Título: Hotter
Fandom: Original
Autor: KiraH69
Imagen de portada: Purin (¡gracias! ^^)
Género: Yaoi, Sobrenatural, Vampiros
Clasificación: +18 Advertencias: Lemon, S&M, Violencia, Violación
Longitud: 6 capítulos (2 de 6)
Resumen: Guido, un ex-sacerdote que se dedicaba a cazar vampiros antes de ser expulsado de la Iglesia, se topa con Nathan, un joven vampiro que pretende devorarle pero acaba siendo devorado por él.
Capítulo
2: Aparece el creador.
Me
esforzaba en hacerlo bien. Era una sensación tan extraña y tan
nueva que me costaba concentrarme. Lamí su pene de arriba a abajo y
lo metí en mi boca procurando que mis colmillos no lo lastimaran.
Aunque estaba deseando morderlo. Era caliente y duro, con un sabor
salado, y los fluidos comenzaban a salir dejándome un sabor extraño
en la boca. Hacía meses, desde los días siguientes a mi
transformación, que no probaba nada que no fuera sangre, y ahora
tenía en mi lengua aquel sabor tan diferente y que ni siquiera había
probado como humano.
Antes
de conocer a Guido jamás había imaginado que podría hacer aquello
con un hombre, siempre me habían gustado las mujeres y solo las
mujeres. Sin embargo la primera vez que me lo había hecho, con tanta
sangre a mi alrededor, con tanto dolor y placer entremezclándose,
había sido tan excitante, tan intenso que ni siquiera me importó en
lo más mínimo ser tomado por un hombre. ¿Por qué renunciar a
semejante placer por dilemas que solo afectaban a los humanos? Ahora
que carecía de las cadenas humanas, quería conocer lo que el nuevo
mundo ante mí me ofrecía. Así que ¿por qué no experimentar un
poco más?
Escuchaba
su respiración pesada, estaba excitado. Yo le estaba excitando. Me
deleité con la expresión de placer en su rostro, aunque apenas
lograba ver sus ojos entre los negros mechones del descuidado cabello
y las gafas de pasta. Aquel rostro tan burlón y malicioso se volvía
completamente sincero solo en esos momentos.
Su
pene palpitaba, más duro aún, parecía no dejar de crecer. Lo metí
tan profundo como pude en mi boca y su mano sobre mi coronilla empujó
mi cabeza un poco más. Me impidió apartarme hasta que todo su semen
llenó mi boca y no pude evitar tragarlo. Mi entrepierna dolía, los
pantalones apretaban tanto que la cremallera acabó reventando y
eyaculé, manchando con sangre la ropa interior. Me había
concentrado tanto en chupársela que no me percaté de lo excitado
que estaba.
Me
sentía tan avergonzado por haberme corrido sin tan siquiera tocarme
que cubrí mi entrepierna con la camisa para que no lo viera y me fui
rápidamente a la habitación. Me cambié de ropa. La verdad es que
nunca había soportado aquellos trajes, me hacían sentir como un
robot. Me alegré de volver a mis ropas normales, camisetas, vaqueros
ajustados y playeras. Y Guido me había dado la confianza para
hacerlo. Me puse también una bufanda y el abrigo negro, aunque en
realidad no los necesitaba porque el frío no me afectaba, pero me
vería extraño caminando por la calle desabrigado con aquel tiempo.
Guido
sonrió cuando salí de la habitación.
—Sí,
eso te sienta mucho mejor, más natural—me dijo y al momento mi
cuerpo se tensó.
Se
había cubierto de nuevo con la toalla pero aún mostraba aquel
cuerpo tan bien definido. Sus músculos no eran demasiado abultados
pero estaban bien marcados y había podido experimentar en mi propia
carne su fuerza. Su piel morena estaba llena de pequeñas cicatrices
que me hacían pensar contra cuántos vampiros habría luchado. La
boca se me hacía agua. Sacudí la cabeza. No podía volver a
excitarme en aquel momento.
—Me
voy, volveré en seguida—le dije y casi salí corriendo del piso.
Estaba
hambriento. La sangre que había tomado de Guido, aunque
extremadamente deliciosa, no había sido suficiente. Caminé por las
calles en busca de una presa. Normalmente me tomaba mi tiempo cazando
pero quería regresar cuanto antes, quería... Sí, quería que
rasgara de nuevo mis entrañas, con su pene, su mano y su cuchillo.
Entré
en la primera calle oscura que encontré. Oculto entre las sombras,
ansioso, esperé a la primera oportunidad. Agarré a mi presa y la
arrastré al cobijo de una puerta lateral. No jugué con ella, ni
siquiera me fijé en cómo era. Mordí su cuello y succioné la
cálida sangre tan rápido como pude. La desangré por completo.
—No
deberías hacer eso—su voz profunda me sobresaltó, ni siquiera me
había percatado de su presencia—. Te enseñé que no debes beber
todo de una misma persona y tampoco debes cazar tan cerca de tu casa.
Estás siendo muy descuidado, no durarás mucho.
Tenía
razón, lo sabía, y hasta aquella noche jamás había incumplido
ninguna de sus indicaciones. No, en realidad hasta la noche anterior.
Por cierto, aquel hombre de cabellos caoba bajo cuyo tinte había
unos tan blancos como los míos, de ojos verdes bajo cuyas lentillas
había unos ojos tan dorados como los míos, era Olivier, mi creador.
A él sí que le sentaba bien el traje de ejecutivo negro al
completo, tan atractivo y elegante, con el pelo algo ondulado peinado
hacia atrás y aquel porte de caballero. Su aspecto e incluso su
personalidad eran jóvenes y sin embargo su edad multiplicaba, no sé
por cuánto, a la de cualquier humano.
—Ah...
L-lo siento, tienes razón, pero... Mm...—aquel hombre, a pesar de
ser mi creador y haber pasado varias semanas con él, seguía
poniéndome nervioso. Y en aquel momento más que nunca, temía que
se enterara de que había estado con un sacerdote.
—Oh~
¿Estás inquieto?—se acercó a mí lentamente hasta que sus pies
se cruzaron con los míos. Rodeó mi cintura con su brazo y olió mi
cuello y mi rostro. Todo mi cuerpo se estremeció de pies a cabeza—.
¿Qué es ese olor?—rió suavemente—. Hueles a sexo y a humano, a
hombre... y a otro olor que me resulta familiar.
—¡Ah!
Y-yo...—me ruboricé sorprendido y sacudí la cabeza negando.
—¿Acaso
me he equivocado?—sus brillantes ojos me miraron fijamente,
dejándome inmóvil.
—Mm...
N-no... No te equivocas—mi cuerpo temblaba. Rogaba que no
descubriera nada más.
—Por
supuesto, aún puedo oler su semen dentro de ti—¡Ah!, era cierto,
se me había olvidado limpiarlo, o más bien había dejado que se me
olvidara—. Me alegra que hayas descubierto este placer. Pero debes
de tener cuidado, cuando los mates no lo hagas en tu casa ni te dejes
ver por la suya, al menos si quieres permanecer mucho tiempo en esta
ciudad.
—Ah,
no lo maté...—¡Maldición! En cuanto pronuncié aquellas palabras
me di cuenta de mi error.
—¿No
lo mataste? ¿En qué estás pensando? ¿No se te habrá ocurrido
enamorarte de un humano?—me preguntó con el ceño fruncido—.
Espera, ese olor...—acercó su boca a la mía y lamió mis labios y
mi lengua sin que yo pudiera impedírselo—. Guido...
Cada
célula de mi cuerpo se sacudió. ¿Cómo lo supo? ¿Le conocía?
Antes
de que pudiera reaccionar, Olivier se apartó de mí y desapareció
en la noche. Lo único que pude pensar fue que iba a matar a Guido.
Salí corriendo tras él, aunque mi velocidad no era comparable. A
Olivier los humanos ni siquiera podían verle.
Continuará...
Me gusto, corto pero sustancioso.
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ResponderEliminarahh siento que voy a odiar a ese tal oliver U.U
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