—jadeó, ocultando el
rostro contra el colchón.
—¿Qué?—Vasiliy se quedó extrañado por su reacción.
—Quería dejar que lo hicieras, pero no puedo, lo siento.
—¿«Dejar» que lo haga?
—Lo siento, solo quería ser útil.
Vasiliy le agarró del brazo y le obligó a encararle. Estaba
temblando y casi llorando. Al verle así retrocedió, bajándose de la cama, y el
enfado que sentía se convirtió en casi lástima.
—¿Te crees que disfrutaría violando a un mocoso?—su voz
sonó como un rugido—. No necesito esto, no eres de utilidad así.
Se marchó y desde la habitación se pudo escuchar un fuerte
golpe en el pasillo, le había dado un puñetazo a la pared. Elliott se quedó
sentado sobre la cama. Tenía tanto miedo que ni siquiera había soportado un
beso. Quería ser útil, pero en lugar de eso solo había conseguido enfadar a
Vasiliy. Si después de todo no podía servir para nada allí, lo mejor sería
marcharse y ahora que estaba amaneciendo era el mejor momento para ello.
Bajó al taller, donde se oían los brutales golpes del
martillo, para despedirse. Agradecía que Vasiliy desahogara su rabia contra el
metal y no contra él.
—Um… L-lo siento, no era mi intención…—apretó los labios
con la cabeza gacha—. Me marcharé ahora.
—¡¿A dónde coño piensas ir?!—tiró el martillo sobre la mesa
con un fuerte estrépito y se acercó a Elliott—. No vas a ir a ninguna parte, no
sobrevivirás ahí fuera y aún quiero follarte—le agarró por los cabellos y
levantó su rostro, mirándole de cerca—. No necesito que abras tus piernas para
hacerme un favor ni necesito violarte, acabarás suplicándome que te folle.
Le besó y esta vez Elliott correspondió al beso como
siempre, porque sus besos le gustaban, se sentían bien.
—¿Lo ves? No eres nada difícil—le dijo sonriendo.
Elliott se ruborizó y se apartó de un salto. ¿Cómo se le
había ocurrido intentar complacer a aquel tipo tan desagradable?
—Me voy a dormir—se dio la vuelta ofendido y subió a la
habitación.
Se metió en la cama, vestido y tapado con las sábanas.
Ahora ya no quería darle facilidades si se le ocurría intentar algo. Vasiliy
entró a los pocos minutos y se tumbó a su lado. Elliott se encogió haciéndose
un ovillo de cara a la pared.
—No te preocupes, no voy a tocarte. Solo voy a masturbarme
a tu lado.
—¡¿Eh?!—se giró y se encontró con el rostro de Vasiliy.
Escuchó cómo se desabrochaba el pantalón y no quiso mirar
hacia abajo.
—Llevo todo el día esperando esto, tengo que aliviarme—le
dijo, sacando el miembro de sus pantalones.
Elliott volvió a darle la espalda, cubriéndose con las
sábanas, pero aquello no sirvió de nada. Podía escuchar la respiración pesada
de Vasiliy y el sonido de su mano masturbando la gran verga, y no podía evitar
imaginarlo en su cabeza. Recordaba a la perfección el calor y la dureza de
aquel miembro en sus manos, casi tan vívidamente como si lo estuviera palpando
en ese momento. Comenzó a sentir un hormigueo en su entrepierna y ya no pudo
aguantar más. Se dio la vuelta y llevó las manos al miembro de Vasiliy. Comenzó
a acariciarlo sin decir nada, intentando que no viera la expresión de
excitación en su rostro.
—Lo haces muy bien, pero ¿qué tal si pruebas a chupármela?
Se sorprendió por la petición, pero no se negó
directamente.
—Nunca… lo he hecho…—lo había pensado, no dejaba de
pasársele por la cabeza.
—Para todo hay una primera vez—se tumbó boca arriba,
invitándole a bajar.
Elliott se incorporó y, arrodillado junto a Vasiliy, se
inclinó sobre el miembro erecto. Sus labios rozaron la punta y percibió el
calor y su intenso olor. Ya no lo pensó más, lamió el glande y lo envolvió con
sus labios. El extraño sabor salado inundó su boca y su mitad inferior se sacudió
inquieta, el pantalón comenzaba a apretarle.
—Es demasiado grande, no puedo meterlo en mi boca.
Vasiliy se estremeció al sentir su aliento mientras
susurraba aquello sin separar los labios de su miembro.
—Está bien, sigue como lo estás haciendo, basta con que
uses bien la lengua—le dijo acomodándose con las manos cruzadas tras la cabeza.
Lamió la verga de arriba a abajo, chupándola y besándola
mientras la acariciaba con ambas manos. Estaba tan concentrado que se había
olvidado de toda vergüenza, aquello le estaba excitando más de lo que habría
imaginado.
—Elli, voy a correrme, ¿por qué no lo bebes?—le pidió,
enredando los dedos en sus cabellos y tirando de él para que subiera hasta la
punta.
Envolvió el glande con sus labios, era todo lo que podía
introducir en su boca, y frotó el miembro con más rapidez sin dejar de
acariciarlo con su lengua. Era solo un novato, pero ver su rostro sonrojado y
el entusiasmo que le ponía volvía loco a Vasiliy. Quería correrse en su boca,
pero también quería ver su rostro salpicado con su semen. Se preguntó si podría
conseguir ambas cosas.
Con un gruñido profundo eyaculó en la boca de Elliott, pero
antes de terminar le apartó, salpicando también su mejilla derecha y sus
labios. Elliott se quedó allí sentado, aturdido, con la boca entreabierta y
jugando con la simiente inconscientemente con su lengua. Vasiliy tragó saliva.
Su miembro palpitó de nuevo al ver el rostro ensimismado del chico con su leche
deslizándose por el rostro sonrojado. Acarició su mejilla con la mano, extendiendo
con el pulgar la simiente.
—Trágalo—le ordenó, acariciando sus labios con la otra
mano.
Elliott tragó el semen que nadaba en su boca y relamió el
de sus labios. De inmediato Vasiliy le besó, con tanta intensidad que le hizo
estremecer.
—Me estás volviendo loco—susurró con voz grave.
—Ayúdame—le suplicó, frotando inquieto la entrepierna sobre
los pantalones.
Vasiliy sintió que su polla se ponía dura de nuevo. Se
lanzó sobre el chico, tumbándolo en la cama, y le quitó los pantalones de un
tirón, descubriendo la verga que goteaba.
—No puedo creer que te hayas puesto así por chuparmela.
—Ca-calla y haz algo—estaba tan excitado que la vergüenza
ya le daba igual. Vasiliy agarró el bote de lubricante y vertió un gran chorro
sobre el miembro—. ¡Hya! ¿Qué haces? No vas a- Nh...
Le besó para acallar sus quejas y, sin separarse de sus
labios, comenzó a frotar la erección cubierta de lubricante. Elliott se sumió
completamente en aquel beso y apenas se dio cuenta cuando los dedos de Vasiliy
pasaron de su miembro a su entrada. La frotó por encima, recubriéndola de
lubricante, y deslizó un dedo dentro.
—¡Ngh!—Elliott se quejó y empujó el brazo de Vasiliy,
intentando apartarlo—. N-no, para, ahí no-
—Tranquilo, sujeta esto—Vasiliy le levantó la camiseta y le
hizo agarrarla con ambas manos para que las tuviera ocupadas.
Se inclinó sobre su pecho y comenzó a lamer y succionar sus
pezones mientras los frotaba y pellizcaba con su mano libre. Elliott no podía
contener los gemidos, no sabía que jugar con su pecho pudiera sentirse tan
bien. Por otro lado, no estaba seguro de cómo definir la sensación en su
trasero. Vasiliy seguía acariciando su entrada, moviendo un dedo dentro de él y
después sumando otro.
—Vasi… liy… más… tócame…—Ya estaba a punto, pero no tocaba
su miembro, no podía correrse—. ¡Waah!
De repente sintió como si un rayo le atravesara y su
miembro salpicó unas gotas de semen.
—Así que este es el punto—rió Vasiliy, mirando el rostro
aturdido del chico.
—Qué… N-no… No toques ahí…—a pesar de su negativa, no hizo
nada para impedírselo, solo retorció la camiseta cubriendo su boca.
Sus caderas se sacudieron cuando Vasiliy volvió a insistir
en ese punto en su interior. Mordió la camiseta para no gemir, pero fue
completamente inútil. Y mientras, aquel hombre seguía jugando con su pecho como
si fuera el de una mujer, aunque eso ya no le molestaba, se sentía demasiado
bien. Su cabeza daba vueltas, eran demasiadas sensaciones en diferentes lugares
al mismo tiempo. Vasiliy ni siquiera tuvo que tocar su miembro para conseguir que
se corriera.
Elliott quedó jadeando, con la cabeza en una nube, la mitad
inferior de su cuerpo entumecida y sus tetillas palpitando demasiado sensibles.
¿Qué demonios había sido eso? No tenía nada que ver con nada de lo que hubiera
sentido antes.
—¡Hum! no pensé que lograrías tener un orgasmo de próstata
la primera vez, eres más sensible de lo que imaginaba—se burló Vasiliy.
—Yo… yo no…
—Está bien, así será mucho más fácil cuando llegue el
momento.
Elliott no entendió lo que quiso decir, pero no pensó más
en ello al ver fugazmente la erección de Vasiliy asomando entre los pantalones
cuando este se levantó de la cama.
—Duerme ya—se dio la vuelta y se dirigió a la puerta de la
habitación.
—¡Espera!—le llamó, arrodillándose en la cama. Vasiliy se
dio la vuelta y entonces pudo verlo perfectamente, el miembro erguido en la
entrepierna, palpitando—. A-aún no puedo… eso,
pero puedes… usar mis muslos—le dijo juntando las piernas y frotando sus muslos
nervioso.
Vasiliy sonrió y se acercó de nuevo a la cama. Elliott
agachó la cabeza, pero no podía evitar mirar el falo que se acercaba.
—Ponte a cuatro, con el trasero hacia aquí.
Elliott lo hizo casi de inmediato, quedando al borde de la
cama.
—Te vuelves muy obediente cuando estás cachondo, Elli—rió
Vasiliy, sujetándolo por las caderas.
—No me llames Elli. Nnh…—gimió largamente cuando la verga
se deslizó entre sus muslos, frotando su pene.
Estaba húmedo por el lubricante así que fue aún más
agradable que las otras veces y Elliott apretaba los muslos cuanto podía con lo
que Vasiliy solo tenía que mover las caderas y «penetrarle». Acariciaba sus
nalgas y las separaba, observando el agujero por el que realmente quería meter
su polla. Era demasiado pequeño y no estaba acostumbrado a aquello, aún tendría
que esperar y prepararlo bien antes o sería tan doloroso que el chico no
querría volver a acercársele. Aunque, por cómo estaba actuando, esto le parecía
poco probable. Elliott gemía sin contenerse y acariciaba con ambas manos los
miembros que se frotaban entre sí mientras movía también las caderas. Su
actitud realmente cambiaba cuando se sentía bien.
—Creí que me ofrecías tus piernas para que me masturbara
yo, pero creo que estabas siendo egoísta y solo querías disfrutar tú.
—N-no es cierto… ¿No estás disfrutando?
—Oh, claro que sí, te estás esforzando mucho. Me dan ganas
de correrme solo con mirarte—pudo ver cómo se estremecía al decirle eso.
—Entonces hazlo ya—replicó respirando pesadamente.
—Pídelo bien.
—Mm…
—Vamos, no es tan difícil—le dio un sonoro cachete en el
trasero.
—¡Nh! Có-córrete—le pidió, con el rostro pegado a las
sábanas.
—¿Dónde? ¿Dónde quieres que me corra?
—Entre… mis piernas… ¡Córrete ya!—al mismo tiempo que
suplicaba, se vino en sus propias manos.
—Pidiéndolo mientras te adelantas, qué travieso—rió mientras
daba las últimas embestidas y se corría entre sus muslos.
Tumbado boca abajo sobre la cama, Elliott podía sentir los
fluidos deslizarse por su entrepierna. Era incómodo y quería limpiarse de
inmediato, pero por otro lado no creía poder ponerse en pie, notaba cómo le
temblaban las piernas. La cabeza le daba vueltas. Empezaba a pensar que algo
iba mal con él, esta vez no solo le había dejado hacerlo, ¡se lo había pedido!
—¡¿Huh?! ¿Qué...?—se sobresaltó cuando sintió que algo le
tocaba las piernas.
—Tranquilo, solo voy a limpiarte—le dijo Vasiliy mientras
le frotaba con una toalla humedecida.
¿Cuándo había ido al baño a por esa toalla? No se había
dado cuenta, era como si se hubiera quedado inconsciente por un momento.
—Está bien, puedo yo…
—No creo, date la vuelta.
Tiró de él para tumbarlo boca arriba y siguió limpiando los
líquidos que recubrían la zona media de su cuerpo, no solo el semen sino
también el lubricante.
—No te vistas, voy a cambiarte el vendaje—cogió toda su
ropa y la tiró a un lado de la cama antes de ir a por el botiquín.
Revisó la herida, que por suerte estaba limpia, y volvió a
vendarla.
—¿Puedo vestirme ahora?—le preguntó Elliott.
Sus miradas se cruzaron y Vasiliy sonrió.
—No hace falta—respondió, mirándole de arriba a abajo.
Se tumbó en la cama a su lado y cubrió a ambos con las
sábanas. Rodeó con el brazo al chico y lo acercó a su cuerpo. Elliott se quedó
sorprendido, con la cabeza apoyada sobre el musculoso pecho. Realmente estaba
en la posición de una mujer, pero no tenía energía para rechazar el fuerte
brazo que lo mantenía sujeto así que simplemente lo aceptó y se acomodó contra
el cuerpo de Vasiliy. Sin embargo, se puso tenso cuando una mano comenzó a
acariciar su trasero sin disimulo alguno.
—Así no puedo dormir.
—Pues yo voy a tener dulces sueños—respondió Vasiliy,
apretando su nalga.
Cuando despertó, Vasiliy se sorprendió al encontrarse solo
en la cama. Se levantó rápidamente y salió de la habitación, pero suspiró
aliviado cuando lo vio en la cocina.
—Buenos días—le saludó Elliott—. Ya está el desayuno así
que siéntate.
Le sorprendió aquella actitud tan amable y normal, pero
resultó agradable.
—Primero quiero esto—levantó su rostro agarrándole por el
pelo y le besó profundamente.
Elliott soltó la cuchara de madera con la que removía y se
sumergió en aquel beso. Los besos eran lo que más le gustaba, sus piernas
temblaban e incluso gemía.
—Delicioso—sonrió Vasiliy cuando al fin sacó la lengua de
su boca.
—Si-siéntate ya—agachó la cabeza sonrojado.
Se sentaron juntos a desayunar. Vasiliy devoraba la comida
como siempre, pero Elliott apenas comía, le miraba de reojo esperando un buen
momento para hablar.
—Um… Vasiliy, ¿cuándo irás a cazar a esos vampiros?—le
preguntó.
—Mañana al amanecer.
—¡¿Mañana?!—exclamó sorprendido.
—Sí, ya tengo unas cuantas armas preparadas, haré la
primera incursión mañana.
—¿Puedo… ir contigo?—preguntó inseguro.
—No.
—¿Por qué no?
—Trabajo solo. Si te llevo conmigo tendré que estar
pendiente de ti y no estoy acostumbrado a eso, me desconcentraré.
Elliott agachó la cabeza y no dijo nada más. Iba a ser un
estorbo, podría incluso ponerlo en peligro, lo sabía. Pero tampoco quería que
Vasiliy se marchara solo, no quería que le abandonara allí. Mientras dejaba
pasar las horas observando desde el pie de la escalera cómo terminaba las
últimas armas en el taller, Elliott no podía parar de pensar en ello. ¿Y si no
volvía? o ¿y si lo hacía convertido en uno de ellos? En cualquiera de los
casos, él no podría sobrevivir. La comida duraría un tiempo, pero si aquello
continuaba pronto no habría suministro de agua potable ni electricidad. En
algún momento tendría que salir para conseguir agua y entonces moriría, o quizá
alguien intentara entrar antes de eso y él solo no podría detenerlos. Tenía
tanto miedo que comenzaba a sentirlo como un dolor físico en su pecho. No
quería que Vasiliy muriera y tampoco quería quedarse solo, tenía que haber un
modo de evitarlo.
—Deberías descansar antes de ir—le dijo sobre la
medianoche, acercándose a él en el taller.
Vasiliy iba a decirle que aún tenía trabajo, pero al verle
dejó el afilador. Retorcía la camiseta entre las manos inquieto, mirando
fijamente al suelo.
—¿Vas a ayudarme tú a descansar?—rodeó su cintura con un
brazo y lo acercó a su cuerpo.
Elliott apretó los labios, agarrando con una mano el jersey
de Vasiliy, quien lo tomó como una invitación. Le cogió por la cintura y lo
sentó sobre la mesa de trabajo. Fue Elliott quien buscó el beso, echando los
brazos alrededor de su cuello. Mientras le hacía gemir con sus besos, Vasiliy
deslizó las manos bajo su camiseta y comenzó a acariciar sus tetillas. Los
gemidos se volvieron más intensos, aquella zona era cada vez más sensible.
Elliott se apartó del beso solamente para quitarse la
camiseta, no podía soportarlo más. Vasiliy se inclinó sobre su pecho y lamió
sus pezones erectos, mordiéndolos suavemente y succionándolos. Elliott movía el
trasero sobre la mesa, sintiendo escalofríos por todo su cuerpo. Era tan
intenso que casi resultaba doloroso, pero no quería que se detuviera. Vasiliy
le quitó los pantalones junto a los calzoncillos y le dejó desnudo en la mesa.
Lo único sobre su cuerpo era la venda en el muslo. Intentaba cubrir con las
manos su miembro ya erecto y su pecho estaba enrojecido, casi tanto como su
rostro jadeante.
Vasiliy sintió palpitar su polla bajo los pantalones, si le
provocaba de ese modo no podía detenerse a jugar. Le tomó en brazos y Elliott
se aferró a sus hombros. No se quejó, no dijo nada, dejó que lo llevara hasta
la cama. De nuevo se encontraba desnudo, con aquel gigante sobre él, pero esta
vez no sentía miedo, solo una excitación que crecía por momentos.
Vasiliy le separó las piernas, acariciando lentamente sus
muslos hasta llegar a su miembro. Se inclinó sobre él y lamió la erección, para
después meterla en su boca.
—¡Uwaaa!—Elliott se estremeció al sentir cómo devoraba su
verga—. Es-espera, yo también.
—¿Tú también qué?
—Quie… quiero chupártela—tragó saliva simplemente al pensar
en ello.
—¡Huh! De acuerdo—sonrió, encantado por aquella nueva
actitud, y se tumbó en la cama boca arriba—. Vamos, sube.
Elliott se levantó y se arrodilló a horcajadas sobre
Vasiliy, con el rostro sobre su entrepierna. El bulto ya se hacía notar bajo
los pantalones. Presionó la nariz contra él, percibiendo el intenso olor aun a
través de la ropa.
—Vamos, ¿no querías chupármela? ¿A qué esperas?—le dio un
cachete en el trasero, observando cómo se sacudía el miembro erecto sobre su
rostro.
Elliott desabrochó el pantalón y sacó el miembro de entre
la tela. La saliva se acumuló en su boca mientras lo miraba con los ojos
entrecerrados. Lo lamió de abajo hacia arriba y envolvió la punta con sus
labios. Estaba ya tan caliente y duro…
—Realmente disfrutas chupándola, tu polla está
palpitando—le dijo Vasiliy, acariciando el miembro.
—¡Nh! ¡Deja de jugar conmigo!—se quejó moviendo las
caderas.
Vasiliy rió y comenzó a lamer el miembro. Ambos se
entregaron a su tarea, chupando y lamiendo con gula. Elliott se sentía tan bien
devorando aquel miembro mientras se lo hacían a él también que no tardó mucho
en correrse en la boca de Vasiliy, apretando sin darse cuenta entre sus manos
la verga.
—Hah, pero qué rápido eres—Vasiliy se relamió los labios,
habiéndolo tragado todo. Le apartó a un lado, tumbándole boca arriba.
—¡Espera! Tú todavía no- Oh…
Vasiliy se arrodilló junto a su rostro mientras comenzaba a
masturbarse.
—¿En la boca o en la cara?
—Mm…—no sabía qué decir, pero no podía apartar la mirada
del falo.
—¿O en ambas?
—Ambas…—dijo al fin, entreabriendo la boca.
Vasiliy le sostuvo la barbilla y le abrió aún más la boca.
El líquido comenzó a salpicar de su polla, cayendo sobre la lengua y después
sobre los labios y las mejillas hasta que terminó de correrse. Elliott mantuvo
el semen en su boca durante un momento antes de tragarlo y relamerse los
labios.
—Eres más lascivo que una mujer—le dijo, frotando la punta
de la verga por su rostro.
—Es… tu culpa… ¡Nh!—Elliott se retorció, llevando ambas
manos a su entrepierna—. Haz… eso.
—¿El qué?—preguntó Vasiliy, viendo sonriente cómo frotaba
las piernas excitado.
—Mi culo... tócame ahí.
Vasiliy soltó una carcajada. Le levantó las piernas hasta
que las rodillas tocaron el pecho y le hizo sostenerlas con las manos. Cogió el
bote de lubricante y vertió un chorro sobre su trasero. Elliott dio un grito al
sentir el líquido frío, pero con las caricias de Vasiliy enseguida comenzó a
calentarse. Pronto un dedo se deslizó dentro, con menos dificultad que la vez
anterior, y lo movió en su interior abriéndolo poco a poco. No tardó en meter
otro dedo mientras los gemidos de Elliott se intensificaban, pero para este era
frustrante, no tocaba aquel punto y sabía que lo hacía a propósito.
De repente, Vasiliy sacó los dedos. Elliott estuvo a punto
de quejarse, pero se mordió el labio para contenerse.
—¿Qué quieres que haga?—preguntó Vasiliy, separándole las
piernas y arrodillándose entre ellas.
—¿Eh?
—Te dije que suplicarías, así que…
Elliott no podía creerlo, realmente iba a tener que
decirlo, iba a pedirlo. Quiso cubrirse el rostro con los brazos para que al
menos no viera su expresión avergonzada, pero Vasiliy los agarró y los sostuvo
por encima de su cabeza. Ahora sus rostros estaban tan cerca, casi rozándose,
que era imposible ocultarlo.
—Fóllame…—susurró—. Fóllame, por favor…
No comprendía por qué lo deseaba tan desesperadamente, pero
no podía esperar más.
—Buen chico—besó brevemente sus labios.
Vasiliy se incorporó y, sosteniendo sus piernas en alto, comenzó
a penetrarlo lentamente.
—¡Nh! ¡Ah! Mh—Elliott se cubrió la boca con las manos para
contener los gritos. Era doloroso y cada vez más.
—Relájate, respira hondo y grita cuanto quieras, nadie te
oirá—le dijo Vasiliy acariciando su pecho para intentar calmarlo.
Era tan estrecho que le resultaba difícil avanzar. También
era algo doloroso para él y Elliott estaba tan tenso que cada vez apretaba más.
Tenía que hacer algo para tranquilizarlo. Se inclinó sobre él y le besó,
ahogando sus gritos, y un segundo después sintió cómo dejaba de presionar y sus
extremidades se relajaban. Sin parar de besarle siguió penetrándolo, mucho más
fácilmente que antes. Ahora sus paredes interiores parecían abrazarlo y
acogerlo, absorviéndolo más profundo. Realmente le gustaban sus besos.
—Ya está dentro—le susurró con sus labios rozándose.
—Lo sé, la siento…—jadeó Elliott.
Tiró del jersey de Vasiliy para quitárselo, necesitaba
tocar su piel, abrazarlo y sentirla contra la suya. Estaba fría, o es que la
suya estaba demasiado caliente.
—Voy a empezar a moverme.
Elliott asintió con la cabeza. Pudo notar perfectamente
cómo la enorme verga se movía dentro de él, muy lentamente al principio.
—Nunca había estado en un agujero tan estrecho, creo que
podría volverme adicto a esto.
Sí, por favor, hazlo,
pensó Elliott sin poder decir aquello en voz alta.
Los movimientos se volvieron cada vez más rápidos hasta que
se convirtieron en embestidas. Elliott gemía sin importarle ya cómo sonara su
voz. El dolor iba dejando paso a una extraña sensación que pronto identificó
como placer. Y no dejaba de rozar aquel punto, una y otra vez con cada
estocada. Su cabeza estaba en una nube, sentía que caía al vacío y se aferró a
Vasiliy para sostenerse. No se había dado cuenta porque el placer que sentía
era tan intenso que no lo distinguió, pero se había corrido ya, salpicando todo
su pecho. Vasiliy se encontraba también al límite y le sorprendió lo rápido que
había sido, nunca se había excitado tanto con nadie. Aquel chico realmente le
estaba volviendo loco.
—Elli, ¿quieres que te llene con mi leche?—le preguntó al
oído. Pero cuando le miró a los ojos supo que ni siquiera le había escuchado; parecía
completamente ausente, sumergido en las sensaciones que estaba experimentando.
Se lo tomó como un sí.
Con unas embestidas salvajes, intensas y rápidas, se corrió
en su interior abundantemente irguiendo su espalda, sin poder contener un
gruñido de placer. Elliott sintió verter el líquido caliente en su interior y
experimentó otro orgasmo, pero ya no le quedaba nada por sacar. Después de eso
su vista se nubló y la oscuridad cayó sobre él, quedando inconsciente aún en
brazos de Vasiliy y con la verga en su interior.
Antes de abrir los ojos, sintió su cuerpo entumecido. Se
movió ligeramente y una punzada le atravesó desde su trasero como afiladas
agujas. Fue consciente de lo que había hecho, pero no se paró a pensar en ello,
había algo más importante. Abrió los ojos y miró a su alrededor. Una luz muy
tenue entraba por la ventana, comenzaba a amanecer. Estaba solo en la
habitación y a su lado estaba colocada la chaqueta de Vasiliy. Era la única
prenda que había, toda su ropa seguiría aún en el taller. Esperaba que Vasiliy
no se hubiera ido sin su chaqueta, que aún siguiera allí, tal vez trabajando.
Los golpes del martillo no podían oírse desde la habitación así que tenía que
bajar a comprobarlo. Esto no fue fácil, no solo su trasero dolía horrores, sino
también sus caderas, y sus piernas apenas le respondían. Se puso la chaqueta
sin entretenerse a abrochársela y salió tambaleándose de la habitación. Bajó
las escaleras con dificultad y su corazón se detuvo cuando vio que las luces
del taller estaban apagadas. Había un papel pegado en la pared junto a la
entrada. Se acercó lentamente. No quería saber lo que ponía, pero tenía que
leerlo.
«He ido a exterminar,
volveré antes del mediodía».
Se apoyó contra la pared, acariciando con los dedos la
nota. Su plan no había funcionado, no había conseguido retenerlo a su lado. ¿Y
si moría o se transformaba? ¿Y si se quedaba solo? ¿Y si no volvía a verle, ni
a abrazarle, ni a sentirle? «...volveré
antes del mediodía», realmente esperaba que fuera así, no quería seguir sin
él.
¿Continuará...?
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ResponderEliminarHaz algún día esa continuación que realmente sería muy interesante leer de ellos
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